EL PAPEL DE LA IGLESIA EN AMÉRICA LATINA intereses, surge de su propio seno el germen de la protesta e inconformidad
(entre la crisis y el desafío) que la cuestiona y la enfrenta en los desafíos que emanan del propio
INTRODUCCIÓN
El tema propuesto es sumamente amplio. Nos podría llevar por
disquisiciones generalizantes y por ende poco concretas. Por tal razón
hemos decidido circunscribirlo a dos perspectivas complementarias: la crisis
actual en la que vive el continente y el desafío que esta situación plantea a
la iglesia. Los procesos históricos en América Latina demuestran la
situación de dominación, explotación y dependencia que atraviesa el drama
mismo de la vida de nuestro continente en todos sus niveles. La Iglesia no
escapa da esta situación conflictiva. La iglesia está inmersa en el centro
mismo de esta trama compleja y difícil. Por ello se impone una propuesta en
evidencia de nuestra realidad y una toma de conciencia para la
transformación de esa realidad. Es aquí donde ubicamos la segunda
perspectiva, el desafío. Ante la hora que vivimos, la Iglesia ha de ser retada
a vivir de cara al proceso histórico y afirmada en su compromiso con el
Evangelio. Esto le llevará a la promoción del Reino de justicia y amor que
Jesucristo ha inaugurado entre nosotros.
En las páginas que siguen intentaremos describir “la crisis” en que nos
encontramos y proponer una agenda de trabajo como el “desafío” para la
Iglesia. Es entre la crisis y el desafío que la iglesia cobra vigencia y siente
solidaria con los sectores marginados y desposeídos en América Latina,
como fruto de una autocrítica bien articulada y sincera como reto en la
búsqueda de formas viables y apropiadas para realizar su tarea aquí y ahora.
Lo que estamos diciendo puede resumirse si comprendemos un principio
protestante. La protesta asume una carácter de afirmación de nuestra propia
identidad y plantea un elemento profético de apertura hacia el futuro. Así
nos abre a la construcción del reino que le advierte a la misma Iglesia que
ella vive para su Señor en compromiso con los favorecidos del Reino, los
pobres. Al retomar su pasado histórico, el protestantismo latinoamericano lo
asume, pero lo supera en aras de cumplir su misión liberadora. La historia
de la Iglesia nos enseña que cada vez que la Iglesia se ha querido instalar
para vivir en el conformismo y en la indiferencia, defendiendo sus propios
Evangelio. El Evangelio en su compromiso radical como la gran noticia no
resiste claudicaciones , ni falsas lealtades, mucho menos del
descompromiso. La historia de la América Latina testifica de una Iglesia
entregada a las clases dominantes, pero también muestra el rostro de una
iglesia que opta por vivir desde el “reverso de la historia”,. Hay una Iglesia
que quiere sufrir desde el “Cristo azotado de las Indias” para restaurar y
transformar esta historia nuestra, precaria, dolorosa y crítica, pero desde
donde afirmamos el horizonte de esperanza para ver días nuevos donde
more la justicia.
Si la Iglesias en América Latina ha de ser pertinente deberá optar por el
“pueblo para sí”, y afirmar su propia orfandad al bajar el rostro en señal de
humildad y confesión de culpa, para desde allí, levantarse con autoridad
sabiendo que su opción por los pobres es lo que garantiza su vigencia en la
historia. La Iglesia tiene empañada su propia vida y su futuro en esta
opción.
Este momento crítico, decisivo, señala hacia la superación del proyecto
presente: en la caducidad del tiempo presente está el germen del proyecto
nuevo. No podemos lograr la reconciliación definitiva hasta que no pasemos
por la conflictividad de la historia actual y construyamos la nueva.
Pasemos a examinar la crisis a través del proceso histórico que han vivido
nuestros pueblos. Hemos detectado tres etapas en historia crítica del
continente latinoamericano: la crisis colonial, la crisis neocolonial y la crisis
de liberación. Luego pasaremos al desafío que nos lanza ahora la crisis de la
liberación.
CRISIS COLONIAL
El cristianismo colonial se inicia con la llegada de la teología española a
América. Esta teología comienza con las controversias teológico-jurídicas
que se suscitaron a raíz de dos problemas: el justo título de España en
América y la racionalidad del indio. Desde un principio estas discusiones
están marcadas por la relación Iglesia-Estado y la fuerte tendencia a dar una
justificación teológica a toda la empresa de colonización y conquista.
Un segundo elemento importante es la teología misionera que se ve
plasmada en los catecismos y en el esfuerzo de proclamar el Evangelio que
tuvieron los primeros misioneros. Los catecismos fueron el instrumento
inicial de los misioneros para introducir la fe cristiana entre los indígenas.
La catequesis es una dominación encauzada a través de esa instrumentalidad
religiosa. Los catecismos sirvieron al propósito de dominar a los indios. Se
refleja de esta manera una estrecha relación entre la enseñanza religiosa y la
opresión política. La dominación queda institucionalizada a través de la
educación religiosa.
Se desarrollaron las sumas breves. Entre ellas las dos más importantes, la de
Pedro de Córdoba y al de Juan de Zumarraga. Se convirtieron en resúmenes
de la fe, pero explicadas bajo la concepción europea de la fe. Trataron de
presentar una fe que era ajena a la realidad de los indígenas. Un problema
fundamental aquí fue el uso de ciertos conceptos e imágenes que nada
decían a los indios. En general las sumas breves no tuvieron un impacto
entre los indios.
Algunos elementos sí resultaron ser efectivos. Entre ellos, la educación
(enseñanza de la lectura) y las artesanías. Recordamos los esfuerzos de don
Vasco de Quiroga en la formación religiosa de indios e indígenas
complemenentada por las enseñanzas de las destrezas artesanales. Otros
