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Introducción:

A. Leamos en (Mateo.18:1-5)
B. Estas palabras las dijo el Señor Jesús después que los apóstoles
tuvieron una discusión sobre quién sería el mayor en el reino de los
cielos, puso a un niño en medio de ellos y hablo:

1. Para entrar en el reino de los cielos hay que hacerse como un niño.
C. Ahora ¿Cómo es un niño? Es una pregunta de suma importancia.
1. Él Señor dijo que es "Humilde", pero también tienes otras
cualidades, buenas y malas.
D. Analicemos estas dos tipos de cualidades, las buenas para imitarlas
y las malas para no practicarlas.

I. Las Malas cualidades de los Niños.


A. Es berrinchudo: Se enoja o le da coraje cuando no le dan lo que
desea y hace su berrinche, se revuelca en el piso, deshace lo que
tiene en su mano, llora, grita, etc. Este cuadro es muy desagradable,
pero a veces los adultos también actuamos así.
B. Necios: Para llamar la atención. Ejemplo: La mama está ocupada, el
niño siente que le están robando la atención y empieza a ponerse
llorón, necio. Es algo natural que con el tiempo él entenderá, pero
mientras tanto él actúa así.
C. Son llevados de aquí para allá: Donde sus padres quieren llevarlos
solos los alistan y los toman de la mano y se los llevan. Sin que
ellos puedan decir nada.
1. Muchos son llevados de aquí para allá por diferentes doctrinas.
(Ef.4:14)
2. Algunos cristianos se quedan en la infancia en Cristo y nunca
llegan a Crecer o madurar. (Heb.5:11-14)
D. No distinguen entre lo limpio y lo sucio: Levantan cualquier cosa
del suelo y se lo llevan a la boca. Sin saber que les hará daño.
(2Cor.6:17 / 7:1)
1. Dios quiere limpieza espiritual, pero muchos todavía no quieren
distinguir entre lo malo y lo bueno, la iglesia y el mundo, lo limpio
y lo sucio.
2. No limpian: su vocabulario, los vicios, el vestir con modestia. Etc.
3. Leamos en (Mat.5:8)
E. Esto fue lo que "NO" quiso decir él Señor cuando dijo que
fuéramos como niños.
II. Las Buenas Cualidades de los Niños.
A. Es humilde: El no distingue lo que es ser más que otro, un niño rico
puede jugar con un niño pobre y él no se da cuenta de eso.
1. (Mat.18:4) (Mat.20:25-28) (Rom.12:16) (Fil.2:3)
2. Para él Señor la humildad se demuestra en el servicio a los demás.
3. La humildad es una lección tan difícil de aprender que se nos tiene
que enseñar de todas las maneras y con todos los métodos posibles.
B. Es servicial: Siempre quiere ayudar. Ejemplo: cuando la mama está
lavando la niña quiere hacerlo. Así comenzamos todos en el
cristianismo, en todo queremos ayudar, después ya no queremos.
C. El niño toma mucha leche: Para crecer sano y fuerte, al Cristiano se
le exhorta a desear la leche espiritual como niños. (1Ped.2:2)
1. El cristiano necesita crecer en el bien, para esto necesita una
alimentación adecuada. "La Leche Pura" Sin mezcla.
D. Es curioso: todo lo quiere saber, pregunta mucho, para que sirve esto
o aquello. Así es el recién convertido al principio todo quiere saber,
Pero con el tiempo como que se pierde el encanto, debemos querer
saber toda la voluntad de Dios. (1Tes.5:21)
E. El niño debe crecer- Madurar: al igual nosotros debemos crecer,
Madurar para ser maestros. (Heb.5:11-14)
F. No tiene malicia: El niño no tiene malicia por esto no tienen pecado,
igual nosotros no debemos de pensar maliciosamente. (1Cor.14:20)
G. No saben Guardar rencor: Los niños pelean y olvidan. Nosotros no
debemos guardar rencor. (1Cor.13.5)
H. Los niños aceptan insultos: Se les puede regañar en público y no
guardan odio, viven la vida feliz, sin preocupaciones. Igual nosotros
cuando nos hagan algo no guardemos odio ni queramos tomar
venganza. (1Cor.13:5)
I. Los niños dependen de otros: Solos no pueden dirigir sus pasos y
mantenerse de pie. Necesitan la ayuda de grandes y fuertes que los
ayuden a vivir. Necesitan de sus padres.
1. Así nosotros dependemos de Dios para comer y vestirnos.
(Mat.6:25-33)

