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Captruro XIV CONTINUIDAD ¥ DISCONTINUIDAD DEL CONDICIONAMIENTO CULTURAL * Rurn Benznicr Todas les culturas deben ocapatse, de un modo wu otro, del ciclo de ‘tecimiento que va désde Ia infancia hasta la edad adults. La naturalcza ‘a plantesdo Ja situacién en forma deamitica: por un lado, el nifio recién -acido, fisioldgicamente vulnerable, incapaz de protegerse 3 si mismo o dé pirticipar por su propia inicativa en Ia vida del grapo, y por otro lado, el hhombee o la mujer adultos, Todo hombre que desacrolle sus potencialidades ‘humanas debe ser primero hijo y luego padee, y entre las dos roles es muy grande el contraste, desde el punto de vista fisioldgico; debe haber primero Eependido de otron pata au simple cxistencia, y mia tarde debe proporcionaz & olcos est seguridad. Esta discontinuidad en ef ciclo vital es tin hecho natural ¢ ineludible, Los hechos naturales, sin embargo, en. cualquier and- fisis de problemas framanos, no son considerados ordinariamente en su ‘stricta pureza y desnude7, sino rodeados por todas las adquisiciones locales de comportamiento a Las que el estudioso de los asuntos humanos se ha cost lo en su propia cultura, Por esta razén, es muy dtl el estudio del_material comparativo proveniente de otras sociedades para arcojar Juz y obtener una perspectiva mis amplia sobre nucstras propias adquisiciones particulates. El papel del antrop6logo no consiste en cuestionar los hechos e It naturalezs, sino en destacar Ja presencia de un término intermedio entre “naturaleza” y “comportamiento humano”; sa tarea es snalizar ese término, documentar las intervenciones y modificaciones locales practicadas por el hombre sobre le naturaleza, insistir ea que estas inteevencionss y arreglos no debea ser considerados naturales en ninguna culture. Si bien fs un hecho natural que el nifio se vuslva hombee, la forma en que esti transicia se realiza vatia de una sociedad a ottt, y ninguno de estos puentes * Rum Bavepier, “Continuities and Discotinuitfes in Cultural Coadi- tioning”, Psychiatry, Vol. X (1998), pass, 161-67, ut CONCIENCIA, COMUNICACIGN ¥ CULTURA calturales particulares debe ser considerado como el camino “natural” hacia Ja madarez Desde un puato de vista comparativo, nuestra cultura acentia en forma extrema las difereacias entre el nifio y el adulto. EI nifio es asexual, el adulto juzga su virilidad por sus actividades sexuales; el nifio debe set pro- tegido de las feas sealidades de In vida, el adulto debe enfrentarlas’ sin derrambarse psiquicamente; ef niio debe obedecer, el adulto debe mandar fsa obediencia. Estos son todos dogmas de nuestra caltura, dogmas que, 2 pesar de los hechos de la naturaleza, otras culturas por lo general no com: parten, No obstante las diferencias fisioldgicas entre el nifio y el adulto, ‘estos dogmas son adquisiciones culturales Ta cuesti6n se haré mis clara si consideramos un hibito de nuestra propia cultura con respecto al cual no existe tal discontinuidad de condicio- namiento. Con la intencién mis clara y la mayor economfa de adiestramien: to, logrames nuestro objetivo de condicionar a todos para comer tres comidas pot dia, El entrenamiento del bebé en los periodos regulares de alimenta- i6n se inicia con ef nacimiento; los Ilantos del nifio y las conveniencias de Ja madre no alcanzan 2 perturbaslo, Es verdad que tenemos en cuenta la estructura fisioldgica del nifo y al principio le permitimos comer con més frecuencia que los adultos, pero como nuestro objetivo esti firmemente establecido y nuestro adiestramiento ¢s consccucnte, antes de los dos afios, ef nifio ha alcanzado ef modelo adalto en cuanto al horario de alimentacién. Dexde el panto de vista de otras cultura, cto <3 tun azombrozo como lo et ‘para nosotres el hecho de que nifios de tres afios se sientan a sus anchas fen aguas profundas. El pador es otra esfera en la que avestro adiestramien to-del nifio es consccuente y econémico; no desperdiciamos tiempo vistiendo al nifo y, en contraste con muchas sociedades en las que el nifio corte desnudo hasta que se le otorga ritualmente su faldén o su taparrabo en It