La juventud se ha caracterizado por su activa participación en la vida política y
social del país, jugando un papel determinante en la defensa de los derechos de los sectores populares en Colombia y en América Latina, lo cual ha sido reconocido como hazañas heroicas: “la juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse.” (Manifiesto de Córdoba - Argentina, 1918).
En la etapa actual se han hecho planteamientos que pretenden mantener a los
jóvenes al margen de la política, lo cual ha intensificado el debate sobre el papel de la juventud universitaria dentro de la vida política del país. La política debe ser aquel espacio de debate y participación, en donde se definan con claridad cuáles pueden ser las proyecciones de nuestra institución, y de la sociedad entera. La universidad tiene razón de ser cuando se inscribe dentro de una sociedad, cuando se inscribe en la proyección que esta sociedad pueda tener. Nosotros no somos profesionales asépticos en el plano ideológico, somos profesionales que tenemos un compromiso con una u otra posición en la sociedad. Hay profesionales comprometidos con los sectores oligárquicos y también habemos profesionales comprometidos con el pueblo, y esto implica que debemos luchar y debatir para que la universidad pueda aportar de mejor manera a la superación de las inequidades. Como no podemos ser un ente aislado, en muchos de los casos se ha tratado de estigmatizar a la universidad pública, que tiene un pensamiento democrático, tratando de ocultar que con el acceso al conocimiento también hemos adquirido un pensamiento crítico, y que buscamos desarrollar una acción que tenga que ver esencialmente con la defensa de los intereses de los sectores populares, que en buena medida han sido la razón histórica de la propia universidad.
La participación de la juventud en torno a posiciones antiimperialistas, en
defensa de los intereses populares. En el caso de la Universidad del Tolima, ha tenido una tradición histórica desde hace mucho tiempo; desde cuando surgio, hace unos cientos de años atrás, hemos tenido que participar en muchos procesos, y parte de ellos han tenido que ver con la independencia del país, con ideas libertarias que han sido también gestadas en esta universidad, pues el acceso al conocimiento nos ha permitido tener espacios donde poder debatir y participar en mejores condiciones y en beneficio del pueblo.
Para concluir las nuevas circunstancias exigen nuevas ideas, la lógica de
mercado del neoliberalismo se ha derrumbado con la crisis financiera. Una lógica que se impuso en la universidad a través del dogma que establecía como su función prioritaria formar para la "economía de conocimiento". El fracaso de la "mano invisible del mercado", pone en primer plano a la cultura, que debe dar respuesta a una renovada concepción de la educación superior. En primer lugar se debe separar la lógica de la cultura de la lógica del capital. La cultura orienta la educación en torno a los objetivos que son estratégicos para el continente más allá del puro mercado. Conduce a la integración por sus efectos en la ciudadanía, en la identidad continental y en la cohesión social. A su vez la crisis de "lo privado" revaloriza la educación pública, que se reconoce como soporte indispensable para el desarrollo de la cultura, cualquiera sea la forma que ésta tome.