Conclusión:
A. Debemos de nacer de nuevo como niño. (Juan.3:3)
B. No debemos ser como niños en sus malos hábitos.
C. Debemos de ser como niño en sus buenas cualidades.
D. La entrada al reino es condicional, si no nos convertimos como niño
no entraremos al reino. (Mat.18:3)

Seamos como Niños


Mt 18:2-4 RV60 2 Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, 3 y dijo:
De cierto os digo, que, si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el
reino de los cielos. 4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el
mayor en el reino de los cielos.
INTRODUCCIÓN
Cuando nuestro Señor Jesús nos dice que seamos como niños hace referencia
entre otras cosas a la humildad de los pequeños, por eso Mateo
18:4 dice “cualquiera que se humille como este niño”. Jesús estaba poniendo en
orden el deseo de muchos de ser superiores a otros en el Reino, que veían la
autoridad como la oportunidad de ser mejores o lucirse ante otros, estas actitudes
que no existen en los niños; ellos no están interesados en ser mejor que sus padres,
sus maestros o cualquier figura de autoridad. Los niños desean ser como sus padres
no para poder dominar a otros sino porque hay una profunda admiración hacia ellos.
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DESARROLLO
La biblia nos llama a ser hijos maduros, para lo cual es necesario que pasemos un
proceso de desarrollo. Es decir, para llegar a ser hijos maduros, hay que pasar por
el proceso de ser niños.
Mt 5:44-45 RV60 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los
que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan
y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
La palabra “hijo” aquí es HUIOS (G5207) que significa “Hijo Maduro”, en la cultura
hebrea cuando el hijo llegaba a cierta edad comenzaba a aprender el oficio de su
padre hasta llegar a parecerse a él, entonces se consideraba un HUIOS. Es decir,
somos hijos de Dios por su misericordia, pero cuando aprendemos de nuestro Padre
nos volvemos más cercanos y maduramos espiritualmente para no ser niños sino
HUIOS, hijos maduros, pero no podemos ser HUIOS si no pasamos por la etapa de
NIÑO.
Quiero que veamos algunos “niños” en la biblia de los cuales podemos aprender
grandes lecciones:
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Samuel, DESCANSABA EN LA PRESENCIA DE DIOS.


Samuel fue el niño a través del cual Dios envío un difícil pero necesitado mensaje
al sumo sacerdote, Elí. La sensibilidad de Samuel a la dirección de Dios y su
disposición a obedecer fue ejemplar.
1S 3:2-4 RV60 2 Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento,
cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, 3 Samuel
estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes
que la lámpara de Dios fuese apagada, 4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió:
Heme aquí.
En esta historia vemos que mientras el Sumo Sacerdote Elí, descansaba en su
aposento; Samuel, siendo un niño dormía en el Templo cerca del Arca la cual estaba
en el Lugar Santísimo, esto nos habla de descansar en la presencia de Dios. Ahí,
humillados como niños escucharemos la voz de nuestro Dios; Samuel no estaba
buscando impresionar a nadie, Él simplemente encontró en Dios su descanso.
Samuel significa: Pedido a Dios o Escuchado por Dios.
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David, VENCIÓ AL RECHAZO


