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Textos Temáticos

dia® PADRES
Para crecer con nuestros hijos.

VI.2 Sesiones y textos temáticos


LA FAMILIA Rufino Tamayo
1987
Óleo sobre tela
Planeación
TextosdeTemáticos
la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Quiénes son? ¿Qué hacen? ¿Qué relación hay entre ellos?
¿Qué imaginan que estos padres desearían lograr en la formación de sus hijos?
TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
La importancia de la familia en el Responsabilidad y compromiso. Libertad: disciplina, límites
desarrollo del niño Maternidad y paternidad y hábitos
responsables y comprometidas

PREGUNTAS PARA INTRODUCIR PREGUNTAS PARA ANALIZAR PREGUNTA PARA CUESTIONAR


EL TEMA: CONCEPTOS: Y PROBLEMATIZAR:
• ¿Qué se construye en familia? • ¿Qué significa la palabra • ¿Qué es ser libre?
• ¿En qué se distingue la familia de responsabilidad?
otros grupos? ¿Qué nos hace ser • ¿Qué es el compromiso? PREGUNTAS PARA ANALIZAR
familia? CONCEPTOS
• ¿Por qué es importante que PREGUNTAS PARA RELACIONAR • ¿Qué es la disciplina? ¿Qué son
un niño crezca en una familia EL TEMA CON LA PROPIA los límites?
(independientemente de cómo EXPERIENCIA:
esté constituida)? • ¿Cómo se suele vivir el PREGUNTA PARA BUSCAR
compromiso en la vida diaria CAUSAS Y EFECTOS
PREGUNTAS PARA BUSCAR (con uno mismo, en nuestras • ¿Por qué es importante para los
CAUSAS Y EFECTOS: relaciones personales, en nuestro niños tener límites y disciplina?
• ¿Cómo influye la familia en el trabajo)?
desarrollo de los niños (físico, PREGUNTAS PARA CUESTIONAR
emocional , social, intelectual)? PREGUNTA PARA BUSCAR Y PROBLEMATIZAR:
• ¿Qué causa la desintegración CAUSAS Y EFECTOS: • ¿El afecto y los límites se
familiar? • ¿Qué efectos implica no contradicen?
• ¿Qué efectos tiene esta comprometerse? • ¿La disciplina y la libertad se
desintegración entre sus excluyen?
miembros? PREGUNTAS PARA CUESTIONAR
Y PROBLEMATIZAR: PREGUNTA DE RELACIÓN
PREGUNTAS DE RELACIÓN CON • ¿Enseñamos a nuestros hijos a ser CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN
LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y responsables? ¿Cómo? Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS
FORMACIÓN DE LOS HIJOS: • ¿Qué significa ser una madre • ¿Qué importancia tiene crear
• ¿Qué función tienen los padres y un padre responsables y buenos hábitos en nuestros hijos?
como autoridad con sus hijos? comprometidos?
• ¿Qué maneras de ejercer la PREGUNTA PARA GENERAR
autoridad existen? PREGUNTA PARA GENERAR ALTERNATIVAS DE ACCIÓN
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: • ¿Cómo adquirimos buenos
PREGUNTA PARA GENERAR • ¿Qué necesitamos para cumplir hábitos?
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: con nuestras responsabilidades • ¿Qué hábitos sería importante
• ¿Cómo podemos construir un como padres de manera cultivar en nuestros hijos?
espacio familiar para contribuir al comprometida? • ¿Qué necesitamos como familia
sano desarrollo de nuestros hijos? • ¿Cómo podemos enseñar a para decidir cuáles serán las
nuestros hijos a ser responsables normas y reglas de convivencia?
de sus actos?
• ¿Cómo ayudarlos a ser personas
comprometidas?
La importancia de la familia
en el desarrollo del niño
La familia es el ámbito más deseable para la crianza, educación y formación de los ni-
ños, pues sin importar cómo esté constituida, es en su seno donde se establecen rela-
ciones interpersonales profundas y estables. Para el niño, el lazo emocional más im-
portante, al menos durante la primera infancia, es el vínculo de apego que establece
con una o varias personas de la familia, sobre todo con los padres. Este vínculo lo ayuda
a desarrollar un sentimiento básico de confianza y seguridad en él mismo, el cual le
permite aventurarse a explorar su entorno. En la familia es posible prevenir diversas
situaciones de riesgo, por tratarse de un espacio de protección donde se aporta el sen-
tido de pertenencia y el amor incondicional.
La familia también es un centro de estimulación muy importante. Allí es posible vivir
experiencias enriquecedoras que forman a los niños: donde nacen los valores; donde el
niño construye su identidad, autoconcepto y autoestima; donde aprende a comunicar-
se, a resolver las dificultades y retos; donde se enseña la capacidad de gozo y disfrute;
donde surge el amor al conocimiento; donde se aprende el aprecio por la cultura y las
tradiciones; donde se cobra conciencia del contacto con la naturaleza; donde se desa-
rrolla la capacidad de dar y recibir, así como de servicio al otro; donde se valora la consi-
deración por los demás y el entorno, y donde se experimenta el sentimiento de gratitud
hacia la vida.
Estos aprendizajes durante los primeros años quedan grabados en el niño, entre otros
motivos, debido a que se caracterizan por una especial intensidad donde el afecto y las
emociones son motores muy importantes en su desarrollo. Así, aunque las funciones de
la familia cambian en las diferentes etapas de la vida, para la mayoría de las personas la
familia original conserva una gran importancia y repercusión a lo largo de su existencia,
pues se encarga básicamente de lo siguiente:

• Asegurar la supervivencia, los cuidados básicos y el crecimiento sano.


• Aportar el clima de afecto y apoyo emocional necesarios para un desarrollo psicológi-
co saludable.
• Ofrecer la estimulación que haga de los hijos seres con la capacidad de relacionarse
en forma adecuada con su entorno físico y social.
• Tomar decisiones respecto a la apertura hacia otros contextos, como los educativos,
deportivos, culturales y religiosos, los cuales compartirán con la familia la tarea en la
educación y socialización de los hijos.

El concepto de familia como organización social se ha ampliado, no solo se considera


familia aquella que está formada por padre, madre e hijos; lo es igual la formada por
madre e hijos o padre e hijos, ya sean biológicos o adoptados, las familias con padres o
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madres homosexuales, así como otras donde miembros de la familia extendida (abue-
los, hermanos, tíos, etc.) cubren las funciones de cuidado o sostén; por nombrar sólo
algunos tipos.
Lo más importante que aporta la familia al niño, independientemente de su confor-
mación, es el espacio de amor, seguridad, protección y guía que le proporcionan los
elementos necesarios para un crecimiento sano. Sin embargo, hay niños abandonados
que no tienen este tipo de relación preferencial por diferentes razones y aún en estas
situaciones críticas —
­ como por ejemplo niños en situación de calle— ellos compensan
esta necesidad a través de su grupo de pares con quienes forman su familia y es éste, el
que les permite establecer vínculos afectivos y de identidad y más aún, sobrevivir.
Cuando la familia no cubre las necesidades de cuidado, amor, seguridad, cuando hay
carencia de compromiso y responsabilidad de los adultos a los niños, cuando existe vio-
lencia familiar (castigo físico, abuso sexual, agresiones, maltrato psicológico, rechazo,
aislamiento y/o abandono) la familia se convierte entonces en un obstáculo para el de-
sarrollo y crecimiento de todos sus miembros.

Estilos de educación
El afecto que los padres muestran a los hijos, la comunicación que establecen con ellos,
así como el control, las exigencias y los límites que fijan para normar la convivencia
familiar dan lugar a cuatro estilos de educación: democrático, autoritario, permisivo e
indiferente-negligente.26
En el estilo democrático, mostrar afecto al niño y ser sensible a sus necesidades se
combinan con una cierta firmeza en los límites y acuerdos que se establecen de manera
razonada con el menor. Los niños gozan de cierto margen de libertad, si bien los límites
existentes son claros y consistentes. Se fomenta su independencia, se utilizan mucho
el razonamiento y la reflexión sobre las consecuencias de tales conductas y se aportan
alternativas de respuesta.
En el estilo autoritario las normas y los límites se imponen: no suelen justificarse ni
se toman en cuenta los puntos de vista o las necesidades de los niños. Existe una mar-
cada necesidad de control por parte de los padres, así como bajas expectativas sobre
las capacidades de los hijos. Así pues, impera la perspectiva del adulto. La obediencia
se obtiene con frecuencia mediante la afirmación de poder, imposiciones y amenazas,
así como castigos físicos y verbales. Se puede decir que estos padres, al contrario de los
democráticos, se centran más en el control de las conductas negativas de sus hijos que
en la promoción de las deseables.
Los padres de estilo permisivo se caracterizan por “dejar hacer”. Existen niveles de
comunicación y afecto, con lo que se crea una dinámica familiar donde el niño se siente
querido y goza de muy amplias libertades de acción y expresión. Sin embargo, los esca-
sos límites y acuerdos planteados, aunados a la poca supervisión del cumpli

26
Ana Muñoz, “Cómo influye en los hijos el estilo educativo de los padres”,
miento de los existentes, originan que los niños encuentren muy pocas exigencias
que enfrentar, por lo que no suelen asumir compromisos familiares, escolares ni socia-
les. De este modo son los padres los que en todo momento se adaptan al niño, al centrar
sus esfuerzos en identificar sus necesidades y preferencias, con lo que los convierten en
“pequeños tiranos”.
Por último, los padres encuadrados en el estilo indiferente-negligente son aquellos
con una menor implicación respecto a los hijos. La expresión de afecto es mínima, así
como la sensibilidad a las necesidades e intereses del niño incluso en los aspectos básicos,
por lo que esta situación puede llegar al abandono infantil, que es una forma de maltrato.
Lo más frecuente es la ausencia de controles y normas, pero también se pueden mostrar
reacciones de control violentas o normas excesivas injustificadas e incoherentes, por lo
general motivadas porque el comportamiento de los niños les crea algún inconveniente.

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¿Cómo ayudar a nuestros hijos a desarrollarse de manera sana en el ambiente familiar?
• Hagamos que se sepan y se sientan amados. Mostremos de manera abierta el amor y
el afecto por ellos, de modo que se sientan apoyados y confortados dentro de su fami-
lia. Esto les generará un sentimiento de confianza y valía personal que los acompaña-
rá a lo largo de la vida tanto dentro como fuera del contexto familiar.
• Estemos atentos a sus necesidades; pongamos en práctica la escucha con ellos; esfor-
cémonos en escucharlos antes de decirles algo. De esta manera no sólo los conocere-
mos mejor, sino que también se sentirán tomados en cuenta y valorados.
• Seamos los guías de nuestros hijos: escuchemos sus dudas, preguntas e inquietudes
con interés y evitemos darles respuestas definitivas; ayudémoslos a pensar, por me-
dio de preguntas, a descubrir y reflexionar por ellos mismos. Cuando necesiten una
orientación precisa no dudemos en proporcionárselas, pero siempre con un espíritu
de reflexión.
• Atendámoslos cuando requieran algún cuidado especial debido, por ejemplo, a una
caída, algún dolor o malestar. En muchas ocasiones un apapacho, tiempo de atención,
tomar agua simple y dormir son suficientes para que se sientan mejor, atendidos y
cuidados. Aprovechemos estas ocasiones para enseñarlos a ser responsables en su
propio cuidado: a evitar aquello que les hace daño, a curarse y a aportarse a sí mismos
los medios cuando sea necesario, con soluciones como una pomada, un “curita”, un té
o incluso un caldo caliente.
• Acordemos con nuestros hijos los límites, reglas y principios de la familia con sus res-
pectivas justificaciones y consecuencias, y seamos congruentes con lo establecido.
• Construyamos un medio y espacio familiar que contenga y los haga sentir protegidos
no sólo en el aspecto físico, sino también en el emocional, en un ambiente de confian-
za, aceptación y valoración.
• Formemos equipo en nuestra familia, donde cada miembro se sienta importante y
valioso, que aporta, susceptible de ayudar y colaborar en las diferentes funciones.
• Enfaticemos en la necesidad de dialogar y negociar con nuestros hijos por medio de
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razonamientos acordes a su edad, para que vayan interiorizando normas y valores de un


modo más adecuado, pues cuando éstos son simplemente impuestos les cuesta más
trabajo entenderlos y asumirlos.
• Aceptemos las debilidades y fortalezas de nuestros hijos, y reforcemos y alentemos
sus propias expectativas en vez de las nuestras.
• Ayudémoslos a descubrir su vocación, su pasión, en qué actividades encuentran un
motivo de gozo y proporcionemos, en la medida de lo posible, los espacios, tiempos y
recursos para vivirlo.
• Reconozcamos y compartamos sus logros y promovamos nuevos desafíos en ellos.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Responsabilidad y compromiso
Maternidad y paternidad responsables y comprometidas

La responsabilidad y el compromiso son dos conceptos parecidos, relacionados con


cualidades que ayudan a forjar el carácter de la persona y que deberían enseñarse
desde la niñez para formar seres humanos conscientes de sí mismos, de los demás y de
su entorno.

Responsabilidad
La responsabilidad tiene que ver con asumir las consecuencias de todos aquellos ac-
tos que realizamos en forma consciente e intencionada. Se trata de uno de los valores
humanos más importantes, el cual nace a partir de la capacidad humana para optar
entre diferentes opciones y con base en ésta actuar mediante el uso de la libre volun-
tad. Todos tenemos el potencial para desarrollarla; nos permite reflexionar, adminis-
trar, orientar y valorar las consecuencias de nuestras decisiones y acciones no sólo para
nosotros mismos, sino también para los que nos rodean, lo que permite mantener en
orden nuestra vida en comunidad.
Las personas responsables siempre toman en cuenta la intención de lo que hacen y
no cuestionan ni se limitan por las reglas y normas sociales; alguien que carece de res-
ponsabilidad siempre busca y presenta excusas para justificar aquello que no cumplió
ni realizó. “Responsabilidad es hacer lo que nos corresponde de la mejor manera, sien-
do el beneficio colectivo. Es fácil eludir nuestras responsabilidades, pero es imposible
eludir las consecuencias de haber eludido nuestras responsabilidades”.27

Compromiso
El compromiso consiste en tomar conciencia de la importancia de cumplir con un trato
o acuerdo; es poner en juego nuestras capacidades para sacar adelante todo aquello
que se nos ha confiado y nuestra conciencia ha aceptado.
Resulta esencial para coordinar las acciones con otros y es la base para producir
cualquier tipo de cambio. La clave de nuestros logros radica en nuestra capacidad de
comprometernos para crear algo que no existía hasta ese momento. Podemos decir que
es como la brújula que orienta nuestras acciones. A donde apuntan nuestras acciones,
apunta nuestro compromiso.
Todos lo consideramos importante cuando hablamos de él; sin embargo, no todos lo
hacen en verdad importante a la hora de actuar. Casi siempre la falta de compromiso se
debe a la pereza, la comodidad, el egoísmo y la ignorancia. Todos tenemos compromi-
sos de diversa índole. Aun así hay personas que esperan un contrato, una promesa o una
ineludible consecuencia para saberse involucrados en un compromiso.
Creemos que al cumplir nos comprometemos, mas no basta con llevar a cabo lo pre-

27
Rafael Adame Carballido, “Hacerse responsable”, ServiCoach,
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visto, lo estipulado o lo obvio. El verdadero compromiso nace en nuestro interior y tiene como
fundamento el conocimiento y la reflexión. La persona comprometida es generosa y busca
cómo dar más afecto, cariño, esfuerzo, bienestar. En otras palabras, va más allá de lo que su-
pone el deber contraído. Es feliz con lo que hace, hasta el punto de no mirar el compromiso
como una carga, sino como el medio ideal para perfeccionar su persona a través del servicio
a los demás. Una persona comprometida genera confianza y certidumbre. Cuando nos da su
palabra, sabemos que podemos contar con ella.
Cuando no nos comprometemos o lo hacemos de manera condicionada, también nos atene-
mos a que las cosas sigan como están. A veces creemos que sólo podemos hacerlo para crear
aquello que nuestro sentido común nos muestra como posible, sin darnos cuenta de que al com-
prometernos desde ese lugar, sólo crearemos más de lo mismo.
El compromiso necesita darse en el territorio de lo que aún no es posible, en el espacio del
riesgo, para que sea mediante éste como logremos lo que aún no tenemos. Cualquier ejemplo
de cambio significativo empieza con alguien que se comprometió con una posibilidad que has-
ta ese momento era considerada ”imposible“. Lo único que provocará cambios es una acción
comprometida con un objetivo.
El compromiso se relaciona en forma directa con nuestra manera de estar en el mundo y de
ser en él; con el modo de relacionarnos con nuestros valores y principios fundamentales y con
la integridad a partir de la cual nos movemos en nuestra vida.
Muchas personas se definen como “soy mi nombre” o “soy mi trabajo”: otras como “soy
mi historia” o “soy mi dinero”. ¿Qué tal si nos definiéramos como soy mis compromisos?
Si soy mis compromisos, dejo de ser mis circunstancias y mis explicaciones.

Compromiso
Compromiso es lo que transforma una promesa en realidad.
Es la palabra que habla con valentía de nuestras intenciones.
Es la acción que habla más alto que las palabras.
Es hacerse el tiempo cuando no lo hay.
Es cumplir con lo prometido aun cuando las circunstancias son adversas.
Compromiso es el material con el que se forja el carácter para cambiar las cosas.
Es el triunfo diario de la integridad sobre el escepticismo.
SHEARSON LEHMAN

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Maternidad y paternidad responsables y comprometidas
La maternidad y paternidad responsables son ideales que deberían prevalecer en los
seres humanos; sin embargo, la realidad resulta adversa en muchos casos, cuando
escuchamos y vemos situaciones de niñez abandonada, maltratada y en descuido. Es
imprescindible actuar para sensibilizar a las nuevas generaciones, así como informar,
orientar y educar a los niños y jóvenes sobre la sexualidad y concepción, para no con-
tinuar repitiendo los patrones de procreación que tanto daño causan a las familias. La
paternidad y maternidad durante la adolescencia y la juventud temprana afectan en
forma negativa la vida tanto de la madre y el padre como de los hijos.
La maternidad y paternidad responsables se refieren al grado de conciencia que
la mujer y el hombre manifiestan de manera íntegra hacia su pareja e hijos en la res-
ponsabilidad de formar a nuevos individuos. Consiste en el cumplimiento fiel de los
deberes y obligaciones de los padres y madres para con sus hijos, al desarrollar una
actitud consciente para cumplir con la misión de procrear personas sanas tanto en lo
físico como en los ámbitos psicológico y social. El compromiso en esta misión se refiere a
llevarla a cabo con pasión, a involucrarse en forma consciente y amorosa con los hijos,
a la dedicación que merecen, a estar presentes, guiarlos y orientarlos, interesarse en
ellos, en sus vidas, a estar atentos a sus necesidades individuales, aceptarlos y amarlos
de modo incondicional.
Ser madre o padre no sólo significa el ejercicio biológico de procrear hijos, sino que
se debe ejercer la responsabilidad materna o paterna incluso antes del nacimiento.
Se trata de un acto de supremo compromiso, pues el bebé no está pidiendo venir al
mundo ni tiene la oportunidad de decidir en qué momento llegará. Es importante con-
siderar que, además de los requerimientos vitales, los hijos deben recibir amor, com-
prensión y una sólida formación moral.
Cada persona está en la obligación de capacitarse para ser una madre o un padre res-
ponsable y comprometido, y es necesario que en cada uno de los miembros de la pareja
exista la madurez física, social, emocional, intelectual y económica para propiciar el
bienestar de sus hijos.

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¿Cómo formar hijos responsables y comprometidos?
• Es necesario predicar con el ejemplo. Demostremos a nuestros hijos que somos
responsables de nuestra vida, de nuestros actos y de sus consecuencias aun en si-
tuaciones cotidianas: cumplamos con nuestro trabajo; paguemos nuestras cuentas;
asumamos la responsabilidad cuando alguna de nuestras acciones tuvo, incluso sin
intención, consecuencias negativas para nosotros u otros; actuemos con civismo en
situaciones cotidianas como tirar la basura en su lugar; respetemos las señales de
tránsito como peatones y conductores, así como los lugares y servicios públicos; no
desperdiciemos el agua, entre muchos aspectos más.
• Evitemos las conductas ventajosas o abusivas como hacer trampa en los juegos; “me-
terse” en las filas; participar en actos de corrupción como dar “mordidas” o pedirlas.
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• Repartamos responsabilidades en las tareas de la casa y de acuerdo con la edad y capa-


cidades de cada miembro de la familia, y fomentemos que se cumplan, desde sacar la
basura, llevar las bolsas del mercado o el súper, hasta cargar o mover algo pesado.
• Cuando demos nuestra palabra, cumplamos lo que dijimos; si esto no es posible, expli-
quemos nuestras razones y asumamos la responsabilidad al ofrecer una alternativa,
pedir una disculpa o resolver de otra manera la situación.
• Cuando nuestros hijos den su palabra, fomentemos que la cumplan.
• Si nuestros hijos tuvieron un error o no se comportaron de manera adecuada, enseñé-
mosles a reconocerlo y a repararlo, al resolver de la mejor manera posible la situación,
dar la cara con valentía, pedir disculpas y reponer o regalar algún obsequio en señal de
arrepentimiento.
• Participemos en alguna causa social o ambiental que nos interese, involucremos a
nuestros hijos en ella y convirtámosla en un compromiso.
• Cuando nos comprometamos con alguien, evitemos abandonarlo a menos que haya
una razón de peso para hacerlo; asimismo enseñemos a nuestros hijos a cumplir sus
compromisos.

Para formarnos como madres y padres responsables y comprometidos:


• Cobremos conciencia de la gran misión que implica ser padres, la responsabilidad de
traer hijos al mundo y el compromiso con ellos, mediante la promoción de su desarrollo
integral: asegurar su salud y desarrollo físico; ofrecerles una alimentación nutritiva y
sana; prevenir enfermedades; promover actividades recreativas y deportivas; mante-
ner el hogar limpio y en condiciones de higiene; apoyarlos en su desarrollo emocional;
brindarles amor, confianza y respeto; validar sus emociones y enseñarlos a manejarlas;
aportarles lo necesario para su desarrollo intelectual; elegir la escuela con la cual com-
partiremos su educación; buscar espacios que estimulen el gusto por aprender; leerles
cuentos; ir al teatro y a museos; investigar juntos; ayudarlos a desarrollar sus habilida-
des sociales; permitir que jueguen y convivan con otros niños de su edad, y enseñarles
el respeto y la consideración por los demás. En suma, ayudemos a nuestros hijos a desa-
rrollar su capacidad de ser felices.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Libertad: disciplina, límites y hábitos
Una de las tareas más importantes de los padres con sus hijos es ayudarlos a alcanzar la
libertad. Ser libre no implica hacer lo que se quiere, sino aquello que se necesita para
convertirse en una mejor persona. Significa desarrollar la voluntad, la disciplina y optar
por las acciones benéficas para sí mismos, al sacrificar, si es necesario, la comodidad,
las soluciones fáciles y la satisfacción inmediata en aras de un beneficio mayor. Ser
libre también implica responsabilizarse de las propias conductas y sus consecuencias.
La libertad de una persona no es absoluta; se limita por la libertad de los otros, por
sus propias características físicas, por los condicionamientos sociales, por la cultura,
por la época que nos tocó vivir, entre otras razones. Sin embargo, al reconocer estas
limitaciones también somos libres, pues aun en esta franja de posibilidades de acción
tomamos la decisión de actuar con base en necesidades, valores e intereses.
El drogadicto, el alcohólico, el consumista, el codependiente no son personas libres
aunque se digan a sí mismos que lo hacen porque quieren: en realidad no están ejer-
ciendo su voluntad, sino que son esclavos de sus adicciones o dependencias.
Erich Fromm, en su libro El miedo a la libertad, afirma que contra lo que decimos o
pensamos en forma consciente tenemos miedo a ser libres, pues resulta más fácil dejar
que otro decida por nosotros que asumir las consecuencias y responsabilidades de las
propias acciones y decisiones. Asimismo señala que por lo general nos preocupamos
por liberarnos de algo o de alguien, cuando en realidad lo importante es alcanzar la
libertad para avanzar como personas.
No nacemos libres, sino que desde pequeños vamos conquistando nuestra indepen-
dencia como los seres sociales que somos por medio de las enseñanzas y la ayuda de
nuestros padres. Poco a poco aprendemos a limitar nuestros deseos cuando éstos nos
hacen daño o perjudican a alguien más. Para llegar a ser libres es preciso alcanzar la
independencia o autonomía, desarrollar la voluntad, la disciplina, los buenos hábitos y
conocer los límites entre los que podemos movernos.
Con frecuencia se confunde disciplina con castigo: se piensa que la disciplina, cuan-
do es impuesta desde fuera, resulta solo un medio para obligar al niño a que obedezca,
pero adquirirla implica desarrollar la propia voluntad, una decisión interior que re-
quiere de esfuerzo. Alcanzar la autodisciplina es un proceso en el que el niño primero
necesita la guía y ayuda de los padres o de los maestros para que después esté en con-
diciones de interiorizar los límites y se autorregule; es decir, que actúe por voluntad
propia de la manera más adecuada para sí mismo y los demás.
Educar con amor y disciplina consiste en ayudar al otro a aprender a ser libre, pero
esta libertad implica límites, ya que termina donde empieza la de los demás. Marcar
los límites es hacer que el otro aprenda qué puede hacer, dónde, cómo y cuándo. Los
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límites dan seguridad y permiten vivir felizmente con los demás y más satisfecho con uno
mismo. Por medio de los límites ayudamos a los niños a considerar a los demás y a tomar
en cuenta no solo sus deseos, sino también las necesidades de los otros.
Cada familia conforma un sistema de valores y creencias, y establece un conjunto de
normas de convivencia que regulan la conducta y posibilitan a los hijos la adquisición de
comportamientos adecuados. Por medio de reglas y límites los padres los ayudan a adap-
tarse a su familia y sociedad.
Los límites también son el espacio donde los hijos están en libertad de desarrollarse sin
riesgos, los cuales deben ser marcados según la edad y en función del bienestar común. Es
responsabilidad de los padres decidir cuáles deben ser y hacer que se cumplan las reglas.
Asimismo es necesario que los niños asuman las consecuencias de sus acciones; es decir,
que sepan que cuando hacen o dejan de hacer algo siempre hay resultados, positivos o nega-
tivos. Es importante que conozcan las consecuencias que implica no cumplir las reglas y los
privilegios que perderán, lo cual debe acordarse antes de que la conducta suceda.
Con reglas claras, rutinas y constancia también ayudamos a los niños a crear hábitos;
por ejemplo de salud, orden, limpieza, cortesía y buenos modales, los cuales constituyen
herramientas que les servirán para desarrollar su voluntad y disciplina, les facilitarán
su desempeño (escolar, deportivo, etc.), y los ayudarán en sus relaciones sociales. Una
vez introyectados los hábitos será más fácil actuar en forma adecuada y eficiente para la
vida en general y crear nuevos hábitos cuando sea necesario.
El autoritarismo ahoga y frena el desarrollo de la independencia, pero la permisividad
excesiva deja al niño sin orientación y en una sensación de caos e inseguridad, pues sien-
te que no existe alguien más fuerte que lo proteja y se interese por él. El autoritarismo y
la permisividad son dos caras de la misma moneda, donde los padres renuncian a la obli-
gación de ayudar al otro a crecer y a ser libre. La responsabilidad como padres consiste en
poner las reglas para ayudar al otro, con base en lo que necesita para su desarrollo físico
y su crecimiento emocional y social. Este último implica considerar también las necesida-
des de todos los miembros de la familia.

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• Estemos conscientes de la necesidad de los límites como guía y dirección; recordemos
que los niños las necesitan.
• Consideremos que las reglas deben ser flexibles y cambiar a lo largo del ciclo de la vida:
no son las mismas para los niños pequeños que para los adolescentes.
• Si ponemos una regla, por ejemplo permanecer sentados para comer, hagamos que se
respete, pues si solo la aplicamos cuando estamos enojados y nos mostramos permisi-
vos al estar de buen humor, descontrolaremos al niño, que será incapaz de reconocer
los motivos de estos cambios.
• Cobremos conciencia de que las reglas y normas de convivencia deben fijarse para el
servicio de las personas y no al revés. Establezcámoslas en función de la edad de nues-
tros hijos y con respeto a sus necesidades, intereses y características personales. Por
ejemplo, un niño de uno o dos años necesita tocar objetos para su desarrollo; si le
prohibimos hacerlo sin proporcionarle los objetos adecuados para que satisfaga su
necesidad, nos enfrentaremos a él sin éxito.
• Reflexionemos en función de nuestros valores y principios para acordar en pareja (si
la hay) las normas y reglas con que funcionaremos como familia, a fin de mostrarse
consistentes y congruentes con ellas.
• Recordemos que las reglas deben ser pocas, claras y conocidas antes de que ocurra la
conducta.
• Acordemos las sanciones o consecuencias en caso de no cumplirse las reglas, al pro-
curar que sean proporcionales a la conducta y conocidas con anterioridad. Con los
adolescentes es necesario determinarlas en conjunto.
• Procuremos reconocer más los logros en vez de señalar los errores.
• Abramos espacios de comunicación y ayudémosles a entender el porqué de las nor-
mas y reglas.
• Cuando les demos instrucciones, veámoslos a los ojos y seamos claros.
• Cuando desaprobemos una conducta, dejemos claro que lo que reprobamos es lo que
hicieron, mas no a ellos como personas; hagámoslos sentir que los queremos aunque se
equivoquen.
• Cuando demos una orden o pongamos un límite, hagámoslo con voz segura y sin
gritos.
• Si nos sentimos muy enojados, respiremos profundo, tomémonos un tiempo antes de
hablar con el niño y expliquémosle el porqué de nuestro enojo.
• Respetemos los sentimientos de los niños y ayudémosles a que los nombren; por
ejemplo: “Sé que estás enojado, pero en este momento hay que ir a dormir”.
• Pensemos muy bien qué es en realidad importante que haga el niño. “Elijamos las
batallas que vale la pena librar.”
• Enseñemos a nuestros hijos que sus actos, positivos o negativos, generan consecuen-
cias igualmente positivas o negativas para sí mismos y los demás.
• Ayudémoslos en la creación de hábitos positivos, tales como comer sanamente, hacer
ejercicio, cuidar la higiene personal, mantener el orden de sus pertenencias. Ésta es
una tarea que al principio implica nuestra ayuda, hasta que mediante la repetición
ellos los hagan suyos y los realicen sin mayor esfuerzo.
• No impongamos límites solo cuando haya extraños o nos encontremos fuera de casa;
seamos consistentes cuando estemos a solas con ellos, pues solo con constancia el
niño los hará suyos.
• Seamos firmes sin ceder a los berrinches, cuando hayamos puesto un límite pense-
mos muy bien antes de establecerlos, de modo que sean en realidad lógicos y adecua-
dos con base en la edad y la situación.
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• Dediquemos tiempo de juego y gozo a nuestros hijos. Aunque sean 15 minutos diarios,
al estar en verdad con ellos, además de fortalecer nuestros vínculos afectivos los ayuda-
remos a mostrarse más cooperativos con las reglas y límites.

Recordemos siempre que lo importante es que los niños vayan aprendiendo a interiorizar
los límites y desarrollen la voluntad, el autocontrol, la disciplina y la independencia para
ser personas libres y responsables de sí mismas y de los demás.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
FIN DEL RECORRIDO Diego Rivera
1923-1928
(detalle) Mural al fresco
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la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Qué están haciendo? ¿Qué relación hay entre ellos?
TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
Las tareas escolares y su manejo Sobreprotección vs. autonomía Madres trabajadoras
en casa e independencia

PREGUNTA PARA INTRODUCIR PREGUNTA PARA ENTRAR PREGUNTA PARA ENTRAR


EL TEMA: AL TEMA: AL TEMA:
• ¿Para qué creen que sirve la • ¿Qué actividades pueden realizar • ¿Qué implica ser una madre
tarea? los niños por ellos mismos y desde trabajadora?
qué edad (autocuidado y tareas en
PREGUNTA DE RELACIÓN CON casa)? PREGUNTA PARA RELACIONAR
LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y EL TEMA CON LA PROPIA
FORMACIÓN DE LOS HIJOS: PREGUNTA PARA CUESTIONAR EXPERIENCIA:
• ¿Cómo viven el momento de la Y PROBLEMATIZAR: • ¿A qué dificultades se enfrenta
tarea con sus hijos? • ¿Por qué tendemos a resolverles una madre trabajadora
todo a nuestros hijos, aun para cumplir con todas sus
PREGUNTA PARA CUESTIONAR cuando ellos pueden hacerlo actividades?
Y PROBLEMATIZAR: por sí mismos? ¿Cuáles son las
• ¿Cuál es el papel de los padres en consecuencias (en ellos y en PREGUNTA PARA GENERAR
las tareas escolares de sus hijos? nosotros)? ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Cómo puede una madre
PREGUNTAS PARA GENERAR PREGUNTA PARA DEFINIR trabajadora organizarse
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: Y ANALIZAR CONCEPTOS: para cumplir con todas sus
• ¿Qué condiciones debemos • ¿A qué llamamos actividades?
generar para que el momento sobreprotección? ¿A qué
de la tarea sea en realidad una llamamos autonomía? PREGUNTA PARA CONTRASTAR
oportunidad de desarrollo para OPUESTOS:
los niños? PREGUNTA PARA BUSCAR • ¿Qué diferencia hay entre las
• ¿Qué pueden hacer las madres CAUSAS O EFECTOS: personas autosuficientes en las
y padres que trabajan y no están • ¿Qué efecto tiene en los niños tareas domésticas y las que no lo
presentes en el momento que sus permitirles realizar actividades son?
hijos hacen la tarea? que pueden hacer por sí mismos?
PREGUNTA PARA GENERAR
PREGUNTA PARA CONTRASTAR ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
OPUESTOS: • ¿Cómo asignar y repartir tareas
• ¿Qué diferencias hay entre un a los diferentes miembros
niño sobreprotegido y un niño de la familia con base en sus
autónomo? edades y capacidades sin
sobreprotegerlas?
PREGUNTA PARA GENERAR
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Cómo podemos ayudar a
nuestros hijos a aprender a ser
autónomos?
Las tareas escolares y su manejo en casa
Las tareas escolares en casa deberían ser una oportunidad para que el niño desarrolle
hábitos de estudio, disciplina, orden e independencia, y para que al mismo tiempo prac-
tique y compruebe los aprendizajes de la escuela. Deberían también ser la medida para
que maestro y alumno se den cuenta de lo aprendido y lo que aún falta por trabajar.
Constituyen una oportunidad para que el niño aprenda a organizar su tiempo libre, por
lo que es fundamental dejarles en claro que ese trabajo es responsabilidad suya.
La función de los padres en la tarea escolar de los niños se llega a convertir en un
problema que en ocasiones deviene fuente de conflicto entre padres e hijos y angustia
para ambos, debido a que los primeros no tienen claro su papel ni cómo deben ayudar
en el proceso.
La labor de los padres en casa no consiste en sustituir al maestro, si bien desempe-
ñan un papel importante al proporcionar las condiciones adecuadas y los límites claros
que ofrezcan al niño un entorno agradable de trabajo.

T ips para padres dia en acción


Los padres podemos apoyar a nuestros hijos en sus tareas escolares de la siguiente forma:
• Estemos presentes y prestémosles ayuda al orientarlos sobre cómo obtener informa-
ción y guiarlos por medio de preguntas para que ellos mismos encuentren la solución
sin que les resolvamos el problema, pues de lo contrario se obstaculiza su capacidad
de autonomía y posibilidad de aprender.
• Creemos con nuestros hijos las condiciones físicas para realizar su trabajo:
1. Horario. Que tengan una hora fija para hacer la tarea, de preferencia no después de
comer, ya que pueden sentirse desganados a causa del proceso digestivo, que absor-
be gran parte de su energía. No obstante, es recomendable hacerlo temprano para
que luego tengan tiempo de jugar o realizar otras actividades.
2. Lugar. Que dispongan de un lugar especial para hacer la tarea, pues esto les permite
concentrarse mejor. Si en casa no hay un sitio adecuado, se puede resolver con un
mantel que se utilice solo para la tarea en la mesa del comedor. Cuidemos que el
entorno esté bien iluminado y ventilado. En la medida de lo posible evitemos ruidos
o distractores durante el tiempo de la tarea.
3. Material. Asegurémonos de que antes de iniciar el trabajo los niños cuenten con el
material necesario.
4. Presencia. Estemos cerca y apoyémoslos, pero permitamos que trabajen solos.
5. Actitud. No los regañemos ni nos enojemos si se equivocan. El error es parte del
aprendizaje, y si los ayudamos a detectarlo para que ellos mismos busquen cómo
corregirlo, mejorarán a partir de sus errores, que además es uno de los aprendizajes
más significativos.
• Si observamos dificultades con algunas materias, hablemos con el maestro para en-
contrar la manera de trabajar en conjunto entre familia y escuela. De ser necesario,
Textos Temáticos

busquemos un apoyo externo para ayudar al niño a superarlo.


• No le demos tanta importancia al resultado: lo importante de hacer la tarea es adqui-
rir los hábitos de aprendizaje, orden, voluntad y gusto por el trabajo que trasciendan
en su vida.

La hora de la tarea no debe convertirse en un suplicio para los niños ni sus padres, sino
una oportunidad para sentirse apoyados y amados. Recordemos que la adquisición de
conocimientos es un proceso que lleva tiempo y que aprender a perseverar y a esforzar-
se es un regalo para la vida.

Si nuestro horario no nos permite estar presentes con nuestros hijos durante las tareas
escolares, podríamos organizarnos de la siguiente manera:
• Hablemos con ellos sobre la manera de resolver que no estemos presentes cuando
ellos hacen la tarea, al involucrarlos en las soluciones. Planteemos en este diálogo
la situación no como una dificultad, sino como un reto y una oportunidad para que
ellos aprendan a ser independientes y responsables, al otorgarles un absoluto voto
de confianza.
• Acordemos con ellos cómo organizar el tiempo de la tarde. Establezcamos un horario
para cada actividad: comida, tarea, juego, televisión.
• Escribamos con ellos, en una hoja que mantengan a la vista, las condiciones necesa-
rias para hacer la tarea, como el lugar, los materiales y el horario, con la intención de
que ellos mismos verifiquen que se cumplan.
• Organicemos con ellos un espacio, ya sea una canasta, un cajón o un estuche, donde
tengan los materiales necesarios (lápiz, sacapuntas, pluma, goma, regla, colores, ti-
jeras con puntas redondeadas, pegamento, entre otros).
• Podemos llamar por teléfono a la hora que acordamos para hacer la tarea como una
actitud de apoyo y acompañamiento más que de supervisión.
• Cuando lleguemos a casa, aprovechemos el tiempo de que dispongamos en la noche
para convivir con ellos: cenando juntos, platicando o leyendo un libro. Cerciorémo-
nos de que su tarea esté hecha, la revisión es responsabilidad del maestro.
• Recordemos que lo valioso en la formación de nuestros hijos es la calidad del tiempo
que les dediquemos y no la cantidad.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Sobreprotección vs. autonomía
e independencia
¿Qué es la sobreprotección? ¿Cuándo estamos amando
o sobreprotegiendo a nuestros hijos?
La mayoría de los padres tenemos una tendencia natural a amar y proteger a nuestros
hijos, así como a satisfacer sus necesidades en todos los sentidos: físicas, afectivas, so-
ciales, educativas y espirituales. Queremos su felicidad y bienestar absolutos, y evitar
a toda costa cualquier tipo de sufrimiento o malestar. Por tal motivo a veces caemos en
la sobreprotección: resolverles sus problemas, pensar y tomar decisiones por ellos, al
asumir de manera inconsciente el control de sus vidas.
La sobreprotección es una forma “distorsionada de amor” pues hacemos cosas por
nuestros hijos cuando ellos ya tienen la capacidad y destreza para realizarlas, con lo que
impedimos el desarrollo de su autonomía. Como afirma Maria Montessori: “Toda ayuda
innecesaria es un obstáculo al desarrollo”.
Cuando el niño nace es del todo dependiente de su entorno para satisfacer las necesi-
dades básicas; conforme va creciendo adquiere habilidades, destrezas y conocimientos
que le permitirán desarrollar su independencia y autonomía; por lo tanto, también su
autoestima, la fe en sí mismo y la capacidad de decir y sentir: “Yo puedo”. A partir de
los dos años, de manera natural, el niño busca actuar por sí mismo, así como retos para
resolver y esforzarse. Es común oírlo decir: “Yo solito” o “¡Déjame!” Cuando los adultos
les impedimos hacer las cosas por ellos mismos, para evitar que se equivoquen, muti-
lamos esta tendencia natural y los volvemos perezosos y dependientes de nosotros, lo
cual puede derivar en adultos pasivos y poco perseverantes.
Los padres justificamos la sobreprotección al confundirla con amor: “Te quiero tanto
que yo te hago…” “Te ayudo a comer, vestir, hacer la tarea, bañar, etcétera”. Con esto se le
quita al niño la experiencia del proceso de aprendizaje, del ensayo y el error, del éxito y el
fracaso, de aprender a resolver y a decidir, con lo que se le impide vivir las consecuencias
de sus propios actos, así como la posibilidad de reparar y corregir él mismo sus errores.
En los hijos la sobreprotección se percibe como “no puedo”, “no soy capaz”, “te ne-
cesito para hacerlo”, lo cual genera sentimientos de inseguridad e incapacidad para
resolver lo que se les presenta, así como una dependencia nociva hacia el adulto.

Algunos síntomas de sobreprotección hacia el niño


por parte del adulto son los siguientes:
• Supervisar en forma exagerada cuando, por ejemplo, no se le permiten al niño espa-
cios de soledad e independencia.
• Ser aprehensivos; por ejemplo, al no dejarlo realizar actividades físicas necesarias
para su desarrollo por miedo a que se lastime.
• Interferir en la toma de decisiones; por ejemplo, al elegirle la ropa que usará.
Textos Temáticos

• Quitarle responsabilidades que ya puede llevar a cabo; por ejemplo, darle de comer
en la boca, vestirlo, recogerle sus juguetes.
• Entorpecer su desarrollo social; por ejemplo, cuando dice: “Nadie quiere jugar conmigo”
o “Fulanito me pega” y la mamá reacciona ofreciéndole más de cinco opciones que ella
considera pertinentes y que la mayoría de las veces se encuentran fuera de contexto.
• Resolver sus problemas o dificultades; por ejemplo, cuando olvida la mochila en la
casa y la mamá se la lleva a la escuela.
• Justificar los errores y solapar sus faltas; por ejemplo, cuando la maestra comenta a
la mamá que el niño no entregó la tarea y ésta le da una serie de pretextos en vez de
aceptar la responsabilidad del hijo.

Uno de los deseos más importantes de todo padre es formar hijos independientes, au-
tónomos y seguros de sí mismos, y esto solo lo pueden lograr cuando se les permite
experimentar con su cuerpo, mente y corazón.

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• Diferenciemos el amor de la sobreprotección: amar a un hijo es hacerle ver lo que él ya
puede hacer por sí mismo. No olvidemos que muchas veces crecer cuesta trabajo.
• Diferenciemos la sobreprotección de la protección física, mental y psicológica de
nuestros hijos, que sí es nuestra responsabilidad, al cuidar, por ejemplo, su alimen-
tación, aquello que pueden ver o no en la televisión, y al enseñarles a cuidarse y evitar
peligros.
• Propiciemos un “arropaje afectivo” al hacer sentir amados a nuestros hijos.
• Seamos pacientes: la independencia se desarrolla paso a paso. Apoyémoslos y reco-
nozcamos sus logros.
• Reflexionemos sobre aquello que son capaces de hacer por sí mismos y permitamos que
lo realicen, aunque esto nos lleve un poco más de tiempo y no quede tan bien hecho.
• Confiemos en los recursos de nuestros hijos. Al permitirles hacer las cosas y resolver
por sí mismos, nos podemos sorprender de lo que son capaces de realizar y solucionar.
• Asignemos pequeñas comisiones en casa adecuadas a su edad y reconozcamos su
esfuerzo.
• Permitamos que tomen decisiones que según su desarrollo y edad estén listos para
tomar.
• Fomentemos que se responsabilicen de sus decisiones y acciones, al permitirles asumir
las consecuencias positivas o negativas, con las que aprenderán a decidir cada vez mejor.
• Cuando tengan alguna dificultad o conflicto con alguien, propiciemos que ellos mismos
busquen la solución que más convenga, en vez de sugerirles la que nosotros considera-
mos adecuada.
• Reflexionemos con nuestra pareja sobre las reglas y límites a establecer con base en
la independencia y la autonomía de nuestros hijos. Procuremos que sean reglas claras
y solo las necesarias, para permitirles vivir las consecuencias cuando no se cumplan.
Recordemos que si lo evitamos, los estamos sobreprotegiendo.
“Enseña al otro a pescar en lugar de darle el pez.”

Lucha28
Un hombre encontró un capullo de mariposa y vio que había un pequeño orificio. Entonces se
sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por hacerlo grande y salir.
La mariposa forcejeaba duramente para pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, pero
en un momento pareció detenerse como agotada por su intento. Entonces el buen hombre
decidió ayudarla y, con una pequeña tijera, cortó el lado del agujero para hacerlo más grande,
de manera que le fuera más fácil salir del capullo.
Al ver ese orificio la mariposa intentó salir, pero al hacerlo el hombre vio que ella tenía las
alas pequeñas y dobladas. El hombre esperaba que éstas se desdoblaran, pero eso no sucedió
y la mariposa solo pudo arrastrarse en círculos, con las alas dobladas.
Nunca llegó a volar…
Lo que el hombre en su bondad no entendió fue que la restricción de la apertura del capullo
y la lucha requerida por la mariposa para salir por el diminuto agujero era la forma en que la
naturaleza lograba que los fluidos del cuerpo de la mariposa se transportaran hacia sus alas, y
así lograr que se pusieran grandes y fuertes para volar; o sea que volar era algo que solo podía
llegar después de la lucha para romper el capullo.
Tal vez la vida muchas veces haga lo mismo con nosotros; posiblemente, si pudiéramos pro-
gresar sin obstáculos, nos convertiríamos en seres desvalidos y sin fuerza, y no es una buena
idea tratar de usar ”tijeras“ para recortar el esfuerzo que nos conducirá al éxito merecido.

La felicidad está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha y no en la


victoria misma.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

Madres trabajadoras
Hoy en día son cada vez más las mujeres que deciden ser mamás y que por una u otra
razón trabajan. En México 96% de las mujeres trabajadoras divide su tiempo entre lo
profesional, el cuidado de sus hijos y el hogar.29 También el rol de los padres se ha modi-
ficado: cada día un mayor número de hombres se interesa en participar y disfrutar en la
crianza, educación y formación de sus hijos. En ocasiones son ellos los que permanecen
más tiempo en casa con los niños mientras la mamá sale a trabajar.
Hay mujeres que laboran por decisión propia, pues lo consideran su derecho y una
parte de su realización personal, además de que no les gusta depender en lo económico
de su pareja. También existen aquellas que deben trabajar para sobrevivir, ya sea para
complementar el sueldo del compañero o porque son madres solteras.
En la actualidad muchas madres de familia trabajan. Esto las puede hacer sentir cul-
pables y agobiadas por el exceso de trabajo, así como por delegar el cuidado de los hijos
a otras personas o instituciones. Sin embargo, es posible combinar la maternidad y el
trabajo sin descuidar ninguno.

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• Revisemos con quiénes contamos para cuidar a nuestros hijos mientras trabajamos.
Tal vez estemos en posibilidad de dejarlos en una guardería o estancia infantil, con el
padre de los niños, otro familiar o una niñera. Debemos tener completa confianza en
esa persona para que cuando trabajemos lo hagamos tranquilas, sin pensar en que
algo malo les ocurra.
• Debemos explicar las razones a nuestros hijos, pues aunque son muy jóvenes deben
empezar a comprender desde el principio por qué trabajamos para que no sientan que
los abandonamos.
• Aprovechemos la compañía de nuestros hijos cuando realicemos las actividades coti-
dianas, como hacer las compras o la limpieza de la casa. Incluso podemos asignarles
tareas domésticas de acuerdo con su edad y lo que pueden realizar, de manera que
además de acompañarnos el trabajo se reparta en forma equitativa, con lo que fomen-
taremos en ellos la responsabilidad.
• Procuremos que el tiempo que les dediquemos, aunque sea poco, resulte de calidad:
hablemos y compartamos con ellos sobre nuestro trabajo, nuestra vida, y animémoslos
a que lo hagan con nosotros. Demostrémosles que aunque no estemos con ellos todo el
día, esto no significa que no nos interesemos en sus mundos, sus problemas y alegrías.
Juguemos con ellos, tratemos de cenar juntos, revisemos que esté hecha su tarea.
Todo esto genera vínculos entre los miembros de la familia.
• Otro aspecto importante que no debemos olvidar es intentar estar con ellos cuando
nos necesiten de verdad: debemos planificar a qué eventos de la escuela iremos y a
qué actividades los acompañaremos, según nuestra presencia sea requerida y cuánto
signifique para ellos.
28
Publicado por Adriana Teijeiro en Librescritores, 9 de julio de 2012,
29
Fuente: Instituto Nacional de Madres Profesionistas (inamap), www.inamap.org.
• Si ambos padres trabajamos fuera de casa, compartamos las responsabilidades. Es
necesaria una repartición equitativa de las tareas del hogar y de la paternidad, con lo
que además se da un buen ejemplo a nuestros hijos.
• De igual manera, recordemos que no somos super mujeres, sino que también nos
cansamos, pues somos seres humanos y sentimos, sufrimos y reímos igual que el
resto del mundo. No nos exijamos lo imposible: hagamos cuanto podamos y sintámo-
nos contentas de hacerlo. Los hijos de las mujeres trabajadoras pueden comprender
y admirar profundamente a sus madres. Démosles esa oportunidad.

Las mujeres que trabajamos y además tenemos hijos solemos vivir con la sensación de
que nunca disponemos del tiempo suficiente. Por eso resulta fundamental aprender a
organizarse y ser realistas; es decir, no intentar hacer más de lo humanamente posible
y tener muy claras nuestras prioridades. Suena sencillo, pero ¿cómo lo logramos?
• Aprendamos a establecer prioridades en nuestras distintas tareas y responsabilida-
des, de forma que evitemos agobiarnos al pensar en cómo haremos todo lo que debe-
mos realizar. Separemos las cosas importantes de las triviales y dediquémonos solo a
las primeras.
• Hagamos una lista con todo aquello que debemos hacer. Añadamos a nuestra agenda
lo que nos quedó pendiente de la lista del día anterior.
• Encarguémonos de tareas que tan solo nosotros podemos llevar a cabo y deleguemos
aquellas que alguien más pueda realizar en nuestro lugar.
• Digamos “no” más a menudo cuando estemos imposibilitados o no queramos hacer
algo, incluso a nuestros hijos.
• Negociemos con nuestra pareja: las cosas son más negociables de lo que parecen.
• No asumamos responsabilidades que no nos corresponden. Evitemos controlarlo todo.
• Hay muchas maneras de hacer las cosas. Debemos aprender a romper esquemas rígi-
dos que muchas veces se heredan y en ocasiones no concuerdan con nuestra familia
actual ni nuestra realidad.
• ¡Disfrutemos todo lo que podamos! Concedámonos permisos, premios, sonriamos,
porque si no disfrutamos con lo que hacemos y al ser quienes somos, difícilmente co-
municaremos sentimientos y valores positivos a nuestra familia.
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Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
EL PASEO Marc Chagall
1917
Óleo sobre tela
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PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA


LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Quiénes son? ¿Cómo se sienten? ¿Qué significará que el hombre esté de pie y la mujer volando?

TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3


La pareja Conflictos, ruptura y separación Comunicación y afectividad
en la pareja en la pareja

PREGUNTAS PARA DEFINIR PREGUNTA PARA BUSCAR PREGUNTA PARA CUESTIONAR


Y ANALIZAR CONCEPTOS: CAUSAS Y EFECTOS: Y PROBLEMATIZAR:
• ¿Qué significa ser pareja? • ¿Por qué hay tantos divorcios y • ¿Por qué sería importante
• ¿Qué diferencias hay entre separaciones en la actualidad? mantener el juego y la
el enamoramiento y el amor? espontaneidad en la relación
PREGUNTA RELACIONADA de pareja?
PREGUNTA PARA CUESTIONAR CON LA PROPIA EXPERIENCIA:
Y PROBLEMATIZAR: • ¿Cómo suelen manejar las parejas PREGUNTAS PARA GENERAR
• ¿Cómo se complementan lo el conflicto y la separación? ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
femenino y lo masculino en una • ¿Cómo buscar espacios de
pareja? PREGUNTA DE RELACIÓN encuentro y comunicación con
CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN la pareja?
PREGUNTA DE RELACIÓN Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS: • ¿Qué formas hay para demostrar
CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN • ¿Cómo afecta a los hijos el afecto a la pareja?
Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS: conflicto y separación de la
• ¿Cómo afecta nuestra relación de pareja? PREGUNTAS PARA CUESTIONAR
pareja a nuestros hijos? Y PROBLEMATIZAR:
PREGUNTAS PARA GENERAR • ¿Por qué creen que es importante
PREGUNTA PARA GENERAR ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: recuperar lo que los unió como
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: • ¿Cómo podemos seguir pareja y los hizo enamorarse?
• ¿Cómo podemos crecer en cumpliendo de manera • ¿Cómo podemos separar nuestro
pareja? responsable y madura nuestro rol de padres de nuestro rol de
rol de padre y madre en caso de pareja?
separación?
• ¿Cómo podemos ayudar a PREGUNTA DE RELACIÓN CON
nuestros hijos de la mejor manera LA CRIANZA, EDUCACIÓN
posible a vivir esta situación? Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
• Cuando hay familias • ¿Cómo influye en los niños ver
reconstruidas, ¿cuál sería el que los padres disfrutan su vida
mejor manejo con nuestros hijos? de pareja?
La pareja
Hoy más que nunca, la relación de pareja en nuestra sociedad ha sufrido cambios im-
portantes. Diversos aspectos como la libertad sexual, la apertura en los roles sociales y
de género, la independencia económica de la mujer, el hecho de que el hombre sea más
capaz de valerse por sí mismo para solucionar las tareas domésticas, y aún más, que
hasta el deseo de ser padres se solucione al acudir a métodos externos de fertilización,
sin la necesidad de contar con una pareja, nos ha llevado a tener la opción de cuestio-
narnos y decidir por qué o para qué formarla.
Como seres sociales, necesitamos de los otros para crecer, la decisión de crecer en
pareja debe ser más serio y consciente de lo que era con anterioridad. Uno de los moti-
vos que nos impulsa a buscar una pareja es el enamoramiento, el cual es la exaltación
del sentimiento de atracción por una persona, una experiencia muy fuerte, placentera
y que de momento nos hace sentir satisfechos. Sin embargo, hay que saber que sólo es
el punto de partida. Resulta fundamental tener conciencia de que este sentimiento no
perdura, y que para continuar con una relación sana de pareja debemos transformarlo
en algo más sólido, por lo que es necesario construir una relación de amor. De lo contra-
rio, la relación corre el riesgo de desgastarse y de terminar por romperse. ¿A qué nos
referimos al hablar de amor?
Para hablar del concepto amor en un sentido amplio, y no sólo del amor de pareja,
Erich Fromm, en El arte de amar,30 plantea que debemos considerar varios factores:
el amor es un compromiso activo que implica voluntad, disciplina, fe y paciencia; no es
sólo un sentimiento pasivo que se tiene o no la suerte de recibir o sentir; se trata de un
arte, de una actividad, y como tal hay que aprender a ejercerlo y a desarrollarlo. Fromm
también plantea que el amor tiene cuatro componentes básicos: el cuidado, la respon-
sabilidad, el respeto y el conocimiento. El que ama cuida de manera activa al que ama, se
siente responsable de dar respuesta a sus necesidades, lo aprecia y respeta al conocerlo
como en realidad es y no con la ilusión de cómo le gustaría que fuera.
En palabras de Fromm, desarrollar la capacidad de amar es aprender a dar, pero
no por lo que se pueda recibir a cambio, sino por el placer mismo de hacerlo. Amar a
alguien es ayudarlo a que él mismo sea también un dador: el que ama busca el creci-
miento del otro y su desarrollo pleno. El amor de pareja, cuando es maduro, genera el
espacio para que ambos se desarrollen y crezcan al ayudarse mutuamente, para que
por sí mismos alcancen el desarrollo pleno en la forma que les resulta propia. En el
amor maduro, el propio amor constituye el eje: “Te necesito porque te amo”. Por el con-
trario, en el amor inmaduro el eje es la dependencia: “Te amo porque te necesito”.
El idilio y el amor pueden coexistir en el matrimonio. En el amor de pareja la com-
plementariedad es la base para construir y crear. Para ello resulta fundamental aceptar
y vivir las diferencias que lo masculino y lo femenino aportan a la relación. Debido a la

30
Erich Fromm, El arte de amar, México, Paidós, 1990.
Textos Temáticos

nueva organización socioeconómica se ha sustituido al ser por el hacer y el tener, y se


ha confundido lo que en esencia aportan la mujer y el hombre en una relación de pare-
ja, más allá de lo que sean capaces de hacer. Hemos olvidado la importancia de nues-
tras diferencias y de nuestra polaridad. Aunque ambos sexos pueden compartir rasgos
femeninos o masculinos, por lo general la mujer es más intuitiva, sensible, espiritual,
emocional y biológicamente tiene una mayor capacidad de recibir y acoger; el hombre
por su parte, es más fuerte, práctico, cerebral, terrenal y se proyecta hacia afuera, ha-
cia la necesidad de proveer, producir y dar.
Para crecer en pareja, el amor maduro también implica intimidad, saber estar jun-
tos; requiere amistad, compartir y divertirse; comunicación, la capacidad de hablar y
escuchar; creatividad para resolver y enfrentar la vida: un proyecto de vida en común.
En el amor de pareja no sólo está presente el amor erótico, que incluye un componente
de exclusividad, sino también el amor fraterno, en el que dos personas iguales en valor
y jerarquía, pero diferentes y complementarias, deciden vivir juntos para crecer y amar
a los demás por medio de su amor.
Debemos estar atentos, pues en la pareja y la familia se dan las mismas emociones
que en la sociedad: hay envidias, competencias, juegos de poder. Uno de los desafíos
más importantes consiste en lograr que la relación funcione en un plano de paridad y
encuentro, donde el tema no consista en ganarle al otro, hacerse la víctima ni culparlo.
Es un trabajo cotidiano en el que la paciencia resulta imprescindible, así como saber pe-
dir perdón y perdonar, reconocer en uno mismo los errores y esforzarse en corregirlos.
Crecer juntos es una tarea que requiere esfuerzo, pero que es posible y gratifican-
te. La vida en pareja se comparte, pero no podemos dejar al otro la responsabilidad
de nuestra propia felicidad y de nuestro propio crecimiento: es nuestra tarea construir
nuestra felicidad y ser responsables de nuestro crecimiento.

T ips para padres dia en acción


Para tener una convivencia en armonía con nuestra pareja:
• Respetémonos, tengamos confianza en el otro, comprendámonos y solidaricémonos
con ella.
• Cuidemos la comunicación, aprendamos a decir lo que sentimos, queremos y no que-
remos en forma asertiva, es decir, cuidando qué decimos, cómo lo decimos y cuándo
lo decimos.
• Valorémonos incluso en público. Nunca ridiculicemos al otro ni ventilemos nuestros
problemas frente a los demás. Por lo general hacemos esto cuando existe algún pro-
blema o enojo no resuelto.
• Fijemos acuerdos en común y cumplámoslos.
• Construyamos y cuidemos nuestra intimidad y no dejemos que nuestros hijos la
invadan.
• Apelemos al humor y al diálogo.
• Tengamos proyectos en común; por ejemplo, planear un viaje, luchar por una causa
social, participar en algún curso o seminario juntos o ir a clases de baile.
• Hagamos equipo: apoyémonos en nuestras fortalezas y compensemos nuestras debi-
lidades.
• Aceptémonos como somos: amar a una persona es quererla tal cual es, sin pretender
transformarla en lo que mi fantasía desea que sea. “No pidamos peras al olmo”, es de-
cir, no exijamos a nuestra pareja lo que no nos puede dar y apreciemos lo que sí nos da.
• Seamos empáticos con el otro, con sus sentimientos y su situación.

Recordemos que la construcción del amor en pareja es un proceso que no se da de un


día a otro, pues implica avances y retrocesos y no es una meta perfecta que se alcanza
para siempre. Se trata de un trabajo diario, continuo y de decisión.

Te quiero
mario benedet t i

Tus manos son mi caricia y por tu rostro sincero


mis acordes cotidianos y tu paso vagabundo
te quiero porque tus manos y tu llanto por el mundo
trabajan por la justicia porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
si te quiero es porque sos ni cándida moraleja
mi amor mi cómplice y todo y porque somos pareja
y en la calle codo a codo que sabe que no está sola
somos mucho más que dos
te quiero en mi paraíso
tus ojos son mi conjuro es decir que en mi país
contra la mala jornada la gente viva feliz
te quiero por tu mirada aunque no tenga permiso
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía si te quiero es porque sos
tu boca no se equivoca mi amor mi cómplice y todo
te quiero porque tu boca y en la calle codo a codo
sabe gritar rebeldía somos mucho más que dos.

si te quiero es porque sos


mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
Textos Temáticos

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Conflictos, ruptura
y separación en la pareja
La convivencia de dos personas que provienen de diferentes familias, valores y costum-
bres genera de manera inevitable diferencias y conflictos. Saber reconocerlos para ma-
nejarlos, enfrentarlos y solucionarlos es una de las bases para mantener una relación
de pareja viva y sana. Aprender a escuchar, expresar, respetar, negociar, ceder, perdo-
nar y encontrar soluciones juntos en forma creativa puede vencer las dificultades que
presenta compartir la vida, el tiempo y el espacio.
Sin embargo, cuando el choque de valores, proyectos de vida, la falta de comuni-
cación y de comprensión tornan imposible la convivencia en pareja, la decisión de
separarse puede ser la solución más sana para no dañarse entre sí y a la familia.
La ruptura de una relación de pareja es un suceso fuerte y significativo para todos los
miembros de la familia, debido a los cambios que implica. Ya sea por decisión mutua o
unilateral, genera estados emotivos intensos donde se mezclan emociones de frustra-
ción, enojo, coraje, resentimiento, miedo, tristeza, añoranza y confusión.
Los niños que viven la separación de sus padres se pueden sentir culpables por algún
conflicto que ellos hayan generado o bien poco valiosos por no haber podido retener al
padre (o madre) que se va de la casa. Los menores reaccionan ante esto de diferentes
maneras: con irritabilidad, apatía a la escuela, problemas de atención, rebeldía, falta
de apetito, ansiedad, depresión y periodos cortos o largos de sueño, entre otras.
El torbellino de emociones que se vive en una separación en muchas ocasiones lleva
a los padres a perder la objetividad de la situación y a sentirse impulsados a tomar de-
cisiones inadecuadas que no solo afectan a la familia en el presente, sino en su vida fu-
tura. Aquellos que guardan resentimientos y rencores a la larga afectan la salud física,
emocional y espiritual tanto de ellos como de sus hijos.
Cuando existe un mal manejo de la separación (por ejemplo, involucrar a los hijos
en situaciones que no les corresponden, usarlos como mensajeros y espías para agre-
dir al otro, chantajearlos emocionalmente para que tomen partido, evitar que vean y
continúen su relación con el otro a manera de venganza), además de acrecentar el su-
frimiento y el miedo que de por sí se experimenta al vivir esta situación, genera en los
hijos consecuencias en la salud y el desarrollo personal y social que pueden llegar a ser
de gravedad: dificultad y miedo para relacionarse, pérdida de la confianza en los demás
y el riesgo de que presenten problemas para establecer relaciones de pareja a futuro.
Un manejo sano de la separación o el divorcio implicaría, en primer lugar, que los
padres estén conscientes de que el conflicto y la separación es de los adultos y no de
los niños, así como dejarlo muy claro en éstos; asimismo es muy importante encontrar
la manera y el espacio para expresar y manejar las emociones generadas en uno mis-
mo por la ruptura, a fin de no afectar a los hijos.
En caso de que los padres tengan una nueva pareja, sería recomendable un manejo
cauteloso y respetuoso para los hijos, la ex pareja y la nueva pareja, a fin de evitar que
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alguno o todos salgan lastimados. Antes de presentar la nueva pareja a los hijos,
es deseable estar seguro de que se trata de una relación estable y duradera, cuidar el
momento en que se conozcan y dejar en claro que no es un sustituto del padre ni de la
madre. Es esencial dar su lugar tanto a la ex pareja como a la nueva pareja, sin mezclar
los tiempos de convivencia dedicados a los hijos con los de la pareja actual, evitar que
ésta se convierta en el enemigo a vencer y no poner a los hijos en su contra, pues los
que saldrían más perjudicados serían ellos mismos.
Cuando una familia se reconstruye, es decir, cuando alguno o ambos padres forman
una nueva familia, es importante fomentar el respeto del rol, lugar y autoridad de los
padres, así como el lugar de los hijos, sus tiempos y espacios. Asimismo se debe promo-
ver una relación respetuosa entre los hijos y las nuevas parejas. Recordemos que éstos
pueden adaptarse a las reglas y códigos de las diferentes familias siempre y cuando se
sientan considerados y respetados como individuos.

T ips para padres dia en acción


¿Cómo manejar los conflictos y diferencias en la pareja?
• Acordemos en pareja cuáles serán nuestros valores como familia, a qué le daremos
importancia y a qué no; enfoquémonos en las situaciones cotidianas de la vida diaria
con la intención de evitar discusiones y peleas por cualquier cosa.
• Ejercitemos la capacidad de soltar sin aferrarnos a cosas que no valen la pena. Es reco-
mendable elegir las batallas que vale la pena enfrentar y aquellas que no con nuestros
hijos, elijámoslas también con nuestra pareja. Recordemos que nuestro compromiso y
proyecto de pareja y familia es mucho más grande que algunos hechos insignificantes;
por ejemplo, que nuestra pareja deje el lavabo mojado en la mañana.
• Evitemos discusiones y peleas “fuertes” enfrente de nuestros hijos, pues ellos aún no
las dimensionan y se pueden angustiar. Sin embargo, también es válido e incluso reco-
mendable que los niños sean testigos de algunas diferencias como pareja, pues no de-
bemos estar de acuerdo en todo: esto es irreal y así no son las parejas ni las relaciones.
• Recordemos que en todo momento somos el ejemplo y modelo para nuestros hijos; la
manera y los recursos de que dispongamos para resolver los conflictos serán los que
ellos aprendan y apliquen en su vida personal para resolver las situaciones que se les
presenten.

¿Cómo afectar lo menos posible a nuestros hijos ante una situación de separación?
• Hagamos sentir a los niños que la ruptura es con la pareja, que siempre seguiremos
siendo sus padres y, sobre todo, que los amaremos toda la vida aunque no vivamos
juntos.
• Hagamos comprender a nuestros hijos que no pueden evitar el divorcio, pues es un
asunto de adultos.
• Cuidemos que tengan claro que la separación no es su culpa y que tampoco cuen-
tan con el poder ni la responsabilidad de solucionar la situación ni de lograr una
reconciliación.
• Fomentemos que hablen de lo que sienten ante la ruptura sin reprimir sus senti-
mientos.
• Cuando nos invada un sentimiento de tristeza, enojo o coraje y estemos con nuestros
hijos, permitámonos reconocerlo y comunicárselos de manera que lo entiendan, y evi-
temos maltratarlos por impulso. Por ejemplo: “Me siento muy triste y enojada, pero no
contigo”.
• Evitemos hacer confidentes a nuestros hijos; si queremos expresar lo que sentimos,
hagámoslo con otra persona o incluso con un terapeuta.
• Hablemos con respeto de nuestra ex pareja enfrente de nuestros hijos; reconozcamos
sus virtudes, no olvidemos que es su padre o madre y que hablar mal de ella genera
mucha confusión y rabia en los niños.
• Evitemos que, por enojo, rompamos la relación de nuestros hijos con nuestra ex pare-
ja: sería como quitarles el derecho de tener padre o madre.
• Recordemos que nuestros hijos no sustituirán a la pareja; evitemos otorgarles roles
que no les corresponden, como el del “hombre o la mujercita de la casa”.
• Organicemos calendarios y horarios que permitan a los niños saber con quién les toca
pasar el fin de semana, así como las vacaciones y conmemoraciones familiares. Esto
reducirá en gran medida su nivel de angustia.
• Con voluntad, valentía y determinación, construyamos un espacio de “amnistía” para
tratar asuntos relacionados con los hijos, así como nuestra capacidad de asistir juntos
a eventos y entrevistas escolares, cumpleaños, etcétera.
• Evitemos “agarrarnos a niñazos”, es decir, utilizar a los hijos como instrumentos para
desquitarse con el otro, pues suelen ser un punto muy vulnerable para ambos padres.
Por ejemplo: “Si no me das dinero, no puedes ver a los niños”.
• No interroguemos a los niños para saber qué pasa en la vida de la ex pareja.
• No los utilicemos como “mensajeros”. Por ejemplo: “Pregúntale a tu padre si ya pagó
la renta”.
• No presionemos a los niños para que tomen partido. Esto puede hacerles mucho daño,
pues los hacemos sentir desleales con el “otro”.
• Cuando haya una nueva pareja, mantengamos los espacios de intimidad y conviven-
cia con nuestros hijos sin que esté presente nadie más.
• Si reconstruimos nuestra familia, dialoguemos con nuestros hijos sobre las nuevas
reglas y límites de convivencia.
• Impulsemos a nuestros hijos a respetar los límites de las diferentes familias, aunque
sean nuevos y diferentes. Esto es importante para que sigan conviviendo con ambos
padres y se eviten conflictos y sufrimiento innecesario, de modo que desarrollen su
capacidad de adaptación y su flexibilidad.
• Cuando permitimos que nuestros hijos se relacionen de manera sana con la nueva
familia, también abrimos la puerta para que enriquezcan su visión de la vida, sus há-
bitos y costumbres, y que amplíen sus formas de relacionarse y de ser queridos por
más personas.
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Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Comunicación y afectividad en la pareja
La pareja es el punto de partida de una familia y como grupo humano resulta de gran
importancia para el buen desarrollo de la vida familiar. Al principio de la historia de la
familia, cuando aún no han llegado los niños, la pareja es identificable con claridad y
muy valorada. A medida que pasa el tiempo, con el nacimiento de los hijos, la pareja va
quedando postergada, ya que los adultos se dedican de manera constante a su rol de
padres. Esto trae consigo dificultades entre los miembros de la pareja, que finalmente
afectan al resto del grupo familiar.
Las dificultades muchas veces se relacionan con la falta de espacios (tiempos y priva-
cidad) para estar juntos, conversar, “romancear” y compartir experiencias. Esto puede
afectar incluso la vida sexual, y muchas veces genera problemas difíciles de resolver.
Resulta de vital importancia que la pareja no pierda sus espacios y que descansen de
su rol de padres para estar juntos. Una familia que mantiene con claridad los espacios
para la pareja tiende a experimentar menos dificultades en sus relaciones familiares e
interpersonales.
Un elemento fundamental en la vida de pareja es buscar y crear espacios de comu-
nicación y conversación: hablar sobre cómo estuvo nuestro día, de lo que pensamos
sobre algún evento o tema, de lo que leímos o escuchamos en la radio, de la película que
vimos, de nuestras metas y sueños. Es importante enriquecer nuestra cultura y nuestra
mente para compartir en pareja y sostener conversaciones interesantes.
La expresión del afecto es uno de los aspectos fundamentales de la vida en pareja, y
en cierto modo define la opción de vivir juntos. Por lo general, un hombre y una mujer
eligen una vida en común con base en la necesidad de estar juntos y expresar su amor.
En la medida que la relación se asienta prevalecen las manifestaciones de afecto, pero
surge un nuevo universo de experiencias afectivas al convertirse en padres. Así, las
manifestaciones de afecto (besos, caricias, actos de ternura entre ambos) tan impor-
tantes en la vida de la pareja no deben ser sustituidas por la expresión de afecto hacia
los hijos.
Los actos de ternura y amor del uno hacia el otro no solo son importantes para la
pareja, sino que constituyen un modelo de relación que genera una gran seguridad y
confianza en los hijos. Con ello, además se fomenta un aprendizaje en cuanto a las for-
mas de expresar afecto en cada familia.
Las expresiones de amor y afecto constituyen un lenguaje común entre los miembros
de la pareja que le permite a cada uno externar sus emociones y sentimientos. Esto ge-
nera una mayor profundidad y confianza entre ambos. Tales espacios de comunicación
son fundamentales para la pareja y además mejoran la vida sexual, al ligarla con la
afectividad.
El trato con respeto y cariño debe estar presente en nuestra vida cotidiana: para so-
licitar algo, expresar nuestros sentimientos, exponer nuestros desacuerdos y resolver
nuestras diferencias, entre otros aspectos.
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Si privilegiamos el rol de padres a costa de la pareja, pasaremos años sin vivir nues-
tro matrimonio, y con el transcurso del tiempo descubriremos que hemos convivido
bajo el mismo techo como si fuéramos extraños.

