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Centrarnos en el pase... y en el fin de análisis1

Pedro Pablo Arévalo

En varios trabajos en los últimos años he sostenido que quizás deberíamos devenir
una Escuela centrada no solo en el pase, sino también en el fin de análisis, movido
por lo que percibo como un desbalance de énfasis con relación a su importancia
relativa.

Ahora, esta predica no ha encontrado mayor eco hasta ahora. Quizás esto se deba
a que a la final la dirección de la cura es parte de una práctica privada, imposible e
indeseable de ser reglamentada. Además, está el carácter intrínsecamente
contingente del final, que hace que cada análisis termine como puede terminar.

Mejor suerte ha tenido mi idea de que era necesaria una revisión de la garantía de
AME, pues aunque sea por coincidencia se abrió en la Escuela un debate muy
fructífero al respecto.

Bien, hoy quisiera extenderme en lo que implicaría centrarnos en el pase y el final


de análisis, en lo institucional y lo individual.

Ahora, al abocarme a la tarea de preparar el trabajo, me ha costado decidirme por


la mejor manera de desarrollar una argumentación. El camino que adopté responde
a una inquietud particular, que era la de si en estas conferencias presentaba o no
algo de mi testimonio de pase y fin de análisis. El período de AE terminó, y no
conviene buscar caminos para extenderlo artificialmente. No obstante, el interés que
puede tener el testimonio de alguien que hizo el pase, nominado o no, no depende
de convenciones ni períodos. Hay acá un nutrido grupo de analistas, analizantes y
personas interesadas en el psicoanálisis, que pueden beneficiarse de él. Me he
decidido entonces por una vía intermedia, que por así decirlo “monta” la
argumentación de mi tesis sobre una versión del testimonio resumida y actualizada.

Entremos entonces en materia. Comencemos con algo evidente: somos una


Escuela centrada en el pase. Cada dos años, en ocasión de nuestro máximo evento
internacional, sistemáticamente se incluye una jornada sobre el pase. A nivel
regional y local, con variaciones, similares eventos son frecuentes. Los nominados
AE reciben invitaciones a presentarse en eventos, foros y universidades vinculados
con la Escuela, de múltiples países. Igualmente invitaciones a publicar sus trabajos.
Este énfasis institucional obviamente tiene una gran incidencia a nivel individual, de

1 Trabajo presentado en Medellín el 24 de febrero 2018 en la jornada “Actualidad de la clínica y


formación del analista”.
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manera que se crea una gran expectativa acerca de los AE y, más importante, el
pase se convierte en una especie de máxima meta a intentar por los analizantes.
Dicho sea de paso, es lamentable que haya poco estímulo para los testimonios de
los no nominados, que con seguridad serían igualmente un gran aporte a la Escuela.
No lo digo por condescendencia, sino porque realmente lo creo así.

Ahora, con relación al fin de análisis la situación no es comparable a la importancia


que se le otorga al pase: en algunos lugares surgen actividades, carteles, artículos,
lecturas de textos, pero van más de la mano de iniciativas individuales, que no de
una prioridad institucional sostenida. Podría argumentarse que a través del pase se
le da importancia al fin de análisis, pues ambos están íntimamente relacionados.
Sin embargo, es una importancia mediatizada, donde el fin de análisis queda en un
segundo o tercer plano, y como tal subvalorado.

Creo que estaremos de acuerdo en que el norte debe ser alcanzar el fin de análisis,
la terminación conclusiva del análisis y, si esto se logra, entonces quizás nazca el
deseo de solicitar al pase. Sin embargo, dada la mayor prioridad institucional
otorgada a este último, fácilmente puede perderse la luz en el horizonte, con el
riesgo de convertirse el pase en un ideal que bloquee la conclusión lógica del
análisis, y en la práctica recibir el dispositivo solicitudes de analizantes que
realmente no han hecho el pasaje de analizantes a analistas como producto de su
análisis, lo cual no es sin consecuencias para la Escuela y los solicitantes, los cuales
van directo a una frustración.

