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Evolución histórica del concepto de narcisismo

“El término narcisismo proviene de la descripción clínica y fue escogido por Paul Näcke en 1899
para designar aquella conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al
que daría al cuerpo de un objeto sexual; vale decir, lo mira con complacencia sexual, lo acaricia, lo
mima, hasta que gracias a estos manejos alcanza la satisfacción plena”

Havelock Ellis usa el término “narcisismo” en 1892 por primera vez en un estudio psicológico sobre
el autoerotismo, describiendo la raíz mitológica y literaria del mito de Narciso, y extendía el
término narcisismo al comportamiento no manifiestamente sexual. Posteriormente, en 1908,
Isidor Sadger (alumno de Freud que intervenía en las reuniones de los miércoles de Viena), lo hace
entrar definitivamente en la terminología psicoanalítica.

En 1911, Otto Rank presenta el primer escrito dedicado específicamente al narcisismo asociándolo
a fenómenos no sexuales como la vanidad y la autoadmiración: “amar el propio cuerpo es un
importante factor de la vanidad femenina” (donde se puede interpretar que Rank está anticipando
en muchos años, el concepto de “narcisismo sano” de Kohut) y entrevé por primera vez una
posible naturaleza defensiva del narcisismo, como en el caso de aquella mujer que “se refugia en
el amor de sí misma herida por un hombre malo y con incapacidad de amar” (ejemplo en el cual ya
se observa el “retiro narcisístico” frente a la herida objetal, o sea el desenlace del encierro en sí
mismo debido a la frustración en la relación interpersonal, temática que será retomada y
teorizada por Freud). (Migone, 1995).

Dentro de este recorrido histórico del concepto de narcisismo, nos dedicaremos con un mayor
detenimiento a su evolución dentro de la obra freudiana.

La tesis de Freud descansa sobre tres proposiciones básicas: El narcisismo es una catectización
libidinal de uno mismo, un amor a sí mismo, pero en segundo lugar, dicha catectización pasa
necesariamente en el hombre por una catectización libidinal del yo, y tercera, esta catectización es
inseparable de la constitución misma del yo humano.

El término narcisismo aparece por primera vez en la obra de Freud, en su trabajo de 1910, Un
recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, a los fines de explicar la homosexualidad. Freud dice que el
amor del niño por su madre, deber ser reprimido en un momento determinado del desarrollo. A
partir de dicho proceso, se identifica con ella y busca como objeto erótico a un sustituto de sí
mismo al cual podrá amar como su madre lo amó: “halla sus objetos de amor por la vía del
narcisismo, pues la saga griega menciona a un joven Narciso a quien nada agradaba tanto como su
propia imagen reflejada en el espejo y fue transformado en la bella flor de ese nombre”.

En 1911, en Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides)


descrito autobiográficamente, Freud describe al narcisismo como estadio intermedio entre el
autoerotismo y el amor objetal. En esta etapa las pulsiones sexuales se han sintetizado en una
unidad y toman por objeto amoroso al propio cuerpo, antes de dirigirse a la elección de otra
persona. Describe esta etapa como normal e indispensable y nunca totalmente superable. De este
modo, la primera elección de objeto es homosexual debida a la búsqueda de lo semejante y sólo
posteriormente se encaminaría hacia el objeto heterosexual.

En Tótem y tabú (1913), Freud aclara mejor el concepto de autoerotismo: “Las exteriorizaciones
de las pulsiones sexuales se disciernen desde el comienzo, pero ellas no se dirigen entonces a un
objeto exterior. Los diversos componentes pulsionales de la sexualidad trabajan en la ganancia de
placer cada uno para sí, y hallan su satisfacción en el cuerpo propio. Ese estadio recibe el nombre
de autoerotismo, y es relevado por el de la elección de objeto.

Reitera en esta obra, la presencia entre ambas fases (dejando la posibilidad de que se trate de un
desdoblamiento del autoerotismo) de una fase intermedia, el narcisismo, “en la cual las pulsiones
sexuales hasta ese momento disociadas, se conjugan en una unidad y el yo es investido como
objeto.

