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América en diásporas
Instituto de Historia
FACULTAD DE HISTORIA, GEOGRAFÍA
Y CIENCIA POLÍTICA
325.283 Valenzuela Márquez, Jaime
V América en diásporas. Esclavitudes y migraciones
forzadas en Chile y otras regiones americanas (siglos xvi-
xix)/ Editor: Jaime Valenzuela Márquez. – – Santiago :
RIL editores - Instituto de Historia, Pontificia Universidad
Católica de Chile, 2017.
542 p. ; 23 cm.
ISBN: 978-956-01-0320-8
1 esclavitud. 1. chile-emigración e inmigración-histo-
América en diásporas.
Esclavitudes y migraciones forzadas en Chile
y otras regiones americanas (siglos xvi-xix)
Primera edición: enero de 2017
Sede Santiago:
Los Leones 2258
cp 7511055 Providencia
Santiago de Chile
(56) 22 22 38 100
ril@rileditores.com • www.rileditores.com
Sede Valparaíso:
Cochrane 639, of. 92
cp 2361801 Valparaíso
(56) 32 274 6203
valparaiso@rileditores.com
ISBN 978-956-01-0320-8
Derechos reservados.
Los «colonos polinesios»
en Sudamérica:
La variante chilena en el
tráfico de rapanui a Perú, 1861-1864*
«De los isleños repatriados sobrevive uno que otro en el país, i han
inculcado tal odiosidad a los hijos del Perú, que no tienen estas gentes
mayores enemigos», narró a inicios de 1870 el marino chileno Ignacio
Gana al corresponsal de El Faro Militar, aludiendo a la exclusiva res-
ponsabilidad que en Rapa Nui se endilgaba a los peruanos en el tráfico
de mano de obra1. Gana, al igual que muchos de sus contemporáneos,
limitaba el problema al destino final de los polinésicos, no refiriendo
a los esclavistas que fueron sus captores y vendedores, conformados
estos por un variopinto grupo de capitanes y comerciantes peruanos,
españoles y chilenos que se beneficiaron de tan cuestionado tráfico.
El tema concitó la atención internacional y significó una importante
discusión en torno a la injusticia e invalidez de una práctica que estaba
en franca confrontación con las características asignadas al proceso de
modernización en que se encontraban las sociedades chilena y peruana,
contraviniendo los tratados internacionales firmados por Chile para
prohibir y castigar la esclavitud.
*
La finalización de este artículo fue posible gracias a una estadía postdoctoral en el
Centre de Recherches Historiques de l’Ouest, Rennes (UMR 6258), laboratorio
del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) de Francia, realizada
en el segundo semestre del período 2013/2014, y ha contado con financiamiento
del proyecto NTI 2014 de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Mis agradecimientos a Grant McCall, José Miguel Ramírez, Jimena Obregón,
Ernesto Bohoslavsky, Leopoldo Benavides, Marco Murúa, Antonio Coello, Juan
Carlos Yáñez, Luc Capdevila y Marco Feeley, quienes contribuyeron de diversas
maneras a la realización de este trabajo, aunque la responsabilidad final me
pertenece.
1
«Comunicación hecha por Ignacio Gana a bordo de la corbeta O’Higgins» (15
de febrero de 1870), El Faro Militar (Santiago), 23 de octubre de 1870.
469
Milton Godoy Orellana
2
Aguirre, 1993 y 2005; Saponara, 2005; AA.VV, 2010.
3
Rodríguez Pastor, 2000: 37. Este tema es intensamente abordado por diversos
autores, para el efecto ver Méndez, 1987: 9; Rodríguez Pastor, 1989 y 2000;
Trazegnies, 1994.
4
McCall, 1976; Maude, 1981.
5
McCall, 1976: 95.
6
Maude, 1981: 88; Castro de Mendoza, 1980, I: 254.
470
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
471
Milton Godoy Orellana
472
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
473
Milton Godoy Orellana
25
Saponara, 2005: 218.
