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TRIBUNAL DE GESTION ASOCIADA-CUARTO

PODER JUDICIAL MENDOZA

FS.254
CUIJ: 13-00656935-2
(012020-220489)
TISSERA, EMILCE EVA Y OTS. C/ DIRECCION GENERAL DE ESCUELAS, DE LA PROVINCIA
DE MENDOZA S/ D. Y P. (ACCIDENTE DE TRÁNSITO)
*10657036*

Mendoza; 28 de Junio de 2019.-

Y VISTOS:
Estos autos llamados a resolver, de los que,

RESULTA:
I.- A fs. 9/13 se presenta el Dr. Daniel A. Bertone, en nombre y repersentación de la Sra.
Emilce Eva Tissera quien comparece por si, y por su hijo menor Ángel Francisco Siota, e interpone
demanda de daños y perjuicios contra Dirección General de Escuelas.-
Relata que el día 26 de Noviembre de 2010, el menor Francisco Siota, quien cursaba
séptimo grado del turno tarde en la escuela 1-358 Islas Malvinas, dentro del horario escolar a las
16.00hs aproximadamente sufrió un grave accidente, cuando se encontraba en el horario de
recreo jugando al fútbol junto a otros compañeros en el patio de la escuela.
Explica que mientras realizaba tal actividad el menor es embestido por otros alumnos, lo
que provoco que éste cayera violentamente al suelo sufriendo lesiones.
Entiende que el accidente narrado solo pudo tener lugar frente a la ausencia absoluta
en el momento y en el lugar del siniestro de personal docente o no docente de la misma escuela
que vigilara las actividades de los niños, y que seguramente hubiera impedido que el grupo de
menores practicara actividades con riesgo para su físico, ya que precisamente se tipo de juegos de
contacto podría causarles daño, como de hecho ocurrió.
Agrega que debido a que el cupo de cobertura médica del centro asistencial que atiende
el colegio se encontraba agotado, se le brindo una elemental asistencia en el mismo
establecimiento escolar. Pese a que el niño se encontraba con la muñeca fracturada. Por lo que
posteriormente fue trasladado por su progenitora a la Clínica Las Heras donde ese le prestó la
debida atención y se corroboro la fractura del epífis distal de radio izquierdo y se procedió a
enyesar lo y brindarle las prestaciones médicas necesarias.
Reclama la suma de $31.800 comprensivo de los rubros de incapacidad, daño moral,
gastos médicos y tratamiento psicoterapéutico.
Funda en derecho y ofrece prueba.
II.-Conferido el traslado, a fs. 31/37 se presenta la da. Noemí Lujan Correa, por
Dirección General de Escuelas de la Provincia de Mendoza y contesta demanda.
Manifiesta que los hechos no ocurrieron en la forma que los expone el accionante, en su
escrito de demanda.
Que el menor Francisco Siota, el día 26 de Noviembre de 2010, se encontraba en el
patio del establecimiento, durante el primer recreo, bajo la vigilancia y contralor del personal
docente asignado, cuando cae al suelo y se dobla la muñeca izquierda. Que inmediatamente es
atendido por personal del establecimiento y se brindan los primeros auxilios. Simultáneamente
se comunica con los padres del menor, asistiendo su madre quien decide trasladarlo a la Clínica
Las Heras, para ser atendido por su obra social Osep.
Entiende que el accidente no se produjo porque el actor fuera empujado al piso por otro
compañero y menos aún porque fallo la vigilancia y control del docente a cargo del alumno, es
decir por la negligencia de las autoridades educativas. Ello así, conforme surge del Acta n°
61/2010, en fecha 3 de junio de 2010, se realiza una jornada institucional en el establecimiento
educativo g se propone organizar la jornada escolar por módulos con dos recreos.
Agrega que había 6 docentes al cuidado de los niños en el recreo.
Que si bien existe en cabeza de la DGE un deber de seguridad sobre cuya base se
asienta la responsabilidad objetiva del 1117 del CC, tal deber por sí mismo, no implica que todo y
cualquier daño ocurrido en el ámbito, escolar deba ser directamente, mecánicamente, reparado
por la autoridad escolar.
Impugna los rubros reclamados, ofrece prueba, funda en derecho. -
III.- A fs. 41 se presenta el D. Pedro García Espetxe por Fiscalía de Estado.
IV.- Abierta la causa a prueba a fs. 46, a fs. 64 surge auto de sustanciación de la prueba
por el cual quedan admitidas e incorporada, las siguientes pruebas:
1- INSTRUMENTAL: *oficio Registro del Estado Civil y Capacidad de las personas a fs.
141
*oficio Escuela 1-358 islas Malvinas.

