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LA FORMACION DELA MENTALIDAD SUMISA Se emeannomemmel cw coleccién ANALISIS macién de la Mentalidad Sumis Si los trabajadores y empleados entregan continuamente mas trabajo del que consumen, debe ser posible seguirle el rastro a ese excedente. Si es cierto que siempre dan mas de lo que reciben, este “més” tiene que hallarse en algin sitio, tiene que haberse concreta- do en saldo bancario, avién privado, fabrica, ete. La distribucién de la riqueza entre la poblacién muestra adénde han ido los valores producidos por los trabajadores. La tabla 4, elaborada con datos proporcionados por el INE (Ins- tituto Nacional de Estadistica) recoge la distribucién de la renta nacional, esto es, de todas las rentas generadas en el proceso pro- ductivo, en el PIB (Producto Interno Bruto). Tabla 4 Distribucién funcional del PIB Aiio q) (2) 1982 53,2 46,8 1983 53,2 1984 50,4 1985 49,7 1986 50,1 49,9 1987 50,2 49,8 1988 49,8 50,2 1989 49,3 50,7 1990 49,7 50,3 1991 49,2 50,8 (1) Remuneracién de asalariados (incluye el total de cotizaciones sociales). (2) Excedente bruto de explotacién (rentas no salariales) am Coleccién Anilisis Por la tabla anterior se puede ver claramente cémo las rentas del trabajo, esto es, lo que se han Ilevado a casa los trabajadores al cabo del afio, va disminuyendo paulatinamente desde 1982, mientras que las rentas del capital, es decir, lo que se llevan los capitalistas, au- menta progresivamente hasta el aio 1991, hasta el punto de que lo que se Hevan todos los millones de trabajadores juntos es menos de lo que se lleva el pequefio grupo de capitalistas. O sea, que la década de gobierno “socialista” ha reducido en 4 puntos las rentas del trabajo en beneficio de las rentas del capital. Afiédase a esta cir- cunstancia el aumento del desempleo, que asciende ya al 21% de las personas en edad de trabajar, as{ como la precarizacién del trabajo, que se elevaba al 37,8% a finales de 1991, y todavia en aumento. Quien domina la produccién domina todos los ambitos de la vida. Por eso determina también cémo se reparten los otros tipos de ri- queza entre la poblacién. La insidiosa expropiacién por un pequefto grupo de personas no se limita a los trabajadores y empleados, pensionistas y jubilados. Tampoco le van mejor las cosas al pequefio auténomo. Entre todas las opiniones que elaboran diariamente la escuela, la iglesia, la prensa, la radio y la televisién, la mas propalada y la que ms se resiste a desaparecer es la de que el auténomo no es explo- tado, La gente se aferra desesperadamente a esta opinién, como si en el fondo supieran que no es verdad. Y se presenta de forma que resulta peligrosa para la gente que no la comparte. Los ilustradores astutos evitan la palabra “explotacién” en los debates puiblicos, a fin de no perder la atencién y la benevolencia de su piblico, Hacen bien en hacerse entender solamente con cifras, y en dejar las con- clusiones a los oyentes, También es importante que las cifras salgan de los ministerios. La opinién de que ya no hay més explotacién se nutre de un error de l6gica. Las victimas de esta opinién dan por hecho que bienestar 2

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