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Paranormal o fenómenos paranormales (del gr. παρά, pará, «al lado, al margen» y el
adjetivo «normal») son términos usados para dar nombre a cierta clase de
experiencias que se encuentran al margen del campo de las experiencias normales
explicables científicamente. Los fenómenos paranormales no son asimilables a otros
fenómenos no completamente entendidos, como, por ejemplo, la energía oscura.

La comunidad científica considera que no existe evidencia que apoye el conjunto de


creencias que se engloban dentro de la etiqueta "paranormal", considerándolas
pseudocientíficas.1

Índice
1 Descripción
1.1 Clasificación de fenómenos paranormales
2 Difusión actual
3 Investigación y métodos
3.1 Enfoque en fenomenología espontánea
3.2 Enfoque experimental
4 La opinión de la comunidad científica
5 Personalidades ilustres
6 Véase también
7 Referencias
8 Enlaces externos
8.1 A favor
8.2 En contra
Descripción
Una definición frecuentemente utilizada en la literatura científica es la de James
E. Alcock (1981):2
Un fenómeno paranormal es aquel que:

No ha sido explicado en términos de la ciencia actual.


Únicamente se puede explicar mediante una amplia revisión de los principios de base
de la ciencia.
No es compatible con la norma de las percepciones, de las creencias y de las
expectativas referentes a la realidad.
Recientemente, J. Irwin y C. Watt proponen en la siguiente definición, muy general,
que la Parapsicología "es el estudio científico de experiencias que, si son lo que
parecen ser, están, en principio, fuera del dominio de las capacidades humanas tal
como en el presente están conceptuadas por los científicos convencionales. Así, los
fenómenos parapsicológicos señalan ostensiblemente la actuación de factores por lo
común no conocidos o no reconocidos por la ciencia ortodoxa, a los que solemos
referirnos como factores paranormales".3

Que resulte inexplicable por las ciencias establecidas es condición necesaria para
la estimación de un fenómeno como "paranormal", pero no es condición suficiente;
tales efectos deben presentar además rasgos propios, específicos, que los distingan
y aparten de los fenómenos naturales, tanto normales como anómalos, cuyo dinamismo
se ajusta a las relaciones de variables conocidas o utilizadas por la ciencia
oficial. Sería más precisa, en cuanto a esos rasgos específicos, la siguiente
definición de Charles Richet: “Es característico del hecho metapsíquico, cualquiera
que sea, el que parece ser debido a una inteligencia desconocida (humana o no
humana). (...) Parece que son debidos a fuerzas inteligentes desconocidas,
comprendiéndose en las mismas los sorprendentes fenómenos intelectuales de nuestras
inconsciencias. (...) las fuerzas que determinan los presentimientos, las
telepatías, los movimientos de objetos sin contacto, las apariciones y ciertos
fenómenos mecánicos y luminosos, no parecen ser ciegas e inconscientes como el
cloro, el mercurio y el sol. (...) dijérase que están dotados de entendimiento,
voluntad, intenciones, que quizás no son humanas, pero que en todo caso se parecen
a las voluntades e intenciones humanas. La intelectualidad, o sea la elección, la
intención, decisión conforme a alguna voluntad personal, no conocida, constituye el
carácter de todo fenómeno metapsíquico”.4 (El término "metapsíquico" equivale aquí
a "parapsicológico").

En el mismo sentido se pronuncian J. B. Rhine y J. G. Pratt: "En realidad, lo más


asombroso de este nuevo tipo de casos psíquicos es que ellos demuestran ser
totalmente independientes del tiempo. (...) Resulta evidente, tanto de los casos
espontáneos como de los experimentales, que la ESP no está limitada a ciertas
distancias. (...) No podría esperarse que el tiempo ejerciera una influencia
limitativa, si el espacio no lo hace. En efecto, se comprueba que el tiempo no
ejerce tal influencia".5"El hecho de que las funciones de psi hasta ahora no
muestren influencias limitativas de espacio y tiempo revela una diferencia que es
tal vez la más fundamental y sin embargo la más contradictoria de todo el universo
del conocimiento. Es cosa evidente ahora en forma bastante concluyente en
parapsicología, como para no dejar lugar a dudas, que (...) estamos tratando con
principios y procesos no físicos".6"El único rasgo distintivo de esta energía
psíquica reside en el hecho de que funciona sin relación restrictiva de ninguna
clase (que por lo menos se conozca) ante los criterios de espacio-tiempo-masa. Pero
eso es solo repetir que esa energía no es física".7

