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Algunas reflexiones respecto de las preguntas enviadas

*En el país vivimos aparentemente en crisis recurrentes, periódicas. ¿Cómo definiría la


situación económica-política y social actual? Qué medidas positivas tomó el gobierno de
Cambiemos, y cuáles provocó o ahondó las dificultades ya existentes?

Es difícil responder la pregunta sin hacer referencia al contexto que condiciona la


marcha de la situación económica y social actual. Es decir, sin mencionar las
características del orden social imperante en casi todo el planeta, y del modelo vigente
en nuestro país.

A nivel mundial (y salvo escasas excepciones) el orden social capitalista regula las
relaciones y la vida de la gran mayoría de la humanidad. Sus dos grandes objetivos
económicos son la búsqueda de la máxima ganancia como prioridad de los que realizan una
actividad económica, y la búsqueda del máximo crecimiento del conjunto del sistema.
Ambas prioridades están siempre presentes y han ido condicionando al resto de las
relaciones sociales, poniéndolas a su servicio. Naturalmente fueron generando dos
procesos: de enriquecimiento permanente de un sector cada vez más poderoso y
reducido de la sociedad, y de depredación cada vez más veloz y gigantesca de nuestros
bienes comunes.

En ese mundo despiadado se inserta la Argentina, sólo que como un apéndice dependiente
y subordinado de los países centrales o dominantes. Y a lo largo del tiempo esa
dependencia va sufriendo cambios que tienen que ver con las dinámicas habituales de
cualquier economía capitalista. Se pasa por períodos de crecimiento de largo plazo, y por
períodos de crisis profundas que requiere modificaciones para volver a crecer (siempre
en el marco de nuestra dependencia estructural).

Vivimos un período de varias décadas durante el siglo XX con el denominado modelo de


industrialización por sustitución de importaciones, que posibilitó aun con diferentes
gobiernos avances sostenidos en las condiciones de vida de gran parte de la población.
Ese modelo fue agredido por un plan sistemático aplicado durante la última dictadura
desde mediados de los años ‘70, y fue agonizando hasta los años ’90, cuando el
justicialismo menemista lo demolió y sentó las bases de un nuevo modelo de acumulación.

El nuevo modelo se desplegó plenamente después de la crisis de cambio de siglo, de la


mano del gobierno justicialista kirchnerista, que pasó a su vez por varias etapas. Una
primera, expansiva, saliendo del pozo profundo, en un contexto mundial muy favorable a
los productos de mayor exportación argentina (en especial del complejo oleaginoso). La
reactivación fue acompañada de recuperación parcial de los ingresos de los trabajadores
y del empleo, lo que a su vez facilitó el aumento de la producción interna.

Pero por las características estructurales del modelo, se fueron agotando los ‘motores’
iniciales y fueron apareciendo trabas y obstáculos ocultos durante la fase inicial. Las
ramas de mayor competitividad internacional se basan en la sobreexplotación de los
recursos naturales, pero no generan mucho empleo genuino. Las grandes corporaciones y
los bancos son los principales beneficiados, no sólo con la economía y los mercados sino
también con las políticas públicas. Su comportamiento es crecer, concentrar y llevarse la
mayor parte de las ganancias afuera, además de pagar poco o nada de impuestos. Una vez
que la reactivación se agota, no genera mucho empleo en el sector privado, entonces será
el Estado quien ‘tome la posta’ y para evitar creciente desempleo (con lo grave que
significa esto en términos económicos y sociales) comenzará a aumentar la planta de
personal y los masivos subsidios clientelares.

El panorama va cambiando y los obstáculos van tomando más fuerza. El Estado, que no
cobra casi impuestos a los que más tienen, se queda con escasos recursos para cubrir los
‘males’ estructurales del modelo, lo que lo lleva a un creciente déficit fiscal. El mercado
mundial entra en una profunda crisis desde el 2008 en adelante, y aun no la puede
superar. Y ya no crecen las exportaciones como durante la primera etapa. Al contrario,
los cambios internos y externos van generando mayor competencia de productos
importados. Entonces lo que fueron dos elementos reflejos del ‘éxito’ inicial (superávit
fiscal –plata abundante para el Estado- y superávit externo –divisas abundantes para el
país-), van desapareciendo y se transforman en graves problemas (déficit fiscal y
externo). La caja gigantesca de los recursos públicos desaparece cuando más se
necesita, y los dólares se van por los múltiples agujeros que dejan crecer las políticas
públicas.

