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Pero ahi queda la señal gue dgjamos de nuestra suerte: cada uno
de
nosotros sembraremos una caña, en nedio de nuestra casa la sem-
braremos: si se secan, esa será la señal de nuestra muerte.
¡Muertos
son!, direis, si llegan a secarse. Pero si retonanEstan vivos!, diréis
joh abuela nuestra.!
Ukaj ub'oq'och qixim
El triunfo de la purificación
En seguida se apoderá Icbalanqué de la cabeza de Hunahpi, se
levá de nuevo la tortsga y fue a colocarla sobre el juego de pelota. Y
aquella cabeza era verdaderamente la cabeza de lHunahpú y los dos
muchachos se pusieron muy contentos