1. Reestructuracién de la teoria social
y politica en la educacién: Foucault
y una epistemologia social
de las practicas escolares
Thomas S. Popkewits
Marie Brennan
En este capitulo analizamos cémo se hallan relacionadas las metodologias
de Foucault para el estudio del poder con un reexamen y una revisién més
zgenerales de los «fundamentos» de las tradiciones criticas heredadas de los
antecesores europeos del siglo XIX. A través de sus trabajos de amplio alcan-
ce sobre el conocimiento, la locura, las prisiones, la sexualidad y la guberna-
‘mentalidad, la filosofia histérica de Foucault estudia las condiciones bajo las
que funcionan las sociedades modernas. Su preocupacién por cémo esta
constituido el sujeto en las relaciones de poder se ha retomado aqui en varios
proyectos con escenatios miltiples, con implicaciones particulares para el
trabajo interdisciplinar. Uno de tales ejemplos es la politica de identidad, al
‘como se manifesta en el trabajo teérico e hist6rico desarrollado en el seno
del movimiento feminista, que cruza las barreras del trabajo intelectual en
los Estados-nacidn europeos y angloamericanos.
Este capitulo se mueve entre la contribucién conereta de Foucault y los
movimientos intelectuales més generales a los que ha contribuido. La aten-
cién que se le ha dedicado a Foucault en el mundo de habla inglesa forma
parte de una més amplia migracién transmarina de las tradiciones criticas
de la ciencia social desde la Segunda Guerra Mundial. Por migracién trans-
marina nos referimos a la mezcla de teorias sociales eutopeas continentales
producida después de la Segunda Guerra Mundial, que integra los discur-
50s histéricos y filos6ficos con las tradiciones més pragméticas (y la analitica
{ilos6fica) de Estados Unidos, Reino Unido y Australia.' Las traducciones y
la incorporacién de la filosofia social europea marxista (como la teotia crit
cca de la Escuela de Frankfurt desde Alemania), del marxista italiano Anto
rio Gramsci y, més recientemente, de las teorias francesas «posmodernas»
de las teorfas feministas francesas e italianas, son importantes para la pro-
duceién de un espacio «critico» dentro del émbito de la educacién,
7Planteamos el tema de la migraci6n transmatina ya desde el principio del
capitulo porque pretendemos ofrecer una interpretacién de Foucault den-
tro de las tradiciones intelectuales. Las traducciones de Foucault al inglés
hhan permitido a los lectores de habla inglesa entrar en contacto con una tra-
dicién intelectual, surgida con fuerza durante las dos tltimas décadas, que
desafia la hegemonia de las teorias marxistas sobre los temas cle poder y la
politica del cambio social. Hasta entonces, los proyectos explicitamente mar
xistas fueron el principal medio (y a veces el tinico) de considerar el poder y
la politica dentro y a traxés de los mbitos sociales, en una época en que pre-
dominaban las teorias individuales y funcionalistas, Segin argumentamos,
este desaffo planteado alas teorias marxistas no intenta desplazatlas y sust
tuirlas por otra hegemonia, sino que més bien recqnoce que en la construc.
i6n del poder hay ciertas condiciones cambiantes inadecuadamente arti
culadas por medio de las teorias marxistas y que en algunos casos se hallan
cocultas en las tradiciones eriticas anteriores. Pretendemos plantear tna vi-
sin de poder que sea a.un tiempo diferente y, en ciertos aspectos, comple-
mentaria a la del estructuralismo de las teorias marxistas
En este capitulo empleamos el término «critico» para situar el trabajo de
Foucault en un campo relacionado con los temas de poder y de la politica
en la escolarizaci6n (para un andlisis general de las contribuciones de Fou-
cault véase Burchell, Gordon y Milles, 1991; Dreyfus y Rabinow, 1983; Noi-
riel, 1994), «Critica» se refiere aqui a una amplia gama de cuestionamientos
disciplinares acerca de ls formas en que el poder actda a través de las préic-
ticas discursivas y rendimientos de la escolarizacién; a los diversos modos de
investigacién critica con los que se pretende comprender, por ejemplo, cémo
se construye la marginacién de la gente y las diversas formas de actuar que
tiene el poder. Los estudios de este libro buscan formas de cuestionar de
nuevo «la evidencia ylos postulados, de sacudir los habitos, las formas de ac-
tuar y de pensar, de difundir convicciones corrientes, de aceptat una nueva
medida de reglas e institaciones» (Foucault, 1991b, pags. 11-12)
Vemos la obra de Foucault como generativa e ilustrativa de una tradi-
cidn intelectual critica que ofrece ciertas rapturas con los principios que han
dominado el pensamiento izquierdista occidental desde principios de siglo?
