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C u a d e r n o s d e l Sem in ario

Modernidad: versiones y dimensiones

¿Qué es la
modernidad?

Bolívar Echeverría

Cuaderno

U n iv e rs id a d N a c io n a l A u tó n o m a d e M é x ic o
Cuaderno

C
on sidero que p od ríam o s p a rtir de lo que es m as ev i­
dente: la m o d e rn id a d es la ca ra cte rística d eterm in an te
de un con ju n to de co m p o rtam ien to s que ap arecen desde
h ace ya varios siglos p or [odas p artes en la vida social, y que
e! en ten d im ien to co m ú n recon oce co m o d iscon tin u os e in ­
cluso con trap u estos - e s a es su p e rc e p c ió n - a la con stitu ción
trad icio n al de esa vida, co m p o rtam ien to s a los que p recisa­
m ente llam a -m odernos". Se trata, ad em ás, de un con jun to
de co m p o rtam ien to s que estaría en p roceso de su stitu ir esa
co n stitu ció n trad icion al, después de p on erla en evidencia
co m o obsoleta, es decir, com o in co n sisten tee in d i c a : Puede
ser vista tam bién, d esde o tro án gu lo, co m o un con ju n to de
h echos objetivos que resultan tajantem ente incom patibles co n
la con figu ración establecida del m u n do, de la vid a, y que se
afirm an com o innovaciones su stanciales llam adas a satisfacer
una necesidad de tran sform ación surgid a en el propio seno
de ese m undo.

ISBN 978-607-02-1007-5

9 786070 210075
¿Qué es la
modernidad?
€ #

C u adern o

l
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

R ector
J o sé N arro Robles

S ecreta rio G en era l


Se r g io M . A lco cer M a r t ín e z d e C astro

S ecreta ria de D esa rro llo In stitu cio n a l


R o s a u r a R u iz G u t ié r r e z

Secreta rio A dm in istra tiv o


J uan J o sé P érez C asta ñed a

A bog a d o G en era l
L u ís R a ú l G o nzález P érez

C o rd in a d o r de P la n ea ció n
E n r iq u e del Val

C o ord in a ción de D ifu sió n C u ltu ra l


S e a l t ie l A l a t r is t e

D irecció n G en era l de P u b lica cio n e s y F om en to E d ito ria l


D a v id tu rn er Ba r r a g á n
C uad ern os d el S e m in a r io
M o d e r n id a d : v e r s i o n e s y d im e n s io n e s

¿Qué es la
modernidad?
‘¡ U S ’

B o l ív a r E c h e v e r r ía

C uadern o

Universidad Nacional Autónoma de M éxico


2009
Ilustración de portada: Duro y blando, 1927, de W assily Kandinsky

¿Qué es la m od ern id ad ?

P rim era ed ició n: 2 3 de n oviem bre de 2 0 0 9

D.R. © U niversidad N acional A utónom a de M éxico


C iudad U n iv ersitaria, D elegación C o y oacán , C.P. 0 4 5 1 0 , M éxico, D.F.

ISBN : 9 7 8 - 6 0 7 -0 2 - 1 0 0 1 -3 (obra com pleta)


ISBN : 9 7 8 - 6 0 7 -0 2 - 1 0 0 7 -5 (cuad ern o 1)

Proh ibida su rep rod u cció n p arcial o total por cu alq u ier m edio,
sin a u to rizació n e scrita del titu lar de los d erech os p atrim o n iales.

Im preso y h e ch o en M éxico
¿Qué es la modernidad?
¿ Q U É ES L A M O D E R N I D A D ?1

Este c o rteja r al cosm os, este intento d e un m atrim on io nuevo,


nunca visto, con las p oten cias cósm icas, se cum plió en el
espíritu d e la técnica. P ero com o la av id ez d e g an an cia de la
clase dom in an te preten dió c a lm a r su am bición sirvién dose
d e ella, la técn ica traicion ó a la hu m an id ad e hizo del lecho
nupcial un m a r d e sangre.
W a l t e r B e n ja m ín 2

La n o ved a d d e lo m o d ern o

C
onsidero que po d ríam o s partir de lo que es m ás evidente:
la m od ernid ad es la característica determ inante de u n con ­
ju n to de co m portam ien tos que aparecen desde hace ya varios

1 E xp osició n en el Sem inario U niversitario L a M odern idad: versiones y


dim ensiones. Sesión del 7 de febrero de 2 0 0 5 . La transcripción de la parte co ­
rrespondiente a la D iscusión fue revisada por Isaac Venegas A. y Crescenciano
Grave T.
2 “Dies W erben um den Kosmos, dieser Versuch zu neuer, nie erhörter Ver­
mählung mit den kosmischen Gewalten, vollzog sich im Geiste der Technik. Weil
aber die Profitgier der herrschenden Klasse an ihr ihren W illen su büßen gedachte,
hat die Technik die Menschheit verraten und das Brautlager in ein Blutmeer
verwandelt”, W alter Benjam in, Einbahnstraße, Suhrkamp, 1967, p. 124.
BOLÍVAR ECHEVERRÍA

siglos por todas partes en la vid a social, y que el entendim iento


com ún reconoce com o d isco n tin u o s e in clu so contrapuestos
- é s a es su p ercep ció n - a la constitución tradicional de esa vida,
com portam ien tos a los que precisam ente llam a “m od ern o s”.
Se trata, adem ás, de u n conju nto de com portam ien tos que
estaría en proceso de su stitu ir a esa co n stitu ción tradicional,
después de ponerla en eviden cia com o obsoleta, es decir, com o
incon sisten te e ineficaz. P uede ser vista tam bién, desde otro
ángulo, com o u n conju nto de h ech o s objetivos que resultan
tajantem ente incom patibles con la co n figu ració n establecida
del m undo, de la vid a, y que se afirm an com o inn ovacion es
su stanciales llam ad as a satisfacer una necesid ad de transfor­
m ación su rgida en el propio seno de ese m undo.
Tom ados así, com o u n conjunto en el que todos ellos se
com plem entan y fortalecen entre sí, ya de entrada estos fenóm e­
nos m od ern os presentan su m od ern id ad com o u n a tendencia
civilizato ria dotada de u n nuevo prin cipio u nitario de co h e­
rencia o estru cturación para la vid a so cial civiliza d a y para el
m undo co rrespond iente a esa vida; de una nueva “lógica” que
se encontraría en proceso de su stitu ir al principio organizador
ancestral, y desde la que éste se percibe com o obsoleto y se
tolera com o “trad icio n al”.
Para precisar un p o co m ás el asunto vo y a m encionar tres
fenóm enos en los que se m an ifiesta esta característica de lo
m od ern o o en los que se m uestra en acción esta “lógica” nueva,
m oderna: la técnica científica, la se cu la rizació n de lo político
y el in d ivid ualism o.
Q uisiera m encionar prim ero el que es tal vez el principal
de todos ellos: m e refiero a la ap arició n de u n a co n fia n za
práctica en la “dim en sión” puram ente m undana o “física” - e s
decir, no “m etafísica”- de la capacidad técnica del ser h u m a­
no; la con fian za en una técnica basada en el uso de la razón,
pero protegida del delirio especulativo, al que ésta es proclive,
m ediante u n d ispositivo de autocontrol de consistencia m a­

^8 ^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

tem ática; una técnica que atiende así, de m anera preferente o


exclusiva, al funcionam iento em píricam ente m edible lo m ism o
de la naturaleza que del m undo social. Lo central en este prim er
fenóm eno m oderno está en la confianza que aparece, dentro
del com portam iento cotidiano del ser hum ano, en la capacidad
de aproxim arse o enfrentarse a la naturaleza en térm inos pura­
m ente profanos, ajenos a lo sagrado, y de alcanzar así, m ediante
u na acción program ada y calculada a partir del conocim iento
m atem atizado de la m ism a, efectos m ás favorables para la so­
ciedad que los que podía garantizar la aproxim ación tradicional
a lo otro, una aproxim ación que im plicaba determ inantem ente
el recurso a operaciones de orden m ágico. Lo m oderno reside
en esta confianza en la eficiencia inm ediata (“terrenal”) de la
técnica; una entrega que se desentiende de cualquier im plica­
ción m ediata (“celestial”) que 110 sea inteligible en térm inos de
una causalidad m atem áticam ente racionalizable.
Se trata de u n fenóm eno que se am plía y com plem enta con
otros aparecim ientos igualm ente m odernos, com o sería, por
ejem plo, la exp erien cia “progresista” de la tem poralidad de la
vid a y el m undo, es decir, la co n vicción em pírica de que el ser
hu m an o, que estaría sobre la tierra para dom inarla, ejerce de
m anera creciente su capacidad de conquistarla, aum entando
y exten d ien d o su d om inio con el tiem po, siguiendo una línea
tem poral recta y ascendente: la línea del progreso.
U na versión espacial o geográfica de este progresism o se
presenta en otro fenóm eno m oderno: la d eterm inación de la
ciu dad com o el lugar propio de lo hum ano. De acuerdo con
esta práctica, ese lugar, que solía ser el cam po, el orbe rural,
habría dejado de residir en él y habría pasado a concentrarse
justam ente en el sitio del progreso técnico; allí donde se asienta,
se desarrolla y se aprovecha, a través del cálculo m ercantil, la
aplicación técnica de la razón m atem atizadora.
C om o se ve, estam os ante una confianza práctica nueva que
se im pon e sobre su contraria, la con fian za técnica ancestral en

491- ,
BO LÍVAR EC H E V E R R ÍA

la capacidad m ágica del ser h u m an o de p rovocar la in terven ­


ción en su vid a de fuerzas sobrenaturales benévolas; de dar
lugar a la acción favorable de los m u chos dioses o, inclu so, ya
en ú ltim a instancia, del propio Creador,
Este fenóm eno m od ern o central im plica u n ateísm o en el
plano del d iscu rso reflexivo: el d escreim iento en instancias
m etafísicas m ágicas. Trae consigo todo aquello que conocem os
en la literatura sobre la m od ern id ad acerca de la “m uerte de
D io s”, del “d esen can tam ien to” (entzauberung) del m undo, se­
g ú n M ax W eber, o de la “desd eificación ” (entgótterung), segú n
H eidegger.
Es u n fenóm eno que im plica u n a su stitu ción radical de la
fuente del saber hum an o. La sabiduría revelada es dejada de
lado en calid ad de “su p erstició n ”, de rem anente de creencias
obsoletas, y en lugar de ella aparece com o sabiduría aquello
de lo que es capaz de enterarnos la razón que m atem atiza la
naturaleza, el “m undo físico”. Por sobre la co n fia n za práctica
en la tem poralid ad cíclica del “eterno retorn o” aparece en ­
ton ces esta nueva co n fian za, que consiste en contar con que
la vid a hu m an a y su historia están lan zad as h acia arriba y
h acia delante, en el sentido del m ejoram iento que vien e con
el tiem po. Y aparece tam bién el adiós a la vid a agrícola com o
la vid a auténtica del ser hu m an o - c o n su prom esa de paraísos
tolsto ian o s-, la con sign a de que “el aire de la ciu dad libera”, el
elogio de la existen cia en la G ran C iudad.
U n segu n d o fen óm en o m ayo r que se pu ed e m en cio n ar
com o típicam ente m od ern o tiene que ver con algo que p o d ría
llam arse la “secu la rizació n de lo p o lítico ” o el “m aterialism o
p o lítico ”, es decir, el hech o de que en la vid a so cial aparece
u n a prim acía de la política económ ica sobre todo otro tipo de
p olíticas que u n o pu ed a im aginar, o puesto en otros térm inos,
la prim acía de la so cied ad civil o bu rgu esa en la d efinición de
los asuntos del Estado. Esto es lo m oderno; es algo nuevo que
rom pe con el pasado, puesto que se im pon e sobre la tradición
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

del esplritualism o político, es decir, sobre una práctica de lo


político en la que lo fundam ental es lo religioso o en la que
lo p olítico tiene prim aria y fun dam entalm en te que ver con la
reproducción identitaria de la sociedad, es decir, con su cultivo,
con lo cultural. El m aterialism o político o secu larizació n de
la p olítica im plicaría entonces la conversión de la institu ción
estatal en una supraestructura de esa base burguesa o m aterial
en donde la so cied ad fu n cion a en torno a una lucha de p ro ­
pietarios privados por defender cada uno los intereses de sus
respectivas em presas económ icas. Esto es lo determ inante en
la vid a del Estado m oderno; lo otro, el aspecto m ás bien co ­
m unitario, cu ltu ral, de reprod u cción de la identidad colectiva,
pasa a u n segu n d o plano.
Pensem os ahora, en tercer lugar, en el individualism o, en el
com portam iento social práctico que presupone que el átomo
de la realidad h um an a es el in d ivid uo singular. Se trata de
u n fenóm eno característicam ente m oderno que im plica, por
ejem plo, el igualitarism o, la co n vicción de que el derecho de
n in gu n a persona es superior o inferior al de otra; que im plica
tam bién el recurso a la relación contractual, prim ero privada y
d espués pública, com o la esencia de cualquier relación que se
establezca entre los in d ivid u o s sin gu lares o colectivos; que
im plica finalm ente la con vicción dem ocrática de que, si es ne­
cesario u n gobierno republicano, éste tiene que ser una gestión
consentida y decidida por todos los ciudadanos, los iguales. Es
u n fenóm eno m oderno que se encuentra siem pre en proceso
de im ponerse sobre la tradición ancestral del com unitarism o,
es decir, sobre la convicción de que el átom o de la sociedad
no es el in d ivid u o sin gular sino u n conjunto de individuos,
u n in d ivid uo colectivo, una com un idad, por m ínim a que ésta
sea, u n a fam ilia, por ejemplo; que está siem pre en proceso de
elim in ar la diferenciación jerarqu izante que se genera espontá­
neam ente entre los in d ividuos que com pon en una com unidad;
de d escon ocer la adjudicación, que se hace en las sociedades
BOLÍV AR EC H E V E R R ÍA

tradicionales prem odernas, de com prom isos sociales innatos


al in d ivid u o sin gu lar y que lo trascienden. El in d ivid u alism o
se contrapone a todo esto: al autoritarism o natu ral que está
en la vid a pú blica trad icion al, a la co n v icció n de que h a y
u na jerarqu ía so cial natural; por ejem plo, al h ech o de que los
viejos o los sabios tengan m ayor valía en ciertos aspectos que
los jóven es, o bien de que los señores, los dueños de la tierra,
sean m ás im portan tes o tengan m ás capacidad de d ecisión
que los dem ás ciudadanos. El in d ivid u alism o es así u n o de
los fenóm enos m odernos m ayores; in trod u ce u n a form a in é­
dita de practicar la oposición entre in d ivid u a lid a d sin gu lar e
in d ivid u alid ad colectiva.
Éstos so n tres ejem plos entresacados de ese conju nto de
fenóm enos cuya m odernidad consiste en afirm arse a sí m ism os
com o radicalm en te d iscon tin u os respecto de una estructura
tradicional del m u nd o so cial y com o llam ad os a vencerla y a
sustituirla.
En referencia a esos fenóm enos, quisiera llam ar la atención
brevem ente sobre dos datos p ecu liares que revelan el carácter
prob lem ático de esta p resen cia efectiva de la m o d ern id ad
com o una d isco n tin u id ad radicalm en te innovadora respecto
de la tradición.
Lo prim ero que habría que advertir sobre la m od ern id ad
com o principio estru cturador de la m od ern izació n “realm ente
existen te” de la vid a h u m an a es que se trata de u n a m od alid ad
civilizatoria que, si bien dom ina en térm inos reales sobre otros
principios estructuradores no m od ernos o prem od ernos con
los que se topa, está sin em bargo lejos de haberlos anulado,
enterrado y sustituido. La m od ern id ad se presenta com o u n
intento que está siem pre en trance de ven cer sobre ellos, pero
com o u n intento que no llega a cu m p lirse plenam ente, que
debe m an tenerse en cu anto tal, y que tiene po r tanto que
co ex istir con las estru cturacion es tradicionales de ese m u n ­
do social. En este sentido - m á s que en el de H ab e rm a s-, sí

4 12^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

puede decirse que la m od ern id ad que conocem os hasta ahora


es “u n proyecto in acabado”, siem pre incom pleto; es com o si
algo en ella la incapacitara para ser lo que pretende ser: una
alternativa civilizato ria “su perior” a la ancestral o tradicional.
Éste es u n prim er dato p ecu liar que, a m i parecer, hay que
tener en cuen ta en lo que toca a estos fenóm enos m odernos y
su m odernidad.
Lo segu n d o que llam a la atención, desde m i punto de v is ­
ta, es que la m od ern id ad establecida es siem pre am bigua y se
m an ifiesta siem pre de m an era am bivalen te resp ecto de la
b ú sq u ed a que hacen los in d ivid u o s sociales de una m ejor d is­
p o sició n de satisfactores y de una m ayor libertad de acción. Es
decir, la m od ern id ad que existe de hecho es siem pre positiva,
pero es al m ism o tiem po siem pre negativa. En efecto, si la
m od ern id ad se presenta com o u n a ruptura o d iscontinuidad
necesaria frente a lo tradicional es, sin duda, porque perm ite
a los in d ivid u o s sin gu lares la d isposición de m ayor y m ejor
can tidad de satisfactores y el disfrute de una m ayor libertad
de acción. A h ora bien, lo interesante está en que la experiencia
de esta “su p e rio rid ad ” cuantitativa y cualitativa respecto de lo
traicional resulta ser u n a experien cia am bivalente. Si bien es
positiva respecto de estas dos necesidades a las que pretende
estar respondiendo, resulta al m ism o tiem po negativa en lo que
toca al m undo de la vid a en su conjunto, al orden cualitativo
al que p erten ecen esos satisfactores y esa libertad: algo de lo
viejo, algu n a d im en sión, algú n sentido de lo ancestral y tra­
d icio n al queda siem pre com o insuperable, com o preferible en
com paración con lo m oderno. Esta am bigüedad y am bivalencia
de los fenóm enos m odernos y su m od ern id ad es u n dato que
no se debería dejar de lado en el exam en de los m ism os.