T ips para padres dia en acción:


• Establezcamos y configuremos nuestros espacios de pareja. De vez en cuando deje-
mos a los niños con los abuelos o algún adulto que los cuide mientras nos tomamos un
día o un fin de semana para reencontrarnos. Podemos ir al teatro, al cine, a bailar o a
cenar, según nuestros gustos, o bien realizar un pequeño viaje.
• No nos dejemos invadir por las rutinas y el cansancio. Hay que dar a la pareja un poco
cada día y luchar otro tanto cuando se cree en ello.
• Seamos detallistas con nuestra pareja: una llamada telefónica para saber cómo está,
un recadito en un lugar inesperado, algo que disfrute comer, una invitación a ir a ca-
minar en compañía, una flor, etcétera.
• Agradezcamos y reconozcamos a nuestra pareja; hagámoslo enfrente de los niños
para que ellos también lo aprendan.
• Abramos espacios de comunicación, por ejemplo en la noche, cuando los niños ya es-
tén dormidos, y compartamos con el otro cómo estuvo nuestro día: busquemos algo
positivo para compartir.
• Démonos las buenas noches con un beso, y durmámonos cerca el uno del otro.
• No perdamos el sentido del humor: riamos juntos y hagámoslo de nosotros mismos.
• Renovemos nuestros sueños, proyectos de pareja y familia, e inventemos otros: pida-
mos apoyo a nuestra pareja para renovar nuestros sueños individuales.
• No reprimamos las expresiones de afecto, al contrario: mantengámoslas.
• Demos a nuestra pareja el amor que deseamos recibir.
• Mirémonos a los ojos por unos minutos y contactemos con la esencia del otro.
• Revivamos aquello que nos hizo enamorarnos de nuestra pareja; recuperemos lo que
nos unió, las actividades, gustos e intereses en común.
• Hagamos una lista de las cualidades del otro y las razones por las que lo admiramos,
pues con el tiempo corremos el riesgo de olvidarlas. ¡Recuperémoslas!

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
DE COYOTE, Anónimo
Siglo XIX
MESTIZO Y MULATA Óleo sobre tela
Planeación
TextosdeTemáticos
la sesión

39

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Qué relación hay entre los personajes? ¿Cómo se sienten él, ella y el bebé?
TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
El enojo Violencia intrafamiliar Manejo del conflicto

PREGUNTAS PARA DEFINIR PREGUNTAS ESPECÍFICAS PARA PREGUNTA PARA DEFINIR


Y ANALIZAR CONCEPTOS: INTRODUCIR EL TEMA: Y ANALIZAR CONCEPTOS:
• ¿Qué es el enojo? ¿Qué es el • ¿Qué entendemos por violencia • ¿Qué es un conflicto?
coraje? ¿Qué es la ira? intrafamiliar?
• ¿De qué maneras se manifiesta la PREGUNTA PARA BUSCAR
PREGUNTAS PARA CUESTIONAR violencia intrafamiliar? CAUSAS Y EFECTOS:
Y PROBLEMATIZAR: • ¿Cuáles son las causas más
• ¿Es malo enojarnos? PREGUNTA PARA BUSCAR frecuentes de conflicto?
• ¿Para qué nos sirve el enojo? CAUSAS Y EFECTOS:
• ¿Qué consecuencias tiene la PREGUNTA PARA RELACIONAR
PREGUNTAS PARA RELACIONAR violencia intrafamiliar? EL TEMA CON LA PROPIA
EL TEMA CON LA PROPIA EXPERIENCIA:
EXPERIENCIA: PREGUNTA DE RELACIÓN • ¿Qué actitud tomamos ante los
• ¿Cómo y dónde sentimos el CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN conflictos?
enojo? Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
• ¿Por qué nos enojamos? • ¿Cómo afectan nuestros actos PREGUNTA DE RELACIÓN
• ¿Cómo se expresa normalmente violentos a nuestros hijos? CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN
el enojo? Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
• ¿Qué consecuencias tiene la PREGUNTAS PARA GENERAR • ¿Cómo manejamos los conflictos
forma violenta de expresarlo? ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: de pareja ante nuestros hijos?
• ¿Qué podemos hacer para evitar
PREGUNTAS PARA GENERAR la violencia intrafamiliar? PREGUNTAS PARA GENERAR
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: • ¿En qué casos hay posibilidad ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Existen otras formas de de transformar una relación • ¿Cómo podemos manejar el
expresarlo? violenta? conflicto para aprovecharlo en
• ¿Cuál sería la forma más sana de • ¿Qué tipo de ayuda necesitamos nuestro crecimiento?
expresar el enojo? cuando somos víctimas o • ¿Cómo podemos ayudar
agresores en casos de violencia a nuestros hijos a manejar
PREGUNTA DE RELACIÓN CON intrafamiliar? sus conflictos de una manera
LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y constructiva?
FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
• ¿Cómo reaccionamos ante el
enojo de nuestros hijos?

PREGUNTA PARA GENERAR


ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Cómo podemos ayudar a
nuestros hijos a manejar su
enojo?
El enojo
Uno de los sentimientos más frecuentes en el ser humano es el enojo. En ocasiones nos
enojamos por algo que alguien nos hace según nuestra percepción, por algo que no
nos hacen o por algo que nosotros mismos hacemos o dejamos de hacer. Sentir enojo
o ira es parte de la naturaleza del ser humano. Lo que marca la gran diferencia es el
manejo que le damos, pues en ocasiones permitimos que éste nos controle y nos haga
explotar, con lo cual somos incapaces de ver la situación con objetividad.
Muy a menudo el enojo se acompaña de pensamientos negativos o acciones destruc-
tivas que influyen en nuestras relaciones interpersonales, como humillar, criticar, juz-
gar, ofender y fastidiar, que representan escapes de energía que no ayudan a enfrentar
ni a resolver el origen del problema o situación.
Cuando nos enojamos, la química de nuestro organismo pierde el equilibrio y nues-
tro cuerpo empieza a segregar adrenalina y cortisol para recuperarlo. Sin embargo, el
enojo frecuente y su mal manejo tienen consecuencias en nuestra salud y nos dañan,
al repercutir en nuestro bienestar físico, pues entre otros aspectos las descargas repe-
tidas de estas sustancias deterioran el sistema inmunológico, por lo que somos presas
fáciles de enfermedades como gastritis, dermatitis, colitis o síntomas desagradables
como el dolor de cabeza. Cuando reprimimos el enojo o no lo reconocemos también hay
efectos negativos en la salud, pues la agresión generada se va hacia dentro, hacia el
organismo, en vez de hacia fuera.
Para manejarlo, lo primero que debo preguntarme es lo siguiente: ¿para qué me sir-
ve el enojo en estos momentos? ¿Qué me estoy diciendo ante esto? ¿Es bueno para mí
y para mi entorno? ¿Qué consecuencias habrá si pierdo el control? Responder a estas
preguntas me ayudará a reconocerlo y a reflexionar sobre las razones profundas que lo
causan: qué está tocando en mí el suceso que me provoca el enojo, a modo de identificar-
lo, tomar distancia y separar el hecho de mi sentimiento con la intención de trabajarlo y
aprender a manejarlo y autocontrolarme.
Nosotros tenemos el poder sobre los sentimientos. Una de las técnicas más efica-
ces para manejarlos es la respiración. Hacerlo en forma profunda es muy efectivo para
descargar y liberar la energía, así como tener tiempo para pensar antes de reaccionar.
Otro recurso para el autocontrol es el manejo del lenguaje. Por ejemplo, si en algún
momento me siento muy enojado, después de unas tres respiraciones profundas empe-
zaré a decirme: “Me siento enojado, pero puedo manejarlo”. Al decretar esto por medio
de la palabra, impediré que la tensión se acumule y se manifieste en acciones violentas
e irracionales.
Asimismo se recomienda exteriorizar el sentimiento, lo cual permitirá que los otros
conozcan qué me está pasando y que necesito tiempo y soledad. Por ejemplo: “Vengo
enojado en este momento. Por favor, denme unos minutos para relajarme”. De seguro
así obtendremos una respuesta más favorable y comprensiva de los demás, a diferencia
de la que podemos provocar con un enojo que no hablamos y solo actuamos.
Textos Temáticos

En el manejo de nuestros sentimientos también somos el modelo para nuestros hi-


jos. Si ante el enojo reaccionamos con violencia, ellos aprenderán a ser violentos; si, en
cambio, lo reconocemos y aprovechamos para hablar y actuar de manera constructiva,
el enojo puede ser un medio para expresar a los miembros de la familia que algo está
mal y abrir la oportunidad para solucionar problemas. La clave para hacer del enojo una
emoción positiva es que los miembros de la familia respondan al mismo con respuestas
sanas, las cuales deben practicarse desde que los niños son pequeños, a fin de que crez-
can con las herramientas para manejarlo en forma constructiva.
Entre más vean los niños a sus padres responder en forma constructiva al enojo, y
entre más oportunidades tengan de utilizar respuestas sanas, la familia adquirirá me-
jores oportunidades de corregir las respuestas negativas al enojo, que incluso pueden
destruir las relaciones familiares. Es preferible utilizar respuestas sanas que mejoran
la comunicación y nuestras relaciones.

Tips padres dia en acción:


• Recordemos que, antes de reaccionar, respirar nos ayudará mucho a lograr el auto-
control. Si además acompañamos la respiración con alguna otra técnica, como contar
hasta diez, ganaremos un espacio de tiempo y la posibilidad de desviar la atención.
Otra técnica es la visualización, para la que al final del texto se anexa una sugerencia.
• Aceptemos y reconozcamos el enojo, tanto el nuestro como el de los otros. Éste será el
primer paso para comenzar a disminuir su intensidad.
• Evitemos decir a nuestros hijos: “No te enojes” o “¿Por qué te enojas?” De esta manera
negamos su sentimiento y lo reprimimos, lo cual genera más furia. No transmitamos
el mensaje de que la gente buena no se enoja o que las personas agradables guardan
los “malos sentimientos” para sí mismos.
• Ayudemos a los niños a expresar sus sentimientos al ponerle nombre a las diferen-
tes emociones. La capacidad de decir: “Estoy enojado” es el primer paso en el manejo
del enojo de una manera sana. Los podemos apoyar para verbalizarlo cuando aún no
puedan reconocer la emoción: “Estás enojado y se vale. Regálate un momento para
calmarte”. Si hay violencia es necesario contenerlos, ya sea dejándolos solos o física-
mente con un abrazo.
• Una vez calmados podrán identificar qué situación generó su enojo, qué desean hacer
para solucionar el problema y cómo pondrán en práctica la solución.
• Si en la expresión de enojo hubo golpes, insultos u otras reacciones violentas, es im-
portante ayudarlos a recordar qué fue lo que hicieron, a modo de “regresarles la pe-
lícula” para que por sí mismos reconozcan lo que estuvo mal, si lastimaron a otros o a
ellos mismos y de qué otra manera habrían sido capaces de marcar sus límites o decir
aquello que los molestó.
• Hagamos entender a nuestros hijos que el enojo, la tristeza y otros sentimientos son
parte del ser humano, por lo que es válido tenerlos y sentirlos. Lo que no debemos
hacer es perder el control de nuestras acciones a causa de ellos, ni lastimar en forma
verbal o física a nosotros mismos o a los demás.
• Enseñemos a nuestros hijos a encontrar las formas de calmarse y pensar con claridad
sobre el problema: que respiren profundo, que verbalicen qué ocurrió y los hizo enojar,
que lloren para sacar la tensión, que golpeen una almohada, hagan un dibujo, etcétera.

Sugerencia de visualización
1. Respira profundamente dos o tres veces con los ojos cerrados.
2. Explora tu cuerpo y date cuenta en qué parte se encuentra principalmente este enojo.
Por lo general está en el pecho, el plexo solar o el vientre.
3. Ahora que lo tienes localizado, ponle un color negro, como si fuera un humo que se
instaló en ese lugar.
4. Empieza a respirar con profundidad y date cuenta de cómo va saliendo cada vez que
exhalas.
5. Continúa hasta que el sentimiento se haya reducido o desaparecido de tu cuerpo.
6. Siente la tranquilidad y la paz en tu cuerpo por unos segundos y date cuenta cómo pue-
des tener el control de tus sentimientos.
7. Abre los ojos y observa al mundo que te rodea desde un punto de vista más amable,
al aceptar el hecho de que ninguna persona ni evento te pueden hacer enojar.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

Violencia intrafamiliar
La violencia intrafamiliar es un modelo de conductas aprendidas, que al no ser reco-
nocidas se manifiestan en una forma explosiva y fuera de control. Por ejemplo, golpes,
amenazas, abuso físico y psicológico repetido, ataque sexual, aislamiento social pro-
gresivo, castigo, intimidación y control económico, entre otras.
La violencia intrafamiliar ocurre de manera primordial por tres factores. Uno de
ellos es la falta de control de los impulsos y de cariño, incapacidad para expresar afecto
y de resolver los conflictos en forma adecuada; además, en algunas personas podrían
aparecer variables de abuso de alcohol y drogas. Este tipo de conductas se presentan
con mayor frecuencia en los padres que fueron maltratados en la niñez y tienden a re-
petir el modelo.
Sabemos que es triste y doloroso enfrentar la vida cuando no se recibió amor durante
la niñez, sobre todo de los padres. Los cinco primeros años de vida dejan una huella en la
persona, ya sea para bien o para mal, pues durante esta etapa los niños van formando
la imagen de sí mismos.
Existen diferentes tipos de golpes. Los físicos dejan marcas en el cuerpo, producen
lesiones graves e incluso pueden provocar la muerte. Y hay otros más sutiles, los psico-
lógicos, tales como insultos, gritos, descalificaciones, comparaciones y discriminacio-
nes, entre otros, que no se ven pero dejan huellas en el aspecto emocional, en la valo-
ración de uno mismo, con consecuencias en las relaciones personales y con el mundo.
Es claro que cuando se repiten los golpes físicos, pero sobre todo los psicológicos y
emocionales, el amor se va agotando; la relación se deteriora, se pierde la dignidad
como persona, se daña la autoimagen y disminuye la autoestima. Retirar la palabra es
una forma de agresión tal vez más fuerte que los insultos. Ese silencio es el peor de los
castigos: un niño al que se le deja de hablar, al que no se le abraza ni acaricia, ¿cómo irá
conformando su identidad?
A veces los padres dañan a sus hijos sin darse cuenta, pues las preocupaciones por
el trabajo, el dinero o las labores de la casa, entre otras, los llevan a desahogarse o
desquitarse con los más débiles, como los hijos o la pareja. Tales actitudes generan
sentimientos de culpa en el agresor, que al no darse cuenta del origen de su violencia
tiende a repetirlas. Por su parte, el agredido siente rencor, coraje y que no merece ser
amado.
El niño aún no cuenta con las herramientas para defenderse de los golpes físicos y
emocionales, pues su mente apenas empieza a desarrollar, poco a poco, ciertos meca-
nismos de defensa para filtrar y analizar lo que ve y oye. Es como una esponja que recibe
todo, sin la capacidad de discernir qué es verdad y qué no, si lo que dicen es justo o injusto.
Debido a ello los mensajes y golpes alcanzan sin control lo más profundo de ese ser.
En el caso de la violencia intrafamiliar es importante acudir a un especialista que
ayude al agresor a identificar y reconocer el origen del enojo y la ira que generan la
violencia, de modo que aprenda a manejarla, y al agredido a sanar las heridas, así como
a descubrir su propio valor y fortaleza.
Un don que tenemos los seres humanos es la capacidad de cambiar y transformarnos a
pesar de lo difíciles o dolorosas que sean las experiencias vividas. Mientras estemos vivos
y tengamos la voluntad lo lograremos, creceremos y nos haremos más fuertes.

T ips para padres dia en acción


• Recordemos que la manera en que nos relacionamos con nuestra pareja, nos demos-
tramos amor y solucionamos nuestros problemas y diferencias son un modelo impor-
tante para el aprendizaje social de nuestros hijos.
• Seamos firmes y cálidos cuando los corrijamos de manera oportuna, sin llegar a la
violencia verbal ni física. Es posible poner límites claros que no impliquen lastimar ni
descalificar al otro y que en cambio lo ayuden a descubrir la conducta a modificar, sin
que se sienta poco valorado por haberse equivocado.
• Observémonos y escuchémonos para detectar los síntomas fisiológicos del enojo que
nos impulsan a actuar con violencia. Si nos damos cuenta de que éstos comienzan a
aparecer, en la medida de lo posible retirémonos de la situación o respiremos profun-
damente y guardemos silencio hasta tener un mayor control.
• Si perdimos el control a causa del enojo, cuando nos hayamos tranquilizado disculpé-
monos y hablemos con nuestros hijos sobre aquello que nos molestó. Acordemos con
ellos las maneras de evitar la confrontación y propongámonos trabajar juntos para
mejorar como padres e hijos.
• Reflexionemos sobre nuestra infancia y la relación con nuestros padres. Ésta es una
buena manera para sensibilizarnos y empatizar con el sentimiento del niño maltrata-
do, a modo evitar la agresión contra nuestros hijos.
• Cuando nuestro hijo se encuentre muy enojado, empaticemos con su sentimiento y
validémoslo: “Entiendo que estás muy enojado”. Si es necesario, pongamos límites
para que no agreda ni se agreda a sí mismo o destruya algo. Invitémoslo a que esté
solo para calmarse y, en caso de que no se vaya, retirémonos nosotros, con el aviso de
que más tarde, cuando estemos calmados, se hablará del asunto.
• Cuando la calma haya regresado, hablemos con él para ayudarlo a identificar su enojo
y qué lo causó, a fin de que validemos su sentimiento. Reflexionemos con él para ver
de qué otras maneras puede resolver la causa del enojo, o pensemos en alternativas
para que aprenda a contenerse antes de que empeore la situación.
• En caso de que nuestro hijo sea muy impulsivo o violento durante su enojo, contengá-
moslo nosotros incluso físicamente, abrazándolo.
• Eduquemos con base en el respeto mutuo y la tolerancia. Esto sentará los pilares para
que nuestros hijos sean personas felices, seguras de sí mismas, confiadas en sus po-
tencialidades y sanas.
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¿Dónde encontrar ayuda?


Si vives un caso de violencia intrafamiliar o conoces a alguien que sufra, puedes
acudir a las siguientes instancias:
• Las oficinas del dif de tu localidad o en la capital de tu estado.
• Las agencias del Ministerio Público.
• La Comisión Nacional de Derechos Humanos o sus comisiones estatales.

El apoyo que éstas y otras instituciones y asociaciones pueden brindar está di-
rigido tanto para los que sufren la violencia como para quienes son agresores y
buscan dejar de serlo.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Manejo del conflicto
El conflicto humano es una situación en que dos o más individuos o grupos entran en
confrontación, oposición o emprenden acciones antagónicas para alcanzar los objetivos
de cada una de las partes.
Las diferencias de opiniones, prioridades, valores, intereses y formas de ver y solu-
cionar problemas son parte de cualquier relación, ya sea de pareja, familiar, laboral o
entre diferentes grupos sociales. Contra lo que se suele pensar, la relación sana no es
aquella en que no se presentan diferencias y conflictos, debido a que su ausencia sig-
nifica que alguna de las partes se encuentra anulada, sin participar, y solo cumple un
papel pasivo, de obediencia ciega. Por el contrario, cuando existen diferentes puntos
de vista y variedad de formas de actuar, se enriquece a los miembros de un grupo, pues
con una actitud abierta y de comunicación todos crecen, junto con la tarea en común.
Por lo tanto, la relación sana no es aquélla carente de diferencias y conflictos, sino la
que sabe reconocer los problemas y escucha a los otros para negociar y encontrar solucio-
nes creativas en las que se tome en cuenta a los miembros involucrados en el conflicto. Lo
ideal es que las partes se reconozcan como complementarias. El conflicto con voluntad de
cambio puede ser un punto de partida para crecer y mejorar.

Las áreas de conflicto más comunes son las siguientes:


• Conflictos de relación y comunicación. Se deben al manejo inadecuado de emociones,
percepciones falsas o prejuicios, fallas en la comunicación que conducen a una espiral
de conflicto destructivo.
• Conflictos de intereses. Surgen cuando existen necesidades incompatibles entre
las partes.
• Conflictos de valores. Responden a diferentes criterios de evaluación de ideas, creen-
cias o comportamientos, y estallan cuando se tratan de imponer al otro por la fuerza.
• Conflictos de roles. Cuando hay luchas de poder, autoridad y de acceso a los recursos.

Ante el conflicto se pueden tomar diferentes actitudes:


• Negación. Se evita reconocer la existencia del conflicto, lo cual solo retrasa la solución
del problema o incluso lo incrementa.
• Competencia (ganar/perder). Consiste en querer hacer lo que uno quiere sin impor-
tar la otra parte.
• Sumisión (perder/ganar). Implica no hacer valer ni plantear los objetivos propios para
evitar la confrontación, lo cual deja fuera las necesidades de una de las partes.
• Evasión (perder/perder). Se reconoce la existencia del conflicto sin el ánimo de en-
frentarlo, lo cual no da ninguna solución e incrementa el sentimiento de frustración.
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Alternativas de solución (ganar/ganar):


• Cooperación. Se logra cuando las dos partes valoran y reconocen que tanto los objeti-
vos propios como la relación entre ambos son igual de importantes.
• Negociación. Cuando las partes llegan a un acuerdo sin renunciar a aquello que les
resulta fundamental y ceden en lo menos importante, alcanzan soluciones creativas.

Si la convivencia es siempre un ajuste de necesidades, intereses y actitudes para lograr


el bien común, el crecimiento y bienestar de las partes, resulta importante reconocer el
conflicto, hablarlo, escuchar al otro y generar soluciones que enriquezcan a todos.

T ips para padres dia en acción:


• Tratemos de escucharnos para reconocer cómo nos sentimos, qué deseamos y qué no.
• Reconozcamos el problema para darnos cuenta de la incomodidad que nos genera.
Nombremos lo que nos causa molestia y observemos qué no funciona en la relación.
Aceptemos esa sensación intuitiva de que algo no va bien, aunque no sepamos con
exactitud qué es.
• Descubramos qué nos saca de quicio, por qué nos molesta tanto y, de ser posible, ver-
balicemos a los otros nuestro sentimiento, siempre en primera persona. Por ejemplo:
“Me molesta cuando me hablas de esta manera”, en vez de: “Eres un grosero”. De
esta manera nos responsabilizamos de nuestros sentimientos y evitamos que el otro
se cierre y se defienda.
• Expresemos lo que pensamos cuidando el modo, el momento y la persona a quien nos
dirigimos.
• Escuchemos al otro y tratemos de llegar a acuerdos aceptables para los dos.
• No hablemos cuando estemos enojados, pues no nos comunicaremos, sino que nos
agrediremos. Esto solo empeorará el conflicto.
• Reflexionemos sobre las causas del conflicto o las diferencias más frecuentes; anoté-
moslas y registrémoslas por semana. Si descubrimos un patrón repetitivo, significa
que es necesario hablar sobre esos temas en particular para llegar a acuerdos sobre
cómo resolverlos o manejarlos.
• Tratemos de ver las señales detrás de los pequeños problemas que provocan discu-
siones. En ocasiones son síntomas de algo más importante y profundo. Descubramos
dónde está el enojo en realidad.
• No ocultemos a nuestros hijos que en ocasiones vivimos conflictos de pareja, pero
tampoco los involucremos en los problemas que no les corresponden ni los hagamos
tomar partido.
• Cuando surjan conflictos que afecten a la familia, compartamos el problema con
nuestros hijos e involucrémoslos en la búsqueda de las soluciones según la etapa de
desarrollo en que se encuentran y el tipo de conflicto.
Con nuestro ejemplo los niños aprenderán a manejar sus propios conflictos sin agredir
ni evadirlos, al reconocer que en la escucha mutua y la negociación se encuentra el
camino del crecimiento.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

LA SOPRANO Antonio Ruiz, “el Corcito”


1949
Óleo sobre madera
PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Qué significará el gallo saliendo de la boca?

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL


TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
El poder de la palabra El error y su función en el Lenguaje artístico y expresión
aprendizaje creativa

PREGUNTA PARA INTRODUCIR PREGUNTA PARA INTRODUCIR PREGUNTAS PARA INTRODUCIR


EL TEMA: EL TEMA: EL TEMA:
• ¿Qué efecto tienen las palabras • ¿Qué creencias o ideas tenemos • ¿Piensan que solo podemos
que decimos en nosotros mismos sobre el error y la equivocación? comunicarnos por medio de la
y en los demás? palabra?
PREGUNTA PARA RELACIONAR • ¿Solo los artistas pueden
PREGUNTA PARA DEFINIR EL TEMA CON LA PROPIA cantar, bailar, pintar, escribir y
Y ANALIZAR CONCEPTOS: EXPERIENCIA: expresarse?
• ¿Qué es la verborrea? • ¿Cómo nos sentimos cuando nos
equivocamos? PREGUNTAS PARA RELACIONAR
PREGUNTA PARA CUESTIONAR EL TEMA CON LA PROPIA
Y PROBLEMATIZAR: PREGUNTAS DE RELACIÓN CON EXPERIENCIA:
• ¿Por qué es importante cuidar LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y • ¿Cómo se sienten cuando bailan,
nuestras palabras y cómo las FORMACIÓN DE LOS HIJOS: cantan, dibujan?
decimos? • ¿Qué hacemos cuando nos • Cuando van a una reunión o fiesta
equivocamos enfrente de donde alguien canta o se organiza
PREGUNTA PARA RELACIONAR nuestros hijos? el baile, ¿cómo se sienten?
EL TEMA CON LA PROPIA • ¿Qué hacemos cuando ellos se • ¿Se permiten bailar o cantar?
EXPERIENCIA: equivocan? • ¿Por qué?
• ¿Qué tan congruentes somos • ¿Qué hacemos cuando tienen • ¿Cuál sería la importancia de
entre lo que decimos y lo que logros y aciertos? permitírselo?
hacemos?
PREGUNTAS PARA GENERAR PREGUNTA PARA CUESTIONAR
PREGUNTA PARA GENERAR ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: Y PROBLEMATIZAR:
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: • ¿Cómo podemos cambiar la • ¿Por qué es importante fomentar
• ¿Cómo podemos enseñara a actitud de nuestros hijos ante el la expresión creativa?
nuestros hijos a descubrir el poder error?
de la palabra? • ¿Qué podemos hacer para que PREGUNTA PARA GENERAR
aprendan a reconocer sus propios ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
errores y a crecer a partir de ello? • ¿Qué podríamos hacer para
ayudar a nuestros hijos a descubrir
y desarrollar otros lenguajes?
Textos Temáticos

El poder de la palabra
La palabra es una de las facultades únicas y distintivas del ser humano. Con ellas se da
forma a pensamientos y sentimientos que constituyen un poder que debemos utilizar
de manera responsable.
Si pretendemos ignorar la gran responsabilidad que implica la fuerza de la palabra y
la utilizamos con fines egoístas y ambiciosos, con rencor y desamor, se puede transfor-
mar en una gran arma destructiva.
Las palabras pueden acariciar o herir, ser un bálsamo o una sustancia corrosiva,
alentar o deprimir, despertar los sentimientos más puros o los más ruines, impulsar al
heroísmo o a la degradación: unen o dividen, construyen o destruyen.
Por lo tanto, las palabras, habladas o escritas, poseen una fuerte influencia en las men-
tes y los corazones de quienes las escuchan o las leen, e influyen en su modo de actuar.
El efecto no solo se da en los receptores o personas que las reciben, sino también en sus
emisores o personas que las dicen, aunque no se den cuenta de ello. Por ejemplo, cuando
alguien insulta o agrede, al pronunciar tales palabras se genera una energía negativa que
afecta a ambos e incluso al entorno, además de los sentimientos que surgen en unos y en
otros, como defensa, culpa, remordimiento y resentimiento. Asimismo, cuando se dicen
palabras optimistas, agradables o de aliento, se genera esperanza, entusiasmo, voluntad
para actuar y transformar. Es como si las palabras bellas inyectaran energía positiva.
También resulta importante estar conscientes de nuestro discurso cotidiano: no
solo de lo que decimos a otros, sino también lo que nos decimos a nosotros mismos y
nuestros pensamientos recurrentes, ya sean positivos o negativos, pues constituyen
una suerte de decretos que generan realidades. Por ejemplo, si nos quejamos en for-
ma constante con frases como: “Qué mala suerte tengo”, “Siempre me va mal”, “Qué
tonta soy”, “Este país no tiene solución”, éstas nos frenan en la búsqueda de soluciones
creativas, alternativas y recursos necesarios para transformar la realidad que no nos
gusta. Una persona que además se descalifica, pierde la posibilidad de acción y provoca
que los demás la eviten. Reflexionemos sobre las palabras que nos gustaría expresar a
los demás y a nosotros mismos. Por ejemplo: “Puedo resolverlo”, “Cuento con recursos
y ayuda”, “Esto se me dificulta, pero en cambio soy capaz de esto otro”.
El poder de la palabra también implica un compromiso con lo que se dice, se acuerda,
se promete. La congruencia en lo que se dice honra nuestras palabras. En cambio, las
desgastamos, devaluamos y abaratamos cuando solo hablamos por hablar y recurrimos a
la “verborrea” para calmar la ansiedad, sin cumplir con lo acordado ni lo comprometido.
Con nuestros hijos resulta esencial que reflexionemos sobre las palabras que utiliza-
mos para dirigirnos a ellos y el discurso cotidiano hacia ellos, pues a veces los mensajes
que les enviamos de manera inconsciente pueden afectar su autoestima, la imagen de sí
mismos, su autoconcepto, su tolerancia a la frustración, la conquista de su autonomía,
el reconocimiento de sus propios recursos y potencialidades, entre otros aspectos. Asi-
mismo es importante tener presente cómo hablamos y nos expresamos frente a ellos de
otras personas, de situaciones específicas o del gobierno, pues ellos percibirán el
mundo y la realidad en gran medida como lo hacemos nosotros y actuarán en conse-
cuencia.
Honremos, pues, nuestra palabra en todo momento.

T ips padres dia en acción


• Utilicemos un lenguaje positivo. Si la manera de hablar a nuestros hijos es amorosa
y les proporcionamos con nuestras palabras el apoyo que necesitan, les daremos se-
guridad en momentos difíciles. Si oyen de nosotros frases como: “Tú puedes” o “Verás
cómo puedes resolverlo”, cuando encuentren un obstáculo habrá una vocecita dentro
de ellos que los empujará a intentarlo. En cambio, si se habitúan a escuchar: “Eres un
torpe”, “Eres un vago” o “Te das por vencido enseguida”, en lugar de darles ánimos
terminarán actuando según tales predicciones.
• Reafirmemos su identidad. Frases como “Me alegro de que hayas nacido”, “Eres único
para mí” o “Te quiero como eres”, transmiten al niño el mensaje de que se le acepta y
se le quiere en forma incondicional.
• Favorezcamos una imagen positiva de su cuerpo. Si se sienten orgullosos de su aspec-
to, también se sentirán seguros a la hora de relacionarse con los demás. Si oyen frases
sinceras que resalten sus cualidades, como “¡Qué guapa estás con tus lentes!”, “Qué
piernas más fuertes tienes” o “Tienes un pelo precioso”, confiarán más en su imagen.
• Reconozcamos y explicitemos sus cualidades y recursos. Pongamos la mirada en qué
son y tienen nuestros hijos, y verbalicémoslo para que ellos mismos lo reconozcan y
se sientan más seguros. Por ejemplo: “Admiro mucho tu perseverancia: ¡ya lograste
andar en bicicleta!”, “Tienes muy buena memoria: yo ya no lo recordaba” o “Eres muy
observador. Tú solo te fijaste en eso”.
• Ayudémosles a desarrollar autonomía y responsabilidad. El deseo de todo padre es
que lo logren, aunque a veces, con nuestras mejores intenciones, les transmitimos el
mensaje de que sin nuestra ayuda no serán capaces. Por ejemplo: “Te visto yo, porque
tú te tardas mucho” o “Te ayudaré con esas sumas, pues son muy difíciles para ti”. De
esa forma colocamos al niño en situaciones de dependencia, que en ocasiones resul-
ten cómodas, pero a la larga los pueden llevar a sentir incompetencia y frustración. Es
mejor que escuchen frases como: “Inténtalo”, “No pasa nada grave si te equivocas” o
“Para eso no necesitas mi ayuda: tú puedes solo”.
• Evitemos actitudes, frases y palabras que dañan emocionalmente al niño y deterioran
su autoestima:
• Negarles o retirarles el amor. Nunca hagamos afirmaciones como “Ya no te quiero”,
“Desde que naciste todo son problemas” o “Me avergüenzo de ti”. Nuestros hijos
deben saber y sentir que, aunque estemos enojados, los queremos, pues el amor es
incondicional.
• Etiquetarlos. No utilicemos adjetivos como “torpe”, “gordo”, “tremendo”, “desas-
tre”, ya que si lo oyen una y otra vez se comportarán de acuerdo con la etiqueta.
• Culparlos. Al decirles “Por tu culpa terminamos discutiendo” o “Si te vas con tu ami-
Textos Temáticos

go me sentiré muy solo”, provocamos una culpa que los puede llevar a mentir para
evitar que los regañemos e incluso inhibirse y no tomar decisiones por miedo a equi-
vocarse.
• Compararlos. Frases como “Aprende de tu hermano”, “Tu amiga sí que estudia:
deberías ser como ella” resultan contraproducentes. Si debemos llamarles la aten-
ción, refirámonos en exclusiva a sus acciones, sin utilizar a otros como modelo. Si
la comparación es con los hermanos, solo se consigue avivar los celos y crear resen-
timiento entre ellos.
• Humillarlos. Omitamos expresiones como “Qué vergüenza, todo te da miedo” o
“Pareces un bebé: te pasaste el día llorando”. La humillación es una de las descalifi-
caciones más dañinas para un niño, pues genera agresividad y distanciamiento.
• Estemos conscientes del mensaje que queremos dar, cuidando las palabras que deci-
mos y cómo las decimos.
• Pensemos antes de hablar. Honremos nuestra palabra al cumplir lo que decimos, y
cuando las circunstancias nos lo impidan, expliquemos las razones por las que no pu-
dimos cumplirla. Intentemos ser congruentes con los premios y castigos.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
El error y su función en el aprendizaje
El error es un componente esencial en el aprendizaje durante el proceso de dominar
alguna habilidad o de adquirir un nuevo conocimiento. El ensayo y el error conforman
pasos indispensables para aprender y son parte de la vida misma.
El error ha sido un compañero fundamental en el desarrollo del niño, al aprender a
caminar, a hablar, al adquirir el control de la mano para coger un objeto, entre otras ha-
bilidades. Está presente en todos los aprendizajes formales o informales que logramos
durante nuestra vida invertir y, más todavía, ha sido un componente indispensable en
los avances del conocimiento científico y la cultura en general. Con frecuencia un error
es la causa de que se descubran nuevas propiedades en algunas sustancias o abre las
posibilidades para ampliar el conocimiento cuando los resultados no son los esperados,
pues de manera accidental se encuentran nuevas opciones. Así, el ensayo y el error
forman parte del método científico.
Sin embargo, el “amigo” error ha sido muy castigado y valorado de manera negativa
por la escuela y nuestra cultura en general, pues solo se califican los resultados finales
y no se toman en cuenta los procesos que conducen al aprendizaje. Este juicio contra el
error ha tenido consecuencias muy desafortunadas en la educación y también efectos
psicológicos en las personas, pues al calificarlo como algo negativo, y lo que es peor,
etiquetar al que se equivoca como “malo”, “fracasado” o “tonto”, entre otros apelativos,
se provoca que éste no se aproveche como un medio para descubrir nuevas formas de
abordar problemas. La negativa a reconocer el error impide volver a ensayar para ob-
tener un mayor dominio de una tarea o un mayor control de uno mismo como persona,
por lo que se desaprovechan las oportunidades de aprendizaje.
El miedo al rechazo, a sentirse “tonto” o “malo” al equivocarse, nos lleva a negar
nuestros errores y a evadir reconocerlos, lo cual nos paraliza o nos lleva culpar a los
demás de nuestros fracasos, con lo que menoscabamos nuestra autoestima y nuestras
relaciones con los demás. Al utilizar la energía para tapar o cubrir nuestros errores, in-
cluso ante nosotros mismos, impedimos transformar nuestras conductas y dificultamos
tanto el crecimiento personal como la posibilidad de establecer relaciones más sanas y
auténticas. Cambiar la valoración del error para descubrirlo y aceptarlo significa avan-
zar en el conocimiento y crecimiento como personas.
Ayudar a los niños a descubrir sus errores, a que los acepten como algo normal, ade-
más de generar las condiciones para que los identifiquen y corrijan por ellos mismos,
garantiza la autorregulación de la conducta y el aprendizaje, además de que los enseña
a aceptarse como personas en proceso de crecimiento, ya que las equivocaciones no los
descalifican como seres humanos valiosos.
Un aspecto esencial a tomar en cuenta en la educación no solo consiste en destacar
el resultado final, sino valorar el proceso. Para lograr la independencia y autonomía del
niño, debemos evitar señalar al error en forma directa y ayudarlo a descubrir, por me-
Textos Temáticos

dio de preguntas, qué parte del proceso aún no domina, de modo que lo corrija y aprenda
de él. Si solo le decimos que se equivocó, pero no sabe dónde ni cómo, será incapaz de
darse cuenta dónde estuvo la falla, y como resultado solo tendrá la facultad de obedecer y
realizar la tarea en forma mecánica, sin entenderla a fondo. Al final no habrá aprendido y
será dependiente de la opinión de los demás. También es fundamental que lo ayudemos a
descubrir sus aciertos, pues reconocer las partes del proceso que ya domina lo hará sentir
capaz y lo motivará a seguir trabajando en el aprendizaje que le falta adquirir.
Para transformar nuestra visión del error, debemos empezar por cambiar nuestras ac-
titudes ante nuestras propias equivocaciones, reconocerlas y aprender de ellas, de modo
que aceptemos con empatía las de los demás.
La única manera de evitar equivocarnos es no actuar, lo cual representa en sí un terri-
ble error.

T ips padres dia en acción


• No tengamos miedo de aceptar ante nuestros hijos que nos equivocamos. Si nuestra
actitud es constructiva, con esto les enseñaremos a reconocer sus propios errores de la
manera más sana.
• Verbalicemos de manera abierta ante ellos que equivocarse es natural y que lo impor-
tante es aprender y esforzarse por mejorar.
• Cuidemos la forma en que reaccionamos cuando nosotros mismos cometemos un error,
sobre todo cuando nos calificamos como tontos o con otro calificativo.
• Cuidemos nuestras reacciones ante sus errores, al actuar con calma y paciencia, en bus-
ca de la manera y los recursos para repararlos cuando sea posible y con la disposición
para asumir las consecuencias en los casos en que no haya solución.
• Cuando cometan un error, no los juzguemos como personas. Por ejemplo, podemos de-
cirles “No me gusta que me grites” en vez de “Eres un grosero”. Califiquemos la conduc-
ta sin etiquetar al niño.
• Si es posible, ayudemos a que el propio niño se dé cuenta en qué se equivocó y cómo
puede mejorarlo, con preguntas como las siguientes: “¿Por qué crees que tu amigo se
enojó contigo?”, “¿Qué crees que puedes hacer para mejorar tu relación con él?”, o en
el momento de tender su cama: “Hay algunas arrugas: ¿qué te habrá faltado hacer?” o
“¿Cómo podemos lograr que quede más lisa?” Con esta actitud contribuiremos a que
sean autocríticos y reflexivos, y que al mismo tiempo aprendan a regular su conducta, a
corregir y a alcanzar su independencia.
• No hagamos un énfasis exclusivo en sus equivocaciones. Desarrollemos también la dis-
ciplina para reconocer sus logros con entusiasmo y honestidad, al resaltar y verbalizar
sus éxitos reales. Evitemos calificarlo con adjetivos exagerados que no reflejen sus ver-
daderos aciertos. En vez de decirle: “¡Eres un artista!”, encontremos las cualidades del
trabajo: “Qué bien combinaste los colores, pusiste muchos detalles en tu dibujo”.
• Reconozcamos el proceso. Por ejemplo: “Veo que estás logrando no mancharte tanto
cuando comes”. Reconocer estos pequeños avances los impulsará a esforzarse más,
pues aunque no dominen algo con maestría, el sentimiento de que van mejorando le
dará sentido a su esfuerzo.
• Reconozcamos y asumamos nuestros errores sin culpar a los demás, pues esto no nos
ayudará a cambiar, y ayudemos a los niños en el mismo sentido. Por ejemplo, tras un
partido de futbol, en vez de justificar que perdieron por culpa del árbitro, fomentemos
que reconozcan en qué se equivocaron y de qué manera mejorarían en el siguiente
encuentro.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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Lenguaje artístico y expresión creativa


La creación artística es una función esencial del ser humano: arte y seres humanos so-
mos inseparables. René Huyghe escribe: “No hay arte sin hombre, pero quizá tampoco
hombre sin arte”.31
Para transmitir sus ideas y sentimientos, el ser humano ha creado códigos basados en
sistemas de signos. Uno de esos códigos es el lenguaje articulado, sin el cual no serían
posibles el progreso ni el incremento de experiencias de nuestra especie. Otro es el
lenguaje matemático, que permite medir las dimensiones de la realidad material y fun-
damentar el desarrollo de todas las ciencias de la naturaleza. El lenguaje artístico tam-
bién es un medio de expresión, gracias al cual los creadores plasman su interpretación
de la realidad humana en diferentes aspectos: físico, social y psicológico (sentimientos,
alegrías, angustias, esperanzas, sueños). También es una forma de conocimiento, al
igual que la ciencia y la religión, ya que todas permiten el acceso a diferentes esferas
del conocimiento sobre el universo y la humanidad.
El lenguaje artístico y la expresión creativa no son un lujo de la civilización, sino una
tendencia innata de la especie humana y una necesidad de comunicar que en los prime-
ros momentos surge de manera instintiva, como lo evidencian las realizaciones plásticas
de los niños y las manifestaciones artísticas primordiales de la historia de la humani-
dad: por ejemplo, la música rítmica mediante el choque de piedras y palos, la danza, la
pintura corporal y rupestre. No se trata de una actividad trivial ni de un mero apéndice
ornamental de las funciones esenciales del hombre (pensar, amar, investigar), sino un
impulso identificable con la fuerza vital. Esto hace del arte un instrumento clave del co-
nocimiento de la realidad.
Cada una de las siete artes que hoy conocemos (arquitectura, escultura, pintura, lite-
ratura, música, danza y cine) se define por el uso de un medio específico: la arquitectura
es la creación de espacios; la escultura, el arte de las formas; la pintura, el de los colores;
la literatura, el de la palabra; la música, el de los sonidos; el cine, el de las imágenes en
movimiento, mientras que la danza crea asimismo belleza mediante los movimientos.
La capacidad de expresar, comunicar o representar ideas, sentimientos o experien-
cias desde la niñez resulta de suma importancia en los procesos de aprendizaje. Con
ello se espera potenciar las facultades del niño para expresar y recrear la realidad, al
adquirir sensibilidades estéticas, de apreciación por el arte y de crear mediante distin-
tos lenguajes artísticos que le permiten imaginar, inventar y transformar la realidad a
partir sus sentimientos, ideas y experiencias.
El dibujo, la música y el baile son tal vez los lenguajes artísticos más comunes. Los
niños que aún no cuentan con un lenguaje oral tienen una necesidad innata de expre-

31
René Huyghe, El arte y el hombre, Barcelona, Planeta, 1965.
sarse, por lo que disfrutan la música, el canto, el baile, el dibujo con crayolas, pinturas
digitales y gises, materiales con lo que encuentran la posibilidad de hacer garabatos,
rayar y colorear. También disfrutan de los libros infantiles con imágenes coloridas, así
como que se los lean o escuchar a cuentacuentos que con su voces, su mímica y movi-
mientos recrean historias que captan su atención.
El propósito de desarrollar diferentes lenguajes artísticos en el niño no es necesa-
riamente convertirlos en artistas, sino fomentar su capacidad creativa y de expresión,
pues con éstas se enriquecerán y complementarán como personas, al contar con una
mayor sensibilidad, herramientas y recursos para un desarrollo integral más rico.
Es importante estimular el conocimiento sensorial durante la infancia mediante vi-
sitas a lugares con cargas emocionales, históricas y lúdicas, como museos, exposicio-
nes, conciertos y otros espacios que reúnen elementos que despiertan la expresión de
emociones y sentimientos, y donde se estimulan procesos cognitivos y comunicativos.
En conjunto, esto le proporciona un mayor significado al aprendizaje.
También los adultos tenemos la necesidad de recontactar y desarrollar la sensibili-
dad y creatividad mediante estos lenguajes artísticos, muchos de los cuales perdimos
al crecer. De esto modo nos damos la oportunidad de experimentar y perder el miedo
sin importar la calidad de los resultados, pues no solo los artistas tienen permiso de
explorar y expresarse con estos medios. Muchos adultos se permiten apreciar el arte y
acercarse a él como espectadores, lo cual es valioso, sin embargo se suele reprimir la
expresión artística, pues se piensa que es cosa de profesionales y se tiende a ignorar
que el lenguaje artístico permite conectarse con una parte esencial del ser humano.

T ips padres dia en acción


• Permitámonos experimentar con nuestros hijos actividades que disfrutemos juntos:
cantar, bailar, pintar, aunque no tengamos las habilidades desarrolladas para ello. Es
decir, no importa que, por ejemplo, se nos salga “un gallo” a mitad de la canción.
• Experimentemos con nuestros hijos la libertad para expresarnos mediante diferentes
lenguajes artísticos: eduquémoslos en la alegría y el gozo, dejando a un lado el deber
ser, las apariencias y el miedo al ridículo. No seamos exigentes con el resultado, tanto
en nosotros mismos como en nuestros hijos, y no los critiquemos ni ridiculicemos,
pues de esa forma reprimiremos su espontaneidad.
• Desarrollemos el aprecio de la sensualidad que adquirimos al mover nuestro cuerpo,
tocar la pintura y otros materiales, o al llevar el ritmo con algún objeto o instrumento
musical. Disfrutemos con ellos el movimiento, el color, la textura y los sonidos.
• Aprovechemos las reuniones familiares para bailar y cantar, e incluyamos a los niños.
• Llevemos a nuestros hijos a museos, obras de teatro, conciertos, funciones de títeres
o marionetas, cuentacuentos y otros espectáculos.
• Busquemos espacios alternativos de diversión a la televisión: escuchemos música,
leámosles cuentos y poesía, toquemos algún instrumento y hagamos una creación co-
Textos Temáticos

lectiva con la familia o con amigos.


•Tengamos en casa instrumentos musicales: tambores, claves, cascabeles, güiros y ma-
teriales para crear: crayolas, colores, diferentes tipos de papel, plastilina, masa hecha
en casa, así como disfraces, marionetas o títeres para hacer representaciones teatrales.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
DANI Y SU HIJO Jacques Henri Lartigue
1944
Fotografía en blanco y negro
Planeación
TextosdeTemáticos
la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Qué relación hay entre los personajes? ¿Cómo se sentirá el adulto?
¿Cómo se sentirá el bebé?
TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
La afectividad Rol y funciones del padre Momentos de intimidad

PREGUNTA PARA INTRODUCIR PREGUNTAS PARA INTRODUCIR PREGUNTA PARA DEFINIR


EL TEMA: EL TEMA: Y ANALIZAR CONCEPTOS:
• ¿Cómo nos sentimos cuando • ¿Qué aporta el padre a sus hijos? • ¿Qué es la intimidad?
recibimos o damos cariño? • ¿Qué aportan los hijos a los
padres? PREGUNTA PARA CUESTIONAR
PREGUNTA PARA DEFINIR Y PROBLEMATIZAR:
Y ANALIZAR CONCEPTOS: PREGUNTA PARA RELACIONAR • ¿La intimidad siempre tiene un
• ¿Qué es la ternura? EL TEMA CON LA PROPIA contenido sexual?
EXPERIENCIA:
PREGUNTA PARA CUESTIONAR • ¿Cómo expresa el hombre su PREGUNTA ESPECÍFICA PARA
Y PROBLEMATIZAR: amor, su ternura, sus afectos? INTRODUCIR EL TEMA:
• ¿Hay alguna diferencia entre • ¿Qué importancia tiene
sentirse y saberse querido? PREGUNTA PARA CUESTIONAR gozar momentos de
Y PROBLEMATIZAR: intimidad?
PREGUNTA DE RELACIÓN CON • ¿El hombre pierde virilidad
LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y cuando expresa su ternura? PREGUNTA PARA CUESTIONAR
FORMACIÓN DE LOS HIJOS: Y PROBLEMATIZAR:
• ¿Cómo nos afectan los patrones PREGUNTAS PARA BUSCAR • ¿Por qué nos da miedo la
culturales y familiares heredados CAUSAS Y EFECTOS: intimidad?
en nuestra forma de expresar • ¿Qué aporta la figura masculina
afecto? tanto a los niños como a las niñas? PREGUNTA PARA GENERAR
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
PREGUNTAS PARA GENERAR PREGUNTAS PARA GENERAR • ¿Cómo podemos construir
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: momentos de intimidad con cada
• ¿Qué debemos hacer para hacer • ¿Qué hacer para estrechar el uno de nuestros hijos?
sentir a nuestros hijos amados vínculo del papá con sus hijos?
(no que se sepan amados, • ¿Cómo podemos permitir que
sino que en verdad se sientan los niños tengan una figura
amados)? masculina positiva cuando
no hay papá?
PREGUNTA PARA BUSCAR
CAUSAS Y EFECTOS:
• ¿Qué efectos tiene en el
desarrollo del niño sentirse
amado (no solo en el desarrollo
afectivo, sino también en el
intelectual, cognitivo y social)?
La afectividad
La educación de la afectividad es la gran asignatura pendiente de nuestras sociedades.
Padecemos cierto “analfabetismo” emocional y tenemos muy poca educación o entre-
namiento para manejar nuestro mundo emocional. El reconocimiento de la importancia
de nuestras emociones en nuestra forma de pensar, actuar o decidir es reciente. Sin
embargo, hace falta integrarlo y llevarlo a la práctica en la vida cotidiana.
Demostrar ternura o amor a veces se asocia con debilidad de carácter y se deja de lado
el área afectiva, tan importante en el desarrollo del ser humano. Por otro lado, la vida
apresurada y compleja de la actualidad nos otorga poco espacio para entrar en contacto
con nuestras propias emociones y las de los demás.
Los primeros años de vida son cruciales en la formación de una persona, quien de-
pende de manera radical del “arropaje afectivo” proporcionado por sus padres en el
seno familiar. De hecho existe una relación muy estrecha entre la madurez psicológica
que se va alcanzando en cada etapa evolutiva y el modo en el que los hijos reciben cari-
ño, cuidados, enseñanza de hábitos, correcciones, entre otros aspectos.
El contacto físico es la manera más sencilla, directa y poderosa de expresar afecto y
constituye una parte fundamental de la intimidad, de la posibilidad de conectarnos uno
con otro. Desde que el niño nace, el contacto físico también es un estímulo sensorial
esencial para un desarrollo neurológico sano. El vínculo afectivo entre padres e hijos
desarrolla la capacidad de dar y recibir afecto. Gozar y disfrutar de las caricias, abrazos y
apapachos permite a nuestros hijos relacionar el amor con el contacto físico, lo cual irá
creando las bases de una sensualidad y sexualidad plenas y sanas.
Con las diferentes expresiones de amor, cariño, cuidado, protección y ternura se
crean los vínculos afectivos, de respeto y consideración al otro que propician la ca-
pacidad de expresar sentimientos, lo que contribuye a construir un sostén emocional
fundamental para el desarrollo sano e integral del niño.
La doctora Elisabeth Kübler-Ross,32 que acompañó a miles de enfermos terminales
en su camino hacia la muerte, testimonia que los recuerdos que más nos acompañan
en los últimos instantes de nuestra vida no se relacionan con momentos de triunfo o
éxito, sino con experiencias donde lo que acontece es un encuentro profundo con un
ser amado, un momento de intimidad cargado de significado: palabras de gratitud, ca-
ricias, miradas; un adiós, un reencuentro, un “gracias”, un “perdón”, un “te quiero”.
Son estos instantes los que al parecer quedan grabados en la memoria gracias a la luz
de la ternura, y esto revela la excelencia del ser humano mediante el cuidado y el afecto.
Para el niño no basta con “saber” que sus padres lo quieren; lo importante es ha-
cerlo “sentir” amado, al cuidarlo y educarlo día tras día, lo que implica entregarle las
herramientas necesarias para iniciar su camino hacia la independencia y la autonomía;

32
Alex Rovira C., “El valor de la ternura”, El País, 19 de marzo de 2006.
Textos Temáticos

hacerlo sentir como una persona digna de amor, con fe y confianza en sí mismo, y per-
mitirle enfrentar la vida con una mayor cantidad de recursos internos. También es im-
portante que aprenda a dar y demostrar su afecto en el aspecto físico, mediante abrazos
y caricias, pero también a ser considerado con los demás, a pensar en el otro, ayudar,
ser compartido y generoso, todas ellas maneras diferentes de expresar su cariño.

T ips padres dia en acción


¿Cómo educar la afectividad en nuestros hijos?
• Propiciemos un ambiente que facilite la tranquilidad emocional en nuestros hijos al
hacerlos sentir amados, aceptados, respetados, cuidados, escuchados, reconocidos.
Privilegiemos el diálogo más que las discusiones.
• No escatimemos en nuestras expresiones de afecto: verbales, físicas, gestuales, que
en cualquier momento podemos compartir.
• Felicitémoslos cuando la ocasión lo amerite con palabras, miradas y caricias. No ol-
videmos que cuando elogiamos a nuestros hijos por algo, resulta importante que les
hagamos saber qué hicieron bien y por qué, sin mentir ni exagerar.
• Ayudémoslos a identificar, contactar y verbalizar lo que experimentan y sienten.
• Recordemos que algunas personas son más físicas en la demostración de su afecto y
que otras lo hacen por medio de sus acciones. Identifiquemos la manera de hacerlo en
nuestros hijos, respetémosla y valorémosla.
• Acojamos y agradezcamos sus expresiones de afecto.
• Abracémoslos cuando necesiten consuelo, se sientan tristes, enojados o preocupa-
dos, tras preguntarles si necesitan o quieren un abrazo, con lo que respetaremos su
espacio y decisión.
• Verbalicemos si deseamos un abrazo o un beso. Por ejemplo: “Necesito que me des
un beso”. Si se niegan respetemos su decisión. Solicitarles una muestra de cariño les
enseñará a pedirla cuando a su vez ellos la necesiten.
• No forcemos a los niños a dar muestras de cariño cuando no lo sientan. La honestidad
es fundamental en la enseñanza de la afectividad.
• Propiciemos que descubran el placer de dar afecto no solo de manera física, sino tam-
bién mediante ayuda, cuidado, favores, escucha, entre otras acciones.
• Infundámosles ánimo con palabras de aliento, una palmada en el hombro, un gesto
amable.
• Juguemos con ellos para provocar su risa y disfrute.
• Establezcamos contacto directo con sus ojos: el lenguaje de las miradas complementa
la comunicación.
• Pongamos límites con firmeza y claridad sin ofenderlos. Para hacerlo no es necesario
gritar ni usar palabras ofensivas. Es importante estar seguros al establecerlos, ser
consistentes con éstos pero al mismo tiempo cálidos, pues no les estamos retirando el
amor por marcárselos.
Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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Rol y funciones del padre


Los roles del padre y la madre han sufrido transformaciones a lo largo de la historia
según la cultura, la sociedad, la época, las necesidades y dificultades de las familias y
las formas de solucionarlas. El rol tradicional del padre ha consistido en ser el principal
proveedor económico de la familia, mientras que el de la madre ha sido permanecer
en el hogar al cuidado de los hijos para proporcionarles las condiciones de confort y los
cuidados necesarios.
Aunque desde siempre la realidad ha obligado a muchas madres a cubrir ambos ro-
les, hoy en día tanto la demanda económica como el hecho de que las mujeres tengan
una mayor oportunidad de desarrollo profesional, han contribuido a que trabajen fuera
de casa con mayor frecuencia y a que su trabajo se incremente. Esta situación no solo
ha transformado el rol de la mujer, sino también el del hombre, que ha debido involu-
crarse más en el cuidado de los hijos y en las labores del hogar; con esto se ha hecho más
partícipe en la familia y ha tenido un acercamiento emocional con sus hijos y pareja.
El padre tradicional, además de la función de traer el dinero a casa, por lo general
representaba la autoridad y la ley en la familia. En ocasiones veía poco a sus hijos, con
los que el contacto afectivo y físico era limitado, ya que no era culturalmente aceptado
que demostrara su afecto y sentimientos en forma abierta. Al contrario, se le educaba
para controlarlos y reprimirlos como símbolo de fortaleza y virilidad.
Esto ha cambiado poco a poco en algunos sectores de nuestra sociedad, por lo que
hoy es más común ver padres cuidando a sus hijos, bañándolos, cambiándoles el pañal,
jugando con ellos o involucrados en sus actividades escolares. Sin duda, la oportunidad
que se ha abierto para los hombres de descubrir y manifestar su ternura y de ser más
autosuficientes en cuanto a desempeñar labores de la vida cotidiana como cocinar o la-
var representa una gran liberación para ellos, además del desarrollo de su afectividad
e independencia.
El papel del padre en la crianza de los hijos se ha subestimado. Se pensaba que su
labor era solo periférica y que su presencia resultaba poco importante, sobre todo para
los niños más pequeños. Sin embargo, numerosas investigaciones han revelado la im-
portancia del padre en el desarrollo de sus hijos y cómo son tan capaces como las ma-
dres de responder a las necesidades de los niños en forma eficiente y empática. Sandra
Ferketich33 descubrió que la tendencia a la crianza se encuentra tanto en varones como
en mujeres, así como el deseo de sentirse conectados emocionalmente con los hijos.
El investigador Ross Parke34 sostiene que padres y madres son capaces por igual de
interpretar y responder a las señales de hambre, dolor y cansancio manifestadas por
los hijos.

33
“El rol del padre y su influencia en los hijos”, Corriente de Opinión, Fundación Chile Unido, núm. 64, abril de 2002,
34
Ídem.
Si bien muchos estudios avalan la idea de que hombres y mujeres poseen capacida-
des parentales similares, hay evidencias de la importancia de las diferencias entre el
padre y la madre en el desarrollo del niño.
Desde que nace, el niño recibe de su madre y de su padre estímulos diferentes: cada
uno ofrece un contacto distinto y el bebé, a partir de las seis u ocho semanas de nacido,
puede distinguir entre la voz de uno y otro, entre sus brazos, la manera de jugar y la
forma de demostrar amor. Estas diferencias lo enriquecen en lo emocional, físico, cog-
nitivo, social y afectivo.
Por lo general los padres y las madres juegan diferente con sus hijos: el del padre
es un juego más brusco que impulsa a explorar, al reto, a la aventura; éste enseña el
mundo y despierta la curiosidad por conocer, apoya tanto al niño como a la niña en las
conductas que implican un desafío y los ayuda a tolerar la frustración cuando intentan
algo nuevo. Por su parte, la madre suele ser más convencional y protectora.
En cuanto al manejo de la disciplina, el padre suele ser más firme, subraya más las
consecuencias prácticas y los efectos sociales de las malas conductas y se aleja más de lo
emocional cuando ha puesto un límite. La madre puede ser más permisiva o reaccionar
en forma más emocional cuando los hijos transgreden las reglas. Los niños y niñas que
han llevado una buena relación con su padre suelen mostrarse más seguros en la explora-
ción del mundo que los rodea. Son más curiosos y menos tímidos ante nuevos estímulos.
La investigadora Hellen Bing35 descubrió que la cantidad de tiempo que el padre lee
a sus hijos determina muchas de las habilidades cognitivas, en especial las verbales
de los niños, y encontró diferencias cuando solo les lee la madre. Otros estudios36 han
revelado la relación entre un coeficiente intelectual más alto, un mayor autocontrol, un
mejor cumplimiento de reglas y un desarrollo físico más óptimo en aquellos niños cuyo
padre se ha comprometido con su educación y crianza.
El padre y la madre influyen en la identidad sexual de los hijos, no solo en aquellos
de su mismo sexo, con quienes se establece una identificación de roles, sino también
en los del sexo opuesto. Por ejemplo, una sana relación entre el padre y la hija la hará
sentirse digna de ser amada, merecedora de respeto, lo cual marcará por mucho su fu-
tura relación con el sexo opuesto, además de ayudarla a sentirse autosuficiente y capaz.
El rol del padre como principal proveedor económico en la mayoría de los casos cum-
ple un papel importante para el bienestar y la seguridad familiar. Por otro lado, como
pareja puede ser un apoyo emocional y de seguridad para la madre, lo cual permite a
ella cumplir mejor su propio rol, pues se siente más dispuesta y satisfecha en la realiza-
ción de su tarea.
En cuanto al manejo de límites es importante lograr un equilibrio entre la postura
materna, más afectuosa, comprensiva y empática, pero que en un extremo puede ser
más sobreprotectora, y la paterna, más firme, que impulsa más al reto y la tolerancia a
la frustración, pero susceptible de llegar a ser rígida. Los acuerdos en pareja sobre

35
Ídem.
36
Ídem.
Textos Temáticos

qué límites poner y cómo hacerlo complementan las dos funciones y enriquecen la
vida afectiva, cognitiva y social del niño.
Cuando ambos padres se encuentran satisfechos con la tarea que realizan y cada
uno tiene su espacio y es reconocido dentro de la familia, los hijos crecen en forma más
sana. No existe un rol paterno o materno único al que todos deban aspirar. Lo importan-
te es que, sea cual sea el rol asumido por el padre o la madre, su presencia significativa
y comprometida resultará fundamental en el desarrollo de sus hijos.
Los hijos necesitan tanto la figura masculina como la femenina, independientemen-
te de cuál rol cumpla cada uno de los padres; por ejemplo, un padre no dejará de ser la
figura masculina si, debido a la organización familiar, es el que se queda en casa al cui-
dado de los hijos y las labores del hogar, ni la madre perderá su acercamiento femenino
con los hijos por el hecho de trabajar fuera o ser la proveedora económica.
Hemos hablado de aquello que el padre y la madre aportan a su hijo, pero el niño
también da a sus padres mucha riqueza. Les permite descubrir la capacidad de amar,
de ser útiles, de responsabilizarse para lograr el bienestar de sus hijos. Éstos permiten
a los padres descubrir su capacidad de entrega, la cual puede llegar hasta el sacrificio
cuando se trata de salvarlos. Con los hijos se redescubre el gozo del juego, la maravilla
de sorprenderse ante un animal pequeño, el milagro de verlos empezar a caminar, ha-
blar y cómo se van convirtiendo en personas independientes.
Si bien la madre y el padre aportan al niño riquezas complementarias, en ocasiones la
realidad nos lleva a enfrentar la ausencia de alguno de ellos. Por lo general, en nuestra
sociedad el padre suele ser el que más se ausenta o desatiende su tarea con los hijos. Se
debe reconocer que existe un hueco para la educación de estos niños, lo cual se puede
compensar al propiciar que establezcan relaciones significativas con figuras masculi-
nas positivas como abuelos, tíos o amigos cercanos de la familia que aporten nuevas
formas de relación, así como de ver y enfrentar el mundo.

T ips padres dia en acción


¿Cómo aprovechar la influencia masculina en la crianza de los hijos?
Como papá:
• Para ser una figura masculina positiva, procura estar presente, ser un guía, permane-
cer cercano, afectuoso, firme y claro en los límites.
• Organiza tu tiempo para tener una presencia de calidad y cercanía afectiva con tus
hijos. Por ejemplo, si eres tú el que los lleva a la escuela, aprovecha el tiempo para pla-
ticar con ellos, juega, bromea, ríe. Evita distraerte con el teléfono, la radio, etcétera.
• Busca llegar algún día de la semana temprano a casa y báñalos, cena con ellos, léeles
un cuento, acuéstalos, dales un beso, abrázalos. ¡Demuéstrales cuánto los quieres ex-
presando tu cariño! Recuerda que las manifestaciones de ternura no son exclusivas de
las mujeres.
• Los fines de semana y durante las vacaciones programa actividades de aventura con
ellos: jueguen al explorador, visiten algunas ruinas prehispánicas cercanas a la ciu-
dad, hagan caminatas por el campo o en lugares que permitan el contacto con la natu
raleza, enséñalos a andar en bici, a patinar, entre otras.
• Involúcralos en tus intereses y pasatiempos: música, deportes, museos o lectura.
• Comparte con ellos quién eres: qué te gusta, en qué trabajas, tus sueños, tu infancia,
etcétera.
Como mamá:
• Fomenta que tus hijos e hijas tengan espacios con su papá.
• Cuando tus hijos estén con su papá, respeta ese espacio; no interfieras y mejor apro-
vecha ese tiempo para ti.
• Si el padre no está presente en tu familia, busca que disfruten actividades deportivas,
de aventura, de retos; que entren en contacto con personas que les aporten esta influen-
cia masculina positiva y cercana, necesaria tanto para tus hijos como para tus hijas.

Recordemos que nuestra labor no es la de ser un amigo más para ellos, sino la de cum-
plir nuestro papel de padres y asumir la responsabilidad que nos toca.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

Momentos de intimidad
La intimidad consiste en la posibilidad de entrar en contacto conmigo mismo, con lo
que soy, con mi esencia. Es un espacio donde puedo ser yo, auténtico, en intimidad:
estar conmigo tal cual soy. La intimidad es tener momentos de introspección, reflexión,
meditación.
Sin embargo, cada día contamos con menos espacios para la intimidad, en ocasio-
nes por falta de tiempo, pero también por miedo a hallarnos con nosotros mismos. La
introspección implica descubrir; quitarme lo que me cubre, lo cual me puede provocar
miedo porque veré situaciones de mí mismo que no deseo conocer o decisiones que no
quiero tomar. Pero la intimidad también es la oportunidad de reconocer lo bueno en mí,
mis fortalezas y las herramientas con que cuento para vivir.
Al estar en intimidad conmigo y contactar con lo que soy puedo separar qué es mío
y qué es de afuera, qué corresponde a presiones externas, al “deber ser” y a patrones
heredados. Esta reflexión me permite decidir con claridad qué deseo ser, cómo quiero
vivir, qué busco transformar o conservar.
La intimidad tiene muchas facetas. Además de la intimidad personal de la que ya
hablamos, también se encuentra la que vivimos con otros: pareja, hijos, amigos. La inti-
midad personal es un requisito indispensable para estar en verdadera intimidad con los
demás. Si no me quiero ni estoy cómodo conmigo o soy incapaz de disfrutar mi soledad,
¿cómo puedo querer y disfrutar verdaderamente la compañía de otra persona? ¿Cómo
puedo lograr una intimidad con ella?
La intimidad emocional con otro ser constituye un sentimiento de conexión profunda,
confianza y familiaridad. Con la intimidad emocional dos amigos comparten sus senti-
mientos y pierden el miedo a ser vulnerables. En nuestras relaciones importantes no
solo compartimos sentimientos, sino también un cariño auténtico, momentos difíciles,
de dolor y crecimiento. La base de la intimidad requiere tiempo, paciencia y compro-
miso, además de que nos permite formar vínculos afectivos con nuestra familia y amigos.
Tememos hallarnos en intimidad con nosotros mismos y con los demás, pues esto im-
plica mostrar nuestras carencias y vulnerabilidad. El logro de la intimidad emocional se
relaciona con mostrarme al otro con la certeza de que no me hará daño ni me lastimará
a propósito, aunque sepa cómo hacerlo. La intimidad emocional no se logra sin la plena
confianza hacia el otro, sobre todo sin la confianza hacia mí mismo en cuanto a que seré
capaz de curar las heridas que resulten de la exposición de mi parte más frágil.
La prioridad en la vida es amar, pero nos olvidamos de ello. La fiesta de la vida es
amar y que nos amen; coincidir, compartir. Amar es darme, darte, darse… San Agustín
decía: “Ama y haz lo que quieras”. Gozar de intimidad con las personas importantes
para nosotros y nuestros seres queridos es compartir nuestro ser con ellos, estar con
ellos con una presencia consciente, concentrados en ellos sin hacer ni pensar otra cosa;
es una manera poderosa de demostrarles el amor que sentimos por ellos.
El cariño, la intimidad emocional y la intimidad sexual siempre han estado tan
asociados que muchos creen que conforman la misma cosa; sin embargo, debemos
comprender que se trata de situaciones diferentes que se interrelacionan. Es impres-
cindible entender que existe una variedad de relaciones donde hay intimidad, y que
cada una de éstas satisface diferentes necesidades. El amor romántico no es el único
que existe. El amor se manifiesta de muchas formas: el que se siente por la pareja, por la
madre, por los hijos, por un amigo. Un verdadero amor no solo consta de la satisfacción de
las necesidades personales inmediatas, sino también de darse cuenta de las necesidades
de la otra persona. Cuando se consigue un equilibro entre las necesidades propias y las de
la otra persona, es posible alcanzar una realización espiritual.
A veces pasamos el día en familia y sin embargo tenemos la sensación de que no es-
tuvimos juntos, de que no estábamos conectados en el ámbito emocional. Por otro lado,
podemos realizar actividades diferentes, cada quien concentrado en lo suyo, con la sen-
sación de que estamos acompañados; hablar de intimidad no significa por necesidad
estar físicamente juntos, sino la fortaleza de un vínculo que se construye día tras día.
¿Qué es la intimidad con mis hijos? En primer lugar aceptarlos como son, no como
pienso que deben ser; es saber quiénes son, conocer sus fortalezas, debilidades y qué
necesitan. Consiste en establecer con ellos una relación desde lo que ellos son y tam-
bién desde quien yo soy: qué necesito, qué siento, cuáles son mis fortalezas y cuáles mis
debilidades. Se trata de un espacio donde tanto ellos como yo tenemos la oportunidad de
ser auténticos, con la confianza de que nadie saldrá afectado y de que nos encontramos
en un proceso de crecimiento; de que podemos equivocarnos, si bien existe la posibili-
dad de corregir y crecer juntos. Todo esto fomenta la cercanía, la confianza; tenemos la
posibilidad de relacionarnos de tú a tú en autenticidad, con momentos de comunicación
profunda que pueden ser verbales o no verbales. A veces la comunicación en silencio
resulta muy cercana.
No se trata de no educar a nuestros hijos ni de evitar corregirlos. En la intimidad no
solo existe el amor puro y la “miel sobre hojuelas”, pues también hay dolor. Al regañar
a nuestros hijos y llamarles la atención, podemos hacerlo en intimidad; es decir, desde
nuestra esencia y no desde el deber ser. Los límites que les pongamos necesitan ser
razonados, no heredados ni realizados con base en una presión social, sino congruen-
tes con lo que nosotros mismos consideramos importante. Debemos marcarlos desde el
amor y la cercanía, y no desde una figura autoritaria y lejana.
A veces nos relacionamos con nuestros hijos desde patrones y esquemas rígidos.
Cuando nos relacionamos de esencia a esencia, aumentamos las posibilidades de co-
municarnos y crecer, pues hay autenticidad. Quitémonos las máscaras para relacionar-
nos. La honestidad nunca lastima.

