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UNIVERSIDAD SAN PEDRO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

ASIGNATURA:

DERECHO CONSTITUCIONAL I
TRABAJO:

LA REPUBLICA Y LA
SOBERANIA DEL PUEBLO

DOCENTE:

Dr. ASENCIOS TORRES TEODORICO PASCUAL

GRUPO 02:

 AVALOS AURORA LUIS HUGO


 ACOSTA EULOGIO KAREN NEYRID
 CAIPO JACINTO JUSTI CELINDA
 CAPRISTANO DE LA CRUZ JIKARY MIRELLA
 GUEVARA CHAVEZ BELEN FIORELLA
 JOAQUIN PADILLA ALDAIR

CHIMBOTE – PERÚ

2019
A Dios por su inmenso amor, Protección
y misericordia, Que nos ayuda en el
camino del Estudio, para poder lograr
nuestro más anhelado sueño.

A nuestro docente y guía ASENCIOS


TORRES PASCUAL, por sus sabias
enseñanzas que nos inculca a ser cada día
mejor.
INDICE

I. INTRODUCCION…………………………………………………….. 04
II. RESUMEN……………………………………………………………. 05
III. LA REPUBLICA Y SOBERANIA DEL PUEBLO…………………… 06

3.1 REPUBLICA 06

3.1.1 Antecedentes Históricos…………………………………… 07


3.1.2 Evolución Histórica..………………………………….…… 13
3.1.3 El Motín del Té…………………………………………….. 17
3.1.4 La Revolución Francesa…………………………………… 19
3.1.5 Definición de Republica……………………………………. 30
3.1.6 Los Pilares Fundamentales de la Republica……………… 32
3.1.7 Tipos de Republicas………………………………………... 34
3.1.8 Formas de gobiernos actuales…………………………….. 35
3.1.9 Presidencialismo y Parlamentarismo…………………….. 36

3.2 LA SOBERANIA
3.2.1 La soberanía en la Edad Media…………………………… 45
3.2.2 Concepto Moderno de Soberanía………………………….. 45
3.2.3 Soberanía Interna y Soberanía Externa………………….. 46
3.2.4 La Soberanía según sus perspectivas……………………… 46
3.2.5 Titularidad de la Soberanía………………………………... 47
3.2.6 Soberanía Nacional y Popular……………………………… 47
3.2.7 Soberanía en la actualidad…………………………………. 48
3.2.8 Soberanía y el Derecho Internacional……………………... 48
3.2.9 Soberanía y Cooperación Internacional…………………… 49
3.2.10 La base política de la Soberanía…………………………… 50

IV. CONCLUSIONES………………………………………………………. 52
V. BIBLIOGRAFIA ………………………………………………………… 54
VI. ANEXOS ………………………………………………………………… 55
I. INTRODUCCION

1789 es un símbolo histórico, al menos para Occidente: en Francia se instaura la República y


consuma el acontecimiento revolucionario con la decapitación del rey. En tumulto, el pueblo
asiste a tal decapitación como si concurriese a una fiesta. La soberanía, se supone, pasa del
monarca al pueblo, por ello la democracia debía ser la forma de organización política de la
República. Solo así el soberano, es decir, el pueblo, podría tomar a su cargo la "res publica". Al
parecer, la República solo puede existir en crisis.

La ficción de la soberanía popular está en el sustrato de esa crisis: ¿cómo se ejerce, qué es "el
pueblo"? Quizás la fórmula más precisa para definir al soberano sea la acuñada por Carl
Schmitt: soberano es quien detenta el poder de declarar el estado de excepción. El alcance que
adquiere el estado de excepción es materia de los debates más complejos de la filosofía política
y el derecho contemporáneos. Y también de la práctica cotidiana de la política. Sea por la vía
de la delegación plebiscitaria, sea por la del golpe de estado, se transfiere la soberanía al
dictador, desde "el pueblo" y las instituciones que representan su hipotética soberanía. Se suele
recurrir a la imagen del cuento de Andersen "El traje nuevo del emperador" para señalar los
momentos en que se desnuda tal traspaso de soberanía. Esto puede suceder a través de
elecciones y plebiscitos (no de otra manera concentraron todo el poder un Mussolini o un
Hitler), o a través de la renuncia de los parlamentarios (diputados, asambleístas) a su función
legislativa y de control. O puede suceder a través de un golpe de estado. A veces, en medio de
la crisis, la República parece resucitar desde una suerte de agonía. Berlusconi es sentenciado
por sus delitos de corrupción, chantajea a la República italiana, amenaza con liquidarla, pero
finalmente la mayoría de sus diputados y senadores lo "traiciona".

