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a ROMA: LAS GUERRAS PUNICAS En menos de 250 afios, los solda- dos campesinos de Roma conquis taron toda la peninsula itdlica, desde el valle del Po hasta el ex- tremo de “la bota’; emprendieron las guerras prinicas contra Carta- 40; conquistaron Sicilia, Espata y Africa del Norte; luego, mar- charon hacia el Oriente, convir- tiéndose en los tinicos amos de la cuenca del Mediterréneo. ROMA CONTRA CARTAGO Durante sigloé, los navies carta gineses navegoron por el Medi- terrdneo occidental sin que nin- guna otra fiota les disputara la supremacia comercial en aque- lla regién. Gran porte de la costa ofricana, de Espana, Sici- lia e incluso de Francia, esta- ban sometidas a su dominio. Por ello, no miraban con buenos ojos que las legiones romanas comen- zaran a imponer su autoridad y @ ganar cada vez més alicdos en la peninsula itélica, transformén- dose en el Unico estado capaz de desafiorlos Finalmente, en 264 a. C., las dos 152 poderosas ciudades rivales ini- ciaron una larga y sangrienta lucha que durarfa més de un si- glo. Tres guerras se sucedieron en este periodo y se las conoce como las guerras pinicas (del griego “posni”, fenicio, ya que Cartago era una antigua colon fundada por los fenicios cerca del actual Tunez). La Primera Guerra Pinica (264- 241 a, C.), se decidié principal- mente en el mar, y los romanos, que no tenian flota de guerra, debieron empezor por construir una, En sesenta dias, 100 quin- querremes y 20 trirremes esta~ ban listos para entrar en com- bate. Sin embargo, en tan corto tiem- po los soldados campesinos de Roma no podian convertirse en marinos para luchar contra los habiles navegantes cartagineses. El cénsul Cayo Duilio, almirante de la flota, no se inquieté por esta enorme desventaja, porque habia hecho equipar sus barcos con unos especies de puentes le- vadizos provistos de garfios En la primavera del oho 260 a, C,, cerca de Miles (Sicilia), so- brevino el gran encuentro naval. Los cortagineses observaron ex- trafados el nuevo agregado de los barcos romanos, pero seguros de su superioridad, no vacilaron en lanzorse al ataque, intentan- do hundir sus espolones en los costados de las naves enemigas Pero, apenas se aproximaban a éstos, los romanos dejaban caer el puente levadizo y los garfios sujetaban les embarcaciones cartaginesas impidiéndoles mo- niobrar. Al mismo tiempo, los soldados abordaban los barcos adversarios, trabéndose en una lucha cuerpo a cuerpo. En esta forma, Duilio transformé el com- bate naval en una batalla “te- rrestre”. Alentados por esta oplostonte victoria, los romanos intentaron llevar la guerra al Africa, pero fueron derrotedos por el ejército cartaginés al mando del espar- tano Jantipo. Ajios mas tarde, la Primera Gue- tra Punica se decidié « favor de los romanos en la batalla naval de las islos Egades. Cartago ho- bia sido vencida, pero aun no estaba dominada. y 2. Los romanos se oprontan a bajar el pu' vadizo por el

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