T ips para padres dia en acción


¿Cómo fomentar la cercanía, confianza e intimidad con nuestros hijos?
• Veámoslos a los ojos.
• Tengamos contacto físico con ellos en la intimidad. Un tema básico al respecto es
Textos Temáticos

el tacto.
• Pidámosles a nuestros hijos contacto físico. Por ejemplo, al decirles: “Necesito que me
abraces”.
• Una manera de estar en intimidad con nuestros hijos es jugar con ellos, fluir con ellos,
dejarnos ser, disfrutarlos. Con el juego improvisado, no planeado, experimentamos
gozo, libertad; nos sentimos como niños. Incluso a veces perdemos la noción del tiem-
po, a fin de estar solo para nuestros hijos.
• Nos la pasamos diciendo a nuestros hijos lo que deben hacer. ¿Qué pasaría si les pre-
guntáramos qué debemos hacer para ser una mejor mamá o un mejor papá?
• Recordemos que hay situaciones que requieren privacidad; respetemos los momentos
privados de nuestros hijos y con nuestros hijos, así como los momentos privados con
nuestra pareja y, por supuesto, los nuestros.
• Cuando tengamos que decir algo importante a nuestros hijos, hagámoslo a solas, ni
siquiera enfrente de otros hermanos.
• Cuando uno de nuestros hijos rompa alguna regla o algún acuerdo, podemos corregir
su conducta al mostrarle nuestros sentimientos y decirles, por ejemplo: “Tuve miedo
de que algo te pasara y estoy molesto porque desobedeciste una orden mía”. No les
hagamos la ley del hielo ni prolonguemos el enojo y el castigo.
• Aceptemos a nuestros hijos. Hagamos una lista de lo que nos molesta de ellos para ver
su contraparte, pues ésta puede ser una fortaleza en otras áreas. Hagamos también
una lista de lo que nos gusta de ellos.
• Solo prometamos lo que sabemos que cumpliremos, y si por algún motivo no lo hace-
mos, expliquémosles las razones. Seamos impecables con nuestras palabras.
• Corrijamos desde el amor pero no al niño, sino su comportamiento.
•Abracemos a las personas que amamos. Hay que hacerlo la mayor cantidad de veces,
la mayor cantidad de tiempo y con la mayor cantidad de personas. Cuando abrazamos,
además de las reacciones emocionales que se generan, se producen cambios físicos en
nuestro organismo: las dos personas se armonizan, así como sus frecuencias cardiacas.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
SIN TÍTULO Carlos Azpeitia Conde
Ca. 1980
Fotografía en blanco y negro
Planeación
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la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Quiénes son?¿Qué relación tienen? ¿Dónde están?
TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
Desarrollo social en los niños El rechazo y bullying o acoso Los amigos de nuestros hijos
escolar

PREGUNTAS PARA INTRODUCIR PREGUNTA PARA BUSCAR PREGUNTAS PARA INTRODUCIR


EL TEMA: CAUSAS Y EFECTOS: EL TEMA:
• ¿Qué aportan los amigos para • ¿Por qué existe el rechazo, la • ¿Qué es ser amigo? ¿Qué se
el desarrollo intelectual, físico, discriminación o exclusión de necesita para ser un buen amigo?
emocional y social del niño? otras personas? ¿Cómo se mantiene una amistad?

PREGUNTA PARA RELACIONAR PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTAS PARA CUESTIONAR


EL TEMA CON LA PROPIA Y ANALIZAR CONCEPTOS: Y PROBLEMATIZAR:
EXPERIENCIA: • ¿Saben qué es el acoso escolar • ¿Tenemos derecho a escoger las
• ¿Qué nos ocurre cuando nuestros o bullying? amistades de nuestros hijos?
hijos nos comentan que son • ¿Ser amigo de alguien implica ser
rechazados en la escuela? PREGUNTA PARA BUSCAR el enemigo de otro?
CAUSAS Y EFECTOS:
PREGUNTA PARA CUESTIONAR • ¿Qué consecuencias hay en los PREGUNTA DE RELACIÓN CON
Y PROBLEMATIZAR: niños al ser partícipes en casos CRIANZA, EDUCACIÓN Y
• ¿Qué aporta a los niños de bullying (como acosadores, FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
resolver los problemas con sus cómplices del acosador, testigos • ¿Qué hacemos cuando nuestros
compañeros por sí mismos? o víctimas)? hijos tienen amigos que no nos
gustan?
PREGUNTAS PARA GENERAR PREGUNTAS PARA CUESTIONAR
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: Y PROBLEMATIZAR: PREGUNTAS PARA GENERAR
• ¿Cuál sería el papel de los padres • ¿Por qué si el bullying siempre ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
cuando los hijos tienen conflictos ha existido ahora ha tomado • ¿Cómo propiciar que nuestros
sociales? dimensiones más graves? hijos tengan oportunidad de
• ¿Cómo podemos ayudar a hacer amigos?
nuestros hijos a enfrentar y PREGUNTAS PARA GENERAR • ¿Cómo respetar el estilo personal
solucionar los problemas sociales ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: de los niños para relacionarse
que se les presentan? • ¿Cómo podemos ayudar a (hay niños de un solo amigo)?
nuestros hijos a desarrollar una • ¿Cómo ayudar a nuestros hijos a
autoestima sólida? no ceder a las presiones sociales?
• ¿Cómo podemos enseñar a
nuestros hijos a defenderse?
• ¿Cómo ayudarlos a estar
conscientes del otro, a desarrollar
empatía y ponerse en el lugar del
otro?
• ¿Cómo debemos actuar en caso
de que alguno de nuestros hijos
esté involucrado en un caso de
bullying (como acosador, cómplice
del acosador, testigo o víctima)?
Desarrollo social en los niños
Como seres humanos tenemos la necesidad de vivir con otros y para otros. Desde que
nacemos nos construimos, desarrollamos y aprendemos mediante el contacto con otras
personas. El recién nacido no sobreviviría sin el cuidado de su madre o de un adulto sus-
tituto. Una relación social sana se construye desde ese momento. Si un bebé se siente
seguro, querido, cuidado y con sus necesidades básicas cubiertas, tanto físicas como
afectivas, desarrollará la confianza en los demás.
Se ha descubierto que los recién nacidos, cuando están en un cunero, perciben las
emociones de otros bebés y reaccionan a las mismas. Por ejemplo, si uno comienza a
llorar, otros también lo harán. Sin embargo, para el establecimiento de las bases ne-
cesarias que les permitirán relacionarse con los demás, las personas importantes para
ellos en esta etapa serán sus cuidadores, pues la interacción con sus iguales comenzará
a ser relevante alrededor de los cinco años.
En la familia los hermanos son los maestros más importantes para que los niños
aprendan a convivir, a ceder, a negociar, a poner límites, a cooperar y hasta defender
sus derechos. En la actualidad se ha incrementado el número de familias con un solo
hijo, lo cual puede limitar las experiencias sociales del niño. Si bien los infantes de tres
o cuatro años juegan solos o en paralelo, es decir, juntos pero sin cooperar, la presencia
y actividad con otros menores son un estímulo y motivación para enriquecer la expe-
riencia y, por lo tanto, sus habilidades sociales. El juego cooperador y de reglas aparece
después de los cinco años de edad. En esta etapa pertenecer al pequeño grupo, poner
reglas, seguir al líder o ser el líder para que la tarea en común resulte posible es de vital
importancia para su desarrollo social.
Entre los seis y los 12 años es el periodo en que los niños trabajan con mayor inten-
sidad las relaciones sociales, sobre todo en la escuela, pues se enfrentan a los retos y
límites que representan otros de su misma edad. Así, uno de sus intereses más fuertes
consiste en pertenecer al grupo, y es allí donde se confrontan con el éxito o el fracaso de
sentirse valiosos y reconocidos por los demás.
Este proceso por lo general tiene altibajos, y como todo ensayo y error implica mo-
mentos dolorosos, pues el grupo de iguales puede confrontar en forma continua al que
no sabe ceder o no sigue las reglas del grupo, así como al que no comparte ni coopera.
En consecuencia, se le castiga socialmente. También se puede dar el caso contrario, en
el que algunos abusan del débil, el cual no les sabe poner límites.
Esta etapa de confrontación en el grupo de iguales puede resultar más difícil para
hijos únicos o sobreprotegidos; sin embargo, la experiencia constituye una oportunidad
de desarrollar estas habilidades sociales, indispensables para la vida. Por lo general los
niños, a menos que exista una situación patológica de por medio, solucionan de manera
sana sus conflictos y aprenden incluso de las situaciones difíciles a ser más fuertes y a
desarrollar conductas sociales más adecuadas.
Textos Temáticos

La intervención directa de los adultos en los conflictos de los niños en ocasiones


constituye un obstáculo para que encuentren sus propias soluciones, descubran sus
fortalezas y aprendan de sus errores, pues a veces se les sobreprotege o se proyecta
en ellos los conflictos sociales no resueltos durante la infancia de los padres. El de-
seo de los padres de solucionar las dificultades sociales a que se enfrentan los hijos,
a través de su perspectiva y estilo de reacción, implica invadir un espacio que no les
corresponde, del que se desconocen los detalles y el contexto, así como una muestra
de desconfianza en los recursos de los hijos y una ausencia de respeto a sus caracterís-
ticas personales.
La intervención de los adultos solo debería aplicar cuando sea necesario mediar, po-
ner límites a conductas peligrosas o, en caso de necesitar ayuda, para guiarlos median-
te preguntas que les permitan a ellos mismos reflexionar y hallar soluciones.

T ips para padres dia en acción:


• Respetemos y aceptemos las características y estilos de personalidad de nuestros hi-
jos. No todos son populares ni sociables. Si el niño se siente respetado y valorado, las
relaciones que establezca serán más sanas.
• No presionemos a nuestros hijos con base en nuestras propias expectativas. Por ejem-
plo, no pretendamos que destaquen socialmente en todo: el líder de su grupo, el más
popular, el mejor deportista.
• Ayudémoslos a reconocer y validar para qué son aptos y hábiles y para qué no, de
modo que se promueva la aceptación de sí mismos y su autovaloración, lo cual será
indispensable para establecer relaciones sociales e interpersonales sanas.
• Respetemos sus momentos de soledad e intimidad, pues son espacios de reflexión y
comunicación con ellos mismos. No nos preocupemos si en ocasiones se aíslan.
• Aceptemos sus preferencias para relacionarse, ya sea en pequeños grupos o con un
solo amigo.
• Invitemos a sus amigos a la casa, pues estos espacios abren otras oportunidades de
relación.
• No intervengamos en sus conflictos de manera directa, debido a que el mensaje que
les enviaremos es que no pueden resolverlo sin nuestra ayuda, lo cual puede ocasio-
nar que se sientan dependientes de alguien más para defenderse o resolver sus pro-
blemas.
• Escuchémoslos cuando compartan sus conflictos y validemos sus sentimientos sin mi-
nimizar la importancia que tiene para ellos lo que están viviendo. Ayudémoslos con
preguntas para reflexionar y buscar alternativas de solución.

Los niños con relaciones cálidas, positivas y límites claros con sus padres por lo general
cuentan con vínculos sociales más sanos.
Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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El rechazo y bullying o acoso escolar


¿Qué es el bullying o acoso escolar?
Se trata de un término utilizado, tristemente con gran frecuencia en la actualidad, so-
bre todo en el medio escolar, el cual se manifiesta cuando un niño o adolescente (el
acosado) es expuesto en forma constante a acciones negativas por parte de una o más
personas (los acosadores); por ejemplo, burlas, bromas pesadas, indiferencia delibera-
da, hasta ataques personales, verbales o por medio del contacto físico, u otras formas,
incluido internet.

¿Cuáles son sus causas?


Éstas pueden encontrarse en los modelos educativos de los niños, tanto en la familia
como en la escuela:

• La ausencia de valores, de límites, de reglas de convivencia; recibir castigos por me-


dio de violencia o intimidación; aprender a resolver los problemas y las dificultades
con agresiones.
• La ausencia de los padres en casa y los periodos prolongados ante la televisión, la
computadora y los videojuegos con altos contenidos de violencia.
• Las pocas oportunidades de los niños para contactar con las propias emociones, de
sentir, validar su enojo y aprender a manejarlo.
• Los pocos o nulos espacios tanto familiares como escolares donde se expresen y sean
escuchados con empatía.

Cuando un niño está expuesto en forma constante a estas situaciones, acaba por regis-
trar en automático todo en su memoria y lo actúa cuando lo considera oportuno. Para
el que practica el bullying, la violencia es apenas un instrumento de intimidación, pues
para él su conducta es correcta y, por lo tanto, no se autocondena.
Debemos puntualizar que este fenómeno no es exclusivo de los varones, pues tam-
bién se da entre las niñas, que utilizan sobre todo la exclusión o la discriminación: “No
puedes estar con nosotras en el recreo”, “no te invito a la fiesta” o “hablamos frente a ti
de cómo estuvo la reunión”.

¿Cómo detectar el bullying o acoso escolar?


Debemos tomar en cuenta que los seres humanos, tanto adultos como niños, en oca-
siones cometemos abusos en determinadas situaciones y con cierto tipo de personas,
y que a la vez hemos sido sujetos del abuso en otras.
Sin embargo, resulta fundamental identificar si el abuso ocasional se convierte en
acoso, el cual ocurre cuando se pierde la empatía, es decir, la capacidad de ponerse en el
lugar del otro, de modo que no hay sentimientos de culpa y en forma constante se alcan-
zan niveles de violencia que ponen en peligro la integridad emocional y física del otro.
La siguiente tabla37 incluye una lista indicadores y síntomas del perfil observado tan-
to en los niños acosados como en los acosadores. Esta división se hizo para identificar y
reconocer señales de alarma y actuar en consecuencia:

ALGUNOS INDICADORES DE LA VÍCTIMA O NIÑO ACOSADO

• Por lo general son niños tímidos o temerosos, de personalidad introvertida.


• Suelen ser solitarios, con pocos amigos o recién llegados.
• Pueden pertenecer a alguna minoría (por ejemplo étnica o social) o tener intereses
diferentes a la mayoría.
• A veces se destacan en el aspecto académico.
• Muestran lesiones físicas.
• Pierden o tienen rotas sus pertenencias.
• Experimentan cambios de humor muy marcados.
• Manifiestan tristeza o síntomas de depresión.
• Pasan mucho tiempo solos y no salen con amigos.
• Tienden a bajar el rendimiento escolar.
• Tienen miedo de ir a la escuela o ponen excusas para faltar.
• Presentan síntomas como vómitos y dolores abdominales antes de ir a la escuela.
• No hablan de la escuela.

ALGUNOS INDICADORES DEL NIÑO ACOSADOR

• Provienen de familias donde la violencia se emplea como medio para resolver


conflictos.
• Desean vengarse de la violencia que ellos mismos sufren.
• Tienen necesidad de destacar en el grupo: ser alguien reconocido y admirado por
sus pares.
• A menudo merodean a grupos de menor edad para elegir a su víctima.
• Muchas veces son líderes carismáticos.
• Son impulsivos y extrovertidos.
• Tienen facilidad para hacer amigos y formar grupos de afinidad.
• Utilizan la violencia como empoderamiento y diversión.
• Tienen dificultad para reconocer y expresar los sentimientos.
• Tienen una baja autoestima, por lo que necesitan reconocimiento.
• Son irracionales respecto a la violencia que muestran y a sus acciones.

37
Brenda Zaniuk, “El perfil de los niños acosadores y acosados. Los hostigadores, así como sus víctimas responden
a un perfil identificable”, eLiceo.com, 9 de octubre de 2008.
Textos Temáticos

A pesar de que un adulto difícilmente está presente durante uno de estos sucesos de
hostigamiento, acoso o discriminación, es posible identificar las características que a
menudo presentan ambos protagonistas.
Los síntomas descritos permiten reconocer actitudes peligrosas, pero es necesario
tener en cuenta que el propio niño puede ser abusador o víctima en diferentes contex-
tos sociales o familiares. Por lo general el que acosa en la escuela es a su vez víctima de
abuso físico, social o emocional por parte de algún familiar, amigo, maestro, etcétera.
Las víctimas de bullying o acoso escolar rara vez acuden a sus padres o maestros por-
que piensan, por ejemplo: “¿Cómo voy a decir que me da miedo defenderme de alguien
de mi misma estatura o edad?” Además, la primera respuesta de los adultos suele ser:
“Aprende a defenderte“ o “Júntate con otros“, por lo que los niños perciben un doble
fracaso: “No me sé defender y defraudé a mis papás”. En consecuencia, se encierran en
el silencio y se merma su autoconcepto.
El problema de acoso o incluso de abuso contra alguien más débil no es nuevo, pues
ha existido siempre. Lo reciente es el nivel de violencia y el alcance que mediante las
redes sociales ha adquirido este problema. El nivel de agresividad, rabia, falta de em-
patía del abusador y las consecuencias fatales, que en ocasiones son mortales para la
víctima, hacen necesario revisar el problema, sus causas y nuestra responsabilidad
como padres, escuela y sociedad en general.
De acuerdo con estudios realizados, se ha observado que las personas forman sus
valores con la influencia de diversos factores, entre ellos la familia, la escuela y la re-
ligión. A continuación se incluye un cuadro comparativo de la década de 1950 y de la
época actual respecto a estas influencias, expresadas en porcentajes:38

1950 2010

45% Familia 18% Familia

23% Escuela 20% Escuela

5% Medios de comunicación 43% Medios de comunicación

15% Religión 5% Religión

12% Medio ambiente 14% Medio ambiente

Se observa cómo estas influencias han cambiado, algunas de ellas de manera drástica;
la de la familia ha disminuido en forma notable y, por otro lado, los medios de comu-
nicación han cobrado mucho poder e impacto en la formación de valores de las nuevas
generaciones.

38
María Teresa Abirrached Fernández, “El papel de los medios de comunicación en el bullying escolar”, ladobe.com.mx,
14 de febrero de 2012.
Así, el comportamiento de un niño está influido en forma dramática por los medios
de comunicación. Por desgracia, muchos de éstos han eliminado su compromiso social,
por lo que cada vez encontramos mayor violencia y pornografía en los contenidos de
los programas, tanto en los anuncios comerciales como institucionales, en cualquier
horario, incluyendo el infantil. Para un niño en formación, recibir contenidos no ade-
cuados modifica en forma radical sus modos de vida; es decir, desde sus valores, princi-
pios, actitudes, hábitos, cultura y hasta el lenguaje que emplean, pues la mayor parte
de los principios que tenemos las personas los creamos antes de los 12 años de vida.
Es deber de los padres recuperar la influencia de la familia en la formación de valores
y principios en los niños y adolescentes, a modo de contrarrestar el impacto avasallador
con que los medios de comunicación se infiltran en nuestras vidas.

T ips para padres dia en acción:


• Abramos espacios de comunicación con nuestros hijos, al hablar con ellos y crear un
canal de diálogo. Evitemos los monólogos. Se aprende y se conoce mejor a los hijos al
escucharlos.
• Cuando nuestros hijos nos compartan alguna dificultad con otros niños, escuchémos-
los con atención e investiguemos lo sucedido: si es la primera vez o se trata de inciden-
tes frecuentes, quiénes estaban presentes o qué hicieron para resolverlo, antes de
emitir juicios y sobrerreaccionar. Si en realidad hay señales de preocupación, acuda-
mos con los maestros y autoridades escolares.
• Evitemos exagerar y calificar como bullying cualquier diferencia o conflicto de nues-
tros hijos; los desacuerdos y dificultades con los demás son parte de la vida cotidiana,
por lo que aprender a enfrentarlos por sí mismos y a resolverlos es importante para su
desarrollo autónomo.
• Estemos al pendiente de sus conductas, al observar qué hacen, a dónde van, con quién
juegan y cuáles son sus intereses y proyectos.
• Evitemos que nuestra casa se convierta en un escenario hostil o demasiado permisivo,
al acordar con ellos los límites y las normas, ya que si los involucramos en el proceso
será más fácil para ellos crear un compromiso y cumplirlas.
• Validemos las emociones de nuestros hijos y ayudémoslos a que las contacten, sin re-
primirlas ni negarlas.
• Reconozcamos sus logros en el trato hacia los demás: cuando sean amables, compar-
tidos, considerados, etcétera.
• Enseñemos a nuestros hijos a ser empáticos, “a ponerse en los zapatos del otro” para
ayudarlos a crear relaciones estrechas y evitar que lastimen a los demás.
• No neguemos la realidad: detectemos en forma oportuna si presentan síntomas tanto
del “acosado” como del “acosador”. No posterguemos nuestra intervención: seamos
conscientes y actuemos con responsabilidad, al acudir a la escuela, trabajar en equipo
e incluso, si es necesario, buscar apoyo terapéutico.
Textos Temáticos

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Los amigos de nuestros hijos
La amistad es un sentimiento compartido de amor por alguien más. Nace cuando las
personas encuentran intereses comunes y se puede formar en cualquier etapa cronoló-
gica de la vida, entre personas con trasfondos y pasados diferentes y aquéllas del sexo
opuesto. La verdadera amistad se da cuando existe una unión desinteresada, cordial,
abierta, donde se busca el bien común y hay un interés mutuo por los problemas, éxitos
o sufrimientos del amigo. Se debe cultivar con pequeños detalles de gratitud, solidari-
dad, buen humor, entre otros. Es una relación en la cual hay que trabajar, pues implica
preocupación y compromiso frente a las necesidades del otro, así como escuchar y ser
escuchado.
Como padres resulta esencial tener presente que el área social es una parte muy im-
portante para el desarrollo sano de nuestros hijos. Además de compañeros de juego y
diversión, después de la familia los amigos fungen como espejos que los ayudan a con-
formar su identidad, además de hacerlos sentir aceptados, valorados y queridos. Por lo
tanto es necesario procurar el valor de la amistad en nuestros hijos y buscar espacios y
tiempos en que formen amigos.
Al entrar en la edad escolar los pequeños comienzan a construir sus propias redes, a
formar parte no solo de su núcleo íntimo, sino a ampliar sus afinidades y a integrarse en
la sociedad. Con los amigos se aprende a cooperar, negociar, ceder, defender, perdonar,
solucionar problemas y autorregularse, todas ellas habilidades necesarias para la vida.
El grupo de amigos cobra fuerza con el paso de los años, y al entrar en la adolescen-
cia resulta esencial ser miembro de un grupo. En él los jóvenes se desenvuelven con
mayor soltura, comparten códigos de comunicación, un tipo de vestimenta, formas de
comportamiento y construyen una subcultura para diferenciarse, la cual niega el acce-
so a los adultos. En estos grupos construyen su identidad, un paso fundamental en su
desarrollo, y declaran su independencia respecto a sus padres.
Los amigos desde los 12 hasta los 18 años de edad, aproximadamente, comparten un
interés por cuestionar valores y actitudes familiares y sociales. El grupo tiene una gran
importancia para el adolescente y a su vez ejerce una gran influencia en las decisiones
que toma, aunque no siempre sean las más adecuadas para su desarrollo emocional.
El grupo le permite reafirmarse, pues le permite olvidar sus actitudes defensivas o su
temor a ser incomprendido, puesto que todos sienten y piensan lo mismo.
A cualquier edad algunos amigos de nuestros hijos pueden ser motivo de preocupa-
ción, ya que ejercen una influencia notoria en sus gustos, actitudes y comportamiento.
Esto se acrecienta en la adolescencia, cuando los jóvenes necesitan ser más aceptados
por sus compañeros, valoran las actitudes grupales y se identifican con ellas.
Las amistades en la adolescencia permiten un alejamiento parcial de los padres y un
primer paso hacia la independencia. Algunos padres se resisten a este alejamiento para
seguir siendo imprescindibles, de modo que usan la autoridad en forma arbitraria e in-
tentan dominar al hijo. La adolescencia supone que la familia no es ya la única influen-
Textos Temáticos

cia importante en sus vidas, sino que los amigos lo hacen tanto o más que los padres, lo
cual puede ser motivo de conflictos. Frente a esto, la actitud de los padres también se
debe transformar, tanto en la manera de dialogar con los hijos como en los límites que
les ponen. Los padres deben comprender su papel y campo de acción durante esta eta-
pa, en que los chicos necesitan más libertad y autonomía. Asimismo deben continuar
con su responsabilidad y guía, pendientes de lo que hacen, dónde y con quiénes. Sin
embargo, los límites deben dialogarse y establecerse de común acuerdo, así como las
consecuencias en caso de romperlos, donde se privilegie la reflexión de las razones por
las cuales son necesarios.
En el grupo el adolescente busca seguridad: cuanto más indefenso se sienta, más
intentará identificarse con otros, aun si sacrifica algunas de sus propias creencias o
rasgos personales. Por ello, como padres, resulta imprescindible saber que ninguna
persona es arrastrada por otra cuando los valores y principios personales en cuanto a
autoestima, carácter y personalidad se encuentran claros y fortalecidos, labor que se
debe trabajar desde pequeños.
El adolescente sin unos padres con los cuales identificarse ni un núcleo familiar esta-
ble dónde cobijarse busca en “la pandilla” o en “su banda” de amigos una nueva familia
que satisfaga sus necesidades. Para el adolescente seguro la época de estar en grupo
solo representa un momento de su evolución hacia la madurez y la autonomía. Por el
contrario, para el que presenta dificultades o carencias constituye el punto de llegada,
a partir del cual no irá mucho más lejos.
Resulta falso decir que los padres podemos ser amigos de nuestros hijos: la amistad
entre adultos y adolescentes se dificulta porque tenemos objetivos y preocupaciones
distintas. Además, hay que tener claro que nuestro rol es, ante todo, el de ser padres, lo
cual nos obliga a tomar decisiones aunque no sean populares ni bien entendidas o acep-
tadas por ellos. Debemos diferenciar entre una comunicación fluida, divertida, basada
en la confianza y el respeto en ambas direcciones, y el hecho de querer atribuirnos las
cualidades de la amistad.
Asimismo es indispensable saber que los adolescentes sienten admiración por los
adultos que se muestran coherentes con su comportamiento. Por lo tanto, el adulto
necesita cultivar su prestigio frente al hijo adolescente, pues la admiración es una vía
idónea para acercarse a él. Sin embargo, esto no es suficiente: es necesario saber adap-
tarse a su mundo y respetar su manera de ser. La clave para construir una buena rela-
ción radica en la confianza: confiar en los hijos es una condición para que confíen en
nosotros y nos hablen de sus cuestiones personales.
Como padres resulta imprescindible estar conscientes de que los amigos de nuestros
hijos pueden no gustarnos, lo cual no los convierte en malos amigos: solo son personas
que no coinciden con nosotros, pero sí con nuestros hijos. Esto no debe preocuparnos si
nos ocupamos de inculcarles valores a su debido tiempo. Es nuestro deber tomar en
cuenta la individualidad de nuestros hijos: ellos tienen el derecho de elegir a un amigo
con determinado tipo de características. Tampoco implica que no estemos pendientes
de lo que hacen, a dónde van o con quiénes se relacionan.
Si en los círculos en que se mueven nuestros hijos existen riesgos de drogas, promis-
cuidad, de fumar tabaco, consumir alcohol, para protegerlos es esencial dialogar con
ellos sobre las consecuencias de estas conductas y la importancia de saber decir no, de
modo que sean aceptados en su grupo mediante sus propias fortalezas en vez de ceder a
presiones sociales. Hay que hacerlos ver que lo mejor es prevenir y que siempre pueden
pedir ayuda en caso de padecer alguna adicción, pues será mejor entre más pronto lo
hagan.
Si en el grupo de amigos existe un clima sano, de preocupación de unos por otros
(no olvidemos que se trata de una etapa donde se empiezan a despertar los grandes
ideales, la solidaridad y la justicia social, junto con la lealtad y el compañerismo), la
adolescencia será una etapa maravillosa, de enriquecimiento personal, de la que
nuestros hijos aprenderán a salir por sí mismos para convertirse en adultos equilibra-
dos y maduros. Está claro que si los hemos educado en una serie de valores, aunque
aparentemente renieguen de ellos, los tendrán guardados en su “disco duro”. Que-
remos educar a nuestros hijos para que sean adultos con criterio, libres, capaces de
elegir lo mejor para ellos y para la sociedad. Por lo tanto, no podemos desentendernos,
pues aún no son adultos.

T ips para padres dia en acción


• Para hacer de nuestros hijos seres sociables desde la infancia, prediquemos con el
ejemplo y construyamos en casa un ambiente amigable.
• Ayudémoslos a ser personas sociables y abiertas al prestarles atención; si estamos
ocupados y nos hablan, no los ignoremos: mirémoslos a los ojos y expliquémosles que
cuando acabemos los atenderemos. Así se sentirán importantes para papá y mamá, y
por lo tanto para los demás, lo que favorecerá su socialización.
• Invitemos a sus amigos a la casa a jugar y evitemos encender la televisión; promova-
mos que jueguen juntos: compartir la diversión une mucho más que una pantalla.
• Cuando nuestro hijo pequeño tiene un amigo cuyo comportamiento no es adecuado
para nosotros, hagámosle ver la diferencia entre sus compañeros al comparar sus
comportamientos. La idea es hacerle notar que el descontento no es contra su amigo,
sino contra su conducta, lo que también lo ayudará a no imitarlo. Podemos hacerle
preguntas para que reflexione. Por ejemplo: “¿Tomarías los juguetes de tus primos sin
permiso?” o “¿Pintarías en la pared de casa de la abuela?”
• Elijamos desde que son pequeños, y en la medida de nuestras posibilidades, el entor-
no donde harán amigos: escuela, deportivo, vecindario.
• Fomentemos que desde pequeños practiquen algún deporte que los apasione; ade-
más de fomentar lazos de amistad, esto favorece una vida sana, el compromiso
y la disciplina.
• Con los adolescentes nuestra actitud debe ser de calma, paciencia y sentido común,
sin que perdamos el sentido del humor. Recordemos nuestra propia adolescencia: lo
difícil que fue vivir esa época, las crisis internas y la ambigüedad respecto a lo que
nuestros padres decían y lo que el grupo hacía.
Textos Temáticos

• Pasemos tiempo en familia, por ejemplo en actividades al aire libre que incluyan algún
tipo de deporte y esparcimiento. Negociemos esos momentos sin amigos de por me-
dio, pues en compañía de otros será imposible compartir la intimidad del adolescente.
• No critiquemos a sus amigos, porque esto nos puede llevar a un enfrentamiento y a un
motivo de distanciamiento. Mejor reflexionemos con ellos si es que existen actitudes o
conductas que nos preocupan.
• Promovamos que sus amigos vengan a casa. De ese modo tendremos la oportunidad
de conocerlos, además de ofrecerles un lugar seguro para estar, divertirse, platicar o
ver una película.
• Hablemos mucho con ellos y observémoslos. Estemos siempre pendientes sin ser per-
secutorios. Mantengamos viva la comunicación al fomentarla de manera constante.
Para ello, y a pesar del cambio de actitud que manifiesten nuestros hijos, es importan-
te que:
• Mostremos una actitud de comprensión y afecto hacia ellos, pues a pesar de los cam-
bios siguen necesitando de nosotros.
• Evitemos juzgarlos, ya que ello romperá la comunicación.
• Demostremos una sincera preocupación por lo que les sucede.
• Valoremos y reconozcamos de manera auténtica sus capacidades, habilidades
y aptitudes.
• Ofrezcamos información indispensable y clara para que diferencien las diversas si-
tuaciones que se presenten.
• Manifestemos nuestro apoyo incondicional en situaciones difíciles, a fin de que se-
pan que pase lo que pase pueden confiar en nosotros.
• Compartamos tiempo, experiencias y charlas con ellos sobre nuestras propias
preocupaciones.
• Fijemos límites al dialogar y establecer con ellos acuerdos y consecuencias respecto
a sus actividades y horarios.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
COMPRADORA DE Duane Hanson
1970
SUPERMERCADO Escultura en fibra de vidrio
Planeación
TextosdeTemáticos
la sesión

87

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Quién es el personaje? ¿Cómo es? ¿Cómo se siente?
TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
Salud y autocuidado Consumismo y conductas adictivas El trabajo del ama de casa

PREGUNTA PARA INTRODUCIR PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTA PARA ENTRAR


EL TEMA: Y ANALIZAR CONCEPTOS: AL TEMA:
• ¿Qué hay en el carrito? • ¿Qué es el consumismo? • ¿En qué consiste el trabajo del
ama de casa?
PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTA PARA CUESTIONAR
Y ANALIZAR CONCEPTOS: Y PROBLEMATIZAR: PREGUNTAS PARA RELACIONAR
• ¿Qué significa comer sanamente? • ¿Qué relación existe entre el EL TEMA CON LA PROPIA
consumismo y las adicciones? EXPERIENCIA:
PREGUNTAS PARA BUSCAR • ¿Cuál es el horario laboral de un
CAUSAS Y EFECTOS: PREGUNTA PARA DEFINIR ama de casa?
• ¿Qué efectos tiene en nuestra Y ANALIZAR CONCEPTOS: • ¿Por qué este trabajo es
salud lo que comemos (en nuestro • ¿Qué es una conducta compulsiva importante?
bienestar, nuestro estado de o adictiva?
ánimo, nuestra energía)? PREGUNTAS PARA CUESTIONAR
• ¿De qué nos podemos enfermar PREGUNTA PARA BUSCAR Y PROBLEMATIZAR:
si no comemos de manera CAUSAS Y EFECTOS: • ¿Por qué creen que no es un
sana (trastornos alimenticios, • ¿Cuáles serían sus causas? trabajo valorado?
desnutrición, obesidad, diabetes, • ¿Cuánto aporta económicamente
colesterol)? PREGUNTA PARA RELACIONAR al hogar el trabajo del ama de
EL TEMA CON LA PROPIA casa?
PREGUNTAS PARA DEFINIR EXPERIENCIA:
PREGUNTA PARA BUSCAR
Y ANALIZAR CONCEPTOS: • ¿Qué conductas adictivas son
CAUSAS Y EFECTOS:
• ¿Qué significa estar sano? las más frecuentes en nuestra
• ¿Qué nos aporta como personas
• ¿Qué es el autocuidado? sociedad?
la oportunidad de “servir”? (La
intención con esta pregunta es
PREGUNTA PARA CUESTIONAR PREGUNTA PARA CUESTIONAR Y
dignificar el trabajo en casa.)
Y PROBLEMATIZAR: PROBLEMATIZAR:
• ¿La salud solo se refiere al • ¿Qué podríamos hacer para PREGUNTA DE RELACIÓN CON
aspecto físico? ayudar a nuestros hijos a LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y
desarrollar su pensamiento FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
PREGUNTA PARA GENERAR crítico en la sociedad de consumo • ¿Qué tareas realizan sus hijos en
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: donde vivimos? casa para cooperar con la familia
• ¿Cómo crear hábitos de salud y y cómo se los reconocen?
autocuidado en nuestros hijos?
PREGUNTAS PARA GENERAR
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Cómo desarrollar en los niños su
capacidad innata de servicio?
• ¿Cómo conectar a los niños con el
sentimiento de ser útil?
Salud y autocuidado
La salud (del latín salus, -utis) es el estado de completo bienestar físico, mental y social;
es decir, no solo la ausencia de enfermedad o dolencia, con lo que el concepto se amplía
de la siguiente manera: “Salud es el estado de adaptación de un individuo al medio
donde se encuentra”.
El autocuidado se define como el conjunto de acciones intencionadas que realiza la
persona para controlar los factores internos o externos, los cuales pueden comprome-
ter su vida y desarrollo posterior. Por tanto, es una conducta que realiza o debería rea-
lizar la persona para sí misma.
En la antigua Grecia existía una visión integral de la salud, que consideraba el aspec-
to físico, el mental y el espiritual. No obstante que esta cultura es considerada como la
cuna de la civilización occidental, en la actualidad hemos descuidado este equilibrio.
Todos poseemos la capacidad de cuidarnos para estar sanos en los aspectos físico y
mental. Este autocuidado lo aprendemos a lo largo de la vida, sobre todo mediante la
comunicación que se establece en las relaciones interpersonales. Por esta razón no es
extraño reconocer en nosotros mismos prácticas de autocuidado aprendidas en el seno
familiar, en la escuela y con las amistades.

Existen cuatro factores que influyen en la salud física:


• Biología humana. Se refiere a las características genéticas heredadas.
• Ambiente. Son los factores externos sobre los cuales no tenemos control, como el aire
contaminado.
• Ambiente doméstico. Son factores externos sobre los cuales sí tenemos un control,
como la higiene.
• Forma de vida saludable. Incluye tres elementos:
• Mantener una dieta equilibrada con todo tipo de nutrientes.
• Hacer ejercicio físico.
• Eliminar los hábitos tóxicos, como el tabaquismo y el alcohol.

En lo que se refiere a la salud mental, es necesario lo siguiente:


• Realizar actividades y proyectos que permitan ejercer nuestras facultades intelectua-
les y resulten interesantes no solo en el ámbito laboral, sino también en lo cotidiano.
• Tener un equilibrio entre actividad y descanso.
• Contar con espacios de recreación y contacto social.
• Encontrar el equilibrio entre espacios de comunicación social y de soledad.

Nuestras prácticas de autocuidado se relacionan con nuestra educación y la informa-


ción de que disponemos, aunque existen otros factores, algunos de ellos externos, como
la cultura, el género, la ciencia y tecnología, además de los aspectos físico, económico,
político y social. Por su parte, los aspectos internos se refieren a las actitudes, los há-
Textos Temáticos

bitos y la voluntad. Acaso este último sea el más importante, pues en las conductas
encaminadas a nuestro autocuidado, como alimentarse en forma adecuada, realizar
actividades físicas para estar en forma o tomar suficiente agua la voluntad resulta
imprescindible.

Alimentación y nutrición
Como ya se mencionó, un aspecto fundamental en nuestra salud es la alimentación, ya
que todo lo que comemos afecta el funcionamiento de nuestro cuerpo, mente y emocio-
nes. La nutrición es la base de nuestro bienestar y desarrollo. Para mantenernos sanos
requerimos comer igualmente en forma sana. Recordemos que en México la obesidad
entre niños y adultos, causada por una alimentación inadecuada y la falta de ejercicio,
es un problema de salud pública, con consecuencias graves como enfermedades car-
diovasculares y diabetes.
Los niños son en especial sensibles a los alimentos, y su desarrollo depende en gran
parte de la alimentación que les damos. Su salud física, su comportamiento, sus emo-
ciones, la manera como se comportan en casa y en la escuela y su aprovechamiento
académico dependen de ello.
Los productores de alimentos procesados, rápidos y fáciles de preparar, nos bombar-
dean para comprar sus productos, cuya venta los beneficia más a ellos que a nuestra
salud y al desarrollo de nuestros hijos.
Este tipo de alimentos, conocidos como comida “chatarra”, contiene por lo general
altos niveles de grasas, sal, azúcar y condimentos que estimulan el apetito y la sed,
además de numerosos aditivos químicos, como el glutamato monosódico (potenciador
del sabor) o la tartracina (colorante alimentario), sustancias que afectan el funciona-
miento del cerebro y las emociones.

Consecuencias de la comida chatarra:


• Las grasas contenidas en alimentos como las hamburguesas, papas fritas, embutidos
y helados se acumulan en el interior de las arterias y bloquean la circulación (coles-
terol), por lo que ocasionan un aumento en la presión arterial y elevan el riesgo de
problemas cardiovasculares.
• La sal, que se encuentra en cantidades generosas en estos alimentos para aumentar
su sabor y alcance comercial, propicia la retención de líquidos al aumentar la cantidad
de sodio en la sangre, así como la presión arterial, con lo que se sobrecargan los riño-
nes y se intoxica al cuerpo, pues éstos no excretan todo el excedente.
• El azúcar se almacena en el hígado como glucosa y sirve como fuente de energía. Lo
que no puede almacenar se va a la sangre en forma de ácidos grasos, que se acumulan
en los tejidos, sobre todo alrededor de la cintura, por lo que eventualmente producen
obesidad. El azúcar también interfiere con la absorción de calcio, produce caries y
aumenta el riesgo de osteoporosis y diabetes.
• Los aditivos como preservativos, suavizantes y colorantes ayudan a conservar la comi-
da y le dan una apariencia más llamativa. Existe mucha evidencia clínica de que estos
productos intoxican al hígado y a los riñones; con frecuencia alteran el sistema nervio-
so central al producir hiperactividad, falta de atención y concentración, nerviosismo,
impulsividad, insomnio y problemas de aprendizaje.

El mito de la leche
La leche es la vaca sagrada de la alimentación. Desde chicos se nos enseña que fortalece
los huesos y favorece el crecimiento porque contiene calcio, proteína y vitamina D. Sin
embargo, en algunos casos la leche de animales es difícil de digerir porque contiene lac-
tosa (azúcar) y caseína (proteína). Algunos niños no producen suficiente lactasa, la enzi-
ma que digiere la lactosa. Tampoco se nos dice que la caseína se agruma en el estómago y
se adhiere a las paredes de los intestinos y dificulta la absorción de los alimentos. A la
larga, esto puede producir alergias, mucosidad y problemas respiratorios.

T ips para padres dia en acción


• Enseñemos a nuestros hijos a cuidarse a sí mismos, a ser capaces de reconocer lo que
les hace daño y aquello que los beneficia no solo en el aspecto físico, sino también en
el mental y espiritual.
• Cuidemos que haya un equilibrio entre sus actividades y sus horas de descanso.
• Fomentemos que desarrollen hábitos de higiene.
• Propiciemos espacios cotidianos de ejercicio y actividad física para que lo conviertan
en un hábito.
• Promovamos su salud mental: que realicen actividades intelectuales interesantes
(juegos de mesa, lectura, actividades artísticas); cultivemos sus pasatiempos y procu-
remos que gocen de momentos de recreación con niños de su edad.
• Cuidemos que los espacios que habitamos estén ventilados, libres de humo de tabaco,
con suficiente luz natural.
• Busquemos oportunidades para entrar en contacto con la naturaleza, en convivencia
familiar tranquila, sana y afectiva: paseos, caminatas por el bosque, días de campo,
entre otras.

En cuanto a la alimentación:
• Establezcamos horarios de comidas y procuremos que al menos una de las tres comi-
das diarias sea un momento de convivencia familiar, sin presiones, que permita a los
integrantes comentar y compartir experiencias en forma armónica y espontánea.
• Respetemos la demanda de apetito al motivar a los niños a comer, aunque sea poco pero
con gusto, al disfrutar los alimentos y el momento de compartirlos. Recordemos que la
cantidad es decisión de cada niño, mientras que la calidad es nuestra responsabilidad.
• Proporcionemos raciones pequeñas, adecuadas a la edad. Esto dará a los niños la sa-
tisfacción de ver que terminaron su porción. Con este fin, utilice platos pequeños.
• Enseñemos a nuestros hijos a comer sano desde pequeños. Como padres, nosotros y
nadie más somos los que educamos el paladar de nuestros hijos.
• Procuremos abastecer nuestra despensa y el refrigerador con alimentos nutritivos,
Textos Temáticos

frescos y de preferencia orgánicos, con fibra, y evitemos alimentos procesados y la


comida chatarra. En la medida de lo posible, procuremos que la comida no venga en
sobres, cajas, latas y botellas (entre menos empaques tengan los alimentos, mejor).
• Cuidemos el tipo de postre que ofrecemos a nuestros hijos, al revisar que no tenga un
alto contenido de azúcar ni de grasa; una fruta puede ser una buena alternativa. El
mejor momento es una vez que han digerido la comida, ya que los postres contienen
azúcar y ésta interfiere con la digestión de las proteínas y los carbohidratos.
• En caso de alergias o intolerancia a la lactosa, sustituyamos la leche de vaca por leche
de arroz, soya o almendra, con un poco de extracto de vainilla natural y miel de abeja.
• Con nuestro ejemplo fomentamos los hábitos de cortesía que deseamos que los niños
adquieran durante la comida, por lo que es importante que no interrumpamos en for-
ma constante el flujo de la conversación por estarlos corrigiendo.
• Evitemos comer frente al televisor, pues se corta la posibilidad de comunicarse y se
propicia una alimentación mecánica, en la que se pierde el contacto con el apetito, así
como el goce y disfrute de los sabores.

La salud es principalmente una medida de la capacidad de cada persona de hacer


o de convertirse en lo que quiere ser.
RENÉ DUBOS

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Consumismo y conductas adictivas
El mundo moderno nos ha llevado a perder el contacto con nosotros mismos. Nuestra
vida en las grandes ciudades se ha vuelto rutinaria, llena de actividades. Son pocas las
personas que encuentran una satisfacción profunda en lo que hacen y en su propia for-
ma de vida. Por lo general, los empleos se buscan pensando en la remuneración econó-
mica, y solo algunos afortunados disfrutan y encuentran sentido a la vida con el trabajo
que realizan.
Tal estilo de vida provoca rutinas enajenantes: no desayunar o hacerlo con rapidez,
tráfico estresante, llegar de prisa al trabajo, comer alimentos por lo general poco nu-
tritivos, correr de nuevo al trabajo y después, ya en casa, consumir de manera pasiva
programas de televisión o conectarse a la computadora en una actitud evasiva. Muchas
personas no saben estar solas y en silencio, y tampoco tienen la capacidad de entablar
una comunicación profunda con los demás miembros de la familia. Por supuesto, los
niños también se encuentran inmersos en esta dinámica.
La mecanización de las rutinas, el exceso de actividades y de trabajo, el poco tiem-
po para pensar, sentir y disfrutar del momento presente han cambiado los valores y
provocado una sensación de vacío existencial que se compensa mediante un consu-
mismo compulsivo que abarca objetos, comidas, tabaco e incluso alcohol y drogas, o
un consumismo intelectual por medio de cursos, clases, entre otras actividades. La
concepción actual de la vida se basa en hacer y t ener con la ilusión de llegar a ser, en
vez de primero ser, después hacer y por último t ener.
Esta actitud de vida no solo ocurre entre semana, pues también en los días de descan-
so y las vacaciones las actividades se encuentran motivadas por la necesidad de acepta-
ción y pertenencia de acuerdo con los valores de la sociedad de consumo. Hay familias
que pasan un domingo completo en el centro comercial o eligen sus vacaciones en un
hotel de moda en la playa, con música a todo volumen que ni siquiera permite escuchar
el sonido del mar. En muchas ocasiones estamos en familia o rodeados de personas sin
establecer una comunicación profunda, sino “unidos” por estereotipos: estilos de ropa,
marcas, lugares de moda donde nos reunimos, pertenencias, coches, etc. Pareciera que
las personas no valen por sí mismas, sino por lo que tienen o hacen.
Actitudes y valores como éstos no solo se dan entre personas con un alto poder adqui-
sitivo. Cada quien, en la medida de sus posibilidades, lucha por obtener los objetos que,
en teoría, le permitirán ser más aceptado, admirado, querido, respetado, poderoso.
Lo anterior ha generado una desconexión interior y una sensación de vacío, pues
los seres humanos necesitamos un contacto más auténtico con nosotros mismos y los
demás. Comprar objetos provee una satisfacción momentánea, una falsa autoestima,
hasta que vuelve la sensación de angustia y falta de sentido, junto con la tendencia a
comprar de nuevo, de modo que el círculo vicioso continúa. En Oriente se dice que “lle-
nar la necesidad de amor con objetos es como saciar la sed con agua de mar: entre más
Textos Temáticos

bebes, más sed te da”.


La búsqueda de confort inmediato, el esfuerzo nulo y el miedo a enfrentar el dolor
nos lleva a evadirnos de sentir, pensar y enfrentar los problemas de la vida. La incapaci-
dad de esperar para lograr lo que se desea nos puede llevar a recurrir a cualquier medio
para conseguirlo: corromper, robar e incluso matar, pues el valor de nuestra sociedad
radica en tener.
Asimismo algunos se evaden al consumir sustancias que proveen un placer momen-
táneo pero dañan la salud, como el exceso de comida, los ansiolíticos, los antidepresi-
vos, las bebidas alcohólicas y las drogas, cuyo consumo se ha convertido en un proble-
ma social de gravedad.
Esta búsqueda por el placer fácil en la sociedad del “úsese y tírese” nos ha llevado a
consumir toda clase de objetos a veces inútiles, a desecharlos y a comprar nuevos, con
lo que también se originan serios problemas ambientales, en vista de la basura que
generamos y la sobreexplotación de los recursos naturales.

T ips para padres dia en acción


¿Cómo ayudar a nuestros hijos a desarrollar un pensamiento crítico ante el embate de
la publicidad y la presión social para consumir en forma compulsiva?
• Un factor muy importante es ayudarlos a desarrollar un pensamiento crítico como
consumidores. Por ejemplo, ante un anuncio publicitario, podemos preguntarles: “¿Tú
crees que eso que dicen es cierto?¿Piensas que esa camisa es mejor por la marca?
Asimismo, enseñémosles a revisar la información nutricional de los alimentos antes
de comprarlos, para que elijan los que contengan la menor cantidad de químicos, azú-
cares y conservadores posible.
• Para protegerlos del consumo excesivo y del uso de alcohol y drogas, podemos actuar
de diferentes maneras:
• Fortalezcamos su voluntad y la construcción de una autoestima sólida:
- Ayudemos a los niños a realizar actividades que les interesen y les den satisfacción.
Por ejemplo, en vez de solo ver televisión, que también dibujen, ayuden a cocinar
y a reparar objetos. Esto les permitirá desarrollar la autonomía y su autoestima al
descubrir de lo que son capaces.
- Que aprendan a esperar, a esforzarse y concluir lo que empiezan. Esto desarrolla-
rá su capacidad de tolerar la demora, así como su voluntad y perseverancia.
- Ayudémoslos a buscar oportunidades y a construir experiencias que amplíen su
campo de necesidades materiales y consumistas: amistad, creatividad, arte, capa-
cidad de servicio, naturaleza, conocimiento.
- Dejémoslos aburrirse un rato, pues a partir de no saber qué hacer inventarán sus
propios juegos, con lo que desarrollarán la creatividad y aprenderán a solucionar
problemas por sí mismos.
- No propiciemos la actitud de “diviérteme”, “ya lo vi”, “dame”, “cómprame”, pues
esto acarrea poca tolerancia a la frustración y pasividad ante las dificultades que se
les presentan.
• Enseñemos a nuestros hijos a ser consumidores reflexivos y responsables:
- No los premiemos con dulces ni objetos. Mejor pasemos un rato jugando con ellos o
haciendo algo que les guste.
- No atiborremos sus recámaras de juguetes y objetos inútiles, pues además de
propiciar el consumismo perderán el interés, ya que no apreciarán el valor de las
cosas. Además, se dificultará mantener el orden, lo cual incluso puede provocar
problemas de atención.
- Si tienen muchos juguetes y ropa que ya no les queda, invitémoslos a escoger lo
que necesitan e invitémoslos a donar lo demás.
- Cuando compremos, no lo hagamos por impulso. Pensemos: “¿Realmente lo nece-
sito?” Nuestra forma de comprar y ser consumidores enseñará a los niños a actuar
igual, pues somos sus modelos.
- Al adquirir algo para ellos, busquemos que en realidad ayude a los niños a desa-
rrollarse, sin ceder a las presiones de la moda y la publicidad, y expliquémosles las
razones.
- Enseñémosles a ahorrar, a que junten dinero para que después escojan con mayor
conciencia lo que en realidad desean. Esto les brindará la oportunidad de darse
cuenta del valor del dinero y de aprender a postergar la satisfacción de sus deseos.
Incluso si pierden o descomponen algo es deseable que recurran a sus ahorros para
reponerlo.
- Que reutilicen lo que sea posible renovar y que participen en su arreglo.
- Llevémoslos al campo para que entren en contacto con la naturaleza y descubran
cómo pueden divertirse en lugares que no están de moda, sin objetos superfluos y
con poco dinero.
• Ante la gran y variada oferta que existe hoy en día para los niños (objetos, juguetes,
accesorios, ropa, actividades, lugares de entretenimiento, estimulación temprana,
clases, cursos, etc.), como padres somos susceptibles de crearnos la necesidad de
adquirir muchas cosas para ellos, de ir a todos los lugares y de que sean buenos en
todo: música, pintura, futbol, karate, danza, entre otras actividades. De esta manera
también caemos en un consumismo, al convertirlos a ellos mismos en objetos de con-
sumo, con la idea de que solo así tendrán valor entre la sociedad. El problema no son
los objetos en sí, sino cómo nos relacionamos con ellos. Debemos ejercitar en nosotros
mismos el pensamiento crítico, saber elegir analizando los pros y contras de aquello
que consumiremos, sin dejarnos llevar por la presión social.
Textos Temáticos

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
El trabajo del ama de casa
Durante muchos años se ha entablado una lucha incesante para que la mujer se incor-
pore al mundo laboral. Sin embargo, son muchas las que han elegido trabajar exclusi-
vamente en las tareas domésticas y la atención de la familia. Incluso algunas han re-
nunciado a un trabajo profesional remunerado para dedicarse al hogar. Las actividades
que realizan son muchas y con un horario muy extenso, pero lo más importante es lo
concerniente a la educación y atención de los hijos.
Las amas de casa son el colectivo profesional más numeroso de todo el mundo. Su
trabajo, silencioso y silenciado, las mantiene ocupadas casi todo el día, al realizar las
siguientes funciones: maestra de guardería, conductora, ama de llaves, cocinera, con-
sejera, delegada, enfermera y trabajadora de mantenimiento general. Las tareas que
realizan son diversas y exigen diferentes habilidades:
• Ocuparse de la casa. Tender las camas, barrer y trapear el piso, limpiar el polvo, or-
denar los espacios, hacer las compras y acomodarlas en el refrigerador y las alacenas,
preparar la comida, poner y quitar la mesa, lavar los trastes, lavar, tender y planchar
la ropa, coser, cuidar las plantas, atender a las mascotas, sacar la basura, entre mu-
chas otras actividades que nunca terminan, pues una vez logrado el orden y la limpie-
za, los hijos llegan a casa para revolver lo que poco antes ellas habían ordenado, por
lo que el resultado de su trabajo respecto a la limpieza y el orden suele ser muy breve,
frustrante y poco reconocido.
• Cuidado de los otros. Asear a los niños, apoyarlos en las tareas escolares, jugar con
ellos, desempeñarse como sus profesoras y psicólogas ante sus continuas demandas
de ayuda, así como atender, por ejemplo, a los abuelos o a los propios niños cuando
están enfermos.
• Llevar y traer. Conducir a los hijos a la escuela y recogerlos, así como a consultas mé-
dicas, actividades extraescolares (cuando las tienen), el parque, fiestas u otras activi-
dades recreativas.
• Gestiones fuera de casa. Idas al banco o a realizar trámites, asistencia a reuniones de
vecinos y escolares.
Se trata de un trabajo sin horario, desde el momento de levantarse hasta el de acostarse.
El descanso llega un par de horas antes de dormir, si es que se organizan bien. En las
noches, cuando hay bebé, trabajan horas extra, pues éste llora o hay que darle el pecho
o el biberón, cambiarle el pañal o atenderlo si se enferma.
¿Y todo este trabajo a cambio de qué? Amor, afecto, alguna que otra sonrisa agrade-
cida, pero en muchos casos de la más absoluta indiferencia del marido y los hijos, sin
contar con aquellos casos de maltrato físico o psicológico.
Cabe mencionar que en la actualidad, en algunas familias, el trabajo de las tareas
domésticas y el cuidado de los hijos empieza a repartirse entre el hombre y la mujer.
También hay casos de parejas en los que ambos miembros salen a trabajar fuera, y los
Textos Temáticos

de madres solteras que realizan ambas labores.


Por supuesto, un progenitor que se queda en casa no suele recibir remuneración ni
trabajar las típicas horas de oficina. Se calcula que el horario promedio de trabajo en
casa es de cien horas semanales, correspondientes a 14 horas diarias. “La importancia
de este cálculo o estimación es llamar la atención sobre el hecho de que ser una madre
en casa no es la opción más fácil, no es la salida de la mujer del campo laboral y no es
un trabajo sin valor”, ha expresado Bill Coleman, vicepresidente de recompensas de
Salary.com. “Hay mucho valor ahí y algunos dirían que incluso no tiene precio.”
La mujer tiene derecho a trabajar fuera de casa y a ser autosuficiente en el aspecto
monetario, pero también a ser madre, educar a sus hijos, conducir una familia y al mis-
mo tiempo sentirse compensada en lo emocional y lo económico. Las administraciones
están obligadas a atender esas demandas y a crear las condiciones que lo hagan posi-
ble. Se trata de uno de los desafíos para los Estados en el siglo xxi.

T ips para padres dia en acción


• Nuestro trabajo como madres es procurar el bienestar de nuestra familia, al crear
un ambiente familiar acogedor y estar presentes. Cobremos conciencia y valoremos
nosotras mismas la importancia y trascendencia de este trabajo, cuya misión es darse
a los demás para contribuir de manera eficaz al bien familiar, así como al bien social.
• No debemos permitir que la sociedad discrimine el trabajo del hogar. Para evitarlo
es imprescindible que no nos avergoncemos de él y lo honremos y dignifiquemos al
promover y reconocer su importancia.
• Revaloremos la palabra “servicio”, la cual no significa servilismo, sino dar y hacer lo
que nos corresponde como padres y que nuestros hijos aún no son capaces de hacer
por sí mismos. También se trata de generar el espacio para que aprendan a agradecer,
a dar, corresponder y descubrir el goce de ser útiles y ayudar a los demás.
• Reflexionemos en la siguiente pregunta: “¿Qué es ser una buena mamá?” No con-
siste en hacer todo por los demás. Ser una buena mamá es dar contención y seguri-
dad emocional, hacer sentir a nuestros hijos seguros y protegidos, al permitirles que
descubran su capacidad de ser y valerse por sí mismos. • Dividamos las tareas
del hogar. Acordemos con nuestra pareja la manera de repartir las actividades. Si am-
bos trabajamos, revisemos los horarios, habilidades e incluso nuestros intereses para
decidir con qué colabora cada uno.
• Incluyamos a nuestros hijos. Organicemos “un trabajo en equipo” donde todos los in-
tegrantes de la familia participen en diversas tareas. Incluso es posible elaborar un
calendario en un pizarrón o cartulina con los días de la semana y las actividades, en el
que se indique la frecuencia y los responsables. Tomemos en cuenta la edad de nues-
tros hijos para decidir en qué colaborará cada uno.
• Involucremos a nuestros hijos en las tareas domésticas de manera que las hagan con
gusto y orgullo: poner la mesa, levantar los juguetes, depositar la ropa sucia en el
cesto, acomodar la ropa limpia en los cajones y el clóset, tender la cama, cooperar en
la preparación de la comida, sacar la basura, alimentar a la mascota, entre otras. Esto
fomentará su gozo de sentirse útiles, y mediante su propia experiencia valorarán el
trabajo en casa.

Resulta evidente que hay tareas en las que el ama de casa puede ser sustituida o tener
ayuda, pero en lo que se refiere a la educación de los hijos los padres deben encargarse
de ello. Debemos tener en cuenta que es en el seno de la familia donde los hijos forma-
rán su personalidad y donde el comportamiento y la conducta de los padres les servirá
como modelo a seguir.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

SIN TÍTULO Diane Arbus


Ca. 1965
Fotografía en blanco y negro
Planeación de la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Quiénes son? ¿Qué relación hay entre ellos? ¿Dónde están? ¿Cómo es el lugar?
TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
El abandono físico, emocional Alcoholismo y adicciones Los valores en la construcción
y espiritual de la persona

PREGUNTA PARA INTRODUCIR PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTAS PARA BUSCAR


EL TEMA: Y ANALIZAR CONCEPTOS: CAUSAS Y EFECTOS:
• ¿Qué les provoca esta • ¿Qué es una adicción? • ¿Cuáles son las causas de la
imagen? descomposición social que
PREGUNTA PARA BUSCAR estamos viviendo?
PREGUNTAS PARA BUSCAR CAUSAS Y EFECTOS: • ¿Qué factores influyen para que
CAUSAS Y EFECTOS: • ¿Cuál es el origen de las una persona se haga delincuente?
• ¿Qué creen que los llevó a esta adicciones (incluyendo el
situación? alcoholismo)? PREGUNTA PARA DEFINIR
• ¿Cuáles son las causas para que Y ANALIZAR CONCEPTOS:
nos abandonemos a nosotros PREGUNTA PARA RELACIONAR • ¿Qué es un valor?
mismos (en los ámbitos físico, EL TEMA CON LA PROPIA
emocional EXPERIENCIA: PREGUNTA PARA RELACIONAR
y espiritual)? • ¿Cómo podemos identificar EL TEMA CON LA PROPIA
• ¿Cuáles son las consecuencias? señales de alarma en nosotros EXPERIENCIA:
• ¿Qué efecto tendrá este mismos o en algún familiar? • ¿Qué valores hacen falta en
abandono en nuestros hijos? nuestra sociedad actual?
PREGUNTAS PARA GENERAR
PREGUNTA PARA DEFINIR ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: PREGUNTAS PARA CUESTIONAR
Y ANALIZAR CONCEPTOS: • ¿Qué haríamos para prevenir Y PROBLEMATIZAR:
• ¿Qué es la resiliencia? las adicciones? • ¿Dónde se forjan los valores?
• ¿Qué debemos hacer en caso de • ¿Nuestras conductas en realidad
PREGUNTAS PARA GENERAR que nosotros o alguien de nuestra son congruentes con lo que
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: familia sea adicto o alcohólico? decimos que son nuestros
• ¿Cómo podemos ayudar a los • ¿Cuáles son los ingredientes valores?
niños a que desarrollen su fuerza básicos para que un niño se
interna? defienda de las adicciones? PREGUNTA PARA GENERAR
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Cómo podemos ser congruentes
con nuestros valores?
• ¿Cómo podemos educar a
nuestros hijos en valores?
Textos Temáticos

El abandono físico, emocional y espiritual


Los sentimientos de dolor que se guardan, acumulan y ocultan a lo largo de la vida sue-
len convertirse en enojo e ira reprimidos, que con el tiempo se revierten contra uno
mismo y se manifiestan en conductas autodestructivas. Por ejemplo: entablar relacio-
nes dañinas, comer de manera compulsiva, aislarse de la sociedad, padecer periodos
depresivos, consumir sustancias adictivas y, por supuesto, el autoabandono, que es la
incapacidad de proveerse cuidados propios y la falta de amor a uno mismo. Puede haber,
entonces, abandono de uno mismo en las escalas física, emocional y espiritual. Algunos
ejemplos son los siguientes:

Abandono físico
• Descuido en la higiene y el arreglo personal.
• Dificultad para mantener orden y limpieza en el hogar.
• Comer de manera cotidiana comida con bajo contenido nutricional, procesada y dañina.
• Llevar una vida sedentaria.
Abandono emocional
• No escuchar o negar las propias emociones y resistirse a manejarlas en forma adecuada.
• Ausencia de proyectos personales.
• Apatía y falta de motivación.
• Falta de interés y de entusiasmo.
• Aislamiento.
Abandono espiritual
• Insensibilidad.
• Desconexión con el mundo interno.
• Pérdida de fe y esperanza en la vida.

El dolor es parte de la vida misma. Por lo tanto, no podemos evitar enfrentarnos de ma-
nera cotidiana a situaciones dolorosas. Lo que sí podemos hacer es desarrollar los recur-
sos para aceptarlo, enfrentarlo, sanarlo y evitar que éste se acumule y le abra las puertas
al abandono. Si partimos de la premisa de que en muchas ocasiones éste resulta inevi-
table, podemos cambiar nuestra actitud sin resistirnos a él, al dejarlo que ocurra para
que, una vez que se ha ido, aprender las enseñanzas que nos deja. Esto, en definitiva,
nos hará más fuertes.
Una manera de enfrentar el dolor consiste en desarrollar nuestra capacidad de resi-
liencia, la cual es una fuerza interna, un conjunto de atributos y habilidades innatas para
afrontar las adversidades de la vida, como pérdidas, factores estresantes y situaciones
riesgosas. Es también la aptitud de reaccionar en forma positiva a pesar de las dificulta-
des y la posibilidad de construir y reconstruir, de conservar la calma en medio del caos.
No implica sólo sobrevivir a pesar de todo, sino contar con la capacidad de aprovechar las
experiencias adquiridas de las situaciones adversas para proyectar el futuro.
Existen siete factores que caracterizan a las personas resilientes:39
1. Introspección: capacidad de examinarse internamente, plantearse preguntas y dar-
se respuestas honestas.
2. Independencia: capacidad de mantener distancia física y emocional respecto a los
problemas sin aislarse.
3. Interacción: capacidad de establecer lazos íntimos y satisfactorios con otras personas.
4. Iniciativa: capacidad de hacerse cargo de los problemas y ejercer control sobre ellos.
5. Creatividad: capacidad de resolver, planear, crear un orden y armonía en situacio-
nes adversas.
6. Sentido del humor: predisposición del espíritu a la alegría; permite alejarse del foco
de tensión; relativizar, es decir, dar menos importancia a un asunto al relacionarlo
con otros aspectos, y positivizar, que se refiere a ver la parte positiva de las dificul-
tades y crisis.
7. Conciencia moral: abarca la gama de valores internalizados por cada persona.

La resiliencia es una capacidad que se puede fomentar en los niños mediante la estimu-
lación y el trabajo en las áreas afectiva, cognitiva y conductual, con base en la edad y el
nivel de comprensión de aquellas situaciones cotidianas que pueden ser aprovechadas
como oportunidades de aprendizaje. El momento oportuno para activar y desarrollar
este potencial es el periodo que abarca desde el nacimiento hasta la adolescencia.
En condiciones de crisis las familias se reestructuran, se cohesionan para mantener-
se y resistir la tormenta, aun cuando no sepan cuánto tiempo durará. Para lograrlo es
necesario contar con fortalezas y recursos tanto internos como externos a fin de evitar
ser vulnerables e impedir que la crisis adquiera una mayor dimensión. Así, una vez su-
perada, enfrentarán una reestructuración del sistema, saldrán fortalecidos y la trans-
formarán en elemento de cambio y crecimiento personal y familiar.

T ips para padres dia en acción


• Validemos las emociones de nuestros hijos al darles su lugar, ayudarlos a reconocer-
las, nombrarlas y manejarlas en forma adecuada.
• Cuando nuestros hijos pasen por una situación dolorosa, démosles el espacio para
hablar de ella, escuchémoslos y ayudémoslos a que ellos mismos busquen y encuen-
tren sus propios recursos para manejarlas y hagámosles ver que el dolor, aunque sea
intenso, resulta pasajero.
• Enseñémoslos a quererse a sí mismos y a cuidarse sin abandonarse. Fomentemos
hábitos de arreglo personal e higiene, costumbres alimenticias sanas, a que sean
ordenados, y establezcamos rutinas y horarios de comida, para dormir, para jugar,
entre otros.
• Inculquemos en nuestros hijos el hábito del ejercicio físico al integrarlos en la activi-
dad deportiva que disfruten.

