Professional Documents
Culture Documents
En varios trabajos en los últimos años he sostenido que quizás deberíamos devenir
una Escuela centrada no solo en el pase, sino también en el fin de análisis, movido
por lo que percibo como un desbalance de énfasis con relación a su importancia
relativa.
Ahora, esta predica no ha encontrado mayor eco hasta ahora. Quizás esto se deba
a que a la final la dirección de la cura es parte de una práctica privada, imposible e
indeseable de ser reglamentada. Además, está el carácter intrínsecamente
contingente del final, que hace que cada análisis termine como puede terminar.
Mejor suerte ha tenido mi idea de que era necesaria una revisión de la garantía de
AME, pues aunque sea por coincidencia se abrió en la Escuela un debate muy
fructífero al respecto.
manera que se crea una gran expectativa acerca de los AE y, más importante, el
pase se convierte en una especie de máxima meta a intentar por los analizantes.
Dicho sea de paso, es lamentable que haya poco estímulo para los testimonios de
los no nominados, que con seguridad serían igualmente un gran aporte a la Escuela.
No lo digo por condescendencia, sino porque realmente lo creo así.
Creo que estaremos de acuerdo en que el norte debe ser alcanzar el fin de análisis,
la terminación conclusiva del análisis y, si esto se logra, entonces quizás nazca el
deseo de solicitar al pase. Sin embargo, dada la mayor prioridad institucional
otorgada a este último, fácilmente puede perderse la luz en el horizonte, con el
riesgo de convertirse el pase en un ideal que bloquee la conclusión lógica del
análisis, y en la práctica recibir el dispositivo solicitudes de analizantes que
realmente no han hecho el pasaje de analizantes a analistas como producto de su
análisis, lo cual no es sin consecuencias para la Escuela y los solicitantes, los cuales
van directo a una frustración.
Examinemos entonces más de cerca la cuestión, sin perder de vista que este trabajo
no tiene el carácter de una propuesta a la Escuela, sino el de un mensaje abierto,
que cada cual recibe a su modo y su criterio. Las prioridades individuales han de
guardar una sana distancia del Otro institucional, el cual por otra parte responde a
otra dinámica.
Vayamos a los finales conclusivos. Para comenzar por el origen, anotamos que no
hay doctrina de fin de análisis en Freud; dice Colette Soler en El fin y las finalidades
del análisis:
Por su parte Lacan refirmó siempre ambas dificultades y además mostró el carácter
real de las mismas. … Sin embargo, siempre objetó la idea de que eso constituyera
un tope en el fin de análisis (Ibídem, p. 12). Pero es una primera condición. Quien
afirme haber llegado al fin de análisis debe haber asumido la castración. Es decir,
que experimentó (1º) que el significante no responde a la pregunta Che vuoi?, (2º)
que el goce no es inexistente sino que falta y (3º) que solo es posible atrapar trozos
de saber, S1 sin el S2 del saber absoluto que soñaba Hegel. (Ibídem, p. 18-19).
Ahora, eso debe reflejarse en sus acciones y sus decires. Andar tras nombres,
títulos y reconocimientos, desvelarse por el pequeño poder de cargos, roles e
imágenes, afanarse a cada momento por figurar, desesperarse en la avidez del
dinero, postularse dueños de determinada parcela de saber, no son precisamente
buenas señales de haber asumido la castración.
Es posible entonces una conclusión más allá del tope freudiano. Y nosotros,
psicoanalistas lacanianos, debemos sostenerlo así, no como obligación ni como
acto de fe, sino como un principio de nuestra ética, y mejor si haberlo
experimentado, pues es lo que nos da base para intentar llevar al analizante hasta
allá, hasta la diferencia absoluta. Vienen a colación unos versos de T. S. Eliot en
Little gridding (1942, p. 48):
Más explícitamente: Comenzamos cada análisis con la mente puesta en el final, ese
es nuestro principio y nuestro norte.