<113*
BOLIV AR E C H E V E R R IA

La m o d e r n id a d y “e l d e s a f ío d e l a n e o t é c n ic a ”

uisiera pasar ahora a u n segundo punto en estas reflexiones


Q acerca de la m odernidad. Tal ve z lo m ás convenien te para
d escribir en qué consiste sea relatar de dónde proviene, cu ál es
su origen, cuál es su base o fundam ento, es decir, datar, aunque
sea de u n a m anera general y aproxim ad a, su aparecim iento
histórico. Tal v e z así pu ed a percibirse o definirse m ejor en qué
consiste la m od ern id ad de estos fenóm enos m odernos.
H ay que d ecir, en p rim er lugar, que en la h isto ria del
tratam iento teórico de la m o d ern id ad u n a bu en a can tidad
de fenóm enos que p u ed en llam arse “tem prano-m od ernos” o
protom odernos se h a n detectado en épocas m u y anteriores al
siglo X IX , el “siglo m od ern o ” por antonom asia. Y esto no sólo
en los tiem pos en los que suele ubicarse el inicio histórico
de la m od ern id ad , que van entre el siglo X V y el X V I. En el
R enacim iento, se gú n el d ecir de unos, con el su rgim ien to del
“hom bre n u evo” -re s p e c to del “viejo” ser h u m an o de la época
m ed ie va l-, de ese hom bre b u rgu és que cree po der “hacerse a
sí m ism o” saliendo de la nada, reconquistar prem editadam ente
la d ensidad cualitativa de u n a identidad h u m an a concreta que
había sido sacrificada por los evan gelizadores de E uropa y su
cristian ism o radical, despreciativo del “m u nd o terren al” y sus
cu alidades. O tros ven co in cid ir este aparecim iento de la m o ­
d ern idad con el d escu brim ien to de A m érica, puesto que sería
a partir de él que el m u nd o deja de ser u n u niverso cerrado y
se abre h acia las fronteras infin itas, com o dice K oyré. H ay en
fin, quienes u bican ese co m ien zo m u cho m ás acá en la h isto ­
ria y sostienen que la m od ern id ad co m ien za verdaderam ente
con la revolución in d u strial del siglo x v m y que correspond e
propiam ente al siglo x ix , a la co n solid ació n de la G ran C iu d ad
que tiene lugar entonces. Sin olvidar a autores com o H orkhei-
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

m er y A d orn o en su Dialéctica de la Ilustración, que llegan a


detectar - lo que no deja de ser in teresa n te- una m odernidad
en ciernes reconocible ya en la épo ca antigua de O ccidente, lo
que subraya de paso, el carácter occiden tal de la m od ernid ad
en general. Se habla, por ejem plo, de la presencia, dentro de
la tradición que arranca de la m itología griega, de una figura
com o Prom eteo, el titán que entrega el fuego a los hom bres, que
rom pe el d om inio m on op ólico ancestral de la casta sacerdotal
sobre este m edio de prod u cción y la adm inistración de su uso,
“despertando así en el corazón de ios m ortales la esperanza” de
que “las cosas cam bien” y la m iseria se m itigue; de que el tiem ­
po deje de ser el tiem po siem pre repetidor, cíclico, del “eterno
retorno”. A l abrir nuevas po sibilid ades de uso para el fuego,
Prom eteo despierta la idea de u n a tem poralidad que deja de ser
cerrada y se abre hacia el futuro, in au gu ran do así u n elem ento
esencial de los fenóm enos m od ernos y de su m odernidad. O
se destaca, com o lo h acen H orkheim er y A dorno, la protom o-
d ern idad de u n a figura hom érica com o O diseo, el héroe que
hace u so d istan ciad o o “ilustrado” de la m itología arcaica y
que es capaz de desdoblar su yo y ser u n sujeto que dispone
de sí m ism o com o objeto; que puede hablar consigo m ism o de
sí m ism o com o si fuera con otro y de otro, y de m an ipu lar
de esta m anera el m om ento conquistador de la n aturaleza que
h ay en la renuncia (entsagung) o posposición prod u ctivista del
placer, en el autosacriftcio de los in d ivid uos singulares. Para
ellos, en el personaje O d iseo estaría ya el prim er esbozo de
u n nuevo tipo de ser hum an o, u n protoburgués, u n in dividuo
identificable ya com o m oderno.
O tros m ás hablan de la téjne griega que se m anifiesta m í­
ticam ente en la figura de D édalo, el artífice, el inventor por
excelencia; el que, por ejem plo, entre tantas otras cosas de
m aravilla, se ingenia u n sim ulacro de vaca para que la reina
Parsifae pueda engañar a la naturaleza y gozar del toro m aravi­
lloso regalado por N ep tu n o a M inos, su m arido; el que sugiere
BOLÍV AR ECHEVERRÍA

el hilo gu ía para que A riad n a y Teseo escapen del laberinto


d espu és de m atar al M inotauro; el que co nfecciona u n par de
alas, con la eficacia de las de u n pájaro, para huir, volan do por
los aires, de la isla de M in os convertida en prisión. Es tam bién
el artista que rom pe con el h ieratism o can ón ico en las form as
plásticas traídas de Egipto al hacer visib le en ellas su causa
eficiente. C o n la figura de D édalo aparece el prim er hom bre
netam ente “técn ico ”, el que se p rop on e, inventa, ca lcu la y
d iseña nuevos in stru m en to s im itand o desde la p ersp ectiva
h u m an a y para las d im en siones de lo hu m an o la eficacia del
com portam iento de la naturaleza. C onectad a íntim am ente con
la figura de D édalo está, en el relato m ítico, la de Teseo, el héroe
fu n dador para los griegos atenienses -a s e sin o involuntario de
su padre Egeo, el rey sagrado, el que vence sobre el rey M inos,
que garantizaba esa sacralidad a cam bio de sangre de jó v en es
g rieg o s-; el d escu brid or de la legitim id ad profana del p oder
político; el instaurador de la soberanía y autonom ía de la p olis
p o r en cim a de la soberanía trad icion al y d ivin a de los reyes.
En fin, no faltan in d icios fascin antes que apu ntan al h ech o de
que la m od ern id ad de los fenóm enos m od ern os se m uestra ya
en destellos durante la época de los griegos antiguos.
Sin d esech ar los p lan team ien to s anteriores, m e p arece,
sin em bargo, que resulta m ás exp licativo de la m od ern id ad
reconocer su origen y fu n dam ento en u n m om ento h istórico
diferente, m u y posterior al del aparecim iento de los fenóm e­
nos de la p rotom od ern idad griega. M e refiero a u n m om ento
en la historia de la técn ica que se u bicaría alrededor del siglo
XI de nuestra era y que ha sido puesto de relieve por L ew is
M um ford en su obra Técnica y civilización, siguiendo la tradición
de Patríele G ed d es y en concordancia lo m ism o con M arc Bloch
y F ernand Braudel que con otros estudiosos de la tecnología
m edieval, com o L yn n W h ite, por ejem plo. Se trata del m om en­
to histórico de u n a “revolución tecn ológica”, com o le llam an
estos autores, que se esboza ya en torno a ese siglo X I, durante

<É 1 6 ^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

lo que M um ford llam a la “ fase eo técnica” en la historia de


la técnica m oderna, anterior a las fases “paleotécn ica” y “neo-
técn ica” reconocidas por su m aestro G eddes. U na revolución
tecn ológica que sería tan radical, tan fuerte y decisiva -d a d o
que alcan za a penetrar hasta las m ism as fuentes de energía
y la propia consistencia m aterial (físico-quím ica) del cam po
in stru m en ta l- que podría equipararse a la llam ada “revolución
neolítica”. Se trata de u n giro radical que im plica reubicar la
clave de la p rod u ctividad del trabajo hum ano, situarla en la ca­
p acidad de d ecid ir sobre la introd u cción de nuevos m edios de
p rod u cción , de prom over la transform ación de la estructura
técnica del aparataje instrum ental. C o n este giro, el secreto de
la prod u ctividad del trabajo hum ano va a dejar de residir, com o
venía su cedien do en toda la era neolítica, en el descubrim iento
fortuito o espontáneo de nuevos instrum entos copiados de la
n aturaleza y en el u so de los m ism os, y va a com en zar a residir
en la capacidad de em prender prem editadam ente la invención
de esos instru m entos nuevos y de las correspondientes nuevas
técnicas de prod u cción. Este sería, entonces, el m om ento de la
revolución eotécnica, la “edad auroral” de la técnica m oderna,
com o la llam a M um ford.
D esde m i punto de vista, lo principal de este recentram iento
tecnológico está en que con él se inaugura la posibilidad de que
la sociedad hum ana pueda construir su vida civilizada sobre una
base por com pleto diferente de interacción entre lo hum ano y lo
otro o “n atu ral”, sobre una interacción que parte de una escasez
sólo relativa de la riqueza natural, y no com o debieron hacerlo
tradicionalm ente las sociedades arcaicas, sobre una interacción
que se m ovía en m edio de la escasez absoluta de esa riqueza
natural o frente a la reticencia absoluta de la naturaleza ante el
escándalo que traía consigo la hum anización de la anim alidad.
A diferencia de la construcción arcaica de la vida civilizada, en
la que prevalecía la necesidad de tratar a la naturaleza - lo otro,
lo e x tra h u m a n o - com o a u n enem igo am enazante al que hay

4 17 *
BOLÍVAR ECH E V E R R Í A

que vencer y dom inar, esa construcción puede ahora, basada


en esta nueva técnica, tratarla m ás bien com o a u n adversario/
colaborador, com prom etido en un enriquecim iento cualitativo
mutuo. La conversión narcisista que defiende la “m ism idad ”
am enazada del ser h um ano m ediante la conversión de lo otro
am enazante, de la N aturaleza, en u n puro objeto que sólo ex is­
te para servir de espejo a la autoproyección del hom bre com o
sujeto puro, se volvería innecesaria en el m om ento m ism o en
que esa am enaza deja de existir para el ser hum ano gracias a
la revolución tecnológica iniciada en el m om ento eotécnico de
la historia de la técnica al que hace referencia M um ford.
A m i m odo de ver, con esa revolución de la n eotécn ica que
se iniciaría en el siglo XI aparece, por prim era vez en la h isto ­
ria, la p o sibilid ad de que la interacción del ser hum an o y lo
otro deje de estar d irigid a a la elim in ació n de u n o de los dos,
para establecerse una colaboración entre am bos con el fin de
inventar o crear, precisam ente dentro de lo otro, form as hasta
entonces inexistentes en él: la p o sibilid ad de que el trabajo
hu m an o no se autodiseñe com o u n arm a para d om in ar a la
naturaleza en el propio cu erp o h u m an o y en la realidad exte­
rior; de que la sujetidad h u m an a no im pliqu e la an ulación de
la sujetidad -in evita b lem en te m iste rio sa - de lo otro.
El tránsito a la neotécnica im plica la “m uerte del Dios num i-
n o so ”, el posibilitador de la técnica m ágica o neolítica; m uerte
que vien e a sum arse a la “agonía” del “D ios religioso”, el p ro ­
tector de la com unidad política ancestral, una agonía que venía
aconteciendo al m enos por dos m il años con la m ercantificación
creciente de la vid a social, es decir, con el som etim iento de las
com un idad es hum an as a la capacidad de la “m ano invisible
del m ercad o” de con d u cir sus asuntos terrenales.
En una prim era defin ición aproxim ada se p o d ría decir que
la m odernidad consiste en la respuesta o re-acción aquiescente
y con stru ctiva de la vid a civiliza d a al desafío que aparece en la
historia de las fuerzas productivas con la revolución neotécnica

i 18 $
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

gestada en los tiem pos m edievales de la historia europea. Ella


sería el intento que la vid a civiliza d a hace de integrar, y así
prom over, esa neotécn ica lo m ism o en su propio fu n cion a­
m iento que en la reproducción del m u nd o que ha levantado
para ello; es la técnica a la que, podem os suponer, se refiere
el fam oso ensayo de W alter B enjam in sobre la nueva obra de
arte, cu an d o habla de una “segunda técn ica” o lina “técnica
lú d ica”. La m od ern id ad sería esta respuesta positiva de la vida
civiliza d a a u n h echo antes d escon ocido que la vid a prod u c­
tiva reconoce en la práctica cuand o “percibe” que la clave de
la p rod u ctivid ad del trabajo h um ano ha dejado de estar en el
m ejoram iento o uso inventivo de la tecnología heredada y ha
pasado a centrarse en la in ven ción de nuevas tecnologías, es
decir, no en el perfeccion am ien to casual de los m ism os in s­
trum entos sino en la in trod u cción volun taria y prem editada
de instru m entos nuevos. C u and o el antiguo D édalo reaparece,
pero ya no com o figura esporádica y de excep ción en el ámbito
del trabajo y las artes, sino com o la figura que p odría repre­
sentar aquello de lo cu a l depen de ahora la realización plena
de esas actividades.
Se p u ed e d ecir en to n ces que la m o d e rn id a d n o es la
característica de u n m undo civiliza d o que se encuentre ya
reconstituido en concordancia con la revolución tecnológica
post-neolítica, sino la de u n a civiliza ció n que se encuentra
com prom etida en u n proceso de reconstitu ción que es co n ­
tradictorio, largo y difícil; u n proceso histórico de “m u y larga
d uración ” -u s a n d o u n térm ino de B rau d el- que de n in gu n a
m anera tiene asegurado el cu m plim ien to de su meta.
Ya desde ese prim er siglo del segu nd o m ilenio se gesta y
co m ien za a prevalecer algo que -ex a g e ra n d o la fórm ula de
F re u d - po d ríam o s llam ar “un m alestar en la civiliza ció n ”, una
stimmung o “estado de án im o ” que parece caracterizar desde
entonces a toda la vid a civiliza d a del O cciden te europeo. U n
“m alestar” que la afecta prim ero débilm ente, pero después, a

419*
BOLÍV AR ECHEVERRÍA

partir del siglo XVI o del siglo x v m , de m anera cada v e z m ás


agu d a, hasta co n vertirse d esde fin ales del siglo x ix en u n
h orizon te an ím ico verdaderam ente determ inante de la vid a
cotid ian a. Y es que la ex p erien cia práctica que se exp resa
en este “m alestar” es la de una form a social o una estructura
in stitu cion al que se reproduce tradicionalm ente porq ue sigue
siendo form alm en te in d isp en sab le para la vid a, pero cu yo
conten id o se enrarece crecientem ente, con virtién d ola en una
especie de sim ple sim ulacro o im itación de lo que ella m ism a
fue en el pasado. Tal sería el caso, por ejemplo, del cristianism o,
u n rasgo esen cial de la civiliza ció n o ccidental precapitalista al
que el O cciden te m oderno recurrió en sus prim eros pasos - y al
que sigue recu rrien do hasta nuestros días, aun que sea en una
versión ya caricatu resca- para ocultar, tras su enraizam iento en
los usos y costum bres tradicionales, el hecho de que la “escasez
absoluta” de la que parte para ju stificar su m oral ha dejado de
ser “n a tu ra l” gracias a la n eotécn ica y se ha vu elto artificial,
u n a escasez absoluta reproducida solam ente para efectos de
la acu m u lación capitalista. Este “m alestar en la civ iliza ció n ”
consiste en la exp erien cia práctica de que sin las form as tra­
d icion ales no se pu ed e llevar u n a vid a civiliza d a , pese a que
ellas m ism as se h an vaciado de contenido, han pasado a ser
u n a m era cáscara hueca.
El conten id o de la form a so cial tradicional o prem od erna
consiste en la necesid ad de la co m un idad , transm itida a todos
los m iem bros sin gu lares de ella, de co n trib u ir con el sacrificio
de una parte de sí m ism os a la lucha colectiva po r afirm ar la
identidad o m ism id ad com un itaria en el en frentam iento no
sólo a lo otro, a la naturaleza, sino tam bién a los otros, los
naturales o bárbaros. Las form as sociales tradicionales no son
otra cosa que órganos o m edios de su blim ació n de u n auto­
sacrificio, de u n a represión prod u ctivista que en prin cipio ha
perdido ya su razón de ser.