Se desprende de los textos citados que sería el conocimiento causal de los hechos
llamados paranormales —hoy por hoy objeto solo de hipótesis, mejor o peor
fundamentadas— lo que permitiría la definición de sus rasgos propios. De ahí el
interés de la investigación de tales datos y de que no se ponga obstáculos a la
misma. Se comprenderá mejor este problema leyendo la clasificación de fenómenos que
figura a continuación.

Clasificación de fenómenos paranormales


Primer grupo: Fenómenos paranormales llamados "de conocimiento", caracterizados por
la "obtención de información sobre el mundo exterior al margen de los canales
sensoriales comunes".8 Son ejemplos los siguientes fenómenos, llamados de
"percepción extra-sensorial" (PES): la telepatía (comunicación o transmisión de
contenidos de mente a mente, pero también entre hombre y animal y entre animales),
la precognición (conocimiento de sucesos futuros libres), la retrocognición
(conocimiento de sucesos pasados ignorados por el sujeto) y la simulcognición
(conocimiento de hechos que tienen lugar en distinto espacio, en la misma unidad de
tiempo). La radiestesia y telerradiestesia, la psicometría y las llamadas "mancias"
estarían también incluidas, como fenómenos en los cuales la presencia o la
utilización de muy diversos objetos excitarían presuntas facultades de PES en
sujetos "dotados" o "paragnostas" (quiromancia, cristalomancia, cartomancia,
cafemancia, ornitomancia, acutomancia, dominomancia, rabdomancia, astrología...).

Segundo grupo: Fenómenos paranormales llamados "de efectos físicos", en los que —
siempre según sus estudiosos— se producen "efectos objetivamente detectables en el
mundo exterior al margen del marco de las influencias energéticas conocidas (...):
efectos mecánicos tales como el movimiento de objetos a distancia, sin el concurso
de ninguna fuerza física detectable (telekinesis y psicokinesis), efectos
antigravitacionales (levitación), cambios en el estado de la masa
(materialización), transformaciones de energía (cambios de temperatura, producción
de sonidos diversos y efectos electromagnéticos que se originan sin ninguna causa
física conocida), y la influencia que ejerce aparentemente la concentración mental
sobre reacciones químicas y sobre procesos biológicos".9 La literatura
especializada recoge como ejemplos de fenomenología para-física, entre otros,
además de los citados: la fantasmogénesis, la bilocación y la espectrogénesis; los
aportes y la hiloclastia: apariciones y desapariciones de objetos que parecen
surgir "atravesando" materia sin dejar señal; los "raps" (golpes); la
clariaudiencia: audición directa de voces para las que no se detecta causa u origen
físico; la hoy llamada "transcomunicación instrumental", que incluiría la
psicofonía o parafonía y la psicoimagen o paraimagen; la ideoplastia o teleplastia:
aparición de figuras y signos en medios físicos; el doblamiento de metales; la
combustión espontánea; la psicofotografía (plasmación fotográfica voluntaria de
contenidos imaginados); los "extras" (aparición en placa de elementos no presentes
al realizarse la fotografía), etc. Asimismo, se incluyen efectos para-biológicos,
entre los que se encuentran: las experiencias extra-corpóreas; las formaciones
ectoplásmicas, con posible inclusión en ellas de los fenómenos de transfiguración;
la dermografía y, dentro de esta, la estigmatización; la transfixión; así como
fenómenos para-higiénicos: varias formas de diagnóstico y terapia paranormales,
entre las que destacan, por ejemplo, las atribuidas a los llamados "psicocirujanos"
filipinos y brasileños, etc.