corroe la República, corrompe al "pueblo" a través de la demagogia, el clientelismo, la


propaganda. Destruye la ciudadanía, reduce a los sujetos a una suerte de eterna minoría de edad.
El soberano, el dictador o el caudillo dicta la regla: quien no se somete, es enemigo, es traidor.
Más, ¿quién le dicta la regla a él? ¿Acaso es en verdad el soberano?
II. RESUMEN

El presente trabajo busca exponer el origen de la Republica como sistema organizativo del
estado y analizar el fundamento y rol del principio de la soberanía del pueblo en un estado
Republicano contemporánea y el significado y alcance que tiene su consagración en la teoría
constitucional.

La soberanía es el poder absoluto de un Estado que emana del pueblo o de la voluntad general
y que se ejerce a través de las instituciones de dicho Estado sin influencias, mandatos o
consignas de otros estados, organizaciones o de cualquier elemento ajeno. Soberano significa
tener ese poder absoluto de decisión perpetuo, supremo, sin límites, no divisible e
imprescriptible.

Desde la perspectiva teórica, la soberanía se dirige a aclarar el fundamento que tiene el orden
estatal que está encabezado por la constitución. La soberanía es una respuesta política –no moral
a la necesidad de encontrar un fundamento meta-jurídico a la validez del Derecho, tiende un
puente entre el fundamento filosófico de la legitimidad del Estado, construido en términos
puramente especulativos, la realidad política sobre la cual se erige el fenómeno del dominio
estatal sobre los individuos y, en último término, la afirmación de la validez del Derecho. La
respuesta de la soberanía del pueblo se articula como una imputación al pueblo de un poder pre-
jurídico para fundar mediante un acto de voluntad el orden estatal que desea.

Un Estado se dice soberano porque dicta leyes de acuerdo con la voluntad popular y para
beneficio de esa mayoría. Dichas disposiciones no pueden ser objetadas por otros, sean estados
u organizaciones internacionales, puesto que se entiende que ellas no violan la soberanía de
otros estados. El Estado dicta leyes en nombre de su pueblo para protegerlo, manteniendo
invariable su poder sobre el territorio que lo comprende y su independencia respecto de los
demás.
III. LA REPUBLICA Y LA SOBERANIA DEL PUEBLO

3.1 LA REPUBLICA

Se llama república a un sistema político fundamentado en el imperio de la ley (la


predominancia de una constitución nacional) y la igualdad ante la ley (llamada Estado
de Derecho), es decir, un conjunto de leyes que rigen a la totalidad de la población por
igual y sin distinción de ningún tipo de condiciones.

Se trata de un sistema de origen antiguo, pero de popularización e implementación


relativamente reciente en términos históricos, y el más aceptado en el mundo
contemporáneo ya que permite un modelo de gestión del poder por consenso de todos los
gobernados. No debe confundirse república con democracia, dado que puede existir la una
sin la otra, al menos teóricamente. Cuando hablamos de república hablamos de un modelo
de instituciones de gestión política y administrativa.

El término “república” proviene de las voz latina respublica, compuesta por res (“cosa”)
y publica (de todos, pública), por lo que equivale a la gestión de lo público, de la soberanía
que reside en el pueblo y no en sus gobernantes. Esto significa que en un sistema
republicano, los gobernados pueden establecer el marco de leyes según las cuales desean
administrar los intereses de todos

La república como tal data de tiempos antiguos, en especial de la Grecia Antigua, si bien
no operaba exactamente como lo hace hoy en día. En las repúblicas griegas existía la
esclavitud y eran gobernadas por una aristocracia militar, junto a un concilio de sabios que
administraban la ley y la religión. De allí el concepto pasó al Imperio Romano, que alternó
épocas de monarquía y de republicanismo, pero no fue hasta la caída de las monarquías
absolutistas en Europa (alrededor del siglo XVIII) que la república se impuso como el
sistema de gobierno electo por las masas. En ello influyó mucho el pensamiento burgués y
la Ilustración francesa (Republicanismo ilustrado)

Toda república se sostiene en base a ciertos preceptos centrales, que son:


 El estado de derecho. En una república todos los habitantes de la nación gozan de los
mismos derechos y deberes, que consagran su participación social y política en términos
de igualdad ante la ley. Las leyes aplican a todo el mundo sin distinción.
 El imperio de la ley. Todas las repúblicas se rigen por un texto legal fundamental, que
es la Carta Magna o Constitución. Allí se encuentran escritas todas las leyes y principios
jurídicos que rigen y determinan la vida en la república, y que se encuentran por encima
de cualquier autoridad política que exista. Violar esos preceptos de la ley acarreará
castigos también contemplados en los códigos penales y legales que de la Carta Magna
se desprenden.
 La separación de los poderes. Los poderes públicos de toda república deben ser
independientes y autónomos, de manera que provean de estabilidad política y jurídica a
la nación. Tradicionalmente estos poderes son tres: ejecutivo, legislativo y judicial.

