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Introducción
“La humanidad en los últimos 20 años ha presentado acelerados cambios y los avances
tecnológicos que se han visto, permiten dar paso a la llamada “tercera revolución industrial”
que está propiciando transformaciones importantísimas en procesos de modificación económica,
social y cultural. Existe una relación simbiótica entre sociedad y tecnología y no una interacción
determinista, es decir, hay distintos grupos y agentes sociales que proyectan y moldean el
desarrollo tecnológico, y allí redefinen y configuran las relaciones sociales.
Un ejemplo de ello son las llamadas tecnologías digitales de información y comunicación, que
representan al mismo tiempo la idiosincrasia de la sociedad informacional. Ésta se encuentra
también influenciada por los grandes cambios socioculturales actuales, como la globalización,
la mercantilización, las grandes desigualdades sociales. [Area, Manuel (2002) sociedad de la
información, tecnologías digitales y educación.]”
Este proceso de globalización y avances tecnológicos, dejan claro los diferentes fines de
unificación de criterios en términos económicos, sociales y culturales, que rompen las barreras y
fronteras territoriales existentes, para establecer nuevas formas de percibir los mercados, las
relaciones de los individuos y las manifestaciones de sus modos de interactuar en sociedad con el
mundo, es decir, se entra a hablar de una globalización desde cuatro ángulos principalmente:
financiera centrada en los avances tecnológicos y en el flujo del capital; una globalización del
mercado, donde los países en vía de desarrollo producen materias primas a los países del primer
mundo y éstos a su vez producen productos que serán comercializados y finalmente una
globalización cultural, que implica la absorción de las diferentes manifestaciones culturales a fin
de una consecución homogeneizada de formas de vida.
Quiérase o no, es una situación que lleva a centrar la mirada, principalmente, en las
dinámicas económicas que comienzan a regir el mundo, abriendo las posibilidades de
posicionamiento absoluto de multinacionales y generando una dependencia importantísima de la
población a sus propuestas comerciales, y permeando los ámbitos sociales y políticos de manera
disimulada pero contundente.
Desde la perspectiva de García Canclini, y que comparto con total vehemencia, empieza a
marcarse la desigualdad en la sociedad para todos los sectores, atravesados por la diferencia en la
acumulación de la riqueza, la sectorización en los artículos y textos completos de investigación
importantes, el uso y la implementación de las nuevas tecnología, hasta la posibilidad de
conexión a la red de internet [García Canclini, Néstor, 2004, Diferentes, desiguales y
desconectados]. Problemas que van haciendo de la sociedad un conjunto de diferencia abismales,
marcadas por el deseo de supervivencia en medio de la coexistencia que ahoga y reprime, por su
acelerado desarrollo.
Aun así, el gran factor común se encuentra marcado por el consumo en las grandes y
pequeñas sociedades, que traza los estándares de categorización del posicionamiento en el status
socio-cultural e invade de productos y servicios cada rincón planeta. Del mismo modo, se
marcan los modelos determinantes de tendencias que direccionan intencionalmente estilos de
vida, ideologías, políticas, medios masivos de comunicación y comportamientos de los
individuos que constituyen sociedad. Direccionamiento que va a determinar las diferencias entre
las generaciones, estableciendo un propio estilo de consumo, hablando de mercados
especializados para cada edad, apartándose de la autenticidad de las culturas y estableciendo
nuevos estándares homogeneizantes.
Por el lado de los “adultescentes”, la preocupación aumenta. Es claro que uno de los
desafíos que presenta la escuela, tiene que ver con la formación de los estudiantes que se
encuentran atravesando la etapa de la adolescencia, que tiene ciertas crisis propias de su proceso
de transición y pone a los docentes frente a la dicotomía de educar a quienes no quieren hacerlo,
por lo menos desde los presupuesto de la escuela. Pero los “adultescentes” se quedan en una
adolescencia prolongada, es decir, pareciese que quieren seguir haciendo las cosas de los jóvenes
sin serlo.
Los “adultescentes” son por lo general personas que oscilan entre los 25 y 35 años de
edad, viven en casa de sus padres y hacen actividades propias de los jóvenes. Con relación al
consumo, citado antes en este escrito, son quienes más gastan en artículos de adolescentes, ropa,
videojuegos, zapatos deportivos, perfumes y artículos relacionados con el cuidado del cuerpo.
Viven una cultura del culto por lo físico, gastan demasiado dinero, pues no hay responsabilidades
de otro orden y las garantías están dadas desde la seguridad de la casa.