La última fase del gobierno anterior mostró medidas desarticuladas y a veces


desesperadas para superar la situación, sin avanzar en cambios estructurales. Los
parches no le alcanzaron para mejorar las expectativas, y el creciente déficit público se
cubría con más emisión y endeudamiento interno. En ese marco se da el cambio de
gobierno a fines del 2015, pero la nueva gestión no va a modificar la esencia del modelo
que viene desde el 2003. En todo caso, se mantendrán en esencia las características
estructurales, y ante el elevado déficit fiscal se apelará a cubrirlo con creciente,
irresponsable e insostenible endeudamiento externo.

La pobreza masiva que afecta a un tercio de la población, la inflación alta y persistente


que golpea los bolsillos de la gran mayoría, el elevado empleo precario, la fuga de
capitales al exterior, son elementos de la situación actual que si bien vienen de antes,
este gobierno los mantiene y profundiza. Pero ante la grave situación busca superar la
coyuntura con más ajustes que recaen sobre los que menos tienen, a la vez que garantiza
las inmensas ganancias de los banqueros y las corporaciones.

De todos modos, las políticas implementadas suponen un futuro incierto y muy peligroso,
ya que las bases del modelo se profundizan con mayor sobreexplotación de los recursos,
a la vez que se toman compromisos impagables a futuro, renunciando a la soberanía en
caso de conflicto con los acreedores externos.
*La grieta no se cierra. Pasamos de un modelo económico de economía cerrada,
protección del empleo y el mercado interno, baja inversión empresaria y falta de
inversión en bienes de capital, a otra economía abierta, con crecimiento de
importaciones, medidas para favorecer las inversiones, estrategia para flexibilizar el
mercado laboral. Es difícil así establecer políticas de Estado, porque un Gobierno nueva
borra todo lo anterior. ¿Habría que encontrar un punto medio entre ambas posturas
ideológicas? Hay una alternativa viable entre ambas posiciones casi antagónicas, más allá
del supuesto actual gradualismo?

No tengo la misma impresión respecto del modelo económico. No se observa (más allá de
la guerra de ‘relatos’) que tengamos otra economía desde el cambio de gobierno nacional
en diciembre de 2015. El peso del comercio externo en relación al Producto Bruto no se
ha modificado, sólo se evidencian cambios en las condiciones del mercado mundial que
impactan en lo interno. Tampoco hay evidencias claras de variaciones significativas en
términos de empleo, aunque por más mínimas que sean las bajas siempre son traumáticas
para los que las sufren. Las inversiones se mantienen reducidas, y más allá del discurso
oficial no hay medidas que incentiven las que se destinen a la producción (las ventajas y
privilegios son para las inversiones especulativas, que luego se van con rentas
multiplicadas al exterior).

En realidad, existen políticas de Estado que sí se mantienen con los diferentes


gobiernos, y tienen que ver con al esencia del modelo neocolonial extractivista y servil al
capital usurero internacional. Se continúa promoviendo la megaminería, una de las
actividades más depredadoras del mundo; se sigue promoviendo el fracking, una técnica
demencial para sacar hidrocarburos y contaminar masivamente los acuíferos; se
mantiene a rajatabla la marcha de los monocultivos de transgénicos con uso masivo de
agrotóxicos; la sumisión a la usura internacional está vivita y coleando, luego de pagarse
más que ningún otro gobierno una deuda externa ilegítima y fraudulenta pasamos a
endeudarnos de nuevo de manera masiva; el sistema tributario continúa siendo injusto
porque pagan más los que menos tienen; etc, etc.

En realidad no hay posturas antagónicas en lo esencial, entre las fuerzas políticas que
tienen más posibilidades de acceder al gobierno. Solo hay ‘actuaciones’ para mantener
vigente una brecha social falsa, que divide de manera equivocada para beneficios de uno
y otro lado. La pelea se concentra en los hechos de corrupción pero ni siquiera rozan a
las cuestiones centrales y estratégicas. Mientras tanto el modelo se consolida,
permitiendo la continuidad de la concentración y las desigualdades, la depredación de los
bienes comunes, la extranjerización de la economía, y la marcha a un futuro peligroso.

*Imagino que la modificación de las circunstancias actuales de la economía, abre


panoramas distintos de observación. En oportunidad de la primera edición, se habla de
una economía cerrada al mundo, baja inversión privada, cepo del dólar, inflación,
impuesto a las ganancias. Hoy los problemas son otros: se achica el mercado laboral, las
inversiones aún no se cristalizan, el mercado interno se contrae, las importaciones de
bienes de consumo crecen. ¿El curso va adaptándose al tratamiento de temas, de
acuerdo a la agenda pública, y a pedido de los cursantes? Cuáles eran las inquietudes allá
en los inicios del ciclo, más allá que el fondo resulta el mismo, pero asoman distintas
preocupaciones en la realidad del día?

