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1. EI Nilo, cuna de la civilizacion Hace mucho tiempo, el Sahara no era un desierto como el que hoy conocemos. Alli donde cho- ra vemos un mar de arena cas- tigado por un sol implacable, habla antes praderas cubiertas de hierbas. Hombres, agrupados en clanes, cazaban con arcos y flechas @ iban de un lado a otro en busca de cnimales. No sc- 46 2. El Nilo creé en medio de! desierto una tierra fértil donde el hombre DesiecTo Ott Sanaa egipcia podria vivir bian leer ni escribir. Tampoco conocian la agricultura. Poco a poco, el clima de la Tie- tra cambié. La Iluvia comenzd a disminuir en aquella parte de! mundo, que termin6 por trans- formarse en un Grido desierto. Solamente en las riberas del Ni- lo, el rio mas largo del mundo y que nace en el centro de Africa, la vegetacién continué siendo uaa (suas) a DESIERTO De MUBIA 2 cameara grees ed oe abundante. En aquel verde v lle los cazadores construyeron sus aldeas, aprendieron a culti- var la tierra, a criar ganado y, con el tiempo, construyeron di- ques para canalizar las crecidas anuales del rio. Pero para hacer todo esto fue necesario trabajar en conjunto, elegir jefes que diri- gieran las obras y organizar un sistema de gobierno. EL DON DEL NILO El Nilo creé en medio del desier- to una tierra fértil donde el hom- bre podia vivir, por ello se lla~ mé a este pais el “Don del Nilo” El rio tenia su nivel més bajo en primavera y a comienzos del ve- rano. La temperatura subla en-' 3. En él volle del N cubrion de arena casas y com- pos. Todo comenzaba a secarse. De pronto, como por milagro, las aguas comenzabon a subir y su color verde se transformaba en rojo, debido a la orcilla fer- tilizonte que el rio arrastraba de la regién montafosa de Africa, A mediados de septiembre, la tonces a 45 grados a la sombra | crecida aleanzaba su punto cul- y los vientos cdlidos del desierto | minante: fos tierras cultivables estaban cubiertas por las aguas. F En esa fecha los egipcios cele- braban e! dia del Afio Nuevo en medio de grandes festejos. Los sacerdotes contaron los dias que habia entre una y otra cre- cida, y al estudiar los astros, des. cubrieron que un dia al aio, coincidiendo con la inundacién, oparecta al amanecer la brillan- te estrella Sirio. Calculando el 47

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