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Bolctin del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. &. Ravignani” ‘Tervera Serie, niim, 4, 24 semestre de 1991 NOTAS Y DEBATES EL MUNDO RURAL RIOPLATENSE COLONIAL: UNA CUESTION ABIERTA Ropexto Di SterANo* HASTA HACE UNA DEcaDA, y salvo importantes excepcienes, hablar de la campaiia rioplatonse colonial impticaba simplemente referirse a gauchos y ganado, prolagonis- tas exclusivos de esa “civilizacidn del cucro” que habria sido cl entorno rural del estallido revolucionario de Mayo. Sin embargo, en los Gltimos afios los estudios rela- tivos a su sociedad y su economia se han multiplicado, y sc han realizado esfuerzos importantes con el fin de acrecentar nuestros conocimicntos sobre 1a materia, A grandes rasgos, se trata de un vuclco hacia otros tipos de fuentes y hacia lo cuantitativo como ¢je, dejando a los testimonios de época un iugar menos destacado que aquél del que gozaron durante mAs de un siglo de aportes historiograficos al te- ma. Es asi como los relatos de los viajeros y las memorias de los virreyes dejaron si- tio al andlisis sistematizado de, por ejemplo, contabilidades de estancias, padrones y lestamentarias. Este proceso de revisién comenz6 a partir de la polémica entablada en lorno a Ja cucstiOn de la inestabilidad de los wabajadores en las estancias, pero on un segun- do momento derivé hacia un problema cn apariencia mas amplio, como es cl de la importancia relativa que la agricultura y la ganaderia uvicron entre las produccioncs turales de la colonia. En reatidad, se trata de una misma cuestién abordada desde dis- intos dngulos, ya que, como veremos, la agricultura, practicada a nivel de subsisten- cia, parece haber sido una altemativa muy importante al empleo on las estancias ga- naderas.+ A partir de algunos importantes estudios de casos empez6 asi a vislumbrarse que muchos de los peones que aparcccn en las contabilidades de los establecimicntos Decuarios eran en realidad a su vez pequcios productores, y que parte del problema * Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”. | Cuando hablamos de agricultura de subsistencia nos referimos a produccidn en pequefia esvala con ¢l objeto de logear Ia manutencién de quienes la cjercen, lo que no quita que pane de lo producido sea mereansitizade, u7 de la escasez, y de 1a inestubitidad de ka mano de obra tenis como taiz el becho de que ‘ros pequefios productores eran Jo suficienlemente independigntes como para no ne- cesitar ofrever sus bravos a los estancicros. El canibio de perspectiva (ue significative, puesto que posibilité gue muchas cuestiones de importincia que habian permanecido fuera de la preocupacidn de los historiadores fueran puestas sobre cl tapeie. Indudablemente, uno de los aportes mas novedusos ha sido el considerar a Ja mayor parte de los babitanies de la campafia como campesinos ocupados en fas pesa- das tareas de la agricultura y la ganaderfa, en contraposicién a la wadicional vision de la historiografia gue solo nos mosiraba gauchos tomando mate y tocando fa guitarra. A continuacida reseftaremos ¢] watamiento que el tema recibio durant Ja uli- ma década, intentando seguir el desarrollo de las distintas Iineas de investigacién es- bozadas. A principios de la década del ochenta fueron publicadas dos obras cn las que se trata- ba el problema de la identidad del gaucho. Una de cllas (Rodriguez Molas, 1982) era en realidad una reedicién, ya que habia aparecido por primera vez, cn 1968, pero la nueva versién fue totalmente corregida. Los libros de Rodriguez Molas y Richard Slatta (1985) estaban basados en una rica documentacién cualitativa hasta entonces no trabajada sistemdticamente, pero sus autores poco modificaron La visién tradicio- nal de la estructura social de la campaia. En general sosticnen el predominio del tati- fundio como unidad de produccidn (por ciemplo, Rodriguez, Molas, 1982:78 y ss.) y la agricultura queda relogada a una mera actividad suburbana (Rodriguez Molas, 1982-60) o aparece también desterrando al gaucho en la segunda mitad del siglo xix con el fenémeno inmigratorio (Slatia, 1985:55)2 Sin embargo, ademas de haber am- Pliado nuestros conocimientos sobre el gaucho, estos das libros tuvicron Ia virtud de reabrir la discusién respecto de la sociedad y 1a cconomfa rural rioplatense colonial cnite los historiadores argentinos. Tratando de dar un orden cronotégico al