David fue solo un joven cuando Dios lo escogió y empezó a usarlo. Siendo el menor
de ocho hermanos, ni aún su propio padre lo tomo en cuenta cuando Samuel vino
a buscar, a aquel a quien Dios había escogido para ser el próximo rey.
Más que vencer a Goliat, David nos muestra que venció a un gigante más poderoso
en su interior: el rechazo. Esto es muy significativo porque de niños la mayoría
somos rechazados de alguna u otra manera, pero no es hasta que crecemos que
aquel rechazo nos afecta considerablemente. Sin embargo, aun cuando David
había experimentado el rechazo de forma recurrente en su vida, él escribió:
Sal 27:10 RV60 10 Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me
recogerá.
Aprendamos del niño David, a creer que, aunque todo el mundo nos rechace, Dios
no nos desechará. David significa: Amado y su virtud era que en su corazón sabía
que Dios no lo rechazaría si se humillaba ante Él.
Sal 51:17 TLA 17 Para ti, la mejor ofrenda es la humildad. Tú, mi Dios, no desprecias
a quien con sinceridad se humilla y se arrepiente.
Josías, SIGUIÓ EL CAMINO DE SU PADRE DAVID
Josías fue un niño-rey a través de cual Dios reformó el estado religioso y social de
su país (2 Reyes 22). Josías era de solo ocho años, cuando llego a ser rey,
gobernando rectamente. Después como un adolescente y hombre joven hizo
dramáticas reformas (2 Crónicas 34).
2R 22:1-2 RV60 1 Cuando Josías comenzó a reinar era de ocho años, y reinó en
Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre fue Jedida hija de Adaía, de
Boscat. 2 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de
David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda.
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Esto nos muestra que, rodeado de consejeros, no permitió que el orgullo le ganara
la batalla, sino que escuchó consejos, entregó su corazón a Dios y fue uno de los
pocos reyes de quien la biblia dice que hizo lo recto delante de los ojos de Jehová.
Si aprendemos a recibir instrucciones como niños, podremos hacer grandes
proezas en Dios.
Pr 22:6 RV60 6 Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se
apartará de él.
Ester, NO BUSCÓ SU PROPIO BIEN
Era una niña huérfana quien estaría en su adolescencia cuando fue hecha reina y
quien fue usada por Dios para salvar a los judíos de la total destrucción. (Ester 2).
Aunque pudo perfectamente, ser la Reina de todo un Imperio y olvidarse de los
suyo, siempre buscó lo mejor para su pueblo, aun cuando el rey le ofreció hasta la
mitad de su reino:
Est 7:2-3 RV60 2 Y en el segundo día, mientras bebían vino, dijo el rey a Ester:
¿Cuál es tu petición, reina Ester, y te será concedida? ¿Cuál es tu demanda?
Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada. 3 Entonces la reina Ester respondió
y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada mi vida
por mi petición, y mi pueblo por mi demanda.
Haya en nosotros la actitud de niños humildes, que no buscan exclusivamente su
propio bien sino el de nuestros hermanos.
Otros Ejemplos:
Jeremías, desde su infancia fue escogido por Dios y comisionado para una tarea
monumental, ser su profeta. A pesar de su juventud y sus limitaciones, obedeció a
Dios hasta la muerte. Jeremías significa “Jehová lanza” y es que como niños
debemos confiar que, si Dios nos envía, Él nos respaldará.
Timoteo, tuvo una fe bíblica desde su niñez, a través de su abuela Loida y su madre
Eunice y luego a través de la instrucción de Pablo (2 Timoteo 1:5; 2:2; 3:14-15).
Tantas iglesias al cuidado pastoral de Timoteo.
Jesús, siendo un niño a la edad en que normalmente comienzan las rebeldías (12-
13 años), sabía que le era necesario estar en los asuntos de su Padre.
CONCLUSIÓN
El propósito de Dios es que seamos hijos maduros, pero no podemos saltarnos
procesos y debemos aprender a ser como niños para poder avanzar hacia la
madurez espiritual. Nadie puede llegar a ser un maestro de la palabra, si antes no
se convierte en discípulo. Volvámonos como niños para creerle a nuestro Padre y
así recibir la instrucción necesaria para avanzar
Lc 10:21 RV60 21 En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo
te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de
los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te
agradó.

¿Qué podemos aprender de los niños?