26
Morínigo, 1966: 120.
27
Lenz, 1979: 171.
28
«Aviso del vapor Latouche Treville, Rada de Papeete, 22 de febrero de 1863»,
Le Messager de Taiti (Papeete), 26 de febrero de 1863; una reproducción de
este documento en El Comercio (Lima), 1º de mayo de 1863.
29
Cooke, 1899: 712.
30
Thomson, 1891: 461.
474
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
Figura 1
Un retornado entre los suyos: Pakomio Maori Ure Kino
El hombre de pie con sus manos tomadas, que viste camisa oscura y sin sombrero,
es Pakomio Maori Ure Kino, uno de los rapanui sobrevivientes del tráfico, foto-
grafiado a inicios del siglo XX (William J. Thomson, 1866, Plate XIV, Smithsonian
Institution. Gentileza del Museo Sebastián Englert, Rapanui).
475
Milton Godoy Orellana
31
William Taylor Thomson, «Legación Británica» (Santiago, 10 de octubre de
1862), AHMRECh, vol. 24, fj. 45.
32
Polynesian of Honolulu (Honolulu), 14 de marzo de 1863.
33
Edouard Drouyn de L’Huys, «Arrestation de navires peruviens opérant des
recrutements dans les île d’Océania fournises au protectorat de la France, 1862-
1868» (Paris, 11 de diciembre de 1862), ANOM, Caja 42, documento 698, s/f.
(Al igual que en el resto de las citas documentales provenientes de este archivo,
la traducción es mía).
34
Véliz, 1961: 147 y 151.
476
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
477
Milton Godoy Orellana
¿Empresarios esclavistas?
El primer caso –y que posee mayores evidencias documentales– es
el de José Tomás Ramos Font, sobre quien se han realizado dos estu-
dios que refieren marginalmente a la dedicación de este comerciante al
«traslado de colonos» polinésicos, centrándose más bien en el extenso
número de inversiones y propiedades que poseía y los lucrativos nego-
cios que realizó, al mismo tiempo que soslayando su participación en
«esta suerte de tráfico humano», como eufemísticamente le denominó
Juan Eduardo Vargas41. Esta participación en el tráfico decimonónico
fue parte de las grandes contradicciones de este comerciante, pues era
bisnieto por línea materna de una esclava africana42.
Desde su oficina en Santiago, Ramos Font diversificó su accionar
económico en diferentes rubros, entre los que incluyó las inversiones
en transporte, donde ya en 1856 había concentrado un importante
número de barcos de su propiedad que circulaban por el Pacífico y el
Atlántico. Sus cinco naves desplazaron ese año un total de 1.562 to-
neladas y al año siguiente se les sumó un buque construido en Nueva
York. Esta importante flota se complementaba con una red mercantil
que contaba con oficina central en Santiago y una casa comercial en
39
Marco Maturana, «Respuesta al ministro de Relaciones Exteriores» (Santiago,
15 de mayo de1863), ANH.MM, vol. 928, s/f.
40
Ibidem.
41
Vargas Cariola, 1988; Vargas Cariola y Martínez Rodríguez, 1982: 355-392.
42
Espinosa Moraga, 1984: 69-76.
478
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
43
Maino Prado, 1996: 131.
44
Paz Soldán, 1877. Las dos haciendas azucareras habían sido adquiridas por un
total de 120 mil pesos: Figueroa, 1931: 606.
45
Vargas Cariola, 1988: 253; Benjamín Vicuña Mackenna, «Tráfico de esclavos
bajo bandera chilena», El Mercurio de Valparaíso (Valparaíso), 26 de abril de
1882.
46
«Del inglés coolie, y este del hindi kul». En la India, China y otros países de
Oriente, trabajador o criado indígena»: Real Academia Española, 1956: 400.
En Perú refería a trabajadores chinos en condiciones laborales de esclavitud que
fueron traídos desde Asia, desde 1849, como mano de obra barata: Contreras
y Cueto, 1999: 115-116.