39
Elba Gerber, ”Qué es la resiliencia”.
Textos Temáticos

• Fomentemos sus relaciones sociales: que tengan amigos, realicen actividades con
ellos y asistan a fiestas. Enseñémosles el valor de la amistad para que aprendan a cui-
dar y conservar sus relaciones.
• Ayudémoslos a construir proyectos personales que generen su entusiasmo, gozo
y pasión.
• Fomentemos en ellos la sensibilidad, al propiciar experiencias en las que desarrollen
y hagan conciencia de su percepción mediante los cinco sentidos (vista, oído, olfato,
tacto y gusto). Despertemos en ellos su amor por el entorno, en busca de experiencias
de contacto con la naturaleza.
• Modelemos una actitud optimista y positiva ante la vida para cultivar su fe y espe-
ranza; mantengamos el buen humor y, si no lo hemos desarrollado, empecemos por
aprender a reírnos de nosotros mismos.
• Ayudémoslos a que aprendan de sus propios errores y fomentemos que los reconoz-
can al recordarles que es de humanos equivocarse, para asimismo rescatar las ense-
ñanzas que les dejan.
• Mantengamos reglas y normas claras para fortalecer su disciplina y voluntad.
• Modelemos con nuestro ejemplo el apoyo entre los miembros de la familia, al hacerlos
sentir que pertenecen a un núcleo fuerte y unido que en los momentos difíciles brinda
apoyo y contención.
• Propiciemos momentos de felicidad y alegría que nutren la fortaleza interior.
• Aprovechemos las pequeñas situaciones de incomodidad que en ocasiones se presen-
tan para desarrollar la tolerancia a la frustración en situaciones de cansancio, ham-
bre, sueño, sed, y evitemos otorgarles cuanto pidan.
• Reconozcamos y reforcemos sus esfuerzos y logros para fomentar el desarrollo de la
voluntad.
• Organicemos comisiones y compartamos las responsabilidades en el hogar, al incul-
car los valores de orden y limpieza.
• Involucrémoslos en alguna causa social o ambiental que los ayude a sentirse útiles y
valiosos.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Alcoholismo y adicciones
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud40, el alcoholismo se define como
una enfermedad porque en sí misma tiene un diagnóstico y no es consecuencia de nin-
gún otro padecimiento. Es predecible y progresiva y sigue una serie de etapas. El alcohó-
lico va creando tolerancia; es decir, a través del tiempo su cerebro va pidiendo una ma-
yor cantidad de alcohol. Por esta razón es común oír frases como las siguientes: “Antes
se me subía con un traguito y ahora no” o “Fulano tiene mucho aguante con el alcohol”.
Se trata de una enfermedad crónica; es decir, nunca se cura, porque el cerebro del
alcohólico recuerda la zona de placer del que estimula el alcohol. Sin embargo, es un
padecimiento que se puede controlar al lograr la abstinencia total mediante programas
de rehabilitación y autoayuda como el de Alcohólicos Anónimos (aa) o con apoyo tera-
péutico. Si no se atiende, puede causar la muerte.
Se define como una enfermedad multifactorial debido a que los elementos que la
causan son diversos. Entre ellos encontramos los siguientes:
• Factor hereditario: se ha observado que si una persona tiene un familiar alcohólico
(padres, hermanos, tíos, abuelos) es cuatro veces más vulnerable de enfermar de al-
coholismo que aquella que no lo tiene.
• Factor psicosocial: se refiere a las herramientas y recursos con que la persona cuen-
ta para vivir su cotidianidad: cómo ha aprendido a resolver las dificultades que se le
presentan, que tiene que ver con su historia familiar y, por supuesto, las maneras de
solucionar los problemas al interior de la familia nuclear.
En México es una enfermedad común porque el consumo de alcohol se encuentra
normalizado en nuestra sociedad. No está mal visto que la gente use y abuse de esta
sustancia; en reuniones y fiestas no sólo de adultos, sino también de adolescentes, se
recurre al mismo como un medio para pasarla bien y divertirse. Se diría que en nuestro
país, casi en cada familia extendida existe al menos una persona alcohólica.
El uso y significado que se suele dar al alcohol en México es para “emborracharse”,
con base en la creencia de que sólo así es posible divertirse o tomar valor. Resulta muy
común beber para “olvidar” una pena. Se tiene la falsa idea de que sólo “si nos echamos
un trago juntos” tendremos una conversación más profunda o gozaremos de una ma-
yor cercanía emocional. En países como en Francia “se educa” para disfrutar del vino
y apreciar su sabor; se aprende a beberlo para acompañar la comida, con moderación, y
que el objetivo no es perder el control.
El alcoholismo es una adicción y al igual que otras drogas crea dependencia a la sus-
tancia, así como tolerancia. Hoy en día algunos jóvenes y adultos jóvenes suelen ser
policonsumidores; es decir, además de alcohol consumen otras drogas, como tabaco,
marihuana, cocaína, crack (piedra o base), tachas, solventes, hongos e incluso medi-

40
“Alcohol y adicción: comentarios información, opiniones”, publicado en Blogger.com el 12 abril 2009.
Textos Temáticos

camentos mal administrados. Las personas mayores que son alcohólicas no suelen ser
policonsumidoras. El consumo de drogas se encuentra menos normalizado y la infor-
mación es más limitada, por lo que se habla menos de éste.
Como sociedad resulta indispensable entender que la adicción a cualquier sustancia
es una enfermedad y que no existe una responsabilidad por haberla adquirido. En una
familia donde hay un alcohólico o adicto de nada sirve buscar culpables; al contrario,
esto puede estorbar mucho para emprender la acción. Los adictos se responsabilizan de
su adicción cuando en verdad están conscientes de su enfermedad y de que se encuen-
tran mal a causa de la misma: antes de ello, suelen distorsionar de tal manera su mente
que no entienden ni se dan cuenta de que se están destruyendo; el alcohol y las drogas
les han servido como un bastón para sobrevivir, por lo que a veces tardan demasiado
en darse cuenta. La negación de la familia es la misma que la del adicto, por lo que suele
ser copartícipe de la adicción, hasta que también la reconoce y se une para tomar acción.
Cabe mencionar que el alcohol y las drogas no son las únicas sustancias que tocan la
zona referida del placer en el cerebro, pues existen otras, como las endorfinas segrega-
das cuando se practica algún deporte o actividades que se disfrutan.
Los alcohólicos o adictos no son necesariamente aquellas personas tiradas en la ca-
lle, sucias y que no trabajan. Pueden “funcionar”, ser buenos padres, trabajar, convivir
con amigos y, sin embargo, padecer problemas con su manera de beber. ¿Cómo saber
si se es alcohólico o si un familiar lo es? Una manera consiste en reflexionar y responder
de manera honesta a preguntas como las siguientes: ¿de qué forma se está utilizando el
consumo de alcohol? ¿de qué está sirviendo?
Si cuando empiezo a beber no me puedo detener, mi personalidad cambia, soy más
agresivo, imprudente o incluso chistoso, estoy utilizando el alcohol como bastón. Si lle-
go del trabajo tenso y bebo para relajarme, lo estoy utilizando como bastón. Si sólo al
beber me atrevo a hablarle a una mujer, discutir un problema con un familiar, contar
un chiste o ser más sociable, lo estoy utilizando como bastón. Utilizo este bastón en vez
de resolver a fondo el problema o situación, en vez de confrontarme conmigo mismo y
revisar qué me hace falta trabajar de manera personal.
Si, por ejemplo, me descubro diciendo: “No hay que ir con ellos porque no toman”
o “Hay que llevar una botella porque ¿qué tal si nadie lleva?”, estoy necesitando del
alcohol para pasarla bien. No se trata de satanizar su uso y rechazar su consumo en
forma rotunda. Eso no es factible ni real, pero cuando es posible usarlo de manera
moderada, ser una persona que toma en ocasiones especiales o reuniones sociales,
con medida y la capacidad de disfrutarlo verdaderamente, ya que no se necesita para
evadirse, relajarse, divertirse, desinhibirse ni envalentonarse. En ese caso no se tiene
dependencia al alcohol.
Otra manera de valorar si se es alcohólico consiste en revisar si se sufren pérdidas a
causa del consumo, desde extraviar las llaves o la cartera hasta el trabajo, los amigos,
la pareja, los hijos o incluso alguna parte o función del cuerpo a raíz de un accidente.
En cuanto al consumo de drogas, ¿qué señales de alarma existen para saber si un fa-
miliar o hijo adolescente las consume? Hay una lista amplia de conductas que los adic-
tos a las drogas suelen mostrar, según la sustancia, pero es importante conocerlas para
observarlas en caso de que se presenten. Los adictos suelen:
• Aislarse.
• Disminuir su desempeño, ya sea escolar o laboral.
• Cambiar de amigos, evitar presentarlos a la familia y dejar de hablar de ellos.
• Pasar mucho tiempo fuera de casa o encerrados en su habitación.
• Evadir los encuentros con la familia.
• Evadir el contacto visual e incluso usar lentes oscuros.
• Tener quemaduras en la ropa.
• Tener entre sus cosas pincitas, latas de refresco, playeras u objetos con lenguaje grá-
fico agresivo, entre otros elementos.
• Mostrar conductas erráticas.
• Estar irritables y enojarse con facilidad.
• Descuidar su arreglo personal y mostrar desaliño.
• Robar dinero u objetos en casa.
Se ha observado que un problema de adicción a una o más drogas en una familia tarda
hasta siete años en ser descubierto y reconocido por la familia, pues se tiende a negarlo
por falta de información, pero también por la resistencia a reconocerlo. Se piensa que
es algo que sucede en otras familias, además de que resultaría muy doloroso admitirlo.
Cuando se presentan algunas de las conductas mencionadas en alguno de sus miem-
bros, la familia, en su negación, tiende a buscar razones para justificarlas. Por ejemplo:
“Está triste por tal motivo”, “tiene un carácter fuerte”, “le ha sido difícil adaptarse a la
escuela o al nuevo trabajo”.

Tips padres dia en acción


• Llevemos a cabo una prevención primaria con nuestros hijos pequeños antes de que
las adicciones estén a su alcance:
• Apoyémoslos en la construcción de su autoestima y seguridad, enseñándoles a decir
no, para evitar que durante la adolescencia cedan a presiones sociales para tomar

alcohol o alguna droga.


• Ayudémoslos a desarrollar herramientas para saberse comunicar de manera segu-
ra y asertiva, y asimismo para que aprendan a identificar y nombrar sus emociones.
• Abramos con ellos espacios de comunicación para hablar y compartir: qué les gusta
tanto a ellos como a nosotros, qué piensan y pensamos sobre algún asunto, cómo
nos fue en nuestro día, cómo era la vida cuando éramos pequeños, etcétera.
• Hablemos con ellos desde pequeños y siempre de acuerdo con su edad y nivel sobre
el alcohol y las drogas, sus efectos dañinos en la salud y destructivos para la persona.
Nuestros hijos deben estar informados.
• Enseñémosles a resolver por sí mismos sus dificultades y conflictos, que sepan
Textos Temáticos

cómo actuar, cómo emplear sus propios recursos y echar mano de sus habilidades,
de modo que aprendan a resolver de fondo los problemas sin que en un futuro los
evadan mediante el alcohol o las drogas.
• Procuremos que en su dieta diaria no consuman alimentos con azúcar, como dulces,
galletas, refrescos, cátsup, cereales y yogures muy endulzados, entre otros, el azúcar
provoca hiperactividad y altera el estado de ánimo. En algunos casos los niños se vuel-
ven “adictos” al azúcar porque al consumirla se crea en el cerebro un estado ficticio de
placer, como el generado por el alcohol y las drogas. Además, no hay que olvidar otros
efectos de esta sustancia en la salud, como obesidad, riesgo de diabetes y las caries.
• Evitemos medicarlos en forma constante. A veces una molestia física en los niños se
debe a una crisis emocional “curable” con afecto, apapachos y atención. También es
recomendable tomar agua simple, aire puro, un baño o simplemente dormir. Al in-
gerir medicamentos ante cualquier molestia, se fomenta la idea de que una pastilla
(que al fin es una droga) remediará cualquier cosa.
• Llevemos a cabo en casa un programa de formación en la salud, con el que genere-
mos conciencia sobre lo bueno para la salud y aquello que no lo es en cuanto a ali-
mentación, sueño, deporte. Es muy importante que desde pequeños se involucren
en un deporte u otra actividad (baile, música, teatro) que disfruten y con el que se
comprometan.
• Evitemos asociar el alcohol con las reuniones familiares, fiestas, diversión y entre-
tenimiento, es decir, que estos eventos agradables y de encuentro familiar no equi-
valgan a consumirlo. Evitemos que nuestros hijos tengan esa conexión desde casa
para que no la busquen fuera de ella.
• Con nuestros hijos adolescentes:
• Establezcamos canales para hablar, de modo que exista un puente de comunicación
entre ellos y nosotros. A pesar de que se encuentren en grandes problemas, hagá-
mosles saber que pueden recurrir a nosotros, evitemos provocarles miedo ante la
rigidez en nuestras reacciones.
• Continuemos apoyándolos en su gusto y práctica de su deporte favorito. Fomente-
mos en ellos pasatiempos e intereses sanos, incluso pasiones que los mantengan
ocupados y felices para que no sientan la necesidad de buscar maneras de “entrete-
nerse” dañinas y destructivas, como el alcohol y las drogas.
• Que rechacen con seguridad las presiones sociales para tomar alcohol o alguna dro-
ga y sepan que existen otras maneras de ser popular, sociable, simpático o exitoso
con el sexo opuesto. Por ejemplo: ser un buen amigo, platicar, contar chistes, mos-
trarse galante o femenina, entre otras.
• Evitemos que nuestros hijos adolescentes beban alcohol. No fomentemos la falsa
creencia de que “deben aprender a tomar”. Se trata de un error, además de un pe-
ligro: su cerebro no se ha terminado de desarrollar, por lo que si lo consumen ge-
nerarán en él un camino o huella que en el futuro podría crearles un problema de
adicción con mayor facilidad.
• Cuando nuestros hijos lleguen de alguna fiesta en la noche o madrugada, desper-
témonos, encendamos la luz, veámoslos a los ojos, saludémoslos y tengamos una
conversación con ellos sobre cómo les fue, para ver en qué estado vienen. No se trata
de esperar que no tomen ni una gota de alcohol. En muchos casos esto es poco rea-
lista, pero resulta indispensable que tomen con medida y sepan que no toleraremos
el abuso en su consumo de alcohol.
• Cuando se presente un problema de alcoholismo o adicción en la familia:
• Acudamos con los especialistas (entre más pronto, mejor). Si, por ejemplo, tenemos
un dolor fuertísimo de muela, vamos con el dentista, no con el gastroenterólogo: no
dudamos, escatimamos ni lo aplazamos, sino que reconocemos la urgencia de aten-
derlo. Lo mismo ocurre en el caso de las adicciones.
• Acudamos a las instituciones y grupos de ayuda tanto para los enfermos como para sus
familias. Los programas de rehabilitación ofrecidos para los adictos son de carácter
espiritual, al ayudar a que el alma o espíritu se reconstruya, ya que se considera que su
enfermedad radica en las emociones. Se puede acudir al Consejo Nacional contra las
Adicciones (CONADIC), Alcohólicos Anónimos (AA), Jóvenes aa, Narcóticos Anónimos
(NA), Al-Anon (para familiares), Al-Ateen (para hijos) y Familias Anónimas.

Con la asesoría de Maite Saavedra, terapeuta y especialista en adicciones, coautora del libro En mi casa también… sale el
sol. Una mirada a la enfermedad del alcoholismo y la adicción, dirigido a niños hijos de adictos.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

Los valores en la construcción de la persona


Los valores son un conjunto de creencias que nos dictan la forma de conducta más acep-
tada en el ámbito social. Éstos determinan las normas de la sociedad y guían las accio-
nes y actitudes que realizamos de una manera consciente y libre. En un nivel racional
tienen un valor moral positivo o negativo. Sólo el ser humano posee una consciencia
ética, pues sólo él goza de la capacidad de darse cuenta de que se da cuenta, de valorar-
se y juzgar su conducta. Los valores se traducen en acciones cotidianas una y otra vez,
por lo que debemos optar por seguirlos o no.
Con frecuencia se confunden la moral con la ética; la primera se relaciona con as-
pectos culturales; por ejemplo, lo que es moral en una cultura o época puede ser con-
siderado inmoral en otra. Por otro lado, la ética es el resultado de una reflexión y del
cuestionamiento de los valores morales que va más allá de la época y la cultura, pues se
trata de una decisión consciente que guía la conducta.
Los valores fundamentales son bienes universales que nos humanizan porque mejo-
ran nuestra condición de personas y perfeccionan la naturaleza humana. Aquellos que
se eligen y persiguen pueden conducir al hombre a un desarrollo pleno de sus capaci-
dades naturales; en el aspecto moral, un valor verdadero ayuda a hacer más humano
y ético al ser humano, el cual debe descubrir su propia naturaleza y misión; es decir,
reconocer su capacidad para trascender, su responsabilidad con los otros y decidir qué
le conviene para ser una mejor persona.
Los valores morales resultan indispensables para la convivencia social. Entre los más
importantes están el respeto, la honestidad, la responsabilidad, la lealtad, el compro-
miso, la tolerancia y la solidaridad. Éstos surgen en el individuo en el seno de la familia
y por influjo de ésta. Para que se dé esta transmisión es de vital importancia la cali-
dad de la relación con las personas significativas en la vida, como padres, hermanos,
parientes, amigos y maestros, donde resulta indispensable el modelo, el ejemplo y la
coherencia entre decir y actuar. Estos valores morales y éticos adquiridos en la familia
ayudarán a que las personas se inserten de manera eficaz y fecunda en la vida social
para el bien personal y común.
La persona ética posee valores interiores y vive de acuerdo con ellos. Un ser humano
vale por sus valores, y en el ámbito social buscará ir más allá de su comodidad y sus de-
seos individuales para ser solidario, es decir, comprometerse con el bienestar de los de-
más; respetuoso de la libertad de los otros, al aceptarlos como son y aceptarse a sí mismo;
comprometiéndose en su propio crecimiento, en ayudar a los otros en el suyo y lograr el
bien común. La honestidad es un valor en que la persona elige actuar con base en la ver-
dad y la auténtica justicia. Esto implica dar a cada quien lo que le corresponde, incluida la
persona misma. La honradez al actuar y el respeto por las propiedades de los demás lleva
a la persona a valorar más el derecho ajeno que obtener algún bien material.
De acuerdo con Maria Montessori,41 en la construcción del carácter de la persona el
desarrollo moral y ético puede alcanzar diferentes grados:
• En el más básico, la persona actúa con base en sus impulsos, sin pensar en las conse-
cuencias para ella misma ni para los demás.
• En el segundo grado la persona reconoce las reglas, pero sólo las cumple por miedo al
castigo y las rompe cuando no está presente la autoridad.
• En un tercer grado la persona reconoce el valor y su importancia, pero llevarlo a cabo
todavía le implica un esfuerzo de voluntad.
• El último grado es aquel en que la persona ha hecho suyo el valor y lo ha introyectado
de tal manera que no puede actuar contra él y por lo tanto lo hace en forma natural,
sin esforzarse.

Esta última etapa de desarrollo ético y moral sería el ideal a alcanzar entre los miem-
bros de una sociedad madura. Sin embargo, aún es una meta distante. La realidad so-
cial que vivimos es la de una pérdida de los valores fundamentales o la exaltación de
antivalores como la ponderación excesiva de lo material, el consumismo, el egoísmo,
la falta de honestidad, de honradez y respeto por la libertad y dignidad de otras perso-
nas, el racismo, la falta de cuidado al entorno, junto con la ausencia de compromiso y
esfuerzo en el trabajo. Todo esto ha tenido como resultado la descomposición social, el
incremento de la violencia y la degradación de las personas.
La manera de descubrir si somos congruentes con aquellos que consideramos nues-
tros valores consiste en revisar nuestra conducta cuando debemos optar por seguirlos
o romperlos por comodidad, por no obtener una recompensa inmediata o no asumir las
consecuencias de nuestros actos.
Algunas causas de la pérdida de valores son la desintegración familiar, la falta de
comunicación, la soledad de los niños, el abandono, las presiones económicas, la caren-
cia de justicia social, la impunidad, la influencia de algunos medios de comunicación
que promueven la violencia, la búsqueda de placer inmediato y un sistema educativo
desvinculado de las necesidades actuales de los ciudadanos. Todo ello ha generado que
la conducta de un gran número de personas esté más guiada por antivalores que por
valores.
La congruencia de la familia entre decir y actuar es indispensable para el desarrollo
moral de los niños. Si queremos un cambio social positivo, debemos iniciar con un trabajo
personal que nos permita mejorar nuestro desarrollo moral y ayudar al de nuestros hijos.
Sólo así, desde el verdadero trabajo individual y comprometido, transformaremos poco a
poco la sociedad en que vivimos.

T ips para padres dia en acción


• Reflexionemos sobre los valores que deseamos inculcar en nuestros hijos; dialogué-
moslo con nuestra pareja, preguntémonos qué es importante para nosotros y acor-
demos con ella de qué manera formaremos a nuestros hijos en valores.
• Revisemos en qué grado nuestras conductas cotidianas responden a nuestros valores

41
M. Montessori, La mente absorbente del niño, México, Diana, 1986.
Textos Temáticos

para ser congruentes.


• Mantengamos una comunicación abierta con nuestros hijos, reflexionemos con ellos
sobre la importancia de los valores que consideremos fundamentales y cómo se llevan
a cabo para que los comprendan y practiquen.
• Recordemos que nuestros hijos aprenden más de lo que hacemos y menos de lo que
decimos. Seamos su ejemplo en la aplicación de valores:
• Respetémoslos al aceptarlos como son, sin compararlos entre sí y al valorar a cada
uno en sus cualidades individuales.
• Cuando tengamos que llamarles la atención, nunca los insultemos ni los agredamos
de manera física ni verbal.
• Si queremos que respeten y acepten a los demás, hagámoslo también nosotros.
• No permitamos que nos griten ni agredan. Ayudémoslos a reconocer su enojo, pero
también a que controlen sus acciones, de ser necesario aislándolos un momento
para que se calmen.
• Busquemos oportunidades y ocasiones en las que nuestros hijos pongan en práctica
comportamientos responsables hacia los otros y su entorno; de esta manera tendre-
mos la posibilidad de educarlos en valores. Por ejemplo, si rompen algo de manera
accidental en casa de los abuelos, aprovechemos el contratiempo para que asuman su
responsabilidad, pidan una disculpa y reparen el daño de alguna manera.
• Enseñémosles a agradecer lo que tienen y a compartir con los demás.
• Ayudémoslos a considerar a los demás. Por ejemplo, si hay un platón de comida, hagá-
mosles ver que debemos cuidar que todos coman aunque se trate de su platillo favori-
to.
• Démosles la oportunidad de descubrir el placer de dar en forma desinteresada y
generosa.
• Brindémosles la oportunidad de compartir con los demás aquello que poseen y lo que
saben, y fomentemos la solidaridad con los demás.
• Además de fortalecer su sistema de valores, el servicio social ayuda a los adolescentes
a encontrar el sentido de la vida. Busquemos oportunidades para que lo lleven a cabo.
• Reconozcamos cuando nuestros hijos ponen en práctica algún valor y reflexionemos
con ellos sobre cómo se sintieron tras haberlo hecho, así como qué habría pasado si
hubieran actuado de manera diferente.
• Evitemos sobrevalorar los bienes materiales y recordemos que no es rico aquel que
más tiene, sino él que menos necesita.
Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

LACANDÓN, Antonio Vizcaíno


1990
LACANJÁ, CHIAPAS Fotografía a color
114
Planeación de la sesión

INSTRUCCIONES ESPECIALES PARA GUIAR LA OBSERVACIÓN DE ESTA IMAGEN


Observen la imagen. Métanse en ella. ¿A qué huele? ¿Qué se escucha? ¿Qué temperatura habrá? Transpórtense allí...
PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Quién es? ¿Dónde está? ¿Cómo se siente?
TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
La importancia del contacto La discriminación vs. la valoración El valor de la diversidad dentro
con la naturaleza de la diversidad de la familia

PREGUNTA PARA RELACIONAR PREGUNTA PARA ENTRAR PREGUNTA PARA CUESTIONAR


EL TEMA CON LA PROPIA AL TEMA: Y PROBLEMATIZAR:
EXPERIENCIA: • ¿Qué diferencias hay entre este • ¿La diversidad solo se da entre
• ¿Qué nos pasa cuando estamos niño y uno de la ciudad? ¿Cómo diferentes grupos culturales o
en contacto con la naturaleza? será su forma de vida en la selva? también en nuestra familia?
¿Qué podríamos aprender de él?
PREGUNTAS PARA BUSCAR PREGUNTAS PARA RELACIONAR
CAUSAS Y EFECTOS: PREGUNTA PARA DEFINIR CON LA PROPIA EXPERIENCIA:
• ¿Qué efecto tiene en nuestra Y ANALIZAR CONCEPTOS: • ¿Cómo vivimos las diferencias
salud la posibilidad de • ¿Qué es la discriminación? de carácter, de ritmo, de manera
contactarla? • ¿Qué es la diversidad? de pensar y de actuar de nuestros
hijos?
PREGUNTAS PARA RELACIONAR PREGUNTAS PARA RELACIONAR
EL TEMA CON LA PROPIA EL TEMA CON LA PROPIA PREGUNTA PARA GENERAR
EXPERIENCIA: EXPERIENCIA ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Con qué frecuencia nos • ¿Cómo nos expresamos de los • ¿Qué podemos hacer cuando nos
acercamos a la naturaleza?¿De diferentes a nosotros (indígenas, damos cuenta de que en la familia
qué maneras? homosexuales, ricos, pobres, hay discriminación contra alguno
etcétera)? de sus miembros?
PREGUNTA DE RELACIÓN CON • ¿Cómo vivimos la diversidad?
LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y
FORMACIÓN DE LOS HIJOS: PREGUNTA PARA CUESTIONAR
• ¿Cómo influye en el desarrollo Y PROBLEMATIZAR:
de nuestros hijos el contacto con • ¿Qué nos aporta estar abiertos
la naturaleza? a la diversidad?

PREGUNTAS PARA GENERAR PREGUNTA PARA GENERAR


ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Cómo podemos entrar en • ¿Cómo podemos enseñar a
contacto con la naturaleza si nuestros hijos a valorar la
vivimos en la ciudad? diversidad y a no discriminar?
• ¿Cómo podemos desarrollar
en nuestros hijos el amor por la
naturaleza?
Textos Temáticos

La importancia
del contacto con la naturaleza
La vida en las grandes ciudades ha tenido un costo importante para la salud mental y
física del ser humano moderno. El exceso de ruido, la contaminación, los grandes con-
glomerados habitacionales, la prisa con que vivimos, la enajenación en que estamos
inmersos, pero sobre todo la falta de áreas verdes, han ocasionado que la sensación de
cansancio físico y mental sea cada día más frecuente, con las consecuencias emociona-
les y de salud que conlleva.
Estudios realizados en la Universidad de Rochester por el investigador Richard Ryan
determinaron que estar en contacto con la naturaleza nos devuelve la vitalidad. Además,
demostraron que no solo se trata de una sensación subjetiva, pues al encontrarse en
lugares naturales las personas poseen más energía. Además de afirmar que “la natura-
leza es un combustible para el alma”, Ryan sostiene que 20 minutos al día en contacto
con espacios verdes fueron suficientes para que los jóvenes de su estudio mejoraran su
vitalidad. Y las personas con mayor vitalidad no solo cuentan con una mayor energía
para hacer lo que desean, sino que además se recuperan mejor de cualquier enfermedad
física. De esta forma el investigador concluye que uno de los caminos para lograr la salud
consiste en pasar más tiempo en ambientes naturales.
Por otro lado, el nivel de ruido en nuestras ciudades es uno de los contaminantes
con un efecto nocivo para nuestra salud. En este sentido resulta importante descansar
del exceso de ruido al que estamos sometidos. Un paseo por el campo o tan solo en un
parque, donde lo que escuchemos sea el canto de los pájaros, el agua que corre o el
ruido del viento entre las hojas, no solo constituye un remanso para los oídos, sino tam-
bién para nuestro espíritu, pues cuando lo experimentamos la sensación de bienestar
es importante. Sin embargo, en ocasiones no sabemos estar en silencio y cargamos con
nuestro propio ruido (como grabadoras y otras maneras de reproducir música) incluso
en los paseos por la naturaleza, con lo que imposibilitamos el descanso de nuestro cere-
bro ante la sobreestimulación a la que estamos sometidos y nos privamos de disfrutar
sus sonidos.
Las actividades al aire libre, en contacto con la naturaleza, como caminar por el cam-
po, junto a un río, en el bosque, en la playa, en una montaña, o como ya se mencionó, en
un parque, constituyen una oportunidad muy rica para que niños y adultos ejerciten y
disfruten de moverse y sean capaces de centrar la atención en el aquí y el ahora. Activi-
dades como trepar, pasar por un camino estrecho, subir una colina y saltar de piedra en
piedra son la condición ideal para ejercitarse y mejorar la coordinación motriz gruesa,
indispensable para el desarrollo integral no solo muscular, pues a través de estas acti-
vidades también se afina la percepción, se trabaja el equilibrio, se hace conciencia del
propio cuerpo y, como lo demuestra el estudio mencionado, genera un efecto positivo
en nuestro estado de ánimo, energía y vitalidad.
Además se ha demostrado que los humanos necesitamos estar en contacto con otros
seres vivos: animales y plantas. De manera natural, los niños se interesan en contactar,
conocer, tocar, ver y descubrir desde la pequeñez y el movimiento de una hormiga, el
olor, los colores y la textura de una flor, hasta la grandeza de un elefante.
Compartir actividades familiares en contacto con la naturaleza propicia la conviven-
cia, la comunicación y el disfrute, además de que mejora la salud no solo de los niños,
sino también de los adultos.
Al vivir diferentes experiencias con la naturaleza, con su misterio, fuerza y su aspec-
to milagroso, se sientan las bases para desarrollar la espiritualidad personal. Sentirnos
parte de la naturaleza e integrados con ella, permitir que su grandeza nos invada, que-
darnos sin palabras y detener nuestra mente para solo percibir aquella unión constitu-
ye una experiencia espiritual.
Hoy más que nunca es importante para la humanidad tomar conciencia respecto
a la importancia de conservar la naturaleza y nuestra responsabilidad con la misma.
Los niños deben aprender a amarla y valorarla, mas no se puede amar aquello que se
desconoce, por lo que resulta necesario propiciar tal encuentro y disfrute con el medio
ambiente natural para que descubran su importancia y la razón por la cual debemos
cuidarla.

T ips para padres dia en acción


• Salgamos de paseo al campo, al parque o a cualquier espacio verde que nos permita
recargarnos de energía.
• No llevemos música: permitámonos escuchar la sinfonía natural que la naturaleza
nos ofrece y descubramos el placer del silencio.
• Hagamos caminatas y exploremos con los niños, pues esto, además de aportarnos
aventura y gozo, también nos permite jugar juntos.
• Despertemos en nuestros hijos la sensibilidad para percibir, sentir y apreciar la na-
turaleza; hagamos conciencia con ellos de lo que estamos viviendo: por ejemplo, si
observamos un atardecer, sentémonos con ellos e invitémoslos a disfrutar de la gran-
deza de semejante espectáculo: ¿qué colores ven? ¿qué escuchan? ¿qué sienten? De
esta forma les ayudaremos a que posteriormente creen sus propios espacios de silen-
cio para permitir el proceso natural de contactar consigo mismos y con la naturaleza.
• Permitámonos experiencias sensoriales: caminar descalzos por el pasto o por la are-
na; sentir la tierra húmeda; jugar con el lodo o con agua. Disfrutémoslo con ellos.
• Veamos el cielo juntos: las nubes y sus formas, la Luna y las estrellas.
• Construyamos en casa espacios verdes que permitan recargarnos de energía; por
ejemplo, con macetas que contengan plantas naturales que puedan desarrollarse en
espacios interiores, a fin de crear entornos agradables con poco dinero.
• En la azotea, el patio, la terraza, la zotehuela o incluso en los balcones de las ventanas
podemos sembrar no solo flores y plantas de ornato, sino también comestibles, para
dar la oportunidad a los niños de ser testigos del proceso de siembra, germinación,
cosecha y consumo.
Textos Temáticos

• Involucrémoslos en el cuidado de las plantas domésticas, pues otra manera de desa-


rrollar el aprecio y el amor por la naturaleza es el trabajo.
• Busquemos la oportunidad de sembrar un árbol con ellos y responsabilicémonos de
su cuidado.
• Luchemos por preservar e incrementar las áreas verdes en nuestras ciudades, pues
no solo nos aportan oxígeno, sino que nos proporcionan una mejor calidad de vida y
embellecen el paisaje.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
La discriminación vs. la valoración
de la diversidad
En su acepción más coloquial, el término “discriminación” se refiere al acto de hacer
una distinción o segregación que atenta contra la igualdad de oportunidades. Normal-
mente se utiliza para referirse a la violación de la igualdad de derechos de los individuos
según su edad, origen social y étnico, color de piel, género, capacidad o salud mental
y motora, preferencia sexual, religión, opinión, cultura, idioma, posición económica o
cualquier otra condición.
Por otro lado, el término “diversidad” es aquel que nos permite indicar, marcar o ha-
blar de la variedad y diferencia que presentan algunas cosas entre sí, aunque también
resulta útil para señalar la abundancia de elementos distintos que conviven en un con-
texto en particular. En el ser humano se puede hablar de diversidad desde diferentes
puntos de vista: biológico, funcional, sexual, cultural, lingüístico, entre otros.
La diversidad cultural se refiere a la multiplicidad e interacción de diferentes cultu-
ras que se pueden dar en una región en particular y que coexisten en el mundo. Ésta se
manifiesta en características como el idioma, la religión, la alimentación, el vestido,
las actividades cotidianas y las costumbres. El tipo de vestido, la alimentación, la arqui-
tectura, los cultivos, el ganado, la variedad de platillos y la indumentaria típica se en-
cuentran determinados por la región geográfica. Las tradiciones, la música y los bailes
también constituyen importantes rasgos distintivos culturales y sociales. Este conjunto
que caracteriza a una sociedad o grupo social representa modos de vida diversos y es la
fuente de la riqueza cultural mundial.
En este sentido, y para preservar la diversidad, resulta de vital importancia que los
países que cuentan con ella posean un adecuado y efectivo plan de preservación y de
promoción de sus culturas. A pesar de esto es recurrente que culturas consideradas
como minoritarias sufran la desidia e ignorancia del resto, debido a la falta de políticas
de Estado tendientes a respetarlas y valorarlas como tales. Por su parte, a partir de
noviembre de 2001 la unesco se ha erigido como una especie de organismo observador
y contralor de este tipo de cuestiones, al abrir un espacio público donde se ofrece coo-
peración al respecto.
Pero asumir la diversidad no es tarea fácil. Esto se lo debemos en gran medida a la
comodidad con que las personas apreciamos todo aquello que nos resulta familiar y es-
table, en contraste con una especie de miedo ancestral a lo desconocido, a lo diferente,
a aquello que no se acomoda a nuestra manera de entender la vida. La falta de conoci-
miento del diferente, del otro, determina que le temamos y que intentemos defendernos
incluso al agredirlo, en un intento de destruirlo o descalificarlo. La falta de respeto y
aceptación hacia las diferencias es una de las causas principales de los conflictos inter-
nos de un país y entre naciones, lo que en ocasiones conlleva a de las guerras.
Por lo tanto es importante valorar las diferencias. Tolerarlas implica una tarea relati-
Textos Temáticos

vamente fácil que puede confundirse con ignorarlas, pero ése no es el fin de la educación
en la diversidad. Lo que se persigue es conseguir ver más allá, apreciar lo que cada uno
de nosotros aporta al conjunto de personas con quienes convivimos y crecemos. Signi-
fica creer con firmeza en las personas, en su potencial, en su capacidad de influir en
nosotros, pues al estar solos no podemos ser, sino que solo somos cuando disfrutamos
de la compañía del otro, cuando lo aceptamos y valoramos tal y como es.
En lo que se refiere a México, su territorio cobija a muy diversos grupos indígenas
perfectamente diferenciados entre sí, no solo por sus variados elementos culturales,
como el atuendo tradicional, la vivienda, las costumbres religiosas o la cocina, sino por
algo más tajante y evidente: el idioma.
Cabe recordar que incluso en el siglo xxi nuestro país continúa siendo uno de los
principales del planeta en cuanto a su diversidad cultural indígena. Cuando una cul-
tura se empieza a perder o diluir, lo primero que desaparece es la lengua; por ello, la
permanencia del idioma autóctono es el mejor indicador de la supervivencia cultural
de un pueblo, con sus rasgos originales. La India es la principal nación del mundo en
cuanto al número de idiomas indígenas vivos, con 72 (sin considerar las variantes dia-
lectales). México se encuentra en segundo lugar, con 62. Estas cifras reflejan algo tras-
cendente: la supervivencia sorprendente de culturas ancestrales. En el caso mexicano,
la mayoría de las culturas indígenas tienen muchos siglos de antigüedad, y algunas
incluso milenios.
Lo anterior implica que México es una potencia mundial en materia de culturas popu-
lares. Reconocer la diversidad no es suficiente: para valorarlas y enriquecernos desde
sus conocimientos, su visión del mundo, sus valores, sus formas de organización social,
su relación con la naturaleza y sus rituales, entre otros aspectos, también es necesario
conocerlas, entenderlas y vivirlas en su propio contexto para contrastarlas con nuestros
propios valores y visión del mundo, a fin de abrirnos a su sabiduría.

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¿Cómo enseñar a nuestros hijos a valorar la diversidad y a no discriminar?
• Cuidemos nuestras palabras al referirnos a personas diferentes a nosotros en ori-
gen, edad, orientación sexual, creencias y nivel socioeconómico, entre otros aspectos.
Evitemos juzgarlas solo porque son diferentes a nosotros, puesto que todas merecen
nuestro respeto.
• Cobremos conciencia de nuestra propia actitud hacia “lo diferente”. Más allá de las pala-
bras, nuestro lenguaje no verbal puede resultar más significativo acerca de lo que pen-
samos y sentimos en realidad. Nuestro ejemplo es determinante para nuestros hijos.
• Propiciemos informarlos más acerca de nuestras culturas indígenas y su riqueza, ya
que solo se puede valorar y amar aquello que se conoce: leamos con ellos y visitemos
las comunidades que nos sea posible, ya que es diferente cuando se está en su contex-
to de modo que se aprenda de su cultura y su relación con la naturaleza.
• Promovamos el descubrimiento de que etiquetas como “el torpe”, “la gorda”, “el terri-
ble” o “la latosa” dañan mucho a las personas, pues destacan conductas aisladas sin
permitirnos ver las cualidades que poseen.
• Desarrollemos en nuestros hijos habilidades empáticas que les permitan entender y
respetar al otro, al diferente, al rechazado, mediante preguntas que los hagan sentir
y reflexionar. Por ejemplo: “¿Cómo crees que se siente el otro? ¿Qué podrías apren-
der de él? ¿Qué fortalezas crees que tiene? ¿Cómo crees que ha vencido la discapa-
cidad con que nació? ¿Cómo ayudarías a que los demás lo valoren?”
• Ayudemos a nuestros niños a descubrir que todos somos diferentes y a que acepten y
valoren sus propias diferencias.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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El valor de la diversidad dentro de la familia


Es posible que la manera más útil y práctica de abordar el tema de la diversidad en
la familia consista en considerar las diferencias individuales de cada miembro que la
compone, las cuales pueden generar conductas que ocasionan los conflictos que obser-
vamos a diario.
De acuerdo con las investigaciones de los doctores Stella Chess y Alexander Tho-
mas,42 del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Maryland, existen varias
características genéticas de personalidad que sientan las bases de las diferencias indi-
viduales y algunos de los conflictos de relación interpersonal. Estas características son
universales y por lo tanto trascienden el origen étnico, el género, la nacionalidad y la
clase social.
En ocasiones los padres tenemos la fantasía de que somos los constructores de nues-
tros hijos y los responsables absolutos de su forma de ser y de nuestra relación con ellos,
sin embargo cada niño nace con características genéticas que determinan su tempera-
mento y la relación que establecerán con sus padres. Por ejemplo, desde recién nacidos
hay niños que fluyen con mayor facilidad con el carácter de la madre, mientras que otros,
ya sea porque lloran más, o porque se muestran más o menos pasivos o vivaces, pueden
dificultar la construcción de la relación con la madre debido al choque de temperamen-
tos o de expectativas acerca de él, las cuales en muchas ocasiones tienen un peso mayor.
A veces alguno de los miembros de la familia posee características físicas o de perso-
nalidad que se salen de los esquemas familiares y eso lo convierte en “la oveja negra”,
o bien, en el “patito feo”, con lo que se le excluye del clan y vive actitudes de rechazo
dentro del propio núcleo familiar. Se ha observado que estas personas suelen ser los
“chivos expiatorios”, es decir, aquellos que se convierten en el blanco de las cuestiones
no resueltas de todos los miembros de la familia y de su dinámica; suelen ser el cen-
tro de atención “negativa” y se les culpa en forma constante por su comportamiento o
errores, si bien este rechazo puede ser el síntoma de algo más profundo que no se está
detectando dentro la dinámica familiar.
Identificar las características de ese miembro que causan el rechazo y cómo se ma-
nifiestan en el comportamiento cotidiano nos ayuda a entender y manejar la diversi-
dad en la familia; es decir, las diferencias entre sus miembros, incluidos los padres, y
a reconocer los sentimientos que esto nos despierta y cómo reaccionamos frente a tal
diversidad.

Las siguientes son algunas características individuales genéticas que con frecuencia
devienen fuente de conflicto entre los miembros de la familia:
1. Nivel de actividad. Desde que nacemos estamos predispuestos a un mayor o menor

42
Stella Chess y Alexander Thomas, Temperament, Routledge, 1996, pág. 31.
nivel de actividad; es decir, por naturaleza unos somos más pasivos o activos que
otros. Por ejemplo, puede existir conflicto entre una mamá con alto nivel de actividad
y un hijo que por naturaleza es más pasivo.
2. Intensidad de reacción. Es una característica cuantitativa que define la intensidad en
la reacción de una persona ante determinadas circunstancias. Por ejemplo, puede
haber un niño que al caerse y rasparse la rodilla llora y manifiesta un dolor como si
se hubiera fracturado la pierna, mientras que otro niño, ante el mismo accidente, tal
vez sólo se sobe y continúe caminando.
3. Umbral de respuesta. Se refiere a la cantidad mínima de estímulo necesaria para
provocar una respuesta en la persona. Algunos reaccionan de manera positiva o ne-
gativa ante el más mínimo estímulo, mientras que otros, para actuar, necesitan un
estímulo mucho más intenso a fin de que sea percibido por ellos. Por ejemplo, en un
cunero, ante algún ruido, algunos bebés se despiertan o lloran, mientras que otros
continúan dormidos, pues necesitan un estímulo más fuerte para despertarse.
4. Expresión del afecto. Desde que nacemos tenemos la tendencia a ser más o menos
cariñosos con las manifestaciones físicas. Saber recibir y expresar afecto incluye una
base genética, además de un componente aprendido tanto social como cultural.
5. Nivel de adaptabilidad. Es la capacidad de acomodarnos o moldearnos a las circuns-
tancias, en lugar de tratar de cambiarlas a nuestro parecer. Hay quienes en una nue-
va situación o frente a algo diferente a lo que están acostumbrados se adaptan con
rapidez y encuentran soluciones, mientras que otros tardan más tiempo en sentirse
cómodos con el cambio.
6. Grado de distractibilidad. Es la cantidad de estímulos que nos hacen perder la con-
centración en lo que hacemos y nos lleva a enfocar la atención en un nuevo estímulo,
con lo que la actividad anterior queda inconclusa. Hay personas que desde pequeñas
se distraen con facilidad ante nuevos estímulos; eso pasa con los niños a los que eti-
quetamos con déficit de atención.
7. Capacidad de persistencia. También entendida como tenacidad, es la cualidad de
mantenerse en una actividad o perseguir una meta por periodos largos de tiempo a
pesar de circunstancias o condiciones adversas. Por ejemplo, hay niños que pasan
mucho tiempo intentando patear un balón, incluso sin mucha habilidad, hasta que lo
dominan, mientras que otros se dan por vencidos si no lo consiguen desde el principio.
8. Capacidad de enfrentar. Es la tendencia a actuar o evadirse ante nuevas circunstan-
cias o lo desconocido. Por ejemplo, ante un problema algunos lo confrontan y buscan
solucionarlo, mientras que otros prefieren no reconocerlo o evadirlo.
9. Ritmo. Se refiere a la velocidad o el tiempo que nos toma realizar cualquier actividad.
Hay quienes se tardan más en llevar a cabo cualquier acción, desde hablar, caminar,
comer o tender una cama.

Todas estas características, en mayor o menor medida, influyen en las relaciones fami-
liares cotidianas, pues de manera tácita se irá tejiendo una red de interrelaciones que
Textos Temáticos

provocarán que los miembros de la familia hagan alianzas con los que se identifican y
rechacen a aquellos con los que no sienten afinidad.

T ips para padres dia en acción


¿Cómo detectar una situación de rechazo hacia nuestros hijos, a fin de manejarla de la mejor
manera posible sin afectar a ningún miembro de la familia?
• Revisemos a detalle la lista de características explicada con anterioridad y analicemos
tanto las nuestras como las de cada uno de nuestros hijos y nuestra pareja para esta-
blecer cuáles nos afectan en nuestras relaciones familiares.
• Una vez identificadas las características, esforcémonos para ponernos en el lugar del
otro y comprenderlo, a fin de que una vez que se presente el conflicto, estemos en
posibilidad de tomar distancia y cambiar de actitud. Por ejemplo, si en lo referente
a la característica del ritmo nuestro hijo es más lento que nosotros para actuar, no
caigamos en la tentación de hacer las cosas por él ni de agredirlo. Respiremos profun-
damente y permanezcamos conscientes de nuestra molestia ante esa diferencia.
• Entendamos que la manera de actuar del otro no tiene como objetivo molestarnos ni
agredirnos, sino que muchas veces obedece a características personales.
• Aceptemos y reconozcamos que todos somos diferentes e intentemos entender cómo
estas diferencias nos afectan en la vida cotidiana, pero también cómo enriquecen y
complementan el clan familiar.
• Evitemos comparar, exaltar o devaluar las características de uno u otro hijo.
• Reconozcamos las cualidades de nuestros hijos, reforcémoslas y encaucemos sus
aptitudes para que ellos mismos vayan descubriendo su propia vocación, la cual es
innata.
• Ayudémoslos a reconocer sus características de personalidad innatas para que apren-
dan a dignificarlas, aceptarlas y trabajar en las que sea necesario y posible.
• Hagamos nosotros mismos un trabajo con nuestras propias características, pues al
reconocerlas las aceptaremos y tomaremos las medidas necesarias para sentirnos
mejor.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Segundo ciclo
Textos Temáticos

SIN TÍTULO Alberto Schommer


Fotografía blanco y negro
Planeación de la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL


¿Quiénes son? ¿Qué relación existe entre ellos? ¿Qué están haciendo? ¿Cómo se sienten?

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL


TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
La familia, relaciones familiares Comunicación familiar Convivencia familiar

PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTA PARA INTRODUCIR


Y ANALIZAR CONCEPTOS: Y ANALIZAR CONCEPTOS: EL TEMA:
• ¿Qué es una familia? • ¿Qué es la comunicación? • ¿Qué importancia tienen los
festejos en una familia?
PREGUNTAS PARA RELACIONAR PREGUNTAS PARA CUESTIONAR
EL TEMA CON LA PROPIA Y PROBLEMATIZAR: PREGUNTAS PARA RELACIONAR
EXPERIENCIA: • ¿Cómo nos comunicamos? CON LA PROPIA EXPERIENCIA:
• ¿Cómo se compone la familia en • ¿La comunicación es solo verbal? • En las familias, por lo general,
la actualidad? ¿quién convoca a las reuniones?
• ¿Cómo se ha transformado? PREGUNTA PARA BUSCAR • ¿Cómo vivimos por lo común estas
CAUSAS Y EFECTOS: reuniones?
PREGUNTA PARA CUESTIONAR • ¿Qué pasa cuando los miembros
Y PROBLEMATIZAR: de una familia se callan lo que PREGUNTAS PARA GENERAR
• ¿Qué tienen en común los sienten, lo que les gusta o lo que ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
diferentes tipos de familia? les molesta? • ¿Qué podemos hacer para que
sean en verdad un encuentro
PREGUNTA PARA CONTRASTAR PREGUNTAS PARA CUESTIONAR agradable y no una obligación con
OPUESTOS: Y PROBLEMATIZAR: la que hay que cumplir?
• ¿Qué une o separa a los diferentes • ¿Por qué será importante • ¿Cómo podemos facilitar la
miembros de una familia? escucharnos (qué estoy sintiendo, organización de las reuniones?
qué necesito…) y escuchar a los • ¿Cómo podemos involucrar a los
PREGUNTA DE RELACIÓN CON demás? niños en la preparación de los
LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y • ¿Por qué será importante no solo rituales y festejos?
FORMACIÓN DE LOS HIJOS: hablar de lo que nos molesta, sino
• ¿Cómo podemos enseñar a los también de lo que nos agrada y
niños a cuidar sus relaciones en la apreciamos de los demás?
familia?
PREGUNTAS PARA GENERAR
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Cómo podemos optimizar la
comunicación en nuestra familia:
qué decimos, cuándo lo decimos,
a quién se lo decimos y cómo lo
decimos?
• ¿Cómo pueden aprender los niños
a comunicarse mejor?
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La familia, relaciones familiares


La familia es el referente de vida de toda persona, donde todo ser humano establece los
primeros vínculos afectivos y donde se forman la personalidad, los valores y los patro-
nes de conducta del ser humano. La dinámica familiar será la guía para establecer las
relaciones sociales con los demás y brindará las pautas que más tarde seguiremos con
nuestras propias familias.
La familia se sostiene con dos fuerzas que apoyan su misión: el amor en el seno fa-
miliar, que genera un alto grado de compromiso de unión y de respeto, y en el hecho
de constituir un lugar de encuentro entre las distintas generaciones, lo cual permite un
intercambio continuo de ayuda entre unos y otros, además de que amortigua las crisis
o adversidades.
Existen varias formas de organización familiar y de parentesco, entre las que se han
distinguido cuatro tipos:
1. Familia nuclear o elemental: es la unidad familiar básica que habita en un mismo
núcleo. Incluye cinco subtipos:
• Familia nuclear simple: integrada por una pareja sin hijos.
• Familia nuclear biparental: integrada por el padre y la madre, con uno o más hijos.
• Familia nuclear monoparental: integrada por uno de los padres y uno o más hijos.
Ésta puede tener diversos orígenes: padres separados o divorciados cuyos hijos se
quedan viviendo con uno de los padres, por lo general la madre; madre o padre
solteros, o familias en las que falta el padre o la madre debido a su fallecimiento.
• Familia nuclear de madre soltera: desde un inicio la madre asume sola la crianza de
sus hijos. Por lo general es la mujer quien la mayoría de las veces asume este rol, ya
que el hombre se distancia y no reconoce su paternidad por diversos motivos.
• Familia nuclear adoptiva: aquella que acoge a un menor mediante un proceso de
adopción, con lo que se finca una relación estable y duradera basada en los princi-
pios del amor.
• Familia nuclear homoparental: en la que los padres son una pareja homosexual.
2. Familia de padres separados: en la que los padres se encuentran separados y se nie-
gan a la relación de pareja, mas no a la paternidad ni a la maternidad.
3. Familia reconstituida o familiastra: se suelen conformar por una pareja que aporta
hijos propios de anteriores relaciones además de los hijos en común.
4. Familia extensa o consanguínea: integrada por una pareja o uno de sus miembros,
con o sin hijos, y por otros miembros, parientes o no parientes. Se extiende más allá
de dos generaciones y se basa en los vínculos de sangre de una gran cantidad de per-
sonas, incluyendo a los padres, niños, abuelos, tíos, tías, sobrinos, primos y demás.
Por ejemplo, la familia de triple generación incluye a los padres, a sus hijos casados o
solteros, a los hijos políticos y a los nietos.
El elemento en común de estos distintos tipos de familias es que se componen de perso-
nas a quienes unen relaciones íntimas, es decir, donde existen por un lado sentimien-
tos de afecto, amor, cooperación, solidaridad, responsabilidad, y por otro relaciones de
poder y autoridad.
Con base en el importante rol que cumple la familia, debemos procurar que exista un
ambiente adecuado que proporcione los elementos necesarios para lograr el bienestar
y el desarrollo óptimo de cada uno de sus miembros. Las relaciones que se forjan dentro
del seno familiar ofrecen la oportunidad de aprender a comunicarse, a solucionar pro-
blemas, compartir, ceder, acordar, concertar, aceptar y perdonar. En la familia descu-
brimos quiénes somos, cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, así como las de los
demás. Todo esto va construyendo el ambiente de intimidad, confianza y espontaneidad.
En la búsqueda de estrategias que favorezcan y mejoren las relaciones familiares,
los especialistas recomiendan una actividad en apariencia sencilla pero útil y beneficio-
sa: el juego, un medio que permite la interacción familiar y constituye una herramienta
importante que reúne a la familia y refuerza los vínculos afectivos. Crear un ambiente
lúdico cotidiano, que nos permita compartir y disfrutar con los hijos, fomentar el sentido
del humor y reír, resulta vital para favorecer la comunicación y la cohesión familiar. Ade-
más, la cantidad de tiempo que se brinde no es lo vital, sino la calidad de esos momentos.
Un factor determinante para las relaciones interpersonales sanas dentro de la fami-
lia consiste en trabajar la relación intrapersonal, es decir, el conocimiento y aceptación
de nosotros mismos, pues si no nos conocemos, tampoco seremos capaces de compartir
nuestra riqueza, de poner límites ni de reconocer lo que debemos transformar para
mejorar la relación.

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¿Cómo mejorar nuestras relaciones familiares?
• Propiciemos la armonía y la alegría y tengamos en cuenta que nuestra actitud hace la
diferencia.
• Cuando tengamos un mal día, un problema o un sentimiento desagradable, validé-
moslo, seamos honestos con nosotros mismos y expresémoslo de la mejor manera sin
lastimar al otro, dejando claro que el malestar no es con él. Permitámonos buscar
espacios para nosotros mismos cuando necesitemos estar solos.
• Aceptemos los desacuerdos y comuniquémoslos sin dañar la relación.
• Cultivemos y expresemos el afecto y el cariño, al conectarnos con todo lo que aprecia-
mos y valoramos de los demás. Ampliemos nuestra visión del otro.
• Aceptemos nuestras limitaciones y valoremos nuestras fortalezas, al ampliar tam-
bién nuestra visión de nosotros mismos.
• Cobremos conciencia de que muchos conflictos con los diferentes miembros de la fa-
milia se deben a viejas heridas familiares: identifiquémoslas e intentemos sanarlas.
• Fomentemos el sentimiento de equipo: comuniquémonos de un modo que promueva
los deseos de cooperación y contribución.
• Promovamos el respeto mutuo. Si como padres enseñamos a nuestros hijos a cons-
truir nuestra relación sobre una base de confianza, aceptación, cariño y aprecio, ellos
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mostrarán una mejor disposición y estarán más equipados cuando surjan situaciones
difíciles en el ámbito emocional.

Las relaciones se construyen. Se trata de un proceso paulatino y de constancia. La pri-


mera relación de amor que se debe construir es con uno mismo. Sobre esa base (au-
toempatía) se expande nuestra capacidad de escuchar y de amar a otros (empatía), así
como de expresar nuestros sentimientos y necesidades para establecer una comunica-
ción humana profunda.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Importancia de una buena
comunicación en la familia
Una buena comunicación en la familia propicia un ambiente de armonía y seguridad,
en el que compartir y relacionarse de manera respetuosa y solidaria permite que cada
persona sea apreciada y aceptada por ser quien es dentro de su comunidad.
Esto no significa que no se presenten conflictos en la familia; sin embargo, al haber
una buena comunicación, las dificultades se enfrentan de manera directa y abierta,
en un clima donde todas las opiniones cuentan, las distintas posiciones son escucha-
das y respetadas, y se facilita así la toma de acuerdos en forma conjunta, sobre todo
porque es en el propio hogar donde los hijos aprenden a desarrollar habilidades de
comunicación.

¿Qué es una buena comunicación?


Una buena comunicación va más allá del hecho de hablar, oír e intercambiar ideas.
Implica hacerlo de manera asertiva, para lo cual se requieren tres elementos: qué
quiero comunicar, cómo lo diré y cuándo es el mejor momento para hacerlo, tanto
para el emisor como para el receptor. Comunicarse en forma asertiva implica saber
qué decir, expresando lo que en verdad “quiero, no quiero, puedo, no puedo, creo, no
creo, etc.”, exponiendo con apertura y sin miedo mis sentimientos o pensamientos,
pero al mismo tiempo cuidando las palabras, el modo, el tono y la actitud, sin lasti-
mar a nadie y eligiendo el momento oportuno para que en realidad se establezca una
comunicación. Cuando somos receptores en la comunicación asertiva, resulta funda-
mental contar con la actitud y la disposición de escuchar abiertamente y sin temor, así
como de un modo respetuoso, lo que el otro tenga que decir.
Se ha comprobado que en el proceso de comunicación el lenguaje corporal y el pa-
raverbal tienen un peso mayor que el verbal. El antropólogo Albert Mehrabian reali-
zó una serie de estudios durante la década de 1970 en los que analizó la importancia
relativa de los mensajes verbales y no verbales. Los resultados a los que llegó en el
curso de sus investigaciones resultaron sorprendentes. El lenguaje verbal (es decir,
aquello que se dice) participa en forma escasa en la comunicación de emociones y
sentimientos: apenas con 7%. Cerca de 38% de la comunicación corresponde al len-
guaje paraverbal (entonación, proyección, tono, énfasis, pausas, ritmo, etc.) y 55% al
lenguaje corporal (gestos, posturas, mirada, movimiento de los ojos, respiración, etc.).
La importancia de los elementos no verbales sobre los verbales aumenta si existen in-
congruencias entre ellos: cuando las palabras y el cuerpo están en desacuerdo, se tiende
a creerle al cuerpo.43

43
Consultado en El Arte de Presentar, 2008
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Lenguaje
verbal

7%

Lenguaje Lenguaje
paraverbal 38% 55% corporal

El lenguaje corporal es un aspecto fundamental en la comunicación, por lo que resulta


importante estar atentos a nuestros gestos, miradas, expresiones faciales y corporales.
También es menos consciente que el verbal, y algunas veces resulta incongruente con
las palabras que se dicen. Los mensajes corporales emitidos son más poderosos, pues el
receptor percibe las imágenes de manera más directa y rápida que el significado de las
palabras expresadas por el emisor.
El tono de voz, énfasis, pausas y ritmo con que decimos las palabras es otro factor
que influye en la manera de recibir el mensaje, ya que muchas veces no es congruente
con lo que se está diciendo o resulta agresivo y rompe la posibilidad de comunicación.
Las palabras son importantes, por lo que debemos aprender a elegir las adecuadas,
si bien éstas cobran fuerza según el contexto emocional, además del lenguaje corporal
y paraverbal con que las expresamos.

Obstáculos para una buena comunicación


El mayor obstáculo en la comunicación es la falta de escucha, la cual puede ocurrir:
• Con uno mismo, respecto a lo que quiero, siento, pienso, me molesta, me importa, me
gusta o me enoja. Si no me escucho, seré incapaz de expresar con claridad y congruen-
cia quién soy o qué estoy pidiendo a los otros.
• Con el otro, cuando nuestro ruido interno (prejuicios, críticas, defensas, intenciones
de leer el pensamiento, pensar en lo que diré) nos impide escuchar, sentir y contactar
con nuestro interlocutor.
Otro obstáculo importante respecto a la emisión de mensajes en la comunicación es la
falta de disposición para expresarse o hacerlo de una manera poco clara o incompleta, al
dar por hecho que el otro entendió, sin asegurarse de que el mensaje fue comprendido.
Wright44 señala varios “patrones de comunicación defectuosa”, entre ellos las inte-
rrupciones, el intento de establecer “la verdad” y de leer la mente, el exceso de quejas,
la asignación de culpas, el lanzamiento de ultimátums o amenazas, las justificaciones
exageradas, los mensajes confusos, alzar la voz para amedrentar al otro y sermonearlo.

43
Consultado en El Arte de Presentar, 2008
44
N. Wright, Claves para una mejor comunicación en el matrimonio, Unilit, Colombia, 1994.
La comunicación en la familia
Las formas de comunicación se aprenden y, por lo tanto, resulta vital el ejemplo y apo-
yo que como padres demos a nuestros hijos. Las habilidades comunicativas se pueden
modificar y enriquecer en forma constante; de ahí la importancia de que los padres ha-
gamos conciencia sobre cómo ponemos en práctica, en el día a día, las distintas formas
de comunicación en la familia.
Existe la creencia de que la razón y la verdad pertenecen en exclusiva a los adultos,
con lo que se genera un trato desigual y de exclusión hacia los niños y adolescentes,
cuando ellos tienen sus propias ideas que aportar y necesitan sentirse escuchados y
tomados en cuenta como parte del equipo.
También se suele afirmar que a los padres no se les debe contradecir y se teme que al
abrir estos espacios se pierde autoridad con los hijos. Por esta razón se inhibe en ellos
la libertad de expresión de sus propios pensamientos y emociones, lo que genera un
vacío a veces irrecuperable en la confianza hacia sus padres. Por eso resulta convenien-
te permitirles que expresen sus desacuerdos, siempre y cuando lo hagan de manera
respetuosa y asertiva, lo que, contrario a lo que se piensa, aumentará la comunicación,
la cercanía, la confianza y el respeto mutuo.
Es importante que los miembros de la familia comprendan que así como cada quien
tiene sus propios puntos de vista, distintas prioridades e intereses, temperamentos y
personalidades, también existen responsabilidades y jerarquías. Una buena comuni-
cación no pretende llegar a conclusiones únicas ni verdades absolutas, sino generar el
espacio para que todos opinen y se sientan escuchados. A los padres les corresponde
asumir sus responsabilidades y tomar las decisiones que les tocan como líderes de la
familia, mientras que los niños pueden también hacerlo, pero de acuerdo con su edad y
nivel de madurez: “Todos valen, pero no todo se vale”.

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¿Cómo desarrollar habilidades de comunicación en nuestros hijos?
• Nuestro ejemplo resulta determinante. Analicemos nuestro propio comportamiento
al comunicarnos con ellos:
• Cobremos conciencia de nuestro lenguaje corporal.
• Escuchemos con el cuerpo entero: establezcamos contacto visual con ellos, y si les
decimos algo de importancia o ellos nos lo dicen a nosotros, agachémonos para te-
ner una mirada directa, cara a cara.
• Empaticemos al ponernos en su lugar. Creamos en lo que nos dicen y tengámosles
confianza.
• Interesémonos en lo que nos comunican.
• Valoremos lo que les está sucediendo.
• Si no podemos escucharlos en ese momento, pidamos un aplazamiento. Por ejem-
plo: “Dame 10 minutos y enseguida estoy contigo.”
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• Compartamos con ellos cómo nos fue en el día, cómo nos sentimos, qué hicimos. Pla-
tiquémosles cómo era nuestra vida cuando niños y sobre nuestros recuerdos; invo-
lucrémoslos en nuestros sueños y proyectos. De esta manera también aprenderán a
compartirnos lo que les pasa, sus sentimientos y lo que es importante para ellos.
• Descubramos, identifiquemos y valoremos la singularidad de cada hijo para encon-
trar la forma de comunicación que cada uno necesita. Por ejemplo, cuando hacen un
berrinche, tal vez con uno de ellos funcione una actitud de escucha y con el otro, la de
esperar a que se calme.
• Organicemos reuniones o encuentros familiares para generar espacios de diálogo en
torno a alguna situación de importancia para la familia.
• Enseñémosles la comunicación asertiva al ponerla en práctica con ellos en forma ma-
nifiesta:
• Démosles instrucciones claras y precisas. Cuando expliquemos razones, seamos
breves y acordes con la lógica de los niños. Evitemos los sermones, que son poco
efectivos con ellos, debido a que los mensajes largos y repetitivos van perdiendo
fuerza.
• Cuando queramos decir algo importante, busquemos el lugar y el momento adecua-
dos y hagámoslo una sola vez.
• Aprendamos a decir que “no” sin sentirnos culpables y sin miedo a perder su afecto.
• Si uno de ellos pide algo gritando o llorando, podemos decirle, por ejemplo: “Cuando
estés más tranquilo, podremos hablar” o “Sé que lo que me estás pidiendo es impor-
tante, pero no me gusta que me grites. ¿Cómo me lo puedes pedir de otra manera?”
• Reconozcamos que tenemos derecho a cambiar de parecer y enseñémosles que eso
constituye un valor cuando se hace de manera reflexiva.
• No los juzguemos, critiquemos ni ofendamos cuando nos compartan alguna experiencia.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
La convivencia con la familia extendida
La familia y su dinámica de convivencia ha tenido modificaciones. Cada día el número
de hijos que la componen es menor y la oportunidad de convivencia y crecimiento social
que aportan los hermanos se ha perdido o se ha hecho más difícil de lograr. Compartir,
aprender a pelear, a defenderse, a encontrar soluciones, a construir acuerdos, asumir
liderazgos o a cooperar con el líder, así como encontrar el lugar y el valor dentro de la
familia constituyen oportunidades de convivencia con los hermanos.
Muchos niños crecen solos, sin hermanos, y esto es muchas veces un motivo para
que se acostumbren a recibir sin aprender a compartir ni a tomar en cuenta a los de-
más para satisfacer sus deseos. Esta situación, entre otras cosas, ha provocado que los
niños sean poco conscientes de las necesidades de los otros, con poca tolerancia a la
frustración, y que en ocasiones exijan que se les sirva y atienda de inmediato, con poco
agradecimiento a lo que se les da, pues sienten que todo lo merecen.
El contacto con los primos puede ser una oportunidad de oro para aprender estas
habilidades sociales necesarias para su desarrollo como personas. Los abuelos, los tíos y
otros adultos significativos pueden enriquecer el mundo de los niños en varios aspectos:
al conocer diferentes formas de dar y recibir afecto, aportarles otros saberes, mostrar-
les otra manera de vivir e interpretar el mundo, aprender diversas formas de relacio-
narse, ofrecerles diferentes tipos de retroalimentación sobre sí mismos, intercambiar
anécdotas, recuerdos e ideas, así como vivir la diversidad en muchos sentidos.
Las reuniones familiares y las fiestas tradicionales pueden ser la ocasión de compar-
tir con la familia extendida, además de ayudar a los niños a conocer y amar su cultura,
pues justo a través de las tradiciones podemos conocer sobre las creencias, el arte, las
artesanías, comidas y costumbres, elementos que en gran medida explican nuestra
identidad, manera de actuar y de ver la vida.
Sin embargo, en ocasiones estas reuniones familiares, en vez de ser encuentros de
cariño y alegría, se transforman en una pesadilla. La lucha de poderes, los rencores,
los sentimientos añejos y los problemas de comunicación no trabajados surgen en tales
momentos, y como no es el lugar para tratarlos ni se presenta en realidad la oportuni-
dad de hablarlos para resolverlos, queda el sentimiento de que convivir es imposible y
de que encontrarse con la familia resulta inútil y desagradable. En estas circunstancias
se pierde la oportunidad de que los niños aprendan a enfrentar los problemas en las
relaciones y a buscar la manera de solucionarlos.
Una alternativa consiste en repensar el sentido profundo de las reuniones y de las
fiestas familiares, lo que puede ayudar a que los adultos hagamos un esfuerzo por recu-
perar lo valioso de estas convivencias. Si hay problemas que trabajar con otros miem-
bros de la familia y éstos tienen solución, hagamos un pacto entre adultos para tratarlos
en otros momentos sin sacrificar la convivencia familiar de la que tanto gozan los niños.
Fomentemos en nuestros hijos la generosidad de donar su trabajo y esfuerzo para
contribuir a la reunión, y asignémosles tareas en las que pueden ayudar para que de
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esa forma descubran el placer de compartir. Pidamos y aceptemos ayuda, genere-


mos acuerdos con los demás para solucionar las cuestiones prácticas y los gastos, de
modo que el trabajo y la responsabilidad no recaigan en una sola persona. Incluso se
puede organizar la ayuda en la limpieza al día siguiente de la fiesta o reunión.
Si decidimos aportar nuestro trabajo a la familia, no nos quejemos ni hagamos chan-
tajes. Por el contrario, donemos con generosidad lo que decidimos dar, pues solo con
esa actitud disfrutaremos lo que hacemos y generaremos un espacio de armonía.

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• Involucremos a nuestros hijos en la preparación de la reunión o fiesta.
• De acuerdo con su edad, pueden cooperar en la planeación y elaboración de los ador-
nos, comida o postres. Disfrutemos con ellos el proceso de preparación de las fiestas,
que en ocasiones es más importante que la celebración en sí.
• Cuidemos que la mesa esté bonita y los platillos bien presentados, que se note la dife-
rencia respecto a como lo hacemos a diario. Por supuesto, los niños pueden participar
en estas actividades.
• Involucrémoslos también en las tareas de limpieza y orden previas y posteriores a la
reunión, para manifestar así que la fiesta es para todos y el resultado del trabajo en
grupo.
• Recuperemos las tradiciones y ritos familiares al darles un significado y compartir con
los niños las razones y la explicación de su sentido profundo.
• Tomemos en cuenta a los adultos mayores para que compartan las costumbres fami-
liares, con lo que también evitaremos que se pierda esta valiosa herencia (recetas,
cantos, rituales). Así demostraremos la valía de los ancianos y enseñaremos a los
niños a apreciarla.
• No intervengamos si surgen pleitos entre niños, a menos que sea necesario cuidar los
límites para que no se lastimen: aprender a enfrentar los problemas y solucionar-
los con sus iguales será el mejor regalo que puedan recibir de la celebración. Si no
intervenimos también evitaremos que la diferencia se convierta en un pleito entre
adultos, el cual será más difícil de solucionar.
• Evitemos que el punto central de la celebración sea el consumismo: si hay regalos, que
éstos sean de preferencia hechos por nosotros mismos y que los niños obsequien a
quien quieran demostrar su afecto algo con más valor que el comercial. Recuperemos
la riqueza de una carta o un dibujo hecho con amor.
• Que el objetivo consista en disfrutar y reírnos un rato juntos, más que dar y recibir
presentes.
• Si nuestra familia es pequeña, no perdamos la oportunidad de celebrar con los que
somos. Revaloremos los rituales que nos ayudan a pensar dónde se encuentra lo im-
portante de la relación con nuestra familia, para que la reuniones constituyan la opor-
tunidad de comunicarnos y de tener encuentros más significativos y agradables entre
nosotros.
EL NAUFRAGIO Fanny Rabel
1983
Técnica mixta sobre tela
Planeación
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la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Quién es el personaje? ¿Qué edad tendrá? ¿Dónde está? ¿Qué hace?

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL


TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
La televisión y los medios electrónicos La depresión Los problemas de atención
en los niños

PREGUNTAS PARA INTRODUCIR PREGUNTAS PARA DEFINIR PREGUNTA PARA DEFINIR


EL TEMA: Y ANALIZAR CONCEPTOS: Y ANALIZAR CONCEPTOS:
• ¿Cómo es la relación entre los niños • ¿Qué es la depresión? • ¿Han oído hablar de los
y adolescentes con la televisión y los • ¿Qué diferencia existe entre problemas de atención en los
medios electrónicos? depresión y tristeza? niños?
• ¿Cuánto tiempo en promedio • ¿En qué consisten?
permanecen “conectados” cada día? PREGUNTA PARA BUSCAR
CAUSAS Y EFECTOS: PREGUNTAS PARA BUSCAR
PREGUNTAS PARA BUSCAR CAUSAS • ¿Por qué se conoce a la depresión CAUSAS Y EFECTOS:
Y EFECTOS: como la enfermedad de nuestro • ¿Cuáles son sus posibles
• ¿Qué efectos tienen la televisión y los tiempo? causas?
medios electrónicos en el desarrollo de • ¿Cuáles son sus
los niños? PREGUNTAS PARA CUESTIONAR consecuencias?
• ¿De qué se pierden los niños que pasan Y PROBLEMATIZAR:
toda la tarde frente a la televisión o los • ¿La depresión solo es causada por PREGUNTAS PARA GENERAR
medios electrónicos? un evento externo? ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Solo los adultos se deprimen • ¿Cómo podemos detectar si
PREGUNTA PARA CUESTIONAR (o también los niños, nuestros hijos padecen alguno
Y PROBLEMATIZAR: adolescentes y ancianos)? de estos trastornos?
• ¿Debemos prohibir estos medios? • ¿Qué podemos hacer para
PREGUNTAS PARA GENERAR ayudarlos?
PREGUNTAS PARA GENERAR ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: • ¿Cómo podemos manejar esta
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: • ¿Qué podemos hacer si situación en la familia?
• ¿Cómo manejar estos elementos detectamos en nosotros mismos • ¿Cómo podemos enfrentar
presentes en nuestra cultura con síntomas de depresión? las presiones sociales ante el
nuestros hijos? • ¿Cómo podemos ayudar a alguien comportamiento y actitudes
• ¿Dónde es recomendable que estén la que se encuentra deprimido de un hijo con problemas de
televisión y la computadora en casa? (amigos, pareja, padres, hijos)? atención?
• ¿Qué alternativas podemos ofrecer a • ¿Cuándo es necesario buscar
los niños para su tiempo libre? ayuda profesional?
• ¿Cómo podemos ayudarlos a organizar
su tiempo cuando ambos padres
trabajan y ellos se quedan solos?
• ¿Cómo podemos ayudarlos a
desarrollar un pensamiento crítico ante
la influencia de los medios?
La televisión y los medios electrónicos
En la actualidad los niños pasan mucho de su tiempo libre solos, pues la mayoría de
las familias tienen dos o un solo hijo y las necesidades económicas o de trabajo hacen
que los padres pasen poco tiempo con ellos. La inseguridad y la vida complicada en las
grandes ciudades impiden a los niños salir a jugar con otros a la calle o parques, como
lo hacían en el pasado, con lo cual cubrían algunas de sus necesidades de desarrollo de
manera natural. Esto ha provocado que estén encerrados en su casa y llenen su tiempo
libre, casi en su totalidad, en contacto con la televisión y medios electrónicos.

