3. LA METAFORA Y EL S{MBOLO
Este tercer ensayo est intercalado entre las palabras finales del ensayo
anterior y la discusién decisiva de los conceptos de explicacién y
comprensién del siguiente por dos motivos especfficos, ambos rela-
cionados con la amplitud del campo de la teoria de la interpretaci6n.
El primer motivo atafie al funcionamiento de la significaci6n en
las obras literarias, consideradas en oposicién a las cientfficas, cuya
significaci6n ha de tomarse literalmente. La cuestién aqui es si el
excedente de sentido caracteristico de las obras literarias es parte de
su significacién, o si debe entenderse como un factor
. Si podemos incorporar el
excedente de sentido de las met4foras al dominio de la seméntica,
entonces seremos capaces de dar ala teorfa de la significaci6n verbal
el mayor alcance posible.
Pero, ¢es la significacién verbal la significacién completa? ¢No
hay un excedente de sentido que va ms all4 del signo lingiiistico?
En mis obrasanteriores, en especial Introduccion a la simbélica del mal,
Finitudy culpabilidad y Freud: una interpretacion de la cultura, directa-
mente definja la hermenéutica por medio de un objeto que parecia
Actualmente estoy
menos seguro de que pueda uno abordar el problema.tan directa-
mente sin antes haber tomado en ingiifsti
trataré de justificar esta aseveracién al principio de la
segunda parte de este ensayo. Pero suponiendo por un momento
que tenga raz6n, se sigue de ello que seria una mejor hipétesis
abordar al simbolo en términos de una estructura de doble sentido,
l Introducci6n a la simbélica del mal, Buenos Aires, Aurora, 1976; Finitud y culpabi-
lidad, Madrid, Taurus; Freud: una intenpretaci6n de la cultura, trad. de Armando Suarez,
Miguel Olivera y Esteban Inciarte, México, Siglo XXI, 1970.
[58]LA METAFORA Y EL S{MBOLO 59
que no es una estructura puramente semdntica, como, seguin vere-
mos, es el caso de la metdfora. Pero si la teorfa de la met4fora puede
servir como un anilisis preparatorio que nos Ileve a la teorfa del
simbolo, a su vez la teoria del simbolo nos conceder4 ampliar nues-
tra teorfa de la significacién al permitirnos incluir dentro de ella, no
s6lo el doble sentido verbal, sino también el doble sentido no verbal.
Asi, la metdfora y el simbolo servirdn para determinar el campo de
amplitud de la teorfa de la interpretacién que ha de ser discutida en
mi ensayo final.
LA TEOR{A DE LA METAFORA
La metéfora, dice Monroe Beardsley, es “un poema en miniatura”?
De ahi que la relacién entre el sentido literal y el sentido figurativo
en una metéfora sea como una versi6n abreviada dentro de una sola
oracién de la compleja interaccién de significaciones que caracteri-
zan a la obra literaria en su totalidad.
La primera cuesti6n a considerar tiene que ver con el estatus
cognoscitivo de estos dos sentidos. Dentro de la tradicién del posi-
tivismo légico esta distincién entre el sentido explicito y el implicito
fue tratada como la distincién entre el lenguaje cognoscitivo y el
lenguaje emotivo. Y una buena parte de la critica literaria, influida
por esta tradicién positivista, traspuso la distincién entre lenguaje
cognoscitivo y emotivo al vocabulario de denotacién y connotacién.
De acuerdo con tal posicién, solamente la denotacién es cognosciti-
va y como tal, de orden semdntico. Una connotacién es extraseman-
tica porque consiste en el entramado de evocaciones emotivas, que
carecen de valor cognoscitivo. El sentido figurativo de un texto, por
lo tanto, debe verse como carente de significacién cognoscitiva.
¢Pero es correcto limitar de este modo la significaci6n cognoscitiva
sélo a los aspectos denotativos de una oracién?
Tal es el problema para el cual una metdfora puede funcionar
como una prueba. Si podemos mostrar que la relacién entre el
sentido literal y el figurativo en una metdfora es una relacién intrin-
® Monroe Beardsley, Aesthetics, Nueva York, Harcourt, Brace & World, 1958, p- 134.60 LA METAFORA Y EL S{MBOLO.
seca a la significaci6n completa de la metéfora, podremos obtener
el modelo de una definicién puramente semfntica de Ja literatura
que serd aplicable a cada una d ses esenciales: la poesia,
rosa narrativa.
literatura es ese uso del discurso en donde varias cosas son
especificadas al mismo tiempo, y en donde no se requiere que el
lector escoja entre ellas. Es el empleo positivo y productivo de la
ambigiiedad.
Si nos abstraemos por un momento del mundo dela obra revela-
do por esta interaccién de sentidos, podemos concentrar nuestro
anilisis en el esto es, en la obra del discurso que ge-
ner: . Es esta
obra del discurso la que se puede ver en miniatura en la metéfora.
La teorfa de la metéfora nos viene de los antiguos retéricos, pero
esta teorfa no cumplir4 con el cometido que esperamos de ella sin
una importante revisién. Esta revisibn, brevemente expresada, hace
que el problema de la met4fora se desvie de la semAntica de la
palabra a la semAntica de la oraci6n.
En Ja retérica tradicional, la metdfora se considera un tropo, esto
es, como una de las figuras que clasifican las variaciones del sentido
en el empleo de las palabras y, mds precisamente, en el proceso de
la denominacién. La metdéfora pertenece al juego del lenguaje que
gobierna la accién de dar un nombre. Asi, leemos en la Poética de
Aristételes que una metéfora es “la aplicaci6n a una cosa de un
nombre ajeno, con lo que se efectua la transferencia de género a
especie, de especie a género, de especie a especie, o existe una
analogfa, esto es, una proporcién”.’ Su Retérica da por sentada esta
definicién, simplemente agregando una nota marginal acerca del
empleo de las imagenes comparativas, que se caracterizan como una
forma especial de la metdfora proporcional en la cual la compara-
cién se sefiala explicitamente con un término comparativo como “es
como...”. En otras palabras, la comparaci6n es una forma prolonga-
da de la met4fora. Posteriormente, Cicerén y Quintiliano invirtie-
ron este modelo y dijeron que una metdfora es simplemente una
comparaci6n abreviada.
3 Poética, xx, 4.