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EL TERRITORIO COMO PALIMPSESTO por ANDRE CORBOZ Para Alain Lévellé, que tanto tene que fnisfamos tote la eiorologte de Ts ee ‘indy del terdtorio, y sobre su cores apliceiéo. Traduccién de Branca Luz Punto - 1 FI terrtorio estd de mods, Ha legado por fin @ ser motivo de gwandss problemas nicionales, que hasta ahora solian.,plantearse “en funcidn y en beneficio de las ciudades, incluso, de la metrdpoli ‘Su misma representacién, que lece apenas unos euantos lustros se consideraba terriblemente abstracta y-reservada s6lo a los técalcos, sportenece hoy al dominio pétlico. Las exposiciones tituladas Mapas 1 figuras de ta Tierra (Paris, 1980), o Paisaje: imagen y realidad (Golofa, 1981), atraen tentos visitantes como una retrospectiva del JImpresionismo, y no s6lo debico # 1a novedad det tema, a ta rarer ide algunos documentos 0 # la belleza de la mayoria de ellos, como to demuestra ol éxto de eventos ada més especielizados; por ejenx plo, los dedicados al catasiro sardo de 1750 en Saboya-o al de Marie“Tnérése on Lombardia (Chambéry y Pavia, 1980). Todo indica que, frente a la complojidad ¢ integracién de les funciones que se llevan a cabo en las diversas. comunidades nacio- rales o regionales, existe actuslmente en Ecropa una voluntad ge neralizada de hacer wv anilisis del problema desde sus origenes ora comprewderlo mejor; 9, ai menos, una amplia nevesidadl de conocer e6ino se ha formado y en qué consiste esa entidad Fisica y mental del territorio, Actusimente mvchos Ia consideran,:¥, con ani, como un gran conjunto con caracteisticas propios, mientras we ua grupo mayor In ve coio una especie de panacea (@ tal spout, cea veses basta ssoci a ese concepto una [dea © Un pro” ecto que no tengan una zelacién dicta con él, para Tamer ta ‘tencién inmedistamente) “Es en realidad un concepto? En este nivel de geueralizaciones, seria mde prucente hablar de un horizoate de referencia. En efecto, fexistin tentas definisiones de teritorio come_discipl das a éi; la definicién de Ios jusistas, por ejemplo, “aeate a la soberania y a las cispociones que se desprenden de ‘dla; ta de los planificedores, en camblo, toma en cuenta factores tan variados como la geologia, fe topografia, a hidrografia, ef ‘gina, Ie eobertura forestal, est como 1x8 eulturns, as poblsciones, Jas infrecsiructuras tGonicas, la capscidad productiva, of orden ju- tidico, la distibuein adminisrativa, 1a contablidad naciobal, Tas fedes de servicios, las maniobras politics, et. y no solamente en la totelidad de sus interrelaciones, sino dindmicamente, en virtud de tim proyecto orgialco. Entre esot dos extremos —l simple y el biper eompiejo-~ tiene lugar toda In gama de las otras definicioncs, Tes del gedgealo, del socidlogo, del etnggrafo, del historiador de ta cul- tura, del zoélogo, del botinico, del melcorSiogo, del Estado Me- yor, ete, Al margen de estos campos dieiplinarios mis @ menos eertados, subsisiea ademés Jas significativas aproximaciones del lengueje cotiiano, en las qua la palabra territorio puede ser ona alegoria de Ia unidad de Ta nacion o del Fstado, 0 bien puede desig: far la extensién de las tiers egcicolas, © acorns pensar en # paisnje que asociamos al tiempo Ubre. Dedivar el mismo interés 2 une clase de fendmenos més gout {ales —la transformacién del terrefio en tervitorio, en clerta me ida, podria. permitirnos eliminar un problema nacido de ia ex fransién orbuna del siglo XIN y coavertilo en clisioo « partic del Sdvenimiento de Ia clviliacién industrial; el antagonismno campo: siudad, Eliminarlo ddndale,otro nombre, pero uo resolverlo, porque Zsa oposicién es tan false como la que plantea que una isla es alge linitado:y rodeado por el agua: pensemicnto propio de hombres de tiera adentro, que lor peseadores encuentran absurdo, ya que 4u incesante ir y venir de Ja Uerre al mar utiliza ef umbral de fos Slementas para eredr, a pact de dos dominios aparentemente in- comparbles, una unided uecesoria ‘El entagonismo entre campo y chidad, que parailze durante tai vo tiempo al tevitorio, es, sobre todo. una_nocién urbana. Este EL TERRITORIO COMO PALIMPSESTO nteosismo, como el anterior, se presenta con Ja claridad de una figura inscrita sobre un fondo. Después de haber sido utilizado para fundarsenter un juicio tnoral, este antagonismo sstableci6 un orden politico, y expresd una falacia econéwica, Desde Virgilio, y aua antes, yo en Ia Biblis, el ‘campo como refugio se extiende frente a la ciudad corupta. Los ‘humanistas, y después los roménticos, ullizaron también este recur so retérico. (Los iltimos con mayor raza que los primeres, porque asistecon al nécimiento de las aglomeracéones.) La misma persis- teacia de ese lugar comin, por otra parte, podria interpretarse como un signo de que la humsnidad, mientras soportaba el tana de la industralizaciSo, no se habia repuesto todavia del de La urba- nizaci6n, Hasta ances de Ie revoluciGn francesa, Je cluded domi- naba ‘al cempo porque coaecatraba todos los poderes y dictaba