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Memoria de un feliz encuentro

Una historia abreviada de la Caja Compensación Familiar COMFAMILIAR Risaralda, perteneciente a


la Asociación Nacional de Cajas de Compensación Familiar –Asocajas–, cuyos alcances y
propuestas en los actuales decisivos momentos que vive Colombia se dan a conocer en sus puntos
más destacados.

Toda historia es un ejercicio trunco de memoria. A los inevitables olvidos, interpretaciones, baches
documentales y muchos otros más, se suma algunas veces la tergiversación. Pero algo es evidente
al final del ejercicio: la historia es fundamental, así sea para reescribirla.

Con esta advertencia, vaya este rápido repaso por los hitos en estos 60 años de creación de la Caja
de Compensación Familiar COMFAMILIAR Risaralda, nacida apenas tres años después de que
surgiera la primera Caja de este tipo en Colombia: Comfama, en Antioquia, surgida en 1954, a su
vez con antecedentes en el subsidio que concedió Ferrocarriles de Antioquia a sus empleados en
diciembre de 1951.

En la apertura de COMFAMILIAR Risaralda –octubre de 1957– brillaron nombres de ciudadanos


comprometidos como Eduardo Valencia Arboleda, primer director administrativo ad-honorem,
Guillermo Ángel Ramírez, Gonzalo Vallejo Restrepo, Gustavo De la Pava, Apolinar Mejía G., Daniel
Gómez Arbeláez, César Sánchez, Pablo Velásquez U., Roberto Deval, Murton Mackenzie, Hans
Wollstein y Gabriel Cano Grillo, quienes en una muy feliz coincidencia habían suscrito el acta de
fundación el 15 de julio del mismo año. Incluso, si se analiza con detenimiento, en esta gesta
participaron varios de los protagonistas de la creación del Departamento de Risaralda, 10 años
después.

Al amparo del decreto 118 de 1957, sancionado por el entonces presidente, general Gustavo Rojas
Pinilla, surge el sistema de subsidio familiar, con 43 cajas en funcionamiento en la actualidad, pero
con una particularidad visionaria en lo que respecta a Risaralda: la suma de esfuerzos para no
duplicarse en la conformación de varias cajas regionales. Los gremios, liderados por la Andi, se
sumaron sin división alguna y haciendo alarde de esta visión característica de ciudad con futuro,
debido a que Pereira era el segundo municipio en importancia del entonces departamento de
Caldas.

Pereira era en ese momento uno de los municipios receptores de desplazados por la llamada
Violencia que asoló a los campos colombianos desde mediados de la década del 40 de ese siglo.
Miles de personas llegaban en busca de oportunidades perdidas en sus lugares de origen. Este
hecho, falto incluso de un mayor análisis en los estudios historiográficos, reconfiguró el pequeño
poblado y lo sorprendió con la aparición de decenas de barriadas pobres y gentes honestas que
andaban en busca de una oportunidad laboral en la entonces pujante industria local.

Para 1957, según el Departamento de Investigaciones Económicas, Pereira contaba con 157.200
habitantes, casi 6.000 más que Manizales, la capital del antiguo Caldas. Desde un principio la labor
de la Caja actuó en consonancia con una realidad muy compleja en lo social, donde los subsidios y
demás servicios subsanaron de alguna forma el desequilibrio social en una ciudad que crecía de
manera desmedida y en un Departamento que se gestaba con firmeza.

Directivos que dejaron huella

Pensada en las oficinas de la Andi seccional, COMFAMILIAR muy pronto se trasladó para una sede
en arrendamiento, en la calle 18 con carrera 7ª. Desde allí despachaba Eduardo Valencia Arboleda,
quien asumió la dirección administrativa entre 1957 y 1962. Fue un tiempo de muchas afiliaciones
de empresas, apoyado en buena medida en Guillermo Ángel Ramírez, entonces gerente de la Andi.

A él lo sucedió Carlos Agudelo C., quien estuvo en el cargo solo durante el año 1963, alcanzando a
crear el primer reglamento interno para los pocos empleados con los cuales se contaba en la
nómina de la Caja.