3.1.1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

La república aparece en Roma, el 509 a. C., después de la caída de la monarquía


romana, cuando los romanos se levantan contra su rey, Lucio Tarquinio el
Soberbio instaurándose la República romana. El término proviene de la
expresión res publica, derivada de res populica, es decir, la "cosa de las
personas", "asunto del pueblo" o "propiedad pública". En esto, la república se
opone a regnum (reino), o "propiedad del rey". Esta Forma de Estado hace del
pueblo, en todo, en parte o una minoría privilegiada, la fuente del poder político e
implica su intervención en los asuntos públicos. Este es el caso de las antiguas
repúblicas, donde la ciudadanía se otorga solo a unos pocos individuos y donde el
poder a menudo está dominado, como en Roma, por familias poderosas; este es
también el caso de las repúblicas aristocráticas que aparecieron en la Edad Media
(especialmente en Venecia).

Republicas Clásicas
El tipo moderno de "república" en sí es diferente de cualquier tipo de estado que se
encuentre en el mundo clásico. Sin embargo, hay una serie de estados de la era
clásica que todavía hoy se llaman repúblicas. Esto incluye la antigua Atenas y
la República romana. Si bien la estructura y el gobierno de estos estados era muy
diferente del de cualquier república moderna, existe un debate sobre hasta qué punto
las repúblicas clásica, medieval y moderna forman un continuo histórico. J. G. A.
Pocock ha argumentado que una tradición republicana distinta se extiende desde el
mundo clásico hasta el presente. Otros estudiosos no están de acuerdo. Paul Rahe,
por ejemplo, argumenta que las repúblicas clásicas tenían una forma de gobierno
con pocos vínculos con las de cualquier país moderno.

La filosofía política de las repúblicas clásicas ha influido en todo caso en el


pensamiento republicano a lo largo de los siglos posteriores. Los filósofos y los
políticos que defendían las repúblicas, como Maquiavelo, Montesquieu, John
Adams y James Madison, dependían en gran medida de las fuentes clásicas
griegas y romanas que describían varios tipos de regímenes.

La política de Aristóteles discute varias formas de gobierno. Una forma a la que


Aristóteles llamo politeia, que consistía en una mezcla de las otras formas.
Argumentó que esta era una de las formas ideales de gobierno. Polibio amplió
muchas de estas ideas, volviendo a centrarse en la idea de un gobierno mixto. La
obra romana más importante en esta tradición es De re publica de Cicerón.

Con el tiempo, las repúblicas clásicas fueron conquistadas por los imperios o se
volvieron ellos mismos. La mayoría de las repúblicas griegas fueron anexadas al
Imperio Macedonio de Alejandro. La República romana se expandió
dramáticamente conquistando los otros estados del Mediterráneo que podrían
considerarse repúblicas, como Cartago. La República romana se convirtió
entonces en el Imperio Romano.

Otras Repúblicas Antiguas


El término "república" no se usa comúnmente para referirse a las ciudades pre-
clásicas, especialmente si está fuera de Europa y el área que estaba bajo la influencia
grecorromana. Sin embargo, algunos estados tempranos fuera de Europa tenían
estados que a veces hoy se consideran similares a las repúblicas.

En el Antiguo Oriente Próximo, varias ciudades del Mediterráneo oriental lograron


un gobierno colectivo. Arwad ha sido citado como uno de los primeros ejemplos
conocidos de una república. La confederación israelita de la época anterior a
la Monarquía Unida también ha sido considerada como un tipo de república. En
África, el Imperio Axum se organizó como una confederación gobernada de manera
similar a una república real. Del mismo modo, la nación Igbo de lo que ahora es
Nigeria.