Examinemos entonces más de cerca la cuestión, sin perder de vista que este trabajo
no tiene el carácter de una propuesta a la Escuela, sino el de un mensaje abierto,
que cada cual recibe a su modo y su criterio. Las prioridades individuales han de
guardar una sana distancia del Otro institucional, el cual por otra parte responde a
otra dinámica.

Veamos entonces. Aunque el final de análisis y el pase están íntimamente


relacionados, no son lo mismo ni van necesariamente juntos. Pueden darse diversos
casos: un analizante puede solicitar el pase sin haber concluido el análisis, o puede
haberlo concluido y un tiempo después solicitar el pase. O puede nunca solicitarlo,
pues es un paso opcional.

Con relación al fin o final de análisis, es necesario diferenciarlo de una terminación


no conclusiva del análisis, cuando un analizante detiene el proceso sin haber
llegado a su conclusión lógica, por la razón que sea: imposibilidad práctica,
cansancio, caída de la transferencia sin conclusión, imposibilidad analítica, errores
en la dirección de la cura, o cualquier otra razón.
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Vayamos a los finales conclusivos. Para comenzar por el origen, anotamos que no
hay doctrina de fin de análisis en Freud; dice Colette Soler en El fin y las finalidades
del análisis:

Freud se ubicó en un plano factual: constató un tope … terapéutico y


epistémico. El tope terapéutico recae en el complejo de castración … En el
plano epistémico … el tope recae sobre la represión originaria. … Es
decir sobre la imposibilidad de levantar la represión en forma total y revelar
así todo el inconsciente (2013, p. 13).

Por su parte Lacan refirmó siempre ambas dificultades y además mostró el carácter
real de las mismas. … Sin embargo, siempre objetó la idea de que eso constituyera
un tope en el fin de análisis (Ibídem, p. 12). Pero es una primera condición. Quien
afirme haber llegado al fin de análisis debe haber asumido la castración. Es decir,
que experimentó (1º) que el significante no responde a la pregunta Che vuoi?, (2º)
que el goce no es inexistente sino que falta y (3º) que solo es posible atrapar trozos
de saber, S1 sin el S2 del saber absoluto que soñaba Hegel. (Ibídem, p. 18-19).
Ahora, eso debe reflejarse en sus acciones y sus decires. Andar tras nombres,
títulos y reconocimientos, desvelarse por el pequeño poder de cargos, roles e
imágenes, afanarse a cada momento por figurar, desesperarse en la avidez del
dinero, postularse dueños de determinada parcela de saber, no son precisamente
buenas señales de haber asumido la castración.

Es posible entonces una conclusión más allá del tope freudiano. Y nosotros,
psicoanalistas lacanianos, debemos sostenerlo así, no como obligación ni como
acto de fe, sino como un principio de nuestra ética, y mejor si haberlo
experimentado, pues es lo que nos da base para intentar llevar al analizante hasta
allá, hasta la diferencia absoluta. Vienen a colación unos versos de T. S. Eliot en
Little gridding (1942, p. 48):

Lo que llamamos el principio es a menudo el fin


y establecer un fin es establecer un comienzo.
El fin es el lugar donde empezamos.

Más explícitamente: Comenzamos cada análisis con la mente puesta en el final, ese
es nuestro principio y nuestro norte.