479
Milton Godoy Orellana
Figura 2
«Vista a vuelo de pájaro. Hacienda de Pátapo,
20 de diciembre de 1870»
Figura 3
«Rancherías de chinos. Hacienda de Pátapo, 20 de diciembre de 1870»
480
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
47
«Convenio José Tomas Ramos, Francisco Sieverts y otro» (Valparaíso, 30 de
octubre de 1871), ANA.NV, vol. 166, fjs. 479v-480v; Vargas, 1931: 105.
48
Segall, 1968: 119.
49
Vicuña Mackenna, 1856: 9.
50
El Mercurio de Valparaíso (Valparaíso, 21 de junio de 1871), cit. en Pinto
Vallejos, 1997: 39.
51
Ibidem.
52
«Emigrados chilenos», El Mercurio de Valparaíso (Valparaíso), 4 de marzo de
1862.
481
Milton Godoy Orellana
53
«Peones chilenos en Lambayeque», El Mercurio de Valparaíso (Valparaíso), 11
de marzo de 1862.
54
«Al cónsul de Chile en Lambayeque» (Lima, 28 de enero de 1866), AHMRECh,
vol. 64, fj. 340.
55
«Edmundo Solf al señor Ministro Encargado de Negocios de Chile en Lima»
(Chiclayo, 6 de abril de 1862), AHMRECh, vol. 58, s/f.
56
Juan Herrera, «Correspondencia desde Perú» (Lima, 26 de junio de 1862),
AHMRECh, vol. 58, s/f.
57
«Al cónsul de Chile en Lambayeque» (Lima, 18 de julio de 1862), AHMRECh,
vol. 64, s/f.
482
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
483
Milton Godoy Orellana
62
«Contrata de fletamento entre José Tomás Ramos y Federico Müller» (Valpa-
raíso, 23 de octubre de 1862), ANH.JV, leg. 403, pza. 5, s/f.
63
Ibidem (destacado nuestro).
64
Ibidem.
65
«Pedro Francisco Tapia por don Federico Müller» (Valparaíso, 12 de agosto
de 1864), en Ibid.
66
«Cesar Maass por José Tomás Ramos» (Valparaíso, 30 de julio de 1864), loc.
cit.
484
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
485
Milton Godoy Orellana
69
José Paz Soldán, «Al señor Encargado de Negocios y Cónsul de S. M. el Rey
de Hawaii», El Comercio (Lima), 22 de octubre de 1862.
70
El Mercurio de Valparaíso (Valparaíso), 25 de diciembre de 1862; El Comercio
(Lima), 7 de enero de 1863; El Araucano (Santiago), 18 de abril de 1863.
71
El peruano (Lima), 3 de enero de 1863.
72
El peruano (Lima), 20 de febrero de 1863, 44: 98.
73
El peruano (Lima), 2 de mayo de 1863, 44: 200.
74
El peruano (Lima), 27 de mayo de 1863, 44: 237.
75
El Comercio (Lima), 13 de marzo de 1863 (el destacado es mío).
486
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
487
Milton Godoy Orellana
488
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
como partícipes de este tráfico: Manuel Antonio Tocornal, «Al cónsul de Chile
en el Callao» (Santiago, 10 de diciembre de 1862), AHMRECh, vol. 21-A, s/f.
86
El navío lo había comprado en Perú, en mayo de 1861, bajo el nombre de
Campidoglio, siendo rebautizado como Garibaldi, y vendido nuevamente el 26
de enero de 1863: «Tiburcio Cantuarias al Ministro» (Lima, 5 de diciembre de
1862), ANH.MRE, vol. 115, s/f; «Tiburcio Cantuarias al Ministro» (Callao,
26 de enero de 1863), ANH.MRE, vol. 117, fj. 592; «Manuel A. Tocornal al
cónsul» (Santiago, 10 de febrero de 1863), AHMRECh, vol. 21-A, fj. 279.