Infancia y niñez
La televisión es una presencia diaria en la vida de la mayoría de los niños, y muchos
de ellos también tienen acceso a los videojuegos y a las computadoras; sin embargo,
muchos estudios demuestran que la exposición a la televisión y a otros aparatos elec-
trónicos con pantalla afecta la salud y el desarrollo de los menores.45 Los investigado-
res46 están de acuerdo en que éstas no son actividades apropiadas para los niños muy
pequeños, de entre cero y tres años, ya que tienen efectos negativos en su desarrollo
neurológico, en su atención y en su visión, pues su cerebro aún no posee la madurez
para exponerse a ese tipo de estimulación.
A los niños mayores se les debe vigilar y establecer con ellos límites claros para cui-
dar lo que ven y cuánto tiempo es conveniente que estén frente al televisor o jueguen
con alguno de estos aparatos electrónicos. Se ha observado que el abuso en estas activi-
dades acarrea consecuencias en la salud física y emocional de los niños de todas las eda-
des, en su desarrollo social, en sus habilidades intelectuales y en su conducta. Algunas
investigaciones han demostrado sus efectos negativos en las siguientes áreas47:
1. Salud
• Nutrición y obesidad. Los niños necesitan tiempo para jugar en forma activa y hacer
ejercicio. Los juegos diarios vigorosos los ayudan a desarrollar sus músculos y a man-
tener una buena condición cardiovascular. Sin embargo, ver la televisión y jugar con
consolas electrónicas o con computadoras son maneras sedentarias de pasar el tiem-
po y no ofrecen beneficios físicos. Además, los infantes que ven televisión son blancos
vulnerables de propaganda sobre productos alimenticios de poco valor nutricional. Por
otro lado, muchos niños y adolescentes comen golosinas y comida chatarra mientras
ven la televisión, pero suelen hacerlo de manera automática y a deshoras, sin concien-
cia y sin siquiera disfrutarla. Las investigaciones ha demostrado que los niños que pa-
san una cantidad de tiempo prolongada frente a un aparato electrónico se encuentran
en un riesgo más alto de padecer sobrepeso en la niñez y convertirse en adultos obesos.

45
Giusseppe Amara (psiquiatra) conferencia impartida en el año 2000.
46
David L. Hill (MD, FAAP) Why to Avoid T V Before Age 2. Dad to Dad: Parenting Like a Pro, American Academy of Pediatrics
2012.
47
Eileen Walsh, Childcare Health Program, California.
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• Riesgo de enfermedad. El sobrepeso puede contribuir a varias enfermedades serias,


tales como la diabetes, el colesterol alto y las enfermedades cardiacas.
• Consumo de cigarros y alcohol. Las películas y los programas de televisión asocian
el tabaco y el alcohol con estatus y éxito. Además, con frecuencia los personajes se
recrean con el uso de sustancias tóxicas. Estas imágenes envían el peligroso mensaje
a los niños y adolescentes de que el abuso de las mismas es una conducta normal e
incluso atractiva.
2. Desarrollo social
• Interacción con los otros. La televisión y los aparatos electrónicos desplazan los en-
cuentros con nuestros semejantes. El tiempo que se invierte frente al televisor o ju-
gando con la computadora no ha sido usado en una actividad creativa ni para interac-
tuar con otras personas. Ver la televisión es una experiencia en esencia pasiva, que
no ofrece oportunidades para interactuar ni responder. Cuando la cantidad de tiempo
frente a ésta, la computadora o un juego de video es prolongada, esto puede desplazar
actividades sociales como jugar con otros o incluso conversar. Pasar mucho tiempo con
aparatos electrónicos puede ser una experiencia que provoca aislamiento, con un im-
pacto negativo en el desarrollo de las habilidades sociales.
• Violencia y conducta agresiva. Muchos programas de televisión y juegos electrónicos
presentan situaciones de violencia y destrucción. Los estudios de investigación han
mostrado que los niños expuestos a imágenes de esa naturaleza al principio se encuen-
tran asustados y traumatizados. Con una exposición repetida, se pueden desensibilizar
de sus efectos reales y actuar de manera agresiva, sin ningún sentido de las conse-
cuencias, empatía ni culpa. Algunos menores no tienen los parámetros para definir qué
es y qué no es violencia, porque la ven como algo normal en estos juegos. Un niño no
cuenta con los elementos ni el criterio para saber o entender qué juegos son apropiados
o inapropiados para él, pues en el fondo no pueden concebir que haya cosas “dañinas”
a su alcance ni personas que las fabriquen y ofrezcan, ya aún confían plenamente en el
mundo.
3. Desarrollo intelectual
• Rendimiento escolar. La exposición a la televisión durante la niñez temprana se aso-
ciada con un bajo rendimiento en las habilidades intelectuales durante la edad escolar.
Los niños incluidos en ese estudio que veían la televisión con regularidad tenían un
menor vocabulario y habilidades matemáticas menos desarrolladas que los niños que
no lo hacían.
• Problemas de atención. Mirar televisión a una edad muy temprana se asocia con pro-
blemas de atención posteriores. Los niños que pasan más horas diarias frente a este
aparato cuando tienen entre cero y tres años muestran problemas de atención más
serios a la edad de siete.
• Déficit de creatividad. También se ha observado que los niños que juegan con frecuen-
cia videojuegos se acostumbran a ellos a tal grado, que ya no son capaces de entrete-
nerse solos ni de inventar sus propios juegos. Jugar a los caballeros o astronautas, al
doctor, a la mamá o a la escuelita es una facultad que llegan a perder por dedicarse de
manera pasiva y constante a mirar una pantalla, y cuando llegan a tener espacios lúdi-
cos, los contenidos de sus actividades los determinan los personajes y acciones de los
programas y videojuegos.
Los padres actuales hemos tendido a sobreproteger a nuestros hijos como una reacción al
tipo de educación que recibimos de nuestros padres cuando éramos niños, movidos por la
culpa de estar poco tiempo con ellos. Los hemos hecho dependientes de nosotros y creemos
que es nuestra obligación resolverles todo, cumplir cada una de sus exigencias e incluso
divertirlos. Sin embargo, permitirles aburrirse puede darles la oportunidad de encontrar
alternativas y desarrollar su creatividad para inventar actividades y juegos propios. Nues-
tra función como padres es acompañarlos, estar presentes, escucharlos, demostrarles
nuestro afecto y darles la ayuda que requieren para que puedan lograrlo solos.

Adolescencia y adultez
Para comprender el mundo del adolescente es fundamental considerar el gran impacto
de los medios de comunicación en su vida, los cuales compiten con las familias, los ami-
gos, las escuelas y las comunidades en su capacidad para moldear los intereses, actitu-
des y valores. La mayoría de los adolescentes ven televisión, películas, utilizan internet,
intercambian correos electrónicos, chatean, mensajean, leen artículos y anuncios en
las revistas dirigidas a ellos, y últimamente están demostrando un gran interés e inclu-
so adicción a las redes sociales. El problema reside en que los adolescentes frecuente-
mente no saben cómo o no pueden distinguir entre lo bueno y lo dañino en los medios.
Algunos jóvenes se pasan horas interminables frente al televisor o “enchufados” a sus
audífonos, alimentándose en forma pasiva de todo lo que ven y oyen (y que en ocasiones
contiene violencia, sexo, groserías, estereotipos y personajes e historias totalmente fue-
ra de la realidad y de la ética), sin desarrollar un pensamiento crítico ante lo que reciben.
El cual se consigue mediante el diálogo y cuestionamiento sobre aquellas situaciones
que merecen reflexión. Los niños, desde pequeños, aprenden a cuestionar lo que ven y
oyen con la ayuda de sus padres y maestros, pues no lo pueden hacer solos, ya que aún no
desarrollan la madurez ni adquieren los conocimientos ni la información para formarse
un criterio ellos mismos. Los adolescentes que nunca aprendieron a ser críticos resultan
presa fácil de los medios electrónicos y la publicidad, y a esto se suma que la intervención
de los padres en esta etapa es más limitada que cuando eran niños.
En otras ocasiones se pueden “conectar” para investigar, adquirir conocimientos va-
liosos o ver programas o películas de calidad. El problema surge cuando se abusa en el
tiempo, pues se provoca aislamiento. Una investigación reciente48 entre adolescentes
constantemente “conectados” a cualquier tipo de aparato indica que muestran rasgos
autistas, es decir, serias dificultades para relacionarse con los demás. Lo grave del asun-
to es que semejante “adicción” está mutilando la capacidad de comunicación incluso en-
tre adultos.
La modernidad nos ha traído muchas ventajas y la tecnología es una de ellas, pues se

48
Federico Reyes Heroles, Alterados. Preguntas para el siglo XXI, México, Taurus, 2010.
Textos Temáticos

trata de una herramienta fundamental en los avances científicos, que nos ha ayudado
a que nuestra vida sea más práctica y fácil en muchos sentidos. Con ella tenemos ac-
ceso a la información y estamos al día en lo que sucede en el mundo. Sin embargo, si
hacemos un alto en el camino, nos encontramos con que los aparatos electrónicos han
invadido nuestras vidas y relaciones. Sin que reflexionemos sobre su uso o abuso, estos
instrumentos ahora tienden a gobernarnos, en vez de que estén al servicio de nosotros.
El aislamiento es uno de los riesgos más serios que podemos correr: paradójicamente, la
comunicación virtual con los que están lejos nos aisla de la comunicación real con los que
están cerca. Vivimos como autómatas, y esto nos ha hecho perder la capacidad de estar
conscientes, es decir, presentes en todos sentidos, de darnos cuenta de lo que hacemos,
pensamos, decimos y sentimos.
Darnos cuenta de que nos damos cuenta es una característica que nos hace huma-
nos… ¡Recuperémosla!

T ips padres dia en acción


• Si los aparatos electrónicos y la televisión no son apropiados para los niños desde su
nacimiento hasta los 24 meses, no los usemos bajo ninguna circunstancia, ni como “ni-
ñera” ni para entretener y educar a los menores. Ellos necesitan interacción humana
para su desarrollo social, emocional e intelectual.
• Es imposible proteger por completo a nuestros hijos de los medios. Si se los prohibimos,
les parecerán aún más atractivos. Sin embargo, sí podemos tomar algunas medidas:
•La televisión y la computadora deben estar en un lugar de uso común para todos en
casa y a la vista, para que supervisemos lo que ven y a dónde se conectan.
• Cuidemos la calidad y contenido de programas y juegos que ven los niños y limitemos
el tiempo de exposición al promover otras actividades, como leer, convivir y conversar
con familiares, jugar con niños de su edad y practicar algún deporte.
• Para el acceso a ciertos canales televisivos e internet, informémonos sobre el uso de
candados para limitar el material al que tengan acceso.
• Supervisemos con quiénes chatean.
• No permitamos que ingresen a las redes sociales cuando aún no tienen la edad ni
el criterio para hacerlo; para abrir una cuenta en Facebook se requiere una edad
mínima de 13 años. Ésta es una pauta, pero otra muy importante es que nuestros
hijos formen, con nuestra ayuda, un criterio propio y un pensamiento crítico para
diferenciar entre lo que está bien de lo que está mal, de lo conveniente para ellos y
las consecuencias que se pueden generar al tomar una mala decisión, incluso en un
hecho tan simple como comentar o “postear” en una red social. Un hecho real es que
en el momento que se comparte una foto o cualquier otra cosa en una red, pasa a ser
“propiedad” del mundo virtual, por lo que es importante que nuestros hijos aprendan
a ser cuidadosos y cautelosos con lo que comparten.
• Platiquemos con ellos sobre el riesgo de chatear y de aceptar invitaciones de desco-
nocidos.
• No dejemos a los niños pequeños solos con la televisión ni con juegos electrónicos en-
cendidos. Debemos estar pendientes para vigilar el contenido de lo que ven y sus reac-
ciones. Hablemos de ello a su nivel para evitar que se queden con dudas o asustados.
• Acompañémoslos cuando vean su programa favorito en la tele y juguemos con ellos sus
videojuegos preferidos; así, además de pasar un rato juntos divertidos, sentirán nues-
tro interés en lo que a ellos les importa, además de que después podremos conversar y
reflexionar sobre lo que ven y juegan.
• Fomentemos el diálogo al conversar sobre lo que les gusta ver, jugar y escuchar, y al
cuestionarlos al respecto para desarrollar el pensamiento crítico, además de respon-
der cualquier pregunta que tengan. Hagámosles ver que los medios poseen un punto
de vista particular y promueven ciertas ideas o creencias, las cuales pueden o no co-
rresponder con nuestros valores familiares, y promovamos que se pregunten si todo
lo que ven y escuchan es necesariamente cierto, o si tiene algún valor o no. Por ejem-
plo, alrededor de un programa de superhéroes, podemos fomentar que se cuestionen
con preguntas como las siguientes: “¿Qué opinas de los poderes de este superhéroe?”
“¿Crees que es posible hacer lo que él hace?” “¿Por qué?” “¿Qué opinas de que use la
violencia y armas?”
• Si no podemos estar con ellos en las tardes, hagamos un horario en una cartulina para
que dividan su tiempo entre las tareas escolares, actividades de cooperación en el ho-
gar, actividades cotidianas y de higiene, y dejemos más tiempo para jugar lejos de una
pantalla y menos para ver la televisión o videojuegos. De ser el caso, pidamos a la per-
sona que los cuida que supervise que se cumplan los horarios, o bien, platiquemos con
ellos en la noche sobre lo que hicieron.
• Prediquemos con el ejemplo: reflexionemos si nosotros mismos estamos siendo “adic-
tos” a la televisión y a la tecnología, y si con ello también estamos perdiendo la oportu-
nidad de comunicarnos y relacionarnos con nuestra familia.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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La depresión
En los últimos años la depresión se ha vuelto tan frecuente que muchas personas uti-
lizan la palabra para describir sus estados de tristeza o preocupación. Es común, en
especial entre la gente joven, escuchar decir “estoy en la depre” o “amanecí depre”; sin
embargo, resulta muy importante distinguir los sentimientos de tristeza o soledad de
una auténtica depresión.
La depresión es un síndrome que se distingue de la tristeza en cuanto a que:49
• Es mucho más profunda y dolorosa.
• Es más prolongada.
• Interfiere con la funcionalidad cotidiana: la persona se siente incapaz de realizar las
tareas más sencillas, aunque al final las lleve a cabo.
• Implica una serie de problemas en la interacción social, en la conducta y el funciona-
miento mental y biológico. Por lo tanto, requiere atención médica y psicoterapéutica.
La incapacidad y las alteraciones mentales y emocionales en la depresión pueden llegar
a ser tan graves que la persona requiera hospitalización. Muchos casos de suicidio (la
mayoría) han tenido su origen en una depresión severa: 15% de las personas depri-
midas se suicidan, pues sienten que su vida, de esa manera, no tiene sentido. Así, el
sufrimiento es demasiado y deciden detenerlo al quitarse la vida.
Es difícil medir el potencial suicida en una persona; por lo tanto, resulta necesario
tomar precauciones en todos los casos de depresión, en especial si es severa. Hoy en día
parece ser una epidemia, a pesar de que muchas personas que la sufren no han sido
diagnosticadas.
Resulta indispensable entonces que no solo los médicos, psicólogos y psicoterapeu-
tas conozcan a fondo el padecimiento. Al tratarse de un problema tan frecuente, cual-
quier persona necesita informarse, al menos en forma somera, para detectar cuando
un amigo, familiar, hijo, alumno o colaborador se encuentre en riesgo por esta causa.
La depresión se clasifica con base en los factores que la originan:50
1. Endógena u orgánica. Tiene como origen un desorden fisiológico y a su vez se divide
en distintos tipos:
• Mayor: es hereditaria, originada por una disfunción bioquímica del cerebro y contie-
ne un elemento genético. Cuando se explora el árbol genealógico de la persona, es
común encontrar una larga historia de depresión y suicidio. Se presenta en forma de
episodios de depresión como crisis, alternados con periodos de aparente normalidad.
• Crónica: la persona está todo el tiempo deprimida, aunque no en forma tan severa
como en los episodios de depresión mayor. Cuando una persona ha tenido este estado
depresivo por dos años o más, se le diagnostica como depresiva crónica.
• Bipolar: también conocida como neurosis maniaco-depresiva, es una forma cíclica en
la que el paciente experimenta periodos de euforia e hiperactividad en estado de ma-
49
María Teresa Lemus, Depresión y suicidio: herencias del mundo moderno.
nía, seguidos de lapsos de profunda depresión.
• Tóxica: tiene un origen externo por el uso o abuso de ciertos fármacos, de alcohol, o
bien como secuela de enfermedades virales como la hepatitis.
• Posparto: puede aparecer al tercer o cuarto día después de dar a luz, y durar entre un
día y una semana. Desaparece sin necesidad de medicamento y existe una predisposi-
ción hereditaria. Es necesario atenderla de inmediato.
2. Psicógena. A diferencia de la depresión orgánica, tiene su origen en conflictos psicoló-
gicos, carencias durante la infancia y eventos traumáticos, entre otras causas.
• Reactiva: surge a partir de una causa evidente, como la pérdida de un ser querido o de
algo considerado valioso (trabajo, casa, mudanza de ciudad). Se presenta con menos
síntomas físicos que la de origen orgánico, y por lo común no hay una pérdida conside-
rable de memoria ni malestares gastrointestinales o dolores de cabeza.
• De origen psicológico: se deriva de experiencias tempranas en la vida de la persona,
como las pérdidas, el abandono, padres emocionalmente distantes, una atmósfera
hogareña hostil o francamente agresiva, abuso sexual o emocional. La elaboración in-
adecuada de un duelo por la muerte de un ser querido también puede desatar en un
momento dado esta depresión.
Los síntomas de la depresión tienen algunas variaciones de acuerdo con el tipo que se
presente, pero los más comunes son los siguientes:51
• Sentimientos de profunda tristeza y desesperanza.
• Pérdida de interés e incapacidad para experimentar placer.
• Pérdida de apetito (anorexia) o aumento considerable del mismo.
• Insomnio o hipersomnia (exceso de sueño).
• Fatiga, energía baja.
• Sentimientos de inutilidad, incapacidad y culpa.
• Incapacidad para concentrarse.
• Baja autoestima.
• Miedo persistente sin saber a qué o por qué.
• Pérdida de sentido de la vida.
• Pensamientos recurrentes de muerte y suicidio.
El mayor éxito en la atención de las depresiones anteriores es el que incluye tratamiento
psicoterapéutico y, en caso necesario, con fármacos, los cuales deben ser recetados por
un psiquiatra, que es el médico especialista.
3. Noógena. Término utilizado por el neuropsiquiatra Viktor Frankl, que la clasificó como
un elemento de la neurosis noógena. Según él, cada época padece sus neurosis; la de
los tiempos presentes es justo la noógena, que observamos con tanta frecuencia, origi-
nada ante una frustración existencial del humano moderno, que no encuentra la mane-
ra de satisfacer su necesidad de sentido, de dar un contenido coherente de significados,
valores y trascendencia a su existencia.
El cuestionamiento ante el sentido de la vida es totalmente de humanos, una par-
te ineludible de la conciencia de uno mismo y del ser en el mundo. Sin embargo, esto
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genera patologías cuando la pregunta por el sentido de la propia vida no obtiene res-
puestas, con lo que se cae en un vacío existencial crónico que lleva a la agresividad, la
apatía, el aburrimiento, la depresión, el alcoholismo, las adicciones y el suicidio, todos
ellos síntomas de la neurosis noógena, una enfermedad de nuestro tiempo.
El ser humano de las sociedades modernas oscila entre el estrés de una vida acelerada,
la ansiedad y el aburrimiento durante el tiempo libre; evita estar inactivo y a solas consigo
mismo, pues teme contactar con su interior y encontrar un vacío. El ritmo acelerado de
la semana es, en ocasiones, un vano intento de autocuración o evasión de la frustración
existencial; resulta frecuente que ese ritmo se traslade también al fin de semana, me-
diante actividades como los deportes extremos o los “festejos extremos”.
Asimismo se ha observado que la satisfacción de las necesidades básicas no lleva a la
anhelada felicidad. Los países del primer mundo, que han creado sociedades preocupa-
das por cubrir casi todas las necesidades básicas de sus individuos, son justo los países
con un mayor índice de suicidios. Esto confirma la importancia de reconocer y atender
las necesidades psicológicas, espirituales y de trascendencia que dan sentido a la vida
y existencia.
Se ha demostrado que la depresión se da en la mujer con una frecuencia de casi el
doble que en el varón. Las hormonas sexuales femeninas (estrógenos y progesterona)
parecen modular de alguna manera el desarrollo y la gravedad de algunos cuadros
depresivos en el ciclo menstrual, el embarazo, el aborto, el periodo de posparto y la
menopausia. Otra explicación posible se basa en el contexto social de las mujeres, en
el sexismo (diferencias de género), con su consecuente estrés, en la falta de recursos
económicos y determinados valores socioculturales relacionados con una menor au-
toestima en las mujeres.52
La depresión también puede afectar la salud del hombre, aunque en una forma di-
ferente. Los hombres deprimidos se encuentran más dispuestos a reconocer la fatiga,
la irritabilidad, la pérdida de interés en el trabajo o en los pasatiempos y problemas al
dormir, que a reconocer sentimientos de tristeza, desesperanza y culpa excesiva. Existe
un debate entre los investigadores respecto a si el consumo de alcohol y drogas es un
síntoma subyacente de la depresión en los hombres, o una condición concurrente que
se desarrolla en forma más común en ellos. Sin embargo, este consumo puede ocultar
la depresión y dificultar su diagnóstico como una enfermedad separada que necesita
tratamiento.53
En lugar de reconocer sus sentimientos, pedir ayuda o buscar un tratamiento apropia-
do, los hombres deprimidos pueden refugiarse en el alcohol o las drogas, frustrarse, des-
animarse, sentirse iracundos, irritados o bien reaccionar de manera violenta. Algunos
hombres lidian con la depresión mediante el trabajo compulsivo, e intentan esconderla
de ellos mismos, de la familia y de los amigos; otros acaso respondan a la depresión al
involucrarse en conductas temerarias, asumiendo riesgos que los ponen en peligro.
Entre los ancianos, la depresión puede aparecer enmascarada con otros síntomas,
como la pérdida de apetito, alteraciones de la memoria, insomnio, síntomas somáticos,
ansiedad o irritabilidad. Incluso puede simular un cuadro de demencia senil, con lo que se
hablaría de pseudodemencia depresiva. Por otro lado se ha observado que los efectos
secundarios de algunos medicamentos pueden provocarles estados depresivos.54
Cuando un anciano se deprime, en forma errónea se llega a considerar como un as-
pecto natural de esa etapa de la vida; si esto no es diagnosticado ni tratado, provoca un
sufrimiento innecesario para él y su familia. Cuando la persona de edad avanzada de-
primida acude con el médico, muchas veces solo describe sus síntomas físicos y puede
mostrarse reacia a hablar de su desesperanza y tristeza; incluso puede no querer hablar
de su falta de interés en las actividades por lo general placenteras, o de su pena tras la
muerte de un ser querido, aun cuando el duelo se prolongue por mucho tiempo.
La existencia de trastornos depresivos en la infancia se comenzó a abordar en la litera-
tura médica a partir de la década de 1970; antes se tendía a negar que los niños también
se deprimen. El infante deprimido puede parecer o simular estar enfermo, rehusarse a ir
a la escuela, jugar menos o dejar de hacerlo, expresar el deseo de no querer separarse de
los padres o tener miedo de que uno de los padres muera. En la primera infancia puede
desarrollar síntomas atípicos como somatizaciones difusas (dolor de cabeza, de estóma-
go), trastornos alimenticios, enuresis, entre otros.55
A veces resulta difícil establecer si un niño solo está pasando por una fase de su desa-
rrollo o si en realidad padece de depresión. Cuando tiene un cambio de comportamiento
notorio que preocupa a los padres, o el maestro menciona que “no parece ser el mismo”,
se puede sospechar de un trastorno depresivo.
A pesar de que la adolescencia es la etapa de los cambios de humor bruscos y continuos,
resulta importante observar si el adolescente, de manera cotidiana y frecuente, expresa
mal humor, disminuye su rendimiento escolar, presenta conductas desafiantes o brotes
de irritabilidad, pérdida de interés por actividades que antes disfrutaba, sentimientos de
desprecio hacia sí mismo y distanciamiento del grupo de amigos, ya que podría estar de-
primido. En otras ocasiones también podría expresar este trastorno anímico con el desa-
rrollo de conductas de riesgo, como el consumo de alcohol y drogas y comportamientos
autodestructivos o parasuicidas que hagan peligrar su vida.
En el caso de los adolescentes, la depresión se puede relacionar con las alteraciones
hormonales propias de la edad, así como al estrés que provoca el proceso de maduración
y los conflictos que ocasiona en algunos chicos la formación de la propia identidad, unida
a la adquisición de la independencia. El adolescente se encuentra especialmente vulne-
rable por los cambios que vive en muchos niveles, por su necesidad de pertenencia al
grupo, porque su identidad está en proceso y por los riesgos que conlleva el bullying o
acoso escolar, así como las agresiones que ocurren en algunos casos en las redes sociales,
a las que ahora acceden de manera regular. Los expertos creen que la depresión entre los
adolescentes se relaciona con el aumento de suicidios en los jóvenes en Estados Unidos,
pues en ese país se han convertido en la tercera causa de muerte entre edades de 15 a 24
años.56 La adolescencia es una etapa de riesgo, por lo que hay que estar alertas y pedir
ayuda profesional a tiempo.
Textos Temáticos

T ips padres dia en acción


• Observemos en nosotros mismos y en nuestros familiares y amigos si hay cambios
de conducta o detectamos la presencia de algunos síntomas de depresión que se pro-
longuen demasiado. En caso de que existan, evitemos negarlos y tomemos acción sin
postergarla.
• Reconozcamos que la depresión es una enfermedad que requiere atención psicotera-
péutica para entender qué la desencadenó, y que en muchos casos, cuando se trata de
una depresión endógena u orgánica, se requiere ayuda de un médico psiquiatra, así
como de medicamentos (que nunca se deben autoprescribir).
• Estemos conscientes de que la depresión no solo se cura con fuerza de voluntad y que
por lo tanto no depende del esfuerzo personal que invirtamos para curarla. Evitemos
decir a los que están deprimidos frases como “Échale ganas”; mejor escuchémoslos y
validemos sus sentimientos sin juzgarlos. En caso necesario, sugirámosles la ayuda de
un especialista.
• Tengamos presente que el ritmo de vida actual nos provoca en ocasiones estados aní-
micos de angustia, ansiedad, estrés y depresión, susceptibles de trabajarse en dife-
rentes niveles. Lo primero que debemos hacer es contactar con nosotros mismos para
descubrir qué nos provoca tales estados y analizar qué necesitamos para enfrentarlos:
hablar con alguien, un amigo o un psicoterapeuta; escribir lo que nos sucede y cómo
nos sentimos; buscar una actividad u ocupación significativa en la que nos sintamos
útiles; donar nuestro trabajo en algún proyecto social; hacer ejercicio o salir a caminar
(el movimiento ayuda mucho), o bien priorizar nuestras actividades al evitar sobrecar-
garnos y procurar descansar o encontrar espacios de contacto con la naturaleza.
• En el caso de nuestros hijos adolescentes, una excelente manera de encontrar sentido
a su vida durante esa etapa es el trabajo voluntario y de ayuda social: promovamos que
vivan tales experiencias.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Los problemas de atención en los niños
En la actualidad escuchamos con más frecuencia frases como “Se distrae mucho en cla-
se”, “Platica mucho y no pone atención”, “No me oye cuando le hablo”, “Es un despis-
tado” o “Pierde todas sus cosas”. ¿A qué se deberá? ¿Por qué hay tantos problemas de
atención hoy en día? ¿Qué ocurre con estos niños? ¿Qué podemos hacer como padres?
Existen diferentes tipos de problemas de atención en los menores, cuyos orígenes
son diversos y van desde una causa orgánica, como el “trastorno por déficit de atención”
(T DA), el cual se presenta con o sin hiperactividad, problemas de integración sensorial,
inmadurez neurológica, hasta la reacción a ciertos alimentos que alteran la química
cerebral y con ello detonan problemas de atención.
También los hay por causas externas, como la sobreestimulación, es decir, debido a
una cantidad exagerada de estímulos que los niños no pueden procesar al mismo tiem-
po; la falta de orden, límites y estructura en el ambiente familiar o escolar, y situaciones
emocionales difíciles que los angustian o causan ansiedad y les impiden concentrarse
y poner atención.
El origen de la falta de atención puede ser multifactorial, es decir, una combinación
de dos o más de las causas arriba descritas, e incluso se ha observado que el estilo de
vida que tenemos en la actualidad, al vivir en grandes ciudades entre el estrés, la conta-
minación, el exceso de ruido, la exposición constante a aparatos electrónicos y medios
de comunicación, influyen en el hecho de que el problema se haya incrementado en los
últimos años.
También se ha observado que si los niños no están atentos a ciertas cosas o no son
disciplinados, también se debe a que no se les ha enseñado a serlo. Becky Bailey57 afir-
ma que si los propios padres no somos disciplinados, entonces nuestros hijos no ten-
drán manera de aprenderlo; es decir, les exigimos algo para lo cual no hemos sido un
modelo; por ejemplo, si dejamos sin resolver nuestros pendientes o propósitos, como
arreglar la casa, visitar a la familia, hacer ejercicio, ahorrar o llegar temprano. El niño
con problemas de atención muestra los siguientes síntomas:
• Dificultades de concentración que afectan su aprendizaje, ya que “se pierde” en la
diversidad de estímulos simultáneos de un salón de clases: ruidos exteriores, partici-
paciones de sus compañeros, la goma que se cayó al suelo, etcétera.
• Problemas de relación con sus compañeros, debido a que le cuesta trabajo entender y
seguir las reglas de los juegos.
• Dificultad para establecer un orden en sus tareas, pues como le es difícil distinguir
entre lo importante de lo secundario, no sabe por dónde empezar ni cómo planear.
• Le cuesta trabajo iniciar una actividad como vestirse o hacer su tarea.
• Muestra incapacidad para finalizar sus tareas y tiende a dejar una actividad por otra al
poco rato de haberla comenzado.
• Parece desobediente o que no escucha cuando se le habla. Al principio muestra la
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disposición de obedecer, pero como le resulta difícil aislarse de otros estímulos, cual-
quier cosa lo distrae en el proceso.
• Comete errores por descuido.
• Tiene dificultad para poner atención a dos estímulos simultáneos.
• Evita o se resiste ante tareas que requieren un esfuerzo mental prolongado.
Algunos niños con problemas de atención también pueden mostrar impulsividad, es
decir, una falta de autocontrol en sus acciones y emociones, además de la incapaci-
dad de inhibir una conducta. Sus síntomas son los siguientes:
• Dificultad para pensar antes de actuar.
• Es poco previsor, es decir, con dificultad para planear, organizarse y manejar el tiempo.
• Se muestra impaciente.
• Tiene movimientos frecuentes de manos y pies.
• Se mueve con frecuencia en su asiento y a menudo se levanta.
• Habla en exceso, tararea o hace ruiditos con la boca.
• Puede ser agresivo con sus pares, aunque no sea su intención agredir.
Algo muy importante es prestar atención a cómo experimentan sus emociones los ni-
ños con estos padecimientos: pueden sentirse rechazados en su propia casa y en la escue-
la, frustrados por no cubrir las expectativas de sus padres y maestros, incomprendidos,
ansiosos e impotentes por no cumplir ciertos resultados aunque tengan el deseo de ha-
cerlo, ya que no está en sus capacidades lograrlo. Ellos mismos no entienden qué les pasa
ni por qué son incapaces de hacerlo. Por estas razones, es necesario comprender este
trastorno para saber qué hacer como padres y trabajar en equipo con la escuela.

T ips padres dia en acción


• Si nuestro hijo presenta alguno de estos síntomas, es importante acudir con un pro-
fesional, como un psicólogo, de modo que a través de su diagnóstico detectemos el
origen o los orígenes del problema (neurológico, emocional, nutricional, etc.) a fin de
canalizarlo con el especialista adecuado.
• Aceptémoslo como es y reconozcamos sus otras virtudes, capacidades y habilidades.
Estemos cerca y demostrémosle nuestro amor.
• Al conocer en forma más específica la situación, bajemos nuestras expectativas con
nuestro hijo y, en forma empática, tengámosle más paciencia.
• Utilicemos más nuestro lenguaje corporal: con una sonrisa, un abrazo, aprobando o
asintiendo con la cabeza, haciendo contacto visual cuando le demos alguna instruc-
ción. Esto reforzará el mensaje hablado y lo ayudará a prestar mayor atención, pues
tendrá más efecto “lo que hagamos” que “lo que digamos”.
• Manejemos un tono de voz medio, con calma y tranquilidad, pues esto disminuye los
niveles de ansiedad en los niños con dificultades de atención.
• Brindemos un ambiente estructurado, con una rutina establecida, pues necesita la
certeza de qué viene después. Por lo tanto, ante algún cambio en su rutina, será muy
importante anticipárselo.
• Respetemos sus tiempos, pues si se siente apurado o presionado, se desesperará y
confundirá, y en consecuencia no terminará con la tarea o actividad y se sentirá nue-
vamente frustrado.
• Demos instrucciones claras y de preferencia solo una a la vez. Pidámosle que nos la
repita para asegurarnos de que la captó y reconozcámoslo cada vez que tenga un éxito
para hacerlo sentir orgulloso.
• Dividamos o fragmentemos las tareas a realizar para que sean más accesibles, fáciles
de comprender y él mismo constate los resultados obtenidos, de modo que reforce-
mos sus avances en forma positiva.
• Si el problema de atención es de origen alérgico o de sensibilidad a algún alimento
como la leche, el azúcar blanca, los colorantes o los conservadores, que son algunos
de los más frecuentes, será necesario que lo retiremos de la dieta diaria al menos por
un mes y observemos si se presentan cambios en su conducta, tanto en la escuela
como en casa.
• Ante la presión social que genere el comportamiento de nuestro hijo, debemos mos-
trarnos fortalecidos para no permitir que influya en nuestro núcleo familiar ni en las
decisiones que tomemos al respecto; una vez que hemos detectado el trastorno, acu-
dido con un especialista para su tratamiento y solicitado el apoyo de la escuela para
hacer un trabajo de equipo, significa que vamos por el camino correcto, por lo que con
estas sugerencias el comportamiento de nuestro hijo tenderá a mejorar.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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RETRATO DE Frida Kahlo


1944
DOÑA ROSITA Óleo sobre masonite
MURILLO
Planeación de la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL


¿Quién es? ¿Qué hace? ¿Cómo se siente?

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL

TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3


La relación con los abuelos La vejez La muerte

PREGUNTA PARA INTRODUCIR PREGUNTA PARA INTRODUCIR PREGUNTA PARA INTRODUCIR


EL TEMA: EL TEMA: EL TEMA:
• ¿Qué aportan los abuelos a las • ¿Qué piensan sobre la vejez? • ¿Por qué evitamos hablar de la
familias? muerte?
PREGUNTAS PARA RELACIONAR
PREGUNTA PARA CUESTIONAR EL TEMA CON LA PROPIA PREGUNTA PARA DEFINIR
Y PROBLEMATIZAR: EXPERIENCIA: Y ANALIZAR CONCEPTOS:
• ¿Creen que el valor que damos a • ¿Por qué se le teme a la vejez? • ¿Qué es la muerte?
los abuelos ha cambiado a través • ¿Por qué se ha sobrevalorado a la
del tiempo? juventud? PREGUNTA PARA RELACIONAR
EL TEMA CON LA PROPIA
PREGUNTAS PARA GENERAR PREGUNTAS PARA GENERAR EXPERIENCIA:
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: • ¿Por qué se le teme a la muerte
• ¿Cómo podemos fomentar la • ¿Qué significará tener una (la propia y la de nuestros seres
cercanía entre abuelos y nietos y vejez digna? ¿Cómo podríamos queridos)?
permitir que ambos intercambien prepararnos para tenerla?
su riqueza? • ¿Cómo podemos enseñar a los PREGUNTA PARA CUESTIONAR
• ¿Cómo podemos enseñarles a niños a vivir, disfrutar y valorar Y PROBLEMATIZAR:
nuestros hijos a respetar, valorar cada etapa de crecimiento? • ¿Todas las culturas conciben la
y amar a los abuelos? muerte de igual manera?

PREGUNTA PARA RELACIONAR PREGUNTA DE RELACIÓN


EL TEMA CON LA PROPIA CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN
EXPERIENCIA: Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
• ¿Qué situaciones se presentan • ¿Cómo solemos tratar el tema de
cuando los niños son cuidados por la muerte con los niños?
los abuelos?
PREGUNTAS PARA GENERAR
PREGUNTA PARA CUESTIONAR ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
Y PROBLEMATIZAR: • ¿Cómo nos podemos preparar
• ¿Cuáles son las ventajas y para nuestra propia muerte?
desventajas para los niños y • Ante las diversas pérdidas, ¿cómo
para los abuelos en este tipo de podríamos vivir mejor nuestros
convivencia? duelos?
• ¿Cómo podemos enseñar a
PREGUNTA PARA GENERAR nuestros hijos a vivir y enfrentar
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: sus duelos?
• ¿Cómo podemos mantener la
figura de autoridad de los padres
ante los hijos cuando los abuelos
pasan más tiempo con ellos?
Textos Temáticos

La relación con los abuelos


¿Quién no guarda en su memoria anécdotas agradables… o quizás no tan agradables
de personajes tan importantes como los abuelos? Esas personas que influyeron y deja-
ron huella en la formación de nosotros y que ahora, con una visión diferente de la vida,
influirán en la de nuestros hijos.
Aunque no todos ellos son iguales ni todas las relaciones se pueden comparar, el
papel de los abuelos es distinto al de los padres, y la relación de apego que se establece
con ellos es también distinta. Ellos suelen ser más consentidores, pues dan más apoyo
y aplican menos disciplina; es decir, mantienen una relación más juguetona y relajada
con sus nietos, y los disfrutan por encima de la obligación de educarlos.
Algunos nietos ven a sus abuelos como amigos, divertidos, cariñosos, mimosos, y les
gusta estar con ellos. Asimismo pueden reconocerlos como sus guías. Pero, claro, todo
depende de la forma de ser de los abuelos. Hay otros que continúan tratando a los nie-
tos con el mismo rigor con que educaron a sus hijos, a veces de una manera autoritaria
y demasiado exigente.
Sin embargo, por lo general los abuelos sienten mucho placer al estar con sus nietos,
lo que también les permite renovarse en el aspecto personal y tener más participación
en la familia, al sentirse más jóvenes y actualizados. Se aprende mucho con los niños.
Los nietos son acompañantes de un valor incalculable y permiten a los abuelos conti-
nuar sintiéndose activos y útiles. Disfrutan de sus narraciones, lo cual resulta de gran
valor para ellos, pues se sienten escuchados.
Los abuelos y su cariño enriquecen el concepto que los niños tienen de sí mismos, al
valorar cualidades diferentes de las que quizá los padres reconocen. Gracias a todo lo
que les cuentan los abuelos, los niños llegan a sentirse miembros de un clan familiar,
indagan sobre la infancia de sus propios padres y les interesa conocer más de toda la
familia: en una palabra, los ayudan a construir su historia y a transmitir y disfrutar las
tradiciones y costumbres familiares. Los abuelos no tienen prisa, son tolerantes, pa-
cientes, y la mayoría de las veces disponen del tiempo para estar con sus nietos y ense-
ñarles muchas cosas, llevarlos al parque, compartirles su sabiduría y contarles muchas
historias. Historias que serán contadas y recontadas en la familia.
Los abuelos no son los responsables de la educación de sus nietos, aunque sí les
transmiten valores que serán un referente en su vida. Educar a los niños le correspon-
de a los padres: eso lo saben los pequeños, por lo que los abuelos deberán reforzar la
jerarquía de autoridad al hacerlos entender que la última palabra la tienen sus papás;
de lo contrario, se descalifica la autoridad de los padres y se crea confusión entre los
niños, con lo que se provocan actitudes de desobediencia.
Los abuelos tienen la ventaja de recibir el amor de sus nietos sin ser responsables de
los deberes paternales. Los niños suelen tener una mejor relación con los abuelos ma-
ternos debido a que es común que la madre mantenga una relación más estrecha con
ellos y ponga más empeño en intensificar los contactos familiares. Por lo tanto, es muy
importante cuidar que los niños tengan la oportunidad de disfrutar y aprender también
de los paternos, pues forman parte de sus raíces.

Niños cuidados por sus abuelos


Hoy más que nunca los abuelos se encuentran asumiendo el rol de padres de los hijos de
sus hijos. Cuando circunstancias imprevistas les impiden a los padres cumplir con tales
deberes, los abuelos suelen tomar la tarea de criar a sus nietos. La mayoría asume la res-
ponsabilidad de hacer de padres de sus nietos en un periodo de sus vidas por lo general
considerado para el retiro. En esta situación, necesitan cuidar su salud no solo por su
propio bienestar, sino para cumplir los desafíos y las demandas de cuidar a los peque-
ños, pues en esta etapa de la vida ya no se cuenta con la energía de la juventud para
enfrentar la vida cotidiana ni las atenciones que los niños requieren.
Por lo general los abuelos toman el papel de cuidadores debido al amor hacia sus
nietos y como apoyo a sus hijos. El cuidado de los nietos también puede deberse a una
decisión tomada por ellos mismos, que eligen criar a sus nietos por considerar inacepta-
ble que extraños se hagan cargo de ellos. En estas situaciones, el sentimiento de amor
incondicional se combinan con otro, profundamente arraigado, de responsabilidad y
compromiso familiares.
A veces la situación es temporal, como en el caso de crisis financieras, situaciones
médicas o debido a los horarios de trabajo o estudio de los padres, así como para ayu-
darlos cuando viven en casa de los abuelos por tratarse de madres o padres solteros. En
otras ocasiones esto es permanente, como en el caso de muerte de los padres. Durante
las situaciones temporales, cuando se brinda asistencia a tiempo parcial, por lo general
los abuelos tienen la esperanza de que los padres del niño superen la crisis y que en
algún momento retomen su legítimo rol como los principales cuidadores, además de
otras situaciones que en un principio se consideraban temporales y terminan siendo
permanentes.

¿Cuáles son algunos de los beneficios de criar nietos?


Existen muchas ventajas, tanto para los niños como para los abuelos, cuando éstos se
convierten en padres sustitutos. Ellos brindan a sus nietos estabilidad, predictibilidad
y un modelo de rol saludable, y aportan a sus hijos los beneficios de la experiencia y de
la perspectiva de vida. La atención de los nietos ayuda a algunos cuidadores mayores a
sentirse útiles, con lo que se les otorga un gran propósito que les permite recuperar la
alegría de vivir. Algunos abuelos ven el hecho de cuidar a sus nietos como la oportuni-
dad de criar a un niño de una manera distinta por segunda vez, para superar los errores
que tuvieron con sus propios hijos, a pesar de que esto represente un mayor esfuerzo.

¿Cómo definir los roles?


Es importante que los padres establezcan acuerdos con los abuelos sobre las reglas y
los límites relacionados con la educación, las rutinas, la alimentación, las tareas, entre
Textos Temáticos

otros aspectos, a modo de evitar conflictos de autoridad que confundan a los niños. Si
surge algún desacuerdo o diferencia de opiniones, es recomendable que nunca se dis-
cuta en presencia de los menores. Un elemento muy importante a tomar en cuenta es
que, cuando estén presentes ambos, padres y abuelos, la autoridad y responsabilidad
del cuidado de los niños recaiga en los primeros.
Transformarse en padres de una generación a la cual no se pertenece representa un
sinnúmero de desafíos, como el manejo de la tecnología, valores, diferentes sistemas de
aprendizaje y otros estilos de nutrición. En ocasiones a los abuelos les resulta difícil decir
que “no” o establecer límites, pues sienten lástima por sus nietos en razón de las circuns-
tancias que los llevaron a estar bajo su cuidado.
A la inversa, pueden preocuparse porque, sin una educación estricta, sus nietos
podrían perderle el respeto a la autoridad. Los niños de padres que no se pueden
ocupar de ellos tienen más probabilidades de presentar problemas emocionales y de
conducta, tales como comportamientos rebeldes o que buscan poner a prueba los lí-
mites. Además, pueden experimentar emociones intensas, como preocuparse por sus
padres, sentir culpa por la ruptura de la familia o inquietud acerca de su bienestar si
algo le ocurriera a sus abuelos. Por su parte, estos últimos pueden ayudar a sus nietos
a sobrellevar estas cuestiones o bien buscar ayuda profesional.

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¿Cómo fomentar una buena relación entre abuelos y nietos?
• Permitamos una convivencia frecuente con los abuelos, quienes son una fuente viva
de información de otras épocas y ayudan a llenar el vacío entre el pasado y el presente.
• Inculquemos actitudes de respeto y cariño hacia los abuelos, con demostraciones de
afecto como la elaboración de regalos, cartas o dibujos hechos por los nietos.
• Fomentemos que los niños ayuden a sus abuelos en actividades que los apoyen, como
bajar una escalera o leerles en caso de que ellos ya no puedan hacerlo. Esto permitirá
a sus nietos experimentar el placer de ser generosos, de ayudar y de sentirse útiles.
Para los abuelos: ¿cómo mantener una buena relación con los hijos y los nietos?
• Tengamos claro que nuestro rol como abuelos no implica una segunda oportunidad
para ser padres, y que la última palabra en cuanto a la educación de los nietos la tie-
nen sus padres.
• Escuchemos las inquietudes y aconsejemos, guiemos y asesoremos solo en caso de
que nos lo pidan.
• Tengamos presente que no todo lo nuevo es malo ni todo lo viejo es bueno, ni al revés.
Olvidémonos de que “todo tiempo pasado fue mejor”.
• Evitemos comparaciones. Por ejemplo: “Cuando eras bebé, yo te dormía boca aba-
jo”. Al comparar, el mensaje que se puede dar es el siguiente: “No lo estás haciendo
bien”. En cambio, reconozcamos que están haciendo una buena labor y que los erro-
res son parte del proceso de la vida.
• Busquemos un espacio para dar a los nietos tiempo y dedicación. Por ejemplo, cantar
canciones, compartir historias, leer un cuento, escuchar música y pasear con ellos. Es
muy probable que cuando criábamos a nuestros propios hijos no pudiéramos ofrecer-
les el tiempo que hubiésemos querido.
• Seamos nosotros mismos para convertirnos en un modelo de vida que los ayude a ser
mejores personas.
¿Cómo crear acuerdos con los abuelos cuando éstos son los que cuidan a los nietos en
forma cotidiana?
• Dialoguemos juntos sobre los límites, valores y hábitos respecto a la educación de los
niños. Cedamos de manera mutua ante lo que nos parezca menos importante y man-
tengámonos firmes ante lo que consideremos fundamental.
• Valoremos y agradezcamos la gran ayuda que los abuelos nos ofrecen, al cobrar con-
ciencia de que no es su obligación.
• Fomentemos en los niños la gratitud y reconocimiento de lo que les brindan los abuelos.
• No descalifiquemos su autoridad ni permitamos que ellos descalifiquen la nuestra
frente a los niños, pues esto confundirá a los pequeños y probablemente acabarán
por no obedecer a nadie.
• Mantengamos una comunicación abierta, respetuosa y clara, al decir lo que pensa-
mos y sentimos en el momento oportuno, de la manera correcta, sin dejar que se
acumulen molestias y malos entendidos, que solo generan resentimientos. Y dispon-
gámonos a escuchar con el corazón lo que ellos tienen que decirnos.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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La vejez
La sobrevaloración de la juventud en nuestra cultura ha provocado que la gente mayor
haya perdido el reconocimiento social. Debido a que el valor más apreciado en la socie-
dad de consumo es la productividad, se empieza “a ser viejo” y a perder la oportunidad
de trabajo desde los 40 años de edad.
La consecuencia no solo ha sido económica: los viejos, que en otras culturas y tiempos
eran reconocidos y valorados como los sabios por su experiencia y guía, recibían cuida-
dos porque aportaban a la sociedad sus conocimientos y la autoridad moral de quien ya
ha vivido y recapacitado sobre lo verdaderamente importante en la vida.
En nuestra cultura ellos han perdido la oportunidad de sentirse útiles, de desarrollar el
trabajo que aún pueden hacer, y muchas veces son despreciados y olvidados. En muchas
ocasiones el miedo a perder la juventud ha llegado a convertirse en una obsesión a veces
rayana en lo ridículo. Resulta penoso ver a personas mayores, hombres y mujeres, disfra-
zados de jóvenes, vistiendo y actuando como si tuvieran menos edad: las cirugías plásticas
para parecer menores son cada día más frecuentes, y la negación a aceptar los cambios
que nos trae la vida ha acarreado consecuencias sociales y personales muy tristes.
En lo que se refiere al aspecto social, el cuidado, la valoración y el reconocimiento de
los viejos ha sido muy devaluado; con frecuencia son considerados por su propia familia
y por el Estado como una carga. Se han dejado de considerar opciones y planear acti-
vidades para aprovechar su experiencia, reconocer lo que pueden hacer y permitirles
seguir aportando a la sociedad.
En el aspecto personal, los ancianos, al no tener actividades significativas que los ha-
gan sentirse útiles y que le den sentido a su vida, se van deteriorando mental y físicamen-
te, lo que provoca que se depriman, se aíslen y se sientan ellos mismos como una carga.
Las diferentes etapas de la vida nos brindan la oportunidad de aprender y crecer en
varios aspectos, si bien al pasar de una a otra perdemos facultades y características, ad-
quirimos nuevas capacidades para avanzar y ser más plenos como personas. Así como
el niño usa toda su energía e interés en adquirir lo que necesita para transformarse en
un joven y en un adulto pleno, la vejez nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre
el sentido de la vida, pues es cuando dejamos de ser fuertes en el aspecto físico y de
sentir que somos capaces de vencer todo. Nos encontramos más sensibles para mirar
hacia dentro, para recapitular nuestras batallas de vida, las ganadas y las perdidas, y
reconocer el aprendizaje que nos dejaron unas y otras, y sobre todo la oportunidad que
nos dieron para ser mejores personas.
Al rechazar y resistirnos a disfrutar lo que las diferentes etapas de la vida nos ofre-
cen como oportunidades de aprendizaje, así como al recurrir de manera constante al
pasado, lamentándonos por lo que no fuimos, por lo que no logramos, o bien al añorar
lo que perdimos en el camino, nos negamos también a disfrutar el presente, a apre-
ciar lo que aún podemos hacer, lo que en realidad somos, y a demostrar una actitud
de perdón y gratitud hacia nosotros mismos, hacia los demás y hacia la vida misma.
Una vejez digna y plena se construye desde que somos jóvenes: al cuidar nuestra sa-
lud, nuestra alimentación, el ejercicio que hacemos, las actividades significativas que
cultivamos, y procurar nuestras relaciones, tanto familiares como de amigos, además
de planear en la medida de lo posible nuestra economía, estaremos en condiciones de
vivir esta etapa con tranquilidad, acompañados y rodeados de cariño.
Si tomamos en cuenta que la parte esencial de nuestro desarrollo personal es el tra-
bajo interno, pues éste nos permite autoconocernos, validar nuestras emociones, con-
centrarnos en ellas y cuidar nuestras relaciones afectivas más cercanas (con nuestros
hijos, nuestra pareja, nuestros padres, hermanos, amigos), se entiende entonces por
qué es indispensable procurarlo desde jóvenes, ya que solo en aquel momento conta-
mos con la energía para sentar las bases de una vejez plena.
Compartir la vida sin cargarle la responsabilidad de nuestra felicidad a nadie hará
posible ganarnos el cariño, respeto y compañía de los demás. La felicidad no es la au-
sencia de problemas, sino la actitud con que los enfrentamos.

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• Ayudemos a los ancianos mediante la planeación de actividades que les permitan
mantenerse ocupados, lo que los hara sentirse útiles, los mantendrá con la mente
activa y les ayudará a dar sentido a su vida.
• Evitemos sobreprotegerlos al realizar todo por ellos, pues aún hay muchas actividades
que pueden hacer por sí mismos: la facultad que no se usa, se deteriora y se pierde.
• Propiciemos espacios y momentos de convivencia y disfrute entre nietos y abuelos.
• Alentemos a los abuelos a compartir historias, pláticas y cuentos; no importa que
repitan muchas veces la anécdota, pues los niños sabrán disfrutarla.
• Saquemos los álbumes de fotos o películas familiares y compartamos nuestros re-
cuerdos con los niños.
• Fomentemos que los niños platiquen a los abuelos sobre sus logros y actividades.
• Enseñemos a nuestros hijos a valorar, respetar y tener paciencia con los viejos. La
gente no vale por lo que hace, sino por lo que es.
• Recordemos que como aprendan a valorar a los viejos ahora que son niños, nuestros
hijos nos valorarán cuando seamos viejos.

Valoremos la belleza de los viejos, que es diferente a la de la juventud, ya que un anciano pleno,
que acepta su edad y tiene paz interior, es un ser muy atractivo y resulta un placer estar con él.
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Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
La muerte
La muerte es un gran misterio, pero también forma parte de la vida misma. Confron-
tarnos con aquélla implica hacerlo con la vida, con su plenitud, pero también con su
fragilidad y su temporalidad. Nada es eterno. Todo es finito. La muerte es la única cer-
teza en nuestro destino. Desde el momento de la concepción surge la vida y, con ella, la
muerte. No hay vida sin muerte ni muerte sin vida.
La muerte es algo de lo que nadie escapa. Sigue a la vida con tanta seguridad como la
noche sigue al día, el invierno al otoño o la vejez a la juventud. Las personas se preparan
para no sufrir cuando les llegue el invierno, así como para no sufrir en la vejez. ¡Pero
pocos se preparan para la certeza aún mayor que constituye la muerte!
¿Qué es entonces la muerte? ¿Tan solo extinción? ¿Un retroceso hacia la nada? ¿O
es la puerta hacia una nueva vida, hacia la transformación en vez de un final? ¿Acaso
la vida es solo una fase fugaz de existencia y actividad que precede a la quietud y a la
no existencia? ¿O será que tiene una continuidad más profunda, que persiste más allá
de la muerte, en alguna u otra forma? Las respuestas a estas interrogantes varían de
acuerdo con las creencias personales, religiosas y culturales de las personas. Reflexio-
nar sobre este misterio es un desafío importante que nos puede ayudar a tomar una
postura y una filosofía de vida.
Nuestra muerte y la de nuestros seres queridos nos provocan un gran miedo. Pero
¿qué nos atemoriza de la misma? Lo desconocido, la ausencia, el dolor físico y emocio-
nal, la separación física, los cambios, la agonía, la fase terminal de una enfermedad, el
acto de desprenderse de todo, la añoranza, entre otros elementos. Mucha gente teme
hablar de la muerte porque siente que de esa manera la invoca, pero dejar de hablar
de ella no la evitará. Por el contrario, hablar de ella permite entenderla, aceptarla y vi-
virla como parte de un proceso natural, que no eliminará el gran dolor que trae consigo
cuando se presente, pero ayudará, al que se va, a preparar mejor su despedida, y a los
que se quedan a enfrentar el duelo con mejores herramientas.
Es importante identificar nuestros miedos para enfrentarlos y trabajar en vida lo que
necesitemos para vencerlos. Disfrutar con intensidad, demostrar y expresar nuestro
amor a los que queremos en todo momento, vivir cada instante gozando y agradeciendo
el presente. Hablar con nuestros seres queridos para decirles lo que deseamos en caso de
una enfermedad grave y lo que nos gustaría como funeral o ritual póstumo. Dejar nues-
tros asuntos administrativos resueltos, así como el destino de nuestras pertenencias.
En lo que se refiere a la muerte de nuestros seres queridos, también es necesario
aprender a manejar y a elaborar el duelo, que es el proceso de adaptación emocional
que sigue a la pérdida, una reacción sobre todo emocional y de comportamiento cuando
un vínculo afectivo se rompe. Tener las herramientas para vivir el duelo es fundamental
y valioso no solo ante la ausencia de una persona causada por su fallecimiento, sino
también en los duelos que vivimos ante cualquier pérdida: de un empleo, de una rela-
ción, de una mascota, de un objeto.
Las culturas prehispánicas y orientales han tenido una concepción al respecto muy
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diferente a la occidental: ven la vida y la muerte como un proceso cíclico, y aceptan el


final con mayor facilidad pues consideran que no se trata de algo definitivo, sino una
transición a un nivel de existencia diferente. Incluso algunas culturas creen en la reen-
carnación como una oportunidad para seguir aprendiendo. Por el contrario, en Occi-
dente lo vivimos como un tabú del que no debemos hablar, como la conclusión de la
existencia o el juicio final para pagar por los pecados cometidos o gozar del paraíso.
El miedo a la muerte hace que los adultos omitan, mientan, nieguen y oculten la ver-
dad a los niños sobre ella, algunos porque no creen conveniente tratar el tema y otros
porque piensan que no lo entenderían. Sin embargo, no podemos evitar la curiosidad,
pues se interesan en todo lo que ocurre a su alrededor, se preguntan y buscan respues-
tas por sí solos o recurren a las personas más cercanas. Tampoco es recomendable ais-
larlos de la experiencia de la muerte cuando un familiar, un conocido o una mascota
fallecen.
Uno de los errores comunes cometido por los adultos frente al tema de la muerte
consiste en adoptar actitudes de evasión, ocultamiento, negación o mentira, y sin que-
rerlo pueden generar en los niños confusiones, preocupaciones e incluso situaciones
conflictivas, al no permitirles elaborar el duelo y la pérdida de un ser querido o de una
mascota, que de por sí son difíciles de superar. Otro error es creer que los niños nece-
sitan vivir dentro de burbujas que los protejan de cualquier dolor, malestar o angustia.
Es cierto que aún no poseen los mismos pensamientos y visiones que los adultos, pero
debemos reconocer que cuentan con habilidades para construir sus propias teorías y
conocimientos a fin de comprender el mundo donde viven, muchas veces incluso con
mayor sabiduría y naturalidad que los adultos.
La educación para la muerte debería estar presente tanto en la casa como en la es-
cuela, pues ayuda a aprender a aceptar la realidad y a adaptarse a ella, al asumir las
propias limitaciones, superar los miedos, gozar y mostrarse más responsables en vida,
además de brindar la oportunidad de crecer interiormente.

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• Rompamos el tabú sobre la muerte y hablemos de ella. Podemos empezar refirién-
donos a nuestras experiencias cercanas, con la partida de nuestros abuelos, de algún
familiar o una mascota.
• Permitamos que cuando los ancianos cercanos a nosotros quieran hablar de su muer-
te, lo hagan con libertad, sin reprimirlos ni interrumpirlos con nuestros propios mie-
dos. Hablemos con ellos sobre su temor a la muerte, a la enfermedad o a la agonía.
• Aprovechemos también para que compartan sus deseos: qué hacer en caso de que
sufran una enfermedad grave, su tratamiento y procedimientos médicos; dónde qui-
sieran pasar sus últimos momentos y cómo; qué prefieren como ritual funerario, y
cuál quieren que sea el destino de sus pertenencias. En caso de contar con propieda-
des, promovamos que tramiten su testamento (en caso de no tenerlo aún), para que
plasmen su voluntad y designen herederos, con lo que evitarán posibles tensiones y
conflictos entre sus deudos.
• Incluso entre los jóvenes debemos considerar la posibilidad de morir sin llegar a viejos;
como en el caso de los ancianos, pensemos también qué deseamos y comuniquémoslo
a nuestra familia.
• Disfrutemos al máximo el presente, que es lo que en realidad nos pertenece. Evite-
mos postergar lo que queramos hacer, decir y vivir. Expresemos nuestro amor por
los que queremos y recordemos que lo que obtendremos de regreso será también
amor.
• Podemos contemplar la posibilidad de donar nuestros órganos a una fundación o
institución especializada con fines altruistas que ayude a salvar una vida.
• Si tenemos a un ser querido que se encuentre en un proceso terminal, algo que nos
puede ayudar, tanto al enfermo como a nosotros, es expresarle en forma verbal o in-
cluso en silencio, desde el corazón, nuestra gratitud por lo que fue para nosotros y lo
que nos enseñó, así como pedirle perdón y perdonarlo por los errores conscientes e
inconscientes que hayamos cometido.
• Cuando alguien cercano a nosotros muera, permitámonos vivir nuestro propio duelo
y reconozcamos que es un proceso que debemos enfrentar con mucho dolor y pasando
por diferentes etapas: negación y aislamiento, ira, depresión y al final la aceptación.
• Para ayudarnos a elaborar nuestro duelo y aceptar la pérdida, es recomendable
que, cuando estemos listos, y con la ayuda de nuestra familia, nos dispongamos a
destinar las pertenencias, respetando su voluntad (en caso de que lo haya hecho),
repartiéndolas o donándolas.
• Para ayudarnos a sanar la herida, alberguemos la esperanza de recuperar la alegría
al aprender a vivir con la ausencia física de ese ser y abriendo una nueva forma de
relacionarnos con él.
• Esforcémonos por tomar de nuevo las riendas de nuestra vida, al vivirla, enfrentar-
la, disfrutarla y honrar el destino del ser que partió.
• No nos olvidemos de nuestros seres queridos que siguen vivos, pues ellos nos nece-
sitan como nosotros a ellos.
• Recordemos que el tiempo ayuda a sanar y cura todas las heridas; sin embargo, por
sí solo no lo hace todo, pues lo que nos ayuda es justo lo que hacemos con el tiempo.
• Animemos a nuestros hijos a comunicar sus dudas e inquietudes sobre la muerte y
prestemos atención a sus palabras, respetando sus opiniones y respondiendo sus pre-
guntas con sinceridad.
• Intentemos dar respuestas breves, sencillas y apropiadas para la edad de cada niño,
que comprendan con facilidad sin que resulten abrumados con nuestras palabras. La
comunicación sobre la muerte dependerá de la edad y las experiencias del menor.
• Existen libros y cuentos dirigidos a niños que explican el tema de la muerte según sus
edades y les proporcionan herramientas para elaborar el duelo. Intentemos conseguir
alguno en una biblioteca o librería, pues nos puede resultar de mucha utilidad y apoyo.
• Cuando ocurra, permitamos a nuestros hijos visitar a un ser querido que se encuentre
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con una enfermedad terminal, de modo que vayan elaborando su duelo y se despidan
de él, sin que las visitas se conviertan en recuerdos de escenas impresionantes para
ellos.
• Podemos invitarlos a elaborar un dibujo o carta donde expresen sus sentimientos, o
sugerirles que le hablen a su ser querido en silencio, desde su corazón, para decirle
cuánto lo quieren o lo que desean compartirle.
• Dejemos, sin obligarlos, que asistan al funeral de un familiar cercano como parte de
su proceso de duelo. La idea no es que permanezcan allí, sino que tengan la oportuni-
dad de comprender mejor qué pasa cuando alguien muere, qué ocurre con el cuerpo,
y que se despidan, pues también los ayudará a elaborar su duelo.
• Validemos las emociones de nuestros hijos si se llegan a sentir culpables o enojados
por la muerte de un ser querido. Brindémosles apoyo y compresión durante este pro-
ceso de duelo y aprobación para que demuestren sus sentimientos con libertad. Si lo
que sienten es culpa porque “no obedecían a la abuela”, por ejemplo, ayudémosles a
entender que no por desobedecerla ella murió y que ellos no tuvieron nada que ver
con su deceso.
• Compartamos nuestros sentimientos de tristeza ante la pérdida de un ser querido;
abracémonos y permitámonos ser vulnerables ante la pérdida y el dolor. Ocultar
nuestros sentimientos solo creará confusión en nuestros hijos.
• Intentemos no disfrazar nuestros verdaderos sentimientos. La forma en que hable-
mos y compartamos nuestras experiencias tal vez sea lo que más recuerden.
• Si tenemos una mascota y ésta muere (pez, tortuga, conejo o perro), aprovechemos
para promover que los niños vivan su duelo y lo elaboren con un ritual, por ejemplo, al
enterrarlo y expresar cuánto lo querían a manera de despedida.
• Para elaborar el duelo de un ser querido, una acción muy sana que ayuda a la familia a
recordarlo consiste en platicar cómo era, qué le gustaba, qué no, o imaginar qué diría
o haría en determinada situación. Podemos incluso hacer una pequeña ceremonia o
ritual en su cumpleaños, aniversario de muerte o en cualquier otra fecha especial.
Recordarlo nos puede hacer llorar o incluso reír. No importa si esto ocurre: la idea es
hablar para elaborar, darle cauce a nuestros sentimientos y platicar del fallecido para
llevarlo en nuestra mente y corazón, con tristeza pero también con alegría y orgullo
por lo que fue, lo que nos enseñó, por el legado que nos dejó y agradeciendo el tiempo
que vivió con nosotros.
• No olvidemos que la “educación de la muerte” es importante en la formación de nues-
tros hijos. Busquemos espacios que coincidan con nuestras creencias para hablar de
ello.

El amor no termina con la muerte, solo se vive de manera distinta.


PATRICIA IBARRA
Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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SIN TÍTULO Anónimo


ca. 1950
Fotografía a color
Planeación de la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL


¿Cómo son? ¿Cómo es el espacio?
¿Cómo se sienten? ¿Cómo se siente la mamá? ¿Cómo se siente la niña?

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL


TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
La gratitud Expectativas y realidad La importancia de la lectura

PREGUNTA PARA ANALIZAR PREGUNTA ESPECÍFICA PARA PREGUNTAS PARA BUSCAR


CONCEPTOS: INTRODUCIR EL TEMA: CAUSAS Y EFECTOS:
• ¿Qué es la gratitud? • ¿Consideran que esta escena es real? • ¿Qué importancia tiene leerles
a los niños?
PREGUNTA ESPECÍFICA PARA PREGUNTA PARA PROBLEMATIZAR, • ¿Por qué es fundamental
INTRODUCIR EL TEMA: CONTEXTUALIZAR, formar niños lectores?
• ¿Por qué creen que es importante DESCONTEXTUALIZAR Y CUESTIONAR:
ser agradecido? • ¿Cómo influye este tipo de publicidad PREGUNTAS PARA GENERAR
en la aceptación de nuestra realidad? ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
PREGUNTA PARA • ¿Cómo podemos formar a
PROBLEMATIZAR, PREGUNTA PARA BUSCAR CAUSAS niños lectores?
CONTEXTUALIZAR, Y EFECTOS: • ¿Qué podemos hacer para
DESCONTEXTUALIZAR Y • ¿Qué consecuencias tiene la negación generar espacios agradables,
CUESTIONAR: de nuestra realidad física, emocional realistas, sin que resulten
• ¿De qué debemos estar y socioeconómica? perfectos, donde en verdad
agradecidos? disfrutemos la actividad, el
PREGUNTA PARA GENERAR encuentro, el juego, la lectura?
PREGUNTA PARA BUSCAR CAUSAS ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
Y EFECTOS: • ¿Qué debo hacer para disfrutar lo que PREGUNTA DE RELACIÓN CON
• ¿Qué efecto tiene en una persona está a mi disposición? LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y
la capacidad de mostrarse FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
agradecida? PREGUNTAS PARA PROBLEMATIZAR, • ¿Cómo podemos generar un
CONTEXTUALIZAR, espacio gozoso de lectura con
PREGUNTA DE RELACIÓN CON DESCONTEXTUALIZAR Y CUESTIONAR: cada uno de nuestros hijos
LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y • ¿Qué sucede cuando no se cumplen según su edad, intereses,
FORMACIÓN DE LOS HIJOS: mis expectativas sobre mí mismo? gustos y tiempo invertido?
• ¿Cómo podemos fomentar la ¿Y cuando no se cumplen las de los
gratitud en los niños? demás?
• ¿Por qué existirá la tendencia al
perfeccionismo en nuestra cultura?
• ¿Qué pasa cuando nuestras
expectativas físicas, de inteligencia,
sociales y de habilidades, entre
otras acerca de nuestros hijos no
corresponden con la realidad? ¿Cómo
nos sentimos?¿Qué hacemos?
• ¿Cómo podemos aprender a valorar
a nuestros hijos y lo que pueden
aportar?
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La gratitud
Con la esperanza de llegar a la luna no vemos las flores que florecen a nuestros pies.
ALBERT SCHEWEIT ZER

La gratitud es el mecanismo necesario para armonizar nuestra mente, que nos permite
disfrutar y apreciar lo que tenemos. Al ser agradecidos nos podemos apartar de actitu-
des competitivas que nos obligan a actuar según expectativas creadas por el entorno
social, al desear y anhelar tener más para “estar bien” y a la larga darnos cuenta de que
obtuvimos un “bienestar” pasajero.
A la mente humana se le dificulta mantenerse en el presente. Si lo analizamos con
atención nos daremos cuenta de que siempre se está recordando algo del pasado y
planificando o imaginando algo para el futuro. El agradecimiento nos obliga a darnos
cuenta del momento presente, “del aquí y el ahora”, a apreciar la realidad con lo que
hay, con lo que se posee, y a estar conscientes de la abundancia de la propia vida.
La gratitud se inicia en la familia, mediante las muestras de aprecio hacia lo que cada
uno hace y aporta para el resto de sus miembros, de modo que se sientan reconocidos.
Por lo tanto, debemos hacerla parte de la vida cotidiana, en el trato con los vecinos y con
los compañeros. Expresar agradecimiento por las cosas o favores recibidos estimula
tanto al que ha proporcionado el favor, de modo que más adelante repita sus acciones,
y asimismo es una fuente de satisfacción para el que es capaz de agradecer.
No es solo una cuestión de buenos modales. Tanto los escritos filosóficos antiguos como
los estudios psicológicos modernos establecen que los agradecidos son más saludables y
felices que aquellos que no lo son. De hecho se ha descubierto que el agradecimiento
disminuye el estrés, fortalece la estima propia y fomenta el éxito personal y ocupacional.
Agradecer y apreciar son una verdadera fuente para nuestro bienestar.