Ahora, respecto de los finales conclusivos, hay que decir que no hay un modelo
único de final de análisis, pero usualmente conlleva los siguientes hitos, más allá
del tope freudiano de la roca de la castración y la represión originaria:

 Atravesamiento del fantasma


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 Constitución del sinthome


 Destitución subjetiva
 De-ser
 Eclipse del saber
 Caída de la transferencia
 Deseo decidido
 Caída de objeto
 Caída del Otro
 Caída del SsS

Puede que el análisis produzca un analista, en cuyo caso se agregan:

 Pasaje de analizante a analista


 Emergencia del deseo del analista

Ya delimitamos a grandes rasgos el final de análisis. Vayamos ahora al pase. A


diferencia del primero, este se hace fuera del dispositivo, aunque puede tener
grandes efectos analíticos, los que a su vez pueden impulsar el pase. Siendo más
del orden de un procedimiento, es posible esquematizarlo en forma de pasos:

 Solicitarlo a la Escuela, la cual decide si activa o no el dispositivo.


 En caso afirmativo, sortear los pasadores y concertar las entrevistas.
 Prepararse para las entrevistas. Cada cual lo hace a su modo. En mi caso
implicó:
 Leer abundante material sobre el pase y el final de análisis, pues el
solicitarlo obedeció a un acto empujado por los efectos del
atravesamiento del fantasma, la constitución del sinthome, el deseo del
analista y el pasaje de analizante a analista, que generaron una gran
necesidad de adquirir una explicación del análisis como un todo y de
“contárselo” a alguien que pudiera entenderlo. Era completamente
ignorante en lo teórico. De allí la necesidad de obtener alguna idea teórica
de aquello en lo que se había metido.
 Escribir la hystoria, lo que implicó reunir centenares de notas reunidas a
través de muchos años de análisis y de darles una coherencia narrativa.
 Efectuar las entrevistas
 Aguardar el dictamen
 Asimilar la nominación o no nominación.
 Caso de ser nominado, asumir la transmisión
 Someterse a la destitución subjetiva de los AE.

Veámoslo gráficamente:
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A fin de ilustrar lo que son estos hitos y eventos, voy a referirme a algunos elementos
de mi propio caso.

Atravesamiento del fantasma. Comencemos por uno de los más resaltantes. Tan
temprano como en 1995, hace veintitrés años y con unos ocho años de análisis,
comento en una sesión un primer intento de formular el fantasma: “Yo soy el que
sé”. Mi analista de entonces comentó que no estaba de acuerdo, lo que
intuitivamente tomé como una desafortunada intervención. Hoy diría que con ese
comentario taponó valiosas interrogantes. Mejor hubiese preguntado qué era lo que
sabía, que hubiese podido llevar a terrenos inexplorados de lo reprimido. O podría
haber hecho una escansión en ese punto. En el peor de los casos, simplemente
podría haberse callado. A la distancia veo aquella fórmula, “Yo soy el que sé”, como
una mezcla entre una expresión del Ideal del Yo, por una parte, y un anhelo ante lo
que ignoraba, por la otra.

Por años continué trabajando el fantasma. Sentía cierta fascinación por aquel
significante. Estuve poniéndolo por escrito y trabajándolo en el dispositivo, por años,
versión tras versión, algunas tan extensas como una página. Hace ocho años, en
febrero de 2010, tras dieciséis años de análisis, tengo un primer momento de
atravesamiento, formulando mi colocación con relación a la vergüenza y a la figura
materna. De entre las numerosas formaciones del inconsciente que marcaron aquel
hito resalta el sueño del remolino.

 En el sueño se ven tractores, galpones, casas, árboles, animales dando vueltas


en el aire como en un gran remolino. Cesan de girar y se acomodan en el suelo
suavemente, en un reacomodo general. Hay un anciano gruñón. Hay que
salvarlo a riesgo. Infinidad de anchas hojas húmedas van colocándose
suavemente sobre una pequeña colina o túmulo, y se secan. Interpretación:
Reacomodo subjetivo general por este primer momento de atravesamiento del
fantasma. Tres años después comprendería que tanto el anciano como el
pequeño túmulo representaban al padre, que aún no estaba por así decirlo
ubicado en la formulación del fantasma.