4 2 0 $
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

Para precisar la idea de esta relación entre la forma y el con ­


tenido de las realidades in stitu cion ales tradicionales resulta
ú til observar, por ejem plo, aunque sea de paso, aquello que
es actualm ente objeto festejo en las cerem onias nupciales. En
estas cerem onias se festeja el sacrificio que la com un idad social
h ace del polim orfism o sexu al de sus in d ivid u o s singulares; se
reactu aliza sobre u n escenario im aginado, en u n a apología no
exen ta de rem ordim iento, la form a que adopta la represión de
la libertad en la identificación sexual. U n sacrificio que, siendo
n ecesario sólo en las cond icion es arcaicas de la constru cción
social, es aún consagrado y en com iado por ellas en los tiem ­
p os m odernos com o naturalm ente necesario e incluso, com o
deseable por parte de todos los que se van a som eter a él.
Por ejem plo, la conden a im puesta sobre el varón de guerrear
afuera y prod u cir “com o hom bre”, o la condena im puesta sobre
la hem bra, de procrear y adm inistrar la casa “com o m ujer”;
esta doble cond en a que exclu ye (y castiga) otras opciones de
identificación se xu a l - o de gende?; com o se decía hace p o c o -
sería el conten id o de la form a institu cion al del m atrim onio,
u n a form a in stitu cion al que presenta la pérdida ontológica
de esos varones y hem bras “protoh um anos”, de esos jóvenes
de identidad sexu a l indecisa, com o si fuera el ascenso a la
“plena h u m a n id a d ”, a esa hu m an id ad que habría sido creada
por D ios para identificarse, si no por u n a cosa, po r la otra,
ex clu yen d o toda tercera. El m atrim onio com o fu n dación de
la fam ilia, que es el átom o de las socied ades tradicionales, es
u n a form a in stitu cion al del apaream iento hum ano que debe
disim u lar el vaciam ien to de su conten ido - la m ultiplicación
ilim itad a de la e s p e c ie - en los tiem pos m odernos, y lo delez­
nable que se vu elve cada vez m ás la necesidad de sacrificar el
p o lim orfism o sexu al. La cerem onia n u p cial y su festejo son
in stru m en to s de ese disim u lo. La ex p erien cia del carácter
insostenible y al m ism o tiem po in dispen sable que adquieren
las form as arcaicas del apaream iento hu m an o en los tiem pos
B O LI VA R E C H E V E R R Í A

m odernos es sólo u n ejem plo de ese ya casi m ilenario “m alestar


en la civ iliza ció n ”.
El “m alestar en la civilización ” m uestra que la necesidad del
sacrificio, sin h aber desaparecido, com o correspond ería a una
vid a propiam ente m oderna, sí se h a vu elto im pugnable; que
la form a civilizato ria ancestral, aunque no esté aún d eslegiti­
m ada plenam ente, se m uestra ya com o superable, com o objeto
de una profun d a ironía. Sugiere que la m od ern id ad efectiva
o realm ente existente no acaba de aceptar o sim plem ente no
puede aceptar precisam ente aquello que sería su prop ia base,
su plataform a de partida, es decir, no term ina de integrar la
n eotécn ica - la “técnica segu n d a” o “lú d ica”- , con los efectos
de abu nd an cia y em ancipación que ello traería consigo; que
no acaba de afirm arse plenam ente sobre ella en lugar de segu ir
sustentándose sobre la técnica arcaica, neolítica o de conquista
de la naturaleza. Es precisam ente de esta in con sisten cia de la
m od ern id ad realm ente existen te -o b s ta c u liz a r la realización
plena de aquello que la d e s p e rtó - de donde saldría la cap aci­
dad de su p erviven cia que tienen las form as sociales arcaicas
o tradicionales.

« 2 ^
LA MODERNIDAD: VERSIONES Y DIM EN SION ES

La m o d e r n id a d , el c a p it a l is m o y Eu ro pa .

S:i se quiere encontrar una exp licació n de esta inconsistencia


de la m odernidad históricam ente establecida, hay que buscarla
en la zona de encuentro de la m odernidad con el capitalism o.
Para ello es im portante tener en cuenta una d istin ción que se
rem onta a la filosofía de Aristóteles y que nos perm ite hablar de
una “m o d ern id ad potencial.” o esencial, opuesta a la m od ern i­
dad efectiva o realm ente existente, a la que tanto m encionam os.
Se p odría decir que el aparecim iento de la neotécnica, de esta
revolución tecn ológica que arranca del siglo XI, trae consigo
algo así com o un desafío que es echado sobre la vida civilizada,
el desafío de h acer algo con ella: de rechazarla de plano o de
aceptarla, prom overla e integrarla dentro de su propia realiza­
ción, som etiéndose así a las alteraciones que ello introduciría
en el proyecto civilizato rio que la anim a en cada caso.
Q u e en efecto se trata de u n desafío se com prueba por el
sin nú m ero de transform aciones en el proceso de trabajo que
los historiadores de la técnica registran en esa época a todo lo
ancho del planeta y que parecerían ser distintas reacciones de
la vid a civilizad a a la transform ación técnica espontánea de las
fuerzas productivas. Los historiadores de la técnica relatan que
son m uchas las civilizacion es, en O riente prim ero y después
tam bién en O cciden te, que van a responder al desafío de la
neotécn ica, que van a actualizar la esencia de la m odernidad,
a hacer de ésta una m od ernid ad realm ente existente, y ello de
m aneras m u y diferentes. Hay, sin em bargo, entre todas ellas,
u n a que se concentra en el aspecto cuantitativo de la nueva
p rod u ctivid ad que la neotécnica otorga al proceso de trabajo
h u m an o y que será por esta razón la que prom ueva esa neotéc­
nica de m anera m ás abstracta y universalista, m ás distinguible
y “ex p o rtab le”, m ás evidente en el plano económ ico y m ás

4 2 3 *
BOLÍVAR ECHEVERRÍA

exitosa en térm inos histórico pragm áticos. Será precisam ente


este “éxito h istó rico ” de la respuesta occiden tal el que hará del
O cciden te rom ano cristian o u n O ccid en te ya propiam ente eu ­
ropeo y capitalista. Lugar de origen y centro de irradiación de la
m od ern id ad capitalista, la Europa “histó rica” se identifica con
lo m od erno y lo capitalista. N o h ay que olvidar, sin em bargo,
que, aparte de ella, ha habido y hay otras Europas “perdedoras”,
m inoritarias, clan d estin as o inclu so incon cientes, d ispuestas
a intentar otras actualizacion es de lo m oderno.
A h o ra bien, la clave de este éxito de la respuesta p roducti-
vista abstracta del O cciden te cristiano al desafío de la neotécn i­
ca está -sig u ie n d o el planteam iento de F ernand B rau d el- en el
en cuentro fortuito, que sucede en Europa y no en otros lugares
del planeta, de dos hechos de diferente orden. El prim ero es el
de las d im en siones reducidas del m u nd o civiliza d o dentro del
que se exp erim en ta en la práctica la presencia de la revolución
neotécnica; son las dim ensiones del “pequeño continente eu ro ­
p eo ”, que facilitan la in terco n exión de los brotes de neotécn ica
que aparecen en u n espacio geográfico “m an ejable”. Se trata,
adem ás, de un escenario práctico d in a m izad o - c o m o dice el
m ism o a u to r- por u n a d ialéctica m u y peculiar, la “dialéctica
n orte-sur” - “de am or-od io”- entre la Europa m editerránea y
la del M ar del N orte. Es la aceptación del reto neotécn ico por
parte del O ccid en te rom ano cristian o, a partir de este m o v i­
m iento que u n ifica los m edios de prod u cció n del “p equ eñ o
co n tin en te eu ro p e o ” m ed ia n te la p e c u lia r d in á m ica de la
“d ialéctica norte-sur”, lo que con trib uye d eterm inantem ente
a que ella resulte ser la m ás efectiva o la m ás prom etedora en
la dim en sión pragm ática.
El otro hecho que converge fortuitam ente en la exp licació n
de este éxito histórico pragm ático estaría en la presencia, ya
considerable para entonces, del com portam ien to capitalista
dentro de su econ om ía m ercantil. D e acuerdo no sólo con
Fernand Braudel, sino sobre todo con Karl M arx, cuand o habla

4 24Ü-
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

de las “form as anted ilu vianas del cap ital”, el com portam iento
capitalista existe ya en el orbe m editerráneo desde la época
hom érica. D esde entonces el capitalism o se encuentra deter­
m inand o, aunque sólo sea desde afuera, desde el com ercio y
la usu ra en la esfera de circu lació n m ercantil, el proceso de
producción y consum o de las sociedades europeas; im poniendo
su im pronta en ellas, co nvirtiénd olas a una fe productivista
que antes no conocían.
A sí, pues, la coincidencia de la din ám ica autom otivada de
unas fuerzas productivas de dim ensiones relativamente menores
y, por ello, fáciles de interconectar, por u n lado, y la acción ya de­
term inante del capitalism o prim itivo en la econom ía m ercantil,
por otro, daría razón de que la re-acción del O cciden te rom ano
cristiano al aparecim iento de la neotécnica haya llegado a sel­
la actualización de la m od ernid ad que encontró las m ayores
posibilidades de desarrollo en térm inos pragm áticos.
En O ccid en te, la n eo técn ica es co n vertid a en la base de
aquel in crem en to ex ce p cio n a l de la p ro d u ctiv id a d de una
em p resa p rivad a qu e lleva a la co n secu ció n de una ganancia
ex tra o rd in a ria , u n tipo de gan an cia que, com o lo ex p lica
M arx en su “crítica de la eco n o m ía p o lítica ”, es la m eta prag­
m ática m ás in m ed iata de la eco n o m ía lo m ism o m ercan til
que m ercan til capitalista. Y aun qu e el em presario privado
no d isp o n e de u n a v isió n de co n ju n to de la econ om ía, sí
in tro d u ce in n o v acio n e s técn icas en su p roceso de trabajo
(y las m an tien e en secreto el m ayo r tiem po posible) porque
sabe que en la p ráctica ello le garan tiza lograr u n a ganancia
su p e rio r a la que o btien en n o rm alm en te los otros em presa­
rios - “ca p ita listas” o n o - co n los que com pite. La n eotécn ica
es p ercib id a así, y a ctu a liza d a , d esde u n a p ersp ectiva en la
que no es otra cosa que el secreto de la co n secu ció n de una
g an an cia extra o rd in a ria , la clave de u n triunfo en la co m p e­
tencia m ercan til que sólo p o d rá ser su perado po r u n nuevo
uso de esa m ism a clave.

4 25^
BOLIVAR EC H EV E R R IA

Es im portante subrayar que a partir de este p ecu liar em pleo


de la n eotécn ica se desata u n proceso en el que ella, de u n la ­
do, y la econom ía capitalista, de otro, entran en u n a sim biosis
de co n secu en cias epocales; sim biosis que alcan zará su nivel
óptim o apenas a partir de la R evolución In du strial del siglo
XVIII. Se trata de u n a sim biosis cuya organicidad, que se venía
ajustando y m ad u ran do durante u n largo tiem po hasta que, ai
fin, en el siglo x vm , llegó a configurarse com o esa característica
definitoria del m od o de p rod u cció n capitalista a la que M arx
d escribió com o u n a “su bsu n ció n real del proceso de trabajo
bajo el proceso de autovalorización del va lo r”. La m od ernid ad ,
esta respuesta autotransfom adora que la civiliza ció n m ilenaria
da al desafío lan zad o por el aparecim iento de la neotécn ica,
queda de esta m anera atada en O cciden te al m étodo con el que
allí se form uló esa respuesta. Q u ed a atada al órgano del que se
sirvió para potenciar exitosam ente el aspecto m u ltiplicad or de
la neotécnica; queda co n fu n d id a co n el capitalism o. El cap i­
talism o se transform a en u n servo padrone de la m od ernid ad ;
in vitado po r ella a ser su in stru m en to de respuesta al revo-
lucion am iento de la neotécn ica se convierte en su am o, en el
señor de la m od ernid ad . Se puede d ecir en tonces que, a partir
de ese siglo, la m od ern id ad “realm ente existen te”, prim ero en
Europa y d espués en el “m undo entero”, es u n a actu alización
de la esencia de la m od ern id ad a la que está ju stificad o llam ar
m od ern id ad capitalista.
El m étodo capitalista d iscrim in a y escoge entre las p o si­
bilid ades que ofrece la neotécn ica, y sólo actu aliza o realiza
aquellas que prom eten ser fun cion ales con la m eta que p ersi­
gue, que es la a cu m u lació n de capital. A l hacerlo dem uestra
que sólo es capaz de fom entar e integrar la n eotécn ica de una
m anera unilateral y em pobrecedora; la trata, en efecto, com o
sí fuera la m ism a vieja técnica neolítica, sólo que potenciada
cuantitativam ente. En este sentido, recu rrir a él im plica no
sólo dejar de lado, sino, in clu so reprim ir sistem áticam ente el

4 2 6 ^
LA M O D E R N I D A D : V E R S I O N E S Y D I M E N S I O N E S

m om ento cualitativo que h ay en la neotécnica, el desafío que


está dirigid o a la transform ación de la “ form a n atu ral” - c o ­
m o la llam aba M a r x - o correspondiente al “valor de u so ” del
p roceso de reprod u cción de la riqueza objetiva de la sociedad.
Im plica tam bién, por lo tanto, reprim ir todo lo que atañe a
la p osibilid ad de u n nuevo trato de lo hu m an o con lo otro,
lo extrah u m an o o la naturaleza. La n eotécn ica está siendo
vista com o una técnica de apropiación, com o una técnica que
él se lim ita a actualizar com o u n instrum ento m ás potente
de conqu ista y d om inio sobre la naturaleza, cuando - c o m o
v e ía m o s - lo que ella posibilita es justam en te la elim inación de
todo tipo de relaciones de d om inio y de poder.
P u ed e d ecirse, en to n ces, que en su versió n cap italista
- q u e proveniente de Europa se ha im puesto en el plan eta-,
la m od ern id ad , esto es, la revolución civilizatoria en la que
se encuentra em peñ ada la h u m an id ad durante esta ya larga
historia, sigue una vía que pareciera haberla instalado en un
regodeo perverso en lo contraproducente, en u n juego absurdo
que, de no ser por la profusión de sangre y lágrim as que ha
costado, parecería llevarla, com o en una pelícu la de C h aplin , a
subir po r una escalera m ecánica que funciona en la m odalidad
“ d escen so ” (y que es m is rápida que ella).

