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Universidad Simón Bolívar - Cúcuta

Salud Mental en Colombia


Julieta Contreras Bravo

La salud mental es entendida, a partir de la Ley 1616, como un “estado dinámico


que se expresa en la vida cotidiana a través del comportamiento y la interacción de manera
tal que permite a los sujetos individuales y colectivos desplegar sus recursos emocionales,
cognitivos y mentales para transitar por la vida cotidiana, para trabajar, para establecer
relaciones significativas y para contribuir a la comunidad.”
Esta ley es fundamental, ya que materializa un cambio de paradigma en la atención a la
salud mental, donde el modelo médico hegemónico es gradualmente reemplazado por un
modelo de atención y promoción integral a la salud. Es importante destacar que se trata de
un proceso de años, y no de un cambio de la noche a la mañana, ya que se encuentran
muchos intereses en disputa.
A partir de los aportes de Menéndez (1990), podemos entender al Modelo Médico
Hegemónico como el conjunto de prácticas, saberes y teorías generados por el desarrollo
de lo que se conoce como medicina científica, el cual desde fines del siglo XVIII ha ido
logrando establecer como subalternas al conjunto de prácticas, saberes o ideologías
teóricas hasta entonces dominantes en los conjuntos sociales, hasta lograr identificarse
como la única forma de atender la enfermedad legitimada tanto por criterios científicos,
como por el Estado.
Las principales características estructurales de este modelo son su biologismo,
individualismo, ahistoricidad, a-sociabilidad, mercantilismo y eficacia pragmática.
El biologismo posibilita la exclusión de las condiciones sociales y económicas en la
explicación de la causalidad y desarrollo de las enfermedades, considerando la “evolución”
pero no la historia de la enfermedad. En este sentido, los procesos sociales, culturales o
psicológicos aparecen como anecdóticos. El mercantilismo del modelo es parte de un
desarrollo capitalista que considera todo bien, incluidas la salud y la enfermedad, como
valor de cambio.
Bajo este modelo, la atención en Salud Mental es brindado por instituciones de tipo
totales, que son concebidas como el lugar donde la sociedad oculta lo que no quiere ver.
Goffman, define las instituciones totales como “un lugar de residencia y de trabajo,
donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un
periodo de tiempo, comparten su encierro en un rutina diaria, administrada formalmente”.
De esta manera los tratamientos médicos consistían en formas de castigo y control.
A las personas padecientes de trastornos mentales no se les consideraba parte de la
sociedad, sino como seres peligrosos, que deben estar encerrados para no provocar
disturbios, amenazas y temores. La atención se centró hacia adentro de los muros, donde
los sujetos internados veían abolidos sus derechos, perdían su identidad.
El modelo médico hegemónico hace anclaje con el neoliberalismo, y las personas se
constituyen en un número en lugar de en sujetos de derecho.

Esto está íntimamente ligado a lo que plantea Lewckowicz acerca de las


instituciones disciplinarias sin Estado, las cuales ya no producen subjetividad y se
transforman en galpones, en depósitos de personas.

Sin embargo, retomando a Menéndez, podemos entender los fenómenos de


salud-enfermedad como procesos sociales, históricamente determinados por las
condiciones de vida y trabajo de una sociedad determinada. Asa Cristina Laurell explica que
no es posible fijar la normalidad biológica del hombre al margen del momento histórico.
Estos aportes nos permiten cuestionar aquellas concepciones que consideran a la salud y a
la enfermedad como problema y responsabilidad de los individuos, y abordar la
problemática desde una visión que enfatiza el carácter social del proceso
salud-enfermedad-atención. Los fenómenos de salud y enfermedad pueden ser analizados
en el contexto del acontecer económico, político e ideológico de la sociedad y no como
fenómeno meramente biológico que atañe a los individuos.

Luis Weinstein propone una concepción de la salud que haga énfasis en las
capacidades, en las posibilidades del hombre, entendiendo a la salud como un valor
universal, como una meta colectiva, pero no en el sentido de una construcción imaginaria
sino de una propuesta de asumir colectivamente este proceso, mediante una participación y
democratización creciente. Teniendo en cuenta tal objetivo, Weinstein propone una
definición de salud que, no puede restringirse al marco médico, ni limitarse al individuo, sino
que debe poder reflejar la infinita variabilidad de las situaciones humanas, es decir, su
relatividad, asegurando la comunicación y fortalecer la vida social.

