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Vasque, Rodeo wep feroairde Opie de Meaesteo Jove Gree. Santee’ he Booty . 2000 Contenido pigina Formar "1 Maestro: trabajo de partero 3 La identidad del maestro 15 iSeré yo una estampilla? Aah La tarea del maestro: desarrollar lo virtual del ser humano 27 Nietzsche, educador 31 Avatares: analogias en busqueda de la comprensién del ser maestro 35 Educar 43 Necesidades educativas y buenos propésitos 45 La calidad en la educaci6n 49 Ciencia y tecnologia en América Latina: algunas relaciones con la Educomunicaci6n 53 Retos para una pedagogia universitaria 6 10 indicios de la postmodernidad que, de alguna manera, afectan a nuestra juventud o Leer n Ser alfabetizado es disponer de una reserva de lenguajes B Signos y practica educativa: aperitivo exploratorio desde la mirada semiética 7 La lectura, la abduccién, el pensamiento B Los lectores rumiantes de Nietzsche 87 Declaracién de derechos de los nifios lectores 1 De la lectura y el trato con los libros 5 La biblioteca y sus metéforas 99 Recomendaciones de un usuario docente a los bibliotecarios wy 5 Escribir: un acto de reconocimiento "17 La autobiografia 121 El ensayo: diez pistas para su composicién 125 En la balanza. O sobre el ensayo 131 En esta esquina... De viva voz o de pufio y letra Hablar El conversatorio Esa palabra, tan nuestra y tan lejana Leer en voz alta es tanto como saber interpretar El lenguaje del educador es mds que un instrumento La retérica: una materia tan potente como peligrosa Neoret6rica y educaci6n: contrapunto a “Los limites de la argumentaci6n” de Perelman y Olbrechts-Tyteca Hay un cuerpo virtual inexplorado Crear Expresin, formas y comunicacién Creatividad y educacién La analogia Educacién sexual segtin la poesla El ciervo y la tortuga Mi primera maestra 141 145 149 151 159 165 167 mM 173 181 185 187 191 197 201 2 215 _ ‘ez Rodriguez, Fernando. De viva voz o de pufio y letra. En Oficio de maestro. raf. Santafé de Bogota, 2000. P.145-147 De viva voz o de puno y letra Es la vitalidad, la fuerza, lo agonistico de la oralidad, la que nos fascina o nos seduce. Hay en ese énfasis tan cer- can ‘0 al gesto una marca sanguinea, una filiacién visceral que convier- te la oralidad en incentivo para la lucha, el amor, la fe. Ahi esta la voz del caudillo, la palabra del seductor, la palabra del sacerdote. Por ellos -por medio de su oralidad- asumimos una revuelta, nos entregamos aun pasién o nos volvemos devotos de un dogma. No hay duda, es esa herencia de corporeidad, la que le otorga a lo oral una energia, una potencia capaz de llevarnos al delirio, el éxtasis 0 el paroxismo. De otra parte, lo oral est4 muy asociado con un territorio, con un entorno, con una geografia personal. Es como si la oralidad formara parte de nuestra crianza, como si fuera otro seno a través del cual nos vamos alimentando del entorno. Antes de ser vista, somos oido. De alli, también, la razén por la cual llevamos en nuestra habla ciertos dichos, cierto dejo o acento, ciertas palabras con determinado ritmo. Son otros rasgos de nuestra personalidad; otro tipo de cicatrices. Mas atin, la oralidad nos permite un reconocimiento inmediato por parte de nuestros coterraneos, nos pone en sintonia con otros hermanos de comarca o ciudad. Nos permite, en ultimas, compartir eso que lla- mamos patria. La oralidad es redundante, repetitiva, formularia. Lo oral necesita repetirse incesantemente, como el ritmo del corazén, como el movi- miento de nuestros pulmones. La oralidad es fugaz -acaso no decimos que las palabras se las leva el viento-, y por ello tratamos de repetirla una y otra vez, buscando con ese repiqueteo dejarla estampada o gra- bada en la memoria del otro. La redundancia propia de nuestra orali- dad, con , el deseo de convertirla en oracién, poema o letanfa, tiene que ver la fragilidad de nuestra memoria. Y al igual que las olas, lo oral va y torna una y otra vez, refluye, para no morir en el olvido, para ser recor- dad: la o al menos guardada en un poema, un refran o una cancién... He mencionado, sdlo tres grandes caracteristicas de la oralidad. Cabe ahora preguntarnos, en relacién con la escritura, ¢¢6mo varian o se manifiestan dichas propiedades? Oficio de maestro / Escribir \t Pagina 145

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