87
«Libro de Entrada de buques al Callao», registro del 21 de enero de 1863,
AHMP, vol. 139, s/f.
88
A lo anterior se agrega el hecho de que el cónsul Cantuarias informó a las au-
toridades chilenas que en noviembre de 1862 se había ofrecido por el barco de
Edwards el doble de su valor al contado, para ocuparlo «en el mismo objeto»
–el tráfico de polinésicos–, aunque no se pudo concretar la venta debido a que
no contaba con la autorización del dueño: «Tiburcio Cantuarias al ministro»
(Callao, 26 de noviembre de 1862), ANH.MRE, vol. 115, s/f. Cabe agregar que
la venta del Garibaldi solo se llegó a efectuar cuando se manifestó la condena
de las autoridades chilenas a las naves que usaban el pabellón nacional para
emplearse en la conducción al Perú de indígenas «sacados con engaño» desde
Polinesia, declarando este tráfico como «inicuo ilegal y que traído a juicio sería
declarado tan ilegal como el tráfico de esclavos»: «Marco Maturana al ministro
489
Milton Godoy Orellana
490
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
convenio con ellos que pasarles cabos para que subiesen al buque»92.
Podría haber traído más personas, pero la ruptura de un estanque du-
rante el viaje de ida no le había dejado agua suficiente. Aun contando
con la actitud voluntaria de los isleños para abordar el Bella Margarita
y con inconvenientes tales como la carencia de agua e imposibilidad de
descender a tierra, permaneció tres días a la gira con motivos descono-
cidos, para luego retornar hacia el Callao93.
Otro implicado en el tráfico fue José Cerveró, un catalán avecindado
en Chile desde 1831 hasta su muerte en 1884. Cerveró fue un hombre
público en Valparaíso, ampliamente conocido por su participación
en la fundación de compañías de seguros, bancos y presidente de la
Cámara de Comercio porteña. Su base de negocios era la Casa Cer-
veró, dedicada a la venta de mercaderías consignadas por negociantes
norteamericanos y europeos, y que contaba con varios veleros, ofici-
nas y bodegas en Constitución desde 184094. Entre aquellos navíos se
contaba –en copropiedad con Carlos Dagnino–, el David Thomas, un
barco de 133 toneladas matriculado en Chile en 1857, rematriculado
en 185995, y que en 1862 fue contratado por el irlandés Joseph Byrne
que, recordemos, poseía desde abril de ese año una licencia peruana
92
«Declaración del capitán Hinrichsen» (Callao, 25 de noviembre de 1862), ANH.
MRE, vol. 115, s/f.
93
En una comunicación oficial a su gobierno, el representante chileno en Lima
afirmó que Hinrichsen se aprovechó de la curiosidad de los isleños que subieron
a bordo, «persuadidos sin duda en que más tarde los volverán a sus hogares».
Cantuarias informó, además, que a González y Gálvez cada isleño le significó
una inversión de 25 pesos, vendiéndolos luego en 300 pesos y «obligándolos
(sin entender más idioma que el suyo) a ocho años de servicios». Tan pingüe
negocio reportó a ambos comerciantes una ganancia de cerca de 40.000 pe-
sos, motivo suficiente para preparar inmediatamente una nueva expedición
a Rapa Nui, y que llevó a afirmar al cónsul chileno que «sigue el entusiasmo
por la extracción de indios de las Islas»: «Comunicaciones del cónsul Tiburcio
Cantuarias al Ministro de Relaciones Exteriores de Chile», (Callao, 25 y 26 de
noviembre, y 5 de diciembre de 1862), ANH.MRE, vol. 115, s/f.