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¿Cómo fomentar en nuestros hijos la actitud de gratitud?
• Demostremos nuestro agradecimiento a familiares, amistades, maestros, entrena-
dores, niñeras, vecinos, personas de servicio, entre muchos más. Recordemos que
nuestro ejemplo es fundamental en todo: si queremos formar hijos agradecidos, sea-
mos también agradecidos.
• Enseñemos a nuestros hijos a dar las “gracias” cuando se les regala algo o se les ofre-
ce alguna ayuda, y fomentemos que contacten con el sentimiento generado cuando
alguien hace algo por ellos. Por ejemplo: “¿Cómo darían las gracias a su abuelita por
pasar el día con ustedes y llevarlos al cine?” “¿Cómo los hace sentir que lo haga?”
• En la noche, antes de ir a la cama, dediquemos juntos unos minutos a repasar el día y
a reflexionar sobre aquello por lo que sentimos agradecimiento.
• Reflexionemos sobre las cosas y motivos por los que nos sentimos agradecidos y
compartámoslo con nuestros hijos. Preguntémosles de qué están agradecidos y pi-
dámosles que hagan una lista o un dibujo. Por ejemplo: “Agradezco que este año tuve
proyectos interesantes de trabajo y estuvimos juntos. ¿Ustedes por qué se sienten
agradecidos?”
• Aprovechemos las fechas especiales, como los cumpleaños, Navidad o fin de año, para
hacer rituales o ceremonias de agradecimiento por algo o para alguien. Por ejemplo,
propongamos que cada uno agradezca por algo, en voz alta, a la persona que está
sentada a su derecha.
• Reconozcamos sus esfuerzos. Por ejemplo: “Cuando le lees a tu hermanito, él se pone
contento y yo puedo cocinar. Gracias por tu ayuda”.
• Estemos pendientes de los gestos de generosidad de nuestros hijos hacia los demás y
reconozcámoslos por ello.
• Pasemos tiempo al aire libre y disfrutemos las maravillas de la naturaleza. Exprese-
mos a los niños cuánto apreciamos el sol, la lluvia y los elementos naturales que nos
rodean. Alentémoslos para que cuiden el medio ambiente.
• Participemos e involucremos a nuestros hijos en programas de reciclado, colecta de
alimentos, donaciones, o en la generación de fondos para ayudar a los menos afortu-
nados en el ámbito social.
• Hagamos llamadas telefónicas para agradecer a diferentes personas.
• Alentemos la apreciación y la gratitud y desalentemos las quejas y críticas.
• No hagamos sentir culpables a nuestros hijos por lo que ellos tienen y otros no.
• No hagamos comparaciones, sino conciencia respecto a que así como hay gente en
una mejor situación que la nuestra, hay otros que se encuentran peor.
Desarrollar una actitud de gratitud en nosotros mismos es una manera maravillosa de
enseñar a nuestros niños a vivir una vida con significado.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

Expectativas y realidad
Con frecuencia nuestras expectativas sobre lo que deseamos ser, hacer y tener se con-
vierten en el peor enemigo para avanzar en nuestro crecimiento personal; por lo gene-
ral éstas se basan en ideales, en lo que debería ser, lo cual nos impide apreciar lo que sí
somos y podemos hacer, así como nuestra valía.
La publicidad nos vende estereotipos de belleza y estilos de vida; por ejemplo, estar
delgados, rubios y fuertes. Nos dice que para ser felices debemos ser ricos, populares,
usar ropa de marca y poseer objetos relacionados con el “éxito”, y al enfrentarnos a
nuestra realidad esto nos resulta frustrante. Las aspiraciones artificiales e impuestas
nos controlan, determinan y desvían del reconocimiento de lo que sí somos, así como la
búsqueda en nuestro interior y en nuestra realidad de las cualidades y talentos con que sí
contamos, a fin de aprovecharlos, en vez de lamentarnos por todo aquello que nos falta.
Al mirar en nuestro interior también veremos qué necesitamos trabajar de manera
personal para transformarlo: ideas, actitudes, emociones, conductas. De esa manera
tomaremos las riendas y el control de nuestra vida, y nos enfocaremos en llenar el vacío
existencial al darle un mayor peso a nuestro desarrollo como personas, a ser en vez de
tener, a fin de encontrar el sentido de nuestra vida.
Tal falta de conocimiento, aceptación y respeto no solo ocurre con nosotros mismos,
sino también con las personas que nos rodean, como nuestra pareja y nuestros hijos. Al
generar expectativas sobre cómo deberían ser los demás, cómo deberían actuar, qué
les debería gustar e interesar, qué deberían lograr e incluso qué deberían decir, nos
bloqueamos para mirar aquello que sí son: sus riquezas, qué los hace ser especiales y
únicos; es decir, no los vemos a ellos, sino a un ideal de lo que desearíamos que fueran
y que no existe.
Uno de los errores más frecuentes en nuestra sociedad actual, caracterizada por
la productividad, es la sobreexigencia con nosotros mismos y los demás, basada en
la necesidad de obtener resultados constantes y “perfectos”, por lo que dejamos de
apreciar los procesos realizados y los logros parciales alcanzados. Pensamos que exi-
girnos y exigir al otro nos permitirá esforzarnos más y alcanzar una meta deseada,
muchas veces muy lejana e incluso imposible, pues tal perfección no existe. Contrario
a lo que pensamos, al no establecer ni reconocer las metas parciales alcanzables nos
mantenemos en una continua frustración, con un estrés muy alto porque pensamos
que no somos eficientes, suficientes ni valiosos, además de que sentimos que nunca
alcanzaremos nuestras metas.
Otro problema frecuente que en la actualidad enfrentamos como padres consiste
en sobrevalorar nuestro papel en el desarrollo de nuestros hijos al considerarnos sus
“constructores”, como si todo lo que son, hacen, logran o incluso en lo que fracasan
fuera nuestra responsabilidad y estuviera bajo “nuestro control”. De esta forma nos
negamos a reconocer que nuestros hijos tienen características, potencialidades y re-
cursos personales para salir adelante o no, pese a lo que hagamos o deseemos. Este
pensamiento, sobre todo cuando no se ajusta a nuestro modelo de “hijo ideal”, nos hace
sentir culpables, a veces de manera absurda, respecto a cosas de las cuales no somos
responsables. Así, en vez de ayudarlos a asumir sus propios actos de acuerdo con su
edad, los convertimos en personas dependientes y los hacemos sentir inútiles y poco
valiosos, ya que no han cubierto las expectativas como “hijos perfectos” y por lo tanto
nosotros tampoco hemos logrado ser “los padres perfectos”. Pretender la perfección y
el control sobre los demás es un camino seguro hacia la frustración, la obstaculización
y el deterioro en nuestras relaciones.
Aceptar el error como parte de nuestra vida y valorar los pequeños logros nos da el
impulso para mejorar paso a paso con una actitud realista, sin exigirnos lo inalcanzable,
y nos ofrece un verdadero desarrollo de la voluntad, con todo lo que ésta implica: disci-
plina, tolerancia a la frustración y esfuerzo para continuar avanzando como personas.
Cada uno de nosotros poseemos habilidades, cualidades y talentos específicos que
contribuyen a enriquecernos como individuos, así como a nuestra familia y a la so-
ciedad, y la única manera de trabajar y desarrollar tales cualidades es reconocerlas a
modo de actuar y en consecuencia hallar nuestro rol en el mundo, lo cual nos hace sen-
tir útiles, tranquilos, seguros, plenos y felices.

T ips padres dia en acción


• Reflexionemos sobre cómo la educación y la cultura, tanto en casa como en la escuela,
giran en torno a destacar el error y buscar “la perfección”, e intentemos contrarrestar
ese mensaje en casa con nuestros hijos, al resaltar sus logros y ayudarlos a que apren-
dan a ver el error como una oportunidad de aprendizaje, así como a determinar qué
les hace falta, de modo que lo vean como un desafío y no como una carencia.
• Seamos honestos con nosotros mismos, reflexionemos sobre las expectativas que nos
hemos establecido respecto a cada uno de nuestros hijos y hagamos un esfuerzo para
dejarlas de lado y valorar a cada uno de ellos por lo que en realidad son.
• Reconozcamos las cualidades, temperamentos y personalidades de cada uno de nues-
tros hijos, a fin de amarlos tal como son.
• Responsabilicémonos de lo que sí estamos en condiciones de hacer para ayudarlos a
crecer y avanzar según sus características; aceptemos nuestros límites y aquello que va
más allá de nuestras posibilidades, para reconocer cuándo son ellos los que deben ac-
tuar.
• Evitemos comparar a nuestros hijos entre ellos mismos y con los demás, tanto para
sobrevalorarlos como para descalificarlos.
• Respetemos sus gustos e intereses: ofrezcámosles opciones y permitamos que en las
situaciones cotidianas elijan la ropa que desean usar, a qué quieren jugar, o a qué
actividades o deportes están dispuestos a dedicarse durante un periodo considerable.
Por ejemplo, no nos empeñemos en que practiquen futbol solo porque es nuestro de-
porte favorito, cuando tal vez ellos prefieran el karate.
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• Ante un desafío, ayudémosles a plantearse metas parciales y acciones concretas para


lograrlo. Esto aminorará la angustia y el estrés que les genere alcanzar un objetivo
lejano y los pequeños logros les aportarán la motivación para seguirse esforzando.
• Reconozcamos sus logros parciales: a veces un 6 de calificación implicó mucho más
trabajo en un niño que un 10 en otro.
• Reflexionemos cómo la sociedad necesita del talento de todos: científicos, artistas, plo-
meros, cocineros, mecánicos, entre muchos otros. Démosles la oportunidad de que ellos
mismos descubran sus habilidades y evitemos presionarlos para elegir lo que nosotros
consideramos valioso o aquello que incluso no pudimos lograr y por eso deseamos verlo
alcanzado por ellos.
Tus hijos no son tus hijos

Tus hijos no son tus hijos


son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti,


y aunque estén contigo
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,


pero no tus pensamientos, pues
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,


pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,


pero no procures hacerlos semejantes a ti,
porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos


como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación


en tu mano de arquero

sea para la felicidad.

GIBRAN JALIL GIBRAN


Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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La importancia de la lectura
Cuando leemos un cuento a nuestros hijos, iniciamos su formación como futuros lectores,
aun antes de que sepan descifrar las palabras escritas. Más allá de eso, establecemos una
relación de mayor cercanía con ellos que más tarde, cuando sean adultos, recordarán no
solo como formativa, sino como placentera y gozosa.
¿Por qué leer a nuestros hijos? ¿Para qué convertirlos en lectores? Además de com-
partir en forma cotidiana momentos gratos de lectura y establecer este vínculo con
ellos, nuestros hijos comprenderán, a través de nuestra voz, la capacidad comunicativa
del lenguaje, la armonía de las palabras, la riqueza de la lengua. De igual manera com-
partirán la risa, la reflexión, el descubrimiento y, sobre todo, el diálogo, pues los textos
leídos cada día son un excelente motivo de conversación.
Así como los cuentos de tradición oral reunían a la comunidad y creaban una con-
ciencia de grupo, los relatos e historias que narremos a nuestros hijos mediante la lec-
tura compartida en el hogar enriquecerán los nexos familiares. Los cuentos también
estimulan la imaginación en los niños, pues los obligan a crear imágenes mentales a
partir de las palabras, sin necesidad de objetos concretos, a diferencia de lo que ocurre
cuando ven una película donde personajes, lugares y objetos tienen ya características
definidas, como su forma y color. Además, con la lectura desarrollan su pensamiento y
tienden un puente más entre la casa y la escuela.
La lectura es una forma de comunicarnos, entender el mundo que nos rodea y apren-
der de nosotros mismos. A través de ella conocemos las vivencias y la imaginación de
otras personas, sus ideas y puntos de vista, su forma de confrontar las dificultades y de
relacionarse con los otros. Al leer aflora nuestra sensibilidad y nos emocionamos, pero
también comprendemos cómo funcionan las cosas y descubrimos otro modo de ver la
realidad, que nos da la posibilidad de construir un mundo personal distinto.
Asimismo los niños desarrollan el sentido de empatía e identificación hacia los per-
sonajes, y enriquecen su lenguaje y emociones, además de comprender el significado
del valor y el cariño hacia los libros. El gusto por las palabras empieza incluso desde
antes de nacer, cuando los bebés escuchan a sus padres: la voz, la musicalidad del len-
guaje, es decir, el ritmo y la entonación, y una vez que han nacido el rostro y el cuerpo
de sus padres representarán su primer “libro”.
Poco a poco descubren que las palabras son efectivas para comunicarse y disfrutan
la narración de historias y la lectura de sus primeros libros. Si continuamos leyendo
con ellos, su lenguaje se enriquecerá y no solo conocerán más palabras y sabrán cómo
aplicarlas, sino que al ingresar a la escuela les resultará más fácil iniciar el aprendizaje
formal de la lectura y la escritura. Así como expresamos palabras que hemos escuchado
en los demás, podemos escribirlas porque conocemos su significado.
Cuando leemos a los niños historias en voz alta, ellos descubren el modo en que unas
palabras se unen con otras y su significado, disfrutan esperar para saber qué ocurrirá
en una historia y desarrollan la capacidad para concentrarse y relajarse. También en-
cuentran el gusto por hallar en los libros los temas que les interesan, contados de otra
manera y, lo más importante, aprenden que leer es divertido. La lectura en voz alta
siembra en ellos el deseo de volver a lo que han escuchado, de tener el libro en sus ma-
nos para leerlo por su cuenta y, en la medida que crecen, de buscar obras semejantes y
convertirse en lectores autónomos.
Algunas investigaciones demuestran que entre el nacimiento y los siete años ocu-
rren sucesos significativos en la mente y emociones de los niños, porque son la base del
desarrollo de su inteligencia y de su integración con otras personas. La lectura en fa-
milia apoya este crecimiento, porque abre la oportunidad de conversar sobre historias
de otros lugares, acerca de situaciones que no son frecuentes en nuestra vida diaria y
de personajes que pueden ser como nosotros o muy diferentes. De esta forma podemos
ampliar y compartir nuestro conocimiento y experiencia.
Lo más importante es que al leer con nuestros hijos nos acercamos y, en la medida
que fortalecemos el vínculo, recibimos un doble beneficio: leemos porque nos gusta
estar juntos y relacionamos la lectura con los momentos de placer; buscamos una com-
plicidad al compartir ese placer, con lo que deviene una vivencia que perdurará a lo
largo de nuestras vidas.

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• Leamos también nosotros. Es muy recomendable que nuestros hijos nos vean hacerlo.
• Hagamos lectura en voz alta y conversemos. Antes, durante y después de la lectura,
comentemos qué ocurre en la historia y, de contar con ellas, sobre las ilustraciones
del libro. Respondamos a sus preguntas y planteemos otras.
• Como padres varones, cuando nos sea posible leámosles a nuestros hijos; de esta mane-
ra, además de fomentar su gusto por la lectura y tener momentos de cercanía con ellos,
escucharán a una figura masculina que les lee diferente a las voces que suelen oír con
más frecuencia: la de mamá, la maestra o la bibliotecaria de la escuela. De esta manera
también evitaremos que los niños asocien la lectura solo con el mundo femenino.
• Elijamos un lugar cómodo, con buena luz, lejos de distractores. Por supuesto, apague-
mos la televisión. Busquemos una posición cómoda en la que tengamos contacto físico
y nos acurruquemos.
• Busquemos momentos en los que sea posible leer sin prisa ni cansancio. Recordemos
que así nos regalamos mutuamente tiempo y cariño. Lo ideal es que sean al menos 15
minutos diarios.
• Propongamos la lectura como otra actividad y evitemos sacar a nuestros hijos de un
juego o de su programa favorito para hacerlo. Las noches suelen ser ideales, antes de
que se vayan a dormir, como parte de un ritual diario.
• Si tenemos más de un hijo, es recomendable que leamos a cada uno por separado
para fortalecer la intimidad y el afecto en forma individual. Cuando esto no sea posi-
ble, podemos compartir lecturas dirigidas tanto a los más grandes como a los más chi-
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cos. También podemos alternar los días, de modo que cada uno tenga la oportunidad
de gozar su lectura especial y también de “su cita personal con mamá o papá”.
• La voz y los gestos son fundamentales para captar el interés: hay que estar pendientes
de nuestra expresividad y de hacer contacto visual con nuestros hijos para mostrarles
asombro, miedo, alegría de acuerdo a la historia o cuento. Incluso podemos hacer dife-
rentes voces, modular el ritmo de lectura y el tono de voz, así como variar la velocidad.
• Sigamos las palabras con el dedo índice mientras las leemos, para que se den cuenta
que están escritas de izquierda a derecha y que los textos se escriben de arriba abajo.
• Involucrémoslos en la lectura al invitarlos a cambiar las páginas. En cuanto ellos mis-
mos sean capaces de leer, alternemos con ellos la lectura, por ejemplo, cada quien un
párrafo. Escuchémoslos con atención y paciencia y felicitémoslos por su esfuerzo.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
SIN TÍTULO Pablo Ortiz Monasterio
1989
Fotografía en blanco y negro
Planeación
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la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL


¿Qué están haciendo los niños? ¿Cómo se sentirán?

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL


TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
Rivalidad entre hermanos La violencia La función del juego en los niños

PREGUNTA PARA INTRODUCIR PREGUNTAS PARA INTRODUCIR PREGUNTA PARA DEFINIR


EL TEMA: EL TEMA: Y ANALIZAR CONCEPTOS:
• ¿Qué puede suceder en la • ¿Cómo se presenta la violencia • ¿Qué es el juego?
relación entre hermanos? en nuestra vida cotidiana?
• ¿Cuál es la diferencia entre PREGUNTA DE RELACIÓN
PREGUNTAS PARA DEFINIR agresividad y violencia? CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN
Y ANALIZAR CONCEPTOS: Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
• ¿Qué es la rivalidad entre PREGUNTAS PARA BUSCAR • ¿Qué importancia tiene el juego
hermanos? CAUSAS Y EFECTOS: en el desarrollo de los niños?
• ¿Qué es la fraternidad? • ¿Qué creen que está causando
tanta violencia en nuestra PREGUNTA PARA DEFINIR
PREGUNTAS DE RELACIÓN sociedad? Y ANALIZAR CONCEPTOS:
CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN • ¿Qué efecto tiene la violencia en • ¿Qué es un rol sexual?
Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS: nuestras vidas?
• ¿Por qué es importante para • ¿Cómo influyen los medios de PREGUNTA PARA BUSCAR
los niños la convivencia con los comunicación en la violencia? CAUSAS Y EFECTOS:
hermanos? • ¿Cómo influyen los juegos y
• ¿Cómo podemos ser justos PREGUNTA DE RELACIÓN juguetes en la identidad sexual?
y equitativos con los hijos? CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN
Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS: PREGUNTA PARA CUESTIONAR
PREGUNTA PARA RELACIONAR • ¿Qué hacemos cuando nuestros Y PROBLEMATIZAR:
EL TEMA CON LA PROPIA hijos se comportan con violencia? • ¿Prohibir ciertos juegos o
EXPERIENCIA: juguetes elimina la violencia?
• ¿Cómo actuamos ante una PREGUNTA PARA CUESTIONAR
situación de conflicto entre Y PROBLEMATIZAR: PREGUNTA PARA GENERAR
nuestros hijos? • ¿Las conductas agresivas siempre ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
son negativas? • ¿Qué alternativas de juego o
PREGUNTAS PARA CUESTIONAR juguetes podríamos dar a los
Y PROBLEMATIZAR: PREGUNTA PARA GENERAR niños?
• ¿Es posible que no existan los ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
conflictos entre hermanos? • ¿Cómo podemos ayudar a los
• ¿Por qué? niños a manejar su propia
agresión y sentimientos, como
PREGUNTA PARA GENERAR enojo, frustración, envidia, celos
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: y coraje?
• ¿Cómo podemos fomentar la
fraternidad y la complicidad en
nuestros hijos?
Rivalidad entre hermanos
La rivalidad entre hermanos es común en la mayor parte de las familias. En estos
casos la competencia no se da por supervivencia, sino por captar la mayor atención,
tiempo, cariño, aprobación y recursos que los padres les brindamos.
Cuando nace el segundo hijo el mayor siente que ya no es amado “igual que antes”
y que los cuidados que se dan al recién nacido le quitan afecto, tiempo y atención. Este
miedo y alarma desatarán actitudes de hostilidad hacia el nuevo miembro de la familia,
lo que provocará reprimendas y castigos por parte de los padres y de manera inevitable
aumentará la rivalidad entre hermanos.
Existe la tendencia natural a proteger al más pequeño, ante la idea de que el hijo ma-
yor se encuentra más capacitado para razonar, compartir y ceder, por lo que éste siente
que hay una preferencia por el hermanito.
Por ejemplo: “Tú, que eres más grande, préstale un rato el juguete a tu hermanita”.
Estas actitudes despiertan sentimientos de envidia y celos hacia el pequeño.
Algunas rivalidades tienen su origen en la preferencia, inclinación o identificación
de lo padres por alguno de los hijos, que se manifiesta en nuestra forma de mirar, cele-
brar o alabar sus actitudes o conductas.
Por ejemplo, si un hijo nos irrita incluso le atribuimos una mayor malicia (“Lo hace
por molestar”) mientras que al otro, al “bueno”, lo justificamos (“Lo hizo sin querer”),
pero entonces ¿cuál es la realidad? ¿amor igual pero cariño distinto? ¿somos discretos
e imparciales? ¿cuál es mi hijo más relegado? ¿estoy compensando mis dificultades
afectivas hacia alguno de ellos?
Es importante ser sinceros con nosotros mismos y cobrar conciencia de cualquiera
de estas situaciones que menoscaben la autoestima y seguridad afectiva de alguno de
nuestros hijos, para estar en condiciones de explicar en forma abierta y cariñosa al que
se sienta celoso o relegado que no se le margina del cariño, pues cada uno tiene cualida-
des especiales que lo hacen diferente de los demás. Esto se debe transmitir también con
el lenguaje corporal, pues en caso contrario las palabras no valdrán de nada.
En general existe una rivalidad espontánea, se diría que “normal”. Las peleas entre her-
manos incluso tienen ventajas, pues de esta manera aprenden a defender sus derechos y
opiniones, a negociar, debatir, ceder y también a perdonar para reintegrarse a sus juegos.
En ocasiones buscan llamar nuestra atención para hacernos intervenir como jueces,
una situación muy difícil y complicada, pues siempre existirá una parte que se sienta
tratada de manera injusta y posiblemente genere más peleas y discusiones, con lo que
impediremos que aprendan a defenderse y negociar entre ellos mismos.

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Cómo fomentar la fraternidad entre hermanos:
• Hagámonos esta pregunta y respondámosla con sinceridad: “¿soy imparcial con mis
hijos?”
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• Permitamos y ayudémoslos a resolver sus diferencias y lleguemos a acuerdos a través de:


• Reconocer y validar sus sentimientos.
• Fomentar que expresen lo que sienten y que se escuchen entre sí.
• Promover que reflexionen sobre cómo se podría haber evitado el conflicto.
• Animarlos a establecer acuerdos y se comprometan a respetarlos.
• Demostremos nuestro cariño al que se muestre huraño o se sienta celoso.
• Valoremos en nuestros hijos no solo el éxito académico, sino todas sus demás cualidades.
• Cuidemos la igualdad en el trato, las valoraciones, los castigos, las celebraciones y
sobre todo el “modo” en que aplicamos todo esto.
• Hagámonos de la “vista gorda” cuando detectemos actitudes de complicidad entre
ellos, pues esto implica ya un signo de comunicación y solidaridad entre hermanos.
• Reforcemos y reconozcamos los momentos de armonía, generosidad, solidaridad y
juego fraterno entre ellos. Por lo general intervenimos en los momentos de conflicto
para corregir alguna conducta negativa, pero es más efectivo intervenir para reforzar
conductas positivas.
• Seamos pacientes, pues la buena fraternidad se va logrando poco a poco.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
La violencia
La agresividad es parte de la naturaleza humana, pues resulta útil para defendernos
y sobrevivir, pero es la cultura y la educación la que nos hace pacíficos o agresivos. La
violencia se produce cuando no podemos expresar a través de palabras nuestros senti-
mientos y emociones. Las bases neurobiológicas de la agresividad se hallan en la corte-
za prefrontal y en la amígdala del cerebro.
Las áreas cerebrales que regulan tales conductas son las mismas que modulan las
emociones. Nuestras emociones dependen de nuestros pensamientos; al reestructu-
rarlos, encauzamos las emociones, inhibiendo o transformando la agresión para no
lastimarnos ni lastimar a otros.
El conflicto lleva en sí un componente de alta emotividad y nace de una lucha entre
objetivos e intereses incompatibles con la realidad o del resultado de expectativas dife-
rentes u opuestas entre personas.
Un conflicto puede derivar en violencia si uno de los contrincantes no juega con ho-
nestidad, abusa de su poder y lucha para destruir o dañar al contrario. En otras pala-
bras, el uso deshonesto, prepotente y oportunista del poder sobre el contrario constitu-
ye en sí un acto de violencia.
El ser humano actual, bajo los efectos de la tensión social y de su ansiedad por adap-
tarse al medio, es más proclive a perder el control de sus impulsos y a derivar en agre-
siones y violencia. Hay cuatro factores que mantienen y determinan la violencia:58
• Patrones cambiantes de la vida familiar y comunitaria: la prisa, el estrés, la enajena-
ción, la falta de tiempo, las presiones económicas, la soledad de los niños, entre otros.
• El hecho de que la sociedad ha redefinido la violencia como normal y aceptable. Por lo
tanto, estamos a la defensiva y atacamos por el temor de ser agredidos.
• El acceso fácil a armas y drogas.
• La falta de herramientas para manejar el conflicto de manera constructiva.

Tipos de violencia59
• Verbal:
• En forma de insultos; por ejemplo: “¡No seas burro!”
• Que impliquen una falta de respeto por los derechos del otro; por ejemplo: “¡Tenías
que ser mujer!”
• Que impliquen malos modales y expresiones de molestia, enojo, ira, entre otras; por
ejemplo: “¡Quítate de aquí, tarado!”
• No verbal:
• Gestos que impliquen una falta de respeto o desprecio hacia el otro; por ejemplo,
torcer la boca, mover la cabeza en señal de desaprobación o hacer muecas obscenas.
• Física: Se puede manifestar en descuido, abandono, golpes y conductas destructivas
58
González Montaner, Elizabeth, Conferencia sobre violencia infantil “Padres y docentes por una cultura de paz
y no violencia”.
Textos Temáticos

hacia uno mismo o los demás.

Violencia infantil
Ésta es parte o consecuencia de la violencia social, por lo que nos concierne a todos. Los
niños de hoy nacieron en una sociedad violenta, por lo que ésta se presenta en la casa,
en la escuela, en la calle, en las películas, en los programas de televisión y en los noti-
cieros, que incluso ofrecen acceso en tiempo real a verdaderas escenas apocalípticas.
Un factor muy importante en la violencia infantil es la exposición extensa de los niños
a programas de televisión o videojuegos con contenido violento, pues éstos causan una
mayor agresividad en ellos. Muchos pasan un promedio de tres a cuatro horas diarias
frente a la televisión, lo que puede ser una influencia muy poderosa en el desarrollo del
sistema de valores, en la formación del carácter y en la conducta. Por desgracia, muchos
de los programas que se ofrecen contienen un alto grado de agresividad. Los expertos
que han estudiado los efectos de la violencia televisiva en los niños han encontrado que
éstos pueden:
• Imitar la violencia que observan en la televisión.
• Identificarse con ciertos tipos, caracteres, víctimas o victimarios.
• Tornarse “inmunes” al horror de la violencia.
• Aceptar en forma gradual la violencia como manera de resolver problemas.
En ocasiones, tan solo ver un programa violento incrementa la agresividad. Los niños
que observan espectáculos donde la violencia se presenta en forma muy realista, repe-
tida o sin castigo, tienen una mayor probabilidad de imitarlos. El impacto de la violencia
televisiva y de los videojuegos puede reflejarse de inmediato en la conducta infantil, o
bien manifestarse más tarde en su proceso de desarrollo. Aun cuando en la atmósfe-
ra familiar no haya tendencia hacia la violencia, los niños pueden resultar afectados.
Como ya se mencionó, aunque la televisión es un factor significativo, no es la única
causa de tales conductas: vivimos en una sociedad violenta, por lo que el hecho de apa-
gar la televisión no garantiza que ésta desaparezca. Así, es necesario revisar nuestras
actitudes y conductas.

T ips padres dia en acción


Algunas investigaciones demuestran que la mayor parte del comportamiento violento
se puede reducir o impedir si se limita o elimina la exposición del niño a la violencia en
el hogar, la comunidad y los medios de difusión. Es evidente que la violencia fomenta
violencia. Algunas estrategias al respecto son:
• Eduquemos a nuestros hijos en valores, en lo importante para nosotros. Los valores
son criterios previos que guían nuestras acciones. Por ellos elegimos el objetivo de
nuestra conducta y los medios para desarrollarla. Resulta fundamental preguntarse
cuáles son los valores con que nos regimos, cuál es nuestra escala y jerarquía, y
que actuemos en consecuencia. En la infancia desarrollamos la mayoría de los valo-
res que nos acompañarán durante toda la vida; de allí la importancia de que como
padres y educadores transmitamos, con nuestro ejemplo y la reflexión, aquellos que
permitan conformar un mundo de paz.
• Actuemos mediante el ejercicio de habilidades sociales, de modo que a través de
nuestro ejemplo los niños aprendan a gestionar sus conflictos sin violencia.
• Enseñemos a nuestros hijos alternativas para la resolución de conflictos. Para ello
es fundamental que entiendan que el conflicto es inherente al ser humano, y que no
debemos asociarlo con la violencia, sino verlo como una posibilidad para individuali-
zarnos y forjar nuestras propias ideas.
• Reflexionemos juntos sobre alternativas de conducta en momentos en que nuestros
hijos estén dispuestos y de buen humor, pues habrá una mayor respuesta de su parte.
• Establezcamos límites claros, al explicarles qué se puede hacer y qué no.
• Definamos qué es la autoridad y quién la representa; reflexionemos con ellos para
qué es necesaria.
• Ayudémoslos a que se responsabilicen de sus actos, al hacerles ver las consecuencias
positivas o negativas de los mismos. Reflexionemos y dialoguemos con ellos, a modo
de evitar irrupciones violentas.
• Elijamos las batallas: es necesario disminuir los choques directos entre la voluntad
de los padres y la de los hijos para no deteriorar nuestra relación. Para ello es reco-
mendable consentir a aquellas solicitudes que no pongan en juego la disciplina ni sus
límites. De esta manera, ellos experimentarán la libertad y el poder de decisión al
elegir algunas situaciones de vida.
• Detengamos las conductas en caso de que los niños se autoagredan o rompan ele-
mentos de su entorno. En ese caso habrá que contenerlos, sujetarlos y mostrarles fir-
meza sin violencia verbal ni física. Solo después será posible invitarlos a reflexionar
sobre lo sucedido. Si los niños hacen algún destrozo, es recomendable que reparen
los daños. Si se autoagreden, habrá que mostrarles sus heridas y enseñarle la impor-
tancia de cuidar su cuerpo. No perdamos de vista que la agresión contra sí mismos es
resultado de un enojo profundo que no pueden manifestar a los padres.
• Hagámosles ver que el enojo y los regaños, cuando su comportamiento no es el ade-
cuado, no implican que los dejemos de querer. Se les puede decir: “Te quiero mucho,
pero estoy enojada por lo que hiciste”, “No te dejo de querer cuando te regaño” o “Por-
que te quiero, te llamo la atención”.
• Mantengamos la coherencia de nuestra autoridad como padres, por lo que el padre y
la madre no se deben descalificar en presencia del niño.
• Protejamos a nuestros hijos del exceso de violencia en la televisión:
• Prestemos mayor atención a los programas que ven.
• Establezcamos límites del tiempo que pasan frente al televisor.
• Evitemos que vean programas de contenido violento. Como en ocasiones prohibir
solo aumenta en ellos el valor de los programas, en ese caso será recomendable mi-
rarlos juntos en tanto tengan la edad para entenderlos.
• Aprovechemos los programas de contenido violento para reflexionar con nuestros
Textos Temáticos

hijos sobre la violencia en que vivimos, y discutamos con ellos alternativas positivas
para solucionar problemas.
• Señalemos que, aunque el personaje o el actor no se lastimó, hirió ni murió durante
el programa, la violencia puede producir dolor o muerte cuando ocurre en la vida
real.
• Reconozcamos, aceptemos y nombremos nuestros sentimientos de enojo y rabia.
Aprendamos a expresarlos y controlarlos. Mediante este ejemplo nuestros hijos
aprenderán también a manejarlos de una manera sana. Cuando estén enojados o mo-
lestos por algo, ayudémoslos a nombrar sus sentimientos y a darse un espacio para
calmarse. Esto será más valioso para ellos que reprimirlos.
• Fomentemos y facilitemos que nuestros hijos practiquen deporte, pues ayuda a cana-
lizar de manera positiva su energía y evita la violencia.
• Brindémosles amor, mantengamos un diálogo abierto y receptivo, y al mismo tiempo
establezcamos acuerdos para convivir en armonía con ellos de manera conjunta.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
La función del juego en los niños
El juego en el niño es mucho más que un pasatiempo. Siempre tiene una función cons-
tructiva, pues a través de él se desarrollan habilidades motrices, sociales, cognitivas y
emocionales en relación con la edad y madurez. Debido a que por lo general el juego es
una actividad libre, existe la oportunidad de que los infantes experimenten y actúen de
acuerdo con su guía interna, en contacto consigo mismos y conforme a lo que necesitan
ejercitar en ese momento. Las experiencias de juego sientan las bases para el desarrollo
de habilidades necesarias en etapas posteriores de la vida.
Cuando el niño es pequeño, mientras no sea interrumpido ni invadido por las ideas, a
veces erróneas, del adulto respecto a sus necesidades, escogerá y realizará las activida-
des que le resulten útiles para ir adquiriendo el control sobre su cuerpo y estableciendo
las conexiones neurológicas, físicas, emocionales y sociales fundamentales para su ma-
duración. Es necesario que tenga la oportunidad de moverse y vivir experiencias senso-
riales como tocar, chupar, manipular, escuchar, ver y ser partícipe de la dinámica fami-
liar, pues observar las actividades cotidianas le permitirá construir su lenguaje y conocer
su medio ambiente. Con estas experiencias, junto con el juego, recibirá los estímulos
requeridos para desarrollarse de manera integral.
Conforme el niño crezca, su juego irá cambiando de objetivos y acciones, pero con-
servará el carácter constructivo y esencial para su desarrollo. Aún requerirá experien-
cias de movimiento, las cuales le permitirán ejercitar no solo los músculos, sino que
también pondrán en juego la percepción (visual, sensorial, cinestésica), la ubicación
espacio-temporal, la relación causa-efecto, la creatividad, la relación con los demás y el
desarrollo de la voluntad. También existen otros juegos, como los simbólicos o de roles,
que consisten en actuar “como si” se fuera adulto, y realizar diferentes tipos de activi-
dades que observa en su familia o su comunidad. Estos juegos le permitirán entender su
entorno, expresar sus miedos, sus preocupaciones y afectos de una manera simbólica y
catártica; es decir, a través de la imitación desarrollará el sentimiento de pertenencia a
su familia, comunidad y cultura, para hacer suyas las costumbres y valores de la socie-
dad en que vive.
Otras experiencias lúdicas importantes son las de expresión creativa mediante el di-
bujo, el modelado en barro o masa, la construcción con bloques, entre otras que permi-
ten el desarrollo de habilidades cognitivas como la planeación, el manejo del espacio,
la posibilidad de plasmar una idea, la imaginación, la creatividad y la experimentación
con otros lenguajes, que a su vez dan pie para abrir una vía de expresión simbólica de
las emociones.
Para los niños entre seis y 12 años los juegos grupales y de reglas son fundamentales,
pues a través de ellos aprenden a relacionarse y autocontrolarse. En esta etapa inven-
tan sus propios juegos y crean sus reglas; el seguimiento de los acuerdos del grupo les
abre la oportunidad de pertenecer, discutir y resolver diferencias. Cuando estos juegos
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son en equipo, como el futbol y el voleibol, tienen la oportunidad de trabajar en conjun-


to para la consecución de un fin. Otro tipo de juegos que establece diferentes desafíos y
no solo estimula el desarrollo de habilidades sociales, sino también cognitivas y afecti-
vas, son los de mesa como damas chinas, turista, dominó.
Aprender a competir, a ganar sin humillar, sin trampas, así como aceptar a perder
sin pretextos constituye un aprendizaje personal y social valioso. Lo más importante
es que los niños compitan consigo mismos y se exijan cada vez más, mientras toman
conciencia de que para mejorar su desempeño deben realizar un trabajo con voluntad
y disciplina.
Un componente básico del juego es el gozo, el disfrute de lo que se realiza, que cons-
tituye un paréntesis para olvidar problemas o dificultades e incluso en los adultos cum-
ple una función importante, que involucra la atención, la memoria, la cooperación y el
esfuerzo, entre otros factores.
Los juegos de “caballeros” o de “policías y ladrones” son más comunes entre los va-
rones y obedecen a la naturaleza de su género y a los roles establecidos por la cultura y
sociedad. Éstos suelen preferir los juegos físicos, de contacto, las “luchas”, que forman
parte de sus necesidades para desarrollarse en los ámbitos físico y social. Se trata de un
lenguaje establecido entre ellos que quizá ha sido preparado históricamente para que
cumplan con determinado rol social.
Entre las niñas tienden a ser menos físicos, aunque ahora participan cada vez más en
actividades y deportes que antes solo se reservaban a los varones. Sus juegos también se
relacionan con su naturaleza, con su rol sexual y social. En los recreos es común verlas sen-
tadas platicando, jugando a la casita, a la escuelita o a trabajar como lo hacen sus mamás.
Estas diferencias de género en los juegos se han vuelto cada vez menos rígidas, trans-
formadas por los cambios sociales entre lo que se considera masculino y femenino. Hoy
en día podemos ver a niños jugando “al papá” o a “la escuelita” y a niñas jugando futbol,
a “la doctora” o a “la exploradora”.
Los juegos o juguetes bélicos no son un invento actual. La expresión de una forma
simbólica de la agresividad, la lucha, la defensa, la guerra, la caza, entre otras activida-
des similares, ha sido parte de la historia de la humanidad. La violencia no se origina en
el juguete en sí, sino en el entorno familiar y social del niño. Cuando éste es pequeño, es
obligación de los padres cuidar qué escuchan y ven, por lo que hay que evitar exponer-
los a noticieros, películas y videojuegos violentos, pues aún no cuentan con la capacidad
para distinguir entre lo real y lo fantástico ni con los recursos para comprender lo que
ocurre en la pantalla, además de que las escenas los asustan e incluso llegar a deformar
sus conceptos morales y éticos.
En la actualidad hay una gran variedad de juguetes bélicos que incluso parecen rea-
les. No es conveniente propiciar el juego violento con la compra de éstos, pues otros
juguetes aportan una mayor posibilidad de riqueza y desarrollo entre los menores. Si el
niño los pide, podemos canalizar su interés hacia un deporte como tiro al blanco o con
arco. Sin embargo, en un momento dado pueden utilizar una varita como pistola y jugar
a los balazos, en cuyo caso la distancia entre el objeto real y lo simbólico les permitirá
comprender con mayor claridad la diferencia entre la fantasía y la realidad.
Un pasatiempo común entre los niños de hoy son los videojuegos, con los cuales de-
sarrollan ciertas habilidades, aunque también conllevan riesgos si no se dosifican en
tiempo y calidad, pues dejan de hacer actividades físicas importantes para su desarrollo
motriz. Además, la permanencia prolongada frente a un monitor, con la vista fija en él,
puede dañar su visión, e incluso se llegan a aislar y a perder contacto con otros niños y
con la familia, lo cual limita su desarrollo social.
El hecho de que los videojuegos sean violentos y que los niños no adviertan las con-
secuencias de lo que ocurre cuando se lastima a alguien en la vida real ha disminuido
la posibilidad de desarrollar empatía con aquellos que sufren. Incluso se ha señalado a
este fenómeno como un factor determinante en las matanzas perpetradas por adoles-
centes en escuelas y comunidades de Estados Unidos. Si bien no podemos aislar a los
niños de estos juegos, sí debemos limitar el tiempo y cuidar su contenido.

T ips padres dia en acción


¿Cuál es nuestro papel como padres en los juegos y juguetes de nuestros hijos?
• Si el juego es la expresión de una necesidad interior y la solución simbólica de conflic-
tos en los niños, respetemos y observemos a nuestros hijos cuando juegan.
• No interrumpamos una actividad inteligente, pues cortamos la concentración, inte-
rrumpimos un proceso importante y propiciamos la dispersión.
• Cuando sea necesario establecer límites, ofrezcamos alternativas atractivas. Por
ejemplo, si ya estuvieron un rato con los videojuegos, invitémoslos a participar en un
juego de mesa o de pelota, a pasear en bicicleta o a preparar un pastel.
• No los llenemos de juguetes: la cantidad no es calidad, y grandes cantidades provocan
desorden, sobreestimulación y dispersión.
• Permitamos que inventen sus propios juegos al proporcionarles objetos y juguetes con
los que usen su imaginación. Por ejemplo: construir algo con colchas, cojines y cajas.
• Evitemos comprarles juguetes con los que el niño sea un espectador pasivo. Por ejem-
plo, los muñecos que hablan, que quitan la oportunidad de inventar diálogos propios.
• Propiciemos espacios lúdicos en familia, con juegos de mesa y deportivos, entre otras
opciones.
• Si en nuestra casa no hay patio ni jardín, busquemos espacios y actividades donde los
niños ejerciten su motricidad gruesa: ir al parque, a andar en bicicleta, al campo.
• Prefiramos juegos y juguetes que fomenten el desarrollo de habilidades diversas:
rompecabezas, bloques, juegos de construcción, lápices de colores, barro, masa, en-
tre otros.
• Prohibir no elimina el peligro, sino que aumenta el atractivo: ayudémoslos a descu-
brir las ventajas y desventajas de ciertas acciones y juegos. Por ejemplo, cuando parti-
cipan en un videojuego de carácter bélico, reflexionemos con ellos sobre el tema: qué
son y qué implican las guerras, cuáles son su consecuencias, qué les da miedo de un
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conflicto así.
• La mejor protección es nuestro amor, nuestra atención y el respeto hacia nuestros hijos.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
AUTORRETRATO Guillermo Meza
1955
EN LA MONTAÑA Óleo sobre tela
Planeación
TextosdeTemáticos
la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA BÁSICA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL
¿Qué imaginan que hace el personaje? ¿Por qué estará en silencio? ¿Cómo se siente?
TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
El valor del silencio interior Ruido y silencio La voluntad y la disciplina
y la meditación

PREGUNTA PARA BUSCAR CAUSAS PREGUNTAS PARA INTRODUCIR PREGUNTA PARA INTRODUCIR
Y EFECTOS: EL TEMA: EL TEMA:
• ¿Qué sentimos cuando estamos • ¿Cómo imaginan que son • ¿Por qué será importante
en silencio? los sonidos que escucha este desarrollar la voluntad y la
personaje? disciplina?
PREGUNTA PARA DEFINIR • ¿Qué sonidos identifican en las
Y ANALIZAR CONCEPTOS: grandes ciudades? PREGUNTA PARA RELACIONAR
• ¿Qué es comunicarme conmigo EL TEMA CON LA PROPIA
mismo? PREGUNTA PARA DEFINIR EXPERIENCIA:
Y ANALIZAR CONCEPTOS: • ¿Qué se necesita para formar
PREGUNTAS PARA RELACIONAR
• ¿Qué es la contaminación la voluntad?
EL TEMA CON LA PROPIA
auditiva?
EXPERIENCIA:
PREGUNTA PARA CUESTIONAR
• ¿Qué estrategias o técnicas
PREGUNTA PARA BUSCAR Y PROBLEMATIZAR:
conocen para estar en silencio
CAUSAS Y EFECTOS: • ¿El solo deseo de cambiar es
interior?
• ¿Cuáles son las consecuencias suficiente para lograrlo?
de la contaminación auditiva en ¿Por qué?
PREGUNTA PARA CUESTIONAR
nuestra salud física y mental?
Y PROBLEMATIZAR:
PREGUNTA PARA GENERAR
• ¿Por qué la gente evita o teme
PREGUNTA PARA RELACIONAR ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
contactar con su silencio interior?
EL TEMA CON LA PROPIA • ¿Qué podemos hacer para ayudar
PREGUNTA PARA DEFINIR EXPERIENCIA: a nuestros hijos a desarrollar su
Y ANALIZAR CONCEPTOS: • ¿Qué nivel de ruido tenemos en voluntad y disciplina (horarios,
• ¿Qué es la meditación? nuestra vida cotidiana? tareas, quehaceres, ejercicio,
alimentación)?
PREGUNTA PARA CUESTIONAR PREGUNTA DE RELACIÓN
Y PROBLEMATIZAR: CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN
• ¿La meditación siempre se Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
sustenta en una filosofía • ¿Cómo estamos cuidando el nivel
religiosa? de ruido al que están expuestos
nuestros hijos?
PREGUNTA DE RELACIÓN CON
LA CRIANZA, EDUCACIÓN Y PREGUNTA PARA GENERAR
FORMACIÓN DE LOS HIJOS: ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Qué tanto propicio y respeto • ¿Qué podemos hacer para
momentos de concentración y generar espacios de silencio
silencio en mis hijos? disfrutables viviendo en una
ciudad?
PREGUNTA PARA GENERAR
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Cómo podemos, dentro de
nuestra rutina diaria, lograr
momentos de silencio interior
para nosotros y nuestros hijos?
El valor del silencio interior y la meditación
La vida moderna nos exige correr de manera incesante; nos impone ruidos, distrac-
ciones, sobreestimulación sensorial e intelectual, y requiere una actividad exagerada
que nos impulsa a un constante hacer, en ocasiones sin sentido ni conciencia. Estamos
continuamente con la atención puesta hacia fuera.
Es común que nos sintamos tensos, malhumorados, ansiosos, angustiados, sin cono-
cer las causas ni saber qué hacer para encontrarnos mejor. Vivimos grandes tensiones
que nos exigen una estabilidad emocional y mental para no caer en el estrés (el mal de
nuestros días) ni en sus consecuencias en los ámbitos de la salud, del bienestar y de las
relaciones personales, entre otros.
A veces sentimos la necesidad de evitar los ruidos externos y entrar en un silencio
interior, pero no sabemos cómo hacerlo. Nuestros pensamientos no paran de repetir
cosas y no podemos callarlos. La vida moderna parece estar hecha para evitar, en todo
momento, la mirada interna. En otras ocasiones tememos encontrarnos con nuestra
propia soledad, con las emociones y sentimientos que podemos descubrir en nuestro in-
terior. Ignoramos la riqueza que existe dentro de nosotros y, por tanto, requerimos de un
aprendizaje para entrar en contacto con nosotros, con nuestra fuente de sabiduría y de
equilibrio, necesarios para vivir mejor.
Cuando buscamos fuerza interior, cuando queremos contactar lo más elevado de
nosotros mismos, necesitamos silencio, recogimiento, quietud. Podríamos decir que el
silencio es la puerta que nos permite entrar a nuestro interior, al contactar con nuestras
emociones, sentimientos, sensaciones, ideas y pensamientos. De esta forma somos ca-
paces de desarrollar nuestro diálogo interno y establecer una comunicación con noso-
tros mismos.
Los niños también padecen este exceso de ruido. Recordemos que el orden, el silen-
cio y la concentración son bases esenciales de la autodisciplina y el autocontrol, tan ne-
cesarios en el aprendizaje. Debemos desarrollar de una forma equilibrada la mente, el
sentimiento, el cuerpo y el espíritu; enseñar a los niños a escuchar y a amar el silencio. Es
en éste como se puede pensar, sentir con mayor claridad y, por lo tanto, aprender mejor.
Una manera probada para lograr el silencio interior es la meditación.

Meditación
La palabra ”meditación“ proviene del latín meditatio, que en origen indicaba un tipo
de ejercicio intelectual. Se asocia por lo común con la práctica del yoga, surgida en la
India. En el siglo xix la palabra se adoptó para referirse a las diversas prácticas de reco-
gimiento interior o contemplación propias del hinduismo, budismo y otras religiones
orientales. No obstante, este tipo de práctica no es ajena a la historia de Occidente,
como muestran los descubrimientos de vasijas celtas con figuras en postura yóguica.
La meditación se ha practicado durante más de cinco mil años con propósitos intelec-
tuales, religiosos o de salud. Las técnicas de meditación varían, desde las que se basan
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en observar la respiración y visualizar algún pensamiento positivo o imagen inspira-


dora, hasta aquellas que se enfocan en algún objeto o imagen, todas ellas con la inten-
ción fundamental de centrar la atención en algo ajeno a los pensamientos, a modo de
aquietar y descansar la mente.
Existe una amplia variedad de guías y enseñanzas para la meditación, que abarcan
desde las religiosas hasta las terapéuticas. Ambas tienen en común la conciencia y el
manejo de la postura corporal y de la respiración, las cuales mejoran la salud en gene-
ral y reconducen el metabolismo hacia un funcionamiento óptimo. Estudios científicos
han demostrado que algunas técnicas de meditación son efectivas en el funcionamiento
cerebral para aumentar la capacidad intelectual, mejorar la memoria, la concentración
y la comprensión de objetivos; en el sistema nervioso al equilibrar el carácter, reordenar
la mente y calmar la ansiedad, e incluso al mejorar el sistema inmunológico.
Una multitud de técnicas de meditación ha sido estudiada por la psicología. Muchos
terapeutas recomiendan alguna de ellas o han diseñado una propia, a menudo inspi-
rada en las tradicionales. La mayoría utilizan la respiración como centro debido a que
constituye el puente entre el cuerpo físico, el estado de ánimo y la mente. La práctica de
una técnica o rutina ayuda a las personas con diferentes cuadros de estrés.

T ips para padres dia en acción


¿Cómo ayudar a nuestros hijos a lograr el silencio interior?
• En la noche, en el momento de acostarlos invitémoslos a hacer una reflexión sobre su
día: ¿qué les gustó? ¿qué no les gustó? ¿qué agradecen? Esto los puede ayudar a crear
espacios de comunicación con ellos mismos y a establecer su propio diálogo.
• La naturaleza es un gran recurso para fomentar la contemplación y el silencio interior:
• Enseñemos a nuestros hijos a observar en silencio cualquier evento natural: el atar-
decer, las formas de las nubes, la lluvia, las tormentas, el mar, el campo, las estre-
llas, entre otros.
• Ayudémoslos a identificar y sorprenderse con los sonidos de la naturaleza y a hacer-
los conscientes de éstos: pájaros, lluvia, relámpagos, viento, olas del mar, entre otros.
• Juguemos al silencio: “Cierren los ojos, sin hablar ni moverse. Escuchen los sonidos
a su alrededor: los de casa, los de la calle, su respiración, los latidos de su corazón…”
Después podemos invitarlos a compartir cómo se sintieron, qué escucharon.
• Ayudémoslos con la imaginación a relajarse antes de dormir: en la noche, con los ojos
cerrados, por medio de las palabras, construyamos imágenes mentales positivas, de
lugares reales o fantásticos: “Mira arriba: hay una estrella. Es muy bonita y es tuya.
Puede ser del color que más te guste. Siente cómo su luz va llenando tu cuerpo y te
deja una sensación de paz y de tranquilidad…”

¿Cómo podemos lograr nuestro propio silencio interior?


• Busquemos momentos de silencio y quietud. Por ejemplo: en la noche, antes de dor-
mir, revisemos nuestro día y conectémonos con nuestros sentimientos, logros, pro-
yectos y fracasos.
• Permitámonos contemplar la naturaleza en silencio (aquí es posible retomar lo reco-
mendado para los niños).
• Un camino muy efectivo para lograr el silencio interior es la meditación. Podemos
elegir la más congruente de acuerdo con nuestros valores y creencias.

Dentro del cuerpo, Dentro del alma, en su centro,


hondo, muy hondo, habita el alma. está de pie sobre una sola pata,
Nadie la ha visto nunca, pero todos saben un pájaro: el Pájaro del Alma.
que existe. Y no solo saben que existe, Él siente todo lo que nosotros sentimos […]
saben también lo que hay en su interior. Hay quien lo escucha a menudo.
Hasta ahora no ha nacido hombre sin Hay quien rara vez lo escucha.
alma. Y quien lo escucha solo una vez.
Porque el alma se introduce en nosotros Por eso es conveniente,
cuando nacemos, y no nos abandona ya tarde, en la noche, cuando todo está en
ni siquiera una vez mientras vivimos. silencio,
Como el aire que el hombre respira escuchar al Pájaro del Alma
desde su nacimiento hasta su muerte […] que habita en nuestro interior,
hondo, muy hondo, dentro del cuerpo.

MIJAL SNUNIT, El pájaro del alma


(fragmentos)

A continuación se incluye una guía para iniciar la práctica de la meditación (obtenida en


http://es.wikihow.com/meditar).

Pasos:
1. Crea un ambiente tranquilo y relajante. Apaga la televisión y cualquier otro aparato que
sea ruidoso. La música suave puede venir bien, pero no es necesaria. Asegúrate de haber
apagado tu teléfono móvil para evitar distracciones.
2. Siéntate en una silla o sobre un almohadón. No tienes que doblar las piernas para po-
nerte en la posición de loto ni en alguna posición inusual, pero puedes hacerlo si resulta
confortable para ti. Lo ideal es que la columna se encuentre alineada (“recta”).
3. Cuida de estar bien sentado, de modo que tu posición te permita respirar con facilidad.
Esto ocurrirá de manera natural si tus rodillas están debajo del nivel de tu cintura. No es
recomendable tenderse por completo: es posible que te quedes dormido al meditar en
esta posición.
4. Relaja cada músculo de tu cuerpo. No te apresures al hacerlo. Relajarse por completo
toma tiempo, y uno debe hacerlo poco a poco. Empieza por la punta de los pies y ve su-
biendo hasta que llegues a la cabeza.
5. Tus ojos pueden estar cerrados o abiertos (ligeramente entrecerrados). Si los tienes
abiertos, encuentra algo tranquilo para mirar.
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6. Elige un foco de atención para tu meditación. Por lo común se utiliza la respiración. En-
foca la atención en cómo entra y sale el aire por tus fosas nasales. No intentes cambiar la
forma en que lo estás haciendo. Solo deja que tu atención se centre en cómo fluye el aire
por tus fosas nasales. Siente cómo el aire entra y sale. No lleves tu atención a ninguna
otra parte del cuerpo.
7. Cuando te vengan pensamientos, vuelve a poner tu atención en la respiración, en las
fosas nasales. No se trata de que pongas la mente en blanco. Se trata de que aquietes tu
mente. De esta forma disminuirá el número de pensamientos y habrá más espacio entre
los mismos.
8. Si haces la meditación clásica, debes estar en silencio (y de preferencia sin música). En-
fócate en tu respiración y observa cómo fluyen los pensamientos, sin identificarte con
ellos.
9. Cuando lleves un rato en silencio, lo cual constituye la parte primordial de la meditación,
puedes, por ejemplo, en forma mental, poner tu atención en palabras que te agraden y
vayan contigo. Si eres una persona visual, hazlo en palabras que evoquen imágenes; si
eres auditiva, en aquellas que evoquen sonidos.
10. Repite estas palabras de modo que te animen a lograr lo que deseas. Por ejemplo, repi-
te lo relajado que estás: ”Estoy completamente relajado”.
11. Visualiza un lugar tranquilo para ti. Puede ser real o imaginario. Este paso puede reem-
plazar la repetición de palabras o trabajarlas juntas.
12. Tras haber practicado esta meditación para principiantes, puedes probar con otro tipo
de técnicas también clásicas y antiguas, como la meditación de observación de la rea-
lidad, la meditación caminando, la meditación con mantras (sílabas, palabras o frases
sagradas originadas en el sánscrito que se repiten para invocar a un dios o como apoyo
para meditar), la meditación mirando la llama de una vela, la meditación del amor y la
meditación de la compasión, entre otras.

Consejos:
• Medita sin expectativas ni esperar resultados.
• De manera ideal, se desea alcanzar un estado libre de pensamientos que nos distraigan,
si bien esto solo se alcanza con la práctica. Cuando un pensamiento o idea aparece en
forma repentina, no trates de bloquearlo o eliminarlo.
• Imagina que estás mirando al cielo y un pájaro cruza tu espacio visual, pero tú no lo si-
gues con la vista: solo dejas que pase y continúas mirando al cielo. Haz lo mismo con tus
pensamientos.
• Puedes meditar en cualquier momento libre. Inténtalo en el trabajo para una rápida re-
ducción del estrés.
• La mayor parte de las personas se sienten bien al cerrar los ojos, pero algunas prefieren
mirar una vela o algo similar. También puedes dejar que los ojos descansen de manera
natural, con la cabeza apoyada en algún lugar suave y en un ángulo confortable.
• Mientras meditas, toma conciencia del aire: siente cómo entra y cómo sale.
• Cuando medites, evita pensar que no estás diciendo nada: intenta no hablar contigo. Esto
puede resultar más difícil de lo que parece, pero se vuelve más fácil en la medida que se
adquiere práctica. Existe mucha verdad en el silencio.
• La meditación puede ser muy útil si tienes problemas para dormir. Mientras estés recos-
tado en tu cama, sigue estos pasos y elimina toda ansiedad relacionada con quedarte dor-
mido. Antes de darte cuenta ¡ya será mañana!
• Respira siempre por la nariz, para adentro y para afuera.

Advertencias:
• No intentes realizar largas sesiones de meditación cuando estés empezando, ya que te
puedes agotar. Unos pocos minutos son suficientes al principio.
• No esperes resultados inmediatos. El propósito de una buena meditación no es convertir-
te en un maestro zen de la noche a la mañana. Ésta funciona mejor si se realiza por el solo
hecho de meditar y no por el resultado.

¿Qué necesitas?
• Un cuarto libre de distracciones.
• Un lugar confortable para sentarte.
• Tranquilidad absoluta.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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Ruido y silencio
En la actualidad vivimos en ambientes ruidosos incluso en nuestras casas, donde hay uno
o varios televisores o equipos de sonido encendidos muchas horas al día. Hablamos de
disfrutar la música, la televisión o los programas de radio, pero nunca de gozar el silencio.
En las grandes ciudades se vive con un ruido excesivo y molesto que altera las con-
diciones normales del ambiente, conocido como contaminación auditiva y provocado
por el tráfico, las industrias, locales de ocio, construcciones, aviones, altavoces, entre
otros. La contaminación auditiva produce efectos negativos en la salud auditiva, física
y mental de las personas. Si bien el ruido no se acumula, traslada ni mantiene en el
tiempo como otras contaminaciones, si no se controla también es susceptible de causar
grandes daños en la calidad de vida de las personas.
Por desgracia, el ruido tiene efectos en la salud y la conducta humana. Algunas inves-
tigaciones reflejan que aquellos sometidos al mismo corren el riesgo de una disminución
importante en la capacidad auditiva, se muestran más irritables, inquietos e incluso agre-
sivos, con una escasa capacidad de concentración y, por lo tanto, un menor rendimiento.
Se diría que el ruido constituye un agresor, mientras que el silencio es un pacificador.
Silencio es sinónimo de quietud, paz y conexión con uno mismo, con nuestro ser interior,
con nuestro centro. Sin embargo, muy pocas veces hablamos del valor del silencio.
Nuestra cultura promueve el ruido. Basta con observar lo que ocurre en lugares
públicos como restaurantes, centros comerciales, hoteles e incluso centro recreativos,
donde el espacio se invade con música estruendosa, pantallas, televisiones, altavoces
que contaminan auditivamente, con los que hemos llegado a familiarizarnos de tal ma-
nera que los hemos integrado a nuestra cotidianidad. No los notamos, y mucho menos
cobramos conciencia de sus efectos en nuestro sistema nervioso.
Incluso hay personas tan acostumbradas al ruido, que el silencio las angustia, pues
lo asocian con un sentimiento de vacío y soledad, de forma que sienten la necesidad de
llenar “ese vacío” con algún ruido y encienden la radio o la televisión como acompaña-
miento, pero sin escuchar.
También en situaciones familiares tenemos la idea de que los espacios de silencio
impiden la comunicación. No obstante, si se realiza alguna actividad en familia, juntos y
en silencio, como leer, dibujar, tejer, jugar o hacer la tarea, se promueven la intimidad,
la unión y la concentración profunda.
El silencio es un medio indispensable para centrarnos y conocernos. Asimismo nos
permite reflexionar, cuestionar y analizar para replantearnos situaciones, tomar deci-
siones más acertadas, contar con un panorama más amplio y un enfoque más adecuado
que nos ayude a gozar de una vida con mayor tranquilidad y paz mental.
Ante una sociedad que se torna agresiva y jóvenes con mayores dificultades para en-
cauzar sus emociones e impulsos, enseñar a disfrutar del silencio es una herramienta
necesaria para hacer una pausa y buscar la paz y comunicación interior, que son la base
del equilibrio humano.
Para aprender el valor del silencio se debe desandar la costumbre del ruido. Se sabe
que no es una tarea fácil, sino una cuestión de cambio de hábitos y perseverancia, indis-
pensable para atender una necesidad natural del ser humano. El silencio se debe em-
pezar a trabajar desde que los niños son pequeños: rescatarlo en nuestra vida diaria,
promoverlo y disfrutarlo junto a nuestra pareja y nuestros hijos.

T ips para padres dia en acción


¿Cómo evitar la contaminación auditiva?
• Cobremos conciencia de los contaminantes auditivos que hay en nuestra casa y evite-
mos los que sea posible controlar. Notemos la diferencia en nuestro estado anímico y el
de la familia al tenerlos y no tenerlos.
• Evitemos utilizar la televisión y la radio como sonido ambiental en cada actividad que
hacemos con los niños: a la hora de vestirse, de comer, de hacer la tarea, de jugar. De-
mos un tiempo y un espacio definido para cada actividad. Utilicemos el horario para ver
televisión como lo que es: un espacio de entretenimiento.
• Evitemos los volúmenes altos cuando veamos televisión, escuchemos la radio o cual-
quier tipo de música, pues se ha demostrado que con el tiempo se daña la agudeza
auditiva.
• Procuremos utilizar un tono de voz moderado al dirigirnos a los niños así como en nues-
tra cotidianidad. Estemos conscientes de ello: solo usemos un tono de autoridad para co-
rregirlos o llamarles la atención y no en todo momento; de lo contrario, además de los
efectos emocionales, se fomenta que ellos también utilicen un volumen alto de voz.
• Evitemos ir a lugares públicos en los que haya múltiples estímulos auditivos y visuales.
• Si es posible, salgamos de la ciudad para ir al campo, o bien, busquemos lugares en la
ciudad donde percibamos los sonidos de la naturaleza. Cuando estemos allí, evitemos
los reproductores de sonido y cualquier tipo de aparato electrónico.
• Ayudemos a los niños a percibir y a sorprenderse con los sonidos de la naturaleza,
a hacerlos conscientes de éstos: pájaros, lluvia, relámpagos, viento, olas del mar, en-
tre otros.
• Escuchemos música y juguemos a identificar los instrumentos.
• Promovamos juegos que eduquen la voluntad y promuevan el silencio:
• Invitémoslos a reconocer la voz de alguien.
• Identifiquemos ruidos y sonidos del ambiente: un avión, una escoba barriendo, una
olla exprés, la regadera, el rechinido de una puerta, la campana de la basura.
• Escuchemos los latidos del corazón del otro al recostarnos sobre su pecho por unos
minutos.
• Con los ojos cerrados, juguemos a descubrir si un sonido se acerca o se aleja: los pasos
de alguien, el motor de un coche, de un avión.
• Movamos objetos con el menor ruido posible “para ver quién gana”.
• En todo momento hagamos notar que estos juegos solo se pueden hacer en silencio,
pues éste permite escuchar mejor, sentir más y encontrarse más tranquilos.
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• Propiciemos momentos de soledad e intimidad en cada uno de los miembros de nues-


tra familia.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
La voluntad y la disciplina
La voluntad es el motor que mueve y dirige nuestras acciones. Permite al ser humano
gobernar sus actos, decidir con libertad y optar por una conducta con un fin preciso.
Significa realizar un esfuerzo con determinación, de manera resuelta y constante, que
se intensifica conforme vamos obteniendo logros para alcanzar una meta definida.
En la base de la educación de la voluntad se encuentra la lucha personal mediante
esfuerzos pequeños pero constantes. La voluntad no se consigue al realizar un acto he-
roico en un momento determinado, sino al lograr pequeñas victorias con constancia, un
día tras otro, sin abandonarse.
Así también se fortalece la entereza, nuestra fuerza interna; se forman seres huma-
nos perseverantes, disciplinados; aquellos que superan el cansancio, la frustración, el
desgano y las mil dificultades que se presentan día tras día. La voluntad es esencial para
enfrentar los retos de la vida. Lo contrario de la misma es el desánimo, la desidia, la pe-
reza, la falta de determinación, de disposición para permanecer en comodidad, en una
zona de confort que no implica esfuerzos, pero asegura un estado de estancamiento,
mediocridad y ausencia de desafíos.
El orden, la disciplina, la formación de hábitos son esenciales en la educación de la
voluntad en nosotros mismos y en nuestros hijos. La voluntad implica hacer en todas
sus facetas: aspirar a hacer, saber hacer, querer hacer, decidir hacer, elegir lo que se
hará ¡Y HACERLO!
Para que un hábito bueno se convierta en virtud, es necesario que haya conciencia
(entender qué hago y para qué lo hago) y voluntad (querer hacerlo). Por eso es tan im-
portante ayudar a nuestros hijos a establecer sus propias metas —que les hagan sentido
a ellos— y a que entiendan el esfuerzo que van a realizar como algo necesario y conve-
niente para alcanzarlas. Es recomendable también reconocer y estimular sus deseos de
esforzarse.
Para educar la voluntad en nuestros hijos es necesario apoyarlos y motivarlos para que
sean constantes en sus haceres, y se comprometan con ellos mismos a terminar lo
que inician. Sus haceres incluyen tareas de la vida diaria: hábitos de higiene y auto-
cuidado, tareas escolares, responsabilidades en el orden y limpieza de la casa.
Es necesario proporcionarles los medios requeridos para lograr lo que se proponen,
venciendo el confort inmediato en aras de un bien mayor y de acuerdo con los valores y
posibilidades de cada familia. De esta manera alentaremos en ellos sus propias pasio-
nes: el futbol, la danza, la lectura, la música… Su pasión por la vida.
Un elemento importante de la voluntad consiste en entender que no sólo opera como
función de la mente: “yo quiero-yo hago”. También implica la maduración del sistema
nervioso, de modo que la intención de la mente culmine en acción.
Para ayudar a que el sistema nervioso madure se requiere, como ya se mencionó,
una estructura, orden, repetición y práctica, elementos que ayudan en la formación de
Textos Temáticos

hábitos de manera disciplinada. Por otro lado, la actividad o tarea debe ser tan difícil
como para que resulte un reto, pero a su vez alcanzable para que sea posible tener éxito.
Otro elemento importante se refiere a lograr que la persona se involucre al presentarle
la actividad y ofrecerle instrucciones, guía, compartir los beneficios y reconocer sus lo-
gros (no sólo los finales, sino también parciales), con la intención de que ésta encuentre
el sentido a la misma.
La voluntad es compleja, pues no sólo involucra el campo físico, sino también el men-
tal y el emocional. Es importante considerar que en ocasiones estamos capacitados en
los aspectos físico y neurológico para llevar a cabo una acción; sin embargo, aunque
tengamos la intención de llevarla a cabo, nos enfrentamos con bloqueos emocionales,
los cuales pueden ser inconscientes y nos dificultan su realización. En este caso lo más
importante es reflexionar y reconocer qué hay detrás; por ejemplo, miedo a equivocar-
se, al éxito, al compromiso, a fin de trabajar en ello.
La voluntad y la disciplina resultan esenciales en el cuidado de nuestra salud: en la sa-
lud física, mediante el desarrollo de hábitos alimenticios sanos, de higiene, de la práctica
cotidiana del ejercicio y del equilibrio entre periodos de actividad y descanso; en la salud
mental y emocional, por medio del reconocimiento de emociones y su manejo sano, así
como del equilibrio entre los espacios de soledad y la comunicación social. Sin voluntad y
disciplina no hay evolución personal.

T ips para padres dia en acción


¿Cómo desarrollar en nuestros hijos su voluntad y disciplina?
• Fomentemos la formación de buenos hábitos. Por ejemplo: lavarse las manos, recoger
sus juguetes, depositar la ropa sucia en el cesto, dejar la ropa del día siguiente prepa-
rada desde la noche, lavarse los dientes, leer antes de dormir.
• Enseñémoslos a soportar la incomodidad para desarrollar su tolerancia a la frustra-
ción y fuerza interna. Por ejemplo: aguantar la sed o el hambre en un viaje, acabar lo
que empiezan, resistir un poco el sueño o el cansancio. Además, reconozcamos sus
esfuerzos.
• Nuestro ejemplo es un modelo. Por lo tanto, demostremos reciedumbre y la capacidad
de esforzarnos sin quejarnos.
• Recordemos que para ser libres debemos dar a nuestros hijos la posibilidad de ser au-
tosuficientes: no sólo los enseñemos a cumplir con sus tareas escolares, sino a parti-
cipar, en la medida de sus posibilidades, con las tareas del hogar: ordenar, limpiar,
lavar, cocinar.
• Involucrémoslos en alguna práctica deportiva constante, que además de ser saludable
y contribuir al autocuidado físico resulta un medio adecuado para promover la forta-
leza, superar la fatiga y el cansancio, enfrentar adversidades, llegar hasta el final con
perseverancia, desarrollar disciplina, así como crear y mantener un compromiso.
• Permitamos que gocen del tiempo suficiente para el sueño y el descanso mediante el
establecimiento de horarios.
Fábula: Dos ranas en dificultades60
En cierta ocasión, una corpulenta y gorda rana caminaba junto a una vivaracha ranita cuan-
do tuvieron la desgracia de brincar dentro de un balde que contenía leche fresca. Estuvieron
nadando horas y horas, con la esperanza de salir de alguna manera, pero las paredes del
cubo eran resbaladizas y la muerte parecía segura.
Cuando ya la rana grande estaba completamente agotada, perdió su energía. No había
ninguna esperanza de salvación.
—Por qué seguir luchando contra lo inevitable? Yo ya no puedo nadar más.
—Sigue, sigue, sigue. No te detengas —le dijo la ranita, que seguía dando vueltas y vueltas
alrededor del bote.
Y así siguieron por un rato más. Pero la rana grande decidió que no valía la pena continuar.
—Hermanita, más vale que nos demos por vencidas. Yo, por mi parte, voy a abandonar
esta lucha.
Así pues, se quedó la ranita luchando por salvar la vida. Entonces ella pensó: “Bueno, si
abandonar toda lucha significa la muerte segura, yo seguiré nadando”.
Dos horas más pasaron y las pequeñas y delgadas ancas de la ranita, tan llena de energía,
estaban completamente cansadas y parecía que no podrían moverse un minuto más. Pero
luego pensó en su amiga, ya muerta, y se dijo: “Abandonar la lucha es la muerte segura, así
que yo seguiré pataleando hasta que muera. Si la muerte tiene que llegar, no abandonaré mis
esfuerzos, porque mientras haya vida, hay esperanza”.
Plena de determinación, la ranita siguió nadando alrededor del balde, agitando la leche
en pequeñas olas. Después de un rato, cuando ya se sentía del todo paralizada, agotada, y ya
creía que se iba a ahogar, de manera repentina sintió algo duro bajo sus patitas. Con gran
sorpresa se dio cuenta de que estaba descansando sobre un trozo de mantequilla que se ha-
bía formado al batir la leche con su incesante pataleo. Y así la valiente ranita saltó fuera del
cubo de leche hacia su libertad.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?

