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del Decalogo es ambiguo en este punto: “No adoraras a otro Dios delante de mi (en mi cara)". “Dejo abierta la cuestin de saber qué quiere decir en mi cara. Quiere decir que si no se esta ante la cara de Dios, es decir, fuera de Canaan, la adora- Gn de otros dioses no es inconcebible para el judio fiel”.”” En otras palabras, zquiere decir que lo importante es simplemente mantener las apariencias: lo puedes hacer en privado donde el gran Otro no pueda verte? Quiere decir que el Dios celoso del Decilogo era como una esposa cuyo mensaje a su marido infiel es: “iHazlo, pero hazlo de manera que yo no sepa nada de ello” -Y cual es aqui la posicién del cristianismo? (Se limita sencillamente a “cerrar por completo el campo”, y a prohibir incluso la transgresi6n inevitable al exigir que sigamos los man- damientos de Dios no s6lo “delante de mi de nuestros corazones? ,O trata de romper el propio circulo vicioso de la Ley/pecado? sino en el fondo > Lacan, The Ethics of Psychoanalysis, p. 81 (ed. esp, citada, Trad. corregida). 148 LL, EL PRINCIPIO DE CARIDAD [Asi pues, una vez mis: En qué consiste, precisamente, el _gesto cristiano elemental cuya mejor descripcion es el agape paulino? En sus Inquiries into Truth and Interpretation, Donald Davidson ha desarrollado lo que llama el principio de caridad, “una presunci6n caritativa sobre la inteligencia humana que puede revelarse falsa’:™ “tanto el desacuerdo como el acuerdo ‘son inteligibles s6lo sobre la base de un acuerdo generalizado”" Es decir, “lo que hace que la interpretacién sea posible es el hecho de que nos sea dado descartar a priori la eventualidad de un error generalizado”."* Como Davidson recalca, esa pt suncion no es simplemente una elecci6n que podemos hacer sino una suerte de a priori de la palabra, un pre- ‘© no hacer, fer Donald Davidson, Inquiries into Truth and Interpretation, Oxford, Cla rendon Press, 1984, p. 137 (ed. esp, De la verdad y de la interpretacin. Fun “damentales contribuciones a la teoria del lenguaje, Barcelona, Gedisa, 1989). * Ibid, Ibid, pp. 168-69, M9 supuesto que adoptamos ticitamente desde el momento mismo en que entramos en comunica con otros: Puesto que la caridad no es una opcién, sino us condicién para disponer de una teoria viable, no tiene sentido insinuar que pode- ‘mos incurrir en un error generalizado al aceptarla, La caridad se nos impone; nos guste © no, si queremos entender a los otros, tenemos que dar por supuesto que son integros en la mayoria de los asuntos." El principio de caridad de Davidson es, pues, otra forma de denominar al gran Otro lacaniano en tanto que garantia Gltima de la verdad, al que tenemos que hacer referencia incluso cuando ‘mentimos o tratamos de engaiar a nuestros interlocutores, pre- cisamente para conseguir tener éxito en nuestro engaito, No obs- tante, es preciso tener presente que, en los Gltimos afos de su ensefianza, Lacan matiz6 de forma dec este estatus del gran Otro. isiva en dos ocasiones * Primero cuando muy tempranamente, a principios dle los aitos cincuenta, subray6 que el “punto de almohadillado”, el sig- nificante-amo cuasi trascendental que garantiza la consisten- cia del gran Otro, es, en tiltima instancia, una impostura, un significante vacio, sin un significado, Baste con recordar como funciona una comunidad: el significante-amo que garantiza la consistencia dle ella es un significante cuyo significado es un ‘enigma para sus propios miembros: nadie sabe realmente lo que quiere decir, pero cada uno de ellos presupone de alguna manera que los otros saben, que tiene que referirse a “la cosa real”, de tal manera que lo utilizan en todo momento... Esta légica opera no s6lo en las uniones politico-ideolégicas (con términos diferentes para la cosa nostra: nuestra nacién, revo- Ibid, p. 168-69. 150 uci6n...), sino incluso en algunas comunidades lacanianas en las que el grupo se reconoce a si mismo a través del empleo de algunas expresiones convertidas en jerga cuyo sentido no esta claro para ninguno, como pueden ser “castracién sim- bolica” 0 “sujeto dividido”, pero a las que todos se refieren, y lo que, en titima instancia, mantiene unido al grupo es esta ignorancia compartida. La posicién de Lacan es, por supuesto, que el psicoanillisis debe permitir al sujeto romper esta firme confianza en el enigmtico significante-amo. * Segundo -y de manera incluso mas radical cuando en el Seminario XX, Encore, Lacan desarrollé la logica del “no-todo” y la excepci6n constitutiva de lo universal. La paradoja de jas relaciones entre la serie (de los elementos pertenecientes a lo universal) y su excepcién no reside s6lo en el hecho de que “la excepci6n funda la regla (universal)”, de que cada serie universal supone la exclusi6n de una excepci6n (todos Jos hombres tienen derechos inalienables, con la excepcion de los locos, los criminales, los primitivos, los no educados, los niftos...). La cuestion propiamente dialéctica reside, mas bien, en la forma que una serie y una excepcidn coinciden directamente: |a serie es siempre