El curso que iniciaremos el viernes 6 de abril tiene como ejes la economía, la sociedad y
el ambiente, y el objetivo es brindar elementos que con una mirada crítica ayuden a
comprender los graves problemas actuales. Se trata de un análisis estructural, que por
supuesto va acompañando la marcha de los acontecimientos. Los cambios reales no son
tan profundos, y los problemas más graves no se modifican tanto. La idea es que
tengamos más cuidado al leer la información que brindan los grandes medios y la
orientación que desean dar a la opinión pública los grandes relatos políticos, que en
general buscan desviar el centro de las preocupaciones hacia temas secundarios, o en
todo caso tratar temas importantes de manera distorsionada.

*¿Qué tipo de políticas o visiones de Estado y rumbos denota a su criterio, las


discusiones acerca de la polémica reforma previsional realizada a fin de año, o la reforma
laboral que ahora se anuncia para ser tratada coincidente con la realización del Mundial
de Fútbol de Rusia?

Las reformas que vienen tratando de impulsarse a nivel nacional, y que cuentan con el
apoyo de los diferentes gobiernos provinciales (entre ellos el de Entre Ríos), están
dentro del marco del modelo comentado. Significan la continuidad esencial y
profundizada de algunos elementos de la realidad social que procuran adaptarse a las
nuevas y difíciles condiciones del contexto externo. La reforma tributaria (del sistema
que básicamente dejó la última dictadura y no lo cambió ningún gobierno posterior)
apunta a continuar con impuestos predominantemente regresivos. La reforma previsional
que se produjo a fines del año pasado continúa los lineamientos anteriores, y no altera de
manera sustancial la grave situación que vive el grueso de los jubilados, que perciben el
haber mínimo que no cubre ni la mitad de la canasta de pobreza de la tercera edad. La
reforma laboral apunta a legalizar la precarización ya existente y ajustar el mercado a la
coyuntura mundial. Todo a favor de las grandes corporaciones, del capital usurero, del
saqueo de nuestros recursos; y todo en contra de los trabajadores, de los ancianos, de
los pequeños y medianos empresarios, de los sectores medios, del ambiente y de la vida.

*¿Cómo se puede describir la realidad económica de la provincia?


*¿Qué cree que está pidiendo hoy la sociedad entrerriana y argentina? ¿Le alcanza y les
resulta suficiente que no vuelva el gobierno anterior. ¿O pasado dos años, ya no le basta
el discurso de la herencia? O en todo caso, comienza a ser permeable a un nuevo modelo
socio-económico?
Nuestra provincia es parte de ese modelo nacional, y su inserción se apoya básicamente
en la producción primaria. La esencia de las relaciones financieras entre el estado
nacional y el provincial sigue vigente, con el saqueo sistemático de los recursos que
pertenecen legítimamente a las provincias.

No se puede afirmar que en Entre Ríos haya habido cambios desde la asunción del nuevo
gobierno nacional, ni en su estructura económica ni en las políticas públicas. La
estructura primarizada de la economía entrerriana requiere un Estado que compense la
falta de generación de empleo genuino en el sector público. La dependencia de las
finanzas provinciales hacia el poder central conduce a un comportamiento de los
gobernadores como simples gestores de las imposiciones del ejecutivo nacional, apoyando
las decisiones a cambio de monedas que les permitan mantener el estatus quo y ‘sin hacer
olas’.

*Justamente sobre eso, el curso apunta a fomentar una economía amigable con el medio
ambiente, un nuevo modelo de producción. Desde qué otros lugares están surgiendo esas
demandas, que pueden arrojar nuevos imaginarios, ideas y políticas de transformación de
la realidad?

El curso intenta sensibilizar acerca de la marcha de la humanidad hacia situaciones de


colapsos que serán irreversibles y ponen en peligro nuestra supervivencia en el planeta.
También procura señalar la existencia de alternativas, tanto teóricas como en la gran
cantidad de experiencias que se multiplican en todo el mundo y en nuestro territorio,
aunque aun de manera atomizada, desarticulada y dispersa. Pero son las señales de otros
mundos que tenemos que construir de manera urgente, entre todos, donde las
prioridades pasen no por buscar la máxima ganancia y el máximo crecimiento, sino
mejorar las condiciones de vida para todos, respetando el ambiente y lo que debemos
dejar a las generaciones futuras, que tienen el mismo derecho que nosotros a vivir
dignamente y disfrutar de los bienes comunes.

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