* oficio Clínica Las Heras

2.- PERICIAL: pericial médico legista a fs. 93


Pericial psicológica fs. 158

3.- TESTIMONIAL Sra. Carolina Elizabeth Carballo a fs. 73.-

V.- A fs. 202 se hacer parte el Dr. Miguel Angel Sottile por Dirección General de
Escuelas.-
VI.- A fs. 221 se hace parte el Sr. Ángel Francisco Siota por su propio derecho en virtud
de haber cumplido la mayoría de edad.
VII.- A fs. 223 se ponen los autos en la oficina para alegar, a fs. 237/244, se incorporan
los alegatos de la parte actora y a fs. 245/252 los de la demandada. Fiscalía de Estado no
presenta Alegatos.-
VIII.- A FS. 253 se llaman autos para sentencia.-
CONSIDERANDO:
I.-Aclaración preliminar:
Atento a la entrada en vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación, entiendo
corresponde en primer lugar hacer mención a la normativa que aplicare a fin de resolver la
presente controversia.
En esta tarea tengo en cuenta el criterio doctrinario del Dr. Julio César Rivera que
comparto y sostiene que: “ … Las nuevas leyes, y ello incluye al Código Civil y Comercial, no deben
ser de aplicación para resolver los casos judiciales pendientes; salvo acuerdo de partes; o en
hipótesis excepcionales y siempre que se respete la garantía del debido proceso, lo que comprende
el derecho de alegar y probar sobre los efectos de la nueva ley y que el pronunciamiento final
satisfaga el principio de congruencia”( Rivera, Julio César, “Aplicación del Código Civil y Comercial
a las relaciones preexistentes y a los procesos judiciales en trámite”, La Ley 17/06/2015; cita
Online AR/DOC/1977/2015).
Así pues, entiendo que el principio de aplicación inmediata del nuevo ordenamiento,
contemplado en el art. 7 del CCCN, no es absoluto y debe admitir excepciones – tal como el propio
artículo citado lo hace con los contratos celebrados con anterioridad a la entrada en vigencia del
código- y siempre en pos de proteger otros derechos puesto que, la aplicación inmediata del
derecho “nuevo” debe suponer que se hace sin afectar garantías constitucionales como la defensa
en juicio.
Por lo expuesto y no habiendo tenido las partes -en el presente proceso-, la posibilidad
de probar sobre los efectos de la nueva ley, resolveré la cuestión con la normativa que se
encontraba vigente al tiempo de la interposición de la demanda y durante la tramitación de la
mayor parte del proceso es decir el Código Civil.
Tengo en cuenta además que tanto la doctrina como la jurisprudencia coinciden en
cuanto la responsabilidad civil –cuestión discutida en autos- se rige por la ley vigente al momento
del hecho antijurídico dañoso, es decir al 26 de noviembre de 2010
Este por lo demás, es el criterio recientemente sostenido por uno de nuestros Superiores
Tribunales que dispuso que: “La cuestión debatida en autos será juzgada bajo el amparo del
Código Civil Argentino derogado a partir del día 1 de Agosto próximo pasado, en virtud de la
entrada en vigencia del nuevo código civil y comercial de la nación, aprobado por ley 26.994, por
ser aquel el marco normativo vigente al momento de configurarse los daños cuyo resarcimiento se
reclamó en estos autos” ( CC1, autos N° 115.686/50918 caratulado “Cerezo Cecilia y Ots. c/
Municipalidad de Guaymallén p/ Ds. y Ps.”, fecha 03/08/2015).

II. Hechos controvertidos y no controvertidos por las partes:


En este estado, observo que no se encuentra discutido en autos que el día 26 de
noviembre de 2010 ocurrió un accidente escolar en la escuela 1-358 Islas Malvinas, del que
resultó lesionado el menor Francisco Siota.
Tampoco está discutido que en momentos del recreo cae al piso y se golpea en su mano
izquierda, de lo que se produce una fractura en la misma.
Sin embargo, advierto que no existe acuerdo entre las partes en cuanto a los motivos
que originaron la caída del menor, y la responsabilidad atribuible en el caso en particular.
Teniendo en cuenta este marco, entiendo corresponde analizar en primer la
responsabilidad de el establecimiento educativo, para luego, en el caso de corresponder proceder
a analizar la eximente invocada.-