como Pedro de Gante desarrollaron sistemas de alfabetización para que
leyeran la Biblia. Unido a esto se encuentran los seminarios. Los currículos
eran diseñados a al luz de los que habían en España. Muy a menudo estos
seminarios fueron los canales para europizar a los indios que se dedicaban a
la vocación sacerdotal.
Debemos hacer justicia a los intentos honestos y bien intencionados de
algunos misioneros. Bernardino de Sabagún se dedicó a estudiar los idiomas
indígenas, sus costumbres y tradiciones, adoptando símbolos cristianos a los
símbolos indígenas. El propio Vasco de Quiroga logró establecer hospitales
y escuelas para los indígenas.
Debe reconocerse que para toda esta tarea hay un marco teológico-
ideológico. Los españoles estaban determinados por su formación en la fe y
por su vida social y política. Los valores de la cristiandad española
presidían en los esfuerzos misioneros. Hay una relación muy estrecha entre
la espada y la Biblia, la fe cristiana y el dominio político.
Ese mesianismo temporal tan pronunciado, está en la base misma de la
cosmovisión española. Esto queda demostrado en diversas instituciones
como el Patronato Regio, institución legal-eclesiástica que manifiesta esa
relación fe-ideología. El monarca podía nombrar obispos, abrir nuevas
diócesis y determinar prácticamente todo quehacer religioso en América.
Bajo los valores de la civilización cristiana española se encuentra toda la
estructura política y viceversa.
Podríamos afirmar, entonces, que la primera gran crisis del cristianismo
latinoamericano está en el inicio de la evangelización española. Allí hay una
coincidencia de los poderes temporales y espirituales. Ya lo había dicho
Colón: “Al llevar a cabo la empresa de las Indias, no fue la razón o las
matemáticas o los mapas los que me ayudaron, el descubrimiento fue
sencillamente un cumplimiento de lo que Isaías había dicho.” Está claro, el
verdadero Evangelio estuvo ausente de América. Lo que vino fue la
cristiandad.
Hay algunas teorías misionales que demuestran la relación fe-ideología,
planteando conflictos teológicos-políticos. Estas teorías ejemplifican la
crisis del cristianismo colonial. La propia relación espada-Biblia apunta a
ese fenómeno. Tres instituciones españolas estuvieron siempre presentes en
las incursiones. Los soldados, los juristas, y los religiosos. El requerimiento,
institución al servicio de la explotación y usufructo del trabajo indígena,
estuvo determinado por el factor religiosos. Se requería a los colonos la
instrucción religiosa como parte del trato al indio. Se explotaba al indio
mientras se le enseñaba la fe. En el fondo el interés era económico.
Hubo quienes prefirieron “la evangelización pacífica”, este es el caso de
fray Bartolomé de las Casas. Las Casas cree que la Iglesia está llamada a
presentar el Evangelio por medios pacíficos. La fe cristiana debe predicarse
de manera que mueva por sí misma a la conversión. Las palabras
persuasivas son el medio más eficaz para presentar el0eEvangelio.
Todos estos métodos plantean un proselitismo político-religioso. Se asimila
al indígena por medio de los valores españoles (culturales y sociales) y se le
sacramentaliza por el bautizo. Loa bautismos masivos son la mejor prueba
de esta práctica Avasalladora.
Esta primera crisis apunta a una realidad ineludible: comprueba que las
raíces de la crisis actual está aquí. Esto constituye la herencia colonial de
América Latina. “Herencia colonial” que nos ubica en la búsqueda de un
verdadero cristianismo. Tan evidente es esa herencia, que hasta el día de
hoy la iglesia continúa maniatada por el orden establecido (examínese lo
que ocurre a través de todo el continente con los regímenes militares y las
iglesias nacionales y se comprobará esto). La iglesia fue dominada y vivió
en contubernio como dominadora. Todavía esperamos el surgimiento de una
Iglesia auténtica y libre.
CRISIS NEOCOLONIAL
A mediados del siglo XIX América Latina se encuentra perpleja y
confundida entre el hecho de tener que organizarse después de lograr su
independencia de España. El problema fundamental consiste en logar la
necesaria unidad entre los pueblos después de las guerras de Independencia.
Dice Pierre Chaunu en su libro HISTORIA DE AMÉRICA LANTINA, que
luego de las guerra de independencia “una era de divisiones y de anarquía
se inició en el Continente”. (1) América Latina había dejado atrás la
experiencia colonial para enfrentarse a la experiencia neo-colonial. El
proceso estaba determinado al hacer salido del dominio español y tener que
enfrentarse al control económico de las nuevas potencias europeas,
particularmente Inglaterra, y más tarde de los Estados Unidos de
Norteamérica. Se enfrenta de esta manera la América Latina al reto de la
revolución industrial y al expansionismo económico que esto conlleva. Por
otro lado, América Latina no podía aprovecharse realmente de esa
oportunidad, pues no se había efectuado un “despegue” económico. Hay
caos económico y político. Se suceden las luchas internas en el poder.
Guerras interamericanas que afecta la relación entre las emergentes
naciones latinoamericanas. En oras palabras, con la revolución industrial,
América Latina cae dentro de la órbita económica de Europa: Inglaterra,
Francia y Alemania, que establecen “zonas de influencia” para sus
productos, aprovechan las materias primas de los países latinoamericanos y,
por ende controlan la vida de todas estas naciones.
Dejaríamos incompleto nuestro análisis si no observamos un factor
fundamental en la vida de América Latina. Hemos apuntado que las nuevas
naciones llegan al momento de enfrentarse a su crecimiento y desarrollo,
pero deben deshacerse de su herencia política, económica y social. América
Latina debía superar su “herencia Colonial”. A tales efectos dice Houtart y
Pin “las revoluciones de América Latina, por lo tanto, fueron políticas, no
