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ha desarrollado otro punto de vista, el estadístico, que es
igual de lógico y coherente, y que concuerda mejor con los
hechos experimentales como los conocemos ahora." 4
Esta nueva actitud no se declara realmente ni en pro ni III
en contra del libre albedrío y la iniciativa. Pero una carac-
terística muy importante del pensamiento físico moderno
llama la atención y parece pertinente a nuestra discusión
sobre la planeación en gran escala del medio humano. Se
ha visto que el error inherente a la observación ( motivo de La humanidad navega precariamente hacía
la "indeterminación") es comparativamente desechable en el su posible supervivencia en una balsa, hasta
caso de grandes cuerpos, y sólo importante para las partícu- ahora bastante improvisada y a menudo lle-
las pequeñas. Por lo tanto, el intelecto humano podría pre- na de agu¡eros: la planeacíón y el diseño.
decir con exactitud y para un largo período el movimiento
de planetas y otros cuerpos celestes, pero, tratándose de la
conducta individual de átomos y electrones, sus cálculos es-
tarían expuestos al fracaso.
Nuestro modo de vida, con esperanzas teñidas por los
sentimientos, parece invertir totalmente este vaticinio más EN EL centro del problema que ahora se nos presenta, des-
sereno y racional cuando se trata de los resultados proba- pués de habemos decidido con buenas razones a desenten-
bles de la previsión. Por necesidad, todo individuo hace sus dernos de la predestinación o la casualidad, parece acechar
pequeños planes para su propia vida individual y cree fir- la siguiente pregunta: ¿Podemos separar con éxito el domin-
memente en ellos. Pero si alguien propone una buena pla- go de los seis días semanales? ¿Podemos tener dos clases
neación de "grandes cuerpos" como comunidades o regio- de conducta, dos clases de diseño, unos para uso dominical,
nes, nada raro es que múltiples individualistas inveterados mezquinos e insignificantes, dedicados a la belleza, los idea-
lo rechiflen al punto y denuncien tal empresa como una les, la bondad y la verdad; otros para los días de trabajo,
quimera, una ilusión peligrosa. Sin embargo, deberíamos re- amplios y eficientes, dispuestos a la utilidad práctica, llenos
cordar nuestra lección de que la probabilidad y el punto de de fealdad, falsedad, y una nueva especie de barbarie, acep-
vista estadístico apoyan aquellos planes, y prometen más se- tada universalmente?
guridad para la planeacíón en gran escala que para los pro- En una comunidad religiosa antigua, sólo un cínico des-
yectos individuales. preciable podría haber expresado la idea de "utilidad con-
tra rectitud" . Lo hubieran declarado inmediatamente como
poseído del demonio· su "utilidad" se habría reconocido
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como la utilidad del infierno.
. ¿Podemos aceptar actualmente, desde cualquie~ pu~to de
vista, tales conceptos y criterios ambiguos? La ciencia nos
4 P. S. Epstein, 'Physics and Mctaphysics', The Scientifíc Monthly,
ha llevado a reconocer una fundamental unidad dentro de
julio de 1937.
nosotros. Aunque se sabe ahora que el hombre cuenta con
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En el trato con sus clientes, el que diseña se encuentra
~uchos más recept?res sensoriales que los cinco sentidos clá-
con que el "me gusta" y el "no n:ie gusta" se consideran
sicos, todos ~ll?s aun nos trasmiten el mensaje complejo d
como razones supremas, y constituyen una armadura que
un mu~do umco e indivisible. Entre los muchos sentido:
los argumentos no pueden penetrar. A pesar del palabrería
q~e se ~dn des~~bierto recientemente, no encontramos nin-
gun sentí o de belleza", y tampoco se ha . . y las especulacion~ estéticas inconsiste~tes, deben aparecer
no para la "util'd1 d" El .. . registrado nmgu- principios reconocidos para apoyar el diseño y tener vigen-
tra . ª · enfoque f1S1ológ1co actual de nues-
espec1e aprehen?e _al hombre como unidad, cuando no cia. Por lo pronto, todo parece depender únicamente de pa•
:e rta de un esqmzo1de patológico. Así, también nosotros labras improvisadas que a veces son convincentes.
