You are on page 1of 9

VENEZUELA: UN DEBATE ESTRATÉGICO es un espacio diseñado

por Revista Florencia para discutir con rigurosidad los principales problemas
de la crisis venezolana. Sus objetivos son, por una parte, construir el estado de
la situación en las áreas más acuciantes de la vida nacional, y por otra, incitar
un debate prospectivo capaz de plantear soluciones integrales.

Conversamos con Malfred Gerig, sociólogo por la Universidad Central de


Venezuela e investigador especialista en economía política global y economía
política del petróleo, sobre el estado de la crisis económica que atraviesa el
país, un balance sobre la gestión económica durante la Revolución Bolivariana
y finalmente sobre las posibilidades de superación de la crisis.

La gestión de Nicolás Maduro se ha


caracterizado por la opacidad e inexistencia de
las cifras económicas, no obstante, las
extraoficiales no son nada alentadoras. Si el
Gobierno debiera escoger tres áreas para
atender de manera prioritaria en materia
económica ¿Cuáles deberían ser y por qué?
Lo más conveniente es ver las cosas tanto coyunturalmente como
estructuralmente. Coyunturalmente los principales problemas de la economía
venezolana son la recesión, la caída del consumo y el salario real y la inflación.

La economía venezolana se ha contraído por encima del 50% desde 2014, las
importaciones pasaron de 66.000 millones de USD en 2012 a alrededor de
12.000 millones de USD en 2017. La decisión de recortar las importaciones
para tapar el déficit en la cuenta corriente creado por la caída de los precios del
petróleo tomada por el gobierno en 2016, prefiriendo el pago de la deuda
externa sumado a la incapacidad de encontrar nuevo financiamiento externo, le
aplicaron un shock al aparato productivo que no fue capaz de resistir. Esto,
gracias a que las importaciones se habían convertido en el recurso de la
economía venezolana para resolver la escisión entre producción y consumo
que comenzó a finales de la década de 1970 y se aceleró a partir de 2007. En
el punto que nos encontramos es difícil predecir el momento en el que la
economía venezolana comenzará a crecer, o siquiera, detendrá su caída. No
es posible atacar los múltiples desequilibrios macroeconómicos que sufre la
economía venezolana si la recesión continúa.

En segundo lugar se encuentra la estrepitosa caída de los salarios y el


consumo. En septiembre de 2012 el salario mínimo en Venezuela era de 476
USD, claro está con un bolívar sobrevaluado. Hoy el salario mínimo es de 5,6
USD. Las cifras hablan por sí solas. Los venezolanos hemos sido sometidos a
un profundo shock sobre el consumo. Igualmente la inversión y el gasto público
se han reducido estrepitosamente. Es difícil establecer una casuística en este
caso, pero me atrevería a afirmar que la desaparición del mercado cambiario
con la liquidación de CADIVI, la creación del CENCOEX y la caída de las
importaciones asestaron el primer golpe a la economía venezolana al limitar en
extremo la oferta de divisas, la caída del consumo el segundo, y la inflación y
posterior hiperinflación el tercero. Por tanto, así como es necesario detener la
recesión, al mismo tiempo hay que recuperar el salario real de los venezolanos
y su consumo, la inversión y, sobre todo, el gasto público que ha sido el motor
de esta economía durante un siglo.

En tercer lugar, se encuentra la hiperinflación, para mí, consecuencia de la


caída de la producción y del consumo. La inflación no es sólo un fenómeno
monetario como lo preconizan los apologetas del monetarismo. Y en el caso
venezolano esta tiene cuatro componentes centrales: El aumento de precios
como forma de captar la renta petrolera en el destino, la caída estrepitosa de la
producción y el consumo, la ausencia del Estado en el mercado de divisas a
partir de 2013 que aunado al shock sobre las importaciones dejaron el control
del tipo de cambio en manos de un sector privado diezmado y especulativo que
siempre ha preferido comprar divisas en lugar de invertir, y por último, la
monetización del déficit fiscal. Sobre esto último hay que resaltar el cinturón de
fuerza que se colocó sobre PDVSA al someterla a “funcionar” con un bolívar
risiblemente sobrevaluado –nunca debemos olvidar el dolar a 10 BsF–, con un
inaguantable subsidio a la gasolina que presionó un monumental contrabando
externo de la misma.

