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Textos de Filosofia PDF
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PER COMENTAR
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Pautes per a la realització de comentaris de textos filosòfics
• A grans trets, es pot dir que un comentari de text filosòfic ha de permetre que
qualsevol persona, encara que no en sigui especialista, pugui entendre les claus
explicatives del text. Comentar un text ve a ser com explicar una pel·lícula a algú
que arriba al cinema quan aquesta ja ha començat.
• Què no ha d’ésser un comentari de text:
o Un resum del text.
o Parafrasejar el text.
o Repetir idees sense explicar-les
o Una anàlisi formal de la seva estructura lògica.
o Un pretext per reproduir el que l’alumne sap de l’autor o del tema.
o Un pretext per exposar les opinions personals.
• El comentari ha d’oferir una explicació d’allò que s’ha entès del text, que sigui el
més completa possible. Per això cal seguir aquests passos:
• Llegir el text detingudament, en dues fases, una ràpida per tal de veure les parts del
text, i una altra més lenta per entendre cada part i la seva articulació interna.
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definició dels termes i conceptes emprats per l’autor, així con
clarificació de la seva argumentació; veure les influències d’altres
autors en els conceptes i els arguments de l’autor del text.
• Mostrar les connexions dels conceptes del text amb el pensament d’altres autors,
anteriors o contemporanis de l’autor del text. Es tracta d’explicar quin va ser
l’ambient històric, filosòfic i personal, en el qual es va gestar el text. Es tracta de
buscar precedents filosòfics i la seva relació amb els problemes filosòfics del
moment històric.
• En aquesta tasca hem d’intentar no sortir-nos dels límits del comentari, centrar-nos
en la informació pertinent i no enllaçar amb idees que no surten en el text, encara
que ens siguin conegudes.
• Reflexió crítica: es tracta d’aportar alguna opinió personal però de manera reflexiva
i argumentada. La clau consisteix a trobar les contradiccions entre les idees de
l’autor o entre aquestes idees i els problemes del seu temps; hem de dir què no
explica l’autor malgrat els seus pressupostos.
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Relació dels textos
8
• Homer, Ilíada 15, 189 (Kirk & Raven, pàg. 38, 18).
• Aristòtil, De caelo II 13, 294b13 (Kirk & Raven, pàg. 219, 153).
9
• Aristòtil, De caelo II 13, 294a28 (Kirk & Raven, pàg. 129, 86).
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Tema 2. La recerca de l’arché en la natura: l’escola de Milet
• Aristòtil, , Metafísica I 3, 983b6.
11
• Plató, Teetet 174a.
12
• Aristòtil, Política I 11, 1259a 8-10.
13
• Diògenes Laerci, Vides dels filòsofs II 1.
14
• Aeci, II 14, 3-4 (Kirk & Raven, núm. 157) (Anaxímemes).
15
Tema 3 El problema del canvi: Heràclit i Parmènides
• Lectura i comentari del text de Diògenes Laerci, Vides IX, 1 (Kirk & Raven, núm.
193).
• Text de Kirk & Raven a propòsit dels sobrenoms d’Heràclit, en pàg. 261 del seu
llibre.
16
• Fragments d’Heràclit (font: Kirk & Raven).
17
• Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, cap. 2, pàg. 27, 2n paràgraf.
18
• Fragments del poema de Parmènides: Sext Empíric, Adv. Math., VII 111
(=Simplici, De caelo 557, 25) (Kirk & Raven, núm. 342).
19
• Simplici, Fís., 117, 4 i Plató, Sofista 237a (Kirk & Raven, núm. 345 i 346,
respectivament).
• Simplici, Fis. 145, 1 i 146, 15 (Kirk & Raven, núm. 347 i 351, respectivament).
20
• Aristòtil, Física VI 9, 239b11 (Kirk & Raven, núm. 370).
21
Tema 4 Pitàgores i la matemàtica de la natura
• Aristòtil, Metafísica I 5, 985b 25-986b 28.
22
• Aeci, I 3, 8 (Kirk & Raven, frag. núm. 280).
23
• Diògenes Laerci, Vides VIII 36 (Kirk & Raven, frag. núm. 268).
• Heròdot, Història II, 123 (Kirk & Raven, frag. núm. 270).