Esoterismo, ocultismo, teosofismo, espiritismo, brujería, vudú, satanismo, etc. son


contextos doctrinales en los que parece haberse registrado una variada
fenomenología paranormal, la cual, por otra parte, está presente también en todas
las grandes religiones (así, por ejemplo, la que aparece relatada en varios libros
de la Biblia o en textos dentro del budismo o del lamaísmo, etc.) y místicas. Debe
tenerse en cuenta, sin embargo, que interesa a la Parapsicología y pretende la
verificación y definición precisa de los fenómenos paranormales objetivos,
aislándolos, en tanto que hechos, del contexto teórico interpretativo en que,
cuando es el caso, surgen o se producen.

Así sucedería al estudiar, por ejemplo, fenómenos de sanación al margen de la


ciencia médica ortodoxa o convencional, observados por los antropólogos en grupos
primitivos o que mantienen su identidad cultural total o parcialmente
incontaminada, como el que registra, por ejemplo, Hermitte:10 se trata de sucesos
que una comunidad indígena interpreta desde los relatos sobre su Dios, que todo lo
puede y que castiga con enfermedades a aquel que no siga al pie de la letra sus
órdenes, que, para la comunidad, garantizan una vida llena de plenitud, sin
preocupaciones y una familia feliz. Cuando alguien del grupo es ofendido por un
miembro del mismo, este cae rápidamente enfermo. Para una posible sanación deberá
de ir a la casa de la curandera, conocida como “la bruja”. La misma se encargará de
curarlo practicando una serie de “conjuros”, verificando mediante el pulso cómo va
recorriendo la sangre el cuerpo. Según como sea la velocidad a la que va la sangre
por el cuerpo, así será el tipo de avance que haya tenido la medicación. Si no hay
avance, la bruja le preguntará si ha ofendido a un compañero de la comunidad y
dependiendo de lo que conteste el hombre o mujer, decidirá si continuará con la
sanación o lo dejará como un castigo. Es así como se castiga a los de la comunidad.
Tal vez la enfermedad para la comunidad sea un castigo de su Dios todopoderoso,
pero, ¿y si es solo una identidad desconocida que está poseyendo a la comunidad, un
ser que habita entre la comunidad y es considerable que permanezca de esa manera
durante generaciones, para ser catalogado como una leyenda o un mito? Afectando así
la reputación de la familia en la comunidad o afectando a la comunidad y
alejándolos de la civilización avanzada por un evento desconocido para todos, no
cabe que para este fenómeno exista solución. Lo más recomendable es la ayuda de
expertos que pueden devolver a la comunidad la paz que anhela.

El parapsicólogo se interesaría en principio por una sanación debidamente


comprobada en la comunidad indígena anterior, aislándola, como hecho objetivo, de
las creencias del grupo, y sabiendo que una curación heterodoxa no puede
conceptuarse como "paranormal" por el solo hecho de producirse al margen de la
Medicina convencional, ya que podría quedar explicada desde ciertos capítulos de la
Psicología, además de los de la medicina psico-somática. El parapsicólogo
investigaría después de haber podido descartar estas explicaciones (que, por otra
parte, conducen a interrogantes de interés acerca de la relación entre cuerpo y
mente). Una vez más, se destaca la cuestión central de la averiguación de las
causas de los fenómenos que se presentan como paranormales, de cara a la
identificación de los rasgos esencialmente propios de los mismos y, por tanto, para
su completa definición.

Difusión actual
Con la publicación de la obra El retorno de los brujos de Bergier y Pauwels (1960)
y de los bestseller de Erich von Däniken —como Recuerdos del futuro, etc.—, hubo
una oleada de publicaciones similares donde el tema de lo paranormal se potenció en
librerías y revista; a tal punto; de influenciar audiencias en televisión y cine.
La aceptación de lo paranormal se ha difundido considerablemente, con un sinfín de
películas y de series como la recordada The X-Files, y otras como Actividad
paranormal, Supernatural, la serie Fringe o la Dimensión desconocida; programas de
TV españoles tales como Cuarto Milenio y emisiones de radiodifusión como, entre
otros, Milenio tres, Espacio en blanco o La rosa de los vientos.