Pero fue el importante trabajo de Freud de 1914 “Introducción del narcisismo” el que dio
categoría oficial al concepto del narcisismo en el psicoanálisis. Comienza este estudio refiriéndose
al narcisismo como descripción clínica de los casos en que el individuo toma como objeto sexual a
su propio cuerpo, considerándolo una perversión que ha acaparado toda la vida sexual del
individuo. Sin embargo aclara que el psicoanálisis descubre aspectos de esta conducta narcisista
en otras perturbaciones como por ejemplo, en la homosexualidad. También la dificultad del
análisis de neuróticos con rasgos narcisistas lo conduce a pensar que se dan localizaciones
narcisistas de la libido en toda evolución sexual normal. De este modo, el narcisismo se presenta
ya no sólo como perversión, sino como complemento libidinoso de la pulsión de
autoconservación.

La idea del narcisismo como fase evolutiva surge al tratar de explicar la esquizofrenia aplicando la
teoría de la libido. Compara los parafrénicos a los neuróticos y observa que ambos pierden su
relación con la realidad. Pero mientras en los histéricos y neuróticos obsesivos se conserva el
vínculo erótico con los objetos en la fantasía (sustitución), los parafrénicos parecen haber retirado
su libido del mundo exterior sin realizar sustitución alguna. El destino de esta libido sustraída lo
constituye el yo, surgiendo de este modo un estado narcisista.

Freud establece aquí que la manía de grandeza es la intensificación de un estado anterior que “nos
vemos llevados a concebir el narcisismo que nace por replegamiento de las investiduras de objeto
como un narcisismo secundario que se edifica sobre la base de otro, primario, oscurecido por
múltiples influencias.... Nos formamos la imagen de una originaria investidura libidinal del yo,
cedida después a los objetos; empero, considerada en su fondo, ella persiste, y es a las
investiduras de objeto como el cuerpo de una ameba a los seudópodos que emite (…)

(…) otros caminos que propone Freud en esta obra lo constituye el estudio de la enfermedad
orgánica, de la hipocondría y de la vida erótica de los sexos. En el primer caso, el enfermo retrae a
su yo sus cargas libidinales a fin de destinarlas a su curación. El hipocondríaco retrae su interés y
su libido de los objetos del mundo exterior y concentra ambos sobre el órgano que lo preocupa. El
niño toma sus objetos sexuales de sus experiencias de satisfacción, provenientes de los cuidados
de sus primeros objetos sexuales que son aquellas personas a cuyo cuidado se halla. Esta primera
fuente de elección de objeto que Freud llama de apuntalamiento (o tipo anaclítico) se diferencia
de la que realizan los perversos y homosexuales, quienes eligen sobre un modelo narcisista.

Freud se pregunta por el destino de la libido yoica en el adulto normal. Lo explica por la represión
que parte del yo, de la propia estimación del yo. Se entiende ese destino de la libido apuntando a
la construcción en el interior de sí un ideal por el cual mide su yo actual. “La formación de ideal
sería, de parte del yo, la condición de la represión. Y sobre este yo ideal recae ahora el amor de sí
mismo de que en la infancia gozó el yo real”. Sustituye el narcisismo por su ideal, configurándose
así una ubicación tópica permanente para el narcisismo.

Para Hornstein (2000) “cuando se instaura el ideal del yo, la pulsión ya no persigue una descarga
automática y el placer ya no resulta de una simple baja de tensión. En este estado de narcisismo
secundario, la relación recíproca que una vez tuvo lugar dentro de la unidad madre – niño, se
reproduce ahora intrapsíquicamente. Se hace posible la regulación interna de la autoestima. El
ideal del yo es una “operación de rescate” del narcisismo apuntalado en su nostalgia por la época
en que era para sí su propio ideal.... El anhelo del niño de llegar a “ser grande” aspira a
reconquistar la perfección perdida.”