cimulo de trabajos producidos desde entonces, digamos que Carlos Mayo intents inicialmente responder ciertos interro- gantes sobre las caracteristicas de la mano de obra rural cn el siglo xvau, con ef deseo de aporar a Ia resolucidn del “problema de fondo: la relacidn entre cf vagabundaje, el trabajo y fa economia rural pampcana” (Mayo, 1984:609). En este art’culo, su autor intenté abordar la cuestién de la cantidad de trabajadores disponibles para las Lareas agropecuarias, y partid para cllo de dos evaluaciones contradictorias del pro- bloma, cnunciadas por Ricardo Levene (1926) y Juan Alvarez, (1914). Estos dos his toriadores habian sostenido, respectivamente, Ia escasez y la abundancia de mano de obra rural durante la colonia, Segin Alvarez, lo que determinaba 1a ines‘abilidad de los trahajadores en las estancias no cra su relativa eseascz, sino el bajo requeri- 2 Por oua pane, el libro de Slatia conticne esrores garrafules, como fo es el afirmar que el ganado ci- marrén suminisir6 came gratuita a los pobladores de la campsiia hasta alrededor de 1850 (Slatta, 1985:51). Ws micato de trabajo de las tareas ganadcras, postura que Mayo intent6 refutar. Tenemos entonces planteadas hasta ayui dos cuestiones que tienden a confundirse y que solo luego, como veremos, serdin consideradas por separado: la cantidad de wabajadores disponibles en 1a campaita y la inestabilidad de su desempeno en los establecimien- los agropecuarios. Mayo abord6 el problema analizando fuentes cualitativas (las memorias de los virreyes, textos de Azara, etc.) y las contabilidades de dos estancias de propietarios laicos, una de ellas ubicada en el pago de Magdalena y la segunda de propiedad y lo- calizacién desconocidos3 Con estas Gltimas pudo plantearse problemas que serfan retomados lucgo por otros autores: la proporcién de metdlico y especies en los pagos, Ja incidencia del costo del trabajo sobre los totales del establecimiento, etcétera. La hipétesis del autor respecto del problema de la inestabilidad, en contraposi- cién a lo planteado por Alvarez, es que la clave debe buscarse en el lado de la oferta de abajo y no en cl de la demanda. Las condiciones que habrian permitido que los hombres de la campafia relegaran a la dltima posibilidad el ofrecimiento de sus brazos cn las estancias habrian sido el f4cil acceso a medios de subsistencia, ta existencia de una frontera abierta y de circuitos de comercio ilegal, el acceso a la tierra y su actitud precapitalista hacia el abajo. En contrapartida, la compra de esclavos era la opcin elegida cada vez mds frecuentemente por los propictarios, al tiempo que el Estado co- Jonial instrumentaba una politica represiva para compelor al trabajo a los “gauderios”. Hacia la misma época en que Mayo publicé su aniculo, Samuel Amaral pre- sentaba versiones preliminares de un trabajo basado cn la conlabilidad de la estancia de Clemente Lépez Osorio en el pago de Magdalena (Amaral, 1988). La fuente aventajaba a las utilizadas por Mayo cn mis de un sentido: se wataba de un estableci- miento de un propictario laico cuyas cuentas abarcaban un periodo —diez afios— mis extenso que el de las irabajadas por Mayo —solo un afio, 1760—, para la estan- cia de Magdalena. Amaral abordaba también el tema de la incstabilidad de la mano de obra, Pero, sostenia que debia ser explicado desde el lado opuesto al elegido por Mayo, es decir, del de la demanda: cra el intermitente requerimicnto de tabajadores en el esableci- miento, al ritmo de la estacionalidad de sus actividades, lo que producia esa inestabi- lidad. En pocas palabras, el peén abandonaba la cstancia por decisién de su emplea- dor y no por su propia voluntad. En cuanto a otros problemas, como las formas de pago o el endeudamicnto, Amaral también asumia posturas opucstas a las de Mayo. El autor aportaba a la dis- cusién un esquema del funcionamionto de las estancias ampliamente documentado: durante los picos estacionales se contrataba, de acuerdo con as necesidades concre- las, cierta cantidad de peones que al dejar de sex acqueridus se desvinculaban de la 3 Hl estudio de unidades de produccidn a través de sus contabilidades fue iniciado por el trabajo pio- exo de Ilalperin Donghi (1975) para el caso de uns propiedad eclesistica, y por el de José Carlos Chiara- ‘monte (1979) para la 7ona de Corrientes en ts primera mitad del siglo x1x. M9

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