Las riendas fueron asumidas en diciembre de 1963 por Luis Eduardo Baena Arboleda, quien
durante 21 años marcó la manera de dirigir la entidad. Con un estilo afable, siempre abierto a la
escucha y dispuesto a dar oportunidades a los jóvenes que recién se formaban, su presencia marcó
a varias generaciones que vieron en su figura no a un jefe, más bien a un cómplice inspirador de
afecto y valores, marcando así una ruta de hacer y dirigir, patrocinadora a su vez de un concepto
que aún permanece: la Caja es un segundo hogar, una familia que acoge a sus empleados con
prodigalidad, pero también con el aliento firme para alcanzar la excelencia en todos los campos.
Como anécdota cabe decir que a su cargo de director administrativo sumó los simultáneos de
contador y secretario general, siempre pensando en la austeridad. Adquirió los terrenos que
ocupan las actuales sedes de la carrera quinta, Dosquebradas, Circunvalar, Cuba, Jardín y Obrero,
además del actual parque recreacional Consotá.

Para 1984 asume Maurier Valencia Hernández, quien había ingresado a COMFAMILIAR en 1976. Su
dirección administrativa ha estado enfocada en el afianzamiento de la Caja como primera Entidad
Social del Departamento, con notable influencia en la vida social y económica de la región. Ha
ocupado, entre otros cargos, la presidencia y vicepresidencia de la Asociación Nacional de Cajas de
Compensación Familiar –Asocajas, que agrupa a 36 de las 43 Cajas existentes–. Ingeniero industrial
de la Universidad Tecnológica de Pereira, Valencia Hernández sumó las virtudes humanas de su
antecesor, de quien fue subdirector de Mercadeo y luego Financiero, a la capacidad pragmática
originada en su profesión. Su administración ha tenido la marca de vigilancia y actuar en
concordancia con los mercados, que en una Caja de Compensación como esta obedece a la
detección oportuna de las necesidades y expectativas de todos los beneficiarios, mediante
diferentes realizaciones en los campos educativo, de salud, capacitación, deporte, cultura y
recreación. El nacimiento y fortaleza actual de la Clínica, sumado a la creación de la Fundación
Universitaria, son dos de sus logros más recientes en un desempeño profesional digno de exaltar y
que ha dejado una huella profunda en la entidad.

Equidad para la gente*

Como se afirma en el libro “Reflexiones sobre el subsidio familiar”, escrito por Álvaro José Cobo
Soto, Presidente Ejecutivo de Asocajas, la desigualdad de nuestra sociedad, que lleva a Colombia a
ocupar el tercer lugar en ese vergonzoso escalafón internacional, hace que la labor de la Cajas de
Compensación, hoy más que nunca, deba ser defendida de manera irrestricta por todos los
sectores sociales, ante la evidente efectividad del sistema en la oferta de oportunidades antes
inimaginables para amplios sectores poblaciones por tradición vulnerados. "La inequidad es la
causa de los males sociales… ¡Todos somos importantes!", afirmó el Papa Francisco en su reciente
visita a nuestro país.

La equidad es una preocupación de Asocajas, destacando su importancia para la construcción de


un nuevo modelo social, pensando en un otro país que pretende reconciliarse para definir
senderos conjuntos y dialogados con el fin de construir otros escenarios posibles de civilidad. El
sistema pretende aliviar las brechas sociales existentes, lo cual exige el fortalecimiento del actual
esquema.

Esta situación de inequidad, originada en multiplicidad de factores tanto sociales como


económicos y demográficos, es un campo de acción urgente para el Estado colombiano, mucho
más en la presente etapa de posacuerdo y negociación con otros actores armados, lo que se
espera incida –tal y como se ha visto– en la disminución de varios delitos graves y en el
afianzamiento de una sociedad más justa. “Las Cajas de Compensación coinciden con el Gobierno
Nacional en que la paz solo se logra mediante la consolidación de estructuras sociales que
permitan el fortalecimiento de los valores de la sociedad colombiana y que impidan la generación
de cimientos para nuevas guerras”, manifiesta Cobo Soto.

Este escenario abre espacios insospechados en los cuales la Cajas de Compensación de seguro han
adquirido papel protagónico debido a su experticia, alta credibilidad y saberes acumulados en las
tareas de intervención social en grupos poblacionales vulnerados. De este modo, el país encuentra
un aliado para la “reconstrucción social y la generación de oportunidades equitativas”, mediante la
creación de posibilidades de trabajo decente que impidan el retorno de esta población a las tareas
ilegales que en el pasado tuvieron como agentes desestabilizadores.