Entre los efectos de este atravesamiento, que a partir de allí comenzó a repetirse
una y otra vez, el principal estaba relacionado con el plano amoroso, donde
resaltaba que de toda la vida no podía sostener el deseo. Eso hacía que anduviese
saltando de relación en relación, donde mayormente podía haber excitación pero no
deseo. Cuando este se presentaba el impacto era tal que no podía soportarlo. Eso
cambió marcadamente con aquel primer momento de atravesamiento del fantasma.

En aquel entonces pensó que aquello era todo, atravesamiento del fantasma y fin
de análisis, y sin pensarlo solicitó el pase, el cual fue activado. Fue un acto
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impulsivo, marca de toda la vida que en el fondo buscaba el desastre, mientras el


pobre Yo se afanaba procurando logros que no le llenaban. Una serie de eventos
“negativos” le demostraron que faltaba mucho, y por otra parte ciertos asuntos
personales le impedían dedicarse al pase, de manera que unos meses después
solicitó suspenderlo.

Con relación a nuestro tema esto refleja cómo el énfasis dado al pase por encima
del fin de análisis puede propiciar solicitudes de pase antes de tiempo, por decirlo
de alguna manera.

Tres años después, en febrero de 2013, el atravesamiento del fantasma avanza el


segundo de tres escalones, al ubicarse en la vergüenza, pero ahora con relación a
la figura paterna. Y dos meses después un tercer y último escalón, construyéndose
una ubicación en la vergüenza respecto de la pareja parental, algo que en su vida
no había existido.

Transformación del síntoma. Al llegar al análisis este sujeto padecía una infinidad
de síntomas que en su conjunto conformaban una vida dominada por un goce
mortífero. El tratamiento de lo real por lo simbólico fue aliviando la mayoría a través
de los muchos años de análisis. Hacía el final fueron quedando muy pocos, en
particular uno que denomino síntoma analítico nuclear, el cual implicaba elementos
conversivos como respuesta a lo real del encuentro con el otro. Este síntoma se
mostraba extremadamente resistente, y fue el confrontarlo en el sentido de provocar
ese encuentro con el otro lo que vino a propiciar el final del atravesamiento del
fantasma. A su vez ese atravesamiento desvinculó al síntoma del fuerte
componente fantasmático imbuido en él.

Final del final. Al unísono advinieron los eventos analíticos que terminaron la
conclusión del análisis: caída de la transferencia y del SsS, destitución subjetiva,
caída de objeto. Un sueño de fin de análisis vino a marcar esta concurrencia
analítica, luego del cual solo iría a dos sesiones más para concluir un análisis de
veinte años.

El sueño de las emeradas vacías. Sueña con unas cajas de zapatos, muchas
cajas dispuestas tal y como se acomodan en las zapaterías. Las cajas están vacías,
y por fuera tienen escrita una palabra enigmática: emeradas. Mencionó el sueño en
una sesión, comentando tan solo que aquella palabra le recordaba la mirada, su
objeto pulsional por excelencia. En nada más reparó, ni siquiera en que las cajas
estuvieran vacías. Fue la penúltima sesión de veinte años de análisis.
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Pero esta curiosa letra [no significante] escrita por el inconsciente hizo por así
decirlo el viaje de ida y vuelta en el dispositivo del pase. Uno de los integrantes del
dispositivo había tendido un puente entre el emeredas y la mirada, significante del
objeto pulsional, escribiéndolo así: m( )radas, donde se evidencia la elisión de la
letra i (dejando además entre paréntesis el espacio vacío), que es como la elisión
de la i de ilegítimo, significante amo de goce descubierto o revelado por el análisis.
Veamos gráficamente la elaboración.
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Emergencia del deseo del analista, pasaje de analizante a analista y


autorización. Esto fue otro evento crucial al final de análisis. Sin embargo, puede
haber un final conclusivo sin que haya pasaje de analizante a analista. Voy a dejar
para comentarlo en la conferencia de esta tarde.

Pasemos entonces a resumir nuestra experiencia de pase.