A partir de estos cuestionamientos al enfoque del modelo médico hegemónico,


comienzan a construirse alternativas para la atención a la salud, y en particular de la salud
mental, desde un enfoque integral, que contemple las determinaciones histórico-sociales y
considere a los individuos como sujetos de derechos.
Los cambios en las nomenclaturas son fundamentales, ya no se trata de “locos”,
“adictos”, “trastornados”; sino de sujetos de derechos que padecen de un trastorno mental.
La realidad política, económica y social de Colombia, en parte compartida con el territorio
latinoamericano, generan en la actualidad la necesidad de esos cambios en la forma de
entender las problemáticas de salud mental, con el fin de lograr una atención y una
prevención más certera. Es así que en el año 2013 se sanciona la Ley n° 1616, “con
fundamento en el enfoque promocional de Calidad de vida y la estrategia y principios de la
Atención Primaria en Salud. De igual forma se establecen los criterios de política para la
reformulación, implementación y evaluación de la Política Pública Nacional de Salud Mental,
con base en los enfoques de derechos, territorial y poblacional por etapa del ciclo vital.”
Entre otros aspectos de esta ley se destacan:

• La adecuación de los servicios en el marco del Plan Obligatorio de Salud (POS).

• El enfoque preferencial a niños, niñas y adolescentes.

• La implementación de acciones integrales para prevenir conductas como el acoso


escolar, el estigma y la discriminación, violencias, y la conducta suicida.

• El fortalecimiento de la salud mental comunitaria, involucrando de manera activa a los


pacientes, cuidadores, familias y sus organizaciones, y a la misma academia, en las
diferentes modalidades de atención en salud mental.

Por otro lado, según la Revista Panamericana de Salud Pública, en Colombia, la


depresión es un problema actual de salud pública que requiere mayor atención y un
conocimiento más preciso de su distribución en las diferentes regiones del país. “La falta de
continuidad de estos estudios y el empeoramiento de las condiciones sociales y económicas
que sufre el país desde hace varios años hacen impostergable la actualización de la
información relacionada con la prevalencia del síndrome de ansiedad en la población
colombiana.”
La salud mental es fundamental para la salud pública y hay muchas razones para
que sea así: los trastornos mentales son frecuentes, afectan a dos de cada cinco personas
adultas en el país, son costosos tanto económica como emocionalmente para la persona, la
familia y la sociedad. La promoción de la salud se superpone en estos dominios y los
beneficios de la prevención son comunes a todos.
Se hace necesario trabajar un abordaje de salud pública en la promoción de la salud
mental y la prevención de los problemas y trastornos mentales, y una estrategia para
promover la resiliencia y el bienestar emocional en los individuos, familias y comunidades.
Además, la promoción de la salud mental es vital en países en desarrollo como
Colombia, abocados a graves problemáticas psicosociales, teniendo en cuenta el largo
conflicto armado interno y las frecuentes situaciones de emergencias complejas y desastres
que en los últimos años han afectado al país.
Para la revista Biomédica, de Bogotá, “innovación, adaptación y evaluación,
movilizadas por un cabildeo efectivo, son necesarias para integrar la promoción de la salud
mental en la agenda de la salud pública.”
Una intervención coherente e integral hará lugar a que el cambio de paradigma se
concretice en acciones que favorezcan a la comunidad en general y a quienes padecen
trastornos mentales en particular, dejando atrás las instituciones totales, para fomentar y
fortalecer la autonomía de los sujetos y los lazos sociales que los rodean y contienen.
Estas intervenciones deberán acompañarse de investigaciones, que requerirán la
colaboración entre médicos, psicólogos, genetistas, trabajadores sociales, terapeutas, y
profesionales de otras disciplinas, para incrementar el conocimiento de factores que
contribuyen a los problemas y trastornos mentales y promover la investigación de causas y
tratamientos. No solo se debe intervenir de forma interdisciplinaria, sino que la construcción
de los problemas debe realizarse de esa forma.
No podemos mantener la separación entre los aspectos biológicos, mentales y
sociales de la salud. Las problemáticas son complejas y nos afectan a todos directa o
indirectamente.
El desafío entonces, se trata de construir una nueva salud pública que permita
encontrar una mejor atención (promoción, prevención, tratamiento, rehabilitación) en este
campo.
Bibliografía

Boletín de Prensa No 016 de 2013; Ministerio de Salud y Protección Social

Goffman, E. (2001): Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos


mentales, Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina.

Gómez-Restrepo C, Bohórquez A, Pinto Masis D, Gil Laverde JFA, Rondón Sepúlveda M,


Díaz- Granados N. Prevalencia de depresión y factores asociados con ella en la población
colombiana. Rev Panam Salud Publica. 2004;16(6):378​86.

Laurell, A. (1982): “La salud - enfermedad como proceso social”. En: Revista
Latinoamericana de Salud, Nº 2. 14

Ley 1616 del 21 de enero de 2013

Lewkowicz, I. (2005) Del fragmento a la situación: notas sobre la subjetividad


contemporánea. Cap. II ¿Instituciones sin Estad? Buenos Aires. Altamira

Menéndez, E. (1990) El Modelo Médico Hegemónico. Estructura, función y crisis. En Morir


de Alcohol: Saber y Hegemonía Médica. Alianza Editorial Mexicana. México.

Nota Editorial; Biomédica vol.33 no.4 Bogotá Oct./Dec. 2013

Weinstein, L. (1998): Salud y autogestión. Editorial Nordam. Montevideo. Cap. 1 El concepto


de salud.

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