En cuanto a la Protección Social, es uno de los campos en los cuales más se presenta progresividad
en sus beneficios, al permitir a las personas con menores ingresos económicos acceder a
prestaciones económicas tendientes a garantizar su mínimo vital. Esta progresividad tiene una
doble connotación: por una parte, hace referencia a la imposibilidad de adoptar medidas
regresivas tendientes a retirar o desmejorar prestaciones del Sistema de Seguridad Social y, por
otra parte, tiene estrecha relación con el principio de universalidad, al otorgar cada vez más
prestaciones a mayor cantidad de personas.

El Sistema de Subsidio Familiar constituye un modelo social sostenible, eficiente, indispensable


para la inclusión social y la equidad. El norte no debe ser, entonces, restringir la disposición de
unos recursos que han venido siendo administrados por el Sistema de Subsidio Familiar, que a la
luz de la jurisprudencia constitucional pertenecen al sector trabajo, que no son del Estado ni aun
de estas mismas instituciones, ni quitar la independencia en el uso de los mismos, ni convertir una
prestación social en foco de intervención estatal, sino generar los cimientos para la consolidación
de bases fuertes que permitan el fortalecimiento de estos dineros como un patrimonio construido
para los trabajadores colombianos.

Para Cobo Soto, “las Cajas de Compensación Familiar deben responder a las necesidades de la
sociedad a la cual dirigen sus prestaciones, adaptándose a los cambios económicos para hacer
sostenible su funcionamiento, reconocer el contexto político en el cual se desenvuelve y dar
respuestas oportunas, económicas y culturales a nuestro país”.

Para lograrlo, se ha enfatizado en el aumento de la cobertura, la cual desde el 2005 ha


incrementado 10 por ciento, con proyección de otro aumento más del 5 por ciento para el 2020,
enfocados en la universalización del servicio.

En el cumplimiento de estas iniciativas se han dado ya pasos muy valiosos, como la creación del
Mecanismo de Protección Cesante que beneficia a 240.000 personas más, recibimiento de más de
736.000 trabajadoras del servicio doméstico, 1.600.000 pensionados, 75.000 madres comunitarias
y más de 1.400.000 trabajadores por semanas. Todo esto suma más de 4.000.000 de personas que
junto con sus familias disfrutan de los amplios beneficios que ofrecen las Cajas de Compensación
Familiar.

Las Cajas de Compensación Familiar fueron concebidas como herramientas destacadas de la


Responsabilidad Social Empresarial (RSE), en un momento histórico en el cual lejos estaba de
concebirse tal concepto. Labor que, además, cuenta con amplio reconocimiento social y goza de la
mayor credibilidad en un país en el cual las instituciones tradicionales están fracturadas en este
aspecto.

Sumado a esa función, las Cajas tienen un papel protagónico como apoyo en formación
empresarial, emprendimiento, alianza estratégica, financiamiento y afianzamiento de cada una de
las entidades que acompaña.

Las Cajas de Compensación abordan campos de acción diversos que benefician a la población
trabajadora, entre los cuales cabe destacar los siguientes: vivienda de interés social, salud
subsidiada y contributiva, educación formal y educación continua, recreación y turismo,
capacitación para el empleo, crédito de fomento, mercadeo social, atención integral para la niñez,
cuidado del adulto mayor, Jornada Escolar Complementaria y agencias de empleo.

“Históricamente, las Cajas de Compensación han sido aliadas del Gobierno Nacional y han
permitido avanzar en la formulación e implementación de políticas económicas y sociales, gracias a
su gestión eficiente, responsable y sostenible, por lo tanto, es indispensable respetar dicha
institucionalidad y los recursos que nutren este sistema evitando su destinación o utilización para
diversas finalidades, muchas de las cuales se apartan de su naturaleza y razón de ser, afectando a la
clase trabajadora colombiana y a sus familias”, comenta Cobo Soto.

Con el sigilo, la ponderación y el respeto debidos, el sistema se pone a disposición de lo que el


proceso de reconciliación nacional demande, en cada una de sus etapas, especialmente en las
responsabilidades que surgen en el recién iniciado periodo de posacuerdo.

*Con información del libro “Reflexiones sobre el subsidio familiar” de Álvaro José Cobo Soto.
DESTACADOS

50.272 hogares beneficiados del subsidio familiar de vivienda durante el año 2016 por un valor
cercano a los 866 mil millones de pesos.

Con el sigilo, la ponderación y el respeto debidos, el sistema se pone a disposición de lo que el


proceso de reconciliación nacional demande, en cada una de sus etapas, especialmente en las
responsabilidades que surgen en el recién iniciado periodo de posacuerdo.

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