PENSAMIENTO
POLITICO DE LA
EMANCIPACION
(1790-1825)PROLOGO
LA PREPARACION de una antologfa del pensamiento politico de la Emarci-
pacién no sélo obliga a seleccionar segin un cierto criterio —siempre dis-
cutible— los textos que se juzguen mds significativos, sino que propone
inexcusablemente ciertos problemas de interpretacién sobre las que caben
diversas respuestas. Parecerfa oportuno indicarlos aqui, como una invitacién
para reflexionar no sdlo sobre Jos textos y sus contenidos sino también sobre
los catacteres del proceso histérica que se abre en Latinoamérica a principios
del sighs XEX y del que surgen las nuevas nacionalidades.
Hasta dénde es vélido pensar e interpretat el proceso de la Emanci-
pacién sdlo como un aspecto de la crisis de transformacién que sufre Europa
desde €l siglo XVIIT y en Ia que se articula la cafda del imperio colonial
espafiol? Sin duda esa crisis de transformacién constituye un encuadre in-
soslayable para !a comprensién del fendmeno americano, y lo es més, cierta-
mente, si se trata de analizar las corrientes de ideas que puso en movimiento.
Pero, precisamente porque serd siempre imprescindible conducir el examen
dentro de ese encuadre, resulta también necesario puntualizar —para que
quede dicho y sirva de constante referencia— que el proceso de la Eman-
cipacidn se desata en tierra americana a partir de situaciones locales y
desencadena una dindmica propia que no se puede reducir a la que es
peculiar de los ptocesos europeos contempordneos. Mas atin: desencadena
también unas corrientes de ideas estrictamente arraigadas a aquellas situacio-
nes que, aunque vagamente formuladas y carentes de precisidn conceptual,
otientan el comportamiento social y politico de las minorias dirigentes y de
los nuevos sectores populares indicando los objetivos de la accién, el sentido
de las decisiones y los caracteres de las respuestas ofrecidas a las antiguas
y alas nuevas situaciones locales. Fsas corrientes de ideas no forman parte del
habitual repertorio de concepciones politicas a que apelaron los dirigentes
del movimiento emancipador, sobre todo cuando fijaron por escrito sus opi-
niones politicas 0 enunciaron formalmente sus proyectos concretos, constitu-
xcionales o legislativos. En esos casos, recurtieron a un conjunto de modelos
ideoldgicos ya constituidos en Europa o en Estados Unidos. Y si se trata
de exponer ese pensamiento es forzoso referizlo a esos modelos, tanto mds
cuanto que, efectivamente, se basaron en ellos las cteaciones institucionales
que tuvieron vigencia legal.
Pero es bien sabido que no siempre —o casi nunca— tuvieron autén-
tica y profunda vigencia real. Esa contradiccién proviene, precisamente, de
la inadecuacién de los modelos extranjeros a las situaciones locales latino-
ameticanas en ese momento y, sobre todo, de la existencia de otras ideas,
imprecisas pero arraigadas, acerca de esas situaciones y de las respuestas
que'debia dérseles, Eran ideas esponténeas, elaboradas en Ja experiencia ya
secular del mundo colonial, en el que el mestizaje y ta aculturacién hablan
creado una nueva sociedad y una nueva y peculiar concepcién de la vida.
Lo mas singular —y lo que mds dificulta el andlisis— es que esas ideas no
eran absolutamente originales, sino trasmutaciones diversas y reiteradas de
las recibidas de Europa desde los comienzos de la colonizacién, de modo
que pueden parecer las mismas y reducizse conceptualmente a ellas. Pero
la carga de experiencia vivida —isracional, genetalmente— con que se las
trasmuté introdujo en ellas unas variantes apenas perceptibles, y las mismas
palabras empezaron en muchos casos a significar otras cosas. Fueron ideas
vividas, y por lo tanto entremezcladas con sentimientos y matizadas con
sutiles acepciones hasta el punto de tornarlas, en ocasiones, irreductibles a
las ideas recibidas que fueron sus modelos y puntos de partida. Por eso la
historia latinoamericana de los tiempos que siguieron a la Emancipacién
parece un juego dificilmente inteligible, una constante contradiccién en el
seno de una realidad institucionalizada segin modelos dificilmente adapta-
bles, en la que irrumpian cada cierto tiempo y de imprevisibles maneras
unas tendencias genuinas que reivindicaban su peculiaridad y que la tornaban
més anérquica y confusa.
El pensamiento escrito de los hombres de la Emancipacién, el pensa-
miento formal, podria decirse, que inspité a los precursores y a quienes
dirigieron tanto el desarrollo de la primera etapa del movimiento —el
tiempo de las “patrias bobas”— como el de la segunda, mds dramético,
iniciado con la “guerra a muerte”, fijd la forma de Ja neva realidad ame.
ricana. Pero nada més que Ia forma. El contenido Jo fijé la realidad misma,
Ja nueva realidad que se empezé a constituir al dia siguiente del colapso de
la autoridad colonial. Entonces empezé la contradiccién, cuya expresién
fueron las guerras civiles, los vagos movimientos sociales, las controversias
constitucionales, las Iuchas de poder, siempre movidas por el juego indiso-
luble entre las ambiciones de grupos o personas y las encontradas concep-
clones sobre las finalidades de Ia accidén y las formas de alcanzarlas,
Con estas salvedades debe entenderse el contenido de la casi totalidad
del pensamiento escrito de los hombres de la Emancipacién. Expresé un
conjunto de modelos preconcebidos para una realidad que se supuso inal-
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Ciudadanos imaginarios.: Memorial de los afanes y desventuras de la virtud y apología del vicio triunfante en la República Mexicana -tratado de moral pública-