Paitin wiscn BEES BOOB Hannah Arend
La promesa de la politica
Hicion ¢ introduccisn
He Jerome Kohn
sazzneescs
DPAIDOS“ [La PROMESA DE LA POLITICA
an abrumadora sobre todo lo que iba a venir después como el
hhecho de que Platén y Aristoteles escribieran en el siglo 1v
bajo el impacto de una sociedad politicamente decadent
De este modo, el problema que surgi es el de c6mo el hom
bye, teniendo que vivir en na polls, puede vivir al margen de
In politica; este problema, que guarda a veces un extrafo pare-
‘ido con nuestra propia época, se transformé muy répidamen:
teen la cuestisn de cémo es posible vivir sin pertenecer a for:
mma algana de gobierno, esto es, bajo las condiciones de la
‘usencia de gobierno 0, como diriamos hoy, sin Estado. Mis
igrave incluso fue el abismo que inmediatamente se abrié entre
cl pensamiento y a accién, y que no ha sido cerrado desde en
lonces, Toda actividad pensante que no sea meramente el
cileulo de los medios para obtener un fin buscado 0 deseado,
sino que se preocupe por el sentido en su acepeién més gene
ral, desempena el papel de un «pensamiento tardfor, esto es,
posterior a la accién que hubiese decidido y determinado It
realidad, La accién, por su lado, es relegada al terreno sin sen-
tido de lo accidental y lo aleatorio.
EI abismo entre filosoffa y politica se abrié historicamente
‘con el juieio y la condena de Sécrates/que en Ta historia del
ppensamiento politico representa el mfsmo papel de punto de
nlexisn que el juicio y la condena de Jessen la historia dela
‘Nuestra tradieién de pensamiento politico comenz6
lola muerte de Scerates hizo que Plat6n perdiera la fe en
‘dentro de la polis y, al mismo tiempo, pusiera en dada
icra ensenanzas fundamentales de Sécrates. El hecho de
‘que Séerates no hubiese sido capaz de persuadir a sus jueces
‘rea de su inocencia y sus méritos, los cuales eran bien ob
vios para el mejor y mas joven de los cludadanos de Atenas,
hizo que Platén dudara de la validez de la persuasion. A nose-
ros nos resulta dificil comprender la importancia de esta
ida, porque «persuasién» es tina traduccién muy débil e Ina
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socnaTES 45
decuada del antiguo peithein, cuya importancia politica se ad
verte en el hecho de que Peitho, la diosa de la persuasién, te-
‘ia un templo en Atenas. Persuadir,peithei, constitu le forma
de discurso especificamente politica y, puesto que los atenien-
‘ses se enorgullecian de que ellos, al contrario que los barbaros,
conducfan sus asuntos politicos en la forma del discurso ¥
sin coaccién, consideraban Ia retérica, el arte de la persuasién,
como el arte mas elevado y verdaderamente politico, Bl discurso
de Séerates en la Apologia es uno de sus grandes ejemplos, ¥ es
en contra de esta defensa que Platén escribe una sapologia
revisadas en el Fedén, a la cual denomina, con ironfa, como
«amas persuasivas (pithanoteron, 63b), puesto que concluye con
tun mito sobre el «mas allds, repleto de castigos fsicos y re
‘compensas, concebldo para atemorizar en ver de para simple
‘mente persuadir al pablico. El argumento de Séerates en sa
‘defensa ante los ciudadanos y jueces de Atenas habia sido que
‘su comportamiento estaba encaminado al mayor bien de la
ciudad, En el Critdn 61 habfa explicado a sus amigos que no le
cera posible hui, sino que en vez de ello debia surir In pena de
muerte, debido a razones politicas. Parece que no sélo fue in-
capaz de persuadi a sus Jueces, sino que tampoco pudo con-
veneer a sus amigos. En otras palabras, la ciudad no tenfa ne-
cesidad de un filésofo ylos amigos no tenfan necesidad de una
angumentacién politica. Esta es parte de la tragedia de la que
dan testimonio los dilogos de Platéa.