“¡ESTÁS comportándote como un niño!” Si alguien nos dijera eso a nosotros, siendo
adultos, probablemente nos molestaría, pues los niñitos, por adorables que sean,
no poseen la madurez ni la experiencia ni la sabiduría que suele adquirirse con la
edad (Job 12:12).
Ahora bien, en una ocasión, Jesús dijo a sus discípulos: “Verdaderamente les digo:
A menos que ustedes se vuelvan y lleguen a ser como niñitos, de ninguna manera
entrarán en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). ¿Qué quiso decir Jesús? ¿Qué
cualidades propias de los niños deberíamos imitar los adultos?
Cultivemos la humildad de los niños
Examinemos las circunstancias que provocaron ese comentario de Jesús. Al llegar
a Capernaum después de un largo viaje, él preguntó a sus discípulos: “¿Qué
discutían en el camino?”. Estos, abochornados, se quedaron callados, pues habían
discutido sobre cuál de ellos era el mayor, es decir, el más importante. Pero después
se armaron de valor y preguntaron a Jesús: “¿Quién, realmente, es mayor en el
reino de los cielos?” (Marcos 9:33, 34; Mateo 18:1).
Tal vez nos sorprenda que los discípulos discutieran sobre cuestiones de posición
o rango después de haber estado casi tres años con Jesús. Pero hay que tener
presente que aquellos hombres se habían criado en el judaísmo, religión que daba
mucha importancia a esos asuntos. Es probable que sus raíces religiosas, aunadas
a la imperfección humana, influyeran en su manera de pensar.
Jesús se sentó, llamó a los discípulos y dijo: “Si alguien quiere ser el primero, tiene
que ser el último de todos y ministro de todos” (Marcos 9:35). Esas palabras
seguramente los dejaron atónitos. El razonamiento de Jesús era totalmente
contrario a los conceptos judíos sobre la grandeza. A continuación, llamó a un niñito
y, abrazándolo con ternura, recalcó la misma idea: “Verdaderamente les digo: A
menos que ustedes se vuelvan y lleguen a ser como niñitos, de ninguna manera
entrarán en el reino de los cielos. Por eso, cualquiera que se humille como este
niñito, es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:3, 4).
¡Qué gran ejemplo de humildad! Imagínese la escena: un niñito rodeado de una
serie de hombres adultos, de aspecto serio, que lo miran fijamente. ¡Qué inocente
y confiado se le ve! No tiene malicia ni ningún sentimiento de rivalidad. Ahí está:
sumiso, sin pretensiones. ¡De qué manera tan hermosa demuestra el pequeño la
cualidad de la humildad!
La lección que Jesús enseñó es muy clara. Todos debemos cultivar la humildad de
los niños si queremos heredar el Reino de Dios. Entre los miembros de la
hermandad cristiana no hay lugar para el orgullo ni para el espíritu competitivo que
promueve contiendas (Gálatas 5:26). Esas son precisamente las actitudes que
impulsaron a Satanás a rebelarse contra Dios. ¡Con razón las odia Jehová!
(Proverbios 8:13.)
Los cristianos verdaderos tratan de servir, no de ejercer poder. La verdadera
humildad nos mueve a servir a los demás, por desagradable que sea la tarea o
insignificante la persona. El servicio que se presta con humildad tiene muchas
recompensas. Jesús dijo: “Cualquiera que reciba a uno de tales niñitos sobre la
base de mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, no me recibe
a mí solamente, sino también al que me envió” (Marcos 9:37). Si cultivamos un
espíritu generoso y humilde como el de un niño, estaremos en unión con el
Personaje más excelso del universo y con su Hijo (Juan 17:20, 21; 1 Pedro 5:5).
Obtendremos, además, la felicidad que viene de dar (Hechos 20:35). Y sentiremos
la satisfacción de contribuir a la paz y unidad que caracteriza al pueblo de Dios
(Efesios 4:1-3).
Educables y confiados
Después, Jesús hace hincapié en otra lección que los adultos pueden aprender de
los niños: “El que no reciba el reino de Dios como un niñito, de ninguna manera
entrará en él” (Marcos 10:15). Además de humildes, los niños son educables. “Son
como esponjas, absorben todo lo que se les dice”, reconoce una madre.
De modo que para heredar el Reino de Dios debemos asimilar y obedecer el
mensaje del Reino (1 Tesalonicenses 2:13). Al igual que una criatura recién nacida,
tenemos que “desarrollar el anhelo por la leche no adulterada que pertenece a la
palabra, para que mediante ella crezcamos a la salvación” (1 Pedro 2:2). ¿Y si
alguna enseñanza bíblica parece difícil de entender? “Los niños no dejan de
preguntar ‘por qué’ hasta que encuentran una respuesta satisfactoria”, comenta una
mujer que trabaja en una guardería. Los adultos haríamos bien en imitar su ejemplo.