4 27 ^
BOLÍVAR ECHEVERRÍA

L a ESEN CIA DE LA MODERNIDAD Y LA M ODERNIDAD


“REA LM EN TE E X IS T E N T E ”

eam os esto u n p o co m ás de cerca. La reprod u cción del

V m undo de la vid a, la p rod u cció n y co n su m o de valores de


uso, obedece a una lógica o u n prin cipio o rganizad or cu alita­
tivo que es propio de ella com o realización de u n a com un idad
concreta, de u n sujeto social identificado. Frente a esta lógica
“n atu ral”, com o la llam a M arx, la “realización autovalorizadora
del valor m ercan til capitalista” posee u n principio organizador
diferente, que es no sólo extraño sino contradictorio respecto
de ella.
A h o ra bien, el m od o capitalista de reprod u cción de la vid a
so cial im plica u n estado de su b o rd in ació n o su b su n ció n del
principio de la “ form a n a tu ra l” de esa reproducción , bajo el
principio de la autovalorización m ercan til capitalista. N ada se
produce, nada se consu m e, n in g ú n valor de u so puede rea­
lizarse en la vid a práctica de la so cied ad capitalista, si no se
encuentra en fu n ción de soporte o veh ícu lo de la valorizació n
del valor, de la acu m u lació n del capital . Y es precisam ente este
m odo capitalista de rep rod u cción de la vid a y su m u n d o el
que determ ina finalm ente la respuesta de la civiliza ció n o cci­
dental al reto lan zad o p o r el aparecim iento de la neotécnica.
In teriorizada y p rom ovid a con este sentido en la vid a práctica
de O cciden te, la técnica nueva - e s a técn ica segu n d a o lúdi-
ca de la que hablaba W alter B en ja m ín - m ira cóm o su tendencia
intrín seca a la abu nd an cia resulta reducida y d ism in u id a, y
cóm o su tendencia in trín seca a la em an cipación resulta tergi­
versada e invertida.
En prim er lugar, la m od ern id ad capitalista genera ju sto lo
contrario de aquello que se anunciaba con la neotécn ica. La
acu m u lación capitalista se sirve de ella, no para establecer el

4 28 ^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

m u nd o de la abu nd an cia o la escasez relativas, sino para re­


producir artificialm ente la escasez absoluta, la condición de esa
“ley de la acu m u lación capitalista” segú n la cu al el crecim iento
de la m asa de explotados y m argin ados es condítio sine qua
non de la creación de la riq ueza y de los deslum brantes logros
del progreso. Y en segu n d o lugar, la realización o efectuación
capitalista de la m od ern id ad cu lm in a en el fenóm eno de la
enajenación, descrito po r M arx y d espués por Lukács. El ser
h u m an o de la m od ern id ad capitalista se encuentra som etido
-e s c la v iz a d o , diría M a r x - bajo una versión m etam orfoseada
de sí m ism o en la que él m ism o ha pasado a existir, pero sólo
en tanto que valor económ ico que se autovaloriza. El ser h u ­
m an o se enajena com o valor m ercantil capitalista y se esclaviza
bajo esa m etam orfosis sustitutiva de sí m ism o en la que se ha
autoendiosado com o sujeto absoluto y cuya volun tad in cu es­
tionable obedece religiosam ente. La prom esa de em ancipación
del in d ivid u o singular, que se sugería com o respuesta posible a
la neotécn ica, se ha efectuado, pero convertida en lo contrario:
en el u so de la libertad com o instrum ento de una constricción
totalitaria del ho rizo n te de la vid a para todos y cada uno de
los seres hum anos.
Si el m u n d o de la vid a m od ern a es am bivalente, com o
h abíam os m encionad o al principio, ello se debe a que la suje­
tidad - e l carácter de sujeto del ser h u m a n o - sólo parece poder
realizarse en ella com o u n a sujetidad enajenada, es decir, la
sujetidad de lo h um an o se autoafirm a, pero sólo puede hacerlo
en la m ed id a en que, paradójicam ente, se anula a sí m ism a. La
m o d ern id ad capitalista es u n a actualización de la tendencia
de la m od ern id ad a la abu nd an cia y la em ancipación, pero es
al m ism o tiem po u n autosabotaje de esa actualización , que
term ina por d escalificarla en cuanto tal. Éste sería el secreto
de la am bivalencia del m u n d o m oderno, de la consistencia to­
talm ente inestable, al m ism o tiem po fascinante y abom inable,
de todos los hechos que son propios de la socied ad m oderna.

4 29l>
BOLÍVAR ECHEVERRÍA

W alter B enjam ín tenía razón acerca de la m od ern id ad ca p i­


talista y su historia: todo d ocu m en to de cu ltu ra es tam bién,
sim ultáneam ente, u n d ocu m en to de barbarie.
Para concluir, con vien e dejar claro u n pu nto de especial
im portancia: la efectuación o realización capitalista de la m oder­
nidad se queda corta respecto de la m odernidad potencial; no es
capaz de agotar su esencia com o respuesta civilizatoria ai reto
lan zad o por la neotécn ica, com o realización de la p osibilidad
de a b u n d ad a y em ancipación que ella abre para la vida hum ana
y su relación con lo otro. Es innegable que en la experiencia
práctica de todo orden se hace vigente u n conato, una tensión y
u n a tendencia espontáneos, dirigidos hacia una efectuación de
la esencia de la m od ernid ad que sea diferente de su efectuación
actual, capitalista, hacia una actualización no-capitalista de esa
esencia. Son exigencias que parecen rem itir a esa m odernidad
potencial o esencial com o una entidad denegada en y por la
m od ernid ad “realm ente existente” -e n tid a d virtu al o supuesta,
sugerida “en negativo” precisam ente dentro de ésta-, pero reacia
a som eterse a ella y a desaparecer.
Se plantea así u n a d iscord an cia y u n con flicto entre am bos
niveles de la m odernidad: el poten cial, virtu a l o esencial, y
el efectivo, em pírico o real. El prim ero, siem pre insatisfecho,
acosando al segu n d o desde los h o rizo n tes m ás am plios o los
detalles m ás n im ios de la vida; el segundo, intentando siem pre
dem ostrar la inexistencia del prim ero. Se abre tam bién así, en la
vid a cotid ian a, u n resquicio por el que se vislu m bra la utopía,
es decir, la reivin d icación de todo aquello que p ertenecería
a la m o d ern id ad pero que no está siendo actualizado en su
realización capitalista.

4 30 ^
D ISCU SIÓ N

E n r iq u e S e r r a n o

ntes de d iscu tir sobre la caracterización que da Bolívar

A E cheverría de la m od ernid ad , vo y hacer un rodeo para


dar una visió n lógico-form al del planteam iento de su argu­
m entación. En prim er lugar - c o m o señaló al principio de su
in terv en ció n -, el con cepto de m o d ern id ad es u n concepto
polém ico. M e parece que desde el siglo l d. C . ha venido una
serie de personas que se llam ab an m od ern as por rom per con
el pasado. A q u í m od ern id ad tiene u n carácter digam os no
d escriptivo; es u n concepto m ás bien prescriptivo y polém ico.
Por lo anterior, considero que el objetivo no debe ser negar este
carácter polém ico del concepto de m od ern id ad m ediante la
p etición de una defin ición en térm inos clásicos, aristotélicos,
de género p róxim o y diferencia específica. C om o concepto
polém ico, m od ern id ad no puede tener una sustancia, no d es­
cribe n in gu n a sustancia, n in gu n a perm anencia sino diferentes
posiciones. Sin em bargo, m e parece que antes de adentrarse a
las diversas interpretaciones que se dan a la m odernidad en esta

^ 31 ^
BOLÍV AR E C H EV E R R ÍA

d im en sión polém ica, h abría que b u scar o explorar el aspecto


descriptivo que tiene este concepto de m od ernid ad .
En su exp o sició n Bolívar ofrece una serie de síntom as sobre
lo que sería la m od ernid ad , en los que h ay un am plio consenso:
el individ ualism o, la secu larizació n del poder y con fian za en el
com portam ien to técnico. Sin em bargo, estos síntom as no m e
p arecen su ficien tes para caracteriza r a la m od ern id ad . D e
hecho, lo que h izo Bolívar m ás adelante en su ex p o sició n fue
reconocer esto, que son sim plem ente síntom as y h abló de un
elem ento m ás im portante, u n a determ inación central, esto que
llam a la “revolución técn ica”, ligada con el m ercado.
Sin negar que lo anterior sea u n a determ inación necesaria
para poder d esarrollar este aspecto descriptivo del concepto
de m od ern id ad , m e parece que no es suficiente p o r u n a serie
de razones; po r ejem plo, el saber técnico ya existía en la G recia
antigua y no se aplicó directam ente al proceso productivo. Me
parece entonces que faltó otra variable fundam ental.
En la caracterización del proceso de m o d ern izació n , Bolí­
var habló de u n a persistencia del sacrificio, y eso m e parece
fascinante. ¿Por qué? Porque si la prom esa de la m od ern id ad
fue u n a prom esa de liberación, al m ism o tiem p o h a y en ella,
com o Bolívar lo d escribe, u n a persistencia. En su ex p o sició n ,
el problem a de esta persistencia del sacrificio está tratado en la
dim ensión del v ín cu lo entre la revolución técnica y el m ercado,
y m e parece que no es suficiente.
E m píricam ente debe h aber otras variables que ex p liq u en
esto. D e hecho, todo el desarrollo de la so cio lo gía clásica del
siglo X IX fue u n intento de d ecirle críticam en te a M arx: sí
qu erem os ex p lica r la m o d ern id ad y d esen trañ ar todo este
p rincipio de d iferenciación social, el cam bio de la solidarid ad
orgánica o solidarid ad m ecánica - c a d a sociólogo lo d escribe
de u n a m anera distinta, pero todos co in cid en en este proceso
m ás a m p lio -, el asu n to eco n ó m ico n o es u n a e x p lica c ió n
suficiente.

4 32^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

Q u ed a, en efecto, una incógnita por resolver: ¿qué sucedió


en u n m om ento dado que perm itió este desarrollo técnico?
¿Cuál fue el factor que se dio? Por ejem plo, el saber técnico, la
aplicación técnica, están en las sociedades tradicionales, pero
estaban som etidas a una serie de principios norm ativos, ¿qué
fenóm eno perm itió este desarrollo del m ercado? Sabem os por
ejem plo, que desde el prim er cristian ism o hasta el siglo xm ,
dedicarse al m ercado era u n pecado; no solam ente u n pecado
ven ial sino u n p ecad o capital, hasta que Santo Tom ás le da
cierto canonicism o.
Entonces, ¿qué factores se conjugaron que hicieron posible
el desarrollo de la técnica y del m ercado? En la exposición de
Bolívar esta caracterización de la m od ernid ad no se nos da.
¿Qué pasó para que se pudiera dar el proceso de secularización
de lo sacro, del que nos habla H aberm as? Explicarlo solam ente
a través de u n desarrollo técnico - e l m ism o que es una co n d i­
ción lógica necesaria para entrar a la m o d e rn id a d - m e parece,
repito, insuficiente.

J o rge J uan es

Pienso que lo dicho por Enrique es correcto, pero me parece que


la pregunta con relación a lo que señaló Bolívar debe dirigirse
al hecho de que sitúa el análisis de la m odernidad dentro de la
propia condición que la m odernidad pone para ser cuestionada,
y que es la razón histórica... H ay una nueva dim ensión que es
el criterio de legitim idad y de cuestionam iento, de afirm ación
y de negación de la m odernidad, que es el que está en ju eg o en
lo que dice Bolívar, y éste es la razón histórica, esa razón que
surge con el proyecto ilustrado y que se com pleta de un m odo
com plejo con el idealism o de Hegel y M arx. La historia com o
criterio. La pregunta la tenem os que hacer a la historia, para ver
si ella cum ple la prom esa de em ancipación original.
Lo que creo que ha hech o Bolívar es establecer lo que sería
esa co n d ición abierta po r la em ancipación con la superación
BOLÍVAR E C H E V E R R ÍA

de los oscu ran tism os, con todo ese proyecto que la propia h u ­
m an idad genera, con la prom esa escatológica de la felicidad en
la tierra, y la respuesta es: esto no se ha cum plido. La propia
razón histórica nos está diciendo que aquí está fallando algo. La
p regun ta entonces sería: ¿lo que plantea Bolívar es una posible
línea de in teligib ilid ad de lo m oderno? Yo creo que sí. A h ora
bien, ¿es suficiente? N o, no creo que Bolívar pretenda, no m e
pareció que su in terven ción dijera: “este plan team ien to agota
el problem a de la m o d ern id ad ”. Enrique dice que h a y otros
m u chos elem entos, yo diría que in clu so h a y otros h orizon tes
que no v o y adelantar aquí porque eso es parte de m i propia
ponencia; otros horizon tes que son heterogéneos, y desde los
cuales se puede hablar sin tocar esos aspectos referentes al éxito
histórico. Son aspectos que no necesito para nada; vo y hacer
una reconstru cción de la m od ern id ad desde la p ersp ectiva que
a m í m e interesa, que es la del arte.
En este sentido, tod as las in terven cio n es que h agam os
aquí m e parece que van a ir com pletando ese panoram a, y al
final pod rem o s tener u n a visió n general m ás o m enos clara
de todas las posibles líneas. Y es que no h ay m od ern id ad , h ay
m odernidades; sí, h a y m u chas lín eas que son heterogéneas; sí,
h ay m od ern id ad es a contrapelo de esta m od ern id ad in stitu ­
cional. Pero esta lín ea planteada es decisiva sin duda, aunque
últim am en te se la quiere escam otear. Los lenguajes actuales
pasan de puntillas por todo este problem a de la relación entre el
proceso de vid a y el de v alorizació n o p roceso de acu m u lación
del capital. El proceso de desarrollo de la tecn ocien cia, esa
sim biosis que tod avía no sabem os en qué consiste y de la que
Bolívar ha tratado m ás o m enos de dar alguna pista; algo que es
una in cógn ita que tendrem os que resolver a futuro, puesto que
no lo sabem os exactam ente.
Yo m ás bien lo que quiero es com pletar esto, porque creo
que sí h ay u n elem ento im plícito en todo lo que Bolívar p lan ­
tea y que m e parece es la co n d ición central, aun que no haya

4 34 ^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

sido explicitado. En prim er lugar, so y m u y reacio a proyectar


inteligibilid ades anacrónicas. H ay una tendencia, a partir del
horizonte que habla de la m odernidad dentro de los parámetros
com prensivos de la m od ern id ad , a proyectar inteligibilidades
an acrón icas al pasado y de dar, por ejem plo, al canto de las
sirenas de U lises u n valor prem onitorio del sujeto trascendental
contem poráneo. Esto m e parece francam ente discutible, por no
decir disparatado; m e parece ver proyectada u na inteligibilidad
que en aquel tiem po está ausente, la inteligibilidad que se tiene
h o y de lo que es el proyecto de la razón pura, el proyecto del
p roceso de d om in io técn ico racional. C reo que eso no está
en H om ero y que si lo sacas de contexto y em piezas a buscar
d etallito s y elem entos aislad os fuera de los co n textos, del
con texto m ítico, de los con textos concretos y de las presencias
que están generando ese tipo de d iscursos, puedes entonces
por analogías, hacer lo que te dé la gana con la historia; por
ejem plo, em pezar a buscar por analogías u n elem ento m oderno
en el budism o. La proyecció n de inteligibilidades anacrónicas
es una m ala m anera de hacer historia, m e parece a mí.
C reo que de lo que estam os hablando aquí es de la m oder­
n id ad que nos corresponde, esa m od ern id ad que a diferencia
de otros posibles brotes de m od ern id ad tiene una esp ecifici­
d ad incontestable, que la propia m od ern id ad se encarga de
establecer, m arcando sus diferencias con todo lo posible, con
todo preám bulo de m od ernid ad que haya sido su antecedente,
y presentando el principio de u n nuevo destino y una nueva
historia.
C reo que la m od ernid ad , en esta línea de inteligibilidad
técn ico-cien tífica, tiene u n a virtu d que es m uy clara lógica­
m ente, que es transparente, que es explícita, com o en n in gu n a
otra época. En ella se da la condición para ser explícita que es la
ciencia m od erna, una co n d ición de explicación y de com pren­
sión que perm ite ju stam en te la claridad . La m od ern id ad ya en
el proyecto de la Ilustración es de una clarid ad excep cion al, su
BOLÍVAR ECHEVERRÍA

proyecto de lo que pretende no ofrece la m ás m ín im a duda, es


clarísim o. ¿Ingenuo?, sí; ¿lleno de esperanzas?, sí; y no m alig ­
no, no de engaños, puesto que son esperan zas em ancipadoras
reales, por lo m enos en ese p rim er m om ento.
Por lo tanto, creo que estam os hablando de ese m om ento y
en ese sentido, sí creo que habría que agregar u n elem ento m uy
preciso, es decir, usando a Blum enberg - e n esta línea que no es
la m ía, la inteligibilidad, pero que sí he requerido u tiliza rla -,
agregar u n acontecim iento central, que es, com o él dice, el de
la gran crisis con lo de C opérnico, la gran crisis que vien e con
el desplazam iento cósm ico de la centralidad hum ana. Por m i
parte, yo explicaría la m odernidad a partir del siglo XIV, en el
arte, donde esa crisis se da m uy claram ente. Esto que h o y estu­
diam os en prim aria y en preescolar, cuando nos explican lo que
es la centralidad del Sol, y que finalm ente la Tierra es periférica
y secundaria, resulta que en su m om ento genera enconadas d is­
cusiones. A este tipo se le tilda de todo, hasta de loco, y se pide
juicio, lo m ism o la Iglesia que Lutero - c o m o dato secundario
sólo la U niversidad de Salam anca dice “vam os a estudiar esto”,
hasta que el Papa dice n o -. Es decir, el descentram iento cósm ico.
El hom bre, hecho a im agen y sem ejanza de Dios, resulta que
vive en u n lugar cualquiera, periférico y secundario. H ay u n
problem a del principio antropocéntrico, diferente al que se está
dando en el arte. H ay una refundación de la centralidad h u m a­
na. ¿Q ué funda la centralidad hum ana? El pensar, el centro de
referencia ya no es cósm ico sino es aquel lugar donde habita ese
ente que justam en te puede pensarse a sí m ism o y puede pensar
la alteridad y puede proyectar una inteligibilidad general sobre
el universo; el pensar h um ano com o referencia central alrededor
del que se da toda inteligibilidad. Es u n pensar que en el siglo
XV I coexiste con otras form as de pensar que tienen que ver con
la reviviscen cia de las sabidurías olvidadas.
C o n la em ergencia de la nueva sabiduría que es la ciencia
m od erna aparece u n a relación de com petitividad: la relación

4 36^
LA M O D E R N I D A D ; VERSIONES Y DIMENSIONES

saber-poder. La sabiduría de sabidurías es aquella que ofrece


ju stam en te al hom bre u n poder sobre la naturaleza, supera el
dom inio de la naturaleza sobre el hom bre y garantiza el d o ­
m inio del hom bre sobre la naturaleza: u n antropocentrism o.
En esa batalla, ardua, d ifícil, dura, que coincid e con la crisis
del cristian ism o, es precisam ente la ciencia m od erna la que
va a ganar la pelea. Pero cu an d o digo ciencia m oderna tengo
que leer al que la fu n da y al que le da inteligibilidad, que es
Descartes:

...pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras,


los sonidos y todas las cosas exteriores que vemos, no son sino
ilusiones y engaños de los que se sirve el genio maligno para
sorprender mi inteligibilidad. Me considero a mí mismo como
carente de manos, de ojos, de carne, de sangre, como falto de
todos los sentidos. Cerraré los ojos, me taparé los oídos...