Mientras que los anteriores trabajos académicos criticos han tratado el co-
nocimiento como parte de los epifenémenos a través de los cuales se for
las prictcas materiales sociales, la obra de Foucault usta un movimiela)
dentro de las tradiciones criticas destinado a concentrarse en el conocimien-
to como un elemento material en la vida social.
El capitulo avanza a través de un andamiaje de ideas cuya «l6gica» resul
tante relaciona una serie de corrientes entrecruzadas en la teoria social y la
historia. Primeros analizamos la «descentralizacién del sujeto» de Foucault,
como parte de una consideracién mas amplia del proyecto intelectual y po.
Iitico de los intelectuales, a la que denominamos «epistemologia social
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Pretendemos considerar el conocimiento como prictica social que genera
accién y participaci6n. Para nuestros propésitos, al conocimiento es una
prictica material que constituye el «sf mismo» en el mundo, antes que parte
de squello a lo que los anilisis marxistas se reficren como un epifenémeno.
Exploramos dos conceptos de poder: el de la soberania/represién y el del
despliegue/produccién de poder, argumentando, al unisono con Foucault,
‘iertas teorias feministas y una sociologia politica de! conocimiento, que los
temas de poder exigen establecer conexiones entre el s{ mismo y el sf mis-
‘mo, el si mismo y el otto y los discursos institucionales. El concepto de gu-
bernamentalidad de Foucault es fundamental para esas conexiones. En la
parte final del libro se presta atencién a la politica del trabajo intelectual
Segaimos la argumentacién de Foucault (1984) segin la cual los compromi:
08 de la Hlustracién no se balan vinculados con una doctrina conereta o con
‘un determinado cuerpo de conocimiento, sino que la Ilustracién es «una ac
‘dtad, un eéhos, wna viela filosdfica en que la critica de lo que somos es a un
tiempo el andlisis historico de los limites que se nos han impuesto y un ex
perimento con la posibilidad de ir mas alld de esos limites» (pag. 50).
Medelos de poder y la construccién de la teoria social
Si concebimos la investigacién educativa evitica como un espacio social
‘de grupos diferentes de personas, vemos que durante la dltima parte de la
década de 1980 aparecieron «nuevos chicos» que articularon y exploraron
cuestiones c ideas acerca de la politica del conocimiento, que hasta entonces
habian permanecido intactas o subdesarrolladas en otras tradiciones criticas;
mac tarde, a esas ideas las lamamos «posmodernismo> y «postestructuralis-
‘o>, asi como, en algunos casos, un marxismo zevisado que resaltaba lo que
Stuart Hall (1986) lamé «un marxismo sin garantias». Los diversos propul
sores de estos debates plantearon como fundamertal la nueva migracién
transmarina de las teorias sociales de Francia y Alemania (véase, por ejem-
plo, Giroux, 1992; Mahon, 1992; Popkewitz, 1992).
“Las cuestiones planteadas no se refieren simplemente a los forcejeos inte
Jectuaes, sino que encarnan cambios en la construccién del poder en la mo
dersidad, de la que el trabajo intelectual constituye una parte importante
Wazner (1994), por ejemplo, argumenta que desde l siglo x1x se ha produ:
ido una reconstruccién del control en las pricticas sociales, a medida que
los »rocesos de modernizacién erosionaban las vieja fronteras de la confian:
7a yla seguridad social. La modernizaci6n, sin embargo, no se produjo s6lo
en el paisaje fisico en el que se trabajaba y vivia como ser social. También in
cluy6 formas de individualizacién que segmentaron a la persona en atribu-
tos y comportamientos discretos que se podian supervisar y observar para
asegurar asi el progreso. Wagner sigue diciendo que las ciencias sociales se
19inscribieron enel proceso de modernizacién para convertir el conocimiento
cobjetivista en los criterios clasficatorios mediante los que se disciplinaba y
autorregulaba a los individuos.
Este tema del poder, tomado por Foucault y ciertos teéricos sociales
posmodernos,es diferente al abordado por los tedricos de princigios del si-
alo xx. Rose (1996), por ejemplo, ha argumentado convincentemente que las
politicas neoliherales de mercado, eleecién y privatizacién se hallan incrus
tadas en cambios a largo plazo (que ét llama «mutaciones» en alas socieda-
des liberales avanzadas»), en las formas de comprender, clasificar y actuar
sobre los sujetos de gobierno y en las nuevas relaciones entre las formas en
{que los individuos son gobernados por otros y las formas en que se gobier.
