Professional Documents
Culture Documents
Analisis Narrativo de Job 9 Del Uno Al 35
Analisis Narrativo de Job 9 Del Uno Al 35
Arquidiócesis de Valencia
Seminario “Nuestra Señora del Socorro
San Diego, Edo. Carabobo
Materia: Libros Sapienciales
Alumno: Óscar Lara
Curso: Ciclo de Teología
Traducción en Español
Ubicación de la unidad
Unidad anterior remota
Podemos contar, antes de la unidad a estudiar, las siguientes unidades anteriores
Prólogo (1,1—2,23)
Es la presentación literaria de Job, también de los personajes principales: Yahvé, el Satán, los
hijos de Dios y los amigos de Job, junto con los otros personajes que tendrán participación sobre
todo en el mismo prólogo. Job es un hombre rico del país de Us, cuya característica mas notoria es
su integridad. En este prólogo se muestra el prinicipop sobrenatural del sufirmiento que le ino a
este personae: una misteriosa deliberación entre YAhvé y el Satán, en la que se manifiesta el poder
y la concesión de Yahvé. Estos sufrimientos son en sus bienes y en su misma integridad física.
Diálogo (3,1—31,40b)
Es el género literario siguiente, del resto de la obra, que en realidad es una serie de discursos,
sucedidos uno tras otro. La Biblia de Jerusalén divide esta parte en tres ciclos de discursos.
Primer ciclo de Discursos (3,1—14,22)
Job maldice el día de su nacimiento (3,1-26)
Poesía trágica que expresa el deseo de Job de haber sido un aborto. Domina en la composición
primero al oscuridad en lugar de ver la luz por primera vez (vv. 3-10), luego, sobre la misma muerte
física del no nacido, que lo iguala a todos los que mueren (v. 11-19), cómo ante uno es mejor la
muerte que la vida (vv. 20-23) y Job se topa ahora en la vida con una situación a la que tanto temía
en ida, que considera pero que la misma muerte (vv. 24-26).
Unidad a estudiar
La unidad a estudiar es uno de los discursos de Job. En realidad, terminaría en 10,22, pero
puede dividirse en dos, pues el discurso tiene dos partes bien diferenciadas: la primera, como una
respuesta personal de Job a los planteamientos anteriores, y la segunda, un discurso dirigido
directamente a Dios, que tocaremos más adelante.
Análisis narrativo
Verbos
Respondió, Es, son, puede, ser, quiere, entablar, rebatirá, hizo, salió, desplaza, adviertan,
vuelca, sacude, hace, vacilar, ordena, resplandece,, cierra, despliega, aplasta, ha, hecho, , ha, hecho,
pasa, roza, sujeta, arrancará, puede, decirle, haces, renuncia, , postran, podré, rebuscar, teniendo,
discutiría,, tendría, suplicar, dignase, escuchase, aplastarme, multiplica, deja, tomar, tiene, saciado,
se, trata, gana, emplazará, teniendo, condenaría,, siendo, inocente, declararía, Soy, sé, Desprecio,
es, destruye, mata, ríe, Deja, tapa, hace, son, escapan, ver, deslizan, pretendo, cambiar, asalta, sé,
absolverás, soy, fatigarme, lavase, limpiase, restregarías, asqueara., es, decirle, Comparezcamos,
hay, ponga, aparte, espante, hablaría, temerle, soy
Personajes
En torno al discurso
Los amigos de Job: Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamat; especialmente Bildad
de Súaj, pues es el del último discurso.
Job, quien responde
El narrador, que se limita a decir: “Job respondió así”
Escenas y comentarios
Primera escena: presentación del problema (9,1-4)
Ante la afirmación que ha hecho Bildad de Súaj acerca de la justicia y el derecho de Dios (8,3)
e invitar a Job a comparecer ante él (8,5), Job responde acerca de la imposibilidad de eso, pues no
puede el hombre ser justo ante Dios. Job no busca pedir perdón ni reconocerse culpable, pues de
hecho su conciencia nada le reprocha, pero reconoce que reclamar a Dios una especie de
indemnización es imposible. Es la idea que luego desarrollará
Comentario General
Para comprender el texto puede ser útil acercarse a las palabras clave del mismo, las cuales
en la presentación del texto en español las hemos resaltado en negritas. No son sólo palabras sino
frases, que, además de ser la idea principal de las escenas como las hemos dividido, son la
condensación del mensaje de este discurso.
El drama del discurso es la fatal respuesta a la pregunta: ¿Cómo puede ser justo el hombre
ante Dios? Y la respuesta es doble, según este discurso: Dios todopoderoso no va nunca a perder un
litigio con nadie y, aunque lo diga poco e implícitamente, la inocencia del ser humano puede ser
cuestionada siempre. Dios manifiesta su poder inmenso en la creación, dominando los elementos y
los míticos monstruos, como el Mar y Rahab. Si con ellos, tan grandes y poderosos, no renuncia a su
ira tampoco con quien sea que pretenda enfrentarlo en un pleito. Así, Job se experimenta perdido
y dice: “¡cuánto menos podré yo defenderme!” pues, además, su experiencia, la que expresa en el
discurso, es que la retribución, como la expresan sus amigos que hablaron anteriormente, no
siempre se cumple tan exacta y “matemáticamente”, pues a menudo hay injusticias: los magistrados
fallan en favor de los poderosos y los malvados desfavoreciendo a los humildes e inocentes, ¡y eso
lo atribuye directamente a Dios! Por eso afirma que Dios destruye igual al inocente que al culpable,
afirmando implícitamente que la buena o mala suerte que se tenga en esta vida pareciera no
provenir directamente de la bondad o la maldad de las propias acciones. Precisamente por eso, y
por el modo como experimenta que se va desarrollando su vida, sucediéndose los días con gran
rapidez, y sin esperanza de cambio, llega a la fatal conclusión de decirle a Dios “sé que no me
absolverás” y que sus vida acabaran como en la plenitud de la desgracia que en ese momento está
viviendo, pues solo depende de él, de Dios y, aunque le pareciera una injusticia, no hay escapatoria,
ya que, para denunciar esta realidad, ¿a quién acude?, si “no hay árbitro entre nosotros” es la frase
con la que clausura la expresión de su pena. ¿Quién le va a rebatir? ¿Quién le va a exigir? Sin
embargo, si hubiera árbitro, Job alega tener cómo enfrentarse (en el sentido de ponerse frente a) a
Dios, pues dice: “no soy culpable a mis ojos.”
Job reconoce en Dios, en primer lugar, su omnipotencia, que es real y es efectiva. En vista de
ello, su queja consiste en la imposibilidad de verse favorecido por él, cuando parece haber
determinado su sufrimiento sin mayores argumentos, los cuales él no podrá rebatir, pues nadie
puede hacerle frente a Dios ni existe un árbitro entre ellos para que Dios cumpla un veredicto que
él mismo no haya establecido.