Umberto Eeo
LO COMICO ¥ LA REGLA
De todas las preguntas que constituyen el panora-',
ma probleméatico de lo cémico, me limitard aqui a una
sola, por razones de tiempo, y daré por descontadas,
las demas, Puede ser que la pregunta esté mal formu-
jada y que, en definitiva, pueda rehusarse propiamen-
te en tanto que pregunta, Le cual no quita que cons-
tituya por sf misma un endozon que hay que‘tener en
cuenta. Por burda que sea, contiene algtin germen de
verdad problematica.
Se dice que lo trdgico (y'lo dramatico) son univer.
sales. A muchos siglos de distancia, sufrimos aun con
Jas vicisitudes de Edipo y de Orestes y, aunque sin
compartir la ideologfa de Homais, sigue cohmoviéndo-
“nos la tragedia,de Emma Bovary, En cambio, lo co-
mico parece ligado al tiempo, a la sociedad, a ja antro-
Pdlogia cultural. Comprendemos el drama del prota-
gonista de Rashomon, pero no enfendemos cudndo y
por qué rien los japoneses. Cuesta su trabajo encon-,
trar comico a Aristéfanes, y hace falta mAs cultura .
para reir con Rabelais que para Norar con la muerte
de Orlande paladin. ‘ .
Puede objetarse, es cierto, que existe in edmico,
«universal»: la tarta estrellada en la cara, laicafde en
el barro del Miles Gloriosus, las noches en’ blanco de
los maridos rechazados de Lisistrata. Pero en, este
punto podria decirse que lo trdgico que perdura no es
sdlo lo trdgico universal (a madre que pierde al ‘hijo,
368la muerte del amado o de 1a amada), sino también lo
tragico mds. particular. Aun sin saber de qué sé le
acusa, el Sdécrates que se extingue lentamente de los
. Pies hacia el corazén nos hace estremecer, mientras
que sin una licenciatura en letras clasicas no sabemos
exactamente por qué el Sdcrates de Arigtéfanes deba
hacernos reir.
La diferencia también se da al considerar obras
contempordneas: todo el mundo se estremece viendo
Apocalypses Now, cualquiera que sea su nacionalidad
y su, nivel cultural; mientras que para Woody Allen
hay que ser bastante, culto. Danny Kaye no siempre
hacia refr; Cantinflas, el idolo de las plateas mexica-
nas de los afios cincuenta, nos ha dejado indiferentes;
14s cémicos de Ja televisidn norteamericana son inex-
‘portables (,quién ha ofdo hablar de Sid Caesar?, ,ha
tenide éxito entre nosotros Lenny Bruce?), como tam-
bién, por otra parte, son inexportables a muchos pai-
ses Alberto Sordi o Tots. :
Por lo tanto, no bastd con decir, reconstruyendo
parte del Aristételes perdido, que en Ia tragedia asis-
timos_a la caida de un personaje de condicién noble,
ni demasiado bueno ni demasiado malo, con el que se
puede simpatizar, ante cuya violacién de la regia mo-
ral o religiosa experimentamos piedad por su destino
y terror por la pena que le alcanzard y que podria
alcanzarnos también a nosotros, de tal modo que ai
final su castigo sea la purificacié6n de su pecado y
también de nuestras tentaciones; como tampoco basta
con decir que en lo cémico nos hallamos ante la vio-
‘lacién de una ‘regla por un personaje inferior, de ca-
ricter animalesco, frente al cual experimentamos un
sentimiento de superioridad que nos impide identifi-
earnos con su caida, que, de todos modos, no nos
conmueve pues su desenlace serdé incruento.
Tampoco podemos contentarnos con la reflexion de
que, ante la violacion de la regla por parte de un per-
sohaje tan distinto a nosotros, no sdlo experimenta-
mos la seguridad de nuestra propia impunidad, sino
369‘ :
también el gusto de la transgresién por persona inter:
“puesta: el pérsorajeipaga por nosotros y asi podemos
gOzar. por procutacién dela transgresién de una ‘régla
que, en el fondo, déseibamos violar, pero sin correr
‘nifigiin riésgo: Todos estos’ aspectos funtionan indu-
dablemente en lo qdmico, pero, si fueran éstos ios
unicos aspectos, no podriamos explicarnos por qué
se verifica esa difetencia .de universalidad entre be
dos géneros rivales.
El problema, par. tanto, no reside fsolamente) ‘en
la trarisgresin de la regla y en el caracter inferior
de! personaje cdmigo, sind én la pregunta siguiente:
¢Cual es nuestrp: edhocimienta de la regla violada?
Eliminemos -ér. primer malentendida: que en lo
trégico la regla es-un{versal, por lo cual la. violacién
nos conmueve, mientras que en lo cémico la regla es
particular, local climuteds, aun periodo determinado,
a una cultura especifica), Esto explicarfa ciertarnente
ja diferencia de universalidad: un acto de canibalis-
mo seria trdgtco, mieritras que seria cémico un chino
canibal comiéndose a un. semejante con paiilios en
vez de con cuchillo y tenedor (por supuesto, seria
cémico para nosotros, no para los chinos, que encon-
trarian el hecho bastante tragico).
en realidad, las.regias violadas en lo trdgico son
necesariamente utliversales. Es universal, dicen, el
horror por el incesto, pero no es universal el deber.
que tendria Orestes de matar a su propia madre. Y de:
berlamos preguntarnos por qué hoy, en una época de
gran permisividad moral, tenemos que encontrar tré-
gica la situacién de madame Hovary. No lo seria en
una sociedad polidndrica, ni tampoco en Nueva York; °,
que la buena sefora se conceda sus caprichos extra-
conyugales J ademds que no se lamente demasiado,
Esta provinciana demasiado arrepentida hoy deberia
hacernos reir por Jo menos tanto como el personaje>
chejoviano de Es peligroso exagerar, quien, tras salpi-
car de saliva a un personaje importante al estornudar
370