nan a si mismos. Estas relaciones no se encuentran en el universo antropo-
logico de la sociologia funcional, sino en el resultado de prictices sociales
especificas a través de las cuales se construyen las subjetividades (véase tam-
bién Donald, 1992; Hunter, 1994; Rose y Miller, 1992; Shapiro, 1992; Wal-
kerdine, 1990),
CCreemos que explorar los lugares y estrategias cambiantes de poder, a los
‘que Wagner y otros siguen la pista y que los estudios empiricos de Foucault
subrayan, exige practicas intelectuales diferentes a las que enconiramos en
las tradiciones critics anteriores de las ciencias sociales. Explotamos ini-
almente estas distinciones y diferencias, al comparar las suposiciones de la
filosofia de la conciencia que han dominado la ciencia social liberal y eritica
con «una epistemologia social através de a eval se puede stuar el trabajo
de Foucault
La filosofia de la conciencia y el dar privilegio al sujeto
Por filosofia de la conciencia nos referimos a dos legados ideol6gicos del
pensamiento social decimonénico, aportados a la teoria social y educativa
contemporanea. Uno es la inscripeién de progreso como una suposicién
fundacional dd conocimiento intelectual, Ese ramal del pensamiento social
sitia en nitido relieve la relacion del pasado, el presente y el futuro. Esa re
Jacién da diteeci6n a soluciones universales nuevas para la emancipacién
humana. El segundo legado es la suposicién de que el conocimiento disci
plinar tiene un sujeto, Para los teéricos iberales y criticos, el cambio se fun-
damentaba en la premisa de identificar los sujetos que daban dieccién al
propio cambio, ya fuera localizando los origenes de los elementes represi-
vos que impedian el progreso, o bien identificando a los grupos que preten:
dian prodacir un mundo redimido. En un ramal de la teoria social se identi-
ficaba a los «actores» estructurales, mientras que en el otro se identificaba a
Jos individuos para «ayudarlos» a través de estrategias organizativas y «co-
munitatias»
‘Las suposiciones fundacionales de progreso y actor/agente convergen en
on
Jas tradiciones iberal y marxista-hegeliana. Ambas se construyeron dentro
de una doctrina concreta relacionada con los puntos de vista decimonéni-
0s de la Tustraci6n, Se creia que el con istematico era cl motor
mediante el que la «razém> podia dirigir a accién social y garantizar una
tmejora futura dela sociedad. Esa raz6n fue aplicada por conjuntos especi
cos de actores, identificados a través del conocimiento de las ciencias socia-
les. Mientras que el pensamiento liberal trat6 de progresar mediante el con-
trol del cambio social, el pensamiento hegeliano eritico procuré el progreso
mediante la identificacién de las contradicciones sociales. Mientras que el
liberalismo tiende a poner un mayor énfasis en los individuos y en la feno-
‘menologia del sujeto en el cambio social, las tradiciones eriticas se concen-
tran en el sujeto objetivamente constituido y constituyente (véase, por ejem-
plo, Benhabib, 1986).
Estas suposiciones fundacionales se encuentran profundamente incrus-
tadas como doxa en las reformas escolares contemporineas. Los discursos
dominantes y liberales de la reforma educativa tienden a organizar instru-
mentalmente dl cambio como légico y secuencial, aunque ha habido un
cierto reconocimiento de las cualidades pragmaticas de la vida social (véase,
por ejemplo, Fullan, con Stiegelbauer, 1991). Aunque el centro de atencién
‘especifico puede cambiar los agentes de la redencién son el Estado y los in-
vestigadores educativos, mientras que los agentes del cambio son los maes-
tos, como profesionales «automotivados».
Las tradiciones criticas y sobre todo las relacionadas con el marxismo,
también mantienen compromisos con el progreso a través de las suposicio-
nes filos6ficas sobre los agentes. Las tradiciones eriticas contemporancas
contintian manteniendo, con algunas vacilaciones y disensiones, la visibn de-
cimonénica dela redencién social a través de la escolarizacién. El trabajo in-
telectual consiste en oftecer normas y direecién universales para el cambio
social, Se asume que el cuestionamiento critico de las condiciones sociales
producisé una nueva sintesis a partir de las contradicciones identificadas. En
Jas tradiciones eriticas, los agentes de la redencién son nociones universali-
zadas del actor que se define como marginado: obreros, grupos racialmente
disctiminados y, més recientemente, mujeres. Tipicamente, las normas y la
direecién del progreso aparecen como un resultado de la misma investiga-
cidn (Popkewitz, 1991).
Es importante destacar aqui que el significado hist6rico de la filosofia de
Ja conciencia reconfigura y constituye una doctrina concreta de la Hustra-
cién, Fue una estrategia filosofica radical del siglo x1x que puso directa-
mente al alcanze de la gente el conocimiento sobre el cambio social, lo que
supuso un desifio contra las nociones imperantes de la teologfa y las opot-
tunidades obtenidas por derecho de nacimiento, consideradas hasta enton-
es como drbitros del progreso. Ademés, presté una continuada atencién a
los grupos (actores) includes y excluidos por medio de las précticas socia-
”