94
Maino Prado, 1996: 131. Además, hacia 1860 poseía un conjunto de propiedades
mineras y una fundición cuprífera en el valle de La Ligua, donde además se le
concedieron para su explotación alrededor de 290 hectáreas: cf. AA.VV., 1907:
33-38. Como se aseguró a su muerte, «no hubo ninguna asociación comercial,
industrial o financiera en la que no tuviera su colocación, ya fuere como pre-
sidente o director»: «El señor Don José Cerveró», El Mercurio de Valparaíso
(Valparaíso), 24 de junio de 1884.
95
«Arqueo del David Thomas» (Santiago, 21 de julio de 1857), ANH.MM, vol.
96, s/f; «Matrícula del David Thomas» (Valparaíso, 27 de agosto de 1859),
ANH.MM, vol. 143, s/f.
491
Milton Godoy Orellana
96
«Carta de súbdito inglés al cónsul Británico» (Valparaíso, 9 de octubre de 1862),
AHMRECh, vol. 24, fj. 46.
97
«Carta del Cónsul Británico a Manuel Antonio Tocornal» (Valparaíso, 9 de
octubre de 1862), AHMRECh, vol. 24, fj. 45.
98
Esta situación se habría debido a un castigo impuesto después de varar en la
barra de Constitución, por lo que no contaba con autorización para continuar
usando el pabellón nacional: «Comunicación del Ministro de Marina Marcos
Maturana» (Santiago, 14 de octubre de 1862), ANH.MM, vol. 28, s/f.
99
«Registro de naves de más de 150 toneladas ingresadas a Perú en 1862» (Callao,
15 de febrero de 1863), ANH.MM, vol. 117, fj. 584.
100
«El ministro Tocornal a los cónsules en el Callao, Melbourne, y Sídney» (San-
tiago, 30 de octubre de 1862), AHMRECh, vol. 21-A, s/f.
101
«Marcos Maturana al Ministro de Relaciones Exteriores de Chile» (Santiago,
14 de octubre de 1862), ANH.MM, vol. 928, s/f.
492
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
102
«El ministro Tocornal a los cónsules en el Callao, Melbourne, y Sídney» (San-
tiago, 30 de octubre de 1862), loc. cit.
103
«Declaración del marino Pablo Gamero ante el cónsul chileno» (Callao, 17 de
noviembre de 1862), ANH.MRE, vol. 115 s/f.
104
Maino Prado, 1996: 49.
105
«Tiburcio Cantuarias al Ministro de Relaciones exteriores» (Callao, 20 de enero
de 1863), ANH.MRE, vol. 117, s/f.
493
Milton Godoy Orellana
Figura 4
Ejemplares de contratos a «colonos»
106
«Contrata de emigración de las islas de Oceanía» (Ester [sic], 20 diciembre de
1862), ANH.MRE, vol. 117, fj. 591 (Fig.4).
494
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
107
Servicio Diplomático y Consular de Chile, 1862 [1860]: art. 115.
108
«Tiburcio Cantuarias al Ministro de Marina» (Callao, 15 de enero de 1863),
ANH.MM, vol. 117, fj. 587.
109
«Tiburcio Cantuarias al Ministro de Marina» (Callao, 10 de febrero de 1863),
ANH.MM. vol. 117, fj. 595.
110
«Tiburcio Cantuarias al Ministro de Marina» (Callao, 11 de marzo de 1863),
ANH.MM, vol. 117, fj. 599.
111
«Tiburcio Cantuarias al Ministro de Marina» (Callao, 5 de junio de 1863),
ANH.MM, vol. 117, fj. 607.
112
«Tiburcio Cantuarias al Ministro de Marina» (Callao, febrero de 1863), ANH.
MM, vol. 117, fj. 595.
113
Castro de Mendoza, 1980: 255.
114
«A Tiburcio Cantuarias, Cónsul de Chile en el Callao» (Santiago, 16 de marzo
de 1864), AHMRECh, vol. 27-A, fj. 92.
115
«A su excelencia señor Drouyn de Lhuys, Ministro de Relaciones Exteriores»
(Santiago, 3 de octubre de 1863), ADLC, Consulado General de Francia en
Santiago de Chile, correspondencia comercial, vol. 9, fj. 302v.