60
Publicado por Graciela Mannara en Librescritores, 1º de julio de 2012.
Textos Temáticos

MARÍA Atribuido a Juan Tinoco


Siglo XVII
MAGDALENA Óleo sobre tela
Planeación de la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL


¿Qué estará sintiendo? ¿Qué significado tiene la luz?
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL
TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
El agobio y las presiones El sentimiento de culpa y el perdón La salud y las emociones

PREGUNTA PARA DEFINIR Y ANALIZAR PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTA PARA


CONCEPTOS: Y ANALIZAR CONCEPTOS: BUSCAR CAUSAS Y
• ¿Qué es el agobio? • ¿Qué es el sentimiento de culpa? EFECTOS:
• ¿Cómo influyen las
PREGUNTAS PARA BUSCAR CAUSAS PREGUNTAS PARA BUSCAR CAUSAS emociones en la salud?
Y EFECTOS: Y EFECTOS:
• ¿Por qué nos sentimos agobiados? • ¿Por qué nos sentimos culpables? PREGUNTA PARA
• ¿Por qué el estilo de vida actual nos exige • ¿Por qué hay personas que se sienten CUESTIONAR Y
tanto? culpables con frecuencia?¿Cuáles son PROBLEMATIZAR:
las consecuencias de esto? • ¿Solo las emociones
PREGUNTAS PARA RELACIONAR EL TEMA desagradables influyen
CON LA PROPIA EXPERIENCIA: PREGUNTA PARA CUESTIONAR en la salud?
• ¿Cómo influye mi agobio en la relación Y PROBLEMATIZAR:
con mi familia? • ¿Sentirse culpable es siempre PREGUNTA PARA
• ¿A qué le estoy dando prioridad? negativo? DEFINIR Y ANALIZAR
• ¿A qué vale la pena darle prioridad? CONCEPTOS:
PREGUNTA DE RELACIÓN CON LA • ¿Qué son las
PREGUNTA PARA GENERAR CRIANZA, EDUCACIÓN Y FORMACIÓN enfermedades
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: DE LOS HIJOS: psicosomáticas?
• ¿Cómo puedo evitar el agobio? • ¿Qué hacemos o decimos a nuestros
hijos cuando hacen algo mal o se PREGUNTA DE
PREGUNTA PARA DEFINIR Y ANALIZAR equivocan? RELACIÓN CON LA
CONCEPTOS: CRIANZA, EDUCACIÓN
• ¿Qué significado tiene el dinero? PREGUNTA PARA GENERAR Y FORMACIÓN DE LOS
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: HIJOS:
PREGUNTA PARA BUSCAR CAUSAS • ¿Cómo podemos ayudar a nuestros • ¿Qué hacemos cuando
Y EFECTOS: hijos para que asuman las nuestros hijos se enojan,
• ¿Cómo afectan los problemas económicos consecuencias de sus actos sin que el están tristes o hacen
a la familia? sentimiento de culpa los paralice? berrinche?

PREGUNTA PARA CONTRASTAR PREGUNTAS PARA DEFINIR PREGUNTAS PARA


OPUESTOS: Y ANALIZAR TÉRMINOS: GENERAR ALTERNATIVAS
• ¿Qué necesidades son reales y cuáles son • ¿Qué significa perdonar? DE ACCIÓN:
creadas? • ¿Qué significa pedir perdón? • ¿Qué podemos hacer
para que las emociones
PREGUNTAS PARA GENERAR PREGUNTA PARA BUSCAR desagradables (enojo,
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: CAUSAS Y EFECTOS: tristeza, celos, ansiedad,
• ¿Qué alternativas tenemos para vivir • ¿Qué efecto tiene en nosotros miedo) no afecten
la crisis económica actual de la mejor perdonar, perdonarnos y nuestra salud?
manera posible? pedir perdón? • ¿Cómo podemos
• ¿Cómo podemos enseñar a nuestros hijos construir un ambiente
el valor del dinero? PREGUNTA PARA GENERAR familiar en el que
• ¿Qué podemos dar a los niños en vez de ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: prevalezcan la alegría,
juguetes, dulces y ropa? • ¿Cómo podemos enseñar a nuestros el sentido del humor
• ¿Cómo podemos fomentar una cultura hijos a pedir perdón y a perdonar? y el optimismo para
financiera y de ahorro en la familia y en los sentirnos bien?
niños?
Textos Temáticos

El agobio y las presiones


Frustración, desgaste físico y nervioso, sensación de impotencia, sofocación, ansie-
dad, tensión e inquietud son algunas de las características del agobio: esa sensación
angustiante e insidiosa de verse superado una y otra vez por diversas circunstancias y
acontecimientos. Una persona que vive agobiada es alguien que no sabe vivir, pues no
disfruta de lo que hace y está preocupada por lo que ocurrirá en vez de vivir el presente
y ocuparse de ello.61
Cada vez más gente se identifica con situaciones parecidas. La combinación de una
creciente cantidad de presiones, entre ellas las exigencias, tareas y prisas, con unos
márgenes cada vez más estrechos de tiempo, tranquilidad y energía para llevarlas a
cabo, pueden resultar una mezcla explosiva. Si uno siente que la desazón cotidiana se
ha convertido en la norma en vez de la excepción, y que se sobrevive en vez de vivir, tal
vez sea hora de pisar el freno y analizar las causas del agobio para resolverlas.
En la actualidad el agobio es el estilo de vida para muchas mujeres que se encuentran
inmersas en diversas actividades: estudian o trabajan de tiempo completo, compiten en
sus profesiones, en una actividad de por sí ya agotadora y de mucha presión, además de
las labores del hogar y familiares, como hacer las compras, cocinar, realizar tareas do-
mésticas y, por si fuera poco, criar a los hijos.
El agobio ha ido adquiriendo tal naturaleza y presencia que se ha ido conformando
como un verdadero rasgo de carácter e incluso de personalidad en mucha gente. Éste es
una consecuencia del estado de ánimo, el temperamento y la actitud con que las perso-
nas perciben, acogen y viven lo que sucede y lo que deben hacer.62
¿Por qué me agobio? ¿Cómo me siento cuando estoy agobiado? ¿Cómo vivo el ago-
bio? Si reflexionamos alrededor de esas preguntas, constataremos que el agobio llega
cuando lo que estamos obligados a hacer no coincide con nuestra vocación ni nuestros
intereses más profundos, y cuando se establecen aspiraciones como las de convertirnos
en “directores generales del universo”; es decir, al considerarnos imprescindibles en
todo momento y lugar, sin un minuto para descansar, pues de lo contrario el mundo se
desplomaría. Las causas del agobio son:
• Sobreactuación: el deseo de estar en todas partes.
• Acumulación: el intento de hacer más de lo que se puede.
• Exceso de peso: la sobrecarga que la vida nos exige llevar en algún momento dado.

Las presiones económicas


En la actualidad, un buen número de familias se siente abrumado por el doble azote de
la inflación y el desempleo, el cual influye en todos los aspectos de la vida familiar. Ante
circunstancias económicas desfavorables, las familias experimentan dificultades para

61
Terra Mujer/Daniel Galilea (EFE reportajes).
62
Seapremur
sacar adelante las compras básicas, la renta, la hipoteca o las deudas. Pero estas crisis
también acarrean consecuencias en las relaciones de pareja y la familia.63
El dinero es una cuestión delicada y complicada para muchas parejas. Los problemas
económicos generan un fuerte impacto en la familia, en especial cuando se trata de esta-
blecer restricciones en el presupuesto, independientemente del nivel socioeconómico.
En diversas investigaciones se ha destacado la asociación entre la calidad de la situa-
ción económica de la familia y la estabilidad conyugal. Gozar de un trabajo estable pro-
mueve la seguridad conyugal y garantiza un flujo constante de ingresos, con lo que se
disminuye la tensión entre la pareja, además de que aumenta la posibilidad de seguir jun-
tos. Por el contrario, las pérdidas financieras aumentan las probabilidades de divorcio.
Una mayor presión económica incrementa el riesgo de angustia emocional, así como los
conflictos de la pareja, que terminan por generar una dinámica negativa en las relaciones
entre ésta y el resto de la familia.
También cabe mencionar que todas las familias, sin importar su posición económica,
vivimos en una sociedad de consumo y en un ambiente competitivo. Esto origina una
imposición de cargas financieras y gastos innecesarios, que además de menoscabar el
presupuesto familiar también restan tiempo para atender el hogar y cultivar los valores
espirituales.

T ips padres dia en acción


• Tengamos claro que no es posible desaparecer el agobio solo a base de esfuerzo, pues
de esta manera, en vez de disminuirlo, es factible que incluso aumente agobiándonos
cada vez más.
• Cuando estemos serenos, hagamos conciencia de las situaciones que nos agobian y
anotémoslas en una hoja para reflexionar de qué manera podemos actuar para con-
trarrestarlo. Por ejemplo, si me agobia mucho llegar tarde, tengo dos alternativas:
salir con suficiente anticipación y, si a pesar de esto llegaré con retraso por causas
ajenas a mi control, estar consciente de que el agobio no me ayudará a remediar la si-
tuación, por lo que será mejor detenerlo; por ejemplo, puedo respirar profundamente
para calmarme y aminorar la angustia, así como evitar culparme a mí y a los demás y
reconocer mis límites.
• Analicemos las actividades que debemos realizar, organicémoslas y demos prioridad
a aquellas necesarias y urgentes para evitar agobiarnos por todas a la vez. Para las
que puedan esperar, hagamos un plan para cumplirlas poco a poco. Es válido pedir
ayuda, compartirlas y hacer labor de equipo (ya sea en el trabajo o en la familia), así
como delegar las que podamos en otros que estén en condiciones de ayudar.
• Evitemos que todo dependa de nosotros, pues éste es de los factores que produce ma-
yor agobio, y distribuyamos los roles sin que recaigan en nadie de manera excesiva.
• Reemplacemos la idea de que debemos acaparar todas las responsabilidades, y de ha-
cerlas mejor que nadie, por la de delegar, compartir y vivir el presente sin saturarnos.
¡No hay que perder la cabeza por querer estar a la cabeza de todo!
63
La Familia en Crisis
Textos Temáticos

• Sacudámonos el discurso interno (y muchas veces también verbalizado) de queja


constante sobre “todo lo que debo hacer”. Pensemos que debemos realizar nuestras
actividades cotidianas, aquellas que son necesarias e inminentes, y que será mejor
para todos (y para nosotros primero que nadie) si las llevamos a cabo con una actitud
positiva. Esto puede hacer la diferencia tanto en nuestro día como en nuestras relacio-
nes y, por supuesto, disminuir el agobio. Incluso podemos aprender a disfrutar mucho
cuando las llevamos a cabo.
• Reservémonos un tiempo semanal de desconexión con las actividades cotidianas y
de conexión con nosotros mismos para permitir descansar a nuestra mente y nuestro
cuerpo, para sentir nuestras emociones, querernos y tomar conciencia de las cosas po-
sitivas en nuestra vida. Dediquémonos a permanecer tranquilos de manera consciente
y deliberada, sin las ocupaciones y preocupaciones habituales, y dejémonos fluir, sin
mayor actividad mental que la de conocernos, sentirnos, vivirnos: podemos ver la tele,
leer un libro, escuchar música, ordenar la habitación o dar un paseo.
• Evitemos postergar y dejar las cosas empezadas sin acabar. Resolvámoslas cuanto an-
tes y quitémonos de encima lo que más preocupa y tensiona, pues las postergaciones
acumulan toxinas psicológicas en la mente y llegan a producir un embotamiento que
termina por disminuir la energía mental y la capacidad intelectual. Al igual que la cer-
teza de que es hora de irse a descansar relaja por sí misma, la noción de que llegó el
momento de trabajar, terminar o atender una cuestión pendiente es fuente de tensión.
• Aprendamos a vivir aquí y ahora, gratificándonos en lo bueno de cada momento,
disfrutando el paso gozoso de cada minuto, en vez de pensar que seremos felices al
comprar una casa, bajar de peso o salir de vacaciones. Con estas ideas erróneas nos
perdemos de lo único seguro: el presente.
• En pareja, definamos de común acuerdo cómo será nuestra economía para evitar
malentendidos y prevenir discusiones. Si vivimos solos, establezcamos nosotros mis-
mos un sistema para organizar nuestras finanzas de la manera que nos resulte más
eficiente. En caso de estar divorciados o separados, acordemos con nuestra antigua
pareja cómo nos dividiremos los gastos de los hijos y cumplamos con lo pactado: ten-
gamos presente que, de lo contrario, los mayores afectados serán nuestros pequeños.
• Tengamos también presente que por falta de comunicación o aislamiento, las dificul-
tades económicas pueden llevarnos como pareja a generar y desarrollar problemas
que antes no existían, o que si ya existían apenas tenían relevancia. Protejamos nues-
tra relación.
• No permitamos que las preocupaciones económicas sean el centro de nuestras rela-
ciones de pareja y familiares. Evitemos que las conversaciones con nuestra pareja solo
se relacionen con este tema y no olvidemos que los niños lo perciben todo.
• Entendamos los problemas económicos como un desafío compartido con nuestra pa-
reja y no como un obstáculo individual, pues juntos estaremos en una mejor posición
para afrontarlos y encontrar soluciones conjuntas, así como alternativas de menor
presupuesto.
• Aprendamos a pedir ayuda a nuestra pareja y a buscar su apoyo. Con frecuencia no
compartimos nuestros temores, en especial los hombres.
• Promovamos en nuestra familia una cultura financiera y de ahorro basada en la defini-
ción del presupuesto y su planificación (cuáles son nuestros ingresos y egresos y cuán-
to ahorraremos), así como en el registro y control de nuestros gastos y en la conciencia
sobre las decisiones que tomamos respecto a cómo usamos el dinero. Por ejemplo: con-
sumir comida en la calle o prepararla en casa para llevarla al trabajo, usar un taxi o el
Metro para transportarnos, gastar el aguinaldo en las compras navideñas o invertirlo
en un refrigerador que ahorre energía, o bien para pagar las deudas. De las decisiones
que tomemos dependerá en gran medida nuestra situación financiera familiar.
• Adaptemos esta educación a nuestros hijos y enseñémosles a ahorrar y a ver las con-
secuencias buenas o malas de las decisiones que tomen. Por ejemplo: “Te puedes gas-
tar cada domingo que recibas en dulces o puedes ahorrar varios domingos para com-
prarte el juguete que deseas”, o “Si compramos las botanas y refrescos que me estás
pidiendo ahora, no podremos ir al cine el fin de semana”.
• Reflexionemos sobre los gastos que realicemos y preguntémonos si en verdad son ne-
cesarios o en todo caso responden a presiones sociales o de competencia. Por ejemplo:
comprar unos tenis de marca dos o tres veces más caros que otros.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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El sentimiento de culpa y el perdón


El sentimiento de culpa puede ser un motor para corregir nuestros errores, pues esta
emoción nos permite darnos cuenta si hemos transgredido algún valor que nos resulta
importante, o cuando hemos realizado una acción que nos daña en lo personal o a al-
guien más. Esta incomodidad nos permite reflexionar y, en su caso, modificar nuestra
conducta.
La ausencia de culpa es característica de los sociópatas y algunos tipos de psicópatas,
incapaces de sentir empatía por otras personas y sin remordimiento alguno cuando las-
timan o dañan a alguien más.
Por lo tanto, la culpa por haber hecho algo o por dejar de hacerlo nos puede servir
para mejorar como personas. Sin embargo, cuando se convierte en un sentimiento per-
manente, puede ser una emoción inmovilizadora y destructiva, que disminuye nuestra
capacidad de ayudarnos a mejorar y se transforma en un obstáculo para actuar y acep-
tar la realidad. En ocasiones incluso nos paraliza y nos lleva al autocastigo, la victimiza-
ción y a no hacernos responsables.
Los orígenes de la culpa patológica se pueden detectar desde la niñez, como resulta-
do de vivir entre familias intolerantes, con padres que hacen sentir al niño que equivo-
carse es motivo de vergüenza y que cometer un error significa ser torpe o incapaz.
Otra causa frecuente es el perfeccionismo exagerado, debido al cual la persona nun-
ca se siente satisfecha con los resultados de sus esfuerzos y se siente incompetente,
pues sus expectativas y metas casi nunca se cumplen.
.
En estos casos la culpa pierde su función como motor de cambio y se convierte en
un estorbo que resta energía y puede alcanzar los extremos de afectar la salud no solo
emocional, sino también la física, además de producir pensamientos constantes de au-
torreproche y un frecuente sentimiento de malestar.
Las personas que viven con culpas constantes poseen una autoestima baja y no se
sienten merecedoras de recibir amor, pues cualquier error las hace sentir fracasadas y
la frustración se convierte en un sentimiento dominante. Otras más se sienten culpa-
bles incluso en situaciones de las que no son responsables.
Es muy frecuente que las personas, para evitar este sentimiento, culpen a otros de sus
fracasos, pues no toleran sentirse responsables de ellos; algunas más señalan al destino
o a las circunstancias por su mala suerte, y otras se refugian bajo el sentimiento de que
son las víctimas. Estas actitudes tienen en común que son poco eficientes para lograr
verdaderos cambios en la conducta y las actitudes, pues al negarse el problema y sus
causas reales se continuará actuando y sufriendo de manera inconsciente.
Muchas veces la culpa surge por la falta de aceptación de nuestros límites. Al asumir
que hay situaciones que podemos transformar y otras que no, generamos la posibili-
dad de afrontarlas en forma más realista y de tomar las decisiones pertinentes para
modificarlas, o bien, para aceptar que no está en nuestras manos hacerlo sin sentirnos
culpables.
Hoy en día los padres, y sobre todo las madres, viven con culpa la relación con sus
hijos debido a diferentes causas: el poco tiempo que les pueden dedicar ante la necesi-
dad de trabajar fuera de casa; las altas expectativas que se tienen de la maternidad y la
paternidad, muchas veces fuera de la realidad, y la falta de claridad sobre su respon-
sabilidad en los problemas o dificultades vividos por sus hijos, ante la incapacidad de
distinguir qué tareas o situaciones deben trabajar y solucionar por sí mismos.
Las presiones sociales, la competencia, el consumismo y la terrible carga que mu-
chos padres asumen al pensar que son los constructores de sus hijos y que deberían ser
capaces de evitarles todo dolor y dificultad (y más aún toda enfermedad), origina que
la presión que sienten por el “deber ser” resulte una carga terrible y un desperdicio de
energía, pues les impide concentrarse en lo que sí les toca hacer y, sobre todo, conec-
tarse con sus hijos y disfrutar su labor como padres.
El sentimiento de culpa puede acarrear diferentes actitudes. Una es tratar, sin dar-
nos cuenta, de reprimirlo y negarlo, lo cual no soluciona nada pues la culpa no desapa-
rece, sino que continúa absorbiendo nuestra energía y dañándonos. Otra consiste en
analizar las circunstancias, revisar si en verdad se tiene alguna responsabilidad y, si la
hay y se puede modificar, actuar en consecuencia. En caso de que sea imposible de re-
solver, será necesario aceptar los límites que la realidad impone, mirar hacia el futuro
y aprender de la experiencia.
Si el hecho que origina la culpa dañó a alguien y hay un arrepentimiento auténtico,
pedir perdón es un paso fundamental, además de intentar reparar el daño, pues al re-
conocer la responsabilidad y compartir el sentimiento con el ofendido ambas partes
se sentirán mejor. Pero lo más importante es perdonarse a uno mismo tras haberse
equivocado o haber sido incapaz, pues no somos omnipotentes, de evitar situaciones
dolorosas. En suma, somos tan solo humanos.
El perdón ha tenido una connotación tradicionalmente religiosa, reservado a per-
sonas “superiores” que lo conceden a alguien de una jerarquía inferior sobre todo por
generosidad. Sin embargo, pedir perdón de manera honesta, perdonar a otros o perdo-
narse a uno mismo requiere un trabajo interno, pues constituye un camino de libera-
ción activa para el que perdona y también para el que pide perdón.
Perdonar no significa olvidar, sino iniciar la liberación del sentimiento de rencor que
daña más al que lo siente que a quién lo causó. Tampoco implica negar la ofensa o el per-
juicio recibido. Más aún, no es necesario verbalizarlo al ofensor, pues se trata de un ca-
mino para sanar que implica todo un proceso personal. Para conseguirlo es necesario va-
lidar el sentimiento de dolor, rabia, enojo y frustración, así como poner límites y realizar
las acciones pertinentes para transformar la situación que nos está dañando y detenerla.
Debemos darnos el tiempo para que nuestras emociones fluyan y disminuyan su in-
tensidad. Comprender las circunstancias que pueden llevar a otros o a nosotros mismos
a lastimar a alguien puede ayudarnos a perdonar o a pedir perdón. La mayor parte de
Textos Temáticos

las veces las personas no tienen la intención de dañar, a menos que padezcan una pa-
tología, y darse cuenta del daño es el primer paso para reconocer nuestra responsabi-
lidad; el siguiente es pedir perdón de manera sincera y sentida, escuchando con valor
lo que el otro tenga que decir y enfrentando y asumiendo las consecuencias y acuerdos
necesarios para restablecer la relación.

T ips padres dia en acción


• Aceptemos nuestros límites. Los errores son parte de la vida y una consecuencia de
tomar decisiones y actuar.
• Si nos descubrimos con pensamientos frecuentes de autorreproche, como “Hubiera
hecho…”, “Hubiera dicho…” o “No hubiera hecho…”, es una señal de que nos senti-
mos culpables y debemos revisar qué pasa; de lo contrario, seguiremos actuando “en
automático”, movidos por la culpa.
• Si nos sentimos culpables por algo que hicimos o dejamos de hacer, tratemos de des-
cubrir las causas mediante un diálogo interno. Por ejemplo, si como madres nos cul-
pamos por trabajar y dejar a nuestros hijos al cuidado de otra persona, reflexionemos
y analicemos para tomar las decisiones más convenientes con base en nuestras nece-
sidades y valores, así como en los beneficios y los costos.
• Cuando nos sintamos culpables, hagamos un alto para analizar si detrás de nuestra
culpa se esconde la presión social, el deber ser o la tradición familiar, y reflexionemos
sobre lo que deseamos conservar y lo que buscamos cambiar. Si, por el contrario,
nos sentimos culpables porque actuamos contra nuestras convicciones y valores,
hagamos algo en consecuencia.
• Si nos enfrentamos a una situación que nos hace sentir culpables, tratemos de iden-
tificar por qué nos causa malestar, valoremos si hay algo que podamos hacer para
cambiarla y, en caso negativo, aprendamos a aceptarla.
• Pensemos que la mayor parte de las veces lo que nos hace sentir culpables es en reali-
dad algo que debemos reconocer, analizar y considerar como un problema para estar
en posibilidad de resolverlo. De otra manera la culpa es y seguirá siendo una carga
inútil, cada vez más pesada.
• No temamos pedir perdón a nuestros hijos cuando nos parezca justo. Hacerlo no nos
restará autoridad y, por el contrario, nos acercará y les enseñará el valor de aceptar
sus errores y asumir sus responsabilidades.
• Cuando nuestros hijos se equivoquen, sin insultarlos ayudémoslos a aceptarlo y a des-
cubrir no solo cómo corregirlo, sino también cómo aprender de sus errores.
• Valoremos el esfuerzo, y no solo el resultado, tanto en lo que hacemos nosotros como
lo que realizan nuestros hijos.
• No forcemos a nuestros hijos a pedir perdón cuando están enojados y en realidad no lo
sienten. Si, por ejemplo, pelearon entre ellos, permitamos que primero contacten con
su enojo y validemos sus sentimientos. Ayudémoslos a que se digan lo que sienten y a
que ambos expresen sus razones. Después, cuando se hayan calmado, invitémoslos a
visualizar qué pasó como si fuera una película, de modo que juntos reflexionen cómo
pudo haber hecho cada uno la diferencia para evitar el conflicto y que tomen respon-
sabilidad de lo que se hizo o dijo. Entonces pedir perdón cobrará sentido.
• Dignifiquemos la palabra “perdón”, sin promover que los niños la repitan en forma
mecánica, como formulismo social .

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

La salud y las emociones


Una persona sana se encuentra en equilibrio tanto con su cuerpo como con su men-
te, adaptada con su entorno. Por lo tanto, existe una relación entre mente-cuerpo, de
modo que la falta de equilibrio en uno de ellos afectará el buen funcionamiento del otro.
Por ejemplo, la enfermedad afecta tanto al cuerpo como a la mente. De esta relación
nace la medicina psicosomática, enfocada en el estudio de las interacciones entre los
procesos psicológicos (mente) y la aparición de ciertas enfermedades (cuerpo).
Se ha observado que las emociones ejercen un efecto poderoso en el sistema nervio-
so autónomo, que regula diversas funciones del organismo y se conecta con el sistema
inmunológico, encargado de defenderlo y protegerlo de las enfermedades. Cuando nos
encontramos estresados, segregamos hormonas como la adrenalina y el cortisol, cuya
función es preparar al cuerpo para actuar; sin embargo, cuando el estrés se mantiene du-
rante tiempos prolongados, el exceso de estas hormonas altera el sistema inmunológico.
Con base en esto se ha establecido la hipótesis de que el estrés y las emociones
negativas, como la ira, la ansiedad y la depresión, serían la causa de ciertas enfer-
medades. Estas emociones hacen a algunas personas más vulnerables para contraer
enfermedades. Por otro lado se ha observado que las emociones positivas resultan
beneficiosas a la hora de recuperarse de la enfermedad.
Cuando estamos enfermos nos sentimos emocionalmente frágiles, pues nos damos
cuenta de que somos vulnerables. De esta forma, el miedo es la emoción más frecuen-
te cuando enfermamos. Algunos estudios confirman que las emociones perturbadoras
son dañinas para la salud. Se descubrió que las personas que experimentan ansiedad
crónica, periodos prolongados de tristeza y pesimismo, tensión continua u hostilidad se
encuentran más expuestos a sufrir males como el asma, la artritis, dolores de cabeza, úl-
ceras y problemas cardiacos. Estas emociones constituyen entonces un factor de riesgo,
como lo son el hábito de fumar o el colesterol elevado: es decir, una importante amenaza
para la salud.64
La ansiedad es una emoción negativa, una perturbación provocada por las presiones
de la vida diaria. Se trata de la emoción que más influye en el inicio de una enfermedad
y en el curso de su recuperación, principalmente en la contracción de padecimientos
infecciosos como resfriados, gripes y herpes. De manera constante estamos expuestos
a esos virus, a los que nuestro sistema inmunológico suele combatir. Sin embargo, con
la ansiedad esas defensas fallan: cuanta más ansiedad exista, mayor será la incidencia
de infecciones.

Beneficios de las emociones positivas en la salud


Se ha observado que la risa y el buen humor pueden ser herramientas efectivas para
enfrentarse y sobrellevar la enfermedad. La capacidad de hallarse de buen humor otor-
ga una perspectiva diferente a nuestros problemas, mientras que la risa proporciona
una liberación física de las tensiones acumuladas. Por lo tanto, todo aquello que per-
mita al ser humano mantenerse emocionalmente estable contribuye a que el sistema
inmunológico funcione de manera óptima.
El optimismo y la esperanza también resultan beneficiosos. La gente con muchas es-
peranzas tiene una mayor capacidad de resistir en circunstancias penosas, incluidas
las dificultades médicas. Otros estudios han descubierto que los pesimistas descuidan
su propia persona, fuman y beben más, y hacen menos ejercicio que los optimistas. En
general, son más descuidados con su salud. Podría ser que la fisiología del optimismo es
de cierta utilidad biológica para la lucha del organismo contra la enfermedad.
Conocer las propias emociones es fundamental. Reconocer la emoción que sentimos,
en el momento en que la sentimos, resulta muy útil, pues nos proporciona un mayor
conocimiento personal, así como canalizar y expresar las emociones hacia los demás de
manera adecuada.
Todas las emociones son parte de la condición humana y tienen una función adapta-
tiva. El miedo nos ayuda a protegernos; el enojo a defendernos; la tristeza a contactar
con nosotros mismos y a tener momentos de introspección. Sin embargo, si se salen de
los límites normales, las manejamos en forma inadecuada o permitimos que se tornen
crónicas, afectarán nuestra salud.

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¿Cómo enseñar a nuestros hijos a tener un manejo adecuado de sus emociones?
• Enseñémoslos a reconocer y dar nombre a sus sentimientos y emociones. Por ejemplo:
“Estás muy enojado porque tu hermano perdió tu juguete” o “Te da tristeza cuando te
despides de tu abuela”. También podemos utilizar materiales que ilustren el manejo
de sentimientos, como cuentos y tarjetas con dibujos.
• Validemos sus emociones. Demos valor a lo que siente el niño, pues descalificar o re-
primir una emoción afecta el equilibrio emocional. Por ejemplo: “Pareces niña: los
niños no lloran” o “No vale la pena enojarse por eso”. Comprendamos su emoción al
darle su lugar: “Se vale estar triste”, “Yo también me habría enojado” o “Cuando era
niña a mí también me daba mucho coraje que no me escucharan.”
• Seamos congruentes con nuestro lenguaje corporal y nuestras actitudes. Por ejemplo,
si cuando nos ven molestos nuestros hijos nos preguntan: “¿Estás enojado?”, y de muy
mal modo respondemos: “¡Nooo! ¡No estoy enojado!”, el niño se confundirá. Reconoz-
camos nuestro sentimiento sin negarlo: “Sí, estoy enojado, pero no contigo”. Si nos
irritamos a causa de algo hecho por nuestros hijos, hagámoselos saber y señalemos la
conducta o la acción, pero no a ellos: “Sí, estoy enojado: me molesta que no obedezcas,
pero mejor platicamos en un rato, cuando me haya calmado” (en lugar de “Estoy eno-
jado contigo porque eres muy desobediente”).
• Ayudemos a nuestros hijos a expresar y sacar el enojo, para que verbalicen qué los
hizo enojar y permitirles que lloren. Comprendamos que las emociones tienen un
ciclo: surgen, alcanzan un clímax, disminuyen y desaparecen. También los podemos
Textos Temáticos

ayudar al sugerirles que salgan a correr, arruguen un periódico, le den un puñetazo a


una almohada o escriban sobre su enojo. Expresar el enojo es saludable porque ayuda
a externarlo y a sacarlo de nosotros. Evitemos decirles: “No te enojes”, “¿Por qué te
enojas? No vale la pena” o “Ya conténtate”, pues con ello invalidamos su sentimiento
y solo provocamos que éste aumente más, además de hacerlos sentir incomprendidos
por nosotros y provocar que se alejen y se deteriore la relación.
• Felicitemos y reconozcamos a nuestros hijos cuando enfrenten y manejen de manera
adecuada sus emociones. Esto hará que se sientan bien consigo mismos y repitan el
aprendizaje.
• Recordemos que nuestro ejemplo es fundamental para que nuestros hijos entiendan y
comprendan la manera adecuada de expresar sus emociones.
• Enseñemos a nuestros hijos a relajarse cuando se sientan nerviosos o angustiados, y
animémoslos a respirar profundo y a expulsar el aire lentamente para que se vayan
tranquilizando.
• Si mostramos consideración hacia ellos cuando expresan sus emociones, aprenderán
a ser considerados con los demás y a ponerse en el lugar del otro.
• Acariciémoslos para demostrarles nuestro amor. Un niño que se siente amado desa-
rrollará más sanamente su inteligencia emocional.

El enojo es como un río: debemos dejarlo fluir para que no se estanque, se eche a perder
y huela mal, y no debemos dejar que se desborde, porque puede ahogar.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
EL GRITO Edvard Munch
1893
Pintura al temple y pastel sobre madera
Planeación
TextosdeTemáticos
la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL


¿Cómo se siente el personaje? ¿Qué lo hace sentir así?

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL


TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
El estrés El miedo El sufrimiento y su sentido
en la vida

PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTA PARA DEFINIR


Y ANALIZAR CONCEPTOS: Y ANALIZAR CONCEPTOS: Y ANALIZAR CONCEPTOS:
• ¿Qué es el estrés? • ¿Qué es el miedo? • ¿Qué es el sufrimiento?

PREGUNTA PARA BUSCAR CAUSAS PREGUNTA PARA BUSCAR CAUSAS PREGUNTA PARA
Y EFECTOS: Y EFECTOS: RELACIONAR EL TEMA CON
• ¿Qué causa el estrés? • ¿Qué situaciones causan el LA PROPIA EXPERIENCIA:
miedo? • En situaciones de
PREGUNTAS PARA CUESTIONAR sufrimiento, ¿qué ayuda
Y PROBLEMATIZAR: PREGUNTAS PARA CUESTIONAR a las personas a salir
• ¿Hay situaciones en las que es Y PROBLEMATIZAR: adelante?
deseable experimentar estrés? • ¿Nos ayuda en algo el miedo?
• ¿En cuáles? • ¿Cuándo nos perjudica? PREGUNTAS PARA DEFINIR
• ¿El miedo siempre corresponde Y ANALIZAR CONCEPTOS:
PREGUNTA PARA RELACIONAR EL a una causa real? • ¿Han oído hablar de la
TEMA CON LA PROPIA EXPERIENCIA: resiliencia?
• ¿Qué salidas encuentran PREGUNTA DE RELACIÓN • ¿Qué significa?
normalmente las personas para CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN
controlar su estrés? Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS: PREGUNTA PARA GENERAR
• ¿Cuáles son los miedos más ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
PREGUNTAS PARA CONTRASTAR frecuentes en los niños? • ¿Cómo ayudamos a
OPUESTOS: nuestros hijos a reconocer
• ¿Qué herramientas serían efectivas PREGUNTA PARA GENERAR y ejercitar sus propios
y saludables para manejar el ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: recursos en situaciones
estrés? • ¿Cómo podemos ayudar a nuestro difíciles?
• ¿Cuáles no? hijos a manejar sus miedos (reales
e imaginarios)?
PREGUNTA DE RELACIÓN CON LA
CRIANZA, EDUCACIÓN Y FORMACIÓN
DE LOS HIJOS:
• ¿Cómo afecta el estrés de los padres
a sus hijos?

PREGUNTA PARA GENERAR


ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
• ¿Qué podemos hacer para ayudar
a nuestros hijos a que manejen su
propio estrés?
El estrés
El mundo actual se encuentra lleno de situaciones y sucesos que nos causan estrés:
desempleo, tensiones matrimoniales, la muerte de un ser querido, enfermedades, deu-
das, la prisa con que vivimos, el exceso de trabajo, la información instantánea, entre
muchas otras. Incluso algunos hechos positivos provocan cierto grado de estrés: mu-
darse de casa, un nuevo empleo o la llegada de un bebé a la familia.
Los niños también enfrentan situaciones que les generan estrés, como el divorcio o
separación de los padres, el abuso y la negligencia, la pobreza, el fracaso en la escuela,
el rechazo social y las enfermedades.

¿Qué es el estrés?
Son las consecuencias físicas, mentales y emocionales tras cualquier situación o suceso
percibido como una amenaza, una interferencia, o bien que rebasa nuestra capacidad
para manejarlo. La acumulación de estos efectos puede influir de manera seria en nues-
tra salud.
Nuestro ambiente resulta estresante. Pero mucho de tal estrés es causado por nues-
tra propia actitud mental, es decir, cómo vivimos o reaccionamos ante los desafíos que
nos presenta la vida. En vista de que nuestros pensamientos influyen en nuestro estado
de ánimo, no es la situación la causante absoluta del estrés, ya que las creencias y mode-
los mentales acerca de una situación constituyen un factor importante.

Síntomas del estrés en los adultos


Físicos Mentales Emocionales
Fatiga Falta de atención Ansiedad
Náuseas Confusión Culpabilidad
Presión alta Culpar a otros Miedo
Sudoración Memoria disminuida Incertidumbre
Jaquecas Indecisión Irritabilidad
Sed Pesadillas Recelo
Insomnio

Síntomas del estrés en los niños
En los niños pequeños los síntomas se pueden confundir con enfermedades menores.
Manténgase alerta a señales de irritabilidad, somnolencia, dificultad para comer o ir al
baño, miedos, problemas de adaptación, apego a ciertas personas o el uso de palabras
clave, como “triste” o “miedo”. Conforme van creciendo, las conductas de alerta mos-
tradas por lo niños incluyen cambios en el carácter, evasión de actividades determina-
das, aislamiento, rechazo a la escuela, problemas con las tareas escolares, dificultad
para dormir, dolores de cabeza o estómago, entre otras.
Textos Temáticos

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Sugerencias para manejar el estrés:
• Hagamos ejercicio, ya que las endorfinas que segregamos al activar el cuerpo modifi-
can la química cerebral y aumentan nuestro bienestar.
• Organicemos nuestro tiempo, al priorizar nuestras actividades. Es recomendable que
encontremos un sistema para jerarquizarlas en orden de importancia, así como las
tareas pendientes, de modo que las agendemos y consideremos los tiempos para cada
una. Una cuestión fundamental es ponernos metas reales sin exigirnos de más, así
como concluir nuestros pendientes sin saltar de una actividad a otra. Aprendamos a
delegar y a decir “no” cuando nos sea imposible o no queramos hacer algo.
• Hablemos o escribamos sobre lo sucedido: expresarnos nos ayuda a entender la si-
tuación, a bajar el nivel de ansiedad, y a veces resulta muy útil para apreciarlo en una
dimensión más real, una vez distanciados del problema.
• Evitemos la cafeína y el azúcar, pues son estimulantes del sistema nervioso.
• Bebamos mucha agua, pues al hidratarnos nuestro organismo funciona de una mane-
ra más adecuada, nos alerta, nos activa y nos ayuda a eliminar toxinas.
• Comamos de manera sana y evitemos alimentos que incrementen el estrés, tales
como azúcares, carbohidratos y comidas con alto contenido de sal, e incluyamos aque-
llos que mejoren nuestra digestión y nos proporcionen energía, como las frutas y ver-
duras frescas y de preferencia crudas.
• Realicemos actividades placenteras y recreativas, pues nos ayudan a relajarnos y a
distraernos de la situación estresante.
• Intentemos dar paseos y gozar experiencias de contacto con la naturaleza, debido a
que los colores, los sonidos y el aire puro ejercen un efecto poderoso y tranquilizador
que permite contactar con nosotros mismos.
• Practiquemos ejercicios de relajación y respiración: la respiración profunda es el me-
jor antiansiolítico que existe.
• Démonos periodos de descanso para recuperar la energía y ser más eficientes.

Cómo ayudar a nuestros hijos a manejar su estrés:


• Escuchemos a nuestros hijos. Esto nos ayudará a comprenderlos mejor y los hará sen-
tir que estamos a su lado por amor.
• Bajemos las expectativas. A veces esperamos demasiado de ellos y esto hace que sien-
tan que no cubren nuestras expectativas.
• Fomentemos el optimismo. Si nuestros modelos mentales son parecidos a los siguien-
tes: ”El mundo es un lugar cruel…”, “La vida es difícil…”, “Piensa mal y acertarás”,
“Hijos chicos, problemas chicos; hijos grandes, problemas grandes”, entonces nues-
tro hijos absorberán una visión pesimista del mundo. Por lo mismo es importante co-
brar conciencia del efecto de estos pensamientos en nosotros mismos y en los demás.
Intentemos transformarlos al ampliar nuestra visión del mundo, al poner también
atención en los aspectos positivos.
• Apoyémoslos a desarrollar estrategias en la solución de problemas, al ayudarlos a
dividir el problema en situaciones pequeñas, de modo que los resuelvan por partes.
Podemos promover su reflexión para encontrar alternativas mediante preguntas que
los hagan pensar, por ejemplo, en las ventajas y desventajas de tomar una decisión o
bien en sus consecuencias.
• Expongámoslos a retos y pruebas en los que deban resolver o pensar en alternativas si
las cosas no salen como las planearon; de esta manera los prepararemos emocionalmen-
te para enfrentar la vida y evitar que se estresen demasiado ante nuevas situaciones.
• Fomentemos en ellos la práctica de ejercicios de relajación, visualización y respiración.
• Motivémoslos a practicar algún deporte.
• Abracémoslos, escuchémoslos y hagámoslos sentirse amados.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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El miedo
Al miedo se le considera una de las emociones más significativas en la historia del ser
humano. Éste se puede definir como una reacción personal o social ante un estímulo
interno o externo, en la cual la valoración del suceso se entiende como amenazadora
o que causa inseguridad, pues la persona siente que perderá el control sobre lo que
ocurra. Debido a ello se produce una mayor secreción de adrenalina en el organismo y
se desencadena una reacción de estrés que prepara a la persona a actuar: correr, escon-
derse o golpear para defenderse.
En otras palabras, el miedo es la emoción que se activa cuando existe alguna ame-
naza o peligro contra el bienestar. Al activarse, nuestro cuerpo experimenta un cambio
fisiológico, que incluso puede llegar a la falta de sangre en el rostro (esto explica la
palidez y la sensación de “quedarse frío”), debido a que ésta fluye hacia las piernas y
los brazos en preparación de una posible huída o enfrentamiento. Al mismo tiempo,
pareciera que el cuerpo se paraliza, aunque solo sea un instante, tal vez para calibrar si
ocultarse sería la respuesta más adecuada.
Desde el punto de vista biológico, el miedo es parte de un esquema adaptativo y cons-
tituye un mecanismo de supervivencia y defensa para que el individuo esté en condi-
ciones de responder con rapidez y eficacia ante situaciones adversas. En ese sentido,
resulta normal e incluso beneficioso para el individuo y su especie.
Desde el punto de vista neurológico es una forma común de organización del cerebro
primario de los seres vivos, y en esencia consiste en la activación de la amígdala situada
en el lóbulo temporal.
Desde el punto de vista psicológico, representa un estado afectivo y emocional, ne-
cesario para la correcta adaptación del organismo al medio, el cual provoca angustia en
la persona.
Desde el punto de vista sociocultural, puede formar parte del carácter de una per-
sona o de una organización social. Por tanto es posible aprender a temer a objetos o
contextos, así como a no temerlos, y se relaciona de manera compleja con otros senti-
mientos, como el miedo al amor, a la muerte, al ridículo, al fracaso, al éxito (e incluso al
propio miedo), además de que guarda una estrecha relación con los distintos elementos
de la cultura.
Cuando hablamos del miedo y su familia de emociones, existen diferentes gradua-
ciones: temor, pánico, pavor, susto, estremecimiento, horror y fobia (esta última se re-
fiere a los miedos irracionales o peligros imaginarios).
Para manejar nuestros miedos es muy importante aprender a identificar los pensa-
mientos que vienen en automático a nuestra mente cuando los experimentamos, pues
los anteceden y retroalimentan. También es recomendable hablar de ellos, pues expre-
sarlos aminora su intensidad y permite verlos en su justa dimensión.
Es muy útil intentar transformar el miedo en seguridad al recordar sucesos en los
que la persona tuvo logros y éxito en situaciones parecidas, o con la creación de imá-
genes mentales que ilustren los avances respecto a aquello que se teme. Esta técnica
puede constituir una de las principales armas para acallar esa voz interior que sabotea
y en ocasiones paraliza.
Otra técnica muy eficaz para controlar nuestros temores, sin que sean ellos los que
nos invadan, consiste en permanecer en el aquí y el ahora, presentes para lo que se está
viviendo, y evitar que la mente se traslade al pasado o al futuro, debido a que especular
en lo que pudo ocurrir u ocurrirá genera más angustia. Para estar en el aquí y el ahora,
un recurso poderoso es tener conciencia de la propia respiración: tomarse un tiempo
para hacerlo profundamente ayudará a la relajación y concentración, de modo que se
elimine la tensión muscular.

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Para el manejo del miedo con nuestros hijos, es recomendable lo siguiente:
• Hablemos de sus miedos. Al ayudarlos a identificarlos sabrán a qué le temen y ellos mis-
mos podrán nombrarlo. Debemos apoyarlos para que estén conscientes de que cuanto
más sepan acerca del miedo, menos razones tendrán para sentirlo, pues se trata de una
sensación que experimentan en el cuerpo y nada más. Cuando se serenan, la sensación
se desvanece. Debemos darles la oportunidad de que hablen sobre su experiencia.
• Reconozcamos el valor del miedo. Es bueno discutir con ellos al respecto. Los varones,
sobre todo, deben comprender que asustarse no tiene nada de “afeminado”. Podemos
explicarles que el miedo ayuda a prevenir peligros, así como nos proporciona cargas
repentinas de energía para correr y escapar cuando es necesario hacerlo. El miedo
nos ayuda a protegernos a nosotros mismos y también nos enseña a ser cautelosos
ante lo desconocido, así como cuando estamos solos y en lugares oscuros. Por lo tanto
no hay que avergonzarse de sentir miedo: es algo natural que puede resultar de una
gran utilidad. El valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que lo afronta.
• Identifiquemos los temores imaginarios. También es fundamental que aprendan a co-
nocer cuándo es estrictamente necesario sentir miedo y cuándo es el simple resultado
de un hábito o de ideas erróneas sobre lo que en verdad constituye una amenaza. Si
se trata de miedo a algún objeto, a un animal (por ejemplo, a los perros) o a la oscu-
ridad, hay que darles el espacio para que hablen sobre sus razones, pero también es
importante hacerlos notar que la mayoría de las veces éstos son infundados y que la
exposición a cualquiera de estas fuentes no representa un peligro.
• Animémoslos a elaborar una lista de las cosas que les provocan miedo y usemos las
más comunes como temas de reflexión; al hacerlo aumentamos la capacidad de afron-
tar con serenidad los temores imaginarios en lugar de huir de ellos. Pueden dibujar
aquello que los atemoriza o incluso modelar en plastilina. Mediante estas técnicas se
les facilita acercarse al miedo y empezar a controlarlo.
• Aliémoslos con sus miedos. Básicamente hay que ayudar a los niños a familiarizarse
con éstos, para que los consideren como valiosos centinelas y no como enemigos pa-
Textos Temáticos

vorosos que les inmovilizan el cuerpo y les impiden razonar con claridad. Podemos
invitarlos a examinarlos: ¿cuál es tu miedo?, ¿si tuviera una forma, cómo sería?, ¿de
qué color?, ¿con qué textura? Imagina que puedes domesticar a ese miedo, ¿cómo
harías para que en vez de paralizarte te ayude a ser más fuerte?
• Centrémoslos en el aquí y el ahora, enseñando a los niños a respirar profundamente
y a relajarse cuando manifiesten angustia o miedo.
•Abracémoslos. El abrazo largo les da contención y los hace sentir seguros, protegidos
y queridos.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
El sufrimiento y su sentido en la vida
El sufrimiento es parte de la vida y todos lo experimentamos en mayor o menor medida:
pérdidas de seres queridos y laborales, enfermedades, dificultades económicas o cam-
bios que nos desestabilizan y desequilibran.
¿Por qué algunas personas quedan destruidas tras una experiencia dolorosa? Y por
el contrario, ¿por qué encontramos a otras que se fortalecen a partir de tales vivencias
y obtienen enseñanzas útiles tanto para ellas mismas como para ayudar a las demás?
Ante los sucesos difíciles en la vida elegimos diferentes opciones:
• A veces, cuando experimentamos dolor o una situación difícil, la evadimos o nega-
mos de manera inconsciente, como un mecanismo de defensa, y al parecer eso nos
libera de la angustia inmediata. Sin embargo, el problema sigue: al no enfrentarlo se
acrecienta e incluso esa energía reprimida nos puede llegar a enfermar tanto física
como mentalmente.
• Otra forma de actuar consiste en compadecernos, desesperarnos y renegar de la si-
tuación. “¿Por qué tenía que ocurrirme a mí?” Con esta actitud tampoco solucionamos
el problema; por el contrario, nos amargamos, hacemos la vida difícil a los que nos ro-
dean, no nos responsabilizamos de enfrentar la situación y se nos dificulta aprender
de la experiencia.
• Una alternativa sería aceptar y reconocer el problema, vivir el dolor que trae consigo
e intentar afrontarlo. El siguiente paso consistiría en revisar qué podemos cambiar
para solucionarlo y ser perseverantes en el esfuerzo, sin bajar la guardia, hasta en
contrar el aprendizaje de la experiencia y reconocer los logros y la fortaleza que ésta
nos dejó.
• Si no podemos solucionarlo, es mejor aceptarlo, averiguar qué nos falta por aprender,
comportarnos de manera más humilde, asumir que no está en nuestras manos resol-
ver todo, aceptar nuestros límites y sopesar qué podemos hacer por nosotros y por los
demás para que ese dolor adquiera algún sentido.
Algunas personas con fortaleza interior han salido adelante tras experiencias muy do-
lorosas, al canalizar el sufrimiento hacia obras y acciones de ayuda para los demás; por
ejemplo, hay personas que aun después de perder un hijo realizan una labor de vo-
luntariado, al trabajar con otros padres que pasan por una situación parecida, o bien
mediante la creación o cooperación con fundaciones de ayuda. La historia se encuentra
llena de ejemplos de personas que aprovecharon una situación difícil para crear algo
positivo. Por ejemplo:
• Miguel de Cervantes Saavedra escribió una parte de El Quijote en la cárcel.
• Viktor Frankl desarrolló la logoterapia, que ha ayudado a muchas personas a encon-
trar el sentido de la vida, tras su cautiverio en un campo de concentración nazi duran-
te la Segunda Guerra Mundial.
• Existen muchos casos de personas, como los atletas paralímpicos, que a pesar de que
Textos Temáticos

nacieron con una discapacidad o sufrieron algún accidente en el que perdieron algu-
na facultad, compensaron su pérdida hasta convertirse en un ejemplo de voluntad y
fuerza vital.
En psicología, el término “resiliencia” se refiere a la capacidad de los sujetos para so-
breponerse a periodos de dolor emocional y traumáticos. Cuando un sujeto o grupo, ya
sea animal o humano, desarrolla la capacidad de hacerlo, se dice que posee una resi-
liencia adecuada, que le permite superar los contratiempos e incluso salir fortalecido
por los mismos. En la actualidad, la resiliencia es considerada como una forma de psi-
cología positiva que no se enmarca dentro de la psicología tradicional.
Uno de los factores que nos causa más dolor en la vida cotidiana es el apego: nos ape-
gamos a las personas, a los objetos, a estilos de vida y laborales, entre otros ejemplos,
y nos empeñamos en retener, aspecto que nos impide evolucionar. No sabemos dejar
ir, y la negativa a aceptar los cambios nos provoca dolor. Ni el mayor dolor ni la máxima
alegría son eternos, como sí lo son las oportunidades para crecer, aprender y conver-
tirnos en mejores personas. El dolor puede convertirse en un buen maestro si sabemos
aprender de él.

T ips padres dia en acción


¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a ser más fuertes y a contar con más recursos
para enfrentar la vida?
• Ayudémoslos a desarrollar su voluntad enseñándoles lo que deben hacer y no necesa-
riamente lo que quieren hacer.
• Aumentemos su tolerancia a la frustración al evitar cumplirles todos sus caprichos y
deseos.
• Fomentemos su capacidad de demora al no concederles de inmediato cuanto deseen,
enseñándolos a esperar su turno, de modo que incrementen su autocontrol al poster-
gar algunas recompensas. Por ejemplo: “Te compro el chocolate, pero lo reservamos
para el postre”.
• Permitámosles solucionar los problemas que sean capaces de afrontar de acuerdo con
su edad, para que descubran su propia fortaleza.

¿Cómo apoyarlos?
• Escuchémoslos: entendamos su dolor y permitámosles que hablen sobre sus sentimientos.
• No minimicemos ni descalifiquemos sus problema ni sus sentimiento. Evitemos decir:
“No pasa nada”, “No llores”, “Ése no es un verdadero problema”.
• Acompañémoslos en su dolor, ayudándolos a encontrar una salida y, si no existe so-
lución, abracémoslos y escuchémoslos. Intentemos frases como: “Entiendo que estés
enojado, pero…”, “Yo también me sentiría triste”, “Da mucho coraje cuando esto ocu-
rre, pero ¿qué crees que puedes hacer?”, “¿Qué necesitas para sentirte mejor?”
• En caso de que el dolor sea causado por la muerte de una persona o una mascota,
ayudémoslos a procesar su duelo con rituales para despedir al ser querido, mediante
dibujos o cartas en que expresen sus sentimientos. Hablemos de la persona o la mas-
cota para evocar recuerdos. Permitamos que pregunten y manifiesten sus dudas.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

PAREJA DE ENAMORADOS Brassai (Gyula Halász)


1932
EN UN PEQUEÑO CAFÉ Fotografía en blanco y negro
Planeación de la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL


¿Quiénes son? ¿Qué relación tienen? ¿Qué imaginan que se están diciendo?

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL


TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
La sensualidad y la sexualidad Educación sexual El compromiso en la pareja
en pareja

PREGUNTAS PARA DEFINIR PREGUNTAS PARA DEFINIR PREGUNTA PARA INTRODUCIR


Y ANALIZAR CONCEPTOS: Y ANALIZAR CONCEPTOS: EL TEMA:
• ¿Qué entienden por amor • ¿Hoy en día podríamos decir que existe • ¿Qué hace a dos personas unirse
y respeto a uno mismo? una sobrevaloración de lo sexual? en pareja?
• ¿Qué es la sensualidad? • ¿Qué entienden por sobrevaloración
• ¿Qué diferencias hay entre de lo sexual? ¿Qué la genera? PREGUNTA PARA DEFINIR
sexualidad y sensualidad? • ¿Qué es la hipersexualización en Y ANALIZAR CONCEPTOS:
la publicidad y en los medios de • ¿Qué entendemos por
PREGUNTA PARA RELACIONAR comunicación? compromiso en la pareja?
EL TEMA CON LA PROPIA
EXPERIENCIA: PREGUNTA PARA BUSCAR CAUSAS PREGUNTA PARA RELACIONAR
• ¿Cómo se da la sensualidad en Y EFECTOS: EL TEMA CON LA PROPIA
la mujer? • ¿Cómo influyen la información y EXPERIENCIA:
• ¿Cómo se da en el hombre? las imágenes que recibimos de los • ¿Cuáles son los factores que
medios de comunicación en nuestra influyen para que una pareja
PREGUNTAS PARA GENERAR concepción de la sexualidad? permanezca unida?
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: • ¿Cuáles influyen en su
• ¿Cómo podemos recuperar PREGUNTA PARA CONTRASTAR separación?
espacios de intimidad y OPUESTOS:
sensualidad en pareja? • ¿Cuáles serán las diferencias entre PREGUNTA DE RELACIÓN
• ¿Cómo podemos educar a los una relación de intercambio sexual CON LA CRIANZA, EDUCACIÓN
niños en la sensualidad? y otra de amor? Y FORMACIÓN DE LOS HIJOS:
• ¿Cómo influye nuestra relación
PREGUNTA DE RELACIÓN CON LA de pareja en los hijos?
CRIANZA, EDUCACIÓN Y FORMACIÓN
DE LOS HIJOS: PREGUNTAS PARA GENERAR
• ¿Cómo educan sexualmente a sus ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
hijos? • ¿Cómo podemos lograr una
relación de pareja sana?
PREGUNTAS PARA GENERAR • ¿Cómo podemos renovar el
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: compromiso en pareja a pesar
• ¿A partir de qué edad deben recibir de los años?
educación sexual los niños? ¿Qué
aspectos debe cubrir?
• ¿Cómo podemos cuidar, dosificar y
acompañar a nuestros hijos respecto a
la información sexual que reciben?
• ¿Cómo podemos enseñar a los niños a
cuidarse sin inculcarles miedo?
Textos Temáticos

La sensualidad y la sexualidad en pareja


En las relaciones de pareja muchas veces, y a lo largo del tiempo, la sexualidad o el
modo de vivirla va cambiando. En los primeros años es común que todo fluya y abordar
la sexualidad resulte fácil. Esto se debe a que todo está por descubrirse, aún hay mu-
chas facetas por explorar, y la sexualidad se vive como una búsqueda y conocimiento del
otro, al fusionarnos y compartir la pasión que sentimos. Sobre todo existe la necesidad
de afianzar a la pareja y de sentar las bases para una construcción a futuro, una familia
o un proyecto de vida.
Cuando la pareja se ha consolidado y se establece la convivencia cotidiana o aparecen
los hijos, el espacio para la intimidad se ve limitado. En estas circunstancias muchas veces
las responsabilidades laborales crecen y se intensifican, a la par que la familia crece. Cada
vez queda menos tiempo para el cuidado personal, así como para el espacio y el tiempo
necesarios para fomentar el juego sensual y erótico, los cuales requieren una mente rela-
jada, creatividad y disposición para la búsqueda y el descubrimiento de la pareja.
Se tiene la creencia de que con el tiempo no quedan cosas por conocer y que ya no hay
de qué asombrarnos, sorprendernos ni motivos para experimentar. Sin embargo, con
el paso de los años vamos cambiando, madurando y a la vez cultivando características
personales que estaban ocultas. Por lo tanto, no es verdad que no haya nada más por
desvelar en la intimidad. Tal vez se olvida que el sexo es la expresión del afecto, de la
sexualidad y de la sensualidad, lo cual nos nutre emocionalmente. La energía sexual
siempre está allí: es la energía activa, la pulsión de vida. Por eso no es casual que el
hecho de crear una vida sea producto de la fusión de esta energía.
Aunque entre muchas parejas la sexualidad decrezca en intensidad con el paso de los
años, algunas encuentran el espacio, además de la buena disposición para el diálogo,
el cuidado de sí mismos y la posibilidad de ir transformando la vida sexual en pareja.
¿Cómo recuperar el deseo sexual por la pareja cuando éste se pierde (o casi se ha perdi-
do)? En primer lugar es preciso estar conscientes del tiempo y el espacio que brindamos y
dedicamos a la intimidad. ¿Pero qué es la intimidad? Ésta no solo tiene una connotación
sexual: también se refiere a estar con el otro y para el otro, con todo el ser, con todos los
sentidos, sin obstáculos de por medio, y no precisamente prácticos o concretos relaciona-
dos con el tiempo o el espacio, sino también sin obstáculos mentales, emocionales, re-
lacionados con asuntos pendientes y conflictos por resolver. Muchas veces no podemos
estar frente a frente con nuestra pareja por rencor, enojos o corajes añejos que nunca
han sido hablados, o por malentendidos no resueltos, entre otros motivos.
La intimidad y la posibilidad de estar con el otro y de amarlo se dañan cuando se
pierde la confianza, cuando hace falta reconocer alguna falla, pedir perdón o perdonar.
Para estar en verdadera intimidad con el otro no debe haber nada de por medio que
nuble esta comunicación, la cual va más allá de las palabras. En un espacio de intimidad
somos vulnerables ante el otro; podemos ser como somos sin temor ni vergüenza, pues
sabemos que el otro nos acepta y ama así.
Para recuperar la sexualidad con nuestra pareja, también es necesario hablar de
la sensualidad, una facultad exclusiva del ser humano que no constituye un instinto,
sino algo que se aprende. Así, para vivir la sensualidad es necesario estar dispuesto a
percibir y disfrutar con nuestros sentidos: vista, oído, tacto, olfato, gusto e incluso con
nuestra espiritualidad.
Si bien la principal función de nuestros sentidos es permitir que nos relacionemos con
el mundo que nos rodea, también los utilizamos para disfrutar y, con ello, experimentar
bienestar y una conexión especial con nuestro medio y la naturaleza. Por ejemplo, al
sorprendernos con un paisaje grandioso o con la belleza de una planta, alegrarnos con el
canto de un ave o con nuestra música favorita, sentir los rayos del sol o la brisa del aire
en nuestra piel, deleitarnos con el aroma de una flor o con el olor de la tierra mojada,
percibir el sabor y la textura de una fruta exótica o de un suculento platillo.
Tenemos entonces la posibilidad de aprovechar al máximo nuestros sentidos, al
aprender a estar conscientes de lo que percibimos a través de ellos, para así evitar lo
que nos disgusta y buscar lo que nos agrada y nos hace sentir bien, y con lo que con-
tribuimos a volver más bello y limpio nuestro entorno. Apreciar la belleza y el arte en
todas sus facetas y permitirnos momentos para estar y disfrutar nos ayuda a educar
nuestra sensualidad. Experimentar con nuestra sensualidad nos permite renovar y ha-
cer más intensa y gozosa la sexualidad con nuestra pareja. Incluir de manera creativa
nuestros sentidos puede ayudar a despertar la pasión y triunfar en el arte de las re-
laciones amorosas, pues una mirada sugestiva, un suspiro al oído, el olor natural del
otro, un beso apasionado o una caricia en el lugar adecuado pueden decir más que mil
palabras y desencadenar un vivo deseo en la pareja.
Algunas personas suelen atribuir la sensualidad a la mujer y la sexualidad al hombre.
Sin embargo, ambos tienen la posibilidad de ser sensuales y sexuales, tal como los dos
comparten lo masculino y lo femenino en su ser. Este error se debe a los condiciona-
mientos sociales y culturales que inhiben o potencian una serie de conductas, según se
trate de la mujer o del hombre.

Tanto mujeres como hombres pueden explotar su sensualidad:


Como mujer, puedo realizar un trabajo personal en esta tarea: lo más importante es
estar contenta conmigo y con mi cuerpo, cuidarlo y cuidarme, amarlo y amarme, res-
petarlo y respetarme. Esto me ayudará, en primer lugar, a aceptarme, a saber estar
conmigo y a desarrollar el gusto por mi cuerpo antes de compartirlo con alguien más,
ya que una sexualidad plena dependerá en gran medida de mi misma, y no del otro,
dependerá de cómo vivo mi cuerpo. Si estoy bien me veré bien: más guapa, luminosa y
coqueta.
Como hombre, también es importante el cuidado y aceptación de mi cuerpo, aunque
lo más significativo para mi género en cuanto al trabajo de la sensualidad consistirá en
comprender que ser sensual no implica afeminamiento y que debo conocer y cultivar
actitudes de cuidado, atención y cortejo para enamorar y conquistar a una mujer. Si
bien la sensualidad femenina es más delicada, evidente y aceptada socialmente, como
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hombre poseo mi propia forma de expresarla, al mostrarme viril, galante, caballero-


so y educado.
En la vida de pareja la sensualidad debe estar estrechamente ligada a la sexualidad,
pues la primera tiende a la innovación y despierta la curiosidad y la imaginación debido
a que no es tan limitada como la sexualidad; es decir, se complementan entre las dos.

T ips padres dia en acción


• Seamos conscientes de nuestro arreglo personal. Si nos hemos abandonado por falta
de tiempo o por la rutina diaria, pensemos cómo organizarnos para vernos y sentirnos
bien. Pongamos atención a nuestro cabello, incluso podríamos renovar nuestra ima-
gen con un corte o peinado nuevo, ponernos alguna prenda especial, usar un perfume
o colonia diferentes… Ver una imagen cada mañana frente al espejo que nos agrade
contribuye a sentirnos bien durante el día.
• No olvidemos el aspecto de la higiene personal (bucal, corporal y del cabello), el cual
no solo habla del cuidado de uno mismo, sino también del cuidado y la atención hacia
nuestra pareja.
• Pongamos atención a nuestros modales, a las palabras que utilizamos y a nuestras
actitudes, y si nos descubrimos diciendo palabras ofensivas o vulgares, con modales
y actitudes negativos, mostremos disposición para corregirlos. De esta manera sere-
mos más atractivos no solo para el sexo opuesto, sino para la gente en general.
• Cuidemos nuestro cuerpo al alimentarlo de manera nutritiva y hacer ejercicio o al-
guna actividad física; recordemos que las endorfinas segregadas cuando realizamos
algún deporte también nos permiten sentir bien, lo cual nos hace vernos bien.
• Evitemos llegar al extremo de sacrificar nuestra vida de pareja por nuestros hijos; si
bien nuestra misión como padres es importantísima, nuestras responsabilidades pa-
ternales deberían ser proporcionales a las conyugales, pues el descuido de nuestra
pareja no solo puede provocar tensión, sino también socavar el erotismo o incluso
matar la relación. Recordemos que nuestros hijos serán más felices si nosotros lo es-
tamos, y no olvidemos que ellos aprenden del ejemplo y modelo de pareja conformado
por sus padres.
• Busquemos espacios cotidianos de intimidad y comunicación con nuestra pareja
para conversar, reír, compartir, jugar… O tan solo para estar juntos y disfrutarnos.
Si tenemos algún pendiente por resolver, algo no hablado ni discutido en su mo-
mento, abordémoslo, escuchemos y dialoguemos con la intención de comprender
al otro, perdonemos o pidamos perdón, y hagamos un esfuerzo mutuo por llegar a
acuerdos, pues de lo contrario será difícil estar en verdadera intimidad.
• Aprendamos a reunirnos, comprometernos o “casarnos” una y otra vez con nuestra
pareja, para sacar provecho de los cambios que surjan, incrementar nuestra confian-
za y hacer de nuestra relación una obra de arte siempre renovada. Recordemos que
siempre habrá divergencias, pero también soluciones, y que los momentos de crisis
también representan oportunidades para unirnos más y fortalecer nuestra relación si
tenemos la disposición para hacerlo.
• Podemos hacer una cita especial para estar juntos y hacer del encuentro algo diferen-
te y especial, o incluso podemos sorprender a nuestra pareja “sin previa cita”.
• Recordemos lo que hicimos y nos dijimos para conquistarnos cuando nos conocimos,
y utilicemos estos recursos y pequeños detalles otra vez para reconquistarnos: una
carta, unas flores, una serenata…
• Ajustémonos como pareja a nuestros propios ritmos o ciclos sexuales, pero eso sí, evi-
temos la sequía sexual, sin excusas ni justificaciones debido a determinadas circuns-
tancias o inconvenientes.
• Renovemos la sexualidad con nuestra pareja con la humildad y conciencia de que ni
tenemos todo conocido, ni hemos experimentado absolutamente todo en este ámbito:
aventurémonos y rompamos la rutina, mediante la creación de fantasías en lugares no
familiares, en días y horarios no comunes y de maneras diferentes y novedosas: tome-
mos la iniciativa, innovemos, experimentemos e incluyamos alicientes como música,
velas, aromas, un baño juntos, masajes, aceites, cremas, geles íntimos, entre muchos
otros recursos.
• Recordemos cómo nos sentimos tras haber tenido una relación placentera y pense-
mos entonces si vale la pena o no invertir energía para recuperar la sexualidad, la
atracción, y desplazar lo rutinario, de modo que logremos vivenciar esta hermosa ex-
periencia que nos hace sentir vivos y plenos.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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Educación sexual
En el momento de convertirnos en “padres” surgen muchas inquietudes, preguntas,
emociones y sentimientos que vamos descubriendo. Lo que en un principio nos resulta
complejo, poco a poco se va acomodando en la cotidianidad. En esta convivencia se van
entrelazando los vínculos de cariño y amor, fundamentales en la crianza de nuestros
hijos, y así vamos nutriendo no solo sus cuerpos, sino también sus almas, al transmitir
en el día a día nuestros valores, fortalezas, debilidades, anhelos, retos, frustraciones y
temores.
La persona se construye a partir de la combinación del potencial genético con el que
nace y las experiencias con su entorno, donde la educación que damos a nuestros hijos
juega un papel primordial. En este acompañamiento mutuo surgirán las oportunidades
de crecimiento para ambas partes, tanto padres como hijos, porque en muchas ocasio-
nes estos últimos son los que nos obligan a volver la mirada hacia nuestro interior en
busca de respuestas que no siempre tenemos muy claras, pero que de alguna manera
nos empujan a trabajar con nosotros mismos, al cuestionarnos, analizar, reflexionar e
investigar.
Temas como el sexo y la muerte nos hacen titubear cuando los niños nos lanzan pre-
guntas con tal espontaneidad y naturalidad, que nos dejan sorprendidos, sin posibilidad
de responderles en la misma sintonía. Son temas que nos conectan con la vida misma y
que en ocasiones preferimos evadir por temor a equivocarnos, o bien por falta de clari
dad respecto a lo que deseamos transmitir, por lo que es necesario reflexionar sobre la
postura que tomaremos con base en nuestros valores y convicciones para prepararnos y
ofrecer respuestas claras, honestas y adecuadas según la edad de nuestros hijos.
Nuestra sociedad ha sobrevalorado la sexualidad y solo le ha dado importancia a
la satisfacción sensorial inmediata y al placer que provoca. El encuentro sexual se ha
minimizado a una función exclusivamente fisiológica y placentera, y se ha olvidado el
sentido profundo de este acto, que representa el encuentro amoroso entre dos seres,
la entrega de la intimidad, que va más allá de la desnudez física. Hoy en día se ha con-
fundido la libertad sexual con la promiscuidad, sin considerar de manera profunda las
consecuencias físicas, sociales y emocionales que ésta puede tener en la persona.
Los medios de comunicación son un factor importante en esta confusión de valores.
La distorsión de modelos creados y la hipersexualización presente en la publicidad
aumentan la posibilidad de que nuestros hijos imiten esos modos de vida porque en
apariencia son positivos, correctos o proporcionan estatus y popularidad. Seguir la co-
rriente de lo que se impone disminuye la posibilidad de elegir por uno mismo lo que en
verdad se necesita. Todos podemos caer en el deseo de una imagen ”perfecta“, es decir,
en una mera artificialidad de la persona. El poder de los medios es tal, que también se
ejerce en la fabricación de maneras de pensar y necesidades irreales, así como en la
imitación de modelos sexuales idealizados que interfieren en nuestra capacidad para
ubicarnos en la realidad y valorar lo que en realidad es importante.
De ahí la importancia de dar una educación sexual a nuestros hijos, la cual se inicia
en el momento de la concepción misma, mediante el acto de amor en que son concebi-
dos, de los sentimientos de aceptación y ternura que se transmiten al bebé durante el
periodo de gestación y del amor que se le brinda con la cercanía y las caricias durante
los primeros años de vida. Todo esto permitirá que el niño sienta e internalice el contac-
to físico como una expresión de amor y de gozo absoluto.
La sexualidad infantil es una de las puertas a través de las cuales el niño desarrolla
su personalidad y sus relaciones con afectividad. Ésta es parte de la naturaleza de los
seres humanos, y como tal debe ser un tema tratado con naturalidad, honestidad y ca-
riño, así como tener su propio espacio dentro del proceso educativo del niño.
Cuando los niños comienzan a explorar su cuerpo, la reacción de los padres es muy
importante, pues con base en ella crearán los primeros conceptos de su cuerpo y cons-
truirán la perspectiva de su vida sexual; si, por ejemplo, lo viven con represión, morbo,
como algo sucio o mal visto, se formarán una visión distorsionada de la sexualidad.
Una parte importante de la educación sexual que demos a nuestros hijos consiste en
ayudarlos a descubrir cómo somos y funcionamos; es decir, no solo a aprender sobre
la sexualidad del propio género, sino también a estar informados sobre la del opuesto.
Es importante que no solo se conozcan las diferencias genitales, sino también que se
entienda por qué no todos somos iguales; por ejemplo, en estatura, gustos, aficiones,
fortalezas y habilidades.
Recordemos que en todos los ámbitos los niños aprenden de sus modelos, y los más
influyentes somos sus padres. De la manera en que les hablemos de la sexualidad, de
nuestra actitud ante ella, de cómo la vivamos y manifestemos, dependerá también en
gran medida cómo la vivan y se manifieste en ellos.
Es importante que los niños, desde pequeños, aprendan a aceptarse; que estén
contentos como son y se sientan a gusto consigo mismos; que aprendan a expresar su
sensualidad, es decir, a disfrutar, gozar y sobre todo a sentir que son dignos de amor.
Estas bases los ayudarán a que, cuando inicien su vida sexual como adultos, lo hagan
de manera responsable y madura, al decidir con libertad sobre su cuerpo, mediante
relaciones sexuales amorosas, planeadas y cuidadas.