En 1916, en su 26ª Conferencia de introducción al psicoanálisis, La teoría de la libido y el


narcisismo, nos aclara respecto al hecho de la fijación de la libido al propio cuerpo en vez de la
fijación a un objeto, que no se trata de una situación que carezca de importancia o que sea
excepcional, “más bien – nos dice Freud – es probable que este narcisismo sea el estado universal
y originario a partir del cual sólo más tarde se formó el amor de objeto”

Es en esta conferencia también donde hace un aporte en términos del narcisismo, al fenómeno del
dormir: “...el dormir es un estado en el cual todas las investiduras de objeto, las libidinosas así
como las egoístas, son resignadas y retiradas al interior del yo.... En el durmiente se ha
restablecido el estado originario de la distribución libidinal, el narcisismo pleno, en el cual libido e
interés yoico moran todavía unidos e inseparables en el interior del yo que se contenta a sí mismo.

Luego distingue narcisismo de egoísmo, expresando que el narcisismo es el complemento


libidinoso del egoísmo: “Cuando se habla de egoísmo se tiene en vista la utilidad para el individuo;
cuando se mienta el narcisismo, se toma en cuenta también su satisfacción libidinal.... Se puede
ser absolutamente egoísta y, no obstante, mantener fuertes investiduras libidinosas de objeto, en
la medida en que la satisfacción libidinosa en el objeto se cuente entre las necesidades del yo; el
egoísmo cuidará después que la aspiración al objeto no traiga perjuicios al yo. Se puede ser egoísta
y al mismo tiempo extremadamente narcisista, es decir, tener una muy escasa necesidad de
objeto, y ello en la satisfacción sexual directa o bien en aquella otra aspiración más alta, derivada
de la necesidad sexual, que solemos llamar “amor” por oposición a la “sensualidad”. En todas
estas relaciones, el egoísmo es lo obvio, lo constante, y el narcisismo es el elemento variable.
(Freud, 1916).
En Duelo y melancolía (1917), Freud da como condiciones para el proceso melancólico, una
enérgica fijación en el objeto de amor, junto a una escasa resistencia de la investidura de objeto.
Esta contradicción la explica basándose en el hecho de que la elección de objeto se haya cumplido
sobre una base narcisista, de tal modo que la investidura de objeto pueda regresar al narcisismo si
tropieza con dificultades. La identificación narcisista con el objeto se convierte en el sustituto de la
investidura de amor. La identificación es la etapa previa de la elección de objeto y es el primer
modo, ambivalente, como el yo distingue a un objeto. Freud aclara que esta identificación
narcisista es la más primitiva y la adscribe a la etapa oral. (Freud, 1917). Lo que interesa destacar
en la melancolía es la caída de la hiperestimación narcisista que sufre el sujeto, hiperestimación
que provenía de la propia elección de características narcisistas.

En Psicología de las masas y análisis del yo (1921), Freud reitera el concepto de un narcisismo
anterior al nacimiento cuya representación concreta podría concebirse con la forma de vida
intrauterina, que se basta a sí mismo por completo, anterior a la constitución del yo, y al que se
regresaría en el sueño.

En El yo y el ello (1923), en el apartado III, El yo y el superyó (ideal del yo), Freud plantea tomando
la melancolía como modelo, una reconstrucción en el yo del objeto perdido. O sea la sustitución
de una investidura de objeto (erótica), por una identificación (erección del objeto en el yo) que
modifica al yo y contribuye esencialmente a producir lo que se denomina su carácter. “Quizás el
yo, mediante esta introyección que es una suerte de regresión al mecanismo de la fase oral,
facilite o posibilite la resignación del objeto. Quizás esta identificación sea en general la condición
bajo la cual el ello resigna sus objetos”. Dado que este proceso para Freud se produce desde
etapas muy tempranas del desarrollo, lo lleva a enunciar su concepción de que el carácter del yo
es una sedimentación de las investiduras de objeto resignadas, conteniendo a su vez, la historia de
tales elecciones objetales. “Esta trasposición de una elección erótica de objeto en una alteración
del yo es, además, un camino que permite al yo dominar al ello, aunque, por cierto, a costa de una
gran docilidad hacia sus vivencias16.... La trasposición así cumplida de libido de objeto en libido
narcisista conlleva, manifiestamente, una resignación de las metas sexuales, una desexualización
y, por tanto, una suerte de sublimación.... El narcisismo del yo es un narcisismo secundario,
sustraído de los objetos”.