Solicitud del pase. Luego del atravesamiento del fantasma, la transformación del
síntoma y el pasaje de analizante a analista se me impuso como una necesidad de
integrar los veinte años de análisis en una hystoria escrita, y compartirla de palabra
con un otro semejante, y no cualquier semejante. Asimismo, sentía que lo que había
ocurrido era tan grande que tenía el deber de testimoniarlo. Por esas dos razones
solicité el pase. No pasó por mi mente la posible nominación. Pensaba que era algo
que dependía de factores fuera de mi control y la verdad no conté con eso.

Escritura de la hystoria y entrevistas del pase. Por meses me di a la tarea de


integrar más de cien páginas de comentarios sueltos, notas en el celular, cartas,
escritos sueltos en el computador o manuscritas, acumulados durante años de
análisis, y darle una cierta coherencia a esa historia. Eso me dio un entendimiento
global de mi neurosis y mi análisis. Terminé con un texto de más de cuarenta
páginas, el cual me sirvió de base para las entrevistas. Simultáneamente me di a la
tarea de leer cuanto pudiera acerca del final de análisis, en lo cual descubrí para mi
desasosiego lo poco o nada que sabía al respecto. Sin embargo, la suerte estaba
echada, no había vuelta atrás. Realicé las entrevistas del pase, resolviendo en el
ínterin cierto impase que se presentó con un pasante que se colocó como analista.
Las entrevistas se efectuaron en dos semanas en Buenos Aires y Pereira, las cuales
en cierta forma sentí que me permitieron decantar toda aquella hystoria.

Nominación. Por lo antes dicho, esta me llegó como una completa sorpresa. Fue
una de las últimas veces que recuerdo el fantasma operando, no permitiéndome
sentir alegría. Por otra parte, yo mismo di comienzo a una destitución subjetiva como
AE: al principio me creí AE, es decir, imaginariamente creí que aquello me otorgaba
un ser. Bueno, eso duró poco. Sin embargo no tardé en asimilar que lo que había
recibido no era un ser, una esencia, sino un compromiso de testimoniar sobre una
experiencia de interés analítico para la Escuela, y de transmitir el saber que de allí
pudiese extraer.

En cuanto al pase, el someterse al dispositivo implica escribir o al menos tener una


buena idea de la hystoria, y exponer el testimonio antes los pasadores. Eso es lo
fundamental. Si a la final el dictamen es favorable o no, pues hay que asumirlo, y
asumirlo analíticamente. Esto pasa por no creérselo mucho si le es favorable –no
olvidar que ningún significante responde al Che vuoi?-, ni culpar a otros si no lo es
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-Errare humanum est sed in errore perseverare dementia2. Independientemente del


dictamen, el someterse al dispositivo es ganancia de saber para sí mismos y para
la Escuela.

Período de transmisión. Este período de tres años me llevó a múltiples escenarios


y experiencias. Di todo lo que pude, aprendí muchísimo, avancé en lo que he
llamado análisis después del análisis. El intercambio fue nutrido e intenso. A algunos
les resultó valioso. A otros no. A unos y otros agradezco mucho las opiniones y
sobre todo los argumentos, viniesen con los afectos que viniesen, pues de todo se
puede aprender. En la conferencia de esta tarde me extenderé sobre los aspectos
más relevantes de este período.

Como lo he mencionado en otras ocasiones, el final de análisis y el pase se dieron


simultáneamente y se causaron entre sí, al punto de pensar qué quizás ninguno
habría llegado a buen término sin el concurso del otro.

En conjunto, ¿qué efectos tuvo el análisis en la vida del sujeto? Diciéndolo en pocas
palabras, condujo una vida dominada por un goce mortífero a un dominio del deseo
en el amor y el trabajo, a un acceso al campo del amor, a permitir ser amado y amar.
A experimentar en el cuerpo el aforismo de Lacan, de que solo el amor permite al
goce condescender al deseo. Si no permitió acceder al campo del odio, posibilitó en
cambio el poder responder con algo diferente a la explosión del conflicto, o a la
implosión del silencio.