Etc. Es decir, aquí la co n d ición es la descu alificación del m u n ­


do: la ciencia m od erna surge a partir de descualificar; es una
ciencia a la que no le interesa lo cualitativo. La cond ición de
la razón pura es quitarse la ganga y la ganga son el cuerpo, los
sentidos, los sueños, la im agin ación , el deseo, etc.; eso es una
ganga, los colores, todo lo que trae el cu erpo y que va a ser ju z ­
gado com o m align o sigu iend o la tradición platónica cristiana.
A q u í h a y una d escualificación: desde el m om ento en que yo
digo “com o in d ivid u o carente de m an os”, estoy elim in an do al
in d ivid uo em pírico, a lo que som os los que estam os aquí, com o
diferentes, y estoy generando u n sujeto trascendental superior
a cu alqu iera de n osotros que es al que m e debo, u n nuevo ser
genérico e in m ortal - p o r ser genérico no m u ere-; estoy ge­
nerando una nueva trascendencia, pero es una trascendencia
secular, que ya no es la trascendencia de Dios.
Es u n a co n d ición abstracto cuantitativa, de reducción del
m undo, en la que se va a fu n dar la técnica m oderna y va a
BO LÍVAR EC H E V E R R ÍA

haber esa relación tecno-ciencia. Esto será insostenible por otra


m od ern id ad que considerará que esa d escu alificació n y esa
elim in ació n que se da en la teoría lleva a una bru tal exclu sión
en térm inos reales de la physís y del in d ivid uo. A h í es donde
surge esa m odernidad a contrapelo, desde esta otra perspectiva,
que con toda clarid ad tam bién enfrenta a esta m odernidad.
Esto genera u n a m od ern id ad conflictiva y heterogénea, desde
cuya perspectiva alternativa puedo hacer una reco n stru cció n
que m e va a dar una im agen de la m o d ern id ad absolutam ente
diferente de la visió n que m e da el d om in io tecno-científico.
A hora bien, en el privilegio de la econom ía aparece esta
condición; en m i opinión, es precisam ente la ciencia la que va a
generar ese privilegio, y no al revés. Ya conocem os la naturaleza,
conocem os que está escrita con lenguaje m atem ático, sabem os
que hay una ley detrás, la del dios ingeniero. ¿Hay algo en la
sociedad que perm íta esta regularidad? ¿Hay algo en la sociedad
que perm ita com prenderla científicam ente, con la m ism a pre­
cisión que el conocim iento científico requiere? Sí, la econom ía.
A llí está la fam osa “m ano invisible”, el fenóm eno económ ico,
¡eureka! Por lo tanto, ya podem os tener el conocim iento racional
de la naturaleza pero com o conocim iento racional de la ley de
la historia. De ahí viene la econom ía con su privilegio y viene
ese casam iento que todavía no acabam os de entender. Lo de la
su bsu n ción form al es uno de los com ponentes de una conju n­
ción de dos abstracciones, de dos figuras de la reducción de lo
cualitativo a lo abstracto cuantitativo. La ciencia y el sistem a
de la valoralización son dos prim os herm anos, gem elos, que
com parten una m ism a volun tad de descualificación; son dos
órdenes hom ogéneos y ésta es precisam ente la línea de inteli­
gibilidad que aquí se ha desarrollado.
C reo que el elem ento de la ciencia m od ern a es la clave
para entender este problem a de la m od ern id ad . A h o ra bien,
y term ino: en el cartesian ism o, en N e w to n e in clu so en el
proyecto ilustrado - y ahí h a y otra proyecció n a n a cró n ica-,

438^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

de n in gu n a m anera se dice que “ lo otro” no es, o que la alte-


ridad no tiene razón de ser; se dice: ésta es la con d ición de la
po sició n de la ciencia, ésta es la con d ición de posición de la ra­
zó n pura, ésta es la co n d ición de esa sabiduría en su proceso
de auto-inteligibilidad. Pero no se está negando lo otro, no se
está haciend o ciencia com o se hará en el positivism o o com o
se hará después; no habrá la hipóstasis que lleva entonces, sí,
a este m on struo tecnocrático científicista que hoy nos abru­
m a. Si 75 por ciento de los trabajos de N ew ton está dedicado
al esoterism o, h ay que pregun tar cóm o de ahí puede venir la
ciencia exacta, y no escand alizarse porque u n científico lee ese
tipo de cosas. Es u n problem a com plejo que está planteado por
el fu n dador de toda la ciencia actual, este hom bre que tendrá
u n defecto que será justam en te identificar la razón co n algo
constitu ido que es la razón m atem ática.
C reo que el panoram a de la ciencia es m u y im portante,
p orq ue ver desde la ciencia, para m í, es u n gran defecto: es
lim itado. La cien cia nos obliga a ver supraindividualm ente,
nos obliga a ver genéricam ente, nos obliga a prescin dir de una
con creción que no puede ser u sualm ente ignorada y lleva a
esas vision es generales, com o la de Braudel en su libro terrible;
acaba uno de leerlo y queda helado, es genial pero sale uno
congelado, y uno dice: ¿esto es la historia? N o, esto no es la
historia; se brinca toda la historia concreta, porque en su lugar
están las inteligibilid ades suprain d ividu ales, abstracto cu an ti­
tativas, reductivas. Esto es lo que quería decir, incorporar en
esta interpretación todo este panoram a de la ciencia m oderna
y de la reducción , de la an iqu ilación de lo cualitativo; de la
p rescin dencia de lo cualitativo, este conocim iento ontofóbico,
sensofóbico que está llevando a esta m onstruosidad.

Bl a n c a S o l a r e s
La caracterización que plantea Jorge es m u y am plia y m uy rica,
para poder después profundizar en cada uno de los planteam ien­

4 39$
BOLÍVAR ECHEVERRÍA

tos que hizo. En cuanto a lo que m encionó Enrique de cóm o se


logra im poner, instaurar, esta nueva forma de vida, esta nueva
actitud frente a la existencia que está inm ersa en este nuevo
com portam iento del capital, abre justam ente toda u n a in ves­
tigación antropológica m u y concreta sobre cóm o se llegó ahí y
que es u n problem a cuando vem os los trabajos de antropología,
por ejem plo, en los que se trabaja sin esta visió n am plia que
nos perm itiría entender esa descom posición paulatina o sub-
sun ción de la tradición en el proceso modernizaclor. C reo que
ahí hay una veta de investigación m uy necesaria. Luego, com o
dijo jorge, estoy de acuerdo con que esto lleva definitivam ente
a la cuestión del saber; hay m úliples saberes y efectivam ente
la ciencia es el saber propio de la m odernidad, es una m anera
específica de concebir al hom bre en la naturaleza y, com o lo
planteaba Bolívar, hasta su propia autonom ización tecnológica.
En el m undo náhuatl, en cam bio, se conocía la rueda y no se la
usaba precisam ente porque se tenía otra visión del m undo que
im pedía usarla. Esto habla de que h ay saberes diferentes, y que la
ciencia es u n o de ellos y es el que nos dom ina. Pero justam ente
éste es el punto, las grandes tradiciones, las grandes sabidurías
tienen otras respuestas a las preguntas: ¿qué sí h ay que utilizar?,
¿qué no?, ¿qué fuerza productiva va a desarrollarse?, ¿por qué
otra no? Porque son sabidurías que se responsabilizan: h a y una
integración que es la que hay que respetar y es la que h ay que
m antener, cosa que no existe en nuestro m edio.

R o g e r Ba r t r a
Nada m ás quiero referirme a u n tema que m e parece inquietante.
Me parece m u y claro lo que nos ha dicho Bolívar: la m odernidad
es u n principio estructurador que le da coherencia a una serie de
situaciones que m odifican su definición y dem ás. A qu í creo que
surge una pregunta, y yo se las transmito: ¿se puede entender
la m odernidad desde ese principio estructurador que es la m o ­
dernidad misma? Entiendo que Bolívar se sitúa dentro de la

4 4 0 ^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

m odernidad con cierta incom odidad, por eso hay que subrayar
ese carácter incom pleto, las am bigüedades, etc. N o obstante me
parece que sí, nos estás proponiendo ese principio estructurador
de la m odernidad com o interpretación del m ism o principio
estructurador. Entonces aquí hay u n problem a de circularidad
bastante com plicado y ésta es una situación no tradicional.
Q uisiera referirm e a los tres puntos que señalaste com o
elem entos fu n dam entales del principio estructurador. Creo
que has escogido u n o de ellos com o el m ás im portante para
com prender el conjunto; has escogido el tercer elem ento, el
lado científico, la neotécn ica, la con fian za en la razón h u m a­
na aplicada al m u nd o físico y m aterial. Pero la Ilustración - y
antes, tal vez, en bu en a m edida, el R en a cim ien to - tom ó el
prim er pu nto com o elem ento interpretador de lo que estaba
ocu rriend o, y tod avía h oy en día hay m uchas posiciones que
tom an básicam ente com o referencia a la Ilustración, uno de los
principios estru cturadores para entender ese m ism o principio
estructurador. O bien, puedes tom ar el segundo principio, el de
la secu la rizació n política, el m aterialism o político, el contrac-
tualism o, etc.; de ahí desprendes la visió n que tiene el liberalis­
m o, que com prende la m od ern id ad a partir principalm en te de
este segu n d o principio. El tercer principio, la con fian za en la
razón, entre otras cosas encarna efectivam ente el m arxism o, en
la exaltación de la ciencia y de la ciencia aplicada a la sociedad
y a la cu ltu ra para entender ese m ism o principio.
Yo creo que ahí hay u n problem a que nos lleva a una pre­
gu n ta que está en el aire desde hace bastantes años: ¿estamos
ya su ficien tem en te lejo s o la m o d ern id a d su ficientem ente
en crisis o en u n a situación suficientem ente posm oderna u
otra, com o para po der co m en zar a entender la m odernidad
d esde afuera? C reo que eso es u n fantasm a que va a aparecer
constantem ente aquí, pero tú no lo h as invocad o ahora; creo
que has d ecidid o m antenerte dentro de este principio estruc­
turador y no quieres o no deseas, por lo tanto, salirte de él.

4 41 ^
BO LÍV AR ECHEVERRÍA

C reo que de cu alqu ier m anera ése es el problem a, el de si esa


interpretación, básicam ente la m arxista, sigue fu n cion an do
para com prender todo este fenóm eno o si tam bién, al igu al
que la Ilustración, al igu al que el liberalism o, tam bién entró
profun d am en te en crisis y tenem os, po r lo tanto, que bu scar
nuevas herram ientas.

M a n u e l L a v a n ie g o s
M e parece u n p o co extraña la preo cu p ació n que m ostraba
Bartra por lo del m etarrelato de la m od ernid ad , porque lo que
Bolívar exh ibió es -c o m o dice J u a n e s- una m anera de pl antear
u n h orizon te de in teligibilid ad y u n principio de civilización .
Y bueno, sí, creo que h a y ahí u n a p royecció n y una filosofía
de la historia; es com o si esta n eotécn ica tuviera u n telos. Y de
nuevo esta n o ció n de escasez, que se d iscu tió m u ch ísim o en
la polém ica sobre el fun dam ento ontològico del m arxism o. Es
aquí, en relación co n el problem a de lo sagrado y del p en sa­
m iento sim bólico, tradicional, arcaico, donde tam bién habría
que volverlo a replantear. H ay planteam ientos que justam en te
v ie n e n a desestru ctu rar todo esto, los de estos hom bres per­
seguidos, de estos m u n d os que van a ser arrastrados por la
m od ern id ad , de estas otredades que va n siendo arrancadas,
giran su so cialid ad e inclu so su proyecto com un itario en torno
de esta, que Bolívar llam ó, “su blim ación del sacrificio”. U na
necesid ad de sacrificio de parte de la socied ad, en tanto que
cu id a ju stam en te de m od o com pulsivo y en una estructura
circular, u n u niverso o ente cualitativo que está construyendo.
Esto m e parece d ecisivo porque aquí h ay una d ivergen cia del
m etarrelato y esas d ivergencias cu alitativas van co n stru yen d o
lo que otros autores h an llam ad o ethos - t ú tam bién trabajas lo
del ethos o co n cep ció n del m u n d o - y este ethos y co n cep ción
del m u n d o m e parece que es lo que escoge, diseña y bu sca los
instru m entos - lo s in stru m en tos carecen de ethos de por sí-;
u n diseño y una form a que le está dan do toda u n a estructura

4 42^
LA M O D E R N I D A D : V E R S IO N E S Y D I M E N S IO N E S

al m undo. Y ju stam en te esta estrategia o ethos capitalista es


uno de ellos, que recibe a su vez contrarespuestas históricas,
com o su cedió sobre todo en el llu m in ism o.
Esto m e parece decisivo porque en la crisis actual se lee
esto com o u n a crisis del m etarrelato, y la tragedia del siglo XX
y de la guerra perm anente del capitalism o, se basa en una es­
trategia propia de este m aterialism o que creo que es com o una
filosofía de la historia y que, por lo tanto, m e parece decisivo
ponerlo en discusión.