SubContinente Indio
El antiguo subcontinente indio tenía una serie de primeras repúblicas conocidas
como Mahajanapadas. Mahajanapadas consistió en dieciséis repúblicas
oligárquicas que existieron durante los siglos VI a C hasta el siglo IV a C. Algunos
eruditos indios, como K. P. Jayaswal, han argumentado que varios estados en la
India antigua tenían formas republicanas de gobierno. Si bien no existen
constituciones ni obras de filosofía política sobrevivientes de este período en la
historia de la India, los textos religiosos supervivientes se refieren a varios estados
que tienen sabhās o Gaṇa sangha, un tipo de república o gobierno basado en
consejos, en oposición al monárquico. Los escritores griegos antiguos mencionan
que Alejandro Magno se encontró con ciudades-estado y regiones donde un
consejo de ancianos gobernó con autoridad suprema.

Republicas Liberales

Junto con estas revueltas republicanas iniciales, la Europa moderna también vio
un gran aumento en el poder monárquico. La era de la monarquía absoluta
reemplazó a las monarquías limitadas y descentralizadas que habían existido en la
mayor parte de la Edad Media. También vio una reacción contra el control total del
monarca, ya que una serie de escritores crearon la ideología conocida
como liberalismo.

La mayoría de estos pensadores de la Ilustración estaban mucho más interesados


en las ideas de la monarquía constitucional que en las repúblicas. El régimen de
Cromwell había desacreditado al republicanismo, y la mayoría de los pensadores
pensaban que las repúblicas terminaban en anarquía o tiranía. Por lo tanto, filósofos
como Voltaire se opusieron al absolutismo y al mismo tiempo se mostraron
fuertemente pro monárquicos.

Jean-Jacques Rousseau y Montesquieu elogiaron a las repúblicas y consideraron


las ciudades-estado de Grecia como un modelo. Sin embargo, ambos también
pensaron que una nación como Francia, con 20 millones de personas, sería
imposible de gobernar como una república. Rousseau admiró el experimento
republicano en Córcega (1755-1769) y describió su estructura política ideal de
pequeñas comunas autónomas. Montesquieu sintió que una ciudad-estado
idealmente debería ser una república, pero sostuvo que una monarquía limitada era
más adecuada para una nación grande.

La revolución estadounidense comenzó como un rechazo solo de la autoridad del


Parlamento británico sobre las colonias, no de la monarquía. El fracaso del monarca
británico para proteger las colonias de lo que consideraban la violación de sus
derechos de gobierno representativo, la condena del Rey de quienes solicitaban una
reparación, como traidores; y su apoyo al envío de tropas de combate para asegurar
su autoridad, dio lugar a la percepción generalizada de la monarquía británica como
tiránica.

Con la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, los líderes de la


rebelión rechazaron firmemente la monarquía y adoptaron la república,
la separación de poderes, crearon el presidencialismo y la democracia
representativa. Los líderes de la revolución estaban bien versados en los escritos
de los pensadores liberales franceses, y también en la historia de las repúblicas
clásicas. John Adams escribió un libro sobre repúblicas a lo largo de la historia.
Además, el escrito de Thomas Paine, Common Sense, ampliamente distribuido y
popularmente leído en voz alta, presentó los ideales republicanos y de
independencia, de manera sucinta y elocuente al público general. La Constitución
de los Estados Unidos, ratificada en 1789, creó una república federal, como una
unión fuerte, para reemplazar a una confederación débil, creada por los Artículos
de la Confederación y de Unión Perpetua, de 1783, el primer intento de un
gobierno nacional. Las primeras diez enmiendas a la Constitución, llamada Carta
de Derechos de los Estados Unidos, garantizaba ciertos derechos individuales,
fundamentales para los ideales republicanos que justificaban la Revolución.

La Revolución Francesa tampoco fue republicana desde el comienzo. Sólo


después de la fallida Fuga de Varennes, el Rey perdió la mayoría de las simpatías
que le restaban, se declaró una república y Luis XVI fue enviado a la guillotina. El
asombroso éxito de Francia en las Guerras Revolucionarias Francesas vio las
repúblicas extendidas por la fuerza de las armas en muchas partes de Europa, a
medida que una serie de repúblicas hermanas se establecieron en todo el
continente. El ascenso de Napoleón vio el final de la Primera República Francesa
y sus repúblicas hermanas, cada una reemplazada por "monarquías" impuestas
por Napoleón. Durante todo el período napoleónico, los vencedores extinguieron
muchas de las repúblicas más antiguas del continente, incluidas la República de
Venecia, la República de Génova y la República holandesa. Todas ellas fueron
transformadas en monarquías o absorbidas por las monarquías vecinas.
Sólo Suiza subsistió como república.