III. Marco legal.


En primer término, y a los efectos de realizar un análisis ordenado de la cuestión traída
a resolver creo oportuno, previo a todo establecer ciertos conceptos que serán de utilidad a la hora
de decidir la suerte de la demanda planteada en autos.
En esta tarea tengo presente que la reforma operada respecto del art. 1.117 del C.C. por
la ley 24.830, produjo una modificación sustancial al régimen de responsabilidad civil de los
establecimientos educativos (Kemelmajer de Carlucci, Aída, “La res-ponsabilidad civil de los
establecimientos educativos en Argentina después de la Reforma de 1.997 en LL 1.998-B-1.047 y
ss.).
En lo relativo a este tema adhiero plenamente a la doctrina que sostiene que las
modificaciones más relevantes son:
a).- Establecimientos comprendidos: la norma no hace referencia a que tipo de
establecimientos está referida, determinando solo aquellos que están excluidos, es decir los
establecimientos de nivel terciario o universitario. Sin embargo dentro de la línea general de
“establecimientos educativos” a los que se alude la doctrina ha entendido comprendidos no solo
los correspondientes a educación inicial, general, básica y poli modal según la ley 24.195 sino a
todos aquellos supuestos en los que se imparta enseñanza a un menor a través de una
organización empresarial que supone control de una autoridad.
b).- Legitimación sustancial pasiva: la misma se desplaza en el nuevo texto desde los
maestros y directores de colegios, a los propietarios de los mismos; sea que se trate de
establecimientos privados o estatales. Desde la faz activa, la norma regula la responsabilidad por
daños causados o sufridos por alumnos menores, cuando se hallen bajo el control de la autoridad
educativa.
c).- El factor de atribución: en el nuevo régimen pasa de ser la “culpa presumida” – lo que
imponía para exonerarse la prueba de la “no culpa” en cabeza de la demandada- a transformarse
en un factor objetivo, que admite como única eximente: el caso fortuito. A su vez aparece la
obligatoriedad de contratación de seguro, que es otro aspecto que ha introducido la reforma.
Por otro lado, y no menos importante, resulta el hecho de que es posible considerar que, el
nuevo texto, establece un régimen único, que elimina, en el ámbito de aplicación que le es propio,
la distinción entre responsabilidad contractual y extracontractual (véase, para mayores
ampliaciones, entre otros, el fallo “Mattus…”, de la SCJMza, publicado en Revista del Foro de
Cuyo Nro.56, pág.249 y ss.).
El Superior Tribunal de la Provincia se ha pronunciado sosteniendo que la reforma
operada por la ley 24.830 al art. 1.117 del código civil incorporó al ordenamiento la
jurisprudencia dominante anterior a su sanción según la cual, tratándose de daños sufridos por
los alumnos, el deber de reparar del establecimiento educacional surge del incumplimiento de una
obligación de seguridad asumida por su titular (Causa “Matus…”, cit.).
Conforme a este nuevo sistema establecido por la reforma el establecimiento educativo es
garante de todo lo que le sucede el alumno, y de todo lo que hace el alumno, mientras está bajo la
autoridad educativa, salvo la prueba del caso fortuito. La ocurrencia del daño debe producirse
durante una actividad realizada bajo control del establecimiento educativo, es decir que la norma
marca un espacio y un tiempo de producción del hecho dañoso para que surja la responsabilidad,
aunque respecto al tiempo el criterio es flexible por cuanto no se establecen horarios o límites
temporales estrictos para liberar al titular del establecimiento (Cfr. Trigo Represas- López Mesa,
Tratado de la Responsabilidad Civil Tomo III La Ley pág 271).
Ahora bien, tratándose de daños sufridos por los alumnos, el deber de reparar del
establecimiento educacional surge del incumplimiento de una obligación de seguridad asumida
por su titular. Los establecimientos educativos asumen contractualmente, junto con la obligación
principal de prestar educación, una obligación de seguridad, cuyo incumplimiento hace nacer una
responsabilidad directa. (1 CC. Expte.: 43497. Ortiz Mario y otr ambos en rep. de SHM Ortiz
Jonathan Emmanuel c/ DGE P/ DY P-
En cuanto a la eximente de responsabilidad invocada por la demandada, la ley sólo
consagra al caso fortuito. Pese a que la norma menciona sólo esta causal como eximente, esta
expresión debe ser entendida en sentido amplio, comprensiva de todo hecho que se presente como
imprevisible o inevitable, caracteres que puede tener la conducta de la propia víctima, conforme
las circunstancias del caso y, muy especialmente, la edad del menor (cfr. Kemelmajer de Carlucci,
Aída, ob. cit, trabajo publicado en L.L. 1998-B-1047).
En materia de responsabilidad de establecimientos educativos, la carga de la prueba de la
eximente de caso fortuito pesa sobre el propietario del establecimiento y debe ser aplicada
restrictivamente, por tratarse de una excepción a la regla de la responsabilidad objetiva. SCJM,
Sala 1, Expte.: 105679 Torelli Darío Exequiel en n° 218.538/43.913 Torelli, Darío Exequiel c/
DGE del a Prov. de Mendoza p/ D y P. ( con excep Contr. Alq) s/ inc. CAS.
Por último y como elemento que considero relevante en la presente causa, corresponde
tener presente que, tratándose de una responsabilidad de tipo objetiva, como la contemplada en
la norma que aquí se analiza -art 1117 del Código Civil-, es necesario la existencia de una