En la acera estructural, el principal problema de la economía venezolana es el


agotamiento del tipo de inserción que ha tenido en el sistema histórico
capitalista en el último siglo.

En la acera estructural, el principal problema de la economía venezolana es el


agotamiento del tipo de inserción que ha tenido en el sistema histórico
capitalista en el último siglo. Venezuela ha aprovechado el siglo de hegemonía
estadounidense en la economía global, el cual también ha sido el siglo del
petróleo. Lo hizo mediante una integración rentista, esto es, ser proveedor de
una materia prima esencial para el proceso de trabajo intensivo en capital y
energía, piedra de lanza de la productividad estadounidense y europea.
Venezuela se concentró en captar una ganancia de allí por concepto de la
propiedad sobre el petróleo. Este tipo de inserción entró en su fase de
decadencia en la década de 1980, y hoy se ha agotado. En el futuro Venezuela
seguirá siendo un país petrolero, pero no podrá ser en ningún caso un país
rentista. Esta generación tiene frente a sí un reto del tamaño de aquellos
hombres y mujeres que en la década de 1920 decidieron integrarse a la
economía global como un país petrolero.

En el futuro Venezuela seguirá siendo un país petrolero, pero no podrá ser en


ningún caso un país rentista.

Por otra parte, el proyecto de la Revolución


Bolivariana ya cumple 20 años en el poder ¿Qué
podemos decir de las políticas implementadas en
materia económica en estos 20 años?
En este momento nos encontramos demasiado sumergidos en la marea como
para hacer un balance riguroso amén de justo. Ahora bien, la principal crítica
que le podemos hacer a la política económica de la Revolución Bolivariana es
que no fue lo suficientemente radical al comprender la crisis orgánica en la que
se encontraba la sociedad venezolana, ni dilucidar del todo que su principal
contradicción era cambiar la forma en la que Venezuela ha concebido y
generado la riqueza durante un siglo. O para decirlo de otra forma: en lugar de
intentar producir una revolución en la inserción de Venezuela en el capitalismo
global con las consecuencias que conlleva plantearse semejante proeza en un
país del Sur global y más específicamente latinoamericano cuando la economía
de la región ha sido la gran perjudicada en las transformaciones que se han
dado en la economía global desde 1980, la Revolución Bolivariana pareció
contentarse con hacer cambios radicales pero a lo interno de la misma matriz
de pensamiento: la razón rentista, esto es, la creencia de que es posible
reproducir la renta petrolera en desarrollo económico y que para ello se
necesita aumentar la soberanía estatal sobre el recurso poniendo luego las
ganancias al servicio del pueblo.

Debemos poner el punto de mira al realizar algún juicio en cómo se contuvieron


o se precipitaron tendencias que aceleraron la crisis del capitalismo rentista
venezolano. La dependencia de la economía venezolana del sector petrolero
se agravó, se hicieron avances en la recaudación fiscal pero en ningún caso
con los niveles de profundidad necesarios, la sobrevaluación del bolívar y el
flujo de divisas favorecieron el empoderamiento de la burguesía comercial en
detrimento de la muy mermada burguesía productiva, la caída de la
productividad continuó su marcado declive pese a las inyecciones de capital fijo
en algunos sectores, la crisis de inversión privada llegó a su cenit, igualmente,
la dependencia de las importaciones como forma de tapar los huecos
productivos se aceleró. Pero sobre todo no hubo ningún intento de resolver los
problemas de reproducción ampliada: se importaron medios de consumo y
cada vez la capitalización de la renta era menor. El desajuste entre el sector
medios de producción y medios de consumo es abismal, haciendo a la
economía dependiente del sector externo para la subsistencia de sus
habitantes.

No se puede obviar la cuestión del socialismo: ¿en lo económico qué tanto se


avanzó hacia esa meta? Podemos definir al socialismo como el reencuentro de
los trabajadores con los medios de producción, o en otras palabras, un proceso
de acumulación que no necesita desposesión de los medios de producción. La
versión del socialismo rentista fue más bien una reencuentro con el consumo,
un intercambio del excedente que se obtenía del mercado mundial por medios
de subsistencia. Esto generó un metabolismo en el que aumentaba el sistema
de necesidades, para ello se tenía que recurrir cada vez más a las
importaciones, esto es, aumentar la dependencia del mercado mundial, y la
capitalización de la renta o la acumulación orgánica quedaba de lado. Si vemos
qué era lo que se importaba obtenemos muchas luces sobre este asunto.

