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POR: Juan Carlos Correa Madrid

Derecho Penal Especial 2


Profesor: Edgar Escobar
Universidad Autónoma Latinoamericana
2018.

“MANUAL DE URBANIDAD Y BUENAS MANERAS”


DE MANUEL ANTONIO CARREÑO

INTRODUCCIÓN.

Por urbanidad se entiende, el conjunto de pautas que debemos observar para


comunicar decencia, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras. La práctica de
ésta tiende a la conservación del orden y buena armonía, para que entre los seres
humanos se estrechen lazos que los unan, por medio de impresiones agradables.

Se puede observar que, las pautas de urbanidad no se encuentran en las leyes; pero,
es importante decir que, no podría conservarse ninguna sociedad sin el cumplimiento
de pautas básicas de convivencia. Ellas nos enseñan a ser ordenados y exactos en el
cumplimiento de nuestros deberes y a dirigir nuestra conducta de manera que a nadie
causemos incomodidad y problemas.

El manual de Urbanidad y Buenas Maneras resume los dos grandes deberes que el ser
humano debe cumplir, pero a su vez cada deber es una secuencia del otro y se unen
para llegar a la misma finalidad que es la decencia, el decoro, la elegancia, el orden y la
buena armonía. Siendo así, estos dos deberes son:
1. Los deberes morales del hombre: Que a su vez, estos son los deberes para
con Dios, los deberes para con la sociedad y los deberes para con él mismo.

2. Y los deberes de urbanidad: Que son básicamente aseo personal, del modo de
conducirse tanto dentro como fuera de casa y en la sociedad, y de las
diferentes aplicaciones de urbanidad.
RESUMEN

I. DEBERES MORALES DEL HOMBRE

En los deberes morales del hombre el libro se encarga de hablar de los deberes con
Dios; los deberes con la sociedad, que estos a su vez son deberes con los padres, con
la patria y con nuestros semejantes; y por último los deberes con nosotros mismos.

En los deberes con Dios, se puede observar que, manifestar a Dios nuestro amor,
gratitud y adoración, con actos públicos que, al mismo tiempo que satisfagan nuestro
corazón, sirvan de ejemplo a los que nos observan. Una de las formas de hacerlo es
asistiendo frecuentemente a la con devoción, pero también respetando y honrando a los
sacerdotes de Dios oyendo siempre con interés sus consejos cuando estos nos dirige
su voz de caridad y de consuelo. Esto como parte de una manifestación de nuestro
respeto a Dios, y como un signo inequívoco de una buena educación moral, y religiosa.

En los deberes con la sociedad, se encuentra que hay deberes con los padres donde
a ellos se les debe de amar, honrar, respetar y obedecer tal como lo han impuesto las
leyes divinas y la misma naturaleza, esto en gratitud por todo lo que hacen por uno
como hijo. En todas las ocasiones se les debe refrendar el amor de manera cordial y
expresiva; principalmente cuando el peso de la vejez los incomode y reduzca a ese
estado de impotencia en donde necesiten de solicitud y primeros auxilios. En esos
momentos se debe recordar y considerar todo lo que hicieron por nosotros y que
estamos en deuda con ellos.

Además, en los deberes con la patria debemos guardar fielmente sus leyes y obedecer
a sus magistrados. Así también debemos contribuir con una parte de nuestros bienes
para el sostenimiento de los empleados que son necesarios para dirigir la sociedad con
orden y provecho de todos.
Y finalmente, en cuanto a los deberes con nuestros semejantes, no se puede cumplir el
supremo debe de amar a Dios, sin amar a nuestros semejantes. Uno de los grandes
deberes que tenemos para con nuestros semejantes es que debemos respetarlos,
honrarlos, tolerar y ocultar sus miserias y debilidades. Debemos socorrerlos en sus
necesidades, perdonar sus ofensas y solidarizarnos con ellos como desearíamos que
se solidarizaran con nosotros. También debemos perdonarlos y retribuirles sus ofensas
con actos de amor.

