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HISTORIA POL{TICA, DEL DESCUBRIMIENTO A 1920 n SEGUNDA PARTE: EPOCA COLONIAL CAPITULO VII FIN DEL SIGLO XVI La primera misiin franciscana en Yucatin—Levantamiento de los naturales de la regtin oriental y arribo del Adelantado—Incremento de la evangelizacién y erec- cin de la Didcesis de Yucatén—El Lic, Herrera, nombrado por el Rey para t0- mar la residencia a Montejo, llega a Mérida, avécase el Gobierno y abre el juicio. Montejo pasa a Espana, donde fallece—Gobiernos de Judrex de Avila, del Visita- dor Lic. Lopez Medel y de los alcaldes mayores Lics. de Carvajal Ortiz Delgueta, Br. de Paredes y del Visitador Jufré de Loaiza—Gobierno de Quijada. Cosarios franceses en Campeche—Landay su célebre auto de fe. Llega el primer Obispo, Francisco de Toral—Balance del gobierno de Quijada—Gobiernos de Céspedes y Oviedo y de Santillin—Gobiernos de Velézquez Gijén y de Guillén de las Ca- sas—Gobiernos de Solis y de Vozmediano-—Gobiernos de Ordé- tex de Nevares, Higueras de la Cerda, Sémano y Quitiones y Fernéndez de Velasco. LA PRIMERA MISION FRANCISCANA EN YUCATAN.—Fray Martin de Rojacastro, Comisario de la Orden en México, habia dispuesto que Fray Toribio de Motolinia, que evangelizaba por Guatemala enviase a anos feligiosos a Yucatan, que fueron los Padres Luis de Villalpando, Lorenzo de Bienvenida, Melchor de Benavente y el lego Juan de Herrera., Llegando primeramente Bienvenida a Bacalar, por la via maritima, se de- dicé al estudio de la lengua maya con tal aprovechamiento, que a poco mientras se dirigia a Mérida, sin rendirse a la fatiga, el Explorador, como Iuego Ie Hamaron, ya podia predicar, poseido de mistico ardor, a los natu- rales, que lo admiraban por su bondad e infinita mansedumbre} Los de- mis religiosos, desde Guatemala hicieron el viaje a pie pasando por Chia- pas, para internarse rumbo a Acalan por aquella ruta de Alonso de Avila a través de intrincadas selvas, terrenos asperos 0 anegadizos y caudalosos rios, hasta salir por Champotén y llegar a Campeche, precediendo al des- embarque de otros cuatro religiosos que vinieron directamente de México, Fray Juan de la Puerta, como superior, y Nicolds de Albalate, Miguel de Vera y Angel Maldonado, quienes pasaron a Mérida, quedandose en Cam- peche Fray Villalpando con el lego Herrera. Acontecimientos ocurridos hacia 1545 segin comprueba Molina Solis. Recibidos con veneracién por los espafioles, pronto fueron también amados de los indios, cuyo idioma comenzaron a aprender con ahinco, especialmente Fray Villalpando, que 72 ENCICLOPEDIA YUCATANENSE llegé a escribir un vocabulario y gramgtica mayas, vertiendo a la lengua el catecismo para facilitar a sus compafieros y seguidores la predicacién. LEVANTAMIENTO DE LOS NATURALLES DE LA REGION ORIENTAL Y ARRIBO DEL ADELANTADO.—Un acontecimiento in- esperado vino a perturbar la tranquilidad publica en ocasién en que nume- tosos vecinos de Mérida y Valladolid habian ido a Campeche a esperar al Adelantado que venia de Yucatén. Dando por cumplida su tarea, los espafioles se dedicaban confiadamente a la organizacién de sus encomiendas, muy quitados de la pena; comenzaban a fomentar granjerias, creyendo ya asegurada su vida, su bienestar, su futuro. Mas pocos eran los espafioles que habian sometido la tierra y muchos los indigenas agraviados. Los sa- cerdotes nativos, asi como quienes disfrutaron en la gentilidad de privile- gios desaparecidos, mantendrian latente el espiritu de rebeldia, sin que fal- tafan tampoco otros que tuvieran motivos de justificado odio en contra del invasor, siendo todo eso fermento de agitacién que, oportuna la hora, fra- gud en rebelién; procediéndose tan sigilosamente que nada llegé a tras- cender y nadie a delatar, de tal manera que en noche de luna Ilena, que se habia fijado de antemano, 9 de noviembre de 1546, se desaté el movi- miento con la consigna de exterminar a los espafioles, pocos como eran y esparcidos en los pueblos de sus encomiendas. Pero slo entre los Cupules y los Tazes estallé la rebelién, siendo in- molados en aquella noche