Fuera de Europa, se creó otro grupo de repúblicas cuando las guerras napoleónicas
permitieron a los estados de la América española obtener su independencia. La
ideología liberal tuvo un impacto limitado en estas nuevas repúblicas. El apoyo
principal de la emancipación, estuvo en la población criolla local, descendiente de
europeos, en conflicto con los gobernadores llegados de España. La élite criolla
tenía poco interés en dar a a los grupos amerindios poder y una amplia base
representación. Simón Bolívar, el principal instigador de las revueltas y uno de sus
teóricos más importantes, simpatizaba con los ideales liberales, pero consideraba
que la América hispana carecía de la cohesión social necesaria para que tal sistema
funcionara y defendía la autocracia cuando era necesario.

Sólo en México, esta autocracia tomó brevemente la forma de una monarquía en


el Primer Imperio Mexicano. Debido a la Guerra de la Independencia, la corte
portuguesa se trasladó a Brasil en 1808. Brasil obtuvo la independencia como
monarquía el 7 de septiembre de 1822, y el Imperio de Brasil duró hasta 1889. En
los otros estados, varias formas de república autocrática existieron hasta que la
mayoría fueron liberalizados a finales del siglo 20.

La Segunda República Francesa tuvo efímera existencia: fue creada en 1848, y


abolida por su primer y único Presidente, Napoleón III, que se proclamó
emperador en 1852. La Tercera República francesa se estableció después de la
guerra franco-prusiana, de 1870-71; y solo después que los herederos de los
borbones, se negaron a aceptar la bandera tricolor. Sin embargo, ya hace mediados
de la década de 1880, la República se había asentado fírmemente en Francia. España
se convirtió brevemente en la Primera República española en 1873-74, pero la
monarquía fue restaurada pronto. A comienzos del siglo XX, Francia, Suiza y San
Marino siguieron siendo las únicas repúblicas de Europa. Esto cambió cuando,
después del Regicidio de Lisboa de 1908, pues la revolución del 5 de octubre de
1910 estableció la República Portuguesa.

En el este de Asia, China había visto un considerable sentimiento anti-Qing durante


el siglo XIX, y se desarrollaron varios movimientos de protesta que pedían
la monarquía constitucional. El líder más importante de estos esfuerzos fue Sun
Yat-sen, cuyos Tres Principios del Pueblo combinaron ideas estadounidenses,
europeas y chinas. Bajo su liderazgo, la República de China fue proclamada el 1
de enero de 1912.
El republicanismo se expandió significativamente después de la Primera Guerra
Mundial, cuando varios de los imperios europeos más grandes colapsaron:
el Imperio ruso (1917), el Imperio alemán (1918), el Imperio
austrohúngaro (1918) y el Imperio otomano (1922) fueron reemplazados por
repúblicas. Los nuevos estados obtuvieron la independencia durante esta agitación,
y muchos de ellos, como Irlanda, Polonia, Finlandia y Checoslovaquia, eligieron
formas de gobierno republicanas. Después de la derrota de Grecia en la Guerra
greco-turca (1919-22), la monarquía fue brevemente reemplazada por la Segunda
República Helénica (1924-35). En 1931, la inestable Segunda República
Española (1931-36) dio como resultado la Guerra Civil Española, seguida de 39
años de dictadura franquista.

Las ideas republicanas se estaban extendiendo, especialmente en Asia. Estados


Unidos comenzó a tener una influencia considerable en el este de Asia en la última
parte del siglo XIX, y los misioneros protestantes desempeñaban un papel central.
Los escritores liberales y republicanos de occidente también ejercieron influencia.
Estos se combinaron con la filosofía política inspirada en el confuciano nativo que
durante mucho tiempo había argumentado que el pueblo tenía derecho a rechazar
un gobierno injusto que había perdido el Mandato del Cielo.
Dos repúblicas efímeras fueron proclamadas en Asia Oriental, la República de
Formosa y la Primera República Filipina.

3.1.2 EVOLUCIÓN HISTÓRICA

En la Antigüedad

En la Antigüedad, las repúblicas no se entendían como entiende la ciencia


política el concepto de república.

Aunque República significara la cosa pública, no todos podían participar de esa


cosa pública. La llamada democracia ateniense no lo era en el mismo sentido ni
forma que tomamos actualmente. En realidad, las polis griegas estaban gobernadas
por la aristocracia (aristoi, “los mