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Toda historia es un ejercicio trunco de memoria. A los inevitables olvidos, interpretaciones, baches
documentales y muchos otros más, se suma algunas veces la tergiversación. Pero algo es evidente
al final del ejercicio: la historia es fundamental, así sea para reescribirla.
Con esta advertencia, vaya este rápido repaso por los hitos en estos 60 años de creación de la Caja
de Compensación Familiar COMFAMILIAR Risaralda, nacida apenas tres años después de que
surgiera la primera Caja de este tipo en Colombia: Comfama, en Antioquia, surgida en 1954, a su
vez con antecedentes en el subsidio que concedió Ferrocarriles de Antioquia a sus empleados en
diciembre de 1951.
Al amparo del decreto 118 de 1957, sancionado por el entonces presidente, general Gustavo Rojas
Pinilla, surge el sistema de subsidio familiar, con 43 cajas en funcionamiento en la actualidad, pero
con una particularidad visionaria en lo que respecta a Risaralda: la suma de esfuerzos para no
duplicarse en la conformación de varias cajas regionales. Los gremios, liderados por la Andi, se
sumaron sin división alguna y haciendo alarde de esta visión característica de ciudad con futuro,
debido a que Pereira era el segundo municipio en importancia del entonces departamento de
Caldas.
Pereira era en ese momento uno de los municipios receptores de desplazados por la llamada
Violencia que asoló a los campos colombianos desde mediados de la década del 40 de ese siglo.
Miles de personas llegaban en busca de oportunidades perdidas en sus lugares de origen. Este
hecho, falto incluso de un mayor análisis en los estudios historiográficos, reconfiguró el pequeño
poblado y lo sorprendió con la aparición de decenas de barriadas pobres y gentes honestas que
andaban en busca de una oportunidad laboral en la entonces pujante industria local.
Para 1957, según el Departamento de Investigaciones Económicas, Pereira contaba con 157.200
habitantes, casi 6.000 más que Manizales, la capital del antiguo Caldas. Desde un principio la labor
de la Caja actuó en consonancia con una realidad muy compleja en lo social, donde los subsidios y
demás servicios subsanaron de alguna forma el desequilibrio social en una ciudad que crecía de
manera desmedida y en un Departamento que se gestaba con firmeza.
Pensada en las oficinas de la Andi seccional, COMFAMILIAR muy pronto se trasladó para una sede
en arrendamiento, en la calle 18 con carrera 7ª. Desde allí despachaba Eduardo Valencia Arboleda,
quien asumió la dirección administrativa entre 1957 y 1962. Fue un tiempo de muchas afiliaciones
de empresas, apoyado en buena medida en Guillermo Ángel Ramírez, entonces gerente de la Andi.
A él lo sucedió Carlos Agudelo C., quien estuvo en el cargo solo durante el año 1963, alcanzando a
crear el primer reglamento interno para los pocos empleados con los cuales se contaba en la
nómina de la Caja.
Las riendas fueron asumidas en diciembre de 1963 por Luis Eduardo Baena Arboleda, quien
durante 21 años marcó la manera de dirigir la entidad. Con un estilo afable, siempre abierto a la
escucha y dispuesto a dar oportunidades a los jóvenes que recién se formaban, su presencia marcó
a varias generaciones que vieron en su figura no a un jefe, más bien a un cómplice inspirador de
afecto y valores, marcando así una ruta de hacer y dirigir, patrocinadora a su vez de un concepto
que aún permanece: la Caja es un segundo hogar, una familia que acoge a sus empleados con
prodigalidad, pero también con el aliento firme para alcanzar la excelencia en todos los campos.
Como anécdota cabe decir que a su cargo de director administrativo sumó los simultáneos de
contador y secretario general, siempre pensando en la austeridad. Adquirió los terrenos que
ocupan las actuales sedes de la carrera quinta, Dosquebradas, Circunvalar, Cuba, Jardín y Obrero,
además del actual parque recreacional Consotá.
Para 1984 asume Maurier Valencia Hernández, quien había ingresado a COMFAMILIAR en 1976. Su
dirección administrativa ha estado enfocada en el afianzamiento de la Caja como primera Entidad
Social del Departamento, con notable influencia en la vida social y económica de la región. Ha
ocupado, entre otros cargos, la presidencia y vicepresidencia de la Asociación Nacional de Cajas de
Compensación Familiar –Asocajas, que agrupa a 36 de las 43 Cajas existentes–. Ingeniero industrial
de la Universidad Tecnológica de Pereira, Valencia Hernández sumó las virtudes humanas de su
antecesor, de quien fue subdirector de Mercadeo y luego Financiero, a la capacidad pragmática
originada en su profesión. Su administración ha tenido la marca de vigilancia y actuar en
concordancia con los mercados, que en una Caja de Compensación como esta obedece a la
detección oportuna de las necesidades y expectativas de todos los beneficiarios, mediante
diferentes realizaciones en los campos educativo, de salud, capacitación, deporte, cultura y
recreación. El nacimiento y fortaleza actual de la Clínica, sumado a la creación de la Fundación
Universitaria, son dos de sus logros más recientes en un desempeño profesional digno de exaltar y
que ha dejado una huella profunda en la entidad.