Según un estudio de Gallup11 en 2005 en EE. UU., 73% de los encuestados creían en
al menos uno de diez fenómenos paranormales incluidos en la encuesta.

Los fenómenos eran los siguientes (número de respuestas positivas entre


paréntesis):

Percepción extrasensorial (41%)


Casas embrujadas (37%)
Fantasmas (32%)
Telepatía (31%)
Adivinación del futuro (26%)
Astrología (25%)
Brujas (21%)
Comunicación con los muertos (21%)
Reencarnación (20%)
Canalización de entidades espirituales (9%).
Investigación y métodos
La investigación de los fenómenos paranormales y aún más su interpretación, son
difíciles de encajar en el ámbito de las pautas metodológicas y las teorías
científicas establecidas. Debe tenerse en cuenta el problema epistemológico que
significa el calificar como "paranormales" precisamente aquellos hechos para los
que no se haya podido encontrar explicación causal empleando la metodología de la
ciencia positiva, la cual es, por tanto, de obligatoria aplicación previa en el
proceso —multidisciplinar— de determinación de todo supuesto fenómeno paranormal.
Puede decirse que la historia de las ciencias, secular y abierta, ha venido siendo
la de la mutua referencia entre lo observado, como dato a definir con precisión, y
la elaboración del orden de pautas de investigación a seguir en el proceso metódico
de lograr dicha definición. Esto ha conducido a señalar que, si han de ser los
hechos observados los que orienten la elaboración del método y no al contrario, es
decir, no que los hechos se adapten a un método preestablecido (que podría, como
consecuencia de su aplicación, desfigurar los rasgos definitorios que se buscan),
los datos que nos ocupan están reclamando una adecuada metodología específica.

Sucesos paranormales como los clasificados más arriba no constituyen observaciones


deducibles de las teorías e hipótesis científicas, uno de cuyos valores es el de
ser predictivas y contrastables, además de coherentes con el paradigma científico
vigente, del cual reciben su inspiración. Dentro de la metodología científico-
natural, teorías e hipótesis empíricas incluyen siempre, precisamente por ser
empíricas, la posibilidad tanto de anomalías como de refutaciones, entre las cuales
destacarían los datos llamados paranormales. En este sentido, la discusión
contemporánea muestra que, según unos, el estudio de tales fenómenos pretende
iniciar su propia historia como ciencia injustificadamente, porque carece de un
ámbito propio de objetos a definir, bien porque se juzga que tales datos no se han
verificado o no se han replicado experimentalmente, bien porque se los considera de
posible asimilación a datos ya conocidos, mientras que según otros, esa historia,
aunque llena de dificultades, está ya plenamente iniciada, al estimarse que los
hechos, comprobados algunos de ellos también en laboratorio, componen una
casuística significativa con fisonomía específica y, por tanto, su negación o el
rechazo de su investigación no responden al genuino espíritu científico, sino, en
el caso más objetivo de rechazo, a la posición denominada cientificismo.