adolescencia, el adiestramiento del nifio lo adapta con precisién a las con: venciones adultas En ninguna de estas formas de comportamiento es necesatio, para un individuo de nuestra cultura, emprender, antes de Ja pubertad, durante éte © en algin momento posterior, un curso de accién que todo su adiestra- ‘miento previo haya convertido ‘en tabi. Sc le ha ahorrado la inseguridad inevitable en tal transiién. El ejemplo que he elegido puede parecer trivial, pero cuando se trata de aspectos del comportamiento mis amplios e importantes, nuestros méto- dos difieren mucho. Debido a Ja gran vatiedad existente en el adiestra ‘micnto infantil en diferentes familias de nuestra sociedad, podfa ius 1a continuidad del condicionamiento tomindola de historias de vida perte- recientes a nuestra cultura, pero aun étes estén, desde un punto de viste comparativo, lejos de ser congruentes; me limitaré, por lo tanto, a describir las caracterfsticas de otras culturas donde el adiestramiento que entre nos- otros es idiosincrisico, es en ellas aceptado y tradicional, y no implica, por consiguiente, la misma posiblidad de conflicto. Consideraré Ia nifiex antes us CONTINUIDAD Y DISCONTINUIDAD DEL CONDICIONAMIENTO CULTURAL ‘que las situaciones del infante y el lactante, no porque estas diltimas no varien notablemente en diferentes culturas, sino porque estin mis circuns- criptas por las necesidades fisioldgicas del bebé que el adiestramiento pos- terior. Las situaciones de la nifiez proporcionan un cimpo excelente pata ifustrar el alcance de las adaptaciones culturales que son posibles dentro de tun conjunto universalmente dado, aunque no tan rigido, de hechos fisio- ogicos. La discontinuidad mayor en el ciclo vital consiste, por supuesto, en aque al nfo, que es hijo én tn momento detcrminade, debe convert Tuego en padre, Estos roles estin poderosamente diferenciados en nuestra sociedad; tn buen hijo es décil y no asume las responsabilidadcs del adulto; tun buen padre sostiene a sus hijos y no debe permitir que se desprecie st | autoridad.. Ademas, el nifio debe carecer de sexo dentzo del émbito familiar, ‘mientras que el rol sexual del padre ¢s fundamental en la familia. EL individuo que desempefia uno de los roles, debe replantear su comporta- | mento desde casi todos los puntos de vista al asumir el otto. Escogeré para el aniliss tres de los contrases que se dan cn nuestra cultura entre €l rol del individuo como nifio y como padre: (1) rol de satus responsable / rol de status no responsable; (2) dominacién / sumi- ‘iba; (3) diferencias en el rol sexual. De la adhesién cultural a estos tres contrastes depende en gran medida la discontinuidad en el ciclo vital de wun individao de nuestra cultura I. Row DE “STATUS” RESPONSABLE / NO RESPONSABLE Los procedimientos adoptados por las sociedades que en esta esfera Jogran contintidad durante el ciclo vital no difieren en modo alguno de os empleados en nuestro condicionamiento uniforme de las tres comidas diasias, Simplemente, se los aplica en otras esferas de la vida, Concebimos al niffo como deseoso de jugar y al adulto como obligado a trabajar, pero fen muchas sociedades 1a madre Hleva diariamente al bebé en su manta 0 en su bolsa al huerto, o a recoger raices, y el trabajo adulto es visto ya en la infancia desde la placentera seguridad de una posicién en estrecho contacto con la madre, Cuando el niao puede corrcteat solo, sigue scompafiando suis padres, realizando tareas esenciales que son, sin embargo, apropiadas para su capacidad, y su dicotomia entee el trabajo y el juego no difiere de lide sus padres, a saber, Ia distincién entre el dia de trabajo y Ia noche de descanso. Las tareas que se le piden guardan propoicién con su capa- cidad, y sus mayores esperan tranquilamente, sin ofrecerse a realizar la farea en lugar del nifio. A todo aquel que esti familiarizado con tales sociedades, le ha impresionado el contraste con nuestro propio modo de ‘educat al nifio, La doctora Ruth Underhill me cuenta de una reunién con tun. gmupo de ancianos pepegos de Arizona: el hombre de la casa se vuelve a 19.

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