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El País (Madrid), 3 de julio de 1983, suplemento centenario Franz Kafka, p. 3.
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Véase, por ejemplo, la discusión en Claudio Guillen, «De influencias y convenciones». 1616.
Anuario de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, 1979, pp. 87-97.
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Para la bibliografía ya existente sobre esta temática habría que citar: BEN BELITT, «The Enig-
matic Predicament: Some Parables of Kafka and Borges», Tn-Quarterly, 25 (1972), 268-291. MAR-
GARET B. BOEGEMAN, «Paradox gained: Kafka's reception in English from 1930 to 1949 and his in-
fluence on the early fiction of Borges, Beckett and Nabokov», Diss. University of California 1977.
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El País, p. 3.
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El País, p. 3.
* FRANZ KAFKA, La metamorfosis, traducción y prólogo de Jorge Luis Borges (Buenos Aires:
Losada 1970), 8.a ed., p. 10.
7
El País, p. 3.
8
La metamorfosis, p. 11.
9
La metamorfosis, p. 11.
10
La metamorfosis, p. 11.
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11
FRANZ KAFKA, El proceso, traducción de Feliu Formosa (Barcelona, Lumen 1975), p. 135.
12
El proceso, p. 151.
13
El proceso, p. 58.
14
El proceso, p. 58.
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«Aquí hay uno que hace juego con el otro», dijo el pintor. Puede
que la intención hubiese sido pintar la pareja del otro cuadro, pero no
se podía advertir la menor diferencia respecto al primero; estaban los
dos árboles, estaba la hierba y la puesta de sol. Pero a K. le era indife-
rente. «Son unos paisajes muy bonitos», dijo, «los compro los dos y los
colgaré en mi despacho». «Parece que le gusta el motivo», dijo el pintor,
y sacó un tercer cuadro, «pues tiene la suerte de que aquí me queda otro
El proceso, p. 148.
ERNEST BORNEMAN, Sex im Volksmund. Der obszóne Wortschatz der Deutschen
(Reinbek bei Hamburg, Rowohk 1971).
KAFKA, El proceso, p. 169.
El proceso, p. 158.
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semejante». Pero no era semejante, sino que se trataba del mismo pai-
saje, completamente idéntico19.
Es sobre todo el segundo ejemplo el que nos lleva a ver cómo esta es-
cena puede revelar el secreto de la estructura en Kafka. Sus textos siem-
pre van en búsqueda de un elemento único, un elemento que fuese deter-
minado por su carácter jerárquico superior en relación con los otros ele-
mentos. Se trate de la ley, de la verdad, de la liberación o, como aquí, tan
sólo de la adquisición de un cuadro: en todos los casos se requiere un ele-
mento que no fuese, en otras palabras, sustituible. Y nunca se obtiene, por-
que se multiplica siempre en una cadena de elementos donde cada uno pre-
tende ser aquel elemento no sustituible y resulta al mismo tiempo tan sólo
elemento de cadena. La escena con Titorelli es tan importante porque tan-
to demuestra en el ejemplo de los cuadros de paisaje de campo abierto
este problema estructural casi en estado puro, sin connotación jurídica,
teológica ni filosófica, como también descubre la conexión del problema
con el mundo del deseo. Aquella figura sobre la cual K. y el artista con-
versan primero, representa a la diosa de la Justicia y a la de la Victoria al
mismo tiempo. Como Justicia debe ser quieta, estable, objeta K., pero
como Victoria lleva alas en los pies y está corriendo. El elemento no sus-
tituible, podemos decir ahora, está atado al deseo, y el deseo produce mo-
vimiento, produce la cadena. Ahora ¿qué tienen que ver cadena y deseo?
¿Y por qué todo esto en Kafka resulta tan penoso?
El psicoanálisis estructural funda, según Jacques Lacan, la existencia
del lenguaje en la ausencia de un significante primordial20. Hay lenguaje
porque no hay significante cuyo significado fuese total. Cada significante
tiene que sustituir el significante primordial, y no pudiéndolo, tiene que
volverse cadena de significantes cada vez sustituidos. Así el lenguaje entra
en función con sus dos operaciones básicas: la metáfora, o sea la sustitu-
ción de las palabras (un mot pour un autre), y la metonimia, o sea su com-
binación (mot á mot) (son las categorías como las emplea Jakobson). Para
el niño la entrada en el orden simbólico constituye un proceso decisivo
en el sentido de que con él supera la fase especular. En ésta, el deseo in-
fantil se dirige exclusivamente hacia su madre, es decir, su deseo consiste
en ser el deseo de la madre. Imaginándose objeto del deseo maternal, el
niño infans se cree aquello que le falta a la madre, se cree su falo, como
dice Lacan, es decir, tiene la fantasía de poseer el significante total. Una
vez roto el círculo de la relación dual —y es, como se sabe, el padre quien
19
El proceso, p . 168.
20
Véase como introducción: HERMANN LANG, Die Sprache und das Unbewusste. Jacques La-
cans Grundlegung der Psychoanalyse (Frankfurt/M., Suhrkamp 1973).
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Borges, p . 366.
23
Borges, p . 367.
24
Borges, p . 367.
25
E M I R R O D R Í G U E Z M O N E G A L , Jorge Luis Borges. A Litemry Bwgraphy ( N e w York, E. P. D u t -
ton 1978), p . 3 1 3 .
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26
DlDlER ANZIEU, Le corps de l'oeuvre. Essais psycboa.nalytiqu.es sur le travail créateur (París,
Gallimard 1981), p . 309.
27
Borges, p . 3 6 1 .
28
ANZIEU, Le corps de l'oeuvre, p. 310.
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Prosiguiendo esta perspectiva, trato de dar los análisis respectivos en mi ensayo «Paradox und
Metapher. Zu Borges' Kafka-Rezeption» (en prensa).