34 Anertes J. Penona
problemas de comprensién con dicha categoria y continua
presuponiéndola subrepticiamente; sigue pensando que hay
que cambiar unas estructuras que oprimen a las mujeres gua
mujeres, pero no conczeta en qué consisten ni cusles son esas
estructuras. Por ejemplo, reclama de auevo une lucha orga~
nizada de las mujeres no a titulo individual, sino a través de
organizaciones civiles con ef objeto de desmoncar lx opasi
cién a ERA, y considera que en esa lucha conjunta deben
participar todas las mujeres (y los varones dispuestos a elfo)
al margen de raza, clase o ideologia, pues encuentra que esa
sla Gnica manera de que hagan valer su fuerza. Sin em-
bargo, no ansliza qué razones podia haber detris de la opo-
sicion a ERA, y sin andlisis de ese tipo se conocen mal las
situaciones y se evaliian mal las posibilidades de éxito de de-
terminados cursos de accién politica. Por todo ello y para
coneluir, cabe afiadir que en el feminismo de B. Friedan late
un problema de asimetria entre la potencia de sus propues-
tas précticas, la brillantez de ciertos diagnssticos y el corto
alcance de sus andlisis tedricos: al ser subrepticia la teoria y
estar poco desarrollada, la préctica queda oscurecida,
Brauocraria
Pateoan, B., La méiica dela feminidad, Madrid, Vicar, 1974.
— La segunda fase, Barcelona, Plaza y Janés, 1983.
— La fuente de le edad, Barcelona, Planeta, 1994.
= Lei fermmes tla recherche d'une quatriéme dimension, Patis, Edi-
ttois Denoél, 1969.
— Life so Far. A Memoir, New York, Simon & Schuster, 2000.
Ewsensreiy, Z., The radical Future of liberal Feminism, Nueva
York y Londses, Long Man, 1981.
Inccnn, A., Reminise Politics and buman Nature, Totowa, NJ,
Rowman and Allan Held, 1983.
Roweorian, Sh., Murdo de hombre, conciencia de mujer, Madrid,
‘Debate, Tribuna Feminista, 197.
Tons, R., Feminist Thought, London, Routledge, 1992.
2
LO PERSONAL ES POLITICO:
EL SURGIMIENTO
DEL FEMINISMO RADICAL
Alicia H. Puleo1, OrIGEN ¥ PRINCIPALES RASGOS
DEL FEMINISMO RADICAL
«Lo personal sigue sigade politico, La ferninista del
huevo milenio no puede dejar de ser conscente de que la
‘apresion se ejerce en y a través de sus relaciones més inti-
as, empezando por la més intima de todas: la elacién con
«1 propio cuerpor', Con estas palabras, Germaine Greer, una
de las teministas mas lefdas en todo et mundo, subraya Ta
necesidad de retornar a una de las convicciones mis pro~
fiundas y revolucionarias de un movimiento de liberacién,
que ha cambiado la faz de las sociedades modernas.
Muchas preguntas formuladas por mujeres audaces hace
nds de treinta aios siguen siendo ajenas a la mayor parte
Wel colectivo femenino: -Nuestros deseos, fantasias, deci-
siones, temores € ideales estéticos sobre el propio cuerpo
nos pertenecen o son el producto de un sistema de relacio-
fies entre los sexos que nos oprime? ¢Otro mundo es posi~
bile, en el que no exista la constante dominacién masculina
que no desaparece (y en ocasiones incluso se incrementa)
entre los idealistas contestatarios, llimense de izquierdas,
okupas 0 antiglobalizacién? Hasta qué punto el conoc
Iiento es neutro y objetivo o ha sido configurado con un
" Germine Gree, ba mur complet, Bulova, Kis, 200, phe
imauicia H. Puts.