Por otro lado, en los deberes con nosotros mismos, se dice que, si se ama a Dios, a
nuestros semejantes y en especial a nuestros padres, familia y patria, este deber es
una consecuencia necesaria y, evidentemente que tenemos educarnos, conservarnos y
moderar nuestras pasiones. Además, debemos cuidar de nuestra salud, existencia
viviendo para Dios y para nuestros semejantes.

II. URBANIDAD
En este apartado, el libro pretende hablar de la urbanidad y sus principios generales, el
aseo que todo ser humano debe tener, el modo de comportarnos dentro de la casa, el
modo de comportarnos en lugares por fuera de la casa, el modo de comportarnos con
la sociedad y por último la aplicación de la urbanidad.

La urbanidad es el conjunto de reglas que tenemos que observar para comunicar


dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras, y para manifestar a los
demás la generosidad, atención y respeto que les son debidos, por medio de la
etiqueta.

La etiqueta es el conjunto de cumplidos y ceremonias que debemos emplear con todas


las personas. Según las reglas generales de la etiqueta deben observarse en cuatro
secciones en que están divididas nuestras relaciones sociales, a saber: la familia o el
círculo doméstico; las personas extrañas de confianza; las personas con quienes
tenemos poca confianza; y aquellas con quienes no tenemos ninguna.
El aseo es una gran base de valor social, así mismo, el aseo contribuye poderosamente
a la conservación de la salud, siempre tener limpio nuestros vestidos, nuestra
habitación, y también nuestros actos. El aseo de nuestra persona debe hacer un papel
importante en nuestras ocupaciones diarias; debemos pues bañarnos diariamente,
limpiaremos nuestra dentadura, lavarnos frecuentemente nuestras manos, las uñas se
deben de recortar, no escupir donde queramos, recortarse los vellos de la nariz y
usaremos un pañuelo para limpiar la nariz, así mismo para estornudar.

Así pues, nos abstendremos de toda acción que sea indirectamente a la limpieza.
Cuando estemos solos, aplicaremos el pañuelo a la boca. No ofrezcamos ninguna
prenda nuestra, como el sombrero. Guardémonos de darle la mano a la persona que
esté haciendo una ejecución poco aseada. Cuando entremos a una casa, limpiaremos
la suela de nuestro zapato, así mismo, cuando estemos en una casa ajena, tratemos
con delicadeza los muebles, alhajas y objetos de adorno.

En cuanto al modo de comportarnos dentro de la casa, tendremos acomodado todo


aquello que pueda cambiar fácilmente de lugar; como libros, papeles, vestidos, etc.
Establezcamos pues, un cierto orden en la colocación de los muebles, de los libros y
cuantos objetos nos rodean.

Antes de irnos a dormir debemos de despedirnos cortés y afectuosamente de las


personas de nuestra familia. Es incorrecto el antes de entrar a la cama, hacer el acto de
fumar, el ronquido es de igualmente de mala educación, aunque es un habito natural e
imprescindible, esto siempre y cuando uno este acompañado. Cuando estemos en un
hotel, procuremos no hacer mucho ruido para no molestar a los vecinos. No interrumpir
y llamar al que está durmiendo.

En cuanto al modo de comportarnos en lugar por fuera de la casa, por ejemplo, en la


calle debemos conducirnos con gran prudencia, decoro y contribuyendo las debidas
atenciones a las personas que en ella encontremos. No debemos voltear la cara para
mirar a las o los que ya han pasado, es una costumbre inapropiada de gente mal
educada, ni tampoco acercarnos a las ventanas de una casa con el objeto de juzgar.
Debemos de cuidarnos de llamar y detener a las personas, salvo que sea un caso de
emergencia. Saludar educadamente a amigos y desconocidos principalmente si son
señoras, pero nunca detenerse para conversar sin motivos de peso.