495
Milton Godoy Orellana
enérgica del gobierno por evitar toda participación, bajo pabellón chi-
leno, del tráfico de indígenas polinésicos»116.
Las naves chilenas indicadas, más un número mayor de barcos
peruanos, españoles y algunos pocos de banderas aún no especificadas
–entre los que se ha sindicado a mexicanos y franceses–, realizaron in-
cursiones a las islas polinésicas para conseguir trabajadores destinados
a las haciendas peruanas. Por cierto, de todas ellas, la que presentaba
más exposición a las batidas esclavistas fue Rapa Nui, principalmente
por su mayor cercanía al continente. A estas condiciones geográficas, se
agregaba la desprotección de sus habitantes por carecer inicialmente de
capacidad de respuesta frente a estas expediciones debido a la actitud
pacifista que mostraron en su relación con las tripulaciones, actitud que
solo se revirtió luego del momento de violencia máxima que protago-
nizaron los esclavistas a fines de diciembre de 1862.
116
Ibidem.
117
Métraux, 1940: 34.
118
Ibidem.
119
Maude, 1981: 13.
120
Thomson, 1891: 453.
121
Latorre, 2001: 131-132.
496
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
122
«Interrogatoire du nommé Georges S. Nichols, charpentier» (Papeete, 21 de
febrero de 1863), Le Messager de Taiti (Papeete), 28 de febrero de 1863: 39.
123
«Interrogatoire du jeune Manuragui, de Île de Pâque (qui était retenu de force
a bord du Cora)», Ibid: 38.
497
Milton Godoy Orellana
este capitán «que se hallaba junto a mí, habiendo apercibido a dos bajo
de él, en una quebradita, les intimó en español y por señas que viniesen
donde él»; pero en vista de que los isleños huyeron, mató a ambos124.
Estos hechos se corroboran en la declaración de Georges Nichols
–un carpintero de Massachusetts que desertó del Guillermo– realizada
en Tahití a mediados de febrero de 1863 ante la comisión francesa que
investigaba estos delitos125; se trata, por lo demás, de un testimonio
coincidente con el informe que había presentado pocos días antes el
cónsul Cantuarias al ministro de Relaciones Exteriores chileno, Manuel
Tocornal. Preocupado por la participación de naves nacionales, Cantua-
rias había solicitado información a aquellos capitanes que impunemente
retornaban al Callao para vender a los isleños capturados en subastas
públicas. Sus gestiones tuvieron como resultado la narración verbal –y
a través de intérprete– que hizo el ya citado capitán Juan Sasuátegui, y
que permite reconstruir el resto de aquella jornada en Rapa Nui.
Según los datos recibidos por Cantuarias, la violencia desatada
durante ese día no solo se ejerció contra los isleños sino que también
entre los propios capitanes de los barcos esclavistas, al disputarse la
apropiación de hombres, mujeres y niños. Así aconteció con la tripula-
ción de las embarcaciones peruanas Rosa Patricia, José Castro, Hermosa
Dolores y de la nave española Rosa Carmen, quienes repelieron a mano
armada al barco chileno Elisa Mason, obligándole a abandonar la
isla con los indígenas que había alcanzado a capturar y para proceder
posteriormente a perseguir a los nativos que habían logrado internarse
tierra adentro,
124
Le Messager de Taiti (Papeete), 28 de febrero de 1863: 38.
125
«Interrogatoire du nommé Georges S. Nichols…», loc. cit.
498
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
126
«El cónsul en Lima Tiburcio Cantuarias al Ministro de Relaciones Exteriores
de Chile» (Callao, 5 de febrero de 1863), ANH.MRE, vol. 117, fj. 592. La
verosimilitud de la narración se confirma con la exacta ubicación en latitud y
longitud de Rapa Nui.
127
«Interrogatoire du nommé Georges S. Nichols…», loc. cit.
128
Ibidem.
129
Ibidem.
