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El texto expositivo, modelo con párrafos

enumerativos

I. Esquemas y redacción de texto modelo

Opción 1

1. Introducción
2. Cambios en la estructura familiar
2.1 Deterioro en las funciones de soporte en el desarrollo psicosocial
2.1.1 Deterioro del vínculo afectivo
2.1.2 Deterioro de la disciplina
2.2 Deterioro en las funciones de soporte material
2.2.1 Necesidades básicas insatisfechas
2.2.2 Disminución de oportunidades de desarrollo
3. Cambios en las ciudades
3.1 Cambios demográficos acelerados
3.1.1 Altas tasas de crecimiento de la población joven
3.1.2 Procesos de emigración
3.2 Crecimiento desorganizado
3.2.1 Deterioro de la infraestructura y servicios básicos
3.2.2 Incremento de sectores urbanos vulnerables
4. Cierre

La participación en pandillas y su relación con los cambios en la estructura familiar y en


la ciudad

Las pandillas y bandas juveniles se manifiestan en Latinoamérica a partir de la década del


noventa en los principales centros urbano marginales de las ciudades. En el caso peruano, en
1998, ante el incremento de la violencia generada por estos grupos, el Estado promulgó la Ley
Contra el Pandillaje Pernicioso mediante decreto legislativo 899. Esta buscaba disuadir a los
miembros de estas agrupaciones de involucrarse en actos vandálicos y delictivos mediante el
incremento de las sanciones y su imputabilidad a los menores de edad que participen de ello.
Sin embargo, a pesar de que con el paso del tiempo leyes y sanciones más estrictas la han
sucedido, el problema de la violencia juvenil no parece disminuir significativamente. Por ello,
para encontrar soluciones efectivas, es indispensable comprender la manera en que actúan las
principales causas asociadas al incremento de este fenómeno. A continuación, se explicará
cómo las profundas transformaciones que la familia y las ciudades experimentaron en las
últimas décadas han ocasionado que los jóvenes y adolescentes se involucren en el pandillaje.

Por un lado, existe una relación cercana entre los cambios ocurridos en la estructura familiar,
específicamente el incremento de la monoparentalidad, y la participación de los jóvenes en grupos
de pandillas. En primer lugar, los niños criados al interior de este tipo de familias presentan más
dificultades para alcanzar un desarrollo psicosocial adecuado. En otras palabras, la ausencia de uno
de los progenitores, particularmente en las familias de menores recursos, impide que el individuo
pueda lograr un desarrollo emocional pleno basado en el afecto y la seguridad que sí podría
proporcionarle la presencia de ambos. Esta situación permite entender por qué los jóvenes
involucrados en pandillas suelen declarar que en este espacio, a manera de refugio, encuentran el
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afecto y la seguridad que no pueden hallar en el hogar. Además, la falta de un control y orientación
cercanos ocasionada por la ausencia de uno de los padres dificulta el aprendizaje e identificación del
niño con las normas y valores sociales establecidos. Ello explica la facilidad con la que algunos
adolescentes pueden adoptar los códigos negativos de conducta propios de estos grupos. En segundo
lugar, las familias monoparentales, al estar constituidas por uno solo de los progenitores, deterioran
sus funciones de soporte material. Es decir, el padre o madre responsable de familia, debido a su
situación de ser el único garante del sostén económico, por lo general, difícilmente podrá cubrir
completamente los gastos básicos que implica el cuidado adecuado de los hijos. Dicha situación
acentúa, en el menor, la autopercepción de marginalidad e inseguridad, lo que con el tiempo puede
generar en él sentimientos de frustración e inconformidad. Además, las oportunidades de quien se
desarrolla en este contexto disminuyen notablemente. En otras palabras, los jóvenes que provienen
de estas familias presentan menos oportunidades de acceder a un mejor futuro, ya que la necesidad
de trabajar a temprana edad y la falta de apoyo para seguir algún tipo de estudio que les permita
insertarse laboralmente terminan impidiendo toda posibilidad de desarrollo o mejora de su
condición. En ambos casos, las pandillas se constituyen como un espacio alternativo en el que el
individuo expresa su insatisfacción frente a la sociedad, y compensa su necesidad de
comunicación, y vínculo afectivo.

Por otro lado, los cambios registrados los últimos años en las principales ciudades del país han
incrementado las posibilidades de que los jóvenes se vean implicados en actos de violencia y
pandillaje. En primer lugar, los cambios demográficos experimentados, en las últimas décadas,
constituyen un factor agravante de la situación de marginalidad de un amplio sector juvenil. Se sabe
que el Perú se encuentra entre las regiones de mayor crecimiento en cuanto a población urbana,
siendo el sector joven aquel que presenta mayor crecimiento poblacional. Esta situación es
contraproducente si se considera que la capacidad de las ciudades para incorporar a esta nueva
población, en sus circuitos de cobertura estatal y empleabilidad, se muestra sobrepasada, lo cual
termina derivando en una escasa movilidad social y carencia de oportunidades principalmente para
este segmento. Asimismo, los procesos de emigración generados por problemáticas como la pobreza,
conflictos armados y violencia política también han agravado el proceso de concentración
poblacional en las ciudades de destino y la aparición de las bandas juveniles. Por ejemplo, existe un
vínculo entre el incremento poblacional y el surgimiento del pandillaje en las principales ciudades de
los departamentos que enfrentaron el problema del terrorismo. En ambas situaciones, los procesos
convergen en la vulneración del segmento joven de la población. En segundo lugar, el crecimiento
rápido y desorganizado de las ciudades ha creado condiciones que favorecen también el fenómeno
de la participación en las pandillas. Esta cuestión se puede observar en cómo el deterioro de la
infraestructura y de los servicios básicos de las ciudades perjudica la cohesión social. En otras
palabras, el espacio urbano desempeña un rol fundamental en el desarrollo y consolidación de
vínculos sociales saludables a partir del espacio público, tales como bibliotecas, áreas deportivas,
parques, zonas de esparcimiento seguro, etc. Sin embargo, su ausencia o deterioro dificulta los
procesos de socialización e inclusión de los jóvenes. Asimismo, el acelerado proceso de
urbanización ha ocasionado la aparición de sectores poblacionales, mal llamados pueblos jóvenes,
económicamente desfavorecidos y que se encuentran privados de los beneficios directos de la
modernización. Por ende, el contraste entre la ciudad y sus márgenes ha acentuado la desigualdad y
la insatisfacción entre los jóvenes en condición de marginalidad. En este sentido, los grupos o
pandillas son percibidos por los individuos involucrados como un espacio de inclusión,
pertenencia y, a través del delito esporádico, de agencia económica.

En síntesis, los cambios en la estructura familiar y la reconfiguración de las ciudades en estas


últimas décadas fueron factores determinantes en el incremento de la participación en pandillas por
parte de los jóvenes y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Para solucionar este problema, es
importante que el Estado, antes de priorizar cualquier tipo de medida punitiva, desarrolle programas
de prevención que tengan por objetivo evitar que los jóvenes, a falta de espacios que les permitan el
desarrollo afectivo, económico y social, se vean atraídos a participar en las pandillas. Asimismo,
esto debe complementarse con planes de reinserción social a partir

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del trabajo coordinado con líderes o exintegrantes de bandas juveniles que estén interesados en
buscar una alternativa a su situación y a la de sus congéneres.

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