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Disolucién de la ciudad tradicional Cuando hablamas de la ciudad tradicional nos refe- rimos a un organismo urbano que se ha ido gestan- do a través de un largo proceso histérico, hasta que dar fijado en una forma que puede representarse en una imagen unitaria, Asi, pues, la ciudad tradi- cional se nos muestra como un hecho perfectamen te abarcable, bomogéneo y cerrado, como un lugar delimitado y auténomo que contiene en su interior los elementos pablicos y privados que garancizan su equilibrio. En la cultura tradicional, lo que no ¢s ciudad, es campo: no existen territorios interme- dios indecisos © indefinidos Lo que a menudo se soslaya al hablar de Ia ciudad tradicional es que esa forma urbana basada en la delimitacién, la homogeneidad y el equilibrio, dejé de caracterizar a las grandes ciudades europeas y norteamericanas en la segunda mitad del siglo xxx En efecto, alli donde se desarrollé una sociedad in- dustrial y un sistema capitalista. avanzado, la ciu- dad tradicional acabé resquebrajindose y disolvign- dose bajo la accién de las profundas convulsiones que la transformacién estructural imponfa a la rea- lidad fisica de las ciudades. La idea de la metrépolis moderna, de la Grossstadt disseccionada por Simmel, esti ya definitivamente consolidada en los primeros afios del sigla xx y las representaciones de esa Gran Ciudad que la culeu- ra de la época nos ofrece poco tienen ya que ver con la imagen del mundo preindustrial. Peasemes, por ejemplo, en la novela Manhattan Transfer de John Dos Passos, publieada en 1925 o en la serie de paisajes urbanos pintados por Mario Sironi en tre 1919 y 1920. Lo que a través de esas y otras muchas obras de la cultura moderna se percibe es, precisamente, la disolucién de aquel orden estable en el que la cindad tradicional se asentaba y la emer gencia imparable de un complejo sistema de vecto- res que pugnan por afirmar las trazas de una nueva realidad urbana. John Dos Passos describe Nueva York como una matafia inextricable de situaciones ambientadas en un escenario fulgurante, noctueno y febril y yusta: pone miiltiples destellos ¢ imagenes, como si se pro- pusiera secomponer un mosaico con los trozos dis- persos de une figura rota en mil pedazos. En las pinturas de Mario Sironi, la ciudad se describe a través de algunos objetos espectrales que exhiben su discontinuidad y su aiskamiento. Una vez mis, Ja indeterminacion, ta heterogeneidad y la fragmenta- cidn se presentan como los rasgos definitorios de la realidad urbana ea. gestaci6n, Son muchos los sintomas que inducen a desestimar como inexacta Ia afirmacién de que las propucstas urbanas del Movimiento Moderno hayan propicia do Ia liquidaeién de la ciudad tradicional. En reali- dad, la ciudad con la que se confronta la arquitec- turn del Movimiento Moderno es la ciudad dejada en herencia por el desarrollo industrial ochocentis- ta y no la idflica ciudad tradicional, la cual, en las grandes capirales europeas de principios de siglo, es ya tan sélo un vestigio, Las propuestas moder- ‘as no surgen tanto de una cuptura con respecto a la ciudad tradicional, cuanto de una critica radi- cal a la cindad heredada, la ciudad especulativa ge- nerada por el desarrollo industrial ochacentista, en Ja que muchos de los rasgos que definian a la ciu- dad tradicional habfan ido desapareciendo, 2Cuiles son las modificaciones sustanciales que ex perimenta la estructura urbana a medida que se con- solida Ja ciudad industrial? Fijémonos sobre todo, en dos aspectos: la transformacién de los tipos resi- denciales y el papel de las infraestructuras, En la ciudad tradicional, el tejido arbano estaba compuesto bésicamente por casas unifamiliares. En las civilizaciones clisicas mediterréneas la ciudad se construyé a partir del tipo de la casa patio, una casa introvertida que se vincula a la calle slo a través de la puerta de acceso y que se amalga- ‘ma con las casas contigiias para formar una manza. naa modo de blogue compacto, abuecado por las incisiones de los patios. En la ciudad medieval euro- pea prevalecia la casa gética-mercantil, formada sobre parcela estrecha y profunda con jardin poste- rior, en la que se superpone el habiticulo de la uni- dad familiar con el local para la actividad produc- tiva, convirtiéndose asi la calle en el lugar del inter- cambio y del trabajo. En ambos casos, la casa unifa- miliar era la célula fundamental del tejido urbano. Con la aparicién de la industria se consuma Ia se- paracién entre vivienda y trabajo. La presién de- mogrifica provoca la densificacién en altura y pro- fundidad de los viejos tejidos residenciales. El negocio inmobiliatio se convierte en une actividad econémica de primer orden. Se dan asf todas las condiciones para sustituit masivamente la casa uni familiar por la vivienda colectiva propia de la cit dad industrial. El elemento constitutivo en la for- macién de las ciudades capitales del siglo xmx pasa a ser el bloque urbano 6 manzana, compuesto por edificios residenciales colectivos Vamos ahora a referirnos al tema de las infraes. tructuras. En la ciudad tradicional, calles y edifi- cios son dos entidades inseparables que no pueden concebirse independientemente. La calle nace de las relaciones que entre sf establecen los edificios a 3u vez es el espacio piblico comtin a todos ellos, ‘capaz de disciplinar sus posiciones reciprocas. En cambio, la ciudad industrial, con sus ripidos ritmos de crecimiento y la incorporacién de los nue vvos sistemas de transporte, tiende a concebir el tra zado viatio como un sistema auténemo, como una operacién previa a la instalacién de los edificios Surge asf el concepto urbanistico de infraestructura que transforma cuantitativa y cualitativamente el concepta de calle y genera mecanismos de gestién del suelo urbanio desconocidos hasta entonces, ‘Ast pues, en su definicién mas esquemitica, Ia ciu- dad industrial ochocentista se compone de infraes- Ercolno, Plats geet els exeavacane, Prine Paras de cases pate Visa de Brlona iedados oe 90 sta de Reins, gor hast

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