Uno de los inconvenientes más fuertes, considero, es la invasión del mundo de los
jóvenes, por parte de estos “jóvenes tardíos” o “adultescentes” como hemos venido
mencionando. Hago referencia a la fuerza de este problema, pues quienes están sintiendo la
invasión de sus espacios, se encuentran proponiendo límites mucho más extremos en las
actividades que mueven sus realidades y su vida se está poniendo en riesgo con cada práctica que
desarrollan.
Las consecuencias extremas de las diferencias generacionales, están dadas por llevar al
límite su quehacer diario, por ejemplo, aparece la tendencia de tomarse selfies extremas y en
2015 se reportaron 12 personas muertas por el desarrollo de esa práctica. Los jóvenes desde
siempre han odiado que se invadan sus espacio, pues es éste el que les permite la construcción de
identidad, ya que están sujetos a una “Contelación Temporal” (Urresti, Marcelo. 2008: Nuevos
procesos culturales, subjetividades adolescentes y experiencia escolar), que va a determinar su
ser y quehacer dentro de su historia concreta.
Los jóvenes están buscando experiencias intensas para tratar de reivindicar ese espacio
que les pertenece por naturaleza y que está siendo transgredido. Aparece lo que se podría llamar
“La generación del placer”, por ponerle un nombre a la experiencia desbordada de su sexualidad,
en donde se comienzan a ver casos de iniciación a su vida sexual activa a temprana edad, al
juego del sexting, que consiste en el uso del dispositivo móvil para el envío de imágenes o videos
con contenido sexual y que generalmente es producido por quien las envía; a la participación de
chats con contenido sexual explícito y en el peor de los casos a la prostitución y participación de
cualquier tipo de práctica sexual.
Se está poniendo en riesgo la vida, se está relativizando todo ejercicio formativo, porque
lleva tiempo y no genera placer. Y surgen los interrogantes ¿Dónde queda la innovación en la
escuela?, ¿Es la práctica docente de los diferentes centros educativos de corte moderno o
postmoderno?, ¿Se está tocando la vida de los estudiantes con la vivencia del quehacer docente?
¿Cómo se puede intervenir una realidad de muerte con ejercicios de “la vieja escuela”?
Los desafíos que propone la escuela en la actualidad, debe llevar a pensar y actuar en los
diferentes campos de las realidades de los jóvenes, somos los maestros quienes podemos hacer
de la experiencia del aula, una repetición de “lo que se ha venido haciendo” o ser críticos ante
las realidades que viven los estudiantes, involucrarse en el contexto sociocultural en el que ellos
se desarrollan, ser significativos en las aulas, amarles y darles a entender que la vida debe
afrontarse y que los limites que ellos se están poniendo, hace tiempo rayaron con lo exagerado,
lo peligroso, lo extremo y lo inverosímil.
Es claro que el desarrollo profesional del docente, tiene de fondo una serie de
inconvenientes que han venido demeritando la labor y desprestigiando la figura (Nemiña Raúl,
García Herminia, montero Lourdes 2009. Desarrollo Profesional y profesionalización Docente,
perspectivas y problemas), ¿Pero quién si no los docentes para transformar realidades?, ¿Quién si
no los docentes para tocar corazones?, ¿Quién si no los docentes para adentrarse en los umbrales
del “amor racionado y la razón sensible?
Ser docente hoy, implica caminar con la certeza de la incertidumbre, con la idea de
“Cualquier cosa puede pasar”, pero entendida de manera positiva, frente a cualquier situación de
posible desconsuelo, existe la posibilidad de pensarse una vida diferente y con caminos diversos.
La esperanza existe y en nuestra sociedad puede llevar el título de “MAESTRO”. Bajo ningún
concepto se puede menospreciar la figura del maestro, pues el amor y la vocación pueden hacer
de esta realidad, algo más llevadero y porque no, diferente.
“No hay realidad que un maestro no pueda sobrellevar, no hay peligro que un maestro no
enseñe a afrontar y no hay corazón que un Maestro no pueda tocar”.
René Alejandro Cadena.
Y finalmente, “Las nuevas brechas generacionales” han de mirarse detenida y cuidadosamente,
pues estas nuevas situaciones están haciendo que los jóvenes centren su atención en cosas que de
momento serán mientras los cortos lapsos lo permita, pero que lo verdaderamente importante,
perdura en el tiempo y además viene acompañado de la tranquilidad, y eso a mi parecer es el
conocimiento.