El gran número de fenómenos presuntamente paranormales de que se viene teniendo


noticia documental desde tiempos remotos, los registros y comprobaciones referidos
a fenomenología tanto espontánea como provocada, así como la atención prestada por
algunos científicos a ciertos fenómenos vinculados a la doctrina espiritista (mesas
y "médiums" parlantes, escritura automática, formaciones ectoplásmicas y otros),
terminaron por animar la creación de sociedades (así, en 1882, la pionera Society
for Psychical Research, de Londres, con su posterior filial norteamericana) e
institutos de investigación (así, en 1919, el Instituto Metapsíquico Internacional
de París, declarado oficialmente "de utilidad pública",12 o el de Varsovia), con la
promoción de conferencias y congresos sobre los datos que constituyen el objeto
material de estudio del llamado, ya en nuestros días, "parapsicólogo". Cierta
fenomenología espontánea que, como tal, es testimoniada desde experiencias vividas
en condiciones no sometidas a control, también mereció interés por las posibles
consecuencias científicas de lo que se descubriese respecto a sus procesos y
causas, conduciendo progresivamente a una investigación que, objetivando su
realidad bajo control experimental, lograse describir las leyes de su dinamismo.
(Se prescinde aquí de la problemática epistemológica, general para todas las
ciencias experimentales, que suponen las nociones de causalidad y de ley de la
naturaleza, tal como ha venido siendo presentada a lo largo del siglo XX por
científicos y filósofos de la ciencia).

"Investigación psíquica" y "Metapsíquica", término este último utilizado por el


premio Nobel de Fisiología francés Charles Richet, fueron los primeros nombres
dados a la disciplina que se ocupa del estudio de los fenómenos paranormales. A
partir de la I Conferencia Internacional sobre Parapsicología, celebrada en Utrecht
(Holanda) en 1953, se impuso este último término, "Parapsicología", acuñado en 1889
por Max Dessoir, filósofo alemán de la Universidad de Berlín. Los científicos
reunidos en la citada Conferencia convinieron en el interés de la investigación de
los fenómenos paranormales hasta el punto de que, como consecuencia, en el mismo
año 1953 un encargo de curso conferido en 1936 al profesor Willem H. C. Tenhaeff
(1893-1981) se convirtió en una cátedra con un laboratorio anexo, el Instituto de
Parapsicología de la Universidad de Utrecht. Una segunda cátedra, esta vez ya
ordinaria, fue adjudicada al profesor Johnson en la misma universidad. Poco
después, en 1954, la Universidad de Friburgo de Brisgovia (Alemania) confiaría una
cátedra de Psicología y áreas limítrofes de la Psicología que acogería el Instituto
para las áreas fronterizas de la Psicología y la Psicohigiene, al fundador de este
en 1950: el médico, humanista y psicólogo Hans Bender, reconocida autoridad europea
en la investigación paranormal. Por su parte, tras las experiencias de telepatía
llevadas a cabo por Bechterev y mejoradas por el fisiólogo Leónidas Vassiliev,
hasta el punto de interesar al gobierno de la URSS para fines militares, este
último científico fundó en 1960 y dirigió en Leningrado hasta su muerte, en 1966,
el Instituto de Bioinformación (término soviético para designar la telepatía), que
su sucesor, P. Gulyaev, convirtió en el Laboratorio de Cibernética Biológica de la
Universidad de Leningrado.13

La Parapsicología tiene sus orígenes en las investigaciones realizadas desde la


segunda mitad del siglo XIX por científicos ilustres (el ya mencionado Charles
Richet, Oliver Lodge, William Crookes, Alfred Russell Wallace, F. Myers, William F.
Barrett, William James, y otros). Aunque ya entre ellos se dieron antecedentes, la
Parapsicología llamada "cuantitativa" y "empírica" comenzó su andadura a raíz de
utilizarse un método experimental en la Universidad de Duke (Carolina del Norte,
EE.UU.) a finales de la década de 1920 y en la década de 1930, bajo los auspicios
del psicólogo William McDougall, quien reclamó a un antiguo asistente suyo en
Harvard: el catedrático de fisiología vegetal J. B. Rhine (1895-1980).14 Este, en
labor conjunta con su esposa, la Dra. Louise Ella Rhine, también botánica y
naturalista, utilizó las "cartas Zener" y dados especiales, para experimentos
orientados a constatar las manifestaciones de percepción extrasensorial y de
psicocinesis, así como a encontrar correlaciones estadísticas en ellos.15