Sin embargo, se lograron avances significativos en otras áreas. Se incluyó a


millones de venezolanos en la economía, el consumo y el empleo. Esto generó
un efecto de expansión de la oferta en muchas áreas, quizá
telecomunicaciones sea la más evidente. La política petrolera, pese a sus
altibajos, recuperó el dinamismo del nacionalismo petrolero devolviéndole al
país la capacidad de agencia en el mercado energético global. La inversión
pública recuperó dinamismo lo que también repercutió favorablemente en el
crecimiento del PIB. Yo resaltaría la inversión en educación, salud y derechos
que se hizo en la fuerza de trabajo. Pero repito: estamos aún demasiado
inmiscuidos en la marea como para poder emitir juicio.
Durante años, incluso antes de 1999,
especialistas en el área anunciaban el colapso
del modelo venezolano basado en el “capitalismo
rentístico”. En este sentido ¿El proyecto político
chavista se planteó en algún momento su
superación o al contrario, profundizó la
dependencia rentista?
Como decía en la respuesta anterior, el principal error de la Revolución
Bolivariana fue seguir trabajando en la matriz de la razón rentista.

Más que hablar de si se planteó en algún momento superar al capitalismo


rentístico lo que nos llevaría a un ejercicio de exégesis programática, creo que
debemos poner el punto de mira en cómo se precipitaron tendencias que
llevarían al colapso del metabolismo económico del país. Como decía en la
respuesta anterior, el principal error de la Revolución Bolivariana fue seguir
trabajando en la matriz de la razón rentista. Si nos fijamos en el empeño en la
distribución de la riqueza más que en la expansión de la producción, si vemos
el empeño en pagar la “deuda social”, nos damos cuenta que se creía que
podrían acomodar las cosas a lo interno del mismo patrón económico. Ahora
bien, es justo decir que esta creencia no fue arbitraria. Dos hechos
coadyuvaron a darle fuerza. En primer lugar, el aumento de los precios del
petróleo. En 1999 el precio del petróleo rondaba los 17 USD, en 2005 cuando
Chávez es capaz de sortear la guerra de posiciones política el petróleo se
encuentra en 54 USD, colocándose por encima de los 100 USD en 2011, 2012
y 2013. En aquellos años no había una mejor idea que seguir siendo un país
petrolero. En segundo lugar se encuentra el aumento de las reservas probadas
de Venezuela. En 1999 Venezuela tiene 76.000 millones de barriles en
reservas, las cuales comienzan a incrementarse con la certificación de la Faja
Petrolífera del Orinoco hasta llegar a más de 300.000 millones de barriles hoy
en día.

Más que profundizar la dependencia rentista la Revolución Bolivariana la llevó


a sus límites inherentes. En este punto es necesario mencionar a Schumpeter
para quien la vida económica tiene dos facetas: la estática y la dinámica, la del
equilibrio y la del desarrollo. En lo que respecta a su relación con la renta, la
Revolución Bolivariana se movió en el campo estático intentado buscar
equilibrios a lo interno de la inserción rentista. Y en esto tuvo bastante éxito,
hasta el punto de conseguir una nueva edad de oro o belle epoque del
capitalismo rentístico masificando el consumo a partir del aumento de las
importaciones y del cobro de rentas futuras mediante el endeudamiento
externo. En el futuro la economía venezolana necesita una transformación
dinámica lo que involucra no sólo una revolución económica sino social,
tecnológica, territorial, moral, una nueva codificación de la estructura de
esfuerzos. Diría que necesitamos gestar una nueva religión civil. Este es el
tamaño del reto que tenemos ante nosotros. Sin embargo, los apologistas del
capitalismo dependiente creen que pueden conseguir nuevos equilibrios
promoviendo un desarrollismo por invitación bajo el amparo de Estados Unidos.
Y sosteniendo que el agotamiento de un siglo de reproducir la vida económica
del país se debe al pestañeo del Socialismo del siglo XXI.