relación de causalidad que la justifique. Lo que hace surgir este tipo de responsabilidad, no es la
conducta negligente del responsable, sino el evento ocurrido en el ámbito de aplicación de la
norma. Dicho evento, no sólo debe ser invocado por la víctima, sino que además debe probarse
plenamente su producción, pudiendo la contraria liberarse sólo mediante la prueba del caso
fortuito.
De todo lo hasta aquí expuesto puedo sostener que si bien la ley presume la
responsabilidad de los establecimientos educativos por los daños que sufran los alumnos dentro
del establecimiento y durante el tiempo en el que están bajo su autoridad, esta presunción no es
absoluta y puede ser desvirtuada si la demandada prueba la existencia de caso fortuito.
Ahora bien, trasladando las reglas precedentemente mencionadas al caso en concreto,
tengo claro que el día 26 de noviembre de 2010 en la escuela Islas Malvinas, durante el primer
recreo el entonces menor Francisco Siota cayó al piso y se dobló la muñeca.
Que se llamó a la progenitora del menor y la misma lo llevo a la Clínica Las Heras para
que fuera atendido donde se le diagnostica fx de eífisis distal de radio izquierdo (ver fs 205).-
Si bien, la demandada al contestar no invoca el caso fortuito como una eximente
específicamente, de los dichos veritos en la contestación se infiere esto. Así manifiesta al
presentar los alegatos que la responsabilidad objetiva del art 1117 del CC, tal deber por sí mismo
no implica que todo y cualquier daño ocurrido en el ámbito escolar deba ser directamente
mecánicamente reparado por la autoridad escolar. Reconoce que existe una obligación por parte
de la DGE fundada en el deber de seguridad asumido al recibir de los padres la guarda y cuidado
de sus hijos menores, pero que tal obligación no puede ser más amplia o gravosa que la que pesa
sobre los padres.
Manifiesta que cabe preguntarse su tal sucesión de eventos, -el entiende que es la
conducta del menor la que provoca la caída- entran en el curso normal de los acontecimientos.
Que entonces se debe formular la siguiente pregunta, es previsible para una maestra que un
alumno pueda caerse en horas de recreo? si, pero si es evitable, la respuesta es no, ya que
entiende que el único modo es que durante todo el periodo que los alumnos están en la escuela
hasta que son retirado, las maestras atiendan simultáneamente a todos y cada uno de sus
alumnos.
En primer lugar, analizando la eximente y en concordancia con la doctrina previamente
citada, entiendo que no es imprevisible que en un establecimiento donde se encuentran niños,
estos corran, o jueguen o se golpeen, y todo ello puede ser evitado.
Para ello, se deben imponer programas que eviten, o tiendan a evitar aquellas actividades,
donde se pueda ver en riesgo la salud o integridad de los menores. El actor manifiesta que
estaban jugando a la pelota –aunque por parte de la demandada se niega esto y se aduce que se
cae solo al suelo.
No existiendo prueba de los dichos de las partes, puedo observar, que la caída no se debe
a un desmayo, sino que o se encontraba corriendo solo y tropezó o estaba realizando algún juego
en grupo. Sea cual sea la situación, se encontraba realizando una actividad de la cual podía caer,
y lesionarse, tal y como psucedió.
El presupuesto de la eximente del caso fortuito ha sido receptado en casos donde el evento
es realmente extraordinario e imposible imaginarse que pudiera ocurrir en un establecimiento
escolar.-
Es por lo expuesto que considero que probados que ocurrió el accidente en el
establecimiento educativo, que el niño protagonizó el accidente, que del mismo sufrió lesiones y
que la eximente de responsabilidad invocada –caso fortuito- no debe prosperar por no revestir los
caracteres propios necesarios, corresponde responsabilizar al establecimiento educativo Islas
Malvinas 1-358 por el accidente sufrido por el menor Francisco Siota en virtud de los establecido
por el art. 1117 CC y avocarse al análisis de los rubros reclamados.-
III.- Los daños:
Acreditados entonces los presupuestos del deber de reparar, corresponde analizar la
existencia -o no- de los daños reclamados, la prueba de los mismos y su magnitud, a fin de
determinar si corresponde -o no- admitir los diversos rubros reclamados.
Nuestro Código Civil da al daño resarcible una significación concreta y limitada más
precisa que en lenguaje común pues significa el menoscabo de valores económicos o
patrimoniales en ciertas condiciones (daño material, art. 1068) o bien en hipótesis particulares la
lesión al honor o las afecciones legítimas de carácter extrapatrimonial (daño moral, arts. 522 y
1078 C. Civ.). Como bien enseña Zavala de González, el daño patrimonial es siempre una
consecuencia de la disminución patrimonial (daño emergente) o la falta de aumento de ese
conjunto de bienes con valor pecuniario (lucro cesante) y por lo tanto el daño patrimonial se
configura como un resultado económico y no en la preexistente lesión del derecho o del interés
que genera ese resultado, entendiendo de esta manera que el daño patrimonial provendrá de la
lesión de un interés económico vinculado con la preservación de un bien patrimonial o
extrapatrimonial, pero la lesión del interés no es el daño sino solo su causa generadora. (Quinta
Cámara Civil, autos N° 10637 "González, Dora c/ Hertlein, Elba p/ D. y P., 23/04/2008).
A fin de lograr una mayor claridad en el análisis, trataré en forme individual cada uno de
los rubros reclamados.