Torció un destino que estaba escrito para la muerte.

Habiendo resumido ambos procesos, final de análisis y pase, espero que haya
quedado evidente que si bien es muy acertada la importancia institucional que se le
otorga al pase, la asignada al final de análisis para nada le hace justicia. Considero
que este desbalance, por ejemplo, puede contribuir a que la dirección de la cura
pierda su norte, no solo por equivocación de los analistas sino por la influencia en
los analizantes. Pero bueno, también hay que considerar que cada cual es libre, y
sobre todo si tiene la libertad que produce el análisis. Es decir, si su análisis lo ha
conducido a encontrarse con su diferencia absoluta, y no a una salida por
identificación con el analista.

Del lapso de preguntas y respuestas

1. El “fracaso” del pase.

2 La versión en portugués me causa mucha gracia: Errar é humano, perseverar no erro é burrice…
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Cuando Lacan se refiere al fracaso del pase, se refiere es a la experiencia en la


EFP, no al dispositivo. La problemática de aquella escuela, que llevó a Lacan a
disolverla, afectó por supuesto al pase. De manera que el “fracaso” de aquella
experiencia hay que referirlo en parte a eso. Además, en la implementación del
dispositivo en la EFP hubo elementos concretos que lo desfavorecieron, como
el hecho de que la mayor parte de los que se presentaron hacía años que habían
concluido su análisis, o el hecho de que todos los directivos de la EFP, en
particular el jurado del pase, fueron nombrados y mantenidos por el propio
Lacan, lo que indefectiblemente conllevaba al modelo carismático de poder, con
sus inevitables consecuencias, en particular que el título de AE se convirtió en
un ideal que tergiversó el dispositivo.

2. La intersección de dos conjuntos, A y B, donde A es el fin de análisis y B es el


pase.

Efectivamente, cuando ambos se dan en simultáneo, hay un espacio de


intersección, que produce una influencia de doble vía, como lo muestro en el
gráfico):

Algunos eventos pasan además a formar parte de ambos conjuntos. Ejemplos:


la solicitud del pase, las entrevistas con el secretariado y el sorteo de los
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pasadores pasaron a formar parte del final, y contribuyeron a precipitarlo.


Viceversa, la conclusión del final vino a alimentar y potenciar el testimonio
presentado en las entrevistas del pase.

3. Propiedad emergente de la unión de A y B.

De la anterior pregunta se me hizo evidente algo que no había visualizado tan


claramente hasta pensar en la respuesta: De la unión del final de análisis y del
pase surgió algo diferente a la mera suma de los dos conjuntos (la famosa
“propiedad emergente” de los sistemas). Algo significativamente mayor que la
mera suma de uno y otro. Por así decirlo, final de análisis y pase, es mucho más
que final de análisis más pase…

4. Los encuentros con la erudición

En muchas ocasiones al AE le tocó encontrarse con la erudición teórica. Las


más de las veces se dio un fructífero intercambio. Lo ilustro con dos casos. Uno,
un colega muy erudito, quien en un primer encuentro público hizo intervenciones
y preguntas muy extensas y elaboradas, desde la erudición, y el AE respondió
desde lo experimentado en el final de análisis y el pase. En un segundo
encuentro, dos años después, aquel tuvo la iniciativa y la gallardía de reconocer
públicamente el fuerte impacto que para él que tuvo el primer encuentro. Un
segundo caso, otra colega de similar perfil, quien no tuvo empacho en consultar
al AE las dificultades que encontraba para concluir los análisis, y escuchar
atentamente y agradecer los francos comentarios recibidos, hechos desde la
propia experiencia. Reconociéndolo incluso públicamente.