sociales; su meta no era el poder para una nueva clase social. Al contrario,
ellas resultaron en el crecimiento del militarismo…”(2). La experiencia
posterior demuestra cuán influyente ha sido este aspecto en la vida de
América Latina. Sólo queda mencionar el caudillismo que se entronizó, y
que todavía se 3experimenta en el presente en las repúblicas americanas. Ya
en la época colonial la organización centralizada del gobierno español había
hecho su impacto en nuestra situación. LA ESTRUCTURA DEL
CABILDO, las audiencias y lo que esto influyó en los criollos, nos muestra
el terreno fértil que fueron nuestras naciones para el caudillismo, en la
segunda mitad del siglo XIX. (Estúdiese el caso de Juan Manuel Rosas en
Argentina para comprobar lo que hemos tratado de presentar).
Dentro de esta situación tan compleja hay que destacar el poder de tres
entidades que han probado ser determinantes en la vida de América Latina:
los caudillos, los militares y la Iglesia. Ya hemos visto el papel importante
que tuvieron los caudillos. No menos importante han sido los militares.
Ellos fueron los héroes de las guerras de emancipación, esa primera
generación de militares que dio el sentido y la aspiración libertaria a
nuestros pueblos. Pero habiéndose consumado ese proceso, se convirtieron
en un peligro para el orden y la tranquilidad. Luego de los líderes como
Bolívar se entronizaron militares con aspiraciones de dominio y poder
absoluto sobre las instituciones políticas americanas. No en balde alguien ha
llamado a los militares “los que mandan”.
La Iglesia perdió el poder y la preponderancia que tenía durante la época
colonial. Los procesos anteriores y los sucesos económicos y sociales
después de la emancipación efectuaron notablemente a la Iglesia. No será
hasta mediados del siglo XIX cuando la Iglesia recobre su poderío. No
obstante, hay una influencia notable en la mentalidad política de algunos
caudillos militares, sobre todo cuando se intenta retener la dominación
usando la influencia de la Iglesia, no fue otra cosa que el dominio
religiosos-político y la unión de ambos bajo ese patrocinio de la autoridad
real. La Iglesia pierde por el proceso de secularización que se da en
América Latina. Sin embargo la capacidad de adaptación de la Iglesia es
asombrosa hasta el día de hoy, y puede establecerse cuán determinante e
influyente ha sido en la vida política de América Latina. La Iglesia en su
expresión jerárquico-institucional ha vivido en contubernio con el poder
establecido. En otras palabras, la iglesia, los militares y los caudillos han
sido tres poderes que han coincido en el plano ideológico-político.
La era que sigue a las guerras de independencia puede ser resumida en las
siguientes palabras:
Ninguna república hispanoamericana se exceptúa, por el contrario de
esta regla, que expusimos claramente; el paso alternado, al salir de la
independencia, por un periodo de anarquías y dictaduras (3).
Todas las naciones pasan por periodos de relativa calma y de crisis, que se
alternan constantemente. Es el proceso de una “revolución inconclusa” y
una aspiración no alcanzada: la verdadera liberación de los pueblos
americanos. Todavía América Latina busca su identidad, su razón de ser, su
verdadera vida política. A esto se suma el dominio extranjero, la aportación
de materia prima por parte de América Latina a los países europeos. Se
encuentra América Latina en su SEGUNDA CONQUISTA, el neo-
colonialismo se ha apoderado de ella, se frustra el intento liberador de las
gestas independentistas. América Latina es complemento de la economía
europea. En otra palabras, de América Latina hay que decir que,
Hacia los años 1850-1860, la economía instituida al sur de Rio
Grande es vasalla de Europa, a la que provee de materias primas y
víveres a cambio de los productos manufacturados que ella es
incapaz de producir, economía vivificada por los capitales
europeos.(4)
Debido a la falta de una definición económica y política producto de su
independencia, sufre la intervención económica en su más cruda expresión.
Es la era del neo-colonialismo, del nuevo dominio.
Otra manera de ver la situación de América Latina en ese periodo es a
través de la “historia de las intervenciones”. Cuando Europa domina se da
una intervención económica que afecta toda la vida del continente. Cuando
llega el “tercer expoliador”, los Estados Unidos, se reclama la no
intervención europea a través del famoso principio de “América para los
americanos”, consagrado en la DONTRINA MONROE. Ahora América
Latina pasa a ser una “zona de influencia” de los Estados Unidos. Luego del
choque entre Inglaterra y los Estados Unidos se consuma el hecho de que
los Estados Unidos son los interventores no sólo en el plano económico sino
también en el político. (No tenemos tiempo para entrar en consideraciones
de intervenciones que se dan en el suelo americano por parte de los Estados
unidos, no obstante, podemos contestar que fueron y siguen siendo
muchas). La expansión norteamericana se expresa desde el manifiesto
predominio militar, político y económico en el Caribe. (Puerto Rico, Cuba,
Centroamérica) hasta la intervención sutil, pero no por ello menos efectiva,
en toras partes del continente.
Dentro de las luchas y aspiraciones de América Latina por su verdadera
liberación, hay que destacar la importancia que tuvo y que tiene la
Revolución Mexicana. Es necesario colocarla en su propia perspectiva para
justipreciar el papel que jugó en el año 1910. Ya hemos se{alado la
situación difícil que vive América Latina en este periodo.
El objetivo fundamental de la revolución mexicana se sintetiza en lo
siguiente:
 Librar al país de la hipoteca extranjera, promover un socialismo
nacional, síntesis mexicana de lo mexicano tal es el sentido de la
revolución de México.(5)