fatal, en medio de crudelisimos tormentos, die- ciocho espafioles, y a tal punto Ievaron su safia los rebeldes, que ni a los suyos que servian a aquéllos perdonaron, asesinando a no menos de seiscientos, ni aun a los animales domésticos de sus victimas. Capitanes del recio temple de Hernando de Aguilar, Juan de Villanueva, Bernardino de Villagémez y otros valientes conquistadores, acabaron asi; salvandose merced a felices circunstancias y a la agilidad de sus caballerias, Juan Lé- pez de Mena, encomendero de Pistemax, y Diego Gonzalez de Ayala, de Calotmul, que cada uno corrié por su lado llevando a Valladolid el anun- cio de lo que ocurria, enviéndose inmediatamente propios a Mérida y a otras partes en demanda de auxilio, mientras se apercibian para la defensa los vecinos itiles de la villa, que apenas Ilegaban a una veintena,.y que aun salieron al campo y batieron a los rebeldes en los alrededores con éxito, -replegandose luego para guardar la poblacién y esperar los auxilios, que no tardaron en llegar. En Mérida se formé una fuerza de cuarenta hombres que, al mando del Capitan Francisco de Tamayo, avanz6 a marchas forza- das hasta Valladolid, rompiendo el sitio y ahuyentando a los rebeldes, que fué gran alivio y basté, por lo pronto, para tenerlos a raya. HISTORIA POLITICA, DEL DESCUBRIMIENTO A 1920 we) Cuando aquello ocurria, desembarcé el Adelantado en Campeche, el 25 de diciembre de 1546, encontrandose con Ja novedad de la sublevaci6n. Desde luego, envié con los Capitanes Bracamonte y Juan de Aguilar so- corros a Valladolid, y designando a su sobrino Francisco de Montejo jefe de la campafia, con categoria de Capitan general, y al Capitan Francisco de Zieza como Maestre de campo, ya preparados convenientemente sesenta soldados y numerosos mayas aliados, que eran una valiosa ayuda, parti la expedicién que;stras vencer los obstaculos que iba encontrando a me- dida que se acercaba al campo enemigo, lleg6 a Valladolid, donde agotados Jos medios de persuacién para que los alzados depusieran las armas, con- forme a las instrucciones del Adelantado, que a toda costa queria evitar mayor derramamiento de sangre, se entabl6 la lucha, resistiendo los orien- tales tan denodadamente, que no se logré su vencimiento sino al cabo de algunos dias de fieros combates, hasta que hubieron de retirarse a sus pue- blos después de padecer grandes pérdidas, ya que por parte de los espafioles murieron veinte y unos quinientos aliados, debiendo haber sido considera- blemente mayores las bajas producidas por las armas de fuego. Siguid a eso la completa debelacién de los rebeldes que, acosados en los pueblos de la comarca no pudieront resistir humanamente més, perse- guidos simultaneamente por el mismo Montejo, Zieza, Bracamonte y Agui- lar en diversos lugares. Habiendo sido también necesario que el Capitan Juan de Aguilar se dirigiera a Salamanca al frente de veinticinco hombres, por haberse alzado los naturales de Chanlabcali y asesinado a su encomen- dero Martin Rodriguez; volviendo 1a tranquilidad a esa parte después de apaciguar a los sublevados el diligente y enérgico capitén, que cumplida su comisién regres a Valladolid. Breve y fructuosa fué la campafia. Ruda- mente escarmentados los naturales, ni aun los mas levantiscos osaron en lo sucesivo oponerse al dominio espafiol, y més se alejatian de ese pensa- miento cuando, convirtiéndose a la fe catélica, que apenas se comenzaba a predicar, se fueron vinculando, aunque fuera rudimentariamente, a las nor- mas de la vida europea. En Ilegando a Yucatan, el Adelantado, en ejercicio de sus funciones militares, dicté acertadas disposiciones para la reduccién de los alzados, mien- tras que andaba en triquifiuelas politicas con motivo de la eleccién del Ayuntamiento emeritense para 1547, caso en que no intervino con el de- coro que-le correspondia, al ser designados dos advenedizos deudos afines suyos: un hermano de su esposa y un su entenado, més dos cufiados, uno suyo y otro de su hijo, asi como a los otros Montejo, “el mozo” y el sobri- 2

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