Debo hacer resaltar la extensión y la importancia de la
en _remos que enfrentarnos a un solo mundo en nuestros
disenos. cuestión que aquí tratamos, pues los clientes no son simple-
Si alpín diseño pudiera dividirse en belleza, por un lado mente individuos que quieren arreglar su penthouse o cons•
y _en utilidad, por el otro, como muchos de nosotros estarna~ truir sus casas de veraneo con fonnas agradables. No sólo
d~uestos a suponer, no tendría relación con la vida orgá- son estrellas de televisión caprichosas y con dinero, sino
~~ .dentro o alrede~or de nosotros, pues ésta no permite también, por ejemplo, los funcionarios que administran las
~~1ón ~lguna. Y sm embargo, especialmente en los dos enonnes cantidades que nos sacan por medio de los impues-
ultü~os siglos, la gente ha tenido que vivir rodeada de una tos. Los "clientes" incluyen a los gerentes de las grandes
multitu~ ?e dise~os concebidos y ejecutados precisamente en industrias, de los grandes comercios y los ferrocarriles; tam-
este espmtu equivocado, y se ha visto profundamente afec- bién a los políticos y burócratas que aprueban los gruesos
ta~ por ellos. Fábricas, depósitos ferroviarios, edificios de rollos de diseños para los sistemas de comunicaciones, edi•
o~cmas, proyectos baratos de viviendas en masa, urbaniza- ficios de gobierno, escuelas, proyectos para cientos de miles
c10~es, que primero se levantaban y amontonaban por mera de familias, y de planos para impulsar regiones, provincias
utilidad y luego se maquillaban en honor a la "belleza" nos o países enteros. No es en modo alguno una exageración
de~uestran día a día que están dolorosamente desligad¿s de si se d~ce que se han gastado incontables millones en tales
la VI~ Y no guardan ninguna afinidad con ella. Realmente, construcciones, y se seguirán invirtiendo en el futuro.
son mcapac~s de ~a~tenerla. De tales diseños sólo podrán M ientras tanto, la extensión de lo que se pudre por el
obten_erse tnstes miga1as que ayuden al propósito de la asi- d~scuido, el desperdicio de los recursos naturales cerca y
milaCión y el sostenimiento vital. Por el contrario, sus in• le1os de nosotros, la destrucción y la desolación, adquieren
fluencias tóxicas penetran en nosotros cada día cada hora proporciones alarmantes que mueven a la desesperación. ·
cada fracción de segundo. ' ' Sin embargo, aún hay quienes mantienen un contagioso
En contraste con esto, nuestro tiempo se caracteriza por escepticismo acerca de la posibilidad de obtener algún cri-
un impulso sistemático de las ciencias biológicas, y está aban- terio válido que pueda aplicarse a esas cuestiones y, por
donand~ los crite~ios mecánicos simplistas de los siglos xvm ~a~to, a los grandes proyectos planificadores en general. Se
Y XIX, sm despreciar en modo alguno el bien temporal que untan si se les empuja a la acción y se consuelan pensando
~les puntos de vista hayan traído alguna vez. Un resultado que la historia está llena de falsas alarmas que hacen pare-
1mpo~nte de ,este modo nuevo de comprender el proceso cer necesaria la acción. ¿Se puede decir impunemente: la
de la v~da pod~ s~r el de descubrir y establecer principios de
e~periencia ha demostrado qu~ las cosas se compondrán por
operación y cntenos de disefio adecuados.
si solas después de algún tiempo, y no hay por qué preocu-
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parse? ¿Se puede decir: las cosas se han desquiciado tan a apegado a la tradición ni el desordenado método posterior
menudo en ~l pasado, y no hay por qué exagerar el peli- del laissez-faire .
gro, Y que s1 el hombre ha sabido escabullirse del peligro Además, la producción en masa de la generación posvic-
una y otra vez en el pasado, las cosas no pueden andar tan toriana de ayer no era más que un juego de nifios, un en-
mal ahora? sayo general para el espectáculo pasmoso que ahora, en la
Los grandes conquistadores de épocas pasadas disponían segunda mitad del siglo xx, presenciamos en medio de este
de un puñado de hombres armados y caballos, y los anti- vertiginoso industrialismo que abarca todo el planeta, pero
guos exploradores navegaban en barcos lentos y pequefios. que se extiende desigualmente, y en el cual los períodos
Sus , mapas e_r~n burdos e inexactos; en aquellos tiempos de guerra y posguerra se unen para producir cifras fantás-
pod1a~ perm1tirselo. Pero ¿puede aplicarse lo mismo para ticas de gastos. Se tiene que reconstruir pueblos, ciudades
los ~v10n_~s que conducen tropas, para los grandes ejércitos y regiones aniquilados y devastados, tanto por los bombar-
de mvas10n de nuestros días, para los aviones-cohetes, 0 deos sufridos como por su atrofia, debida a graves obstruc-
aun para alguno de los modernos aviones de pasajeros que ciones internas. N o podemos deshacernos del pensamiento
vuelan más rápidamente que el sonido? Un avión de éstos de que, con todo y la demanda enorme de disefios y pla-
necesita la preparación más cuidadosa posible de su ruta, nos para todo el globo, carecemos de criterios adecuados
un mapa exacto, un plan detallado para todos sus movi- que cuenten con una amplia base y sean realmente factibles
mientos, aparatos exactos que lo guíen, o de lo contrario para toda esta gigantesca actividad planificadora.