Cuando se asista a la iglesia las personas se deben de comportar con una conducta
respetuosa, decorosa y decente de tal manera que no distraiga y robe la atención de los
demás quienes buscan a Dios. No asistir a los centros educativos en horas que se
puede ser causa de interrupción de la enseñanza.

En las asambleas es indecente perder la educación cuando las propias opiniones


encuentran contradicción o cuando alguien más está hablando. Es mala educación
hacer uso de la ironía cáustica y mordaz, que incendia y divida los ánimos y cierran las
puertas de la razón y que ofende la dignidad del hombre.

En el modo de comportarnos con la sociedad, la conversación es el alma y el alimento


de toda sociedad. Nada hay más relevante en la educación de una persona que el tono
y las inflexiones de la voz. En ningún caso hay que entrar en discusión con alguna
persona ni hablemos en un idioma en el que no entiendan los demás. La variedad de
los temas contribuye en una gran manera a divertir la conversación. El razonamiento
debe ser claro, intangible y expresivo, evitando siempre comparaciones inoportunas e
inadecuadas, la voz debe de ser suave y natural, por lo que el estudio de la gramática
debe ser indispensable. Nuestro lenguaje debe ser culto, decente y respetuoso. La
narración debe ser espiritual y animada, con un lenguaje fluido, sencillo y breve.

Mantendremos nuestra mirada al que está hablando, así mismo una distracción
contribuye a una grave falta. Es más ridículo el repetir el mismo hecho que acaba de
relatarse. Así como también, deberemos de inculcar cual es la hora en la que
deberemos de llegar, también calculemos el número de personas a los que tengamos
que invitar.

Es un acto incivil y grosero el fumar en un festín. En un banquete siempre serviremos


primero la sopa, después los platos fuertes, las ensaladas y al final el postre. Y por
consiguiente, en las reuniones de campo, a pesar de la libertad que se goce, siempre
se tendrán presente los límites de moderación y del decoro.

Los amigos y parientes más inmediatos del difunto, son los que generalmente
acompañan a los dolientes cuando se dirigen al templo. Se guardará silencio y respeto
ante los familiares del difunto, ya sea en la casa o en el templo. Nunca comamos
aceleradamente, no escupir, no toser, no subir los codos en la mesa, utilizar los
utensilios puestos en la mesa, etc.

Tener moderación y el goce ya sea del triunfo o de la derrota. No nos entreguemos


exclusivamente y arduamente al juego, esto podría desencadenar discusiones, que
jamás es bien recibida entre gente fina.

Las formas de vestirnos siempre estarán sujetas generalmente a los caprichos de la


moda. Deberemos de aparecer siempre en la calle moderadamente vestidos, esta
deberá ser severamente honesta y tan sencilla cuando lo permita la dignidad personal.
Deberán de ser traje negro cuando se hagan reuniones de duelo o de pésame.

El tacto social debe considerarse como el más alto y más sublime grado de la
cortesanía, pues él supone un gran fondo de dignidad, discreción y delicadeza. Jamás
nos detengamos a encarecer las ventajas y goces que la naturaleza o que la fortuna
nos haya proporcionado. No manifestemos nunca a una persona la semejanza, física o
moral, que encontremos en ella o en otra persona.

Los objetos en que debemos de consagrar mayor suma de atención y estudio es de


hacer agradable a la persona, la moderación es la reguladora de los modales. Siempre
que nos encontremos en sociedad, mantengámonos rectos, al sentarnos hagámoslo
con suavidad y delicadeza. El acto de bostezar indica infaliblemente sueño o fastidio. La
igualdad en el trato es uno de los más importantes atributos de la buena educación.
Y para finalizar, la aplicación de la urbanidad, dice que es necesaria en cuanto entre las
personas existen relaciones especiales o permanentes y se deben respectivamente
ciertas consideraciones también especiales, como los deberes entre:

Padres e hijos: Debe haber respeto y amor entre ambos, pero así también sumisión del
hijo. Ni el padre hace sentir incensario al hijo ni el hijo abusa de los derechos que le
conceden la amistad del padre.