C a r l o s A g uir re
Para tratar la parte central, y a riesgo de p o larizar u n poco
la d iscu sió n , quiero hacer sólo dos aclaraciones, y quizá ra­
d icaliza r po r m i propia cu en ta el planteam iento de Bolívar,
retom ando naturalm en te a M arx.
Pienso que cuando Bolívar puso estos tres ejemplos iniciales
los tom ó de su texto que se llam a Quince tesis sobre capitalismo
y modernidad - q u e prim ero fueron 17, luego 19 y al final 15,
en la versión d e fin itiva -, en el que da u n esquem a m uchísim o
m ás com pleto, y que le perm itiría m ultiplicarlos y podría d e d i­
que son 12 o que son 15 las distintas dim ensiones en que la
m od ernid ad se expresa - d e hecho, tal es precisam ente su tesis.
Sin em bargo, d ecidió m encionar solam ente el in d ividualism o,
la se cu la rizació n de lo político y la con fian za técnica. Pero veo
aflorar aquí en la d iscu sió n la idea de que las expresiones de
la m od ern id ad en lo propiam ente social, en lo político y en lo
cultural, serían m uchísim as más, serían innum erables. N o creo
que él estu viese proponiendo - é l m ism o m e co rre g irá - que
éstos eran los tres grados fundam entales, sino que eran tres
ejem plificaciones de 10 o de 15 o no sé de cuántas posibles.
A q u í reinterpretaría u n poco, tratando de rad icalizar el
punto: creo que el debate central que Bolívar está planteando
es con relación a las personas que han tratado de exp licar la
m odernidad. ¿Es la m od ern id ad u n dato propio solam ente de

<H3ü>
BOLÍVAR ECHEVERRÍA

los últim os cinco siglos o efectivam ente se rem onta a la antigüe­


dad griega? ¿Las raíces de la m od ern id ad se en cu entran en la
a n tigü ed ad griega o realm ente, para entender adecuadam ente
la m od ern id ad , tenem os que situarnos sólo en este p eriodo
tem poral de los ú ltim os cin co siglos?
P ienso en M arx, en su idea de si vem os la h istoria h u m an a
en su conju nto d esde los orígenes del hom bre hasta hoy. Los
d os p rim eros cortes que tend ríam os que m arcar o los dos
prim eros m ojones que habría que situar de la historia h u m an a
entera serían: prim ero, la revolución neolítica, o sea, el paso
del n o m ad ism o al seden tarism o, y segu nd o, el gran corte que
se da con el nacim iento de la m od ern id ad capitalista. Q u iz á
tendríam os que tom ar po sició n respecto de esto - y en este
sentido d o y m i propuesta de focalizar la discusión: ¿creem os
que realm ente la m od ern id ad es u n hech o fu n dam ental de los
últim os cin co siglos o creem os que efectivam ente rem onta a la
antigü ed ad griega o algu n a otra posible datación?
Luego u n segu n d o punto, referido a lo que se acaba de decir
acerca de que “Bolívar está ponien do el énfasis en lo puram ente
técn ico” o “Bolívar está po n ien do el énfasis en lo p u ram en ­
te eco n ó m ico ”. Francam ente volvería al h ech o de que la idea
de M arx sobre la técnica y sobre lo económ ico es m ucho m ás
am plia de lo que norm alm ente m anejam os. N o creo que se
habla sim plem ente de u n a revolución pu ram ente técn ica en
el sentido lim itado, sino que, po r ejem plo, cu an d o se habla
de esta revolución técnica - y aqu í Bolívar se está refiriendo a
B rau d el- en el siglo XI, y otra en el siglo x m , y otra en el x v i ,
y otra en el XVIII, y que todas ellas form an u n com plejo que
sería esta revolución técnica. Lo que está subyacente a esta
revolución técnica, lo que se está m od ifican d o es la relación
que el hom bre ha tenido con la naturaleza desde el origen de
la historia hasta este m om ento.
Entonces entendería - y ahí sí M anuel tiene ra z ó n - que el
concepto de escasez de Sartre es fundam ental. H ubo una larga

4 44 ^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIM ENSIONES

historia precapitalista, donde la naturaleza predom inaba en m u­


chos sentidos sobre el hombre; ahora, en cambio, a partir del siglo
XVI, el hom bre em pieza a predom inar por prim era vez o empieza
a construir las condiciones para invertir este predom inio; pienso
que esta sí es una revolución de larga duración. La genialidad de
Braudel, en m i opinión, estriba en que percibe todos los síntomas
de esta revolución, aunque quizás él m ism o no encuentra del
todo la clave, que la tenem os en M arx. Braudel dice: qué cu rio­
so que los hom bres se reproducen dem ográficam ente de una
m anera hasta antes del siglo XVIII y de repente a partir del siglo
XVII se em piezan a reproducir absolutamente de otra manera cien
por ciento inédita en la historia. Tam bién dice: qué curioso, los
hom bres se alim entaban de una cierta manera hasta el siglo XVI y
después se em piezan alimentar de una manera absolutamente di­
ferente; la relación cam po-ciudad era de un m odo y después pasa
a ser de otro. Braudel nos da una radiografía perfecta de m uchas
de estas m anifestaciones pero no encuentra el hilo de plata que
las une a todas. En cam bio M arx, lo que está proponiendo - s i
entiendo bien, B olívar- es precisam ente cuál es ese hilo de plata,
y creo que está proponiendo este concepto amplio de econom ía y
am plio de técnica en esta revolución e inversión de la relación
entre el hom bre y la naturaleza.
En fin, en m i o p in ión , sería interesante q u izá - e s una
sim ple sugerencia para B o lív ar- introd u cir lo que faltaría en el
esquem a de las Quince tesis sobre modernidad y captalismo; sería
justo h acer el en trelazam ien to de todas estas dim ensiones a
partir de la clave central que nos acaba de proponer.

E n r iq u e S e r r a n o
¿Cuál es esa clave?

C a r l o s A g u ir re
Justo esta: la revolución de la relación entre el hom bre y la
naturaleza.

4 45i»
BOLIVAR EC H EV E R R ÍA

E n r iq u e S e r r a n o
De acuerdo. A h o ra, si les parece bien, le p ed im o s a Bolívar nos
haga sus com entarios al respecto de lo que aquí se ha dicho.

B o l ív a r E c h e v e r r ía
Réplica
M i ex p o sició n inten ta prop on er u n p u n to de p artid a para
la d iscu sió n de nuestro sem in ario sobre la m od ern id ad . Me
pareció clave el com entario de Roger sobre si es posible h a­
blar de la m od ern id ad desde la m od ernid ad , pues pien so que
no h ay otra parte desde donde sea posible hacerlo, a no ser
aquélla dada po r su propia superación, d esde donde se genera
el d iscu rso crítico. El plan team ien to que hago aquí tiene su
pu nto clave en aquello que M um ford y Braudel relatan com o
u n fenóm eno perteneciente a la h istoria de la técnica, pero es
u n p u n to que interpreto inm ed iatam ente a la lu z de esa idea
de u n a “técn ica lú d ica” plan teada po r W alter Benjam in en su
ensayo sobre la obra de arte. De lo que hablo no es de u n cierto
factor técn ico que vien e de repente, en el siglo XI, a potenciar
de m anera inaudita las fuerzas prod u ctivas y que va después
a desarrollarse hasta que, ya en el siglo XX, se vu elve el in stru ­
m ento de los avances técn icos verdaderam ente fabulosos que
h a n llevado al hom bre a con qu istar las estrellas y los átom os.
Lo que intento es m irar esa neotécn ica o esa revolución técnica
recon ocida po r ellos en u n sentido tal vez ben jam in ian o, tal
v e z heideggeriano, que perm ite leer en esos datos de la historia
de la tecnología las posibilid ades que entran en juego de una
redefinición de la relación entre lo h u m an o y lo no hum ano,
lo otro o la naturaleza. Por ello m e refiero a esa in vocació n
ben jam iniana de u n a segu nd a técnica o técnica lúdica, aquella
que im plica ju stam en te la p o sibilid ad de alterar radicalm ente
los principios básicos sobre los que se co n stru yero n todas las
form as que con oce la civ iliza ció n hu m an a, las form as in sti­
tucionales, sociales y políticas, las m ism as form as estéticas,

4 46^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

todas ellas diseñ adas en concordancia con u n a constru cción


de cosm os que se basa en la necesid ad de autoafirm arse en
m edio del peligro de desaparición, de ven cer a la naturaleza
hostil, de conquistarla y som eterla.
Si es así en efecto, y lo que aparece con la n eotécn ica es la
p o sibilid ad de salir de esta guerra de exterm in io entre el ser
hu m an o y la naturaleza; si la neotécn ica es esto y lo que ella
trae consigo es u n a relación lúdica entre am bos, desinteresada
frente al po der de dom inio, todo el fundam ento de las form as
sociales hered ad as trad icionales se altera en consecu en cia,
es decir, entran en crisis. Lo que está en juego aquí es una
transform ación m u y radical que tiene que ver justam en te con
eso, con la reubicación y la redefinición del ser h um ano con
relación a lo otro; con la resem an tización de todas las form as
que el ser hu m an o co n stru yó durante la era neolítica.
Lo interesante es esta rad icalid ad crítica de Benjam ín, que
intento com bin ar con la perspectiva crítica de M arx. Porque
lo que im porta en la aproxim ación de M arx no es tanto su
aporte teórico, sin duda enorm e, a las ciencias sociales de los
siglos xix y XX, a la econom ía, a la historia, a la antropología,
etc., sino su teoría com o un d iscu rso que pone su cientificidad
en la criticidad. M e parece que el d iscu rso de M arx se ubica
sistem áticam ente m ás allá del capitalism o y, por lo tanto, de
la m od ern id ad capitalista: El suyo es u n d iscu rso estru ctural­
m ente crítico, que abandona el plano de hom ogeneidad con los
otros d iscu rsos científicos de la m od ern id ad ilustrada, aunque
M ichel Foucault no lo haya querido ver así. La epísteme de M arx
no es la del siglo xix, que él se la adjudicaba; ella surge ju sta ­
m ente com o u n rom pim iento con esa episteme, porque afirm a
que la verd ad en los asuntos h u m an os sólo puede aparecer en
la p ersp ectiva crítica, es decir - y éste es el punto cla v e -, no en
la lectura del m u nd o sino en la de los lapsus y los actos fallidos
de ese m undo. Sólo a través de una lectura así de enrevesada
se percibe verdaderam ente que u n m undo diferente o alterna­

447$
BOLÍVAR ECHEVERRÍA

tivo al m undo dado es realm ente posible. El d iscu rso de M arx


se co n stru ye a p artir de los lapsus del m u n d o establecido; no
h ay u n continuum entre su d iscu rso y el d iscu rso cien tífico
ilustrado; el su yo es com pletam ente de ruptura con él. Todo
el texto de El capital, su obra principal, nos habla ju stam en te
de que lo que él hace se in scrib e en otro tipo de discurso; que
está d esco n stru yen d o la estru cturación del m u nd o m oderno,
co m en zan d o po r su estru cturación económ ica.
A h o ra bien, lo interesante de esto se encuentra en el m odo
de su d iscon tin u idad o exterioridad respecto de la vid a m oder­
na o b u rgu esa que él descon stru ye; propone u n a m irada que
está por fuera de la m od ern id ad capitalista, pero que no puede
afirm arse en un a exteriorid ad respecto de la m od ernid ad , m ás
que de u n a m anera sum am ente problem ática, puesto que se
trata de u n a exterio rid ad que tiene que con stru irse a partir
de la ind ispen sable in terioridad en la que estam os m ientras
vivim o s atenidos a la vigencia de la m o d ern id ad capitalista.
N adie puede saltar sobre su som bra, se dice; es decir, nadie
p u ed e plan tearse com o postm od erno, extra, ultra o tran sm o ­
derno, porque todas esas actitudes su ceden , en ú ltim a in s­
tancia, com o m aneras - t a l vez u n p o co e x tra v a g a n te s- de ser
m oderno. Si u n o insiste en hacerlo, en saltar po r encim a de la
propia som bra, debe proceder a ingeniarse toda una estrategia,
y la de M arx consiste precisam ente en u n a conversión de la
cien tificid ad en criticidad.
En este sentido, lo que aprecio m ás en el d iscu rso crítico
de M arx es su alusión a la “form a so cial-n atu ral” del proceso
de reprod u cción social, el m odo en que cuenta con ella en su
reco n stru cció n teòrico-critica del m od o de p rod u cció n capita­
lista. M e parece que éste es el con cepto filosófico m ás básico o
fu n dam en tal de M arx; sin él, el concepto de enajenación capi­
talista, que es su concepto central, queda en el aire. La “form a
n a tu ra l” que sólo puede ser descrita a partir de los lapsus de
lo que existe, de lo establecido, de lo dado, en lo que ella está,

448 ^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIO NES

pero irrecon ocible, deform ada por su co n d ición de som etida


y reprim ida. Esto m e parece lo im portante de él, es decir, la
idea de que existe algo así com o u n a form a natural que está
siendo reprim ida, subsum ida, deform ada por la form a estable­
cida del m u n d o m od erno capitalista, en la que ella está pero
sólo supuesta, tal v e z ind ocum en table en térm inos em píricos,
pero claram ente reconocible a la vista de u n d iscu rso crítico.
Es en ese sentido que afirm o que la exterioridad del d iscu rso
crítico de M arx respecto de la m od ernid ad capitalista es una
exterio rid ad problem ática, que se conecta con la de Benjam ín
y que perm ite interpretar de una m anera no cientificista u n
fenóm eno de la historia de la técnica y la econom ía com o es
la neotécn ica. Benjam ín ve otra cosa en lo que estudian los
cien tíficos G ed d es y M um ford, y yo m e sum o m ás bien a su
m irada, al vu elo im agin ario que la interpretación de Benjam ín
da de lo d escrito por ellos. Es decir, m e parece que la historia
de la técnica que M um ford hace es sin duda im pecable, m uy
bien argum entada, m u y bien docum en tada, com o lo es la de
Braudel, pero que justam en te le falta ese nervio crítico que
en con tram os en Benjam ín.
N o se trata de com petir con los historiadores de la técnica,
sino justam ente de despegar desde la historia de la técnica h a ­
cia una narración crítica de la m ism a, que sería precisam ente
el horizonte de la reconstrucción de lo que puede ser la “forma
n atural” del proceso de la vid a hum ana, con todas las dim en­
siones en las que ella se revela a la filosofía, la antropología, la
estética, etc. ¿Qué es lo que está en juego en la “forma natural”
de la vid a y de las cosas? Está en juego la autoafirm ación de
u na identidad efím era, de una identidad evanescente que el ser
hum ano juega a tener en cada caso. Las sucesiones, los retornos,
las sim ultaneidades de estos entes evanescentes, esto es lo que
m e parece interesante de la historia y a partir de esta preferencia
es que he tratado de construir este concepto de m odernidad. Lo
que pregunto es: ¿cuáles son las razones de que la neotécnica esté

<¡H 9^
BOLIVAR EC H EV E R R ÍA

siendo sacada de su vocación de técnica lúdica, prom etedora de


una reconfiguración de la relación del ser hum ano con lo otro
y de los seres hum anos entre sí, y esté reducida a ser la m ism a
técnica neolítica, sólo que m onstruosam ente potenciada?

E n r iq u e Se r r a n o
M uchas gracias, Bolívar. N o sé si algu ien quiere agregar algo.

C r e s c e n c ia n o G rave
Q uiero hacer una pregunta m u y sim ple, a partir, sobre todo, de
esta ú ltim a explicación . ¿Sería entonces que esta m od ern id ad
p otencial estaría conden ada a ser siem pre potencial? Es decir,
¿el factor crítico que la m od ern id ad genera respecto de su p ro ­
yecto dom inante, la confrontación co n esta realid ad existente,
desde dentro de ella m ism a, estaría siem pre en fu n ción de esta
escisión de lo posible frente a lo real? Y en este sentido, ¿esa
p osibilid ad sería siem pre dentro y no fuera, com o p osibilid ad
constitutiva de la m ism a M odernidad?

B o lív a r E c h e v e r r ía
Desde luego, com o posibilidad, pero justam ente desde esa pers­
pectiva se percibe lo d ism in u id o que h ay en la a ctu alización
capitalista de esa m od ernid ad . A hora, claro, lo que tú planteas
es sin dud a inquietante; es decir, u n a a ctu alización p lena de
la m o d ern id ad esencial p u ed e darse o tal v e z no se dé nun ca,
p ero po r lo m enos u n o p u ed e establecer in trín secam en te el
lugar de ella en u n afuera que, paradójicam ente, está dentro
de lo realm ente existente.

R o g e r Ba r t r a
V oy a ver si hago u n a trad ucción de lo que acabas de decir, a
m odo de provocación. M e parece que has d icho que M arx era
u n rom ántico que estaba com pletam ente loco. Eso suele in c o ­
m odar a m u chas personas, sobre todo a los m arxistas; es decir,

4 50l>
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

M arx está m ás allá de la m od ern id ad justam en te porque está


contra la m od ernid ad ; porque los rom ánticos, desde N ovalis,
están contra el capitalism o, contra la in d u strialización , contra
el espíritu m od erno y, al m ism o tiem po, so n profundam ente
m odernos. C o n trib u yen , eso sí, paradójicam ente, a estim ular
toda esa veta que tradicionalm ente se reconoce com o m oderna,
la del h ed on ism o de la contracultura, del relajo, etc., todo ese
lado lúdico. Entonces, h a y que estar conscientes que estam os
dan do u n paso atrás al siglo XIX, y regresar a esa fortaleza que
m ostró el R om an ticism o al enfrentarse a la Ilustración, que yo
creo que es viva y está detrás de lo que has dicho.
A cerca del lado de la técnica lúdica, el ejem plo que m ás
vien e a m i m ente sobre ju ego s es el fam oso ju ego de ajedrez
de Benjam ín. Bolívar nos dice claram ente que el m aterialism o
histórico no sirve para nada, que se necesita la teología.