Sin embargo en algunas ocasiones se dio lo opuesto. Podemos ilustrarlo con la


inclinación a preguntar y preguntar, pero no con el ánimo de escuchar y quizás
aprender algo, sino para ver qué criticar o corregir. O el de someterle a especies
de pruebas teóricas, para ver si lo testimoniado se adaptaba al saber libresco.
Es el discurso universitario que no entiende ni puede tolerar el saber del
inconsciente, y el producido por el análisis.

Pero, como antes dicho, con mucho la mayor parte de las veces este encuentro
fue sumamente positivo.

5. ¿Cómo se verifica si hay final? El final se verifica a sí mismo.


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La pregunta por el cómo se verifica el final indica que quien se la hace no ha


alcanzado la conclusión lógica. Es decir, está aún buscando un Otro que le dé
el saber. Si hubiese alcanzado un final conclusivo no se la haría, porque el final
se verifica a sí mismo con sus tremendos efectos, la certeza y la satisfacción,
etc. (en el trabajo “Centrarnos en el pase… y el fin de análisis” me extiendo al
respecto).

6. Hablar el testimonio en 1ª y 3ª persona

Uno de los asistentes preguntó por qué a veces el testimonio lo hablaba en 1ª


persona, y otras en 3ª persona. Una razón es que a veces siento que hablo de
alguien en quien ya no me reconozco, y encuentro más ajustado a la realidad
hablar de “aquel sujeto” o de “el sujeto”. Otra razón es para zafarme un poco del
discurso académico, de las correcciones de estilo: “En los ensayos debe usarse
una sola persona y tiempo”. ¿Qué sabe el inconsciente de normas de estilo?...
El inconsciente no se somete a esas camisas de fuerza.

7. La prueba es la formación de analistas. Depende de qué tipo de analistas.

Alguien comentó que la mejor prueba de un analista formado, un AME, es la


formación de otros analistas. Estoy de acuerdo, con la salvedad de que estos
últimos no deben ser copias exactas del analista. En otras palabras, que las
salidas del análisis no hayan sido por vía de la identificación con el analista,
modelo de final de análisis aupado por los postfreudianos (IPA, psicología del
Yo), de quienes tanto por otra parte tan mal hablan algunos (lip service…) La
identificación con el analista no es una conclusión lógica del análisis, no es un
final “lacaniano”, así el que haya dirigido se crea y se presente como analista
lacaniano.

8. Los excesos teóricos de algunos analistas.

Esto les consigue pacientes entre aquellos que buscan velar la castración vía el
saber libresco. Eso capta cierto perfil de pacientes, repito, pero al mismo tiempo
puede convertirse en un impedimento para alcanzar un final conclusivo del
análisis, pues esas superestructuras de conceptos sin puntos de capitón
bloquean el trabajo del inconsciente.
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9. Detrás del diván (sillón).

Al hablar de los muchos años en que estuve asistiendo a actividades de


enseñanza del psicoanálisis, pero colocado siempre al margen, tuve un lapsus
al querer decir que era como estar “detrás del sillón”. Era una referencia a un
evento crucial de la niñez, cuando antes de un escape que se convirtió en
estructura de repetición, estuve escondido largo rato detrás de un sillón, viendo
en silencio pasar la gente, desapercibido.

Pero, en vez de decir “detrás del sillón”, dije “detrás del diván”. En otra ocasión
expondré la elaboración de ese lapsus.

Referencias bibliográficas

Eliot, T.S. (1942). “Little Gridding”, en Four quartets. Traducción de J. E. Pacheco,


disponible en http://ladobe.com.mx/wp-content/uploads/2011/10/TS-ELiot-Cuatro-
Cuartetos-Trad.-JEP-CRVV.pdf

Safouan, Mustapha (1984). Jacques Lacan y la formación de los analistas. Buenos Aires:
Paidós.

Soler, Colette (2013). El fin y las finalidades del análisis. Buenos Aires: Letra Viva.

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