En 1957, en EE. UU. fue fundada la Parapsychological Association para el estudio


metódico y sistemático de los fenómenos de este tipo. En 1969 la misma fue admitida
en la prestigiosa Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia.16 Esa
afiliación, junto con una apertura mayor hacia los "fenómenos psíquicos" en la
década de 1970, tuvo como consecuencia un aumento de la investigación
parapsicológica, con un renovado interés por la experimentación en laboratorio que
dio lugar, por ejemplo, a las series de experimentos sobre visión remota realizadas
en 1972 y 1973 en el Stanford Research Institute (California), con, entre otros
sujetos, el artista neoyorquino Ingo Swann y el ex comisario de policía Patrick H.
Price, así como las llevadas a cabo con el sujeto israelí Uri Geller, todas ellas
bajo la dirección de dos físicos, pioneros investigadores del láser, que juzgaron
satisfactorios sus resultados: Harold Puthoff y Russell Targ.17

El psicólogo John Beloff dio entrada a la Parapsicología en la Universidad de


Edimburgo en 1962, habiéndose creado posteriormente en la misma Universidad la
Unidad Arthur Koestler a partir del legado que, cumpliendo la última voluntad de
este reconocido escritor, fallecido en 1983, se destinó a la investigación de los
fenómenos paranormales.18 También en el Reino Unido, un nuevo galardonado con el
premio Nobel se ha sumado a los que ya prestaron atención a los fenómenos
paranormales: el físico Brian Josephson,19 de la Universidad de Cambridge.

En la URSS y en los países de su ámbito de influencia, hubo también mucho interés


en el estudio de la Parapsicología en esos años, que vieron la fundación de
múltiples cátedras y sociedades estatales especializadas que investigaron con
arreglo a programas experimentales. Entre ellas estuvieron la Academia de
Parapsicología y Medicina (1970), el Instituto de Paraciencia (1971), la Academia
de Religión e Investigación Psíquica, el Instituto para las Ciencias Noéticas
(1973), y la Asociación Internacional de Investigación Kirlian (1975).

En respuesta al creciente interés popular por la Parapsicología, también en los


años setenta se crearon organizaciones escépticas, principalmente el Comité para la
Investigación Científica de Afirmaciones Paranormales (1976), ahora llamado
Committee for Skeptical Inquiry (Comité para la Investigación Escéptica), junto con
su revista, el Skeptical Inquirer. En España la organización equivalente es la
Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, llamada por razones históricas
ARP-SAPC, y el Círculo Escéptico.

Las críticas a las prácticas y afirmaciones hechas por la parapsicología son


amplias. El premio Nobel de Física Sir George Thomson, consideraba en los años 1950
que la prueba experimental aportada por Rhine en Estados Unidos y por Soal en
Inglaterra era "buena, lo bastante buena para ser aceptada, si lo que estuviese en
juego no fuera el trastorno fundamental de los sistemas de pensamiento que han
adoptado los científicos más modernos y más técnicos", señalando que la importancia
"del tema es enorme, y se trabaja demasiado poco sobre él. Si resulta ser cierto
todo ello, se producirá una revolución en el pensar".20 Así, Thomson ya adelantaba
la misma crítica que Carl Sagan resumía en "Afirmaciones extraordinarias requieren
pruebas extraordinarias". Thomson también incidió en la falta de reproducibilidad
de los resultados obtenidos y la poca calidad de la estadística disponible: "Las
pruebas son buenas, pero no lo bastante, en parte porque son pocas las gentes que
se han dedicado a su estudio", y también por el desacuerdo entre investigadores en
cuanto a las hipótesis empleadas "para dar cuenta de resultados procedentes de
experimentos bastante similares", admitiendo que "ello puede deberse a que, en
conjunto, la idea se halla muy distante de nuestros pensamientos usuales".21 El
psiquiatra Carl G. Jung —a quien la fenomenología paranormal interesó vivamente—,
después de estimar "los conocidos experimentos de Rhine" como "prueba científica",
expresaba lo siguiente: "la psique en ocasiones funciona más allá de la ley de
causalidad espacio-tiempo. (...) Una imagen del mundo perfecta debería, por así
decirlo, ser ampliada con otra dimensión; solo entonces podría aclararse
unitariamente la totalidad de los fenómenos. Por ello los racionalistas insisten
todavía hoy en que no existen experiencias parapsicológicas, pues con ello se
derrumba su ideología (...), porque es imperfecta".22 (El término "racionalista"
equivale aquí a "cientificista" y, en este contexto, a "escéptico"). La
comprobación crecientemente rigurosa de los datos paranormales —sin la que, a pesar
de las críticas, no se habría podido reconocer como científica la disciplina de la
que son objeto— se ha venido proponiendo de las dos formas ya señaladas:

Enfoque en fenomenología espontánea


Muchos estudiosos han catalogado testimonios referidos a fenómenos paranormales
espontáneos, desde los numerosos archivados por la pionera Society for the
Psychical Research de Londres; entre ellos, por ejemplo, el trabajo de Charles Fort
(1874-1932), que recopiló unos 40.000 fenómenos inexplicados, sobre los que
escribió siete libros, de los cuales perduran cuatro: The Book of the Damned
(1919), New Lands (1923), Lo! (1931) y Wild Talents (1932).

La mencionada Dra. Louise E. Rhine escribe —refiriéndose concretamente al campo de


los fenómenos de efectos parafísicos— lo siguiente, sobre el valor del dato
paranormal espontáneo:

Nunca se hubiera pensado en investigar la PK (psicocinesis) en laboratorio si nadie


hubiese comunicado un acaecimiento espontáneo que parecía ser un efecto directo de
la mente sobre la materia. A causa de la acumulación de informes (...) se llegó
finalmente a controlar pruebas para ver si era posible que existiera en la
naturaleza un principio como el de la PK.23

Y, sentando su posición como experimentadora, continúa:

¿Qué relación existe entre esos sucesos espontáneos y la investigación


experimental? (...) se debe intentar dar respuesta al interrogante: ¿cómo
encajarían semejantes sucesos en la información sobre PK acumulada mediante sucesos
experimentales? La primera observación sobre la relación de la vida y el
laboratorio es, simplemente, que los experimentos han demostrado que la PK es una
realidad. Sin tal seguridad ningún comunicado de efecto espontáneo podría
sostenerse frente a la absoluta improbabilidad de su acaecimiento.24

Cuando se trata de fenómenos espontáneos, el investigador que accede a ellos se


introduce en el escenario de los hechos con una primera finalidad imprescindible:
asegurar su autenticidad, descubrir o descartar un posible fraude. Necesitará
colaboradores expertos que aporten los pertinentes datos psicológicos,
sociológicos, culturales, ideológicos, etc., en relación con los sujetos o testigos
de los hechos, cuyos testimonios estudiará detenidamente, así como la recabada
información histórica, cuando la misma sea relevante, sobre el lugar en que los
hechos se han producido o se producen. Cuando se haya podido descartar el fraude,
corresponderá a colaboradores científico-naturales determinar si los hechos tienen
su adecuada explicación dentro de sus ciencias. Solo ante la negativa fundamentada
de tal explicación, se clasificarán los fenómenos en su debida conceptuación
paranormal hipotética, buscando, como es lógico, que el equipo investigador pueda
observarlos de forma directa, utilizando medios técnicos de análisis y de registro
de imagen, sonido y otras variables físicas, que proporcionan certeza de
objetividad, así como datos sobre las probables y siempre importantes constantes o
los elementos comunes con fenómenos ya investigados, permitiendo la buscada
definición precisa de lo sucedido.
La crítica escéptica insiste en las posibles desviaciones introducidas por el
observador, así como en la posible falta de sistematización en la recolección de
datos.

Enfoque experimental
Varias universidades del mundo e investigadores independientes emplean métodos
experimentales (no necesariamente el uso del método científico, o su realización al
100%), para repetir bajo control en laboratorio algunos de estos fenómenos. Uno de
los principales iniciadores en este campo fue el ya mencionado Joseph B. Rhine
(1895 – 1980).25

Los resultados experimentales hasta ahora no han sido universalmente aceptados y en


pocas ocasiones se ha admitido su publicación en revistas científicas con peer
review (revisión por pares), el método normal de aceptación de artículos
científicos.