T ips padres dia en acción


Con nuestros hijos pequeños:
• Seamos conscientes de que educamos sexualmente a nuestros hijos a través de nues-
tros propios pudores, caricias, silencios, temores y opiniones.
• Utilicemos las palabras correctas para nombrar los órganos genitales.
• Ayudemos a nuestros hijos a que aprendan a conocerse, aceptarse y a expresar su
sexualidad de modo natural, con lo que fomentaremos su autoestima.
• Aprovechemos cuantas oportunidades encontremos para ayudar a nuestros a hijos a
desarrollar su sensualidad, haciendo conciencia del goce a través de sus sentidos: des-
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calzarse y experimentar la sensación del pasto húmedo, escuchar el canto de los pája-
ros, ver las estrellas, disfrutar desde la comida hasta el aroma de una flor.
• Tratemos de encontrar “oportunidades de enseñanza” desde que nuestros hijos son
pequeños. Apoyémonos en programas de televisión, libros, tareas escolares y expe-
riencias cotidianas; por ejemplo, con el embarazo de un familiar o el nacimiento de
cachorritos en la casa.
• Procuremos mostrar disposición al diálogo, el cual no se debe imponer, ya que para
establecerlo es necesario que existan respeto y aceptación. Busquemos el momento
oportuno, pero evitemos que sea formal o rígido, tratando el tema con naturalidad
para fomentar confianza, con la capacidad de informarlos de la mejor manera posible
y con las herramientas suficientes, ya que a partir de la pubertad cada vez se acerca-
rán menos con nosotros para aclarar sus dudas.
• Primero escuchemos sus dudas e inquietudes. Preguntémosles qué desean saber y
qué es lo que ya conocen.
• Demos respuestas honestas, cortas y sencillas.
• No miremos con ojos de adultos las acciones de los niños ni hagamos interpretaciones
distorsionadas. Los juegos sexuales son naturales durante la infancia y cubren una
necesidad de descubrimiento y exploración, siempre y cuando ocurran entre niños de
la misma edad; si en algún momento interviene un niño mayor o un adulto constituirá
sin duda un abuso.
• Enseñemos a nuestros hijos a establecer límites con los demás en relación con su
cuerpo, a saber que ellos deciden sobre el mismo y que tienen todo el derecho a decir
“¡No!”, de modo que puedan expresar, incluso en situaciones familiares en apariencia
inofensivas, qué les disgusta o molesta, como “Tío, no me gusta que me aprietes los
cachetes” o “No quiero, no me gusta” cuando alguien pretenda que coman algo que
no desean. Tampoco que permitan que alguien los lastime, aunque sea como conse-
cuencia de un juego o sin intención; por ejemplo, si en el juego “de peinarse” una niña
le jala el pelo a la otra. De esta manera sabrán que tienen el poder de decir “no” a
quienquiera que pretenda abusar de ellos sexualmente.
• Respetemos la intimidad y el pudor de nuestros hijos, sobre todo cuando ya no nece-
sitan de nuestra ayuda para vestirse o bañarse. Hagámosles ver que tienen derecho a
sus propios espacios de privacidad sin que nosotros los invadamos. Por ejemplo, cuan-
do se estén bañando, nunca entremos sin tocar la puerta ni pedir permiso, pues ese
espacio les corresponde. Respetemos no solo su desnudez, sino también sus secretos
y silencios, pues también forman parte de su intimidad.
• Si nuestros hijos exploran sus genitales en un lugar público de la casa, indiquémosles
de manera cálida y sin asustarnos que hay espacios para todo, y que así como nos ba-
ñamos en el baño o comemos en la cocina o en el comedor, también la exploración de
su cuerpo debe ser algo íntimo que se realiza a solas en un ámbito privado.
• Hagamos respetar también nuestros espacios de intimidad: desde tener una conver-
sación privada con alguien o querer estar a solas o en el baño, hasta entablar rela-
ciones sexuales con nuestra pareja. Hagámosles saber que cuando una puerta está
cerrada, antes de entrar se debe tocar para solicitar el permiso de hacerlo.
• Conozcamos qué se enseña acerca de sexualidad en las escuelas, comunidades reli-
giosas y sitios de internet que frecuentan nuestros hijos y abramos espacios de diálo-
go para aclarar lo que parezca confuso o contradictorio, hablando con la verdad, con
naturalidad y evitando ocultar o disfrazar información .
Con nuestros hijos adolescentes:
• Cuando dialoguemos con ellos, evitemos adoptar la figura de juez y una actitud crítica
y moralista. Expresemos lo que pensamos y sabemos, pero haciéndolos sentir que lo
que en verdad nos importa es su felicidad y bienestar.
• Reflexionemos con ellos sobre las consecuencias emocionales y psicológicas que con-
lleva una iniciación sexual prematura, en la que no se tiene la madurez física ni emo-
cional para manejarla.
• Hablemos con ellos sobre los riesgos y consecuencias de una relación sexual sin pro-
tección, como los embarazos prematuros y no deseados o las enfermedades venéreas.
Asimismo, informémoslos sobre los diversos métodos anticonceptivos.

La sexualidad es parte vital del ser humano; aprender a vivirla con amor y respeto es
nuestro reto.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
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El compromiso en la pareja
Vivir en pareja implica un compromiso personal y con el otro. Es un acto de voluntad
que requiere trabajo y esfuerzo cotidianos. Mantener una vida sana en pareja, con es-
pacios de crecimiento y satisfacción para ambas partes a lo largo del tiempo, no es un
trabajo fácil, pero sí posible.
El compromiso más importante es personal, al asumir la responsabilidad del propio
crecimiento, cuidado y bienestar. La vida en pareja no implica dejar en manos del otro
el trabajo que debemos realizar nosotros mismos. Recordemos que la felicidad no de-
pende de lo que el otro es o hace, sino de la manera personal en que decidimos vivir y
enfrentar los desafíos que la vida nos presenta.
Así, la vida en pareja representa una magnífica oportunidad de enriquecernos con el
otro, de conocer otra forma de mirar y enfrentar la vida. El simple hecho de provenir de
diferentes familias amplía los puntos de vista, pues el contraste entre las costumbres,
valores, soluciones y prioridades de cada uno pueden ser aprovechados para construir
acuerdos y decidir juntos el tipo de relación que se busca, las metas de vida a alcanzar y
las acciones a realizar por parte de cada uno para lograrlo.
Ceder y acordar tomando en cuenta no solo los deseos personales, sino también las
necesidades y deseos del otro, permite hacer a un lado el egoísmo. La preocupación por
el bienestar de ambos y asumir la parte que le corresponde a cada uno para lograrlo es
la manifestación del amor maduro. La pareja va pasando por diferentes etapas, cada
una de las cuales presenta ventajas y retos para seguir juntos.
La primera etapa se encuentra dominada por el enamoramiento, el sentimiento, la
pasión, el encuentro sexual, la novedad y el misterio que el otro representa. Todo ello
constituye la motivación más importante en la decisión de estar juntos. El desafío aquí
es que el sentimiento domina a la razón, y en ocasiones no se ve al otro como es, sino la
imagen ideal que uno mismo se construye, sin que corresponda necesariamente con
la realidad. La comunicación, la sinceridad, el respeto y la aceptación por lo que en
verdad es cada uno ayudan a pasar del enamoramiento al amor.
En la siguiente etapa, si la pareja permanece unida, aspectos como la confianza, la
solidaridad y la amistad incrementan la comunicación y fortalecen la relación. El cono-
cimiento del otro, la posibilidad de discutir, de llegar a acuerdos, de ceder en lo que no
es vital para uno y mostrarse firme en aquello que no estamos dispuestos a cambiar per-
miten crear un espacio de seguridad para mejorar y madurar juntos. Ser compañeros y
socios de un proyecto de vida solidifica el vínculo.
Sentirse amado influye en la intimidad, de modo que los encuentros sexuales pueden
ser muy satisfactorios, aunque la etapa de enamoramiento, cuando la química era el
elemento dominante, esté dando paso a una relación más estable. En esta etapa con-
vertirse en padres puede ser la experiencia de amor más plena para ambos.
El reto es que por lo general el trabajo, los problemas cotidianos, las presiones eco-
nómicas, la rutina y el cuidado de los niños, cuando los hay, pueden hacer que se pierda
la comunicación, el contacto estimulante con la pareja, y sin darse cuenta ambas par-
tes se van convirtiendo en extraños, dejan de ser pareja, se olvidan de buscar tiempo
para sí mismos, para hacer juntos lo que les gusta y unió un día, hasta que en el mejor
de los casos solo los enlaza la preocupación por los hijos. El cuidado mutuo, las ocupa-
ciones estimulantes, los espacios de intimidad y la ruptura de la rutina ayudan a con-
servar la relación y a cultivar la atracción y el amor.
Las parejas mayores que han logrado madurar juntas establecen una relación de con-
fianza, aceptación y conocimiento mutuo que les permite tenerse paciencia, disfrutarse
mutuamente y, si han desarrollado una vida personal y de pareja plena, esto tendrá como
resultado encuentros estimulantes y satisfactorios aun en el aspecto sexual, aunque la
frecuencia e intensidad se transformen. La preocupación por un embarazo en esta etapa
de la vida desaparece y en muchos casos se genera una mayor libertad para disfrutarse
juntos.
El desafío en esta etapa, cuando por lo general los hijos se independizan y que mu-
chas veces coincide con el retiro laboral, aunado a cambios físicos, enfermedades, de-
terioro y disminución de algunas capacidades, así como en algunos casos la falta de
trabajo intelectual y experiencias estimulantes, pueden dejar a una pareja que no cui-
dó su relación conviviendo como dos desconocidos. Recuperar las actividades que dis-
frutaban juntos, recordar los momentos felices que los hizo enamorarse, cultivar cada
uno de los pasatiempos o estudios que siempre desearon hacer y compartirlo en pareja
reactivan el interés mutuo y el goce de la vida. Demostrarse amor con caricias y romper
la rutina, sobre todo en esta etapa, es fundamental para que las relaciones íntimas con-
tinúen siendo estimulantes y satisfactorias.
La relación de pareja es una de las experiencias que mayores oportunidades nos brin-
da de mejorar, pues la verdadera intimidad nos deja sin máscaras ante el otro y nos obliga
a enfrentarnos con lo que en realidad somos. Y si hay amor y compromiso mutuo, ésta
puede ser la mejor oportunidad de avanzar en nuestro desarrollo personal.
Continuar en pareja o terminar una relación debería ser una decisión responsable.
Cuando una relación es destructiva y no ofrece un espacio de crecimiento para ambos, es
necesario terminarla con madurez y cerrarla de manera comprometida con uno mismo,
con el otro y con los hijos. Resulta fundamental contar con el valor de hacerlo cuidándose
a uno mismo, al otro y a los hijos, de modo que se eviten las agresiones y que la experien-
cia sea lo menos dolorosa posible para todos.
Vivir en pareja puede ser el regalo para asumir la propia responsabilidad y compro-
miso de vida y crear juntos un espacio de crecimiento común enriquecido por ambos.
¡Aprovechémoslo, pues nunca es tarde!

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• Reflexionemos en pareja sobre nuestro compromiso: qué nos unió, qué expectativas
tenemos en nuestro proyecto juntos, qué metas y sueños nos hemos establecido de
manera individual y como pareja, qué apoyo necesitamos del otro y qué acciones com-
prometidas deberíamos realizar.
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• Valoremos nuestros logros; reconozcamos en voz alta qué agradecemos al otro y asi-
mismo lo que hemos aportado.
• Evitemos acumular molestias y resentimientos; expresémoslos sin agredir ni calificar
al otro, hablando en primera persona desde nuestro propio sentimiento, de modo que
escuchemos y validemos los sentimientos de nuestra pareja. Por ejemplo: “Me gusta-
ría que no discutamos estos asuntos cuando estemos cansados. ¿Te parece bien?”
• Hagamos un esfuerzo diario por aceptarnos a nosotros mismos y al otro tal cual so-
mos; recordemos que “los olmos nos exigimos peras” (tanto a nosotros mismos como
al otro) y que por añorar las peras muchas veces olvidamos disfrutar la frescura de la
sombra.
• Construyamos acuerdos cuando existan diferencias y cedamos ambas partes en la me-
dida de lo posible.
• Cultivemos nuestra relación de pareja sin importar la etapa en la que nos encontre-
mos; construyamos espacios y experiencias de intercambio, comunicación y conviven-
cia que rompan la rutina y nos permitan recordar por qué nos enamoramos.

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
TRÁNSITO EN Remedios Varo
1962
ESPIRAL
Óleo sobre masonite
Planeación
TextosdeTemáticos
la sesión

PREGUNTAS COMPLEMENTARIAS A LA PRIMERA PREGUNTA PARA LA LIBRE EXPRESIÓN Y EL DIÁLOGO INICIAL


¿Cómo son los personajes? ¿A dónde van? ¿De dónde vienen?
¿Qué simboliza la espiral? ¿Qué significan los diferentes elementos en la imagen?

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL


TEMA 1 TEMA 2 TEMA 3
El proceso de la vida Sueños y proyectos de vida Autoconocimiento para
crecer

PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTA PARA DEFINIR PREGUNTA PARA DEFINIR


Y ANALIZAR CONCEPTOS: Y ANALIZAR CONCEPTOS: Y ACLARAR CONCEPTOS:
• ¿Qué es un proceso? • ¿Qué es un sueño? • ¿Qué es el
autoconocimiento?
PREGUNTA PARA INTRODUCIR PREGUNTAS PARA BUSCAR CAUSAS
UN TEMA: O EFECTOS: PREGUNTA PARA GENERAR
• Si entendemos la vida como un • ¿Qué nos impide soñar? ALTERNATIVAS DE ACCIÓN:
proceso, ¿qué descubrimos? • ¿Por qué tendemos a abandonar • ¿Cómo podemos
nuestros sueños? autoconocernos?
PREGUNTA PARA RELACIONAR
EL TEMA CON LA PROPIA PREGUNTAS PARA RELACIONAR EL PREGUNTA PARA
EXPERIENCIA: TEMA CON LA PROPIA EXPERIENCIA: RELACIONAR EL TEMA CON
• ¿Qué podemos aprender de cada • Para llevar a cabo un proyecto, LA PROPIA EXPERIENCIA:
etapa de la vida? ¿basta con soñar? • ¿Qué implica tener un
• ¿Qué más se necesita? encuentro con nosotros
PREGUNTA PARA BUSCAR mismos?
CAUSAS Y EFECTOS: PREGUNTA DE RELACIÓN CON LA
• ¿Qué función tienen nuestros CRIANZA, EDUCACIÓN Y FORMACIÓN PREGUNTA PARA BUSCAR
acompañantes (hijos, padres, DE LOS HIJOS: CAUSAS O EFECTOS:
hermanos, amigos, enemigo) en • ¿Qué hacemos frente a los • ¿Qué nos aleja del
el viaje de la vida? intereses, gustos, inquietudes y autoconocimiento?
preocupaciones de nuestros hijos?
PREGUNTA PARA CUESTIONAR PREGUNTA PARA DEFINIR
Y PROBLEMATIZAR: PREGUNTAS PARA GENERAR Y ACLARAR CONCEPTOS:
• ¿Qué función tienen en ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: • ¿Qué significa ser
nuestro crecimiento nuestras • A partir de mis necesidades, las de congruente?
debilidades, dificultades, crisis y mi familia y mi comunidad, ¿qué
duelos? proyectos personales o grupales PREGUNTA PARA
podríamos realizar? RELACIONAR EL TEMA CON
PREGUNTA PARA GENERAR • ¿Cómo podemos ayudar a nuestros LA PROPIA EXPERIENCIA:
ALTERNATIVAS DE ACCIÓN: hijos a construir y realizar sus • ¿Cómo puedo saber si soy
• ¿Cómo podemos cumplir de la sueños? congruente?
mejor manera nuestra misión
personal en la vida? PREGUNTA PARA BUSCAR
CAUSAS O EFECTOS:
• ¿Cómo influye el
autoconocimiento en
mí, en los demás y en el
entorno?
El proceso de la vida
Desde que nacemos hasta que morimos, los seres humanos estamos en un continuo
cambio. Llegamos a la vida con un equipo biológico, con potencialidades y limitaciones,
dotados de una energía vital que nos impulsa a aprender, a desarrollarnos, a establecer
una relación con los otros, a mejorar y a transformarnos. Sin embargo, somos seres
sociales y necesitamos de otras personas para crecer y construirnos.
Cuando somos pequeños, la presencia y el cuidado de alguien más es indispensable
hasta para mantenernos vivos, aprender a hablar, a comunicarnos, a desarrollar nues-
tra inteligencia, conocernos, conocer a los demás y al mundo que nos rodea. También
necesitamos de los otros para aprender a amar y a disfrutar la vida. La combinación de
esta energía de vida con las oportunidades para actuar, el contacto con nuestros seres
significativos y los valores sociales y culturales nos permitirán construirnos como per-
sonas pertenecientes a su época y sociedad.
Desde que nacemos hasta que morimos pasamos por diferentes etapas de desarrollo:
la infancia, la niñez, la adolescencia, la juventud, la edad madura y, por último, la vejez.
Cada una tiene características propias y necesidades diferentes que cubrir, y en cada
una de ellas estamos ante la posibilidad de trabajar y construir las cualidades que nos
hacen mejores seres humanos. En cada periodo cerramos un ciclo y abrimos otro que
nos permite construir nuevas habilidades físicas, intelectuales, sociales, emocionales
y espirituales, las cuales sientan las bases para las siguientes etapas y nos permiten
trascender con los demás.
Cada uno de nosotros nacemos con diferentes fortalezas, talentos, debilidades y di-
ficultades. Mientras estamos vivos, nuestro trabajo consiste, por un lado, en reconocer
y desarrollar nuestras potencialidades; por el otro, en aceptar y aprovechar nuestras
limitaciones para mejorar, crecer y templar el carácter a base de esfuerzo y desarrollo
de la voluntad.
La vida es un continuo aprendizaje, en el que siempre necesitamos de los otros para
transformarnos. Podemos decir que todos somos maestros y alumnos, y aunque no nos
demos cuenta, siempre estamos cambiando, por lo que cada encuentro con otra perso-
na, resulte o no agradable, será una oportunidad de aprendizaje y enseñanza.
Los padres somos los maestros más importantes de nuestros hijos, pues a través del
vínculo que formamos con ellos, adquieren los elementos indispensables para cons-
truirse como personas. Nuestros hijos, a su vez, nos enseñan a amar de manera in-
condicional: son nuestros maestros de la alegría, del disfrute, de vivir el presente, de
la paciencia, de la tolerancia a la frustración, y espejos en los que podemos descubrir
nuestros defectos, neurosis, fortalezas y cualidades. El amor por ellos puede llegar a ser
el motor para mejorar.
Al igual que los individuos pasan por etapas, también la familia transita por sucesi-
vos ciclos que implican diferentes fases, necesidades, crisis de desarrollo y de relación
entre sus miembros. Al recorrer estas etapas, cada uno de ellos experimenta una serie
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de cambios respecto a sus roles, obligaciones, responsabilidades, límites y formas de


relacionarse. Es diferente ser padres de bebés, de niños, de adolescentes y de adultos;
nuestra presencia y nuestro modo de actuar se deben transformar para adaptarse a lo
que nuestros hijos necesitan en los terrenos físico, psicológico y social de acuerdo con
la etapa en que viven.
Es importante darse cuenta de que cada cambio de etapa genera un desequilibrio
y, con ello, inseguridad, molestia, desencuentros, por lo que resulta necesario recons-
truir la dinámica según las características y necesidades de cada miembro. También es
importante reconocer las ventajas y alegrías que traen consigo el crecimiento y desa-
rrollo de nuestros hijos.
Como padres requerimos tener conciencia de que compartimos la vida con nuestros
hijos. No somos sus dueños, y debemos mantener nuestra individualidad y respetar la
de ellos. Lo que sembremos juntos en cada etapa será la base para la construcción de la
siguiente. Debemos prepararnos para disfrutar cada fase, así como para dejarla ir. Ser
padres no implica lo único que da sentido a nuestra vida: trabajemos en nuestro propio
desarrollo y proyectos, a fin de permitir que nuestros hijos crezcan y se independicen
con gozo, orgullo y satisfacción.
También sería necesario que reconozcamos, como maestros importantes para nues-
tro crecimiento personal, a nuestros defectos, dificultades, enfermedades, discapaci-
dades, crisis y duelos. De esta manera, en vez de evadirlos, negarlos o verlos solo como
una carga de la que hay que lamentarse, los podríamos aprovechar, dejarlos fluir, per-
mitir su proceso y usarlos como un impulso para ejercer la voluntad, vencer los obstá-
culos y salir fortalecidos y ampliar así nuestro sentido de vida.
Si vemos la vida como un viaje, la compañía de nuestros padres, hijos, hermanos,
parejas, amigos, enemigos, sabios, entre otros personajes la enriquecerán y le darán
sentido, aunque su acompañamiento sea en ocasiones por un tiempo breve o perma-
nezcan a nuestro lado durante gran parte del recorrido.
Aprendemos y crecemos gracias a los que nos son queridos y afines, pero también
de aquellos que rechazamos o nos desagradan e incluso de los que nos presentan retos
y dificultades. Estos últimos se pueden convertir en nuestros maestros para trabajar la
soberbia, la tolerancia, el deseo de control, de poder, y también nos ofrecen la oportu-
nidad de descubrir nuestra propia fuerza, nuestros recursos y debilidades.
En este viaje llegamos solos y nos vamos solos. Enriquecemos la travesía con nues-
tros compañeros de recorrido, pero parte importante del aprendizaje consiste en saber
dejarlos ir y seguir avanzando mientras aligeramos el equipaje: dejemos ir resentimien-
tos, culpas, rencores y todo aquello que nos estorbe.
El camino no es lineal: en ocasiones subimos, en otras bajamos, avanzamos, hace-
mos altos, retrocedemos, nos movemos en círculo o en espiral, pero para no quedarnos
estancados, requerimos de conciencia y de fuerza de voluntad.
Cada uno de nosotros somos seres únicos e irrepetibles; con nuestros talentos y tra-
bajo nos construimos y enriquecemos no solo a nosotros mismos, sino también a los
demás, al tejido social y al entorno. No existe una tarea pequeña: al hacer lo que nos
toca impactamos aun de manera inconsciente, y con nuestros defectos cumplimos
una misión indispensable para la evolución y el equilibrio personal, social y natural.

Coincidir
Soy vecino de este mundo por un rato
y hoy coincide que también tú estás aquí.
Coincidencias tan extrañas de la vida
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir.

Si navego con la mente en los espacios


o si quiero a mis ancestros retornar
agobiado me detengo y no imagino
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir.

Si en la noche me entretengo en las estrellas


y capturo la que empieza a florecer
la sostengo entre las manos más me alarma
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir.

Si la vida se sostiene por instantes


y un instante es el momento de existir
si tu vida es otro instante no comprendo
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir.

ALBERTO ESCOBAR y RAÚL RODRÍGUEZ

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

Sueños y proyectos de vida


Soñar despiertos es la capacidad de imaginar mundos posibles. Todos los avances y
grandes proyectos de la humanidad han empezado así. La facultad de los seres huma-
nos de visualizar y construir en la mente utopías y mejores escenarios representa el
motor que nos impulsa a transitar en la búsqueda y el descubrimiento de lo importante
para nosotros y para la humanidad, a modo de tener el poder de transformar y crear
nuevas realidades.
Hay quienes poseen esta capacidad muy desarrollada, y que a partir de sus sueños
han hecho grandes aportaciones, descubrimientos, cambios, creaciones e invenciones:
artistas, filósofos, científicos, médicos, descubridores, aventureros, cocineros, ingenie-
ros, arquitectos. Personajes que han influido en la humanidad, al transformar y faci-
litar los mecanismos para desplazarnos, comunicarnos y resolver de una manera más
eficiente y práctica lo cotidiano, así como en el cuidado de nuestra salud y nuestra espe
ranza de vida, al hacer una diferencia en nuestra manera de vivir la vida, disfrutarla y
encontrarle un mayor sentido.
La posibilidad de transformar y transformarnos a partir de un sueño no es exclusiva
de los grandes genios. Todos tenemos la capacidad de imaginar mejores realidades para
nosotros y los que nos rodean. A partir de ello podemos crear y llevar a cabo lo que de-
seamos para nosotros mismos, nuestra familia, nuestra casa, nuestro trabajo, nuestro
entorno, nuestras relaciones y nuestros proyectos de vida. Nosotros somos los guionis-
tas y actores en la película de nuestra vida.
Para conectar con nuestros sueños es necesario escuchar nuestro interior; pensar
qué tipo de persona nos gustaría ser, qué nos interesa, a qué le damos importancia, qué
disfrutamos y qué somos buenos haciendo, además de recordar cuáles anhelos hemos
tenido y abandonado, recuperar la capacidad infantil de imaginar, jugar, experimentar
y dejar fluir la creatividad, sin detenernos en ser solo eficientes y obtener resultados.
No son muchas las personas con claridad en lo que quieren y que se han permiti-
do descubrir su vocación para alcanzar sus sueños. Con el paso del tiempo la mayoría
de nosotros vamos perdiendo la capacidad de escucharnos y conectarnos con nuestros
anhelos, pues las circunstancias que vivimos muchas veces no nos ayudan a lograrlo o
desarrollamos actitudes ante la vida que nos alejan de ellos, como guiarnos por cami-
nos que nos son convenientes en un momento dado; subestimarnos sin dar importancia
a lo que sentimos y priorizar lo que la sociedad valora; atender lo que nuestros padres
desean para sentirnos reconocidos por ellos; ponernos barreras o aceptar las que nos
imponen, con lo que nos limitamos y encajonamos; vivir en un ambiente violento que
nos impide soñar puesto que la prioridad es sobrevivir; llevar a cabo un exceso de activi-
dades que nos mantienen ocupados y no nos dejan el tiempo para hacerlo.
Todo ello nos empuja fuera de nosotros mismos hacia el “deber ser”, lo cual puede
deteriorar nuestra capacidad de autoescucharnos al grado de nunca más oír nuestro
interior ni descubrir nuestros anhelos. Así corremos el grave riesgo de que nuestro
ser y nuestras acciones queden determinados desde afuera, desde lo que otros nos exi-
gen o esperan de nosotros, al negar nuestra autenticidad, mecanizarnos y perder la
facultad de crear y gozar nuestra propia vida.
Los anhelos están en todos nosotros y se expresan desde la infancia, cuando tenemos
grandes sueños, casi fantásticos, sobre lo que aspiramos ser. Cuando llegamos a la ado-
lescencia, en nuestra mente viven muchos anhelos, algunos de ellos ideales, abstractos
y ambiciosos, y aunque son válidos no todos nos llevan a ser nosotros mismos, hacia
nuestra vocación, si bien podemos aprender a distinguirlos al revisar si cumplen con
dos características fundamentales: el placer de realizarlos y el sentido de entrega. Es
decir, con los intereses y tareas que responden a nuestra vocación experimentamos un
placer personal, pero también tenemos la satisfacción de dar por medio de ellos algo
generado por nosotros, con lo que logramos imprimirle significado a nuestra vida. Éste
es el sentido de entrega, esencial en la búsqueda de vocación, que por naturaleza aporta
a los otros y al entorno y se proyecta hacia afuera, sin quedar en un interés puramente
individual.
Una vez convertidos en adultos, si nos damos cuenta de que no seguimos nuestro lla-
mado interior por los motivos que sean, tenemos la opción de recontactar con nuestro
anhelo y buscar los medios para seguirlo; por ejemplo, si lo que disfrutamos es cocinar,
coser, tocar algún instrumento, realizar trabajos manuales o mecánicos, nunca es tar-
de para iniciar un nuevo proyecto que conecte nuestra fuente de ingresos con nuestra
vocación.
También podemos, fuera del ámbito laboral, crear y llevar a cabo pequeños proyec-
tos personales, familiares o comunitarios que nos apasionen y contribuyan a dar sen-
tido a nuestra vida y que a la larga se conviertan en grandes proyectos. Si seguimos
nuestros sueños, gustos e intereses, optaremos por crear proyectos individuales o gru-
pales en los que seamos líderes y hagamos una diferencia en lo que más nos inspire:
deporte, arte, naturaleza o incluso nuestra propia familia o comunidad. Podemos co-
rrer un maratón, tomar clases de danzón con nuestra pareja, organizar un cineclub con
los amigos, promover una campaña de limpieza en la comunidad o reunir a los más de
cien integrantes de nuestra familia extendida que viven en diferentes partes del país.
Lo importante es enriquecer nuestra vida, al hacerla más divertida, aventurada, satis-
factoria y trascendente.
Soñar resulta indispensable para construir nuestros proyectos de vida, pero solo es
el inicio. También es necesario conocer nuestras potencialidades, habilidades y apti-
tudes, así como nuestras limitaciones, para saber de dónde partimos, cómo podemos
avanzar y superar las expectativas que nos limitan. También debemos estar plenamen-
te conscientes de que los sueños solo pueden convertirse en realidad en la medida en
que estemos dispuestos a esforzarnos, a trabajar y a tomar la acción. Para ello es nece-
sario que tengamos y desarrollemos actitudes y cualidades como la perseverancia, el
compromiso, la disciplina, la paciencia, la tolerancia a la frustración, el optimismo y la
Textos Temáticos

responsabilidad. Decir “quiero esto” debe equivaler a decir “estoy dispuesto a luchar
por ello, a pesar de las adversidades”.

T ips padres dia en acción


• Contactemos con nuestro interior y escuchemos qué nos dice: qué tipo de vida quiero,
quién quiero ser, cómo quiero que sean las relaciones en mi familia, qué disfruto, qué
no me gusta, qué me hace sentir bien y qué no, qué me gusta hacer y qué no, cuáles
son mis intereses, qué no quiero para mí y mi familia. Soñemos despiertos y atrevá-
monos a crear nuestro proyecto de vida. ¡Nunca es tarde!
• Lo primero que debemos hacer para empezar a soñar despiertos es identificar nues-
tros miedos a equivocarnos, a esforzarnos, a fracasar, al “qué dirán”, entre muchos
más. Tengamos el valor de vencerlos, ya que pueden ser nuestro peor enemigo para
actuar a partir de nuestros sueños.
• Tengamos presente que muchas veces hay metas que solo son difíciles cuando se
piensan. Evitemos dejar morir nuestros anhelos por predecir que serán un fracaso
total o que son demasiado para nosotros. Nuestra mente suele magnificar el tamaño
y el trabajo que nos llevará realizar un proyecto, y la clave es no caer en esa trampa,
pues corremos el riesgo de quedar del todo paralizados por esos pensamientos, los
cuales una y otra vez nos dan vueltas en la cabeza. Dejemos que fluyan, y que así como
llegan se aparten de nuestra mente sin aferrarnos a ellos, e intentemos sustituirlos
por pensamientos positivos. Por ejemplo, visualizarnos con éxito en cada tarea que
realicemos y resolver lo que se nos presenta.
• Centrémonos en el presente y dejemos de pensar en intentos fallidos del pasado. Evi-
temos asimismo predecir los problemas que surgirán en el futuro. Lo único que nos
pertenece es el presente, y es en el que viviremos por siempre y donde se emprenden
las acciones más poderosas para avanzar hacia nuestros objetivos. ¿Qué acción toma-
ré hoy? Vayámonos a dormir tras haber realizado algo en pro de lo que deseamos, a
modo de obtener, al cabo de unos meses, cambios extraordinarios.
• Enfoquemos nuestra atención en los pasos fundamentales o metas necesarias para
llegar al gran objetivo. Así el camino será más fácil y nuestra motivación por continuar
aumentará, ya que comprenderemos mejor cómo llegar a los resultados que desea-
mos, con una brújula que nos guíe para no perdernos, frustrarnos ni abandonar el
proyecto.
• Conforme vayamos trabajando cada una de las metas del proyecto, hagamos un plan
de acción en el que definamos los pasos intermedios, pero evitemos ponernos dema-
siadas tareas para no abrumarnos por sentir que el trabajo se acumula. Vayamos paso
a paso con acciones pequeñas que abran el camino hacia mejores posibilidades.
• Tengamos siempre presente que la perfección no existe, a fin de evitar paralizarnos
en el camino o ni siquiera intentarlo, por pensar que nuestras acciones no son lo
suficientemente buenas o que no producirán el resultado “perfecto”. Basta con que
comencemos realizando verdaderas acciones, en vez de “superacciones”, y que recor-
demos que si algo no sale como esperábamos, son tres cosas las que hay que recordar:
siempre se puede mejorar, corregir nuestros errores y ajustar lo que sea necesario.
• No confundamos el movimiento con la acción: a veces, para lograr algo nos atarea-
mos; nos ocupamos en tareas sin sentido, “dando vueltas como mayates”, iniciamos
tareas que no terminamos para sentir que estamos haciendo algo, aunque en reali-
dad nos encontramos ansiosos y perdiendo el tiempo. Enfoquémonos con voluntad y
dirección en acciones que nos desbloqueen y nos conduzcan hacia nuevos caminos.
• Revisemos qué se requiere de nosotros, qué esfuerzos y sacrificios tendremos que
hacer, qué necesitamos, quiénes nos pueden ayudar o incluso a quiénes podríamos
involucrar en el proyecto, y definamos las tareas necesarias al calcular los tiempos que
tomarán y establecer las fechas para comprometernos.
• Tengamos a la mano una libreta o cuaderno especial para nuestro proyecto con sepa-
radores, y anotemos allí cuanto se nos ocurra: todo aquello que nos inspire, así como
el plan de acción y las estrategias que pensemos que nos serán de utilidad para llevar-
lo a cabo.

Para ayudar a nuestros hijos a seguir sus anhelos y sueños y crear su propio proyecto de vida:
• Observemos los intereses, aptitudes y habilidades de nuestros hijos: ¿les interesan
los animales y entienden sus necesidades?, ¿disfrutan dibujar, esculpir, escribir,
escuchar música, bailar?, ¿pasan mucho tiempo armando con bloques, diseñando,
construyendo? Éstas podrían ser las pautas para detectar qué los inspira y que podría
convertirse en su futura vocación.
• Interesémonos en sus gustos y sueños: prestemos atención y démosles confianza para
que se acerquen a compartirlo. Evitemos ridiculizarlos por sus gustos y démosles la
importancia que merecen sin banalizarlos, pues corremos el riesgo de que nuestros
hijos interpreten que tanto sus deseos como sus sueños son una tontería.
• Si se trata de algo que en verdad les interesa, conozcamos más al respecto para saber
cómo orientarlos; familiaricémonos con el tema y compartamos con ellos conversa-
ciones y actividades. Fomentemos que tengan sus propias pasiones.
• Veamos sus intereses como una oportunidad para llevar a cabo un pequeño proyec-
to en el que pongan en marcha capacidades como enfocarse, investigar y planear,
al desarrollar también su voluntad, disciplina y perseverancia, que en un futuro les
resultarán esenciales para construir su proyecto de vida.
• Escuchémoslos, acompañémoslos y apoyémoslos siempre con los pies en la tierra,
mientras sus mentes generan sueños y metas de vida. Detrás de la frase “quisiera ser
astronauta” podría haber un interés científico, o si practica la danza o ballet y expresa
que desea convertirse en una famosa bailarina o bailarín, tendrá la posibilidad de
interiorizar técnicas y estrategias de la disciplina que en un futuro le servirán para
otros campos profesionales.
• Hagámosles saber que los grandes sueños no se cumplen solos, sino que requieren
de grandes compromisos: empeño, esfuerzo, preparación (por ejemplo, académica
Textos Temáticos

y deportiva) y muchas veces también sacrificios para acercarse a las metas. Si desde
pequeños desean algo con la suficiente fuerza, será su propia motivación la que les
dé el empuje necesario para encaminarlos hacia ellas.
• Llevemos a cabo un proyecto en familia, pensemos con nuestros hijos en un sueño
que nos inspire e involucre a todos y que conlleve un beneficio para la comunidad.
Definamos qué acciones concretas y realistas debemos llevar a cabo para lograrlo.
Por ejemplo, si nuestro sueño consiste en “disminuir la contaminación”, promovamos
la reflexión sobre las acciones reales y concretas que podemos tomar para contribuir
a esta causa: separar la basura, apagar las luces cuando no las necesitemos, ahorrar
agua, levantar los excrementos de las mascotas, lavar las banquetas o el patio con
cubeta en vez de hacerlo con manguera, entre otras.

Atrévete a ser como la luz,


Aprende a ser imperceptible,
Pero no dejes de verte
Sin ver a los demás.

Extiende tus alas y vuela alto,


Toca el cielo con tu alma
Y sé infinito como el firmamento,
Sin salir de tu cama.

Solo recuerda que despertarás


Y es labor tuya que tus
Sueños sean una fantasía
O sean una realidad.

Pero nunca dejes de soñar,


Porque así exploras tu porvenir
Sin olvidarte de quién eres
Y sin dejar de ser tú.

“…Aprende a soñar viviendo, pero no vivas soñando…


Sé como el ave que vuela, pero no olvides regresar a la tierra…”

ANTONIO QUESADA ESPINOZA


Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

Autoconocimiento para crecer


De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a sí mismo.
WILLIAM SHAKESPEARE

Para vivir con plenitud, ver las cosas como son, tanto dentro como fuera de uno mismo,
y actuar de manera congruente se requieren el coraje y la madurez para conocerse. El
autoconocimiento implica un encuentro personal, con voluntad, decisión, ecuanimidad
y paciencia, para explorar nuestro interior, observar sin juzgar y descubrir las emocio-
nes, temores, apegos y aversiones, entre otros sentimientos que brotan de nuestro in-
terior. Cuando una persona ve y toma conciencia de su realidad interna y de su esencia,
es capaz de proceder con mayor madurez, responsabilidad y congruencia.
Otro aspecto importante para autoconocernos consiste en desarrollar la capacidad
de observarnos en diferentes situaciones cotidianas, al escuchar nuestra intuición para
identificar qué nos dice nuestro interior sobre nosotros mismos. Saber cuáles son nues
tros gustos, intereses y preferencias resulta primordial para definir quiénes somos, pero
también es muy útil descubrir aquello que no nos gusta o nos molesta para, a partir de ello,
conocer otros aspectos de nosotros mismos, poner límites y tomar decisiones conscientes.
Para contribuir a nuestro autoconocimiento es importante dejarnos fluir con auten-
ticidad y congruencia, permitirnos ser, respetarnos y evitar la reproducción mecánica
de esquemas y patrones que no nos son propios. A fin de aprender sobre nuestros re-
cursos internos, es indispensable reconocer nuestros talentos y fortalezas, así como
nuestras limitaciones y áreas de mejora, las cuales se pueden convertir en oportunida-
des de crecimiento.
Muchas personas llenan sus vidas con toda clase de actividades y muchas son las que
se sirven de tales actividades para huir de sí mismas. Este exceso y saturación son es-
capes muy frecuentes en nuestra sociedad, en la que se ha sobrevalorado el hacer y la
eficiencia, dejando de lado el ser. La sobrecarga de actividades es un mecanismo de
defensa que permite evadir conflictos internos y externos, a fin de no mirar en uno
mismo ni enfrentar problemas que requieren atención. Pero aquello de lo que se huye
no desaparece ni se debilita; por el contrario, se fortalece.
La energía personal se debería encauzar de manera sabia y consistente hacia el en-
cuentro con uno mismo. Solo así es posible resolver situaciones internas y externas que
nadie más atenderá por uno. Al irnos encontrando, también nos iremos conociendo, y a
través del autoconocimiento tendremos conciencia para actuar de manera congruente,
que resuene con nosotros mismos y que nos satisfaga.
Una forma para lograr el autoconocimiento es el “silencio interno”, en busca de espa-
cios de soledad que nos permitan, por medio de la respiración rítmica y profunda y con los
ojos cerrados, aquietar el cuerpo y la mente. Al hacer de esta práctica una parte de nues-
tra cotidianidad empezaremos un proceso de descubrimiento y conocimiento propios.
El autoconocimiento implica distinguir nuestra verdadera voz dentro del coro de vo-
ces internas, es decir, aquellos pensamientos, emociones y sensaciones que hacen rui-
do dentro de nosotros y nos distraen. Cada persona tiene la posibilidad de determinar
su propia verdad en cada situación; es decir, aquella que es válida para uno y que nos
permite valorar situaciones como justas o injustas, honestas o deshonestas, sanas o
dañinas, según nuestros propios criterios.
Es fundamental reconocer que el autoconocimiento constituye un camino que puede
durar toda la vida; se trata de un proceso, y como tal requiere de paciencia, sensibilidad
y persistencia y cuyos resultados no son inmediatos ni definitivos. En este andar a veces
avanzamos, otras retrocedemos e incluso nos podemos quedar estáticos. Es un proceso
de autodescubrimiento en el que debemos enfrentarnos también al gran desafío de ha-
llar congruencia entre nuestro pensar, sentir y actuar.
Para distinguir la voz más íntima de cada uno de nosotros hay que dejarnos guiar por
nuestro corazón. Esto nos da la posibilidad de sensibilizarnos y conectarnos con los de-
más y nuestro entorno. Cuando alcanzamos un cierto grado de conciencia y autocono-
cimiento, descubrimos que nos será casi imposible dañar de manera intencional a los
demás y a la naturaleza, lo que implica una ética auténtica y no impuesta desde fuera.

Anexo
Por corresponder a la última sesión del programa, por su profundidad y porque de algu-
na manera se relaciona con los demás, este tema incluye el presente anexo, el cual se
puede trabajar como ejercicio de introspección en diferentes momentos para valorar y
reflexionar su proceso y evolución.
Una herramienta útil en el largo camino del autoconocimiento consiste en cues-
tionarse sobre la propia integridad y congruencia entre nuestras actitudes y acciones
respecto de nuestros principios y valores, de modo que en verdad nos conectemos con
nuestra esencia.
A veces vale la pena hacer un alto en la vida para reflexionar sobre ciertos temas sus-
ceptibles de ayudarnos a cobrar conciencia de nuestro actuar, sin pretender la perfección
y con el entendimiento de que la vida es un proceso de cambios y aprendizaje. Temas
como honestidad, integridad, totalidad, generosidad, gratitud, cuidado del entorno y
amor a la naturaleza.65
Las siguientes preguntas pueden resultar de utilidad como pautas de reflexión. Res-
pondámoslas con honestidad y hagamos un trabajo personal profundo y valiente, pero
también paciente y constante, para llevar a cabo de manera paulatina los cambios y
transformaciones que deseamos. Es casi seguro que nuestras respuestas en muchos
casos no sean favorables, pero la buena noticia es que podemos crear conciencia sobre
ello y trabajar para mejorar.
¡Buen viaje en el camino de conocerse a sí mismo para el propio crecimiento!
Textos Temáticos

Honestidad
¿Soy honesto con los demás? ¿Les hago saber lo que en verdad pienso y siento o les
transmito una imagen que oculta o disfraza importantes aspectos de mí? ¿Estoy dis-
puesto a verme a mí mismo con toda sinceridad o me autoengaño de una u otra ma-
nera? La vida que he escogido vivir, ¿constituye mi verdad o se encuentra llena de
mentiras y componendas?

Integridad
¿Vivo según lo que digo o me contradigo en forma continua entre lo que pienso y hago?
¿Acepto la responsabilidad de mis actos y elecciones o culpo a los demás o a las cir-
cunstancias? ¿Estoy dispuesto a reconocer mis errores, mis faltas de consideración,
mis insensibilidades?

Totalidad
¿Me entrego por completo a lo que creo, a mi verdad del momento, a la expresión de
mi sentir frente a los seres que quiero? ¿O acaso me acomodo a las expectativas de los
demás o a la búsqueda del aprecio y la popularidad? ¿Me comprometo enteramente
en cada momento como si fuera el último día de mi vida, o en forma continua postergo
para un futuro incierto e imaginario lo que quiero expresar o hacer?

Generosidad
¿Vivo solo para mí y mis intereses egoístas o busco entregar lo mejor de mí con todas
las personas con que me relaciono, como familia, amigos, compañeros de trabajo, em-
pleados e incluso con las personas que me atienden en una tienda o servicio? ¿Estoy
dispuesto a tomar verdaderamente en serio las necesidades de otros y a actuar en con-
secuencia, o me importan poco? ¿En realidad deseo el bien común?

Gratitud y amor a la naturaleza


¿Agradezco la vida que tengo o me quejo de todo? ¿Desprecio mi propia vida, al des-
cuidarme o intoxicarme con sustancias que me dañan? ¿Aprecio y agradezco el aire, el
agua y el alimento que recibo día a día de esta tierra? ¿Hago lo que puedo para cuidar
el aire, la tierra, los árboles, el agua, el mar y los animales o estoy contribuyendo a des-
truirlos? ¿Asumo el grado de responsabilidad que me corresponde en todo esto o me
limito a quejarme de lo que hacen los demás?
Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?
Textos Temáticos

Índice de formatos
1. Carátula fólder del participante para archivar los textos temáticos

2. Formato de inscripción para Consejo de padres dia

3. Cuestionario para padres de familia

4. Lista para registro de asistencia

5. Formato de autoobservación para el orientador y valoración final


de la sesión de Consejo de padres dia
1

Consejo de padres dia


para crecer con nuestros hijos

Textos temáticos y tips El Consejo de padres dia, para crecer con nuestros hijos es una
propuesta educativa que surge a partir del programa dia (siglas
Padres dia en acción de Desarrollo de Inteligencia a través del Arte), dirigida a pa-
dres de familia con el objetivo de ofrecerles un espacio de diálo-
go, reflexión, aprendizaje, convivencia y búsqueda de alterna-
tivas útiles para la crianza, educación y formación de sus hijos,
así como para las necesidades e inquietudes actuales de los
propios padres. Se trata de una opción que permite estrechar
el vínculo escuela-familia, la cual constituye un consejo porque
sus miembros tienen un fin común: intercambiar sus saberes,
ideas y puntos de vista; ser autores de su propio discurso, más
conscientes y activos en su labor como padres, lo que les permi-
te desarrollar mayores herramientas para llevarla a cabo, pero
también para disfrutarla, de acuerdo con sus propias necesida-
des y valores.

NOMBRE

CICLO ESCOLAR
Consejo de padres dia para crecer con nuestros hijos 2

FAVOR DE LLENAR ESTE FORMATO. SUS DATOS SERÁN DE UTILIDAD PARA TENER UN REGISTRO
DE LOS PARTICIPANTES Y CONTACTARLOS EN CASO NECESARIO. ¡MUCHAS GRACIAS!

NOMBRE COMPLETO:

GRADO ESCOLAR Y GRUPO DE SU HIJO(A):

TELÉFONO DE CASA: MÓVIL:

DIRECCIÓN DE CORREO ELECTRÓNICO:

CUESTIONARIO PARA PADRES DE FAMILIA 3

FAVOR DE RESPONDER DE MANERA ANÓNIMA A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS. SUS RESPUESTAS HONESTAS
SERÁN MUY VALIOSAS PARA MEJORAR ESTE PROGRAMA. ¡GRACIAS!

¿Cómo se ha sentido en el Consejo de padres dia?

¿En qué lo ha beneficiado este espacio?

Comentarios y sugerencias:
Consejo de padres dia para crecer con nuestros hijos 4

FAVOR DE FIRMAR EN LA CASILLA QUE CORRESPONDE A SU NOMBRE Y A LA SESIÓN DE HOY PARA REGISTRAR SU ASISTENCIA:

NOMBRE SESIÓN 1 SESIÓN 2 SESIÓN 3 SESIÓN 4 SESIÓN 5 SESIÓN 6 SESIÓN 7 SESIÓN 8 SESIÓN 9 SESIÓN 10
Fecha: Fecha: Fecha: Fecha: Fecha: Fecha: Fecha: Fecha: Fecha: Fecha:
/ / / / / / / / / / / / / / / / / / / /
FORMATO DE AUTOOBSERVACIÓN PARA EL ORIENTADOR Y VALORACIÓN FINAL 5
DE LA SESIÓN DE CONSEJO DE PADRES DIA

ESCUELA/INSTITUCIÓN ORIENTADOR(A)

GRADO(S) ESCOLAR(ES) DEL HIJO(S) FECHA / /


Preescolar | 1º | 2º | 3º | 4º | 5º | 6º

NOMBRE DE LA IMAGEN

SIGA CON CUIDADO ESTAS INSTRUCCIONES:

A) AUTOOBSERVACIÓN
1. Después de la sesión, marque las acciones e interacciones que realizó.
2. Utilice la segunda columna si considera necesario escribir alguna observación, comentario o anécdota
que enriquezca su autovaloración.
3. Valore su desempeño de manera honesta: asigne un valor del 1 al 5 en relación con el cumplimiento
de la intención global del principio, donde 1 es el menor valor de logro y 5 el máximo.
4. Es recomendable llevar a cabo la autoobservación de su desempeño después de cada sesión, al menos
durante las primeras experiencias como orientador, con la intención de que introyecte todas las acciones
e interacciones de cada principio.

1 PRINCIPIO PEDAGÓGICO ORIENTAR


2
Intención general: Crear las condiciones físicas, mentales y sociales que permitan
3
a los padres compartir y reflexionar en grupo.
4
5
ACCIONES E INTERACCIONES REALIZADAS OBSERVACIONES, ANÉCDOTAS, COMENTARIOS RELEVANTES

PREPARÉ LA SESIÓN:
Observé la imagen.
Revisé la planeación de la sesión.
Revisé los textos temáticos.
Planeé el ejercicio de orientación.

PREPARÉ MI PROPIA DISPOSICIÓN MENTAL:


Llegué con suficiente anticipación.
Hice algún ejercicio para autoorientarme.

PREPARÉ EL AMBIENTE FÍSICO:


Organicé el espacio.
Tuve listos los materiales.
Di la bienvenida a los padres
y agradecí su asistencia.
Fomenté que se cumplieran las reglas del juego
de la clase dia y los acuerdos de convivencia.

PREPARÉ LA DISPOSICIÓN MENTAL DEL GRUPO:


Guié el ejercicio de orientación.
Verbalicé con claridad las instrucciones
del ejercicio y las modelé.
Compartí con el grupo los beneficios
del ejercicio.
Coloqué la imagen y permití la observación
en silencio.

1
PRINCIPIO PEDAGÓGICO GENERAR
2
Intención general: Fomentar la observación, el análisis y la reflexión en torno
3
a la obra de arte y los temas tratados a través del diálogo grupal.
4
5
ACCIONES E INTERACCIONES REALIZADAS OBSERVACIONES, ANÉCDOTAS, COMENTARIOS RELEVANTES

PROMOVÍ LA OBSERVACIÓN Y EXPRESIÓN LIBRE


DE IDEAS:
Inicié la sesión con la formulación al grupo de
la pregunta básica: “¿Qué está pasando aquí?”
Formulé preguntas complementarias para
el diálogo inicial cuando fue pertinente.
Propicié la búsqueda de evidencias lógicas.
Pregunté: “¿Qué ve en la imagen que l0 hace
decir que…?” siempre que fue necesario.

FACILITÉ LA REFLEXIÓN GRUPAL CUANDO FUE


PERTINENTE, DE ACUERDO CON LOS TEMAS
DE INTERÉS Y MEDIANTE SECUENCIAS DE
PREGUNTAS EN LAS SIGUIENTES CATEGORÍAS:
Introducir un tema.
Contrastar opuestos.
Buscar causas y efectos.
Definir y analizar conceptos.
Cuestionar y problematizar.
Relacionar el tema con la experiencia personal.
Relacionar el tema con la crianza, educación y
formación de los hijos.
Generar alternativas de acción.
1
PRINCIPIO PEDAGÓGICO RESCATAR
2
Intención general: Construir conocimiento alrededor de temas
3
de crecimiento personal, crianza, educación y formación de los hijos.
4
5

ACCIONES E INTERACCIONES REALIZADAS OBSERVACIONES, ANÉCDOTAS, COMENTARIOS RELEVANTES

Categoricé y conceptualicé los comentarios,


ideas y puntos de vista de los participantes.
Resumí para organizar, relacionar y diferenciar
las aportaciones.
Identifiqué las oportunidades que se presentan
en el diálogo y retomé lo que fue útil para pro-
mover la reflexión grupal.

1
PRINCIPIO PEDAGÓGICO MOTIVAR
2
Intención general: Construir un espacio de confianza, calidez, reconocimiento
3
y respeto que fortalezca la autoestima de los participantes, propicie su
4
5 participación y mantenga el interés del grupo.

ACCIONES E INTERACCIONES REALIZADAS OBSERVACIONES, ANÉCDOTAS, COMENTARIOS RELEVANTES

Escuché con atención.


Formulé frases de aliento.
Proyecté la voz y expresé una actitud positiva
mediante mi lenguaje corporal.
Agilicé las participaciones.

1
PRINCIPIO PEDAGÓGICO CERRAR Y TRASCENDER
2
Intención general: Consolidar los aprendizajes obtenidos durante la sesión,
3
4 promover la reflexión individual y la creación de alternativas de acción en
5 situaciones de crecimiento personal y la crianza, educación y formación de los hijos.

ACCIONES E INTERACCIONES REALIZADAS OBSERVACIONES, ANÉCDOTAS, COMENTARIOS RELEVANTES

Propuse la lectura del texto que consolidara la


temática abordada en la sesión.
Organicé la lectura grupal del texto en voz alta.
Me aseguré de la comprensión del texto al me-
diar su contenido cuando fue necesario.
Solicité a los participantes que llevaran a cabo
una reflexión individual.
Solicité que escribieran sus reflexiones en el
espacio correspondiente en el texto.
Invité a algunos participantes a compartir sus
aprendizajes.
B) VALORACIÓN FINAL DE LA SESIÓN

Después de cada sesión, reflexione sobre las siguientes preguntas, cuyas respuestas lo ayudarán
a ir conociendo mejor las necesidades de su grupo de padres y a actuar en consecuencia.

EJERCICIO DE ORIENTACIÓN
Ejercicio llevado a cabo:

¿Me sirvió el ejercicio de orientación que elegí? ¿Por qué?

2. REFLEXIÓN GRUPAL:
¿Qué logros tuve?

¿Qué dificultades se me presentaron? ¿Cómo las resolví?

Si surgió un tema no contemplado aparte de los tres previstos, ¿qué preguntas formulé para trabajarlo?

3. TEXTO TEMÁTICO LEÍDO:


¿Cuál fue?

¿Se presentó alguna dificultad?

4. APRENDIZAJES:
¿Cuáles fueron los aprendizajes más significativos que compartieron los padres al final de la sesión?
Glosario
Actitud. Es la respuesta emocional y mental a las circunstancias de la vida; la tendencia
del individuo a reaccionar, en forma positiva o negativa, a determinado valor social.

Agente de cambio. Aquella persona que altera la capacidad humana o los sistemas de
organización para lograr un mejor y mayor grado de resultados. En el Consejo de padres
dia se concibe al orientador como un agente de cambio porque ayuda a los padres a
conocer su realidad e identificar y desarrollar los recursos necesarios para transformar
aquello que desean cambiar.

Apertura. Es el equilibrio entre la capacidad de ser asertivo y empático. Una persona


con esta actitud se muestra dialogante, capaz de expresar sus puntos de vista con aser-
tividad, y al mismo tiempo sabe escuchar y valorar las opiniones de los demás.

Autoconocimiento. Es el proceso reflexivo mediante el cual la persona adquiere noción


de su ser en todas sus dimensiones: autopercepción, autoobservación, memoria auto-
biográfica, autoestima y autoaceptación. Se trata del conocimiento propio del carácter,
las emociones y reacciones, fortalezas, retos, oportunidades, actitudes, valores, gustos
y desagrados. También consiste en apoyarse en las propias capacidades y recursos para
superar limitaciones.

Autocontrol. Es la habilidad de regular las propias emociones, comportamientos o deseos.

Capacidades de mediación. Se refieren a los recursos y aptitudes que el orientador re-


quiere desarrollar para crear y manejar espacios de diálogo, reflexión y aprendizaje, al
enfocar las intenciones pedagógicas y utilizar las estrategias didácticas para alcanzar
los objetivos del programa.

Catarsis. Del griego katharsis, que significa “purga” o “purificación”, es la expresión de


una emoción o recuerdo reprimido, con lo que se genera un “desbloqueo” súbito que
permite entender mejor esa emoción o suceso e incluso hablar sobre ello con amplitud.

Código de ética. Aquel que fija las normas para regular los comportamientos de las per-
sonas en una empresa u organización. Si bien la ética no impone castigos legales, su
código supone una normativa interna de cumplimiento de las conductas moralmente
aceptables.

Cohesión grupal. Se refiere al proceso, fuerzas (de atracción) y factores como la per-
tenencia, la vinculación y los objetivos comunes que permiten a los miembros de un
grupo sentirse unidos y permanecer en él.

Comunicación asertiva. Se trata de una forma de expresión consciente, congruente,


Glosario

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clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar ideas, sentimientos o defender


derechos sin la intención de herir ni perjudicar al interlocutor, pues se actúa desde un
estado interior de autoconfianza en lugar de hacerlo con ansiedad, culpa o rabia. Para
comunicarse de manera asertiva resulta necesario considerar tres aspectos (o las tres
M): el mensaje, el modo y el momento.

Comunicación intrapersonal. Es el diálogo con uno mismo, es decir, los procesos de


pensamiento que incluyen la voz interior, la conciencia y la reflexión. Se relaciona con
la capacidad de conocerse a uno mismo: las reacciones, emociones y vida interior.

Comunidad educativa. Es el colectivo de actores que forman parte del sistema de toda
escuela: alumnos, maestros, directivos y padres de familia, cuya interacción influye en
los procesos y resultados de su proyecto educativo.

Conciencia. La connotación de este concepto en el Consejo de padres dia se refiere al


conocimiento del ser humano sobre sí mismo, su existencia, sus estados o actos y su
relación con el mundo.

Consejo. Por lo general, lo conforma un grupo de especialistas de una empresa, institu-


ción, entidad o asociación, el cual se reúne para analizar situaciones y tomar decisiones
en consenso sobre lo más conveniente para el bien común de la agrupación a la que
pertenecen. El nombre de este programa se inspira en los “consejos de ancianos” de
algunas sociedades, representados por personas con autoridad moral, sabiduría, expe-
riencia y el reconocimiento de su comunidad.

Construcción colectiva del conocimiento. Es el proceso de elaboración cognitiva que


implica la participación activa y en colaboración de los miembros de un grupo hetero-
géneo, donde cada persona aporta sus conocimientos, experiencias y saberes previos
de modo que se enriquece el resultado.

Crecimiento personal. Consiste en que, al adquirir conciencia de sí mismo, el individuo


aprenda a aprovechar sus posibilidades de pensar, sentir y actuar. También implica de-
sarrollar la capacidad para el gozo, la vitalidad y la creatividad. Entre sus objetivos se
incluye:
• Conocerse a sí mismo, con honestidad, al identificar tanto virtudes como defectos.
• Evaluar qué se desea conservar, mejorar o cambiar e identificar y crear las herra-
mientas para hacerlo.
• Reconocer los obstáculos interiores y exteriores que impiden el crecimiento.
• Esforzarse en llegar a ser quien se desea ser y lograr la congruencia entre pensar,
sentir y actuar, así como responsabilizarse de los actos y sus consecuencias.

Crianza, educación y formación. La propuesta del Consejo de padres dia es que los pa
dres estén conscientes de sus prácticas de crianza, educación y formación de los hijos,
de modo que transformen lo que consideren necesario.
• Crianza. Se refiere a la alimentación y cuidado físico, afectivo y social que recibe un
ser humano desde que es un recién nacido hasta que se puede valer por sí mismo.
• Educación. Es el proceso multifactorial mediante el cual se transmiten conocimientos,
valores, costumbres, pautas culturales y formas de actuar. La educación no sólo se
produce a través de la palabra, pues se encuentra presente en todas nuestras accio-
nes, sentimientos y actitudes.
• Formación. En el programa también se incluye este concepto, a fin de enfatizar en
el aspecto humano de la educación por medio de un conjunto de experiencias pro-
vistas por los padres que permitan a los hijos crecer como personas y desarrollar su
potencial.

Desarrollo humano. Se refiere a generar las condiciones óptimas para la formación de


seres humanos autónomos, libres, comprometidos y capaces de contribuir con su talen-
to y voluntad al bienestar de sí mismos y de su comunidad, con base en la construcción
de la persona, la capacidad para conocer y dar significado al mundo y la activación de la
expresión creativa.
• La construcción de la persona se fomenta mediante el desarrollo de habilidades cog-
nitivas, comunicativas, afectivas y sociales.
• La capacidad para conocer y dar significado al mundo se logra mediante la integración
consciente al entorno natural, a la comunidad y al ser partícipes de la cultura.
• La expresión creativa es la capacidad para responder e influir en el mundo por medio
de la resolución de necesidades y desafíos de manera constructiva y original.

Dinámica grupal. Es la designación sociológica para indicar los cambios en un grupo


de personas cuyas relaciones mutuas resultan importantes, al hallarse en contacto los
unos con los otros, con acuerdos explícitos o implícitos y actitudes personales y colecti-
vas continuas y activas.

Formación continua. Se refiere a la adquisición sistemática de actitudes, conceptos, co-


nocimientos, reglas o destrezas que implican una mejora en la realización de una tarea,
actividad o trabajo. Ésta es “continua” cuando el aprendizaje se convierte en un proceso
dinámico, en constante evolución, el cual se da a lo largo de la vida y nunca termina. Se
trata de un concepto que por lo común se utiliza en el ámbito laboral y profesional. Sin
embargo, la propuesta de este programa consiste en que el crecimiento personal y la
tarea de ser padres también requieren un aprendizaje continuo.

Identidad. La constituyen los rasgos propios (creencias, valores, modos de comporta-


miento, preferencias) de un individuo o comunidad. Se trata de la conciencia de una
persona respecto de sí misma, que la diferencia de los demás. Si bien muchos de los
rasgos de identidad son hereditarios o innatos, el entorno ejerce una gran influencia en
la conformación de la especificidad de cada sujeto.

Metacognición. Es el pensamiento estratégico utilizado en ambientes educativos para


regular la actividad de aprendizaje y fomentar el hábito de reflexionar y hacer concien-
cia sobre los procesos vividos. En el ámbito individual se refiere al análisis del pensa-
miento para alcanzar un nuevo y mejor estado de comprensión, aprendizaje y solución
de problemas.

Modelo mental, idea preconcebida y prejuicio. En el Consejo de padres dia estos con-
ceptos son relevantes, pues las personas toman decisiones y actúan con base en mo-
delos mentales, ideas preconcebidas y prejuicios, por lo que resulta importante estar
consciente y reflexionar sobre los mismos:
• Modelo mental. Es el mecanismo del pensamiento mediante el cual un ser humano,
o cualquier otro animal, intenta explicar cómo funciona el mundo real. Se trata de un
símbolo interno o representación de la realidad externa o hipotética, el cual juega un
papel importante en la cognición.
• Idea preconcebida. Se define como el marco para observar el mundo o formas de
pensar intrínsecas. Estas ideas limitan el libre pensamiento de los seres humanos y
reducen su alcance. Incluso se pueden convertir en el mayor impedimento para la ex-
pansión de la conciencia, pues limitan las experiencias de los individuos.
• Prejuicio. Se refiere al proceso de formación de un concepto, juicio u opinión positiva o
negativa acerca de una persona o situación antes de determinar la preponderancia de
la evidencia, es decir, sin tener suficientes elementos previos o ninguna experiencia
directa o real.

Obra de arte visual. Es cualquier manifestación artística cuyo lenguaje apele sobre todo
al sentido de la vista: pintura, escultura, grabado, fotografía, video y cine, entre otras.

Pautas de mediación. Son los lineamientos o modelos presentes en cada uno de los
principios pedagógicos del programa dia, los cuales resultan necesarios para lograr la
calidad en la mediación.

Pensamiento crítico. Es la actitud intelectual que se propone analizar, cuestionar y eva-


luar la consistencia de los razonamientos, en especial las opiniones o afirmaciones que
la sociedad acepta como verdaderas en la vida cotidiana.

Problematizar. Consiste en provocar el análisis y pensamiento crítico y divergente so-


bre un concepto, asunto o situación para no darlo por hecho, así como cuestionar ideas
preconcebidas, prejuicios y sistemas de creencias arraigados o socialmente aceptados.

Proceso de pensamiento. Consiste en la organización y reestructuración que implica la


integración de los estímulos internos y externos para generar nuevas representaciones
mentales o acciones motoras, las cuales permiten a su vez la construcción de una res-
puesta, conocimiento o aprendizaje.

Sabiduría. Es el conocimiento profundo que integra la inteligencia, el entendimiento,


la experiencia y la intuición. En suma, la forma correcta de aplicar el conocimiento, que
va mucho más allá que el propio intelecto, con lo que se muestra y descubre lo elemen-
tal de la vida.

Sentido de vida. Es un concepto filosófico sobre el propósito y el significado de la vida


o la existencia en general, profundamente mezclado con las concepciones filosóficas y
religiosas de la existencia, la conciencia y la felicidad.

Valoración positiva de uno mismo. Se logra al construir una imagen que permita actuar
con confianza y seguridad a partir del descubrimiento de las capacidades y recursos
personales.

Valores. Es el conjunto de creencias y convicciones profundas que determinan la mane-


ra de ser de cada persona y orientan su conducta en los ámbitos individual y social. Se
trata de normas que guían las acciones y actitudes que realizamos de manera conscien-
te y libre.

Vulnerabilidad. En el Consejo de padres dia se alude a la connotación positiva de ser


vulnerable, en referencia a las personas sabias y maduras con la disposición de conocer
sus propias limitaciones (errores, sentimientos, temores, inseguridades y emociones),
así como a aceptarlas y permitir con valentía que los demás las conozcan.
Créditos Iconográficos

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Créditos iconográficos
• Página 106
Rufino Tamayo
La familia
1987
Óleo sobre tela
© D.R. Rufino Tamayo / Herederos / México / 2013
Fundación Olga y Rufino Tamayo, A.C.

• Página 118
Diego Rivera
Fin del recorrido (detalle)
1923-1928
Mural fresco
D.R. © 2013 Banco de México, “Fiduciario” en el Fideicomiso relativo a los Museos
Diego Rivera y Frida Kahlo. Av. 5 de Mayo No. 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc
06059, México, D.F.

• Página 128
Marc Chagall
El paseo
1917
Óleo sobre tela
D.R©MARC CHAGALL/ADAGP/SOMAAP/México 2013
Reproducción autorizada por en INBA

• Página 138
Anónimo
De coyote, mestizo y mulata
Siglo XVIII
Óleo sobre tela
CONACULTA-INAH-MEX
Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia

• Página 148
Antonio Ruiz “El corcito”
La soprano
1949
Óleo sobre madera
Acervo Patrimonial, Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
D.R. ©Luisa Barrios Honey Ruiz
• Página 158
Jacques Henri Lartigue
Dani y su hijo
1944
Fotografía blanco y negro
D.R. © JACQUES HENRI LART IGUE/ADAGP/SOMAAP/México/2013

• Página 168
Carlos Azpeitia Conde
Sin título
ca. 1980
Fotografía blanco y negro
Fuente: Niños SEP-Fonapas, México, 1981. Pág. 137

• Página 180
Duane Hanson
Compradora de supermercado
1970
Escultura en fibra de vidrio
D.R. ©DUANE HANSON/VAGA/SOMAAP/México 2013

• Página 192
Diane Arbus
Sin titulo
ca. 1965
Fotografía banco y negro
D.R. ©DIANE ARBUS /ARS/SOMAAP/México 2013

• Página 204
Antonio Vizcaíno
Lacandón, Lacanja, Chiapas
1990
Fotografía a color
D.R. © Antonio Vizcaíno
Segundo ciclo

• Página 216
Alberto Schommer
Sin título
Fecha no disponible
Fotografía blanco y negro
D.R. © ALBERTO SCHOMMER/VEGAP/SOMAAP/México/2013

• Página 226
Fanny Rabel
El náufrago
1983
Técnica mixta sobre tela
D.R.©FANNY RABEL/SOMAAP/México 2013

• Página 240
Frida Kahlo
Retrato de doña Rosita Morillo
1944
Óleo sobre masonite
D.R. © 2013 Banco de México, “Fiduciario” en el Fideicomiso relativo a los Museos
Diego Rivera y Frida Kahlo. Av. 5 de Mayo No. 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc
06059, México, D.F.
Reproducción autorizada por el INBA

• Página 252
Anónimo
Sin titulo
ca. 1950
Fotografía a color

• Página 262
Pablo Ortiz Monasterio
Sin titulo
1989
Fotografía en blanco y negro
D.R. © Pablo Ortiz Monasterio
• Página 272
Guillermo Meza
Autorretrato en la montaña
1955
Óleo sobre tela
D.R. ©GUILLERMO MEZA/SOMAAP/México 2013

• Página 284
Atribuido a Juan Tinoco
María Magdalena
Siglo XVII
Óleo sobre tela
Colección Banco Nacional de México

• Página 296
Edvard Munch
El grito
1893
Témpera y pastel sobre madera
D.R. ©EDVARD MUNCH/BONO/SOMAAP/México 2013

• Página 306
Brassaï (Gyula Halász)
Pareja de enamorados en un pequeño café
1932
Fotografía blanco y negro
© Estate Brassaï –RMN-Grand Palais
Localisation: Paris, musée national d´Art moderne– Centre Georges Pompidou
© Centre Pompidou, MNAM-CCI, Dist. RMN-Grand Palais/
Jacques Faujour

• Página 318
Remedios Varo
Tránsito en espiral
1962
Óleo sobre masonite
D.R©REMEDIOS VARO/VEGAP/SOMAAP/México 2013
Agradecimientos
Agradecemos profundamente a las instituciones y a todas las personas que hicieron
posible el programa piloto de Consejo de padres dia, llevado a cabo de enero a junio de
2011 y de septiembre de 2011 a junio de 2012.

Instituciones:
Desarrollo de la Comunidad, A.C.
Centro Educativo Exea, S.C.
Centro de Atención Múltiple núm. 10
Reintegra, A.C.
Escuela Herminio Almendros, S.C.

Gracias por su apoyo, colaboración y coordinación al equipo de Desarrollo de la


Comunidad, A.C.: Ricardo H. Serrano, Araceli Monje Reyes, Elena Carreón García,
María Eugenia Baca Gutiérrez, Norma Ivonne Jiménez Rodríguez y Viviana Noemí
León López.

Gracias al Centro Educativo Exea, S.C. por su confianza y por abrir sus puertas, como
siempre, a los programas de La Vaca Independiente; a su director, Marco Hernández
Medina y a Hilda González Olguín por su apoyo en todo momento.

Gracias a todas las orientadoras que se formaron para implementar el programa


piloto de Consejo de padres dia, por su compromiso, entrega y valiosas aportaciones,
que enriquecieron y consolidaron el programa: Irma Yolanda Aguirre Félix,
Elia Álvarez Ramírez, Juana Blas Cruz, Daniela Chávez Heres, Patricia Esquivel
Carmona, María Concepción Gracia Cadena, María Gabriela Hernández Galván,
María de Lourdes Hernández García, María Teresa Hernández García, Carmela
Huerta Benítez, María Leticia Jiménez Guzmán, Ingrid Gisell Nissen Villalpando,
Yolanda Pérez Pérez, Martha Leticia Segura Bobadilla.

Finalmente, gracias a todos los padres de familia por su participación desinteresada,


por su constante disposición y por abrir su corazón en las sesiones de Consejo de padres
dia; gracias a ustedes nos fue posible valorar los beneficios e impacto del programa.

ISBN: 978-607-96042-1-9
Formato para Preguntas de Reflexión

Después de estas reflexiones ¿Qué aspectos deseo trabajar conmigo, con mi pareja y con mis hijos?
¿Qué actitudes quiero transformar y qué acciones concretas realizaré?

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