24
• Porfiri, Vida de Pitàgores 19 (Kirk & Raven, frag. núm. 271).
25
• Jàmblic, Protr. 21(Kirk & Raven, frag. núm. 275).
26
• Indro Montanelli, Historia de los griegos, Barcelona, Plaza & Janés, 1982, cap. IX,
pàgs 48-49.
27
Tema 5 El problema del canvi: pluralisme i atomisme
• Plutarc, adv. Colot. 12, 1113c i Aristòtil, MXG 2, 975b1(Kirk & Raven, frag. 414).
28
• Simplici, Fís. 158 1 i 6, i 159 21 (Kirk & Raven, frag. 418, 423 i 425,
respectivament).
29
• Aeci V, 19 5 (Kirk & Raven, frag. 442).
30
• Aristòtil, Física I 4, 187a23 (Kirk & Raven, 512).
31
• Simplici, Física 164, 24-156, 13 (Kirk & Raven, frag. 503).
32
• Simplici, Física 28, 4 (Kirk & Raven, frag. 546).
33
• Aristòtil, Física II 4, 196a 25-35.
34
• Aristòtil, frag. 581 de Kirk & Raven
35
• Teofrast, De sensu 50 (Kirk & Raven, frag. 587).
• Sext Empíric, Adv. Math. VII 139 (Kirk & Raven, frag. 590).
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Tema 6 L’ambient cultural a l’Atenes del segle V
A
compañan al entierro gente de todas clases, ciudadanos o
forasteros, y las mujeres de la familia se encuentran junto a la
tumba llorando. Los entierran después en un monumento
público, situado en el arrabal más hermoso de la ciudad y en el que era
costumbre sepultar a los muertos en guerra, excepto los que murieron
en la batalla de Maratón, a los cuales, en memoria de su valor
excepcional, mandaron hacer un sepulcro especial en el mismo sitio.
Cuando los han cubierto de tierra, es costumbre que un ciudadano
notable, sabio y prudente, primero en la estimación pública y hombre
de talento, pronuncie en su honor una oración y después de esto que
cada cual se retire a su casa. De esta forma llevaban a cabo el entierro
de los que morían en las guerras de los atenienses. En honor de los
primeros, que fueron muertos en la guerra, fue elegido para hablar
Pericles, hijo de Jantipo; y llegado el momento oportuno, subió a una
tribuna muy elevada, desde donde pudiera ser oído por la multitud, y
pronunció este discurso:
VII
Discurso de Pericles en honor de los muertos
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su heroísmo las han merecido. Y también me parece que no se debe
dejar a la palabra de un solo hombre el hablar de las virtudes y
heroísmo de tan buenos soldados, ni tampoco creer lo que diga, ya sea
un buen o mal orador, pues es difícil expresarse con justeza y moderar
los elogios al hablar de cosas de las que apenas se puede tener una
ligera sombra de la verdad. Porque, si el que oye ha sido testigo de los
hechos, y quiere bien a aquel de quien se habla, siempre cree que el
elogio es insuficiente en razón de lo que él desea y de lo que sabe; y
por el contrario, al que los desconoce le parece, impulsado por la
envidia, que hay exageración en lo que supera su propia naturaleza. Los
elogios pronunciados a favor de otro pueden soportarse sólo en la
medida en que uno se cree a sí mismo susceptible de realizar las
mismas acciones. Lo que nos supera, excita la envidia y, además, la
desconfianza. Sin embargo, ya que nuestros antepasados admitieron y
aprobaron esta costumbre, yo debo también someterme a ella y tratar
de satisfacer de la mejor manera posible los deseos y sentimientos de
cada unos de vosotros. Empezaré, pues, por elogiar a nuestros
antepasados. Pues es justo y equitativo rendir homenaje al recuerdo.
Esta región, que han habitado sin interrupción gentes de la misma raza,
ha pasado de mano en mano hasta hoy, guardando siempre su libertad
gracias a su esfuerzo. Y si aquellos antepasados merecen nuestro
elogio, mucho más lo merecen nuestros padres. A la herencia que
recibieron añadieron, al precio de su trabajo y sus desvelos, la potencia
que poseemos, porque ellos nos la han legado. Nosotros la hemos
acrecentado. Aquellos que aún vivimos y nos encontramos en plena
madurez, somos quienes hemos aumentado y abastecido la ciudad de
todas las cosas necesarias, así en la paz como en la guerra. Nada diré
de las proezas y hazañas guerreras que nos han permitido alcanzar la
situación presente, ni de la valentía que nosotros y nuestros
antepasados hemos demostrado defendiéndonos de los ataques de los
bárbaros o de los griegos. Todos las conocéis, por eso no voy a hablar
de ellas. Pero la prudencia y el arte que nos ha permitido llegar a este
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resultado, la naturaleza de las instituciones políticas y las costumbres
que nos han ganado este prestigio, es necesario que sean expresadas
ante todo. Después, continuaré con el elogio a nuestros muertos.
Porque me parece que en las actuales circunstancias es oportuno traer
a la memoria estas cosas y que será provechoso que las oigan tanto los
ciudadanos como los forasteros que se han reunido hoy aquí.
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disfrutamos de nuestros productos, sino de los que nacen en el universo
entero.
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de sufrirlas con buen temple como los que siempre han estado
acostumbrados a ellas. Por estas razones y otras más aún nuestra
ciudad es digna de admiración. Al tiempo que amamos simplemente la
belleza, tenemos una fuerte predilección por el estudio. Usamos la
riqueza para la acción, más que como motivo de orgullo, y no nos
importan confesar la pobreza, sólo consideramos vergonzoso no tratar
de evitarla. Por otra parte, todos nos preocupamos de igual modo de los
asuntos privados y públicos de la república que se refieren al bien
común o privado y gentes de diferentes se preocupan también de las
cosas públicas. Sólo nosotros juzgamos inútil y negligente al que no se
cuida de la república. Decidimos por nosotros mismos todos los asuntos
de los que antes nos hemos hecho un estudio exacto: para nosotros, la
palabra no impide la acción, lo que la impide es no informarse antes
detenidamente de ponerla en ejecución. Por esto nos distinguimos,
porque sabemos emprender las cosas aunando la audacia y la reflexión
más que ningún otro pueblo. Los demás, algunas veces por ignorancia,
son más osados de lo que requiere la razón, y otras, por querer
fundarlo todo en razones, son lentos en la ejecución.
“Esta es la ciudad pues que con razón estos hombres no han querido
dejar que fuera mancillada y por la cual han muerto valerosamente en
el combate; nuestros descendientes están dispuestos a sufrirlo todo
para mantener su defensa. Por estas razones me he extendido al hablar
de nuestra ciudad ya que quería demostraros que no luchamos por lo
mismo que los demás, sino por algo tan grande que nada lo iguala, y
también para que el elogio de los hombres objeto de nuestro discurso
fuese claro y veraz. He terminado ya con la parte principal. La gloria de
la república se debe al valor de estos soldados y de otros hombres
semejantes. Sus actos están a la altura de su reputación y existen
pocos griegos de los que pueda decirse lo mismo. A mi parecer nada
demuestra mejor el valor de un hombre que este final, que entre los
jóvenes es un indicio y una confirmación entre los viejos. En efecto,
aquellos que no pueden hacer otro servicio a la república es justo que
se muestren valerosos en la guerra; pues han borrado el mal con el
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bien y sus servicios públicos han sobradamente las equivocaciones de
su vida privada. Ninguno de ellos se dejó seducir por las riquezas hasta
el punto de preferir los deleites a su deber, ni tampoco ninguno dejó de
exponerse al peligro con la esperanza de escapar de la pobreza y
hacerse rico, convencidos de que era preciso el castigo del enemigo al
goce de estos bienes, y mirando este riesgo como el más hermoso,
quisieron afrontarlo para castigar al enemigo y hacerse dignos de estos
honores. Sólo tuvieron confianza en ellos mismos en el momento de
obrar y al encontrarse ante el peligro sostenidos por la esperanza
incluso ante la incertidumbre del éxito. Prefirieron buscar su salvación
en la destrucción del enemigo y en la misma muerte que en el cobarde
abandono; así escaparon al deshonor y perdieron su vida. En el azar de
un instante nos han dejado alcanzando la mayor cima de la gloria y no
el bajo recuerdo de su miedo.
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tumba. Lo que atrae la atención hacia ellos no es sólo las inscripciones
funerarias grabadas sobre la piedra; tanto en su patria como en los
países más alejados, su recuerdo persiste a pesar del epitafio,
conservado en el pensamiento y no en los monumentos.
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recordad la suerte que habéis tenido gozando de una vida cuya mayor
parte ha sido feliz; el resto será corto ¡que la gloria de los vuestros
consuele vuestra pena!; sólo el amor de la gloria no envejece y en la
vejez no es capaz de seducirnos el amor al dinero, como algunos
pretenden, sino los honores que nos dispensan.
1
Final semejante al de la “Oración fúnebre” de Menexeno, en el diálogo homónimo de Platón.
2
Se refiere al período que va de la primavera de 431 a la primavera de 430 a. C.
45
Discurs de Cleó sobre Mitilene (Tucídides, Història de la Guerra del Peloponès III 36
1-5).
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Tema 7 Gir antropològic de la filosofia grega: els sofistes
47
• Plató, Protàgores 348c-349b.
48
• Plató, Protàgores 328b.
49
• Document “Las tarifas de los sofistas”.
Dicen las malas lenguas que los sofistas, al menos los más prominentes y afamados,
hicieron grandes fortunas vendiendo su saber a un precio que sólo los más ricos podían
permitirse.
Según los datos aportados por comentaristas y doxógrafos de los sofistas, es posible tener
una idea de cuánto costaba ser discípulo de alguno de ellos.
Los datos sobre el montante de los honorarios que los sofistas percibían son,
aparentemente, contradictorios. Según los diversos testimonios de que disponemos
(Melero, pág. 84, nota 13):
• Pitodoro y Calias pagaron 100 minas cada uno a Zenón [¿de Elea?] por sus
enseñanzas (Platón, Alcibíades I, 199a; hay un error en esta referencia, porque la
numeración de esta obra, incluido el final de Alcibíades II, acaba en 150; en todo
caso, la consideración de Zenón como sofistas es idea de Platón, pues creyó ver en
el al fundador de la antilógica, que luego desarrollaron los retóricos sofistas, según
Melero, págs. 28-29, y Platón, Fedro 261d).
50
• Protágoras fue el primero en cobrar 100 dracmas (1 mina), según indica Diógenes
en Vidas IX, 52); según Platón, ganó más dinero que Fidias y otros diez escultores
juntos (Menón 91d). Al respecto de los honorarios de Protágoras, se conoce un
episodio, la disputa con su discípulo Evatlo, que es ilustrativo (ver Diógenes
Laercio, Vidas IX, 56). Apuleyo cuenta que "pactó con su propio discípulo, Evatlo,
una retribución demasiado elevada en condiciones imprudentes" (Flórida XVIII,
19-20). El episodio muestra que los discípulos tenían la posibilidad de pagar los
honorarios de su maestro al ganar aquellos su primer pleito. La anécdota es similar
a la que se cuenta de Corax y su discípulo Tisias, maestro a su vez de Gorgias: que
el discípulo se resistía a pagar a su maestro y éste le amenazaba con un pleito, de
modo que estaba obligado a pagar de cualquier forma, ganase el maestro (por
haberlo ganado) o ganase el discípulo (al ganar su primer pleito). Otra referencia
señala que Protágoras admitía una alternativa a ser pagado, y esta consistía en
depositar en un templo la suma que el discípulo estimase conveniente al valor de
las enseñanzas recibidas, mediante un juramento (Platón, Protágoras 328b). Hay
que añadir que estas opciones o costumbres permitían el acceso a las enseñanzas
sofísticas incluso a quienes no dispusieran de un capital inicial suficiente (Melero,
págs. 89-90, más nota 31).
• Calias pago a Eveno de Paros 5 minas por la educación de sus hijos (Jenofonte [?],
Defensa de Sócrates).
51
• Isócrates cobraba 10 minas (Plutarco, Recuerdos de Sócrates 837d).
• Pródico cobraba 50 dracmas (1/2 mina) por exposición completa, y 1 dracma por
exposiciones sencillas, de bajo nivel (Platón, Crátilo 384b).
En general, se trata de sumas elevadas, con cuantías que los datos de Aristóteles también
confirman (Aristóteles, Retórica III 14, 1415 b 12). También en Platón (Hipias Mayor
282b283b; Menón 91d) y Jenofonte (Banquete I, 5).
Hay, sin embargo, referencias a cuantías más moderadas e incluso de pobre condición,
como señala Isócrates (Discursos ¿?, XV 155-156 y XIII 3-4).
En general, la idea de que los sofistas eran caros es relativa, porque hay que considerar qué
se incluía en el importe de las enseñanzas de los sofistas. Parece ser que las 50 dracmas
(1/2 mina) que exigía Pródico daban derecho a un curso completo, y si en ese curso se
juntaban varios alumnos era factible hablar de un total de 100 minas.
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52
• Filòstrat, Vida dels sofistes I 10, 1 ss.
53
• Aristòtil, Met. XI 6, 1062b12.
54
55
• Pausànies, Descripció de Grècia VI 17, 7.
56
• Plató, Gòrgias 453a, 483bc.
57
• Plató, Gorgias 484be.
58
• Plató, Menó 71e-72a i 76a.
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Tema 8 Gir antropològic de la filosofia grega: Sòcrates
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• Xenofont, Records de Sòcrates IV 7, 2-7.
61
• Plató, Apologia 33ab.
• Tovar, Vida de Sócrates. Madrid, Revista de Occidente, 1966, pàg. 19: "Sócrates se
nos aparece en el momento más crítico [del pensamiento griego]. Se había agotado
el pensar tradicional, y la fe religiosa, la piedad hacia los dioses heredados, que aún
se guarda en Píndaro o en Sófocles, es atacada en Atenas por la penetración del
pensar colonial de la Jonia del siglo VI. En los desgraciados años que le tocó vivir a
Sócrates, la impiedad se fue acentuando, y la crítica frente a la fe heredada fue
abriendo el horizonte hacia la verdad exterior. Sócrates fue el primer ateniense que
paso por la aventura [tocó ese terreno]; pero su grandeza fue tan inmensa, que
percibió claramente el peligro, y volvió sobre el viejo camino, con el único término
posible para una verdadera piedad: el culto de los dioses heredados."
62
• Lectura i comentari dels textos de Plató, Gòrgias 457c-458b.
63
• Plató, Gorgias 482cd.
64
• Tovar, Vida de Sócrates, op. cit., pàg. 226:
65
• Plató, Gòrgias 484c-486c.
66
67
• Plató, Apologia 36d.
68
• Plató, Critó 46bd.
69
• Plató, Gòrgias 488b-491d.
70
71
72
73
74
• Xenofont, Records de Sòcrates III 9, 4.
75
• Plató, Gòrgias 460ae.
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Bibliografia
Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos más ilustres (I-III). Buenos Aires, Espasa-Calpe
Argentina, 1949.
Kirk & Raven,Los filósofos presocráticos. Madrid, Gredos, 1975 (1981, 3a reimpressió).
Montanelli, I., Historia de los griegos, Barcelona, Plaza & Janés, 1982.
Piqué Angordans, A., Introducció a Els sofistes. Fragments i testimonis, Barcelona, Ed.
Laia, 1988.
Plutarc, Vides parsal·leles. Barcelona, Bernat Metge (any d’edició segons volum).
Popper, K., La sociedad abierta y sus enemigos. Barcelona, Paidós, 1957 (6a reimpressió,
1994).
Pradas, J., “El precio del saber”, en Astrolabio. Revista internacional de filosofía, núm. 7,
decembre de 2008 (www.ub.edu/astrolabio, ISSN 1699-7549).
Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso. Madrid, Gredos (any d’edició segons
volum).
Tucídides, Història de la Guerra del Peloponès. Barcelona, Bernat Metge (any d’edició
segons volum).
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Aquest recull de textos es va acabar d’editar el 20 d’abril de 2009. L’autor de la selecció ha
pensat que aquesta és la millor manera d’acostar als nous lectors de filosofia una sèrie
d’escrits fonamentals en els inicis de la filosofia occidentals. Aquest llibre es pot adquirir
de franc en format electrònic, en format pdf, i es pot consultar sense necessitat d’imprimir-
lo. També es pot adquirir en format enquadernat, si es prefereix d’aquesta manera, tot
pagant només el cost d’impressió.
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