Por lo tanto, recapitulando habría 4 fases libidinales:

1) la del autoerotismo,

2) la del narcisismo primario,

3) la del amor objetal (primero homosexual y luego heterosexual),

4) la del narcisismo secundario, que se manifestaría bajo el fenómeno de los vasos comunicantes:
cuanto más disminuye el revestimiento libidinal de los objetos, más tendrían lugar los fenómenos
narcisistas.
(…) En la otra concepción del narcisismo se lo entiende como la valoración que el sujeto hace de sí
mismo, como la significación que el Yo en tanto representación de sí toma para el sujeto, es decir
como éste se ubica en una escala de valores.....a partir de cada una de estas concepciones, surgirá
una teoría diferente sobre la génesis del mismo. Si se acepta el narcisismo como condición
económica, habrá un narcisismo primario, anobjetal, biológico. El narcisismo se originará dentro
del individuo y de ahí partirá hacia los objetos. El narcisismo caracterizado por el amor del sujeto a
la representación de sí mismo será siempre secundario.

El problema a explicar será cómo se pasa del nivel de las cargas, de las cantidades de excitación al
de las representaciones valorativas. En cambio, si el concepto del narcisismo está desde su origen
en el campo mismo de la significación, de las valoraciones, resulta evidente que éstas implican un
orden simbólico que es exterior al individuo, el de la cultura, en la cual aquél se inscribe.... El
propio Freud reconoció que la representación de sí mismo viene de otro cuando, en “Un recuerdo
de infancia en Poesía y verdad (1917b), escribió “Cuando uno ha sido el predilecto indiscutido de
la madre, conservará toda la vida ese sentimiento de conquistador, esa confianza en el éxito que
no pocas veces lo atraen de verdad.”

(…) Para su maduración, el narcisismo utiliza ciertos objetos del medio ambiente con los que
establece relaciones peculiares; objetos a los que Kohut llamó objetos del self. En el tratamiento
de los pacientes con dicho trastorno narcisista, Kohut propone fortalecer el self, a través de la
interpretación y elaboración de las transferencias narcisistas y dar curso a un desarrollo normal de
la libido narcisista. En síntesis, hacia el final de su obra, Kohut propone que los conflictos
pulsionales considerados por el psicoanálisis clásico surgen sólo cuando el desarrollo de la libido
narcisista no ha resultado suficientemente exitoso.

Según Green (1995), “lo que hace del narcisismo un estado mortífero es sin duda la autosuficiencia
que veda todo intercambio verdadero, o limita los intercambios a relaciones especulares,
condenando a la esclerosis al sistema cerrado que él constituye, como esas células que mueren
por sobrecarga de grasa”. También nos parece importante destacar la idea de Green acerca del
dormir como manifestación narcisista tanática y el soñar como expresión del narcisismo libidinal.

Narcisismo Primario y Secundario

Podemos decir que respecto del narcisismo primario es posible destacar dos puntos. El primero
corresponde a la relación del infans con quien le prodiga cuidados y la satisfacción de sus
necesidades; la segunda, referida a la catexia del propio cuerpo. De esta manera hallamos que el
Narcisismo primario en Freud dice relación con el estado de indiferenciación propia de los
primeros tiempos de la vida, que ubica a la cría humana en una situación de dependencia absoluta
respecto del otro materno, principalmente por el estado prematuro de sus órganos, requiriendo
del auxilio de otro para satisfacer sus necesidades, y en lo relativo al segundo punto, consignamos
que se desprende del autoerotismo.