La opinión de la comunidad científica


La posición de la comunidad científica establecida queda reflejada en el siguiente
texto, cuyo autor es Martin Gardner: "¿En qué se equivocan, en mi opinión, los
parapsicólogos? No hay una respuesta única a esto. Creo que en la mayoría de los
casos sus resultados son fruto de un sesgo no intencionado en el diseño de los
experimentos y en el análisis de los datos en bruto. (...) En resumen, a mi modo de
ver hay tres fuentes principales de error en los experimentos psi clásicos: la
propensión inconsciente del experimentador, el fraude deliberado por parte de los
sujetos, y un fraude poco frecuente por parte de los investigadores. (...) No puedo
decir que las fuerzas psi no existan. Sólo digo que la evidencia que tenemos de
ellas es débil. Las declaraciones extraordinarias reclaman una evidencia mucho más
extraordinaria que la que los parapsicólogos han sido capaces de reunir. Cuando los
experimentos puedan ser repetidos fiablemente, cuando sea evidente que los
controles guardan una proporción razonable con la magnitud de las pretensiones, y
cuando magos sabios participen en el diseño de esos experimentos y sean testigos de
los mismos, entonces no dudaré en cambiar de parecer".26

Otro miembro de la comunidad científica, el socio-psicólogo H. J. Eysenck, en obra


de autoría común con el parapsicólogo Carl Sargent, escribe que, frente a informes
de acontecimientos paranormales, a un lado "se sitúan aquellos que dicen: 'Está
bien. Vayamos a echar un vistazo'. Para nosotros, esos son los verdaderos
científicos. (...) Al otro lado tenemos a quienes no creen que puedan existir
pruebas dignas de ser buscadas. (...) Algunos científicos no desean que lo
paranormal sea investigado. Están convencidos en el interior de sus propias mentes
de que tales cosas no pueden existir (...) Y aún más: cuando se realiza alguna
investigación en el campo de lo paranormal, esas gentes tratan de desacreditar las
posibles pruebas conseguidas, a menudo con argumentos (...) que de ningún modo
resultan aceptables a la luz de la crítica científica. Rechazamos con firmeza ese
escepticismo de andar por casa. En principio, debe ser posible investigar
científicamente toda anomalía o anormalidad. Por otro lado (...) Debemos adoptar
una postura crítica frente a las pruebas que se nos ofrezcan, e insistir en que
esas anomalías 'paranormales' estén apoyadas por hechos innegables. Solo entonces
podremos proceder a alterar o desafiar las ideas establecidas por la ciencia. Sin
embargo, hay una diferencia crucial entre un punto de vista escéptico y un punto de
vista crítico. (...) Nosotros debemos ser (...) críticos, pero no escépticos".27

Según los escépticos, cabe la posibilidad de considerar los fenómenos


parapsicológicos no como fenómenos reales, sino dentro de la psicología individual
y social, en estudios sobre el desarrollo de creencias.

La Psicología no se adhiere a los postulados de la parapsicología, aunque algunos


psicólogos han sido prominentes parapsicólogos. Por ejemplo, en 1978 el catedrático
de Psiquiatría checo Stanislav Grof, radicado en EE. UU., funda la "Asociación
Transpersonal Internacional", impulsando el estudio y la investigación de los
estados modificados de la conciencia. Su aporte a la Parapsicología ha sido
básicamente el concebir la conciencia no sólo como un mero producto de nuestro
cerebro, sino como algo que puede existir de un modo transmaterial y que
trascendería por tanto los límites del tiempo y del espacio. Los fenómenos
paranormales y los místicos tendrían cabida como objeto de estudio en este nuevo
modelo de la psique humana que ha desafiado los postulados establecidos por la
ciencia convencional.

Personalidades ilustres

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