la serie de “excepciones’, de entidades que desplicgan una cierta cualidad excepcional que las cualifica para pertenecer a la serie (de héroes, de miembros de nuestra comunidad, de ciudadanos verdade- 10s...). Recuérdese la lista estinndar de conquistas femenin: del seductor: cada una de ellas es una “excepcién”, cada una de las mujeres fue seducida por un particular je ne sais quoi y la serie es precisamente la de estas figuras excepcionales..." ™ Ver Lacan, Seminar XX, Encore. (Ed. esp. citada antes.) ' Debo esta consideracion a una conversacion con Alenka Zupanci¢. Por dar otro ejemplo, ese fue también el callej6n sin salida de las relaciones de ‘matrimonio abierto” entre Jean-Paul Sastze y Simone dle Reauvoit La leetura de sus caras deja ver con claridad que su “pacto” ena en rigor ssimétrico y que 151 Esta misma matriz esta presente también en los cambios que experimenta la nocién lacaniana de sintoma. La mejor manera de apreciar lo que distingue la tiltima etapa de la ensefanza de Lacan de las anteriores es a través del cambio que experimenta la nocién de sintoma: en un primer momento, el sintoma era tuna formacién patolégica que habia (idealmente por lo menos) que disolver por medio de la interpretaciOn analitica; una indi- cacion de que el sujeto de algiin modo o en algin lugar estaba comprometiendo su deseo, 0 una indicacion de la deficiencia ‘mal funcionamiento de la ley simbélica que garantiza la capa: cidad de desear del sujeto, En resumen, los sintomas eran la serie de excepciones, de perturbaciones, de funcionamientos defectuosos, en referencia al ideal de plena integracién en la ley simbélica, el gran Otro. Mas tarde, sin embargo, con su noci6n de sintoma universalizado, Lacan evo a cabo un cam- bio paradéjico desde la l6gica “masculina” de la ley y su excep- cién constitutiva hacia una légica “femenina” en que no hay excepcién a la serie de sintomas, en la que séfo hay sintomas, y la ley simbélica (el nombre paterno) no es finalmente mis ‘que uno de los sintomas (el mas eficaz, el mas afirmado...) en la serie de sintomas. Este es, segtin Jacques-Alain Miller el uni- verso de Lacan en el Seminario XX: un universo de escisi6n radical (entre significante y significado; entre jouissance de las pulsiones y jouissance del Otro; entre masculino y femenino) en que no hay ninguna ley a priori que garantice la conexién © la coincidencia entre los dos lados, de forma tal que s6lo una serie de nudos sintométicos parciales y contingentes (puntos no funcion6, por lo que fue fuente de muchos traumas para Beauvoir, Esa fexperaba que, aunque Sartre tuviese una serie de otras amantes, representabsa no obstante Ia excepci6n, su Gnico vinculo de amor verdadero; mientras que rt una mis en la serie, sient pre ‘isamente tna de fas exeepciones. Es deci, su serie era una serie de mujeres ‘cada una de las cuales era “algo excepcional” para é para Sarre, si bien no se trataba de que fu 152 de almohadillado, puntos de gravitaci6n) pueden hacer surgir una frigil y limitada coordinaci6n entre los dos dominios. En esta perspectiva, la “disoluci6n de un sintoma’, lejos de dar lugar al estado no-patolégico de plena capacidad deseante, conduce mas bien a una catastrofe psicética total, a la disolu- n del universo entero del sujeto."* No hay “gran Otro” que pueda garantizar la consistencia del espacio simbélico que habi- tamos: s6lo hay puntos de estabilidad locales, frigiles y con- tingentes. La diferencia entre estas dos nociones de sintoma -la particu- lar y la universalizada (‘sintbome’}- explica las dos interpre- taciones opuestas del dltimo plano de Vértigo de Hitchcock (Scottie situado ante el precipicio en la torre de la iglesia, mirando fijamente el abismo en el que Judy-Madeleine, su amor absoluto, ha desaparecido segundos antes): algunos intérpre- tes ven en ello la indicacién de un final feliz (Scottie ha con- seguido liberarse por fin de su agorafobia y ha recuperado por completo su capacidad para enfrentarse a la vida), mientras otros ven en esa circunstancia una desesperacion completa (si Scottie sobrevive a la segunda pérdida de Judy-Madeleine, sobrevivird como un muerto en vida). Todo depende de emo Icamos la declaracién lacaniana de que la “mujer es un sin- ~ Este paso de la tensiGn externa entre la ley y la serie de sintomas “pato- logicos™ que indican el fracaso de fa ley, al espacio en que no hay mds que sintomas repite la matiz basica de la ertica hegeliana de Kant, en que la con- dicién de imposibilidad (el obsticulo “patol6gico” que probibe para siemp: ta realizacion de la ley) coincide con la condici6n de posibilidac: lo que la ley percibe como obsticulo para su plena realizacién es la propia condicion de su funcionamiento, de forma que ley, al luchar contra los sintomas con exce sivo empefio, socava su propio fundamento, En otras palabras, el hiato entre la ley y sus sintomas se plantea ahora como algo que pertenec en la logica de Hegel, lo universal es una de sus propia especies particulates) smismos (igual qu 153

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