Estos dos últimos puntos son aportes lacanianos a la comprensión del narcisismo y agregará un
aspecto fundamental a esta fase característica del aislamiento afectivo, fundante de la
subjetividad, en tanto identificación con una imagen de la cual no puede distinguirse. Y es que “la
unidad que introduce en las tendencias contribuirá a la formación del yo. Sin embargo, antes que
el yo afirme su identidad, se confunde con esta imagen que lo forma, pero que lo aliena de modo
primordial” (Lacan: 1938, 56), esta parece ser entonces la característica central de esta fase según
Lacan< formación, alienación, unidad corporal y afectiva, ausencia de relación con el otro.

Cabe mencionar que desde el “Proyecto” (1895) Freud plantea la existencia de un tiempo primero,
mítico, de felicidad absoluta. Satisfacción primordial que marcará a las posteriores, momento de
“Goce” (para emplear un concepto importado de la filosofía del derecho hegeliano, por Lacan)
autoerótico en el lazo indiferenciado con la madre, que deberá ser interdicto. Y donde el yo (en
formación) quedará investido con los atributos de completud y al cual constantemente se tenderá
a regresar. Se realizarán intentos por recuperar el trono de “his majesty the baby”. Siempre y
cuando, haya otro que lo reconozca como tal, es decir, le otorgue ese lugar simbólico.

Digamos con Lacan, que en este tiempo el otro ubica al niño en posición de objeto. Situado
simbólicamente como Falo Materno, este intentará identificarse con el deseo de su madre,
pretendiendo colmar el vacío de esta. Es decir, deseo de deseo. Este es el primer momento del
Edipo según Lacan, donde la relación madre - hijo esta muy cercana a la fusión y adem{s donde el
deseo del niño esta “totalmente sujeto al deseo de la madre” (Dor: 1985, 93), el niño esta
completamente alienado en la dialéctica f{lica, “ser o no ser el Falo”.

Este punto es central, es un aporte de Lacan a la comprensión del complejo de Edipo, donde en
sus inicios existiría esta identificación con aquel objeto que supone colma el deseo materno.

Para Freud sin embargo, en la medida en que la madre es capaz de satisfacer las necesidades del
niño (en este periodo la proximidad entre ambos, supondrá una inmediatez en dicha satisfacción),
aparecerá como el primer objeto amoroso, dirá que el infans “elige sus objetos sexuales
tomándolos de sus vivencias de satisfacción” (Freud: 1914, 84), la cual denominará de tipo
anaclítico o por apuntalamiento, variante de la elección de objeto narcisista. Cabe mencionar que
en este punto existen diferencias con lo planteado por Lacan, quien asevera que toda elección
amorosa es narcisista, aún las denominadas anaclíticas.

Braunstein dirá, en relación con esta lectura lacaniana de las elecciones de objeto por
apuntalamiento que “no es sino una variación de la elección narcisística en tanto que la
predilección amorosa, la madre nutricia y el padre protector, no son sino los sustentos necesarios
para ese yo del narcisismo” (Braunstein: 2006, 35).

Con respecto del narcisismo secundario en Freud, diremos que corresponde a un posicionamiento
libidinal posterior, aparece como el resultado del repliegue de la libido sobre el yo, a consecuencia
de la desinvestidura de objetos exteriores, para Lacan el Narcisismo secundario será aquel por el
cual, aún tomando un objeto exterior como objeto amoroso, en el otro, se encuentra y se ama a si
mismo.

Salida del Narcisismo


Pero aparecen algunas preguntas, Freud plantea la existencia de dos tipos de libido, en parte
como respuesta a Jung y también porque le resulta importante para graficar y entender el
narcisismo, sin embargo ¿Cómo se efectúa dicha diferenciación?, ¿Qué hace posible que una libido
se dirija a objetos y otra libido se dirija al yo?, si en este momento el yo se encuentra en formación
¿Cuál es el papel del narcisismo en su formación?

Dejamos en claro de antemano que las posturas de Freud y Lacan son diferentes, el primero se
encuentra descubriendo a la vez que teoriza el narcisismo, por su parte Lacan no Habla de
narcisismo primario y la investidura libidinal hacia los objetos es explicada de otra manera. Acá
intentaremos dar cuenta de estas diferencias.