Sigamos estudiando. Hablemos con cristianos experimentados. Pidamos a Jehová
que nos dé sabiduría (Santiago 1:5). No hay duda de que, con el tiempo, nuestra
persistencia y nuestras oraciones serán recompensadas (Mateo 7:7-11).
“Pero ¿no existe el peligro de que nos engañen si nos dejamos educar?”, tal vez
nos preguntemos. Si contamos con una guía confiable, no nos engañarán. Por
ejemplo, los niños acuden instintivamente a sus padres en busca de dirección.
“Quienes día tras día protegen a sus hijos y satisfacen sus necesidades demuestran
ser dignos de confianza”, dice un padre. Y precisamente por estas mismas razones
podemos confiar en nuestro Padre celestial, Jehová (Santiago 1:17; 1 Juan 4:9, 10).
Él nos ofrece consejos infalibles mediante su Palabra escrita, y se vale de su espíritu
santo y su organización para consolarnos y sostenernos (Mateo 24:45-47; Juan
14:26). Estas ayudas, si las aprovechamos bien, impedirán que suframos daño
espiritual (Salmo 91:1-16).
El cultivar confianza en Dios como si fuéramos niños también nos hace sentir
tranquilos. Un biblista comenta: “Cuando éramos niños, salíamos de viaje sin dinero
para pagar el billete, sin idea de cómo llegaríamos a nuestro destino; y sin embargo
nunca se nos ocurría dudar de que nuestros padres nos llevaran y nos trajeran de
vuelta a salvo”. ¿Sentimos esa clase de confianza en Jehová durante nuestro viaje
por la vida? (Isaías 41:10.)
La confianza absoluta en Dios nos ayuda a evitar actitudes y acciones que pudieran
poner en peligro nuestra espiritualidad. Tenemos la plena confianza de que, como
dijo Jesús, nuestro Padre celestial conoce nuestras obras y cuidará de nosotros,
siempre y cuando busquemos primero el Reino y la justicia divina. Tener esto
presente nos ayudará a resistir la tentación de descuidar las responsabilidades
espirituales y centrarnos en las cosas materiales (Mateo 6:19-34).
“Sean pequeñuelos en cuanto a la maldad”
Los niñitos, aunque imperfectos de nacimiento, son puros de mente y corazón.
De ahí que la Biblia exhorte a los cristianos: “Sean pequeñuelos en cuanto a la
maldad” (1 Corintios 14:20).
Veamos el caso de Monique, una niña de cinco años que le dijo entusiasmada a su
madre: “¡Mi nueva amiga, Sarah, tiene el pelo rizado igual que yo!”. La niña
no mencionó que Sarah tenía un color de piel diferente al suyo y que era de otro
origen étnico. Una madre dice: “Para los niños pequeños no hay colores. Para ellos
no hay razas, ellos no tienen prejuicios”. ¡De qué manera tan bonita reflejan los
niños el criterio de nuestro Dios, que es imparcial y ama a personas de todas las
naciones! (Hechos 10:34, 35.)
Los niños también poseen una extraordinaria capacidad de perdonar. Cierto padre
dice: “Cuando nuestros hijitos Jack y Levi se pelean, hacemos que se disculpen, y
al momento vuelven a jugar de lo más contentos. No se enfurruñan ni sacan a relucir
cosas del pasado ni imponen condiciones antes de perdonar. Sencillamente se
olvidan del asunto”. ¡Qué buen ejemplo para los adultos! (Colosenses 3:13.)
Además, los niños pequeños reconocen enseguida la existencia de Dios (Hebreos
11:6). Su franqueza suele impulsarlos a dar testimonio sin titubear (2 Reyes 5:2, 3).
Sus oraciones sencillas y sinceras pueden conmover hasta a los más duros de
corazón. Y ante las tentaciones, son capaces de demostrar una impresionante
fuerza moral. Desde luego, los niñitos son un valioso regalo (Salmo 127:3, 4).
La restauración de lo bello
“¿Existe la posibilidad de que los adultos recuperemos las bellas cualidades que
poseíamos de niños?”, tal vez se pregunten algunos. La respuesta clara y
tranquilizadora es un rotundo sí. El mandato de Jesús: “Lleguen a ser como niñitos”
demuestra que es posible (Mateo 18:3).
Para ilustrarlo: un grupo de restauradores tiene ante sí una obra de arte de valor
incalculable. Poco a poco van eliminando capas de suciedad acumulada y revierten
los toscos intentos de restauración realizados anteriormente. Después de todo ese
minucioso trabajo vuelve a relucir los vivos colores y la belleza original de la pintura.
De modo similar, con esfuerzo continuo, la ayuda del espíritu santo de Jehová y el
apoyo amoroso de la congregación cristiana, podemos recuperar las bellas
cualidades que manifestábamos por naturaleza cuando éramos niños (Efesios 5:1).
[Ilustración de la página 9]
Los niños son humildes por naturaleza
[Ilustración de la página 10]
Los niñitos no tienen prejuicios, y enseguida perdonan y olvidan

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