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La distinción del gusto: el posicionamiento social a

través del capital cultural.

León Arnaldo Pagola Contreras1

Resumen: En el siguiente trabajo se dará a conocer las perspectivas de distinción


otorgadas por el capital cultural en la sociedad actual. En el mismo sentido con el
trabajo realizado por el sociólogo Pierre Bourdieu, analizáremos las formas y los puntos
de vista bajo el cual dicho capital logra dar distinción y singularidad a quien detenta
éste, posicionando su actuar frene a el resto de individuos que no puede tenerlo por
distintas razones. Las formas de como este incide en la formación de subgrupos más
pequeños en relación a las clases sociales y sus consecuencias como formas de
exclusión a priori para mantener la selección de aquellos en quienes el gusto pasa a ser
una forma concreta de posicionamiento para la consecución de fines determinados.

Palabras Clave: Capital Cultural, Distinción, Clase Social, Selección, Habitus.

The distinction of taste: social positioning through


cultural capital.
Abstract: In the following paper we will present the perspectives of distinction granted
by the cultural capital in modern society. Similarly to the work of the sociologist Pierre
1
Licenciado en Ciencias Políticas y Administrativas, Universidad de Concepción. Actualmente alumno y
becario docente en el programa de Magíster en Investigación Social y Desarrollo de la Universidad de
Concepción.
Bourdieu, we discuss the ways and views on which such capital succeeds in giving
distinction and uniqueness to those who hold it, positioning his act to halt other
individuals who cannot have for different reasons. Forms as this affects the formation of
smaller subgroups in relation to social classes and their consequences as a priori forms
of exclusion to keep selecting those in whom the taste becomes a concrete way to
achieve positioning certain purposes.

Key Words: Cultural Capital, Distinction, Social Class, Choice, Habitus.

Aspectos Generales:

En la actualidad el capital cultural de un sujeto determina en muchos casos la


posición social que pueda tener éste en un grupo especifico dentro de la sociedad o en
mayor escala dentro de ella misma globalmente. El hecho de poder contar con
conocimientos respecto sobre los bienes culturales que cada uno detenta, dan a los
sujetos quienes las poseen una cierta elegancia especial y singularidad por sobre el resto
que no los tienen.

Dicho proceso de poseer aquel capital se convierte en una fuente inagotable de


experiencias las cuales en muchos casos son derivadas de formas reproductivas de éste,
sobre la base de legados familiares y hábitos propios del núcleo familiar en el cual se
crio el sujeto en cuestión. Para el caso especial de este articulo trataremos justamente
esa situación. Lo anterior porque existen diversas experiencias que parecen tener la
forma ilustrativa perfecta para dar vida a la experiencia empírica de cómo poseer cierto
grado de capital cultural ofrece un sin fin de situaciones dignas de poder analizar en
profundidad según los escritos del sociólogo francés Pierre Bourdieu y donde expone de
manera interesante algunos niveles de interacción dentro de la vida cotidiana respecto a
esta situación y un poco mas allá para explicarlas a través del gusto.

El gusto viene a limitar nuestras elecciones y preferencias, las actitudes que


podemos tomar frente a uno u otro tema, nuestra forma de pensar y nuestras acciones.
Aquello cobra sentido porque el gusto en un sentido abstracto va formándose al rededor
de nuestras disposiciones sobre cosas y los criterios que tenemos respecto a éstas, dando
lugar a una definición a las relaciones de carácter antagónico con la cultura derivado a
su vez de la forma en que obtenemos nuestro capital cultural y los espacios donde
podemos sacar mayor provecho de él como lo señala Bourdieu (1979). Este orden de
carácter abstracto no es más que lo planteado por el mismo autor como habitus el que
señala como:

"El habitus es a la vez el principio generador de prácticas objetivamente enclasables y


el sistema de enclasamiento de estas prácticas"

(Bourdieu, 1979:169)

Así, podemos señalar que el habitus es una serie de prácticas que se van dando
dentro de los grupos sociales y que éstos mismos generan, dando vida a relaciones
concretas en función de la estructura social donde se encuentren inmersas. Bourdieu
dirá que son éstos los estilos de vida, derivados íntegramente del habitus y devenidos en
sistemas sociales, en otras palabras podríamos decir que cada practica común o
cotidiana que está presente dentro de un determinado destilo de vida va correspondido a
su vez por un habitus especifico. En este sentido, nuestra formación educacional
también define habitus de una clase social, esto porque entrega conocimientos y asocia
practicas que van dando forma a gustos determinados por el grado de escolaridad con el
que se cuente.

El gusto y la distinción.

El sentido del gusto se encontrara justamente en distinguir cuanto es el máximo


de rentabilidad cultural podemos aprovechar como señalara Bourdieu (1979), ésta irá
creciendo en la medida que se concrete una relación de proximidad con la cultura
legitima y que esta encarnada en una clase dominante. Mientras más cercana sea esta
relación con la cultura, se producirá una relación cotidiana con actos que signifiquen un
crecimiento del capital cultural como ir a obras de teatro, la opera, conciertos de jazz,
escuchar música clásica, etc. Junto con eso, debemos entender que la relación entre una
clase social dominante con la cultura se verá cruzada ampliamente con el factor
económico, es decir una mezcla entre nuestro capital cultural y capital económico.
Aquellas actividades que mencionamos más arriba tendrán un importante grado de
inversión en cuanto capital cultural, económico y social podamos imaginar de la clase
dominante y que dan factores comunes y distintivos de habitus representativos también
de una cultura legitima o que reproducen ésta. Como señalara Bourdieu (1979), dicha
clase dominante querrá poseer y poseerá una cultura legitima y es precisamente esto lo
que da un habitus mas distinguido.

De esta forma, podemos ir definiendo el tipo de capital cultural que vamos


obteniendo a lo largo de nuestra vida el que supondrá una serie de características
dependiendo de la forma de existencia éste.

Según Bourdieu, el capital cultural existirá de tres formas diferentes: en un


estado incorporado, donde toma forma según la disposición de duración del propio
organismo; en un estado objetivado, con los bienes materiales como libros, cuadros,
instrumentos y maquinarias que son objetos de los cuales se derivan teorías criticas y de
problematizaciones diferentes; y por ultimo de un estado institucionalizado, donde es el
titulo escolar lo que da justamente el grado de capital cultural, y lo garantiza, dando
ciertas características especiales de quien lo detenta.

De estas tres formas se pueden obtener variadas respuestas según como se nos
presente en nuestra vida diaria el hecho de poseer un cierto grado de capital cultural. Y
es que resulta esclarecedor en gran medida sostener que las diferencias desde donde
radica poseer un capital cultural sean un campo en el cual las personas puedan obtener
ciertas ventajas por el hecho de distinguirse frente a una sociedad como la chilena en la
que un cierto grado de erudición por parte de cualquier persona, distinto del que se
pudiese tener en nuestra realidad actual, confiere a ésta no solo una calidad especial sino
que un status relevante en la toma de decisiones y en el papel que desempeñara este
individuo frente a sus pares.

No resulta extraño entonces el hecho común de que cuando una persona muestra
ciertos conocimientos culturales fuera de la cotidianeidad aparente de la sociedad, se le
confiera una calidad especial ya que el sujeto muestra competencias y capacidades
distintas, a mi juicio propias de la complejidad intrínseca de cada individuo, donde cada
una de ellas puede ser tomada como ejemplo a seguir como de una transdisciplinariedad
que resulta gratificante de ver, lo anterior es siempre y cuando su área de desarrollo
cultural fuese parte de esa cultura legitima la cual señalamos más arriba. Por otro lado,
se puede argumentar la falta de valor cuando este tipo de capital cultural esta fuera de
los cánones regulares de la practica cultural legitima y de la que está acostumbrada de
forma regular y continua en un lapso de tiempo la sociedad en cuestión, hecho que deja
de manifiesto nuevamente que se considera propio de la cultura y que puede quedar
fuera de la legitimidad que nos ofrece ser parte de un estrecho círculo cultural
privilegiado.

Los títulos y la escolaridad de la cual nos habla Bourdieu, tienen el efecto de


poder legalizar de alguna manera u otra el status que se le podrá dar a la actividad
cultural en la que se esté generando los parámetros culturales. Así, no sería igual ser un
artista por los años de experiencia a uno titulado en una universidad o escuela dedicada
para esta labor. Se trata de dar un salvavidas a toda aquella actividad creativa que
pudiese plantearse por medio de un titulo, como un pasaporte que permite al portador
dar cuenta de su formación en un área determinada y que lo hace diferente al resto
quienes por no poseerlo quedan al margen de la actividad generadora de capital cultural.
En otras palabras será mejor visto quien tenga dichas credenciales y se dedique a esto a
quien sea representante de otra disciplina pero pueda desarrollarlo porque cuenta con un
estado incorporado del capital cultural como señalaba anteriormente el autor.

De la misma forma, contar con bienes culturales desde el estado objetivado del
cual nos referimos un poco mas atrás, da por cuenta que estos son justamente
instrumentos de apropiación simbólica que darán una cierta elegancia y singularidad a
quienes los poseen. Reiterado puede ser el caso de quienes poseen obras de arte o
colecciones particulares (como lo puede ser colecciones de música en formatos
llamados vintage como el vinilo o contar con una biblioteca particular en casa) respecto
a algún campo cultural legitimo dentro la sociedad. Las personas de estos bienes
muchas veces tienden a creer que solo la dimensión económica de éstos es la que otorga
su singularidad a dichos bienes, comparando la apropiación del bien en sí mismo con
una mística artística aparente del bien, es en otras palabras el apreciar el bien por su
valor económico para la distinción frente al resto.

Es entonces claro que los bienes culturales en la sociedad actual son un tipo de
objeto que se apropia exclusivamente y que ellos no están dispuestos de forma
universal, nos queda claro al pensar en las diferencias económicas como factor de
distinción pero aquello no llegaría a ser suficiente, así como existen los nuevos ricos a
quienes la vieja aristocracia de una sociedad pudiese encontrar vulgares por encontrar su
riqueza ganada de forma laboral diferente a como se obtuvieron los antiguos títulos por
familias con grandes apellidos y propiedades no se podría solo comprar el bien cultural,
también hay que tener presente el buen gusto. Es así como el mismo arte se encuentra
jerarquizado entre lo que puede otorgarnos simbólicamente un mayor beneficio por ser
consideradas entre los expertos algunas obras de mayor prestigio que otras, lo que va
otorgándoles valores singulares y diferentes a los que las obtienen, entenderemos
entonces que pasa incontables veces la situación donde el precio del bien cultural
definirá de forma simbólica el beneficio que dará a quien la tenga.

Bourdieu (1979) planteara que existe una cierta correspondencia entre lo que se produce
de bienes con lo que se producirá en gustos. Esto porque nuestros gustos también
dependen del grado en que el sistema va ofreciendo bienes de carácter cultural a
disposición, cualquier cambio en el estado del sistema de los bienes que se van
ofreciendo resultara en un cambio de gustos y de manera similar pasara esto si cambian
los gustos debido a que se transforma la existencia de ellos. Respecto de aquello,
Bourdieu plantea la idea de que cuando existen cambios en los gustos que tiene la clase
social dominante la cual muestra aquellos de forma extravagante, con el paso del tiempo
dejan de tener aquel carácter de novedad y fuera de lo común pasando a ser modas. Esta
dinámica sucede en vista a que los mismos sujetos o grupos que crean la "nueva moda"
pretende también la no marginación de ellos en su carácter de distinguidos por sobre el
resto, se necesita entonces de un sequito quienes avalen sus comportamientos y nuevos
gustos para hacerlos validos y representativos. En este contexto, la moda surgirá como
una respuesta del resto de la sociedad, de los que no son considerados distinguidos y
aun se encuentran parte de la masa, para adherir a las prácticas culturales asociadas con
las de una clase social más alta copiando aquellas situaciones que parecieran ser
consideradas de gran contenido cultural o directamente aportando nuevas condiciones a
ellas siendo más atrevidos de lo que fueron en su génesis dichos gustos socialmente
selectos o distinguidos.

Existirán entonces campos en los que las clases sociales, pensando en un sistema
binario o de ricos versus pobres, se organizaran en relación a los productos y bienes
culturales que se produzcan y quienes serán los consumidores de ellos. En aquel
sentido, habrá correspondencia entre los bienes y los grupos lo que generara finalmente
gustos distintos y que distinguirán a unos sujetos de otros. Esto nos dice que para cada
tipo de clase habrá un gusto a fin y mas allá de esto también, queremos decir que más
allá de las fronteras entre clases sociales presentes en la sociedad existirán gustos que
diferenciaran a las personas los unos de los otros agrupándolos en subdivisiones según
las distinciones de gustos de cada grupo en particular. Esto se explicaría porque mas allá
de como quisiéramos interpretar desde un punto de vista económico el hecho de
influencia de los bienes culturales como instrumentos de posición social en nuestra
realidad actual, la distinción basa su lógica en que estos bienes están anteriormente
significados para funcionar como elementos de distinción a quienes los tengan.

Este hecho encontrara su raíz en el hecho de que cada bien cultural estará
predispuesto a la generación de expectativas frente a la sociedad y por tanto su
producción estará acorde a un grupo en especifico. Más aún, cada uno de estos bienes
va acompañado con un complejo sistema de signos que hace de su portador un punto de
referencia social en concordancia con su estilo de vida y singularidad especifica como
lo serian la forma de vestir, de hablar, de utilizar el lenguaje o de comportamiento. Las
características descritas permitirían a los sujetos agruparse según gustos y afinidades
seleccionadas por cada uno, cada una de las cuales les dará una singularidad especifica.
Es en éste caso que podríamos ejemplificar con los grupos o círculos en torno a los
especialistas e intérpretes del arte, la música, la literatura, la filosofía, la moda y la
comida.

El sentido práctico de esto lo encontramos en como los habitus de unos y otros


se hacen semejantes entre determinados sujetos, logrando que aquellos con un sentido
similar en su práctica convivan en realidad que se asemejan y que encuentran similares.
Normalmente nos acercamos a aquellos que parecen contar con gustos y afinidades
similares a las nuestras logrando que nuestras relaciones y encuentros sociales sean en
consecuencia de esos gustos, particularidades y afinidades que nos parecen aceptables
según nuestros propios habitus; reconocemos nuestros habitus en otros sujetos.
Sentimos simpatía por aquellos que concuerdan con nosotros a este punto y aceptamos
sus visiones porque se condicen con las nuestras o porque pueden llegar a ser un aporte
a nuestra forma de llevar a cabo nuestras acciones, comparten bienes y capital cultural
similar, logramos entonces diferenciar nuestros gusto de aquello que no nos puede
parecer aceptable o que nos guste. Bourdieu (1979) planteara una visión un poco menos
inclusiva al respecto, señalando que no se podrían desarrollar lazos afectivos por
quienes no contaran con dichas características para estar dentro de nuestro circulo social
y que las relaciones solo podrían ser armónicas cuando existen cosas en concordancia
entre los sujetos, llámese gustos e intereses, limitando nuestra capacidad de interacción
entre unos y otros. Si bien esto a primera vista puede resultar cierto, no hay que
desconocer como seleccionamos con quienes nos relacionamos aún cuando existen
situaciones donde no podemos elegir, también debemos entender como la realidad nos
ofrece un espectro mucho más amplio en cuanto a relaciones con otros podemos tener.

Argumentar que solo podríamos llevar relaciones armónicas con aquellos que
compartan nuestros gustos y afinidades seria un elemento de juicio a priori con respecto
a quien tener dentro de un circulo cercano, la verdad es que en la sociedad actual cada
individuo forma diferentes lazos con personas distintas, lo diferente seria preguntarse en
qué grado de cercanía quedan los unos con otros pero no en base simplemente del gusto
e intereses, sino que en correspondencia con un sentido de vida más profundo y más
complejo que solo una visión bajo el espectro del capital cultural, los bienes culturales y
el conocimiento especifico de alguna disciplina. ¿Existe un solo patrón de
comportamiento que define con quien establecer relación? obviamente no, como
señalamos mucho antes el hecho de contar con un tipo de capital cultural puede ser
justamente una causa de como se organizan diversos grupos mas allá de lo económico,
pero no pasa a ser una constante entre las relaciones humanas en la actualidad, esto
porque justamente en un contexto donde la información fluye plenamente en los mares
de la tecnología y el ciberespacio, existe mayor difusión de aspectos culturales y del
gusto que hacen posible la unión entre personas con otros gustos plenamente diferentes.
No negamos en este caso que las diferencias derivadas de las clases o grupos sociales
existan económicamente y que estas mismas se conformen como barreras
históricamente naturales entre unos sujetos y otros, pero si existen muchas más
instancias que permiten la interacción entre los sujetos y donde hay una relación dada
por el contexto de vida más que por la pertenencia y la detención de aspectos culturales
que señala Bourdieu. Un ejemplo lo habla él mismo cuando se refiere al gusto en el
sentido de como se forman las parejas.

La lucha por la distinción.

En un punto totalmente diferente me gustaría abordar una cuestión que a mi


parecer es transversal al estudio del capital cultural, y es que en cuanto a luchas
simbólicas que nos plantea Bourdieu, el gusto aparece como una contienda mas donde
se hacen distinciones por propósitos y sentidos de una clase dominante sobre otra. No
quiero pasar a desacreditar lo anteriormente dicho bajo el análisis de un discurso mas
rígido por los supuestos del autor, pero si me parece relevante señalar algunos aspectos
que éste menciona y que son relevantes también cuando analiza el gusto.

Y es que en cuanto gustos también debemos hacernos cargo de como las


circunstancias de cada clase social van dando paso a condiciones que se forman al
rededor de necesidades. Según lo que narra Bourdieu (1979) referente a un estudio
realizado a cómo se referían las personas al lugar que habitan con sus familias, da como
resultado que las elecciones referentes a aspectos estéticos aumentan cuando se va
subiendo de clase en clase. Mientras los sujetos de las clases bajas dan mayor
importancia a factores de limpieza y mantenimiento, los trabajadores de profesiones y
los más acomodados muestran mayor interés por la confortabilidad y armonía de sus
hogares. En este mismo plano, los valores que parecen elementales en las familias de
clases bajas parecen verse desde lejos por las clases más acomodadas por el tiempo que
ellas supuestamente formaron dichos valores, ahora son cosas comunes y corrientes.
Pasa lo mismo siguiendo este ejemplo de Bourdieu con los bienes, estos van perdiendo
valor al correr del tiempo porque al momento de poder ir obteniendo más bienes los
anteriores van perdiendo su novedad y pasan a ser naturales para quienes los tienen. Así,
el tener un teléfono móvil de ultima generación puede ser una novedad cuando éste
recién entre en el mercado y podamos obtenerlo como otros que lo tendrán y así formar
un grupo selecto que nos distingue por sobre quienes no lo tienen, pero con el paso del
tiempo y a medida que dicho artefacto va siendo obtenido por mas y mas personas
pierde su novedad y pasa a ser un elemento común entre diferentes grupos sociales que
puede acceder a él.

En la misma dirección, el sentido de producción con que cuentan dichos bienes


culturales pasan por un origen donde se les da su orientación hacia lo singular y lo
simbólico de su valor para entregar a su portador aquellas mismas características. Esto
da a la cultura un valor en un terreno de lucha donde lo original, lo novedoso, lo
autentico, lo más limitado, lo poco estético, entran en una lucha y en disputas
constantes, no por los propios bienes culturales, sino por quienes los tienen y en cuya
disputa se encuentra el origen del pensar y darle valor a la propia cultura. Es así que el
terreno de lucha entre una clase y otra se plantea en un terreno totalmente distinto al que
podría pensarse, pasa por apropiarse de un campo determinado, aquel que como hemos
señalado está compuesto por múltiples símbolos y creencias en base al gusto, al poseer
un capital cultural acorde a la legitimidad cultural imperante y servil al campo de la
distinción de los unos con los otros, autoexcluyéndose esos llamados distinguidos de
una masa casi completamente homogénea en su superficie pero que deja ver a ratos su
propio aspecto cultural fuera de lo que tradicionalmente pudiera ser aceptado como arte.

Reflexiones finales.

A lo largo de la vida, cada individuo va adquiriendo nuevos conocimientos


derivados de disciplinas especificas y que apuntan a objetivos muchas veces distintos.
Algunos se inclinan fuera de sus disciplinas a seguir ciertas actividades que tienen que
ver con el mundo de lo cultural, lo artístico e intelectual. Estos mundos conllevan una
serie de ventajas comparativas frente a aquellos sujetos que no están interesados en
dichos campos puesto que por factores de orden familiar, social u económico no
pudieron ser conocidos ni mucho menos explorados. En tal escenario, encontramos
diversos contextos donde alguien con un capital cultural avanzado y rico en
conocimientos culturales pasa a ser un ejemplo de erudición, de sabiduría y de
distinción. Se le da un estatus especial por detentar cierto grado de conocimiento
respecto a el mundo cultural que lo rodea. Aquello deriva en que sea él quien pueda
aprovechar dicho estatus y las oportunidades que surgen de contar con el suficiente
conocimiento cultural, tanto en círculos sociales con mayores recursos y como ventajas
que pueda tomar para hacer de este conocimiento una superioridad al momento de
encontrar trabajo, de postular para algún cargo en especifico o simplemente de llegar a
círculos de mayor prestigio para así expandir sus propios círculos sociales. Cualquiera
fuese el caso, es de pleno conocimiento que el contexto actual de nuestra sociedad
derivo a que el contar con un capital cultural lo suficientemente autentico y de peso nos
pueda dar una clara ventaja sobre otros. La virtud de conocer sobre el arte, las letras o la
música hacen pensar de inmediato en la elegancia y sofisticación de quien se dice ser
conocedor, más aún hace pensar en la capacidad intelectual de él y por consiguiente se
asocia esto a sus demás características personales.

Finalmente, podemos señalar que estas características contaran con mayor apoyo si se
suma el contar con bienes culturales los que darán un sustento más elaborado al que
solo cuente con los conocimientos. Las obras de artes, la música y los libros han sido
siempre un punto a destacar de cualquier persona que pueda obtenerlos y estos mismos
valores con que cuentan las obras en general le seden dicho potencial a su dueño, como
si se tratase de un elemento de veneración al cual se deba rendir culto de alguna forma u
otra. La legitimidad cultural con que cuentan estas obras hacen de por sí que sean
círculos cerrados los que tengan el control de lo culturalmente aceptado y como nos
señala Bourdieu en su texto La Distinción, define quien es el distinguido dentro de los
demás, quien tiene cierto grado de poder en las interacciones con los otros.

Es necesario entonces plantear que el campo que engloba lo cultural puede ser mucho
más amplio de lo que parece y que cada clase social va generando sus propias
características en torno a este aspecto. Las representaciones artísticas hoy en día
trascienden las rígidas y clásicas estructuras de lo que se considera o no arte. La
posibilidad de acceder con mayor facilidad a estos tipos de círculos por la generación de
otros más abiertos a planteado una nueva etapa en lo que se refiere a dar cabida a más
personas en los contextos culturales actuales. Habría entonces menos utilización de este
capital para fines específicos y personales, se daría mayor cabida a una concepción
cultural mucho mas pluriclasista y menos clasista. Se terminaría entonces con las vagas
preguntas heredadas de la postmodernidad de ¿qué es arte y que no lo es? ¿esto es arte o
no lo es?.

Es entonces, como lo conocemos, la cultura una herramienta que se sirve de diversos


factores para posicionar a quien pueda llevarla sobre sus hombros, a quien piense que
puede sacar un provecho de ésta situación por sobre los otros, pues como señalamos el
fin de como se ha utilizado dicho capital se ha basado en la dominación de los unos
sobre los otros en base a diferencias culturales que parecen no existir a plena vista, pero
que existen justamente para hacer la distinción entre diferentes individuos y de
distinguir el gusto de cada uno según sus propias afinidades precisamente.

Referencias Bibliográficas.

-Bourdieu, Pierre. (1988). "La Distinción. Criterios y bases sociales del gusto" Madrid:
Ediciones Taurus.
-Bourdieu, Pierre, (1979) “Los Tres Estados del Capital Cultural”, en Sociológica,
UAM- Azcapotzalco, México, núm 5, pp. 11-17.

-Orta González, David. (2004) "Reseña de La distinción de Bourdieu". En Athenea


Digital – Revista del Pensamiento e Investigación Social. Nº 6 – Otoño de
2004.

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