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Objetivo general:
- Medir la sensibilidad de una cepa bacteriana que se sospecha es la responsable de
una infección a uno o varios antibióticos.
Objetivos específicos:
- Determinar la utilidad básica del antibiograma en la instauración de un tratamiento
antibiótico correcto.
- Reconocer la importancia de los antibióticos en un antibiograma.
INTRODUCCIÓN
Se emplea el término sensibilidad microbiana (antibiograma) para describir aquella situación
en la que los microorganismos como bacterias u hongos no son capaces de crecer en presencia
de uno o varios fármacos antimicrobianos. El antibiograma se realiza principalmente en el
caso de las bacterias y hongos, una vez se sabe que estos microorganismos son los
responsables de una infección. La prueba determina la eficacia de un agente antimicrobiano
frente al microorganismo que ocasiona la infección y/o determina si el microorganismo ha
desarrollado resistencia a ciertos antibióticos. Los resultados de esta prueba son útiles para
seleccionar el fármaco o la combinación de fármacos que con mayor probabilidad solucionará
la infección.
A pesar de que los virus también son microorganismos, el estudio de la sensibilidad de los
mismos a agentes antivíricos se realiza de una forma diferente. El antibiograma sólo se
refiere al estudio de la sensibilidad a fármacos de bacterias y hongos.
Las bacterias y los hongos pueden siempre desarrollar resistencia a agentes antimicrobianos
y por este motivo, antibióticos que se habían empleado para matarlos o inhibir su
crecimiento, pueden dejar de ser efectivos. Cuando en un cultivo se obtiene un resultado
positivo que confirma por lo tanto la presencia de microorganismos, el antibiograma
constituye una forma de determinar si aquello está sucediendo. Se debe primero realizar un
cultivo de una muestra obtenida de la zona infectada, para saber con certeza si en ella
existen bacterias u hongos causantes de la infección. (Si desea más información acerca de
los cultivos, consulte las pruebas hemocultivo, urinocultivo, cultivo de micobacterias).
El antibiograma se realiza para cada tipo de bacteria u hongo que pueda ser clínicamente
significativo en la muestra obtenida y cuya susceptibilidad o sensibilidad al tratamiento no
se conozca. Se evalúa cada uno de los agentes patógenos por separado, determinando la
capacidad de los antimicrobianos para inhibir su crecimiento. Esto se consigue incubando
simultáneamente el microorganismo y el antibiótico en un medio con nutrientes en un tubo
de ensayo o en una placa de agar, observando posteriormente el efecto del antibiótico sobre
el crecimiento de la bacteria.