se hará polvo al estrellarse de un modo que era completa-
mente desconocido para los antiguos. ¿Existen valores dignos de confianza, siquiera delineados
La civilización contemporánea, para bien o para mal, en el horizonte del futuro? ¿Podemos instituirlos por en-
opera evidentemente en un plano nuevo. Maneja masas cima de los que se anuncian comercialmente, y darles un
tan enormes, a velocidades tan altas, que aquel buen mé- fundamen to más sólido y menos impugnable? ¿Cómo po-
todo antiguo de "echando a perder se aprende", siempre un demos llegar a obtenerlos con un cierto grado de certeza?
poco odioso y en ningún caso un método sólido, reclama Preocuparse por tales criterios objetivos y encontrarlos no
ahora urgentemente un sustituto. Se han hecho necesarios consiste en establecer tristes teorías, pues aquéllos afectan
e irremplazables datos más precisos y adecuados, programas drásticamente la economía de las comunidades y las nacio-
preventivos y constructivos, planos. Esos datos deberán ver- nes. De hecho, si carecemos de criterios objetivos, de prin-
sar principalmente sobre los potenciales humanos comunes cipios bien fundados que podamos seguir en nuestros planos
que se han comprobado y estudiado. Para que nuestros y diseños, nada podremos demostrar a los consejeros: c~n-
disefios puedan salir adelante, no debemos tener sólo un tribuyentes, administradores, mesas directivas, o al publico
horizonte tecnológico y comercial, sino que debemos cono- en general.
cer más a fondo al hombre, el consumidor, y su "capacidad No debemos, no podemos permitimos siquiera dudar de
adquisitiva fisiológica". Sí queremos hacer planos para él, la existencia de esos principios y criterios. ~u base no p~e-
debemos conocer sus características. La terrorífica magnitud de ser otra que la perpetuación de la espec~e. -que aspira-
de las energías, velocidades y masas que actualmente se in- mos a asegurar-, la necesidad de sobrevivir de la raza
vierten ha creado una situación biológica sin precedente que humana. ·
no admite, para su tratamiento, ni el antiguo procedimiento Toda la evolución orgánica que pareció culminar en la

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estructura social y física de la cultura humana no debe en-
trar en un callejón sin salida o desaparecer en un cataclis-
mo o en un nuevo caos sólo porque los hombres no apren-
dieron a controlar, con su inteligencia, las construcciones y
IV
los múltiples productos de la mente.
Si _el diseño,_la producción y la construcción no pueden
mane1arse en bien de la supervivencia, si fabricamos un me-
~io -del que, por lo demás, parecemos formar una parte
Todo el medio ambiente construido por el
mseparable- y no lo podemos convertir en una extensión hombre, sobrecargado con artificios técni-
orgánica racional de nosotros mismos, entonces sí es posi- cos se ha convertido en el molde de nuestro
ble que tengamos a la vista el fin de nuestra raza, pues es de;tino, y en la . causa d~ una incesante fa-
improbable que una especie que, como la nuestra, experimen- tiga nervzosa.
ta tan desaforadamente con su medio vital, pueda subsistir.
Sin embargo, quizá no nos hemos dado aún nuestra úl-
tima y más amplia oportunidad. Debemos hacer lo posible,
con toda honradez, para obtenerla.
·Hubo épocas en que el pensamiento especulativo acerca
de esta y otras cuestiones casi no encontraba oposición. Lo EN PERÍODOS de guerra o de graves tensiones sociales y eco-
que George Lundberg ha señalado en el campo de la socio- nómicas se hacen afirmaciones pesimistas acerca de la auto-
logía, una ciencia de todos los asuntos humanos, también destructividad de la especie humana. Nuestra vida civiliza-
reza para los fundamentos de un diseño saludable: ya no da aun en su movimiento "normal", bien puede inspirar
es suficiente la sola especulación. es; pesimismo. Ciertas esperanzas que se cifra?ª" ~n la
No es cuestión de "elaborar" nuevos métodos o estilos, ciencia durante los dos últimos siglos resultaron tlusonas, Y
sino de fundamentar todo con material cuidadosamente se- sus resultados ambiguos. En efecto, a pesar de sus proezas
leccionado, obtenido por medio de la observación y el expe- espectaculares en campos especializados, la ciencia sistemá-
rimento. 1 tica no parece ser aplicable a la totalidad de los asuntos
En este período decisivo no debemos buscar un atajo. Si humanos.