Entre Esposos: Debe haber una buena conducta en las relaciones conyugales para no
generar indisolubilidad del vínculo que los une a ambos.
Los sacerdotes y seculares: De acuerdo a su ministerio este debe ser prudente en la
explicación del Evangelio y en la consejería. Por su parte los seculares deben
considerar a los ministros con fina educación y como a superiores a él mismo.

Magistrados y particulares: No debe abusar de su posición y hacer uso de su buena


educación. Los particulares no deben faltarle jamás el debido respeto a la autoridad.

Entre Abogados y clientes: El abogado debe poseer un fondo inagotable de bondad y


tolerancia, para que pueda ser siempre cortes y amable con sus clientes. Y el cliente no
debe abusar de la tolerancia y cortesía de su abogado.

Entre médicos y enfermos: La claridad y la paciencia son las virtudes sobresalientes del
médico en su manera de conducirse con el enfermo. Y el enfermo, debe ser prudente
con el medico y no hacer exigencias indiscretas.

Ricos y pobres: Un rico no deberá jamás lamentarse con un pobre, de pérdidas,


necesidades o faltas de recursos. El pobre debe considerar que, así como el premio de
sus sufrimientos se encuentra en el Cielo, así durante su permanencia en la tierra su
subsistencia, las comodidades, el alivio de sus penas, dependen en gran parte directa o
indirectamente de las empresas que crea y fomenta el rico.

Es un manual muy educativo y formativo que toda persona debe leer para saber
comportarse y convivir con los demás, máxime hoy día en pleno siglo 21 en donde a
pesar de los grandes avances que el ser humano alcanza en las ciencias y tecnología
ha perdido en este aspecto de la urbanidad.
MANUAL DE URBANIDAD DEL PASTOR HACIA LA IGLESIA.

1. Escuchar más y hablar menos cuando se atienda a una persona o hermano,


prestándole la debida atención que se merece aun cuando lo que nos comunique
parezca insignificante.
2. No invitarnos solos a eventos que los miembros de la iglesia realicen.
3. Ser ejemplo en: el buen vestir, las prácticas de las disciplinas espirituales y
asistencia puntual a cada reunión.
4. Durante los servicios o cultos a Dios ser parte activa de mismo y no presentarnos
sólo cuando corresponda la exposición de la Palabra de Dios.
5. Respetar y tratar a todos por igual, no hacer acepción de personas aun por la
posición social a la que pertenezcan o la edad que tengan.
6. El pastor no debe mostrarse y hacerse sentir superior, ni tener una actitud totalitaria
ante ninguna persona o hermano de la iglesia, debe saber gobernar.
7. Visitar a todos los miembros de la iglesia con regularidad sin distinción alguna. Para
realizar las visitas el pastor debe consultar con los miembros en cuanto al tiempo
más apropiado para llegar a sus casas y arreglar una cita con ellos. Se debe tener el
cuidado de hacer las visitas cuando el esposo y la esposa estén en casa o hacerse
acompañar de la esposa si es posible.
8. Como administrador de la grey de Dios el pastor debe velar y organizar a la iglesia
para que el edificio donde realizan los cultos sea lo más atractivo y estimulante
posible, y a la vez utilitario.
9. En la predicación de la Palabra de Dios el pastor debe ser muy cuidadoso en el uso
del tiempo, en el contenido del mismo y en el tono de voz que utiliza. Es inapropiado
para el pastor predicar más de 45 minutos de tiempo, como también es inapropiado
predicar en un sermón asuntos confidenciales de algún hermano de la iglesia.
10. Tener el buen hábito y buena costumbre es estar en la puerta para despedir a la
gente cuando termina el culto. Este afectuoso toque personal muestra el cuidado del
pastor por cada uno. A la vez, le puede ayudar al pastor a discernir alguna
necesidad espiritual de sus ovejas.

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