B o l ív a r E c h e v e r r ía
D igo otra cosa: el secreto del m aterialism o histórico benjam i-
niano está en la teología, pero una teología posterior a la m uerte
de Dios.

R o g e r Ba r t r a
H ay dos personajes allí: el m aterialism o histórico n i siquiera
es hum ano, es el m uñeco; lo ú n ico hum an o ahí es el jorobado
que es la teología. Lo anterior nos lleva a otra historia de la
m od ern id ad que no se explica fácilm ente de acuerdo con este
principio estructurador que es el problem a de la presencia del
m al, de im poner la dictadura, del socialism o envuelto en el
totalitarism o, de la traición a la m ística cristiana con la funda­
ción de la idea del alm a única, que es el ú nico elem ento que
se puede ju zg a r realm ente. Ya hablé del holism o, desde luego
la locura, el amor, todo esto; hay todo ese lado extraño que se
escapa aparentemente de toda esta explicación, de este principio
estructurador. Por lo m enos es d ifícil de tom ar o de abordar a

i 51$
BOLIVAR EC H E V E R R IA

m enos que efectivam ente usem os la teología, pero ahí tam bién
estam os dando u n paso atrás.

M a n u e l L a v a n ie g o s
C u a n d o Bolívar habla de la form a natu ral, y sobre todo la
del saber tradicional, aquí h ay toda una cosa que rom pe el
parad igm a del proyecto cien tífico-técnico. C u a n d o hablaba
de esta teología, decía u n a escatología; h ay u n problem a con
la escatología en el O ccid en te rom an o-cristian o, y este p ro ­
yecto escatológico es trem endo, ha vu elto co n vulsivo, adem ás
term ina en subjetivo y no objetivo n i m anejado po r la propia
inercia de la técn ica, esto se m e hace decisivo y esto es lo
que se colapsa en el siglo XX que segu im os viv ie n d o su gran
d even ir en guerra.

E n r iq u e Se r r a n o
Para fin alizar la ronda trataré de h acer un señalam iento. Yo
advertí que m i observación era sigu ien d o el m etarrelato o n a ­
rración de la m od ern id ad de Bolívar; no quería rom perla sino
que veía u n elem ento que falta en térm inos lógicos de e x p li­
cación, y creo que de lo que no se habló es u n hech o h istórico
fu n dam ental que precede al desarrollo técn ico y al m ercado,
que es el Estado y las relaciones de poder.
Trataba de com entar que faltaba u n a variable y tú m e d e­
cías de la relación del hom bre co n la naturaleza; esa respuesta
m e parece m u y rom ántica, es volver m u y h acia atrás, y nos
estam os saltando u n a variable antes de dar ese b rin co al siglo
XIX; a la m ejor h a y que darlo, pero antes de lan za rn o s a dar ese
brin co tenem os u n a variable que h ay que exp lorar para darle
al concepto de m od ernid ad u n aspecto descriptivo m ucho m ás
fuerte: las relaciones de po der en térm inos políticos. Todo ese
aspecto de m aldad, la falta del cu m p lim ien to de lib eración del
m undo m oderno, si no tiene este elem ento de lo p olítico, no lo
pu ed o entender. Pienso en A m érica Latina, donde el d iscu rso

4 52^>
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

m arxista se u tiliza para legitim ar una form a de explotación y


m an tener el sacrificio, véase h o y M éxico. El Estado m exicano
refu n cio n a liza el d iscu rso del m arxism o para legitim ar su
propia form a de dom inación; yo sé que esto no es m ás que u n
elem ento crítico, pero por qué lo puede hacer el Estado m exi­
cano, por qué el Estado en la U n ión Soviética lo puede hacer
tam bién. Si no tratam os de responder esa variable, que ésas
fueron las en señ an zas de finales del siglo x x , creo que tenem os
u n elem ento bastante cojo para exp licar la m odernidad.

J o r g e Ju a n e s
Q uisiera term inar diciendo que m i posición no coincide en
general con lo que aquí se ha dicho; cuando m e toque presentar
m i ex p o sició n la explicaré. C reo que E nrique y Carlos, y de
algu n a m anera el m ism o Bolívar, están de acuerdo en cóm o
plan tear el asunto, detalles m ás, detalles m enos. Se refieren a
elem entos que habría que agregar, pero están de acuerdo con
que ésta es la línea de inteligibilid ad de la m odernidad. Y así
es, no sólo teóricam ente sino de h ech o es la línea triunfante, y
están hablan do desde esta línea triunfante de la m odernidad,
desde la línea h istórica, política, económ ica, que totaliza el
conjunto general no sólo de la historia de O cciden te, sino de
la h istoria planetaria.
A h ora bien, la m od ernid ad no es sólo esto. Lo que a m í
m e alarm aría es creer que esta línea de in teligibilid ad basta
para exp licar la m od ern id ad , C reo precisam ente que no es así.
Q u é bu en o que salió lo del R om anticism o, que se habló de él.
C u an d o oí a E n rique decir: esto es volver al R om anticism o, lo
oí com o alarm ado. N o, no te alarm es del R om anticism o creo
que es el problem a de O cciden te en general; es u n problem a
p orq ue es u n térm ino inapropiado, aunque qu izás pueda ser
e x p lica tiv o para u n a h isto ria que es esq u izo fré n ica desde
su propio origen en Grecia. Y creo que precisam ente no se
puede, com o h izo esta m od ern id ad , tener una idea de Grecia

4 531 »
BO LIVAR ECHEVERRIA

reducida a la filosofía, a la G recia clásica, al clasicism o, a lo


b ello y lo que sea; creo que precisam ente la m od ern id ad va
a generar una lib eración de otra m irada sobre O ccid en te, de
otra m irada sobre G recia, y esto se da desde finales del siglo
XVI, en el arte, en la literatura. En el siglo XVII h a y u n prim er
gran con flicto entre R enacim iento y Barroco, y no se trata de
que el R en acim ien to enfatice en esto m ientras el Barroco en
aquello, no. Es qu e ahí h a y u n gran conflicto, u n conflicto
trem endo que data de finales del XVI entre dos órdenes de
fu n dam en tación absolutam ente heterogéneos. Surge u n a gran
crisis de esa visió n de G recia y de esa visió n de O cciden te,
com o in teligibles desde la in teligibilid ad del largo relato de
la co n stru cció n de la racionalidad, que nos dará H egel en la
fenom enología; una crisis que se m anifiesta en el gran conflicto
con el Rom anticism o.
Tom o u n p o co lo que decía Bartra, aquí se enfrentan dos
m aneras de ju zg a r la hum an idad. En el Rom anticism o h ay una
concien cia de que lo que era propio de todos los pueblos p re­
m od ernos em pieza a ser extraño; de que todas esas sabidurías,
toda esa relación con la physis, toda ese centro ontológico en
el que se fu n d an las form as de ver, la m itología, la religión;
todo eso em pieza a sernos extraño. Lo que era propio para los
pueblos antiguos em pieza a ser extraño para los m odernos; lo
que era extraño para los pueblos antiguos - e l principio de ra­
z ó n - nos es propio. Y entonces vien e la gran problem atización,
cóm o apropiarnos de lo extraño para quitarle lo que le es propio
y ajustarlo a esa dim en sión exclu yen te, racional, abstracta y
d escu alificad a. Esto genera d iscu rso s com plejísim os, m ucho
m ás com plejos que los ilustrados. N o h a y nada m ás d ifícil que
leer a los rom ánticos. H ay ahí u n a gran po lém ica de fondo
que habla de dos m od ernid ad es, po rq u e si se quiere ex clu ir al
R om anticism o de la ex p licació n de la m od ern id ad , entonces
creo que no tenem os nada que hacer en este sem inario. Sería
una m u tilación b ru tal que llevaría a extirp a r todo lo que sig-

4 54 ^
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

niñeará d espu és la m od ern id ad del arte y de todo lo que se va


a generar a contrapelo, pero afirm ativam ente, gracias a todos
esos pensadores-artistas, com o Baudelaire. Si se dejan de lado
sus p en sam ientos de artistas, entonces no sé de qué m oder­
nid ad hablam os; hablaríam os de u n m on stru o heterológico,
autosuficiente, supraindividual, que se m ueve m ecánicam ente.
Éstos so n elem entos que tienen que estar en una d iscu sió n de
la m od ernid ad , no h ay que aterrarse.
A hora, M arx, ¿un rom ántico? No. Creo que aquí está el gran
problem a; M arx no niega esa m od ernid ad descualificante, le
parece insuficiente.
Lo que ha d ich o Bolívar es, d esde la persp ectiva de M arx,
ver la in su ficien cia de la m od ern id ad origin al en este p ro ­
blem a del desarrollo técn ico-cien tífico de la neotécn ica que
ju stam en te lo elim in a, lo m utila, lo destruye, lo im pide y lo
co n vierte en negativo, pu esto que no está al servicio de una
em ancipación sino de la dom inación, y ahí es donde entra algo
de m o d ern id ad interno, la segu n d a revolución. El fracaso de
la prim era revolución genera la idea de la segu nd a revolución,
que serán los so cialism o s y centralm ente el co m un ism o, pero
es interno; M arx n u n ca se situó fuera de ese proyecto, M arx
es acrítico ante el h o rizo n te de la m etafísica m od ern a de la
razón , absolutam ente acrítico frente al problem a de la in teligi­
bilid ad y de lo que significa poner en ju eg o el despliegue de las
fu erzas prod u ctivas com o objetivo. En ese sentido, se necesita
ese otro O ccid en te, esa otra h istoria, ya no sólo occidental,
que nos da otra in teligib ilid ad de m od ern id ad , que no pasa
po r aquí, pero que es real y que existe, existen obras, existen
viv en cia s, etc. Yo creo que la p o stm o d ern id ad que dice Bo­
lívar es u n a cosa para citar in trín seca la m od ern id ad , que se
ha h ech o u n a visió n m on olítica de la que no sale y pierde en
cam bio. Por h acer esa lectura m od erna, llega esa otra m o ­
d ern id ad de la cu a l p o d ría sustentar u n d iscu rso crítico. Por
lo tanto, pien so que si no se habla del R om anticism o, no se

4 551 -
BOLÍVAR EC H EV E R R ÍA

habla de todo lo que ha sig n ificad o esta lín ea alternativa, que


es en la que m e sitúo.
E stam os h a b la n d o de u n m on stru o , u n m o n stru o frío,
terrible, om n ipoten te, om nisciente, que autom áticam ente se
despliega y del que som os sim plem ente u n o s peones, insertos
en su m acro a u to co n stitu ció n , u n a co n stitu ció n que anula
toda alteridad. Pero lo que ha habido de algu n a m anera es
alteridad y si no se ha constitu ido esa m od ern id ad , y si no se
va a co n stitu ir es, precisam ente, p orq ue h a y una resistencia,
y esa resistencia ha abundado desde el origen, n u n ca se ha
estado inerm e. Pero, atención sobre esto de lo prim itivo que
dice Bolívar, de “los pueblos que van a ser totalizados p o r la
h u m an id ad m oderna, pero que se resisten desde sus tradi­
cion es”. Tam bién h ay una alteridad m od ern a y u n a m itología
m oderna, o m ejor dicho, la in capacid ad que hem os tenido de
crear u n a m itología m od ern a, p o rq u e toda m itología lo que
hace es reciclar m itos antiguos. Pero todo esto es m oderno,
eso es el arte m oderno, eso es la literatura, eso es la m úsica
m oderna, y es fantástico. Es fantástico y los filósofos 110 pasan
por ahí, pasan po r debajo de eso, ése es el problem a. Ver desde
la filosofía es m u y peligroso, porque la filosofía es ju sta m e n ­
te u n lenguaje universal; es om n iscien te y autosuficiente, y
adem ás libre, porq ue se cree lo que deduce y cree que eso es
la realidad. Y ahí está el gran problem a de la filosofía, en su
incapacid ad absoluta para alcan zar lo real, el problem a de las
filosofías m odernas.

B o l ív a r E c h e v e r r ía
Nada m ás quiero aclarar una cosa sobre esto ú ltim o de Juanes.
C u an d o digo que lo que se presentó en el siglo XI fue u n reto,
u n desafío - a l que llam am os el desafío m o d e rn o -, y que la
respuesta pragm ática m ás exitosa a ese desafío lo dio la e co ­
nom ía capitalista, que im prim ió así su sesgo particu lar a la
m od ern id ad , no afirm o que esta respuesta haya sido la ú n ica

4 56^
LA M O D E R N I D A D ; VERSIONES Y DIMENSIONES

que O ccid en te llegó a dar a ese desafío. Ella es, sin duda, la
respuesta consagrada, debido a su influ en cia estructurante en
la v id a social de inspiración productivista (una inspiración que
vien e de lejos en la historia basada en la escasez); es la que se
im p on e a la vista en toda consideración histórica. Pero ello
no quiere decir que, ju n to a ella, d om inad as por ella, no haya
habido otras respuestas alternativas, com o las hu bo tam bién
en O riente. Q uiere decir, al contrario, que ha habido y que
h ay otras m od ern id ad es a las que su con d ición de vencid as
en el “escenario p rin cip a r’ no les quita ni u n ápice de validez.
N o quiere d ecir tam poco que una m od ernid ad alternativa a
la capitalista no sea posible. En O cciden te, ese desafío fue
resp ond id o tam bién por otros im pulsos, diferentes de aquel
que habría de establecerse; ello se m uestra, por ejem plo, con
San Fran cisco de A sís, tom ándolo aquí com o representante
de aquellos cristian os heréticos tildados de “loquitos” en esos
días. Ellos dieron u n a respuesta no prod u ctivista a ese reto de
la m od ernid ad , lo percibieron com o una invitación a aceptar
que D ios “había com en zad o a cu idar de sus criaturas” m ás
allá de lo m erecido por el trabajo, a proveerlas de lo necesario
sin esperar u n a contrapartida. Tom aron por el cam in o de otra
historia m oderna, que se hace presente de vez en cuando, esp o ­
rádica y m argin alm en te, en m edio de la dom inante; tal vez esa
historia a la que Jorge alude cu an d o habla del R om anticism o
y de la m od ern id ad del arte.

4 57$
2
Apunte sobre el romanticismo
y la modernidad
A PU N T E SOBRE EL R O M AN TICISM O
Y LA MODERNIDAD

En el p lan o del a rte rom án tico [...] lo hum ano


com o su bjetividad real d eb e regir com o principio,
h a cien d o qu e con ello lo an tropom órfico llegue a
su culm inación.

G. W . F. H egeP

LA CREACIÓN HUM ANA, el PECADO ORIGINAL

a idea básica de la filosofía crítica de Kant está en el origen o

L es el detonador del discurso propiam ente romántico: la idea


de que ya en el sim ple acto del conocer, de retratar el m undo,
ya en la sin tetización m ism a de la percepción , se encuentra
activa una creativid ad h u m an a ex nihilo, contingente.
Si para D ios, el prim er creador ex nihilo, la nada es aquello
de lo que saca su C reación, para el hom bre, el segundo creador
ex nihilo, la n ada (puesta po r él com o una nada de segundo
grado) es la C reación d ivina; es aquello de lo que él saca su
propia creación, su cosm os, el m u nd o de su vida.

3 “D e n n a u f d er Stu fe d er ro m a n tisc h e n K u n st [...] d as M e n sc h lic h e als


w irk lich e S u b je k tiv itä t m u ss z u m P rin z ip g e m a ch t u n d d as A n th ro p o m o r-
p h is tis c h e d a d u rch erst v o llen d et w erd en ” Ästhetik, B e rlin , 1 9 5 5 , p. 4 9 6 .