establecemos alguna hipótesis, deberá ser una hipótesis de Sin embargo, la construcción de un escenario contempo-
trabajo que indique sendas de investigación cuyos resulta- ráneo que satisficiera los anhelos humanos en vez de frus-
dos puedan ser verificados objetivamente. trarlos, que contribuyera al funcionamiento equilib:ado del
No debemos sacar conclusiones apresuradamente ni pro- sistema nervioso en vez de imponerle un esfuerzo intolera-
meter a la ligera su demostración. Sin embargo, a la postre, ble, es un problema que seguramente no se resolverá por
esperamos estimular un orden de estudios e investigaciones una feliz casualidad.
fascinantes, de esa especie que, a través de todo nuestro tra- La habitación humana -originalmente la selva primitiva
bajo práctico, hemos visto que es realmente necesaria para o las grandes praderas- se ha ido convirtiendo cada vez
dar una base al diseño y proponer con éxito, de modo ra- más en un producto del hombre. Y, en nuestro caso, se
cional y justificado, su instauración. compone en un 90 % de obras hechas por las manos Y, es-

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p_e~e?1óslo, por el cerebro del hombre. La vida del hombre años formativos, el baño en el que les enseñan los funda,
CIV1hzado transcurre dentro o entre estructuras r:, stas , mentos de la higiene moderna, la casa que contiene estas
1 • · .e, , as1
como_ ~s esp~c10s qu~ las rodean, requieren urgentemente piezas, la calle en que está situada esta casa, la vecindad a
un _diseno rac10nal e ,mtegrado, y lo necesitan con mayor la que pertenece esta calle, con sus escuelas, lugares de tra-
razon porque son e~taticas y permanentes, a diferencia de bajo, de culto, de diversión y de recreo, todo forma parte
los campamentos nomadas que podían descuidarse y luego de lo que puede llamarse nuestro medio construido. Puede
ª?andonarse fácilmente cuando se tornaban inhabitables. ser amistoso u hostil (por lo general es hostil ) al organismo
S~n embarg~, esta indiferencia de los nómadas primitivos humano sobre el cual actúa continuamente.
aun cara_cter!z~ a menudo el tratamiento que damos a nues- Nuestras reacciones profundas e inconscientes otorgan al
tro medio fISico. Además, la especie humana, más nume- medio ambiente poderes demoníacos sobre nosotros.
rosa que nu?ca, est~ apretujada, entumecida y atormentada
por su propia densidad. Una gran parte del mundo se ha En nuestros primeros años pasamos mucho tiempo en el
convertido en un hacinamiento de barrios miserables. suelo, perplejos y curiosos. Cuando yo tenía de 2 a 3 años,
A pesar del progreso técnico, o quizá a causa de sus irre- a menudo estaba sentado sobre el piso del apartamiento de
gularidades, nuestro medio ha mostrado una tendencia omi- mis padres, estudiando las fibras levantadas y astilladas de la
nosa a sustraerse cada vez más a nuestro control. Mientras madera vieja y las duelas torcidas. Me gustaba escarbar con
más se aleja el hombre de la integración equilibrada de la los dedos esa sustancia compacta que llenaba los intersticios
naturaleza, más perjudicial se vuelve su medio físico. Las de las duelas. Para los adultos, el suelo está lejos. Si se
molestias y los destrozos nerviosos se han multiplicado en hubieran agachado a examinar lo que yo extraía de ese le-
el medio metropolitano, como nos lo muestran estadísticas cho entre las junturas de las duelas, lo hubieran llamado
aterradoras. "suciedad". Bajo el microscopio esta sustancia se habría re-
Aunque los seres humanos ya no viven en selvas natura- velado como un pululante mundo microbiológico. Yo lo
les, puede decirse que habitan selvas que ellos mismos han sometí al examen clásico de los niños que gatean : me lo puse
hecho: selvas que pueden verse por las ventanillas de los en la boca y dije que era "malo".
automóviles al atravesar nuestras ciudades, ya sean grandes Por muy raro que parezca, mis primeras impresiones de
o pequeñas. Vemos extensiones interminables de desolación la arquitectura fueron principalmente gustativas. Pasaba la
si miramos desde los trenes de Nueva York que pasan por lengua por el papel tapiz junto a mi almohada y por los ob-
Harlem o desde el elevado de Chicago. Millas y millas de jetos de latón pulido que contenía mi armario de juguetes.
