NEDITACIONES METAPISICAS ®
CABTA A
LOS DECANOS Y DOCTORES
DE TA SAGRADA FACULTAD DE TEOLOGIA
DE PARIS
Muy seSorrs mios :
La razon que me mueve a presentaros esta obra es
tan justa, que cuando conozcais mi designio, la toma-
réis bajq vuestra yaliosisima proteecién. Para hacerla
recomendable, voy é deciros brevemente cual ha
sido cl propésito que he tenido presente al escribirla.
Siempre he cre:do que Jas cuestiones relativas &
Dios y al alma, son de las que exigen una demostra-
cién mas bion filoséfica que teolégica.
A nosotros, los ficles 4 la Iglesia, nos basta ereer
por la Fe que existe un Dios y que el alma no mucre
con el cuerpo, porque es inmortal; pero os imposible,
que los infieles Heguen 4 persuadirse de la verdad de
() Las Meditaciones, fueron eseritas por Descartes en latin y
publicadas por primera vez el afio 1641. Seis despucs, apareci6 una
traducoién francesa, hecha por el duque de Luynes y revisada y
corregida por Descartes.54 OBRAS DE DESCARTES
una religion v de las virtudes que contiene, si por
razon natural no se Jes convence.
Viendo todos los dias, que en esta vida son mejor
retribuidos los vicios que las virtudes, nadie preforiria
Jo justo 4 lo util, sino fuera por el temor de Dios y por
la esperanza de otra vida. uzguese, pues, de Ja impor-
tancia de estas dos cuestionoes.
Es de una certeza absoluta, Ja necesidad de creer que
hay un Dios, porque asi nos lo ensefian las Sagradas
Escrituras, vy no es menos evidente, la necesidad de
creer que esas Sagradas Escrituras proceden de Dios;
y, sin embargo, no podemos sostener esas dos propo-
siciones, en nuestras controyersias con los infieles, sin
que nos digan que incurrimos en la falta denominada
por los lagicos, ¢ireulo vicioso.
Vosotros, teélogos esclarecidos, habéis asegurado,
que la existencia de Dios, puede probarse por Ja razon
¥ que de las Sagradas Escrituras se infiere que el cono-
cimiento de la existencia de Dios es mas claro que el
que poseemos de muchas cnsas creadas, y es tan facil
que ¢] que earece de él, es culpable. Esto se deduce de
jas palabras de la Sabiduria, capitulo xe :« su igno-
rancia no es perdonable; porque si su inteligeneia ha
penctrado en el conoeimiento de las cosas del mundo,
¢ come es posible que no haya reconocido al Soberano,
creador de todas? « En cl capitulo del libro de los Ro-
manos se afirma que ese deseonocimiento os « inexcu-
sable » y que «lo que de Dios es conocido se manifiesta
en ellos », Io cual parece indicarnos que todo lo que de
Dios sv puede saber, se conoce por razones sacadas de
nosotros mismos y de Ja sencilla consideracion de la na-
luraleza de nuestro espiritu.
Par todo ello, he pensado que no falto 4 mis deberes
de filésofo,si muestro como ¥ por qué camino, sin salir
de nosotros mismos, podemos conocer 4 Dios, con mas
facilidad y certeza que 4 las demas cosas del rnundo.
Por lo que respecta al alma, hay muchos que creen
en la dificultad de conocer con certeza su naturaleza y
algunos se han atrevido 4 decir que las razones huma-
nas nos persuaden de que muere con el cuerpo, 4 pesar
de que lo fe afirme todo lo contrario.
El econcilio de Letran, celebrado bajo el papado deMEDITACIONES METAFISICAS 55
Leodén X, en la sesién 8, condena 4 Jos que tales cosas
sostienen y ordena 4 los filésofos cristianos que con-
testen 4 sus argumentos y empleen la fuerza de su
ingenio en la defensa de la verdad. Eso es lo que yo
hago en la obra que someto 4 vuestra consideraci6n.
Muchos impios no quieren ercer en la existencia
de Dios y en la distincién que hacemos del alma in-
mortal y del cuerpo perecedero, fundandose en que
nadie ha demostrado atin esas dos cosas. Yo opino, por
el contrario, que la mayor parte de las razones que han
aportado los sabios 4 la filosofia, relativas 4 Dios y al
alma, son, bien entendidas, otras tantas demostracio-
nes de su existencia; y que es casi imposible inventar
nuevas demostraciones,
Nada seria tan util para la filosofia, como la labor del
que sc dedicara 4 elegir las mejores, disponiéndolas de
un modo tan claro y exacto, que todo el mundo pudiera
apreciar que se trataba de demostraciunes en absolute
irrefutables.
Varias personas, acreedoras 4 mi reconocimiento
mas afectuoso — sabiendo que yo he cultivade cierto
método para resolver toda clase de dificultades en las
ciencias, método que no es nuevo, como no es nueva la
verdad, y que me ha servido felizmente en diversas
ocasiones — me instaron 4 que acometiera tamaia
empresa; y yo pensé que estaba en el deber de hacer
una tentativa, ya que se trataba de un asunto de tanta
trascendencia.
He hecho todo lo que de mi ha dependido para en-
cerrar en este tratado lo que he podido descubrir por
medio de la aplicacién det método que empleo en mis
indagaciones cientificas.
No he intentado reunir las diversas razones que po-
drian alegarse para probar la existencia de Dies, por-
que esto sdlo huhiera sido necesario en cl caso de que
ninguna de csas razones fucre cterta. Me he ocupado
exclusivamente de las primeras y principales, de tal
manera que Ine atrevo 4 sostener que son demostra-
ciones muy evidentes y muy ciertas. Y diré, ademas,
que dudo mucho de que la inteligencia humana pueda
inventar otras de tanta fuerza como ellas.
La importancia del asunto y la gloria de Dios, 4 la