4 61*
BOLÍV AR E C H E V E R R ÍA

El acto creativo es lo prop io de la lib ertad positiva,4 que es


el acto de fu n d ar o p o n er leyes; no se encuentra, en cam bio,
en la lib ertad negativa, que es u n a sim ple n o -d ep en d en cia.
A h o ra bien , la lib erta d po sitiva debe ser vista - y aquí está
el proto rro m an ticism o de K a n t- com o el “m al ra d ica l”; ella
im p lica, en efecto, u n d esco n ten to básico co n la C reación
d ivin a, que es el b ien absoluto, u n p ecad o barro co , el de la
acedia y la m elan colía, y lleva, a la larga, a u n a disen ción y una
d eso b ed ien cia rad ical, a u n a im p u g n a ció n de la vo lu n tad de
D ios. Im plica u n trascend er lo n atu ral o an im al, aquello que
existe y fu n cion a co n fu n d ién d o se co n el p lan de esa Creación.
Y es aquí don de aparece la b ifu rcación , la separación entre
lo clásico ilu strad o y lo p o p u la r rom ántico: K ant retrocede
ante su d escu b rim ien to y tom a p artid o po r el Bien, po r u n a
lib ertad para la no lib ertad, m ientras los rom ánticos tom an
la vía del M al, la de u n a lib ertad echad a a la intem perie de
la contingencia.
La acción libre del ser h u m an o saca a su m u nd o fuera de
la C reación d ivina; lo p o n e por sobre ella, hace de ella una
“n ad a”, el m aterial co n el que la actividad que conform a ese
m u nd o (la ek-sistencia, segú n H eidegger) llega a im p rovisar su
propia sustancia.
Toda p rod u cció n im plica, po r u n lado, u n a obed iencia a lo
preexistente, en lo cu al ella sólo introduce una variación, y por
otro, una im pugnación de lo preexistente, a lo que sustituye con
algo que antes no existía. Toda prod u cció n tiene, así, algo de
u n a creación ex nihilo, puesto que, aun siendo la m era alteración
de u n estado de cosas pre-existente, u n a m era re-form ación (o
trans-form ación) de u n a form a anterior, de todos m odos ese
elem ento de diferencia respecto de lo anterior, que no existía,
que era nulo, nada, ha co m en zad o a existir.

4 I. Kant, K ritik d er praktischen Vernunft, p. 24.


LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIO NES

P uede decirse que el ethos rom ántico de los tiem pos m o ­


dernos im plica d epurar y en fatizar u nilateralm ente el carácter
ex nihilo de la creación hum an a, exagerarlo, inclu so absoluti-
zarlo.
En el “rom anticism o negro” o “ de la perversión” (el de los
escritos de C olleridge o Shelley, etc.; de M atu rin o Lewis; de
E.T.A. H offm an n o Stoker; el de la pintura de Füssli o Blake),
todos los héroes que aparecen son hijos de M ilton y su “ángel
caíd o ”, castigado por rebelarse contra la C reación divin a (co­
m o aquella “llam a” de Q ueved o, que sabía “perder el respeto
a ley severa”5).
La pred ilección por la sensación de m isterio que se observa
entre prácticam ente todos los rom ánticos se debe a que, para
ellos, en m ed io de la creación hu m an a se hace presente a
trasluz o en form a de síntom a desquiciador, de rem ordim iento
profundo, la C reación d ivin a, es decir, el m undo de la vid a
indóm ita, ajena a lo hum an o, com o fundam ento que se rebela
contra su co n d ición actual de m ero objeto del sujeto hom bre,
sea este sujeto de acción, de razón o de sentim iento.

L O M IST ER IO SO Y EL SEN TIM IEN TO

La creatividad, lo m ism o la d ivin a que la h u m an a, se insinúa


a través de actos fallidos y de lapsus en el m u n d o de las m er­
cancías o reino del valor de u so reprim ido, en el m undo de
la vid a y su “form a n a tu ra l” traicionada. Su presencia bajo la
m anera de lo m isterioso, lo num inoso, se da en prim er lugar en
el correlato subjetivo del m undo, en el propio sujeto hum ano,
bajo la form a de u n sentim iento (deseo, nostalgia, verlangen),
esp ecialm en te el sentim iento conocid o com o sehnsucht. Más

5 Ver M ario Praz, L a carne, la m orte e il diavolo nella letteratura rom antica,
p p . 6 7 ss.

4 63*
BO LÍVAR ECHEVERRÍA

que u n “deseo de in fin itu d ” o u n “deseo del d eseo” (según


A lfred o D e Paz), la sehnsucht es u n ansia de que lo otro llegu e
com o redención del sí m ism o que uno es sin p o d er ser; es u n
deseo in d efin id o que persigu e que algo azaroso o aleatorio
venga a satisfacerlo y que, al hacerlo, le otorgue tam bién, re­
troactivam ente, esa d efinición que le falta.
H ay u n n arcisism o rom ántico de alcan ces m ísticos que
co n siste en en con trar en la n atu raleza exterio r el m isterio
que brota com o sehnsucht en la naturaleza de u n o m ism o. El
weltschmerz es el dolor del m u nd o m ism o (desde él), pero es,
al m ism o tiem po, el dolor del alm a, proyectado en el m undo
(hacia él). En la pintura rom ántica alem ana, la n aturaleza om ­
nipotente (C.D. F riedrich: Der Wanderer über dem Nebelm.ee?-)
que en vu elve y anonada al ser hum an o, está sin em bargo, a su
ve z, penetrada y transfigurada po r el sentim ien to hum ano; o,
com o canta A m ad o Ñ ervo (El mago):

Yo m archo,
Y u n tropel de corceles piafaclores
Va galopan do tras de mí.

Yo vuelo,
Y m e sigu e u n enjam bre de cóndores
Por la in vio lad a m ajestad del cielo.

Yo canto,
Y las selvas de m úsica están llenas,
Y es arpa inm en sa el florestal.

Yo nado,
Y u n a lírica tropa de sirenas
Va tras m í por el m ar alborotado.

4 64 P
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

Yo río,
Y de risas se puebla el éter vago,
C o m o u n coro de dioses.

Yo suspiro,
Y el aura riza su spirando el lago;
Yo m iro, y am anece cu and o m iro.

Yo m archo, vuelo, canto, nado, río,


suspiro, y m e acom paña el U niverso
com o una vibración: Yo soy el Verso.

N otas b l a s f e m a s so bre l o r o m á n t ic o

N o h ay que o lvidar que una creatividad ex nihilo se presenta


com o la v irtu d prin cip al del capital productivo descrito por
M arx, el capital generador de cu alid ad es cósicas y de ganancia
económ ica - u n a virtu d que no aparece en las form as anteriores
del capital, el m ercantil y el usurario, cuyas ganancias aparecen
com o el resultado aleatorio de una inversión riesgosa. Entre
estas “ form as an ted ilu vian as del cap ital” y la prim era, la p ro ­
piam ente m oderna (la productiva), h ay todo u n abism o sobre el
que la historia de la riqueza capitalista logra saltar sólo después
de m uchos episodios de trial and error. El propietario del capital
productivo dem uestra ad oculos, con la m asa de m ercancías que
ech a al m ercado (bienes reales, em píricam ente constatables)
-d e s p u é s , po r supuesto, de h aber reunido y coordinado la
fuerza de trabajo colectiva que la p ro d u jo -, que es el agente
de u n a en tid ad capaz de sacar algo de la nada. El espíritu de
em presa -p ro p o sitiv o , en tu siasta, atento, im a g in a tiv o - p a­
rece ser el secreto del dueño del capital en su form a propia­
m ente productiva; el secreto de ese sujeto h u m an o que sería
precisam ente la causa de que el capital adquiera esa forma.

4 6 5*
BOLÍVAR ECHEVERRÍA

Si el m u nd o de las cosas obedece a la acción de u n capital


productivo, es decir, si el trabajo en la em presa capitalista al­
ca n za la p rod u ctivid ad exigid a po r el m ercado, es de suponer
que ello se debe a que entre ese m undo cósico, con su dinám ica
propia (el progreso de la sociedad), por u n lado, y la d in ám ica
de la inversión capitalista, po r otro, h ay una con cordan cia
perfecta, u n a identidad. C abe suponer, aun m ás, que la “ forma
n a tu ra l” del proceso de trabajo no se traiciona sino se ratifica a
sí m ism a al realizarse com o prod u cció n (explotación) de p lu s­
valor, al su bsu m irse bajo la form a capitalista de d ich o proceso,
bajo la d in ám ica de la valorizació n del valor m ercantil.
El espíritu de em presa (la capacidad de crear ex nihiló), que
todos quisieran tener pero que sólo a p o co s escogidos les toca
en suerte, se convierte, en ciertas circu n stan cias o en ciertos
m om entos de la la historia, en el núcleo definitorio de u n tipo
m u y especial de ser hu m an o m oderno.
El ethos rom ántico consiste en perderse en la ilusión de estar
dotado de esa sujetidad o creativid ad contingente (ex nihilo,
causa sui) que se autoatribuye el capitalista o propietario del
valor que se autovaloriza en el proceso de producción.
En este sentido, el d iscu rso de los filósofos rom án ticos
-d e l Sturm und Drang, los herm an os A.-W . y F. Schlegel en el
Athaneum, H erder y Sch iller en adelante, hasta el propio M arx
de la Tesis XI sobre F eu erb ach -; el program a de los p oetas y
los artistas plásticos, y sobre todo las realizacion es sonoras
principalm en te pianísticas y sinfónicas de los grandes m úsicos
rom ánticos, son expresiones o form ulaciones autorreflexivas y
autocríticas de este p ecu liar tipo de ser h u m an o m od ern o que
es (sin saberlo) el “rom ántico corrien te”, cotid ian o, el m ism o
que, en la figura del bu rgu és, el hom bre de em presa cap italis­
ta, cree p o d er sim biotizarse co n la creativid ad arrolladora del
capital en su progreso.
El weltschmerz (dolor del m u n d o y po r el m undo) es el
sufrim iento que aqueja a la “ form a n a tu ra l” del m u nd o de la

4 66$
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

vid a (al universo del valor de uso) m ientras es sacrificada en


aras de la va lo riza ció n del valor; sufrim iento que puede llegar
a ser in sop o rtab le, com o pu d o verse en la umnachtung del
poeta H ölderlin.
El rom anticism o, lo m ism o festivo y erótico que estético y fi­
losófico, trae consigo una conciencia autocrítica, o m ejor dicho,
es la concien cia autocrítica del ethos rom ántico corriente. Éste,
sin em bargo, re-convierte en “m oda rom ántica” para uso de los
círcu lo s sociales sem i-cu ltivad os todo aquello que desciende
de ese rom anticism o radical. La estrategia de vid a o el ethos
rom ántico corriente (generador lo m ism o de identidad que de
institución) supone que la contradicción capitalista (entre valor
de u so y valor m ercantil) no sólo está superada sino que de
plan o es inexistente, debido a que, segú n ella (y al revés de lo
que sucede en realidad), el valor m ercantil estaría al servicio del
valor de uso; es decir, gracias a que el capital sería el resultado,
y no la causa (como lo es en efecto), del “espíritu de em presa”
capitalista, espíritu que, por lo dem ás, sería precisam ente la
co n figu ració n m ás elevada que puede alcan zar la vid a social
com o vid a con stitu ida en su “form a n atu ral”, productora y
disfrutadora del valor de uso de las cosas concretas.
Es evidente que en esta tergiversación, que fuerza el estado
de cosas reconocible de m anera sim ilar aunque en sentido inver­
so a com o lo hace el ethos realista (para el que la contradicción
tam poco se da, pero porque la din ám ica del valor sería ella
m ism a capaz de crear valores de uso), tam bién se encuentra en
ju ego u n m ecanism o de denegación. Lo que es una contradic­
ción debe ser experim entad o com o si fuera una concordancia,
una arm onía: en el sufrim iento del bosqu e anegado por el agua
de la represa hidroeléctrica, el ser hum ano debe percibir el goce
del bosqu e al descubrirse com o el fondo m isterioso de u n nuevo
lago. La patogénesis provocada por el forzam iento denegador es
seguram ente lo que inspiró el dicho de G oethe de que m ientras
“lo clásico es lo saludable, lo rom ántico es lo enferm o”.

4 67*
BOLÍVAR EC H EV E R R ÍA

El R om anticism o hace la experien cia de la paradoja de la


creatividad hu m an a ex nihilo: m ientras m ayor es ésta, m ayor
es tam bién su d estru ctivid ad respecto de la consistencia cu a ­
litativa de la creación d ivin a (la form a natural). De ahí que
la existen cia del héroe literario rom ántico tenga la form a de
u n dilem a irresoluble (De Paz): si quiere ser, tiene que dejar
de ser (com o H am let, el personaje de corte barroco adoptado
em blem áticam ente por los rom ánticos, de K lop stock a V ictor
Hugo).
D el ethos rom án tico pu ed e derivarse tanto u n d iscu rso
reflexivo que necesita su b su m ir la creatividad del in d ivid u o
sin gu lar en la creatividad englobante de u n in d ivid u o co le c­
tivo (el “pu eblo” de O ssian, K lopstock, Herder, los herm an os
G rim m , etc.) com o otro que reivin d ica la necesaria soledad o
apartam iento del creador singular, inclu so el necesario co n ­
flicto con ella (los Heder de Sch ubert, W o lf y S ch u m an n , sobre
todo). (E scúchese, por ejem plo, de Schum ann -E ich en dorff, In
der Fremde:

Wie bald, ach wie bald


sterbe ich auch...
Und über mir rauscht
die schöne Waldeinsamkeit,
und keiner kennt mich mehr hier.

D e una persona o u n personaje rom ánticos (siem pre hiper-


sensibles, siem pre dispuestos a excitaciones extrem as); de una
acción o u n a obra rom ánticas, se puede señalar la tendencia
-co n stitu tiv a tam bién del com portam ien to b a r r o c o - a entrar
sucesivam ente en estados de ánim o contrapuestos, com o el
en tusiasm o y la m elan colía, por ejem plo, de los cu ales el uno
p uede ser el pred om inante o el m ás duradero o frecuente, sin
por ello anular sino, po r el contrario, suponer al otro com o
com plem ento. Estados de ánim o que pu ed en decantar unilate-
LA M O D E R N I D A D : VERSIONES Y DIMENSIONES

raím ente sea en una participación activa en la vida com unitaria


(D elacroix: La Liberté guidant le peuple) o en un distam iento
hosco ante la m ism a. A dem ás del arte, y m uy especialm ente de
la m úsica, en donde el rom anticism o parece estar en su m edio
m ás adecuado, éste se presenta, de la m anera m ás genuina,
en la práctica política, aquella que trabaja sobre las form as de
la con viven cia h um an a y de la interacción entre el ind ivid uo
sin gu lar y el in d ivid u o colectivo. El rom anticism o es, por de­
finición, revolucionario, en el sentido de transform ador; para
él, el m u nd o de lo so cial es com o la m ateria prim a de una
em presa histórica de creación de form as políticas. De ahí su
reivin d icación del pu eblo (volk) com o el gran creador de esas
form as y su colaboración espon tán ea con la m anifestación
nacionalista b u rgu esa de ese pueblo. Pero de ahí tam bién su
expresió n a través de m ovim ien tos revolucionarios com o el
anarquism o o el com un ism o, en su rescate de esa creatividad
pop u lar (una creatividad revolucionaria, proletaria y universa­
lista) de m an os de los grandes estados europeos im perialistas
(kulturstaaten), que se h abían servido de ella com o sustento
de su autoafirm ación o legitim idad, interpretándola com o si
fuera la creativid ad de esas naciones que ellos m ism os habían
im provisad o a su m edida. D espu és del fracaso del concierto
de los grand es estados nacionales europeos en 1914, los restos
del “n acionalism o rom ántico” fueron encauzados en A lem ania
en el proyecto suicida y genocida del estado nacional-socialista
y su n acion alism o ya obsoleto; fueron acondicionados com o
ideología del m ovim ien to popu lista (völkisch) que él levantó
en esa flucht nach vorne o h uida que en lugar de alejarlo del
p eligro de d esaparición lo precipitó en él, haciendo que se
llevara a m edio m u nd o consigo. (“Se dice que no era ex cep ­
cional en con trar en las m och ilas de los soldados alem anes que
arrasaron a sangre y fuego las aldeas rusas un ejem plar de la
obra poética de H ölderlin.”).

4 69*
¿Qué es la m odernidad ?, editado por la D irección General
de Publicaciones y Fom ento Editorial de la UNAM, se
term inó de im prim ir el día 20 de diciem bre de 2 0 0 9 ,
en los talleres de Litogràfica Dorantes S, A. de C. V.,
Oriente 241-A, núm. 29 Colonia Agrícola O rien ­
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El tiro consta de 1 0 0 0 ejem plares im pre­
sos m ediante Offset en papel bond de
75 gramos. En su com posición se
usó el tipo ITC Berkeley Oldstyle
Std de 1 1 / 1 3 .6 p u n to s. El
diseño y form ación fueron
re a liz a d o s p o r M arco
A n ton io Pérez L a n ­
daverde. Cuidado
de la e d ició n :
Leonel Rivera

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