7 Aucia H. Pu
seago masculino? zCémo puede conquistarse la verdadera
of _.
serra uevas generaciones tienen, quizd, cada vez mas di-
ficil la tarea de desentratiar la logica de los lazos opresivas
porque Ia tendencia de las sociedades de consumo es acer
eetee alo que he llamado «patriarcado de consentimiento»
tempo que se alejan del modelo coerctivo del antiguo «pa
triareado de coercién»?, La represién es suplantada por una
aparente libertad en la que los propios individuos, en este
‘aso las propias mujeres, se esfuerzan denodadamente por al
cannat las metas prefijadas del sistema (cénones de estética,
Seduccién, éxito, etc.). Ya no se apela a la prohibicién. Basta
fon el consentimiento no informado 0 alienado, el desespe=
ado anhelo que cietra los ojos ante las desventajas del mo=
Gelo preconizado por los medios de comunicacién. Tampoco
se discrimina por sexo en las leyes. Simplemente se deja ac=
tuar la inercia estructural, apenas erosionada por enfatcas
‘liticas de igualdad, no por ello menos necesarias para re=
aaa dectctosos efectos de Ja dobie oonada, del desigul
tstatus y acceso a los recursos de hombres y mujeres, et,
‘Conviene, pues, volver a reflexionar sobre la dimensién’
litica de nuestros cuerpos ¥ nuestras vidas. No por cast»
jad una de las vias de investigaciOn del feminismo radical
de total actualidad es el estudio sobre mujeres y salud del
Colectivo de Mujeres de Boston lamado Nuestros cwerpos
nuestras vidas’.
El feminismo radical,
2 Vease Alicia H. Puleo, «Patriarcador
palabras le sobre Mujer, Estella, ed. Verbo Divino, ‘
Paka por primers ve en os 70, puede consulta I ms
elcion eastellana puesta al dia (Madrid, ed. Plaza y Janés, 2000).
PERSONAL E§ POLiTICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINISMO.
Anostrado Ia critica al racismo, la relacién entre las razas es
politica, la conclusién sera que también lo es la relacién en-
tue los sexos. La emergencia del Black Power como inicio de
as politicas de la identidad en Norteamérica marcé de ma-
ort decisiva la militancia feminista. También en Europa,
Jas teorias que circularon al calos de los movimientos de des~
¢olonizacién fueron muy influyentes (Fanon y Meni, par-
ficularmente). Fn Francia, desde finales de los 60, destacan
4os trabajos pioneros de la feminista radical materialista Co-
Jette Guillaumin sobre la relacién conceptual entre racismo
¥yexismot, Guillaumin, con sus agudos anilisis, se dedies a
tombatir la tendencia tradicional a naturalizar y ontologizar
fos rasgos identitarios que resultan de la relacién dialéctica
ile dominacién. «
En EEUU, cristalizé como resultado de la insatisfacto-
fit respuesta dada a las reivindicaciones feministas de las
inilitances en el Movement, nombre que recibian dos orga~
fiizaciones: SNCC (Students Nonviolent Coordinating Com-
mittee), agrapacién antirracista fundada por estudiantes ne
os y blancos en 1960) y SDS (Students for a Democratic
iviety), fundada en ef mismo afio por demécratas, social-
lemécratas y anticomunistas que privilegiaban el anilisis de
{Ih dominacién psicolégica y cultural sobre el de 1a explota~
fain econdmica. En ambas organizaciones, las mujeres ha~
ban conseguido tener una experiencia politica pero termi
fuaron encontrando los mismos prejuicios y Ia inmemorial
Alvision del trabajo que los jovenes daban por superados en
(ules circulos contestatarios. La ruptura entre los sexos se
{ploduce de forma clara en 1967, durante la National Confe-
“ Se trata de una autora que no ha sido traducida al castellano, Para
Wrvultar una compilacion de estos escrtos, véase Guuillaumin, Colette,
Pci, Proe and eae, Londesy Nu York, Rowe, 1995
et ler a esta pensadora en su propio idioma, vease C. Guilaumin,
Wis, Race ¢ Pratigue du Powveir. Lidée de Nature, Pass, . Coté-fem-
Ins, 1992.