* Incapacidad sobreviniente
En primer lugar recuerdo que “La incapacidad sobreviniente constituye un daño
patrimonial, tanto actual como futuro, porque se reduce la aptitud del hombre para producir
recursos y su potencialidad económica como medio para producir recursos y para procurar la
subsistencia y el bienestar, ensombreciéndose la situación actual de la víctima y sus perspectivas
de futuro. Para graduar la cuantía de la indemnización por incapacidad sobreviniente, no sólo se
debe valorar lo que la incapacidad impide presuntamente percibir durante el lapso de vida útil, sino
también la disminución de las posibilidades, edad de la víctima, cultura y profesión, estado físico,
sexo…”(Lopez Mesa Marcelo J. ob.cit. p. 650).
En este sentido comparto el criterio doctrinario sostenido por nuestros tribunales que : "El
juzgador debe sopesar en concreto, jurídicamente, como se proyecta o gravita esa incapacidad en la
situación específica del afectado. Como señala la Dra Matilde Zavala de González, lo que ocurre es
que los médicos califican la incapacidad de manera genérica y abstracta y los jueces el modo o
intensidad con que aquella trasciende en la esfera productiva…En tal sentido -agrega- puede haber
una incapacidad médicamente parcial, y no obstante existir una incidencia aminorante completa
desde el punto de vista jurídico y a la inversa…”; (Cámara 3ª de Apelaciones, Civil, Comercial,
Minas, Paz y Tributario, "Lumaca Pedro Juan c/Víctor Hugo Díaz y ot. p/ D.y P., 27/09/95, L.S.
73- 145).
También nuestro Superior Tribunal se ha referido al respecto y ha sostenido que: "La
doctrina de esta Sala se ha inclinado hacia la fijación prudencial del monto del resarcimiento, a
través de la ponderación de todas las variables de incidencia, sin descartar ninguno de los métodos
tradicionales utilizados como baremos o parámetros de determinación, siendo la única limitación, el
resultado irrazonable a que pueda conducir, en el caso particular, la implementación a todo trance
de cualquiera de ellos" (S.C.J.Mza.,autos “Belgrano S. Coop. de Seguros y Ots. en J: 104.267/520;
Cerutti Olguín Adrián Rubén c/ José M. Capel y Ots p/ D. y P. s/ Inconst. y Cas. 16/3/95; LS
254-149).
El actor manifiesta que conforme a las certificaciones médicas sufrió fractura de epífisis
distal de radio izquierdo, el que le ha generado hiperestesia, pérdida de fuerza de mano
izquierda.-
De las pruebas rendidas en autos, resulta de suma importancia lo manifestado por el
perito Jorge Alejandro Godoy a fs 93, en la cual atento al examen realizado establece que el
mismo posee un 14% de incapacidad debido a las lesiones que posee, las cuales coinciden con las
manifestadas por el mismo demandado.
Así, del acta del colegio acompañada por ambas partes, se desprende que efectivamente producto
de la caída el entonces menor se golpeó su mano izquierda-
Del oficio contestado por la Clínica Las Heras a fs 205, se constata la lesión denunciada

Valoraré entonces que el menor tenía sólo 13 años al momento del accidente, que el perito
ha constatado que las lesiones sufridas en el accidente le han dejado secuelas incapacitantes de
un 14%, con la que tendrá que “convivir” el niño a lo largo de toda su vida, que si bien se solicitó
la suma de $21.000, al momento de alegar se solicitó se procediera a estimar y reajustar
prudentemente el monto reclamado.
Teniendo así en cuenta los montos arrojados por las fórmulas Vuotto y Mendez, y
principalmente el tiempo transcurrido *-9 años- desde el hecho, es que considero como justo y
equitativo admitir este rubro por la suma de PESOS QUINIENTOS MIL ($500.000) monto fijado al
momento del dictado de la presente, (art.90 inc.7°, CPC)..

* Gastos médicos
Entiendo resulta oportuno referir, en el análisis de este rubro, que tal como lo he sostenido
en casos anteriores, comparto la doctrina y jurisprudencia que sostiene que este tipo de
erogaciones no requieren ser fehacientemente probadas por las dificultades existentes para
guardar facturas, recibos, tickets de farmacia, etc., en la medida en que fluyan de alguna otra
circunstancia relevante del material probatorio incorporado en la causa la razonabilidad del
reclamo (Comentario art. 1086 C.C., Kemelmajer de Carlucci, A. en “Código Civil Comentado” cit.,
pág. 213; LL 1999-E-35).-
Tengo presente además que aún cuando la víctima de un daño haya sido atendida en un
establecimiento asistencial público o posea obra social, puede admitirse una suma en concepto de
atención médica y de farmacia, pues es notorio que existen gastos que deben ser solventados por
el paciente y de los que incluso puede no tenerse comprobante de pago alguno, sea porque no se
lo suministraron o porque no los solicitó o incluso no los conservó. Así si bien puede no contarse
con prueba documental de la erogación, el resarcimiento es viable, debiendo guardar
concordancia con la lesión, la afección ó la enfermedad. (Cuarta Cámara Civil LS 159 - 073).
Dentro de este rubro los progenitores del menor reclaman la suma de $1000 a lo que se
agrega los gastos que demandarían un probable tratamiento psicológico.
Ahora bien, teniendo en cuenta lo expuesto en los párrafos precedentes, llego a la
conclusión de que el rubro debe prosperar pero sólo parcialmente, en tanto no corresponde incluir
los gastos que solicita por el costo de terapia psicológica puesto que como bien informa la perito
en cuestión el menor no necesita tratamiento alguno.
Tal como se desprende de la instrumental acompañada, el menor tuvo que ser atendida en
el hospital, enyesado, se le recetan los calmantes, diclofenac o ibuprofeno conforme surgieran los
dolores.
Entiendo asimismo que debido a las lesiones debe haber incurrido en otras
erogaciones también, por lo que el rubro debe prosperar por la suma de PESOS MIL ($1000)
monto que es calculado a la fecha de la interposición de la demanda. Si bien tengo presente que
solicita el actor el aumento del monto, no encuentro sustento apara lo referido, por cuanto la
suma es fijada al momento de interponer sentencia. (art. 90 inc. 7 del C.P.C.). –

* Daño moral

Se reclama por este rubro la suma de $5.000 Entiende asi que el menor a la fecha del
accidente, tenía 13 años de edad y se encontraba en plena niñez. Que el hecho de haber tenido un
yeso durante 40 días, reposo y demás, deben haber resultado por demás incomodos para el
menor.
Adhiero al criterio doctrinario y jurisprudencial que caracteriza como “resarcitoria” la
naturaleza del daño moral, considerando que la reparación pecuniaria de sufrimientos físicos y
de padecimientos espirituales es, en definitiva, una imperfecta compensación de una
mortificación psicofísica con una suma de dinero destinada a dar satisfacciones a la víctima que
la ayuden a sobrellevar aquellos aspectos negativos que el hecho dañoso ha dejado en su vida de
modo permanente o no (Orgaz, Alfredo, El daño resarcible, Marcos Lerner- Editora Córdoba, Bs.
As., 1980, pág. 212).
Así, la jurisprudencia se pronuncia sosteniendo que: "El daño o agravio moral es aquel
que, en lo más íntimo de su ser, padece quien ha sido lastimado en sus afecciones legítimas y que
se traduce en dolores y padecimientos personales". (LL.1982 C 508 Sec. Jurisp. agrup., caso
4673) y que "La indemnización por daño moral tiende a reparar la privación o disminución de
aquellos bienes que tienen un valor precipuo en la vida del hombre y que son la paz, la
tranquilidad del espíritu, la libertad individual, la integridad física, el honor y los demás
sagrados afectos" (LL 1979 C 114; JA 979 III 421; Ed. 83 473; JA 983 I 271; LL. 1982 D 415,
etc.).
En términos generales el daño moral constituye aquella especie de agravio implicado por la
violación de alguno de los derechos inherentes a la personalidad; o sea, de esos derechos
subjetivos que protegen como bien jurídico, las facultades o presupuestos de la personalidad: la
paz, la tranquilidad de espíritu, la libertad individual, la integridad física, etc., todo lo cual se
resume en el concepto de "seguridad personal", y el honor, honra, sagrados afectos, etc., o sea en
una palabra las "afecciones legítimas" a que se refería el Art. 1078 del Cód. Civil, antes de la
reforma introducida por la ley 17.711.
En cuanto a la determinación de sumas indemnizatorias en concepto de daño moral se
sabe que el Juez no está sujeto a reglas fijas. Su reconocimiento y cuantía depende del arbitrio
judicial, para lo cual basta la certeza de que ha existido, sin que sea necesaria otra precisión. (Art.
90 inc. 7º del C.P.C.).
Nuestra jurisprudencia ha resuelto que "no es menester la prueba concreta del daño moral
cuando existen lesiones corporales". (Cuarta Cámara Civil Fallo del 04/10/1994, Expte. 110.599
"Sardi Marcela del C. y ot. c/Orlando Gregorio Aciar p/Daños y Perjuicios" - LS 131:321).
Además de ello se ha sostenido que "la prueba del daño moral es "in re ipsa", por lo que su
existencia no necesita de acreditación alguna. Empero, dicha existencia debe inferirse
naturalmente de las circunstancias del caso." (Cámara de Apelaciones Civil, Comercial, Laboral y
de Paz Letrada de Curuzú Cuatiá, 1998/06/18, "Omaechevarría, Rubén H. c. Avalos, Edgar N.
y/u otros", LLLitoral, 1998-2 pág. 385); y que "el daño moral es de difícil cuantificación
económica, dado que las perturbaciones anímicas que-dan en el fuero íntimo del damnificado; sin
embargo, la magnitud del hecho y la índole de las lesiones constituyen elementos objetivos que
permiten determinar una cantidad indemnizatoria". (Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil,
sala M, 1997/10/15, "González, Nora M. c. Pinto, Alvaro J.", LL 1997 F, 953).
Estos precedentes me permiten concluir que para acreditar el daño moral no es necesaria
la prueba objetiva de un determinado padecimiento; basta con que se acrediten las circunstancias
en las cuales, según las reglas de la vida constatables por la experiencia común, el contenido de
aquél es una consecuencia normal del evento dañoso.
Si bien tengo presente que la perito psicóloga, no manifiesta que exista alguna
incapacidad, o trauma posterior, lo que en este punto en particular se trata de indemnizar es el
daño sufrido en su aspecto personal, así como todos los inconvenientes que ello le resulto, sin
dejar de tener en miras lo dicho por la perito psicóloga.
Advierto en este punto, que al momento de alegar se ha solicitado se revea este punto a fin
de actualizarlo, pór lo que considero justo y equitativo fijar la indemnización por la suma de
PESOS CINCUENTA MIL ($50.000), (arts. 1078 del C.Civil, 90 inc. 7 y 179 del C.P.C.), monto que
se fija a la fecha de este pronunciamiento.

IV. Intereses.
Pues bien, de lo expuesto y atendiendo la realidad económica que ha atravesado nuestro país,
entiendo que de aplicarse la ley 7198, se estaría violando el derecho del actor a obtener una
compensación justa por la mora –pues la tasa que dicha norma contempla es excesivamente
exigua en comparación con la inflación. -
Por otro lado, no resulta desconocido que la tasa aplicable a partir del 1 de agosto
de 2015 serán los intereses que dispone el art. 768 inc. c) del Código Civil y Comercial de la
Nación, por ello deberá aplicarse la tasa que fijen las reglamentaciones del Banco Central de la
República. Si bien esta tasa aún no ha sido establecida, estimo que hasta tanto esto ocurra
resulta aplicable la Tasa Activa del Banco de la Nación Argentina.
Por todo lo expresado y en lo que respecta a los rubros que se consideran
procedentes y que han sido cuantificados a la fecha de la presente sentencia, resulta ajustado a
derecho disponer que, al capital de condena se le deben adicionar los intereses previstos por la ley
4087 desde el momento del hecho (26/11/2010) y hasta el día 01/02/2019 y, a partir de allí, se
aplicará la tasa para la línea de préstamos personales del Banco de la Nación Argentina,
denominados “Libre Destino” a 36 meses hasta el efectivo pago, los que ordena su art. 1° (interés
moratorio equivalente a la evolución de la serie de la Unidad de Valor Adquisitivo (U.V.A.) que
publica el Banco Central de la República Argentina).
En cuanto a los rubros que se consideran procedentes y que han sido cuantificados a la
fecha del hecho (26/11/2010), se le deben adicionar los intereses de la tasa activa cartera
general nominal anual vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina (T.N.A.), haciendo
aplicación de lo resuelto por la S.C.JM. en el plenario “Aguirre” (in re Expte. 93.319, “Aguirre,
Humberto por sí y por su hijo menor en J: 146.708/39.618 Aguirre Humberto c./ OSEP p./ Ejec.
Sentencia s./ Inc. Cas.”; del 28 de mayo del 2.009) hasta el 30/10/2.017 fecha en la que resulta
de aplicación lo dispuesto por la Suprema Corte de Justicia de Mendoza en fallo plenario dictado
en autos n° 13-00845768-3/1, “Citibank N.A. en J: 28.144 ‘Lencinas, Mariano c/Citibank N.A. p/
despido’ p/Rec. Ext. de Inconst-Casación”, es decir, la tasa de interés para la línea de préstamos
personales del Banco de la Nación Argentina, denominados “Libre Destino”, a 36 meses, hasta el
01/01/2.018 inclusive, y a partir del día siguiente (02/01/2018) en adelante la prevista en la ley
9.041 art. 1, primer párrafo, es decir, los equivalentes a la evolución de la serie de la Unidad de
Valor Adquisitivo (U.V.A.) que publica el Banco Central de la República Argentina
(B.C.R.A.).

VI. Costas: Atento como ha quedado resuelta la cuestión, las costas deberán ser
soportadas por la demandada por resultar vencida (art. 35 y 36 inc. I C.P.C.).
Atento la solución a la que se arriba las mismas deben ser impuestas a la parte
demandada (art. 35 y 36 CPCyT).
Finalmente, en relación a los profesionales de la parte demandada, conforme
lo establecido por la ley 5.394/89, art.1, en su parte pertinente dispone: "El
Asesor de Gobierno, los abogados auxiliares de la Asesoría de Gobierno; el Fiscal
de Estado, los abogados auxiliares de la fiscalía de estado; los abogados del
estado provincial, municipal, entidades autárquicas, empresas del estado, el
escribano general de gobierno y el adscripto; los procuradores y escribanos del
estado provincial y municipal, entidades autárquicas y empresas del estado no
tendrán derecho a cobrar honorarios a la Provincia, municipalidades, entidades
autárquicas y empresas del Estado, y solo podrán percibir de la parte contraria,
cuando esta fuera vencida en costas, los honorarios regula-dos en la sentencia o
cuando estos sean a cargo de terceros conforme a la correspondiente ley de
aranceles; y siempre que haya quedado satisfecho totalmente el crédito del fisco y
finalizada la gestión encomendada. La prohibición precedente regirá cualesquiera
sea la situación del profesional respecto al ente estatal condenado en costas y al
sentido que tuviera la condena...."

En aplicación de la normativa ut supra, no corresponde regular honorarios profesionales a


favor de los letrados de la parte demandada por su actuación en estos autos.

Por lo que,

RESUELVO:
I.- Hacer lugar a la demanda instaurada en contra de la demandada Dirección General de
Escuelas y en consecuencia condenar a esta última a fin de que abonen a ÁNGEL FRANCISCO
SIOTA la suma de PESOS QUINIENTOS CINCUENTA Y UN MIL ($ 551.000.-) en el plazo de DIEZ
DIAS de quedar firme la presente con más los intereses establecidos en considerando VI y hasta la
fecha de su efectivo pago.-
II.- Imponer las costas a la demandada por resultar vencida.-

III.- Regular los honorarios profesionales de los Dres. Del Dr. DANIEL A BERTONE (mat
4323) en la suma de PESOS VEINTISIETE MIL QUINIENTOS CINCUENTA ($27.550), del Dr. JOSÉ
PABLO MIRANDA (mat 7525) en la suma de PESOS CUARENTA Y NUEVE MIL QUINIENTOS
NOVENTA ($49.590), y de la Dra. MARÍA VERÓNICA GONZÁLEZ CASALE (mat 5512) en la suma

de PESOS DIECISÉIS MIL QUINIENTOS TREINTA ($16.530), por la parte actora.-

IV. - Regular los honorarios de la perito psicóloga, MARÍA TERESA SACCONE en la suma
de PESOS QUINCE MIL y al perito médico, Dr. Jorge Alberto Godoy en la suma de PESOS
QUINCE MIL (art. 1255 CcyCN y art. 184 CPCyT).

CÓPIESE Y NOTIFÍQUESE.
Mmb/ml

Dra. Marcela LUJAN PUERTO


Conjuez

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