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INVESTIGACION DE LA VERDAD 1 OR LA LUZ NATURAL QUE, SIN BL AUXILIO DE LA RELIGION NI DE LA FILOSOFIA, ES CAPAZ DE DETERMINAR LO QUE EL HOMBRE DEBE PENSAR EN TODOS LOS GASOS QUE FUEDAN PRESENTARSELE EN LA VIDA, Y PENETRAR EN LOS SECRETOS DE LAS CIENCIAS MAS CURIOSAS PROLOGO No es necesario que el hombre iea todos los libros, ni aprenda cuidadosamente lo que se ensefia en las ascuelas; el consagrar mucho tiempo 4 las letras, es un vicio de educacién. Hay en la vida muchas cosas que hacer, y es preciso que el hombre dirija la suya de modo que la mayor parte de su existencia sea empleada en realizar bellas acciones, que su propia razén le ense- faria si sélo de ella recibiera lecciones. Pero como viene ignorante al mundo y los conocimientos de la primera edad no se apoyan més que en la debilidad de los sen- tidos 6 en Ja autoridad del maestro, es casi imposible que la imaginacién no se llene de infinidad de pensa- mientos falsos, antes de que la raz6n adquiera todo su imperio sobre aquella, Por eso el hombre necesita un 348 OBRAS DE DESCARTES buen natural y frecuentes lecciones, sabias y pruden- tes, para librarse de falsas doctrinas que se apoderan del espiritu, echar los primeros fundamentos de una cien- eia sélida y descubrir todos los caminos por los cuales pueda llegar al conocimiento cierto de la verdad. Esto es lo que me he propuesto ensehar en Ja pre- sente obra; he querido poner de manifiesto las verda- deras riquezas de nuestres almas, abriendo 4 cada uno la via que le haré encontrar, por su propio esfuerzo, sin necesitar para nada 4 los demas, la ciencta suficiente para ordenar su vida y los mds euriosos conocimicntos que el espiritu humano puede posecr. Para que la grandeza de mi designio no os extrafie y para gue prestéis 4 mis palabras el debido asenti- miento, quiero demostrar, ante todo, que ta realiza- ¢cién de mi propésito no es tan dificil como a primera vista habréis imaginado. Los conocimientos asequibles al espiritu humano, estén unidos entre si por un lazo tan maravilloso y se deducen unos de otros por conse- cuencias tan necesarias, que no hace falta gran saga- cidad ni artificio, para encontrarlos, con tal comence- mos porlos m4s simples y nos clevemos gradualmente & los ms sublimes. Me proponge demostrarlo con una serie de razonamientos tan claros y vulgares, que todos pensaran que si no han descubierto las mismas cosas que yo, ha sido porque no han dirigido su vista al mismo sitio, ni sus pensamicntos 4 los inismos objetos que yo los he dirigido. Todos creerén después de leer mis razonamicntos que ninguna gloria me cabe por mis descubrimientos, porque ningan mérito hay en encontrar por casualidad un tesoro oculto por mucho tiempo 4 las miradas de todos los hombres. Conteso mi extraiicza porque entre tantas inteligen- cias que hubieran obtenido mejor éxito que cl que yo pueda conseguir, no ha habido ninguna que haya inten- tado lo mismo que la mia. Lejos de eso han imitado 4 esos viaj-ros que, abandonando el carnino real, para seguir uno de travesia, tropiezan 4 cada momento con obstaculos y precipicios. Pero no intento examinar en este tratado lo que han sabido 6 ignorado los dem4s. Aun cuando toda la cien- ¢ia que deseéramos se hallara contenida en los libros, INVESTIGACION DE LA VERDAD 349 como Jo bueno esta mezclado cor tantas cosas inttiles y disperso en innumerables voltimenes, nos haria [alta ara leerles mds tiempo del que vivimos, y para extraer las cosas utiles més esfuerzo del que elespiritu escapaz de realizar. Espero que el lector encuentre aqui una via mucho més fdeil que la anterior, y no rechace las verdades que voy 4 exponer, aunque no Jas haya tomado de Platén y Aristételes; porque esas verdades son como Jas monedas, que tienen igual valor cuando salen de la bolsa de un labrador que cuando proceden del tesoro publico. »4 Cuidadosamente he procurado exponer esas verda- des de modo que sean ‘itil: s por igual 4 todos los hom- bres; 4 este fin no he podido encontrar estilo mas con- veniente que el de la conversacién, en la cual todos manifestamos familiarmente 4 nuestros amigos la mayor parte de nuestros pensamientos. Bajo los nom bres de Eudozio, Poliandro y Epistemén, supongo un hombre dotado de espiritu mediocre, cuyo juicio no ha sido corrompido por ninguna falsa opinién, que conserva su raz6n como la recibié de la naturaleza, y que en la casa de campo que habita cs visitado por dos hombres, 4vidos de conocimientos, de espiritu amplio, ignorante uno de ellos de lo que ensefian los libros, y muy enterado el otro de todo Jo que puede aprenderse en las escuelas. En su conversacién alega- ran los argumentos que les proporcionen las cireuns- tancias de lugar y los objetos que les rodean, los cuales serdn tomados como ejemplo, para dar mayor claridad 4 sus concepciones. Ellos establecerén con sus discursos el asunto de que tratardn hasta el fin de estes dos libros. POLIANDRO, EPISTEMON, EUDOXIO Pottanpro. — Os veo tan satisfecho de haber ha- Tlado esas bellas cosas en jos libros griegos y latinas, que creo que si yo hubiera estudiado lo que vos, seria tan diferente de lo que soy, como vos de los dnge- 20

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