"fachadas" y "fachadas posteriores" que ahora están viejas Ahí debió nacer mi preferencia inconsciente por las super-
y terriblemente descuidadas, pero que nunca fueron nuevas, ficies perfectamente lisas que resistieran la prueba de la
bordean las vías que pasan por Albany y Syracuse, que lle- lengua, el más riguroso de los exámenes táctiles, y por los pi-
gan a Detroit o a Los Angeles. No se necesita ser un "am- sos más elásticos y de menos ensambles. Recuerdo que, des-
bientalista" empedernido para preocuparse por las funestas nudo o con la poca vestidura que llevaba, podía sentir con
influencias de tal medio ambiente fabricado por el hombre, desagrado las superficies sobre las que me arrastraba o me
que envuelve al niño, al adolescente y al hombre como un sentaba.· También por aquel tiempo experimenté por vez
destino inevitable. primera la sensación de gran altura, mirando el remate talla-
El cuarto de niños en el que pasan éstos sus primeros do de una cómoda estilo victoriano, que me pareció más

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impo1~ente e impresionante que, tiempo después, las colum- bre primitiv? a ette medio fue en gran parte automático.
Pero el medio hecho por el hombre está expuesto a cambios
nas gigantescas que sostienen la bóveda de la catedral de
Milán o el techo del templo de Luxor. mucho n:iás r~pidos. No queda tiempo para una lenta adap-
La noción de albergue se asocia en mi mente con un tación biológica a las ~ovedades técnicas que en cualquier
sentimiento que data de aquellos días. El cielo raso de nues- momento se hacen factibles. La diferencia de velocidad en-
tra sal~ estaba a una altura que me era desagradable, y por tre estos dos procesos . trae consigo ~na fricción peligrosa.
eso soha yo permanecer y 1ugar en el espacio de poca altura Los expertos en necesidades y reacciones orgánicas deben
que quedaba debajo del piano de cola, el lugar más agra- ayudarnos a evitar una fatal discordancia.
dable que conocía. Muchas preferencias y aversiones deben El hecho de que nuestro ambiente se ha alejado cada
haberse formado en el niño de entonces, como sucede con vez más de la vida y sus necesidades ha sido evidente desde
' todos los niños. De noche había espacios oscuros inaccesi- ·hace mucho tiempo. Pero hemos escuchado las sirenas del
"progreso", acompañadas por un fortissimo de actividad téc-
bles y misteriosos: como el área que quedaba detrás' del "con-
fidente", cubierto con tela de color verde olivo, que estaba nico-industrial.
puesto contra el rincón de la pieza. Aún me estremezco El medio físico, la expresión, el aspecto de un período
1 cuando me acuerdo. Y sigo aborreciendo el espacio malgas- como la Edad Media no podrían comprenderse bien si no
tado detrás de los muebles. penetramos en la fe común y en los peculiares enredos es-
Aquellas experiencias infantiles me dieron lecciones sin colásticos de los espíritus que los crearon. De igual mane-
palabras para apreciar el espacio, la textura, la luz, la penum- ra, todos hemos estado poseídos durante largo tiempo por
bra, el color de los tapetes, el calor de la madera y el frío una fe popular. Una fe de ambiciones y supersticiones liga-
de la loza que estaba frente a la estufa. das firmemente a una actitud científica mecánica y a la
Posteriormente, las clases universitarias sobre arquitectura masa de influjos de la producción industrial. Esta fe ha
nunca tocaban tales experiencias sensoriales básicas o la re- dado origen al desorden actual de nuestras ciudades. Quizá
lación delicada que existe entre las estructuras físicas y el sea útil, para comprender relativamente nuestro estado pre-
comportamiento del sistema nervioso. En cambio, mucho sente, su fondo y sus potenciales, pasar revista someramente
oí hablar acerca del buen gusto y la belleza. La así llamada a la sucesión de actitudes mentales que han surgido durante
belleza . era una abstracción caduca que no fomentaba mi los dos últimos siglos.
comprensión; el llamado buen gusto era un término de sig-
nificado indefinido, y ambos parecían concebidos corno si
se les pudiera agregar sencillamente a lo que de otro modo
sólo sería "práctico". Todo este suplemento de buen gusto
y belleza sabía ligeramente a lujo inesencial.
Nuestro medio requería una valoración más integrada, so-
bre todo aquella parte, de importancia decisiva, que el hom-
bre mismo construye y reconstruye a través de las edades.
El escenario natural -el medio precultural- sólo ha su-
frido cambios menores durante el largo período de forma-
ción de nuestra especie. El proceso de adaptación del hom•

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