La revolución mexicana tuvo grandes logros, entre ellos la distribución de la

tierra, trato más justo a los indígenas, nueva legislación social, control de la
Iglesia, y su poderío económico, etc. Sin embargo, la revolución mexicana
ha sido caracterizada como una evolución inconclusa que dejó a medias las
aspiraciones libertarias del pueblo mexicano y que plantea claramente cuál
ha sido el derrotero de todas las revoluciones modernas burguesas en
América Latina: su fracaso. Como resume acertadamente Joseph Comblin:

En América Latina el siglo XX comienza en 1910 con la revolución

mexicana… Revolución mexicana, revolución inacabada, frustrada
como toda la revolución latinoamericana del siglo XX. Desde 1910,
la revolución mexicana busca su identidad y su dinamismo, sus
cambios particulares como todas las revoluciones del continente.(6)

La revolución cubana es el ejemplo por excelencia de la revolución

triunfante del siglo XX. Es la aspiración de un pueblo que retoma su historia
y se lanza al camino para concluir una nueva historia. Reconocemos aquí la
inserción de cristianos comprometidos con este proceso.

El cristianismo se ve también afectado por otros grupos, como los

espiritistas, los librepensadores y, sobre todo, por el cambio de situación
que se produce al insertarse, para quedarse, el protestantismo. Este periodo
es testigo del advenimiento de los grupos protestantes que se organizan para
evangelizar la América Latina. De un lado a otro del continente se ve el
impacto de esta nueva fuerza religiosa. Las sociedades misioneras de las
denominaciones protestantes en Estados Unidos y Europa concertan planes
para el trabajo en los países latinoamericanos. Este es el gran siglo
misionero protestante que afecta al mundo entero, y América Latina se verá
igualmente afectada.