Ahora, respecto de los finales conclusivos, hay que decir que no hay un modelo
único de final de análisis, pero usualmente conlleva los siguientes hitos, más allá
del tope freudiano de la roca de la castración y la represión originaria:
Veámoslo gráficamente:
5
6
A fin de ilustrar lo que son estos hitos y eventos, voy a referirme a algunos elementos
de mi propio caso.
Atravesamiento del fantasma. Comencemos por uno de los más resaltantes. Tan
temprano como en 1995, hace veintitrés años y con unos ocho años de análisis,
comento en una sesión un primer intento de formular el fantasma: “Yo soy el que
sé”. Mi analista de entonces comentó que no estaba de acuerdo, lo que
intuitivamente tomé como una desafortunada intervención. Hoy diría que con ese
comentario taponó valiosas interrogantes. Mejor hubiese preguntado qué era lo que
sabía, que hubiese podido llevar a terrenos inexplorados de lo reprimido. O podría
haber hecho una escansión en ese punto. En el peor de los casos, simplemente
podría haberse callado. A la distancia veo aquella fórmula, “Yo soy el que sé”, como
una mezcla entre una expresión del Ideal del Yo, por una parte, y un anhelo ante lo
que ignoraba, por la otra.
Por años continué trabajando el fantasma. Sentía cierta fascinación por aquel
significante. Estuve poniéndolo por escrito y trabajándolo en el dispositivo, por años,
versión tras versión, algunas tan extensas como una página. Hace ocho años, en
febrero de 2010, tras dieciséis años de análisis, tengo un primer momento de
atravesamiento, formulando mi colocación con relación a la vergüenza y a la figura
materna. De entre las numerosas formaciones del inconsciente que marcaron aquel
hito resalta el sueño del remolino.
Entre los efectos de este atravesamiento, que a partir de allí comenzó a repetirse
una y otra vez, el principal estaba relacionado con el plano amoroso, donde
resaltaba que de toda la vida no podía sostener el deseo. Eso hacía que anduviese
saltando de relación en relación, donde mayormente podía haber excitación pero no
deseo. Cuando este se presentaba el impacto era tal que no podía soportarlo. Eso
cambió marcadamente con aquel primer momento de atravesamiento del fantasma.
En aquel entonces pensó que aquello era todo, atravesamiento del fantasma y fin
de análisis, y sin pensarlo solicitó el pase, el cual fue activado. Fue un acto
7
Con relación a nuestro tema esto refleja cómo el énfasis dado al pase por encima
del fin de análisis puede propiciar solicitudes de pase antes de tiempo, por decirlo
de alguna manera.
Transformación del síntoma. Al llegar al análisis este sujeto padecía una infinidad
de síntomas que en su conjunto conformaban una vida dominada por un goce
mortífero. El tratamiento de lo real por lo simbólico fue aliviando la mayoría a través
de los muchos años de análisis. Hacía el final fueron quedando muy pocos, en
particular uno que denomino síntoma analítico nuclear, el cual implicaba elementos
conversivos como respuesta a lo real del encuentro con el otro. Este síntoma se
mostraba extremadamente resistente, y fue el confrontarlo en el sentido de provocar
ese encuentro con el otro lo que vino a propiciar el final del atravesamiento del
fantasma. A su vez ese atravesamiento desvinculó al síntoma del fuerte
componente fantasmático imbuido en él.
Final del final. Al unísono advinieron los eventos analíticos que terminaron la
conclusión del análisis: caída de la transferencia y del SsS, destitución subjetiva,
caída de objeto. Un sueño de fin de análisis vino a marcar esta concurrencia
analítica, luego del cual solo iría a dos sesiones más para concluir un análisis de
veinte años.
El sueño de las emeradas vacías. Sueña con unas cajas de zapatos, muchas
cajas dispuestas tal y como se acomodan en las zapaterías. Las cajas están vacías,
y por fuera tienen escrita una palabra enigmática: emeradas. Mencionó el sueño en
una sesión, comentando tan solo que aquella palabra le recordaba la mirada, su
objeto pulsional por excelencia. En nada más reparó, ni siquiera en que las cajas
estuvieran vacías. Fue la penúltima sesión de veinte años de análisis.