499
Milton Godoy Orellana
Un epílogo mortal
Para iniciar un balance del tema, es interesante observar que al
analizar los contratos supuestamente presentados a los polinésicos,
estos contienen similares cláusulas y características que los contratos
usados para el traslado de chinos al Perú, aunque es sabido que estos
no siempre se respetaron, configurando un tipo de explotación laboral
con signos claros de esclavitud y que conllevaba una larga expoliación
por el tiempo que los contratos determinaban. Esta realidad se hace
mayormente clara en el caso de los habitantes de la Polinesia, quienes
enfrentaron el fraude de los supuestos contratos en una lengua que
no conocían y cuya lectura –de haberse realizado– fue hecha por los
personajes menos indicados para transparentar el acto.
Por otra parte, la individualización de los implicados en el tráfico
de esclavos rapanui se torna dificultosa por cuanto la identificación de
los barcos, sus dueños o arrendatarios se entrampa debido al frecuente
cambio de bandera y nombre de las naves, impidiendo un seguimiento
documental eficiente. Como hemos visto, esta práctica incluso impidió
que las autoridades de la época identificaran totalmente a los implicados.
También resulta problemático determinar la isla en la cual se captu-
raron los «colonos», puesto que los traficantes alteraban los nombres
de los lugares para evitar las posibles reclamaciones de las naciones
que tenían o se sentían con derechos sobre ese territorio. Como discutí
anteriormente para el caso de Rapa Nui, destaca que algunas islas ca-
recían de nombre occidental o poseían diferentes denominaciones que
obedecían a nomenclaturas asignadas por los capitanes de los barcos que
participaban en el tráfico para despistar a sus eventuales perseguidores.
130
«Interrogatoire du nommé Robert Fletchers, ancíen cuisinier à bord du Guil-
lermo», Le Messager de Taiti (Papeete), 28 de febrero de 1863: 39.
131
«Interrogatoire du nommé Jammes Connor, marin», Ibid: 40.
500
Los «colonos polinesios» en Sudamérica
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Al respecto, Cantuarias escribía con información respectiva a «que ahora un
mes poco más o menos se ha despachado en Caldera uno de nuestros buques
con destino a la Polinesia y que este debe venir aquí con Colonos, desearía se
me remitieran, o se me diga si llegado el caso bastara solo mi aviso»: «Tiburcio
Cantuarias al ministro Tocornal» (Callao, 20 de abril de 1863), ANH.MRE,
vol. 117, s/f.
133
«Aviso del vapor Latouche Treville, Rada de Papeete, 22 de Febrero de 1863»,
Le Messager de Taiti (Papeete), 26 de febrero de 1863.
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Estos conflictos tuvieron como resultado, entre otros, la práctica de refugiarse
en cavernas o islotes aledaños y el inicio del abatimiento de los moai, en algún
momento de los años que mediaron entre la expedición de Roggeveen (1722)
y la de Cook (1774): Bahn y Flenley, 2011: 251-252.
135
Mulloy, 1980: 17-30.
136
Thomson, 1891: 472 (traducción nuestra).
137
Métraux, 1950: 100.
138
Foerster, 2012: 61.
139
Harris, 1981: 124, 125.
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afirma que en 1872 «las personas mayores, una vez numerosas, han sido
diezmadas por toda una serie de trastornos y desastres»140; fenómenos
que habrían afectado de manera importante a los descendientes de la
antigua aristocracia y a los sabios de la sociedad rapanui141. Proba-
blemente, el impacto fue muy alto, pero claramente no definitivo. De
hecho, otras islas sufrieron duros embates sobre su población, como el
caso de Nukulaelae, isla del grupo Mitchell, lugar «que más ha sufrido
durante la visita de esclavistas peruanos en 1863» –según los Annales
hydrographiques de 1871– y donde a esa fecha apenas sobrevivirían
unos noventa habitantes142.