En el futuro la economía venezolana necesita una transformación dinámica lo


que involucra no sólo una revolución económica sino social, tecnológica,
territorial, moral, una nueva codificación de la estructura de esfuerzos. Diría
que necesitamos gestar una nueva religión civil. Este es el tamaño del reto que
tenemos ante nosotros. Sin embargo, los apologistas del capitalismo
dependiente creen que pueden conseguir nuevos equilibrios promoviendo un
desarrollismo por invitación bajo el amparo de Estados Unidos. Y sosteniendo
que el agotamiento de un siglo de reproducir la vida económica del país se
debe al pestañeo del Socialismo del siglo XXI.

Al colapso rentista se le suma una reducción


drástica de las importaciones producto de una
estrategia dudosa para asumir los compromisos
de deuda externa. ¿Qué escenario podemos
prever en el corto, mediano y largo plazo con
respecto a estos compromisos inconclusos?
Lo primero que hay que decir es que Venezuela tuvo un endeudamiento
externo innecesario dado sus saldos en cuenta corriente. Por lo que en la belle
epoque bolivariana se hizo lo mismo que durante el primer gobierno de Carlos
Andrés Pérez: precipitar mediante la deuda el cobro de rentas futuras. De allí
que yo otorgo un mayor peso de responsabilidad del colapso económico en el
periodo que va desde 2013 hasta 2018 en el gobierno porque todavía había
capacidad de maniobra y las sanciones no se habían intensificado.

La responsabilidad del gobierno en el asunto de la deuda externa reside en no


prever la imposibilidad de mantener el pago del servicio de deuda dado los
desequilibrios en la balanza de pagos y la caída de las exportaciones. La
estrategia del buen pagador acogida por el gobierno fue sin duda un error
garrafal. Sus consecuencias son el colapso económico que tenemos frente a
nuestros ojos. No desestimó el rol que jugaron los tenedores de bonos en
penetrar al gobierno para que se efectúen los pagos.

Por otra parte, es muy claro que Estados Unidos utilizó el asunto de la deuda,
el cierre del mercado financiero al gobierno de Nicolás Maduro, como un
elemento central en su estrategia de asfixia financiera. Siendo bastante
exitosos ya que el gobierno venezolano fue un buen pagador hasta quedarse
financieramente exánime y sin embargo no tuvo acceso a nuevo
financiamiento. Más de 100.000 millones de USD salieron del país por
concepto de deuda externa desde 2011. Como podemos ver la deuda externa
sigue siendo un mecanismo de centralización de riqueza demasiado importante
para los países de Norte global.

En este momento la resolución del asunto de la deuda externa venezolana está


completamente supeditada a la resolución del conflicto político. Sin embargo,
valdría repetir algo que mencioné en un artículo sobre este tema en noviembre
de 2018: Citgo es la joya de la corona para los tenedores de bonos
venezolanos.

En este aspecto, el Gobierno parece que ha


adoptado una estrategia de Default Selectivo con
grandes escándalos como los llamados “Hunger
Bonds” (PDVSA 2022) y las polémicas referentes
a los “Bonos de CITGO” (PDVSA 2020), mientras
que en su momento el otrora candidato
presidencial Henry Falcón asumió una propuesta
de dolarización que claramente beneficiaba a los
tenedores de la deuda ¿Qué estrategia plantea el
proyecto político de Juan Guaidó en este ítem de
suma importancia para el país?
Los economistas anudados a la operación Guaidó soslayan cualquier problema
estructural de la economía venezolana por lo que sus recetas están
condenadas a fracasar ante el tamaño de los retos que tiene el país en el
futuro.

Parece que a diferencia de Francisco Rodríguez quien era el edil económico de


la operación Falcón, la operación Guaidó en las personas de Ricardo
Hausmann y Miguel Ángel Santos está mucho más penetrada por los intereses
de la banca multilateral, esto es, FMI, Banco Mundial, Banco Interamericano de
Desarrollo. Estos parecen profesar un odio selectivo contra los tenedores de
bonos combinado con una fe absoluta en las bondades de la banca multilateral
euroccidental. Todas sus soluciones pasan por un cuantioso endeudamiento
externo. Poniendo un especial énfasis en los efectos “perversos” de la
Revolución Bolivariana, los economistas anudados a la operación Guaidó
soslayan cualquier problema estructural de la economía venezolana por lo que
sus recetas están condenadas a fracasar ante el tamaño de los retos que tiene
el país en el futuro.