8
9
Pero esta curiosa letra [no significante] escrita por el inconsciente hizo por así
decirlo el viaje de ida y vuelta en el dispositivo del pase. Uno de los integrantes del
dispositivo había tendido un puente entre el emeredas y la mirada, significante del
objeto pulsional, escribiéndolo así: m( )radas, donde se evidencia la elisión de la
letra i (dejando además entre paréntesis el espacio vacío), que es como la elisión
de la i de ilegítimo, significante amo de goce descubierto o revelado por el análisis.
Veamos gráficamente la elaboración.
10
11
12
Solicitud del pase. Luego del atravesamiento del fantasma, la transformación del
síntoma y el pasaje de analizante a analista se me impuso como una necesidad de
integrar los veinte años de análisis en una hystoria escrita, y compartirla de palabra
con un otro semejante, y no cualquier semejante. Asimismo, sentía que lo que había
ocurrido era tan grande que tenía el deber de testimoniarlo. Por esas dos razones
solicité el pase. No pasó por mi mente la posible nominación. Pensaba que era algo
que dependía de factores fuera de mi control y la verdad no conté con eso.
Nominación. Por lo antes dicho, esta me llegó como una completa sorpresa. Fue
una de las últimas veces que recuerdo el fantasma operando, no permitiéndome
sentir alegría. Por otra parte, yo mismo di comienzo a una destitución subjetiva como
AE: al principio me creí AE, es decir, imaginariamente creí que aquello me otorgaba
un ser. Bueno, eso duró poco. Sin embargo no tardé en asimilar que lo que había
recibido no era un ser, una esencia, sino un compromiso de testimoniar sobre una
experiencia de interés analítico para la Escuela, y de transmitir el saber que de allí
pudiese extraer.
En conjunto, ¿qué efectos tuvo el análisis en la vida del sujeto? Diciéndolo en pocas
palabras, condujo una vida dominada por un goce mortífero a un dominio del deseo
en el amor y el trabajo, a un acceso al campo del amor, a permitir ser amado y amar.
A experimentar en el cuerpo el aforismo de Lacan, de que solo el amor permite al
goce condescender al deseo. Si no permitió acceder al campo del odio, posibilitó en
cambio el poder responder con algo diferente a la explosión del conflicto, o a la
implosión del silencio.
Habiendo resumido ambos procesos, final de análisis y pase, espero que haya
quedado evidente que si bien es muy acertada la importancia institucional que se le
otorga al pase, la asignada al final de análisis para nada le hace justicia. Considero
que este desbalance, por ejemplo, puede contribuir a que la dirección de la cura
pierda su norte, no solo por equivocación de los analistas sino por la influencia en
los analizantes. Pero bueno, también hay que considerar que cada cual es libre, y
sobre todo si tiene la libertad que produce el análisis. Es decir, si su análisis lo ha
conducido a encontrarse con su diferencia absoluta, y no a una salida por
identificación con el analista.
2 La versión en portugués me causa mucha gracia: Errar é humano, perseverar no erro é burrice…
14
Pero, como antes dicho, con mucho la mayor parte de las veces este encuentro
fue sumamente positivo.
Esto les consigue pacientes entre aquellos que buscan velar la castración vía el
saber libresco. Eso capta cierto perfil de pacientes, repito, pero al mismo tiempo
puede convertirse en un impedimento para alcanzar un final conclusivo del
análisis, pues esas superestructuras de conceptos sin puntos de capitón
bloquean el trabajo del inconsciente.
17
Pero, en vez de decir “detrás del sillón”, dije “detrás del diván”. En otra ocasión
expondré la elaboración de ese lapsus.
Referencias bibliográficas
Safouan, Mustapha (1984). Jacques Lacan y la formación de los analistas. Buenos Aires:
Paidós.
Soler, Colette (2013). El fin y las finalidades del análisis. Buenos Aires: Letra Viva.