[Bstrechamente conectada con esta dua acerca dela validez
‘dela persuasién esti la furiosa demuncia por parte de latin de
I doxa, la opinién, que no solamente recorre como un hilo
rojo sus obras politieas, sino que ademds legs a ser una de las
piedras angulares de su concepto de verdad. La verdad platéni-
2, Incluso euando no se menciona la doxa, siempre es enten-
dida como lo contrario de la opinién. El espectaculo de Séera-
tes sometiendo su propia doxe a las opiniones irresponsables
de los atenienses,y siendo sobrepasado por una mayorfa, pro-
vvoc6 que Platén despreciara las opiniones v anbelara eriterios
absolutos. Dichos criterios, por medio de los cuales los hechos
hhumanos pudiesen ser juzgados y el pensamiento human pi46 {LA PRoMBSA DE-LA POLITICA
diese aleanzar cierta medida de confiabilidad, se convirtieron
a partir de ese momento en el impulso primario de su filosofta
politica e influyeron decisivamente incluso en la doctrina pu
ramente filos6fica de las ideas. No creo, como se mantiene a
‘menudo, que el concepto de las ideas fuese primariamente un
concepto de criterios y medidas, ni que su origen fuese polit:
0, pero esta Interpretacién se hace tanto més comprensible
¥ justficable sobre la base de que el propio Platén fue el pri
‘mero en usar las ideas para propésites politicos, esto es, para
introducir criterios absolutos en el terreno de los asuntos
hhumanos, donde, sin tales eriterios trascendentes, todo es rela
tivo. Tal y como el mismo Platén acostumbraba a sefalar, no
sabemos lo que es la grandeza absoluta, sino que tinieamente
experimentamos algo como més grande o mas pequetto en re
lacién con otra cosa,
La oposicion entre verdad y opinién ciertamente fue la con-
clusién més antisocratica que extrajo Platén del juicio de S6-
crates, Sécrates, al fraeasar en convencer a la cludad, habia
‘mostrado que la ciudad no es un lugar seguro para el fil6sofo,
rho solamente en el sentido de que su vida no esté a salvo debi
do a la verdad que él posee, sino también en el sentido mucho
‘mis importante de que no se puede confiar en que la ciudad
preserve Ia memoria del fildsofo. Si les fue posible a los ciuda:
anos condenar a Sécrates a muerte, también serian tanto més,
propensos a olvidarle cuando hubiese muerto. Su inmortalidad
terrenal estarfaa salvo solamente si os fildsofos se imbuvesen
de una solidaridad que les fuese propia, opuesta a la solidaris,
dad de la polis y de sus conciudadanos. El viejo argumente’
en contra de los sophoi u hombres sabios, que aparece tanto en
Aristételes como en Plat6n, que afirma que no son capaces de
‘saber qué es lo mejor para ellos mismos (el prerrequisito de la
sabiduria politica), que resultan ridicules cuando aparecen en
el mercado y que son corrientemente objeto de mofa —como
Tales, de quien se rié la campesina cuando, mirando al ciclo,
se cayé dentro del pozo que estaba a sus pies— fue vuelto Bor
Platén en contra de la citdad,
Socrates a
Para comprender la enormidad de la exigencia de Plat6n
‘cuando defiende que el fildsofo debe ser el gobernante de li
ciudad debemos tener en mente estos «prejuicios» comunes
{que la polis tenfa con respecto a los fildsofos, aunque no cor
respecto alos artistas oa los poetas. Solamente el sophos, ie
no sabe lo que es bueno para sf mismo, puede saber atin me
nos qué es bueno para la polis. El sophs, el hombre sabio en
tanto que gobernante, debe entenderse por oposicién al ideal
comtin del phroninos, el hombre de entendimiento, cuyas in
tuiciones acerca del mundo de los asuntos humanos le cual
can para el lideraizgo, aunque no, por supuesto, para goberna
No se consideraba que la filosolfa, el amor por el saber, luese
‘en absoluto lo mismo que este tipo de penetracion, la phro-
nésis, Tan sélo el hombre sabio se preocupa por asuntos que
cestin fuera de la pois, y Arist6teles esta en completo acuerdo,
con la opinién generalizada cuando afirma: «Anaxsigoras y Ta
les eran sabios, pero no hombres de entendimiento. No esta
ban interesados por Io que es bueno para los hombres,
[anzhropina agatha}? Platén nunca neg que el objeto de inte
"és del flésofo estaba en las cuestiones eternas, inmutables ¥
hho humanas, Pero élno estaba de acuerdo en que esto le hicie
se Inadecuado para desempefar un papel politico, No estaba
de acuerdo con la conclusisn mantenida por la polis de que ol
filésofo, sin interés por el bien humano, estaba en peligro
‘onstante de convertise en un indti* La nocién de bien (aya
‘thos) no tiene conexién aqut con lo que entendemos por el bien
en sentido absoluto; significa exclusivamente bueno para, be
neficioso o til (chresimon), y resulta, por tanto, inestable y
accidental, puesto que no es lo que es necesariamente, sino
‘que puede siempre ser diferente. El reprache de que la ilosotia
puede privar a los ciudadanos de su aptitud personal esté con
locale sn