Seguramente la hoja de ruta que tienen en mente es proceder a una


renegociación de la deuda, simplemente por que no queda otra cosa que
hacer. Para que Venezuela pueda pagar sus compromisos externos debe
haber una moratoria que permita al país recuperar la producción y las
exportaciones. Para los economistas ligados a la operación Guaidó la única
ventaja que profesan tener es ser parte de la familia financiera euroccidental.

Para culminar, en un ejercicio propositivo ¿Qué


habría que hacer combinando táctica y estrategia
en materia económica para comenzar a recuperar
las condiciones materiales de las mayorías
depauperadas del país?
Es necesario un profundo debate nacional sobre el sentido del país y la
reinstitucionalización del mismo.

Haciendo un ejercicio de abstracción, en estricta materia económica hay que


atacar tres problemas centrales: recesión, subconsumo, inflación. Para hacerle
cara a la recesión no se ve en el panorama un plan más expedito que aumentar
las importaciones por lo menos a 30.000 millones de USD, esto se puede
conseguir tanto accediendo al financiamiento externo como aumentando la
producción petrolera. Lo que se ve lejano dado el pantano en el que nos
encontramos. La recuperación del consumo pasa tanto por un aumento general
de salarios capaz de llevar el sueldo mínimo a por lo menos 100 USD
mensuales como por la recuperación del gasto público.

Por su parte, para mitigar la inflación es necesario atacar por distintos flancos:
renta en el destino, aumento de la producción y el consumo, reducción del
déficit fiscal y del subsidio a la gasolina. Ahora bien, empezar por el retorno del
Estado a un rol asertivo en materia de regulación económica –donde en lugar
de colocar policías en la puerta de los expendios de alimentos se utilicen los
mecanismos de política monetaria para regular la creación de dinero por parte
de la banca mediante el crédito, los cuales a la postre presionan el tipo de
cambio a la alza– la unificación del tipo de cambio, la creación paulatina de un
mercado de divisas con la participación del Estado, son pasos necesarios pero
insuficientes. El gran legado de aquellas ideas que giraban en torno al control
de cambio y que sostenían que la “burguesía” debía producir sus propias
divisas es la hiperinflación y el salario real más bajo del planeta.

La cuestión fiscal también es central. Es necesario un aumento de los


combustibles internos, única medida capaz de aliviar el hueco en la cuentas
fiscales. Además, es obvio que la sociedad venezolana está demasiado
empobrecida como para financiar las necesidades fiscales del Estado, sin
embargo, la crisis ha conllevado a una centralización de la riqueza o un
aumento de la desigualdad, por lo que incrementar la recaudación fiscal en las
mayores rentas es siempre una buena idea.

Como decíamos, los problemas de la economía venezolana necesitan más que


la búsqueda de un equilibrio estático, que en el mejor de los casos
normalizarían la miseria, una revolución dinámica. Schumpeter colocaba cinco
áreas donde es posible una revolución de este tipo: 1- introducción de un
nuevo bien, 2- un nuevo método de producción, 3- apertura de un nuevo
mercado, 4- la conquista de una nueva fuente de aprovisionamiento de
materias primas, 5- creación de una nueva organización industrial. Sobre esas
posibilidades es que la sociedad venezolana debe situar sus energías,
motivaciones y voluntades.

Los problemas económicos de la sociedad venezolana no admiten en la


realidad abstracción, lo económico y lo político son inseparables. Por lo que
para cualquier mejoría en la situación económica del país se necesita un
retroceso en el vaciamiento de la soberanía de su legítimo depositario el pueblo
venezolano. A partir de 2016 la soberanía se ha ido trasladando primero del
pueblo a las elites, y luego a actores geopolíticos. Pero apelar a la soberanía
involucra más que un referéndum plebiscitario, es necesario un profundo
debate nacional sobre el sentido del país y la reinstitucionalización del mismo.

You might also like