Ahora bien, no obstante los problemas metodológicos para cuan-
tificar el monto de personas capturadas y para determinar las islas de
procedencia, en Perú se ha discutido en torno a un número de polinesios
capturados entre 1862 y 1863 que fluctúa entre 4.300 –provista por
Cecilia Méndez– y 2.816 –anotados por Mario Castro de Mendoza–;
cifra esta última que es considerada la más exacta, puesto que este
investigador alcanzó a precisar el número de trasladados para el 83%
de los 30 barcos implicados en el tráfico del período143; y si conside-
ramos dentro de la cifra entregada por Castro de Mendoza los 1.675
rapanui que habrían sido trasladados por esos mismos años –según las
condiciones que hemos revisado a lo largo del texto–144, sería posible
aventurar que estos isleños pudieron haber representado casi el 60%
del total de polinesios desplazados al Perú, aunque esta cifra es solo
tentativa y, por supuesto, requiere ser revisada.
Más difícil aún es establecer un porcentaje o número de los de-
vueltos a Rapa Nui y las demás islas. Por cierto, el drama del retorno
no fue menor debido a que los polinésicos eran abandonados en cual-
quier isla o porque –como se sospechaba– hubo capitanes que, una
vez en altamar, botaban por la borda a los trasladados, por lo que en
determinado momento se decidió embarcar a un oficial de la marina
peruana que actuaba como veedor en el proceso de devolución145. Pero
140
Loti, 2006 [1872]: 34.
141
Ramírez, 2008: 108.
142
AA.VV., 1871: 238.
143
Cf. Rodríguez Pastor, 1987.
144
Edwards Eastman, «Historia de la Isla de Pascua…», ANH.FV, vol. 1042, op.
cit.
145
Por esta razón se comisionó en cada nave a un oficial de la Marina de Guerra
del Perú, quien actuaba como la autoridad encargada de verificar la devolución
de los polinésicos a sus respectivas islas. Para un ejemplo ver «Al Ministro de
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Documentación manuscrita
ADLC, Archives Diplomatiques de La Courneuve (Paris, Francia): Consu-
lado General de Francia en Santiago de Chile, correspondencia
comercial: vol. 9.
AHMP, Archivo Histórico de la Marina del Perú (Lima): vol. 139, caja P5
(sobre 10: Capitanía de Paita) y caja C12 (sobres 99 y 100: Capi-
tanía del Callao).
AHMRECh, Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores de
Chile (Santiago de Chile): vols. 21-A, 24, 27-A, 54, 58, 64.
ANA.NV, Archivo Nacional de la Administración (Santiago de Chile),
Notariales de Valparaíso: vol. 166.
ANH.JV, Archivo Nacional Histórico (Santiago de Chile), Judicial de
Valparaíso: leg. 403.
ANH.MM, Archivo Nacional Histórico (Santiago de Chile), Ministerio de
Marina: vols. 28, 96, 143, 928.
ANH.MRE, Archivo Nacional Histórico (Santiago de Chile), Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile: vols. 115 y 117.
ANH.FV, Archivo Nacional Histórico (Santiago de Chile), Varios: vol. 1042.
ANOM, Archives Nationales d’Outre-Mer (Aix-en-Provence, Francia):
Caja 42.
SOASL.ASC, School of Oriental and African Studies Library (Londres),
Archives and Special Collections: CWM/LMS/South Seas/Incoming
correspondence/ Box 29.
149
Englert, 2004: 123.
150
Edwards Eastman, «Historia de la Isla de Pascua…», loc. cit.
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Periódicos
El Araucano (Santiago), 1863.
El Comercio (Lima), 1862 y 1863.
El Faro Militar (Santiago), 1870.
El Mercurio de Valparaíso (Valparaíso), 1862 y 1884.
El Peruano (Lima), 1862 y 1863.
Le Messager de Taiti. Journal Officiel des Établissements Français de
l’Océanie (Papeete), 1863.
Polynesian of Honolulu (Honolulu), 1863.
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