Diálogos entre Freud y Lacan

Freud dirá que uno pasa del narcisismo al amor objetal por una necesidad, para no enfermar, ya
que el hecho de depositar libido sobre objetos externos ocurre “cuando la investidura del yo con
libido ha sobrepasado cierta medida” (Freud: 1914, 83) y entonces para no provocar una estasis
libidinal en el yo, la cual tendría efectos patógenos, se realiza la separación y distribución de libido
hacia objetos que están fuera.

Esta concepción freudiana llama la atención, primero al presentar al yo como un receptáculo,


como un lugar donde la libido en su carácter cuantificable, vendría a llenar y rebasar un cierto
límite, un umbral.

Con la misma idea de umbral, pero explicada de manera distinta a partir de la identificación
primordial con la gestalt exterior del otro en el estadio del espejo, Lacan dir{ que “la imagen
especular parece ser el umbral del mundo visible (…) *y har{ posible] establecer una relación del
organismo con su realidad” (Lacan; 1988). Es decir, que la identificación alienante con la imagen
venida desde el otro, hace posible el paso al reconocimiento del otro. Esto es, en el momento que
me identifico y hago mía la imagen del otro, se hace posible comenzar a distinguir al otro.

Narcisismo Tratamiento. La percepción de los matices

Ni todo es blanco ni todo es negro. El paciente narcisista es polar en su concepción del mundo, o
algo/alguien es magnífico o es una porquería, y esa guerra que mantiene fuera es la misma que
sostiene dentro, en lo referente a la percepción de sí mismo. En ese sentido puede decirse que el
paciente narcisista tiene un gran parecido con el adolescente, que en plena búsqueda de su
identidad viaja entre lo magnífico y lo penoso.

Esta concepción del mundo hace que el narcisista sufra una labilidad emocional que le llevan a
cambios bruscos de humor y estados de ánimo. Las expectativas infladas del narcisista lo llevarán a
tener que soportar una aguda frustración; un enfado grande debido a su deseo oceánico; “lo
quiero todo y lo quiero ya”
Una desilusión realista necesita consuelo, y esto es lo que más falta en su historia temprana, luego
su posición grandiosa obedece en gran parte a una capacidad hipo-desarrollada para consolarse a
sí mismo.

Durante el proceso terapéutico el narcisista atravesará la experiencia de sufrir la pérdida; el


paciente se dará cuenta que el mundo del contacto interpersonal solo se aproximará a aquello que
desea en su fantasía y que los padres generosos y perfectos que están siempre ahí cuando se les
necesita y ausentes cuando el niño necesita espacio, no son posibles ni siquiera en la infancia; en
la vida adulta, aún menos.

Lo imposible ha de ser lamentado y para sanar, el paciente con Trastorno Narcisista de la


Personalidad debe reconocer la pérdida, los límites de lo humano, elaborar el duelo y continuar.

A medida que el paciente narcisista va contactando con su sentir más genuino comienza a tocar
con uno de los aspectos más espinosos de su proceso; la frustración. Todo lo que no se ajuste a
sus expectativas será un calvario al principio de esta nueva toma de conciencia. La toma de
conciencia con su niño interior puede que le resulte gratificante en cuanto a la conquista de su
parte más lúdica y creativa. Por otra parte, el mundo emocional de los niños también lo
conforman las pataletas, que afloran cuando las cosas no son exactamente como ellos esperan.

La ira, la decepción y la aceptación realista

Es duro para el narcisista comprobar que todos los sueños que había construido en su interior con
respecto a las posibilidades de las relaciones humanas no se acercan ni de lejos a la dolorosa
realidad.

Ese recorte de expectativas produce unas emociones muy parecidas a las etapas de un duelo,
donde no resulta nada fácil la renuncia de lo soñado. El paciente narcisista se encuentra en un
problema de renuncia, y la peor renuncia es la de lo que nunca se tuvo.