las eyes: con cualquier tipo de gobierno, la ciudad impone siempre su voluntad —salvo excepciones— a la provincia que Ie nutre, Después de la revolucidn, Ie sujecién continta, pero cambla de na- furaleza: 1a ciudad rece, palplts, tnveuta, dessvalla, realize, ple nifica, transforma, produce, intercambia, resplandece y se extionds ‘—nieotras que los rizaos del campo, com sus costumbres y sus mé- todos, persisten en Ie aparente permenencia de Ja largs duracién; sunque no por mucho Hempo, sin embargo, ya que esta duracién terminaré muy pronto: Ie dinémice de las empresas urbanas ter rina por contaminarla, y el cistanciemiento entre las dos mentali- dades se reduce. I espacio rural en cl siglo xtx puede deiinisse como “et lugar donde s= llevan a cabo lat decisiones tomedas en ol interior del espscio urbmno” (Franco Farinelli) Los campesinos nunca se habian teconocido en la: imagen del campo coaio una Arcadia, Sin embargo, paradéjicamente, ellos también eo habian hecho una representacién casi idfntiee de lo urbano, e igualmente Fcticis, porque concebiaa a In ciudad coma tun lugar de ocio: perpetuo. Y como nadie tos escuchaba, no logra bea explicar en qué consistia su propia condicién, y por consi: guiente, el hombre de la calle segaia viendo el campo como a Verde soledad —pot Ia que suspiraba. Ahora bien, sl le oposicién entze lo rural y lo urbeno 2stf hey en comino de superarse, no es tanto por el. nuevo concepto territorial ~—éate no influye més que cn segundo término—, sino en virud de Ta extersifn de Jo urbano al conjunto del teritosio. No es solamente que Ia cantidad de regivucs com una alte con centracién de habilentes haya aumentado desmaesuradamente der puts deta segunda guerra mundial, sino que incluso ies mentali- ddades ajenas a fa ciudad —al meas ea lo gue respecta a Europs Occidental estén sufriendo una metamorfosis decisiva, ya const ‘matin en los Estados Unidos. Este fensmeno se produjo por In difu- ingot ban kata lr medion toe $e Commies om ms rapider que la locémotora en el siglo pesado, la radio, y sobre todo la televisign, han logrado todificar as conductas, estable- ciendo una especie de homogeneizacién de las formas de vida a tea vés de fa imposicién de reflejos culturales, Vista desde este enfoque antropol6gico, 12 oposicién campoiu- dad desaparece, porque la ciudad ha vencido. Por consiguiente, el especio urbabo no es tanto aquel en que las construcciones se suceden apretedaments, unas @ otras, sino aquel en donde los habi- frantes faa adqulrido ‘una mentalidad urbana, Esta ideoificacién ‘del textitorio con Ia ciuded ya kabia sido descrita en el siglo de lauestea era por et posta galo Rulilius Numationus, quien dijo de Roma: urbem jecisti quod prius orbis erat (de Jo que waa vez fue ‘el mundo, tt has hecho una cicad). El ideal de Tn. siudedan‘a ‘universal se sustituy® por una eseala de valores besada en ef at ltarismo y la inconsciencia ideol6gica, cuyas consecuencias a largo plazo no dejan de ser inguictantes, Aunque podames lamentar Ia conquista del teritorio por fa ciudad apoyndonos en los argumentos més razonables, aunque reflexioneines sobre los puntos de vista de los que todavia se 070- nen a ellos ¥ Jes demostremos su error, no povriamos negar esta tenencia ni la influencia creciente de sus efecios. Algunos ya. hae bbian pecvisto que esto suceder‘a, En una carta de 1763, Rousseau scribe que “Suiza enters es como wna gran ciudad dividlda on trece stcciones, en donde unos estén en los velles, otras en Tos bos: ‘ques, ¥ otros en las montafas (...). Hay secciones mis 0 menos rPobladas, pero todas lo estén cn cantidad suficiente para hacer notar que seguimos estando en una ciudad (...), Dejamos de pen sar que recorremos un desierio cusndo encontramos campanarios entre los abetos, rebafios sobre los peflascos, manufacturas en los precipicios, talfetes sobre los torrenies”. En una época en que lee Viajetos, después de leer el pocma de Haller sobre Los Alpes, des- cubsian en este pais al prototipo de la campifia edénice, este pasaje “le Rousseau: y su correspondiente en las Mediteciones de um pre seante solitario adquicrea un carscter visionario. Lo que diez sigles atris podia verse como una extapolaciéa. ‘poética, st ha convertido actualmente en realidad. La onstruseidn de redes de carrtoras, Ia do nuevas lnfraestuctures fecroviatias y aéreas, el acondicionamiento sistemético de as toctas més favora bles al turismo veraniego, asf como el de las regiones montafloses inspropias para ia agrcultuea y ta vivienda, pare recibir al turismo invernal, son Iss buellus mie visibles de una actividad esenrial- mente urbana, cuya finalidad es fa de pouer los continentes @ le isposieléa dal hombre que habita en las ciudades. Por ota parte, seria safieiente que um porccntaje infimo de la poblaciéin se dedi- care a culkivar plantas comestibles, para alimentar a todos Sos: habi- tantes de la tierra. En estes condiciones, no cabs duda que.¢l ter torio, por més vaga que pueda ser

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