Como se afirma en el libro “Reflexiones sobre el subsidio familiar”, escrito por Álvaro José Cobo
Soto, Presidente Ejecutivo de Asocajas, la desigualdad de nuestra sociedad, que lleva a Colombia a
ocupar el tercer lugar en ese vergonzoso escalafón internacional, hace que la labor de la Cajas de
Compensación, hoy más que nunca, deba ser defendida de manera irrestricta por todos los
sectores sociales, ante la evidente efectividad del sistema en la oferta de oportunidades antes
inimaginables para amplios sectores poblaciones por tradición vulnerados. "La inequidad es la
causa de los males sociales… ¡Todos somos importantes!", afirmó el Papa Francisco en su reciente
visita a nuestro país.
Este escenario abre espacios insospechados en los cuales la Cajas de Compensación de seguro han
adquirido papel protagónico debido a su experticia, alta credibilidad y saberes acumulados en las
tareas de intervención social en grupos poblacionales vulnerados. De este modo, el país encuentra
un aliado para la “reconstrucción social y la generación de oportunidades equitativas”, mediante la
creación de posibilidades de trabajo decente que impidan el retorno de esta población a las tareas
ilegales que en el pasado tuvieron como agentes desestabilizadores.
En cuanto a la Protección Social, es uno de los campos en los cuales más se presenta progresividad
en sus beneficios, al permitir a las personas con menores ingresos económicos acceder a
prestaciones económicas tendientes a garantizar su mínimo vital. Esta progresividad tiene una
doble connotación: por una parte, hace referencia a la imposibilidad de adoptar medidas
regresivas tendientes a retirar o desmejorar prestaciones del Sistema de Seguridad Social y, por
otra parte, tiene estrecha relación con el principio de universalidad, al otorgar cada vez más
prestaciones a mayor cantidad de personas.
Para Cobo Soto, “las Cajas de Compensación Familiar deben responder a las necesidades de la
sociedad a la cual dirigen sus prestaciones, adaptándose a los cambios económicos para hacer
sostenible su funcionamiento, reconocer el contexto político en el cual se desenvuelve y dar
respuestas oportunas, económicas y culturales a nuestro país”.
En el cumplimiento de estas iniciativas se han dado ya pasos muy valiosos, como la creación del
Mecanismo de Protección Cesante que beneficia a 240.000 personas más, recibimiento de más de
736.000 trabajadoras del servicio doméstico, 1.600.000 pensionados, 75.000 madres comunitarias
y más de 1.400.000 trabajadores por semanas. Todo esto suma más de 4.000.000 de personas que
junto con sus familias disfrutan de los amplios beneficios que ofrecen las Cajas de Compensación
Familiar.
Sumado a esa función, las Cajas tienen un papel protagónico como apoyo en formación
empresarial, emprendimiento, alianza estratégica, financiamiento y afianzamiento de cada una de
las entidades que acompaña.
Las Cajas de Compensación abordan campos de acción diversos que benefician a la población
trabajadora, entre los cuales cabe destacar los siguientes: vivienda de interés social, salud
subsidiada y contributiva, educación formal y educación continua, recreación y turismo,
capacitación para el empleo, crédito de fomento, mercadeo social, atención integral para la niñez,
cuidado del adulto mayor, Jornada Escolar Complementaria y agencias de empleo.
“Históricamente, las Cajas de Compensación han sido aliadas del Gobierno Nacional y han
permitido avanzar en la formulación e implementación de políticas económicas y sociales, gracias a
su gestión eficiente, responsable y sostenible, por lo tanto, es indispensable respetar dicha
institucionalidad y los recursos que nutren este sistema evitando su destinación o utilización para
diversas finalidades, muchas de las cuales se apartan de su naturaleza y razón de ser, afectando a la
clase trabajadora colombiana y a sus familias”, comenta Cobo Soto.
*Con información del libro “Reflexiones sobre el subsidio familiar” de Álvaro José Cobo Soto.
DESTACADOS
50.272 hogares beneficiados del subsidio familiar de vivienda durante el año 2016 por un valor
cercano a los 866 mil millones de pesos.