No hay que olvidar que el narcisista basa su búsqueda del amor (de forma más o menos
consciente) en el sueño de encontrar ese vínculo perfecto e idealizado. Esto le lleva a maternalizar
sus relaciones de pareja.

A partir de la desilusión frente a las posibilidades del contacto con el otro, el narcisista puede ir
comprendiendo que amar significa aceptar en el otro una cuota de defectuosa humanidad.

La psicoterapia es para el narcisista una segunda oportunidad donde encontrar un punto de


anclaje y confianza desde donde comenzar a construir algo más sólido, libre y realista, con la
ayuda de un vínculo adulto donde apoyarse.

El Ego

La psicoterapia puede reportar al narcisista la capacidad de bandearse más libremente y de forma


más creativa con su ego, que consiste en una defensa rígida frente determinados estados de
conciencia.
La terapia Gestalt ha demostrado que desde un excesivo ego la persona se impide a si misma el
contacto óptimo con su ambiente, donde poder satisfacer las necesidades afectivas que tanto
teme.

Se supone que el narcisista que va siendo capaz de flexibilizar su rígida postura ante el mundo
puede contactar con sus necesidades afectivas sin negarlas, ampliar su arsenal de respuestas para
relacionarse desde una actitud más espontánea, y vivir el presente sin tanta necesidad de
manipulación, fantasías compensatorias, intelectualizaciones, auto-engaños, etc.

Sentimientos de vacío

El proceso de cambio que el paciente narcisista atravesará pasa por aceptar su otro sentimiento
de deflacción (versus inflacción) dice Yontef, donde la caída del ideal conlleva sentimientos de
duelo y una buena dosis de rabia para desestructurar y hacer añicos una situación de fantasía
frente a la dolorosa realidad que ha de ser aceptada.

A medida que el narcisista es consciente de la discrepancia entre su imagen y la realidad puede ir


elaborando el duelo y abandonar las energías empleadas en el mantenimiento de la defensa, para
obtener la libertad de ser lo que es en lugar de lo que pretende ser.

A lo largo del proceso terapéutico el paciente narcisista atraviesa por sentimientos de soledad, y
con los primeros sentimientos de soledad también emergen las primeras necesidades de contacto
genuino con los demás, y la posibilidad de experimentar identificaciones con el otro.

Perfeccionismo

El éxito terapéutico se relaciona con el abandono de la necesidad de perfección y la aceptación de


lo que se es más que la obsesión en lo que se “debería ser”.

Gary Yontef aporta datos sobre la falta de contacto auténtico que los pacientes narcisistas
mantienen con sus padres y cómo este fenómeno no se descubre al inicio de la terapia, debido a la
gran idealización que el paciente trae de su familia, especialmente de su madre.

El aspecto más importante de la infancia de este tipo de paciente, y una de las causas de su
patología, es el sentimiento de no haber sido percibido de forma precisa ni correspondido de
forma adecuada, de manera tal que se reconociera su propio sí mismo, incluyendo su experiencia
emocional, necesidades, habilidades y debilidades.

El vínculo

Si el psicólogo consigue establecer un vínculo con este paciente es más fácil que el narcisista
pueda ir deshinchando su sí mismo falso construido de fantasías y permitir que se haga figura su
autenticidad.
Desde la sensibilidad y la empatía el terapeuta puede reportar al narcisista una experiencia
correctiva, donde sí es recogido en su sentir y reconocido como persona valiosa, ayudándolo en la
reconstrucción de su identidad.

Luego la finalización exitosa de una terapia de trastorno narcisista de personalidad se relaciona


con un cambio profundo y un encuentro con su verdadera identidad personal; un trabajo que
siempre resulta largo en el tiempo si se desea que la persona obtenga una comprensión profunda
de su estructura de funcionamiento.

MECANISMOS DE DEFENSA

Los mecanismos de defensa narcisistas son estrategias que sirven para separar a la persona de su
emotividad. Según Theodore Millon, la personalidad narcisista suele ser optimista y su estado de
ánimo boyante, siempre y cuando hayan conseguido establecer un entorno que no amenace de
forma significativa su sentido de superioridad.

Entre los mecanismos de defensa que utiliza para excluir de la conciencia los sentimientos
disfóricos y reprimir las emociones se encuentran:

a) La fantasía
b) La proyección
c) La negación
d) La distorsión de la realidad

CARÁCTERISTICAS

Sentimiento de ser especial y único.

Falta de empatía.

Arrogantes y soberbios.

Fantasía de éxito ilimitado en sus vidas.

Expectativas irracionales respecto a ellos mismos y su futuro.

Exageran sus talentos y logros.

Autoestima baja o errónea. En contra de la seguridad que puedan aparentar, son personas con
muchas carencias internas.

Se frustran con mucha facilidad y son muy vulnerables a las críticas.

Falta de recursos emocionales.

Son orgullosos, jamás piden perdón.

Son envidiosos, quieren destacar por encima de los demás a toda costa.
Son egoístas y no sienten culpa por su comportamiento.

Falso sentido de autosuficiencia.

No tienen limitaciones morales. Usan a las personas de su entorno como objetos en su propio
beneficio.

Pueden ser muy astutos e inteligentes, con don de palabra, para manejar y manipular a los demás.

Superficiales. Le dan mucha importancia a la superficialidad, muy pendientes de su imagen, la


cuidan mucho y suelen vestir muy bien.

Falta de profundidad. Carecen de mundo interior, no comprenden nada de temas profundos como
la lectura, la escritura, el arte, la reflexión, los sentimientos complejos, etc.

TIPOS

Existen cuatro tipos de narcisismo o trastornos de la personalidad narcisista:

Narcisista sin escrúpulos. Es un estafador, con muy pocas prohibiciones morales, que engaña,
manipula y explota para conseguir sus propósitos.

Narcisista elitista. Quieren escalar en la escala social a lo más alto, que es donde merecen estar. Se
ven superiores a todos y quieren estar en lo más alto y ser admirados por encima del resto.

Narcisista compensador. Crean una ilusión de superioridad que esconde un sentimiento de


deficiencia y baja autoestima. Son extremadamente sensibles al juicio de los demás y a la
desaprobación.

Narcisista apasionado o seductor. Conquistan a muchas mujeres para vanagloriarse de sus logros y
presumir de que los demás puedan tener el privilegio de disfrutar de alguien como él.

CAUSAS

El narcisismo es un trastorno de la personalidad que afecta al 1% de la población mundial. Sus


causas pueden deberse a:

La educación y el ambiente. Cuando los padres educan a sus hijos pueden transmitirles
sentimientos de que es superior a los demás, de que es especial y único. Esto puede crear soledad
ante el sentimiento de ser distinto y único respecto a todos los demás, aislandose y pudiendo
desarrollar una personalidad narcisista.

La cultura. Algunas sociedades son más propensas a que hayan rasgos narcisistas entre sus
miembros. Las sociedades en las que prevalece el individualismo sobre el colectivismo son prueba
de ello.

TRATAMIENTO
Psicoterapia. La terapia cognitivo-conductual, mediante diferentes herramientas, técnicas y
reestructuración cognitiva, puede ayudar a controlar los rasgos narcisistas y a suplir las carencias
internas de estos sujetos.
 https://www.google.com.pe/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=4&cad=rja&uac
t=8&ved=0ahUKEwjopqbl94LWAhUH0SYKHXdqCVgQFgg2MAM&url=http%3A%2F%2Fdspa
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ica%2Fcarrerasdegrado%2Fpsicologia%2Fsitios_catedras%2Fpracticas_profesionales%2F8
20_clinica_tr_personalidad_psicosis%2Fmaterial%2Facerca_del_narcisismo.pdf&usg=AFQj
CNFBvSjoEeJ0rFKtXWYxFZ3tldbstQ
 http://psicologosenmadrid.eu/narcisismo-tratamiento/
 http://psicologosenmadrid.eu/mecanismos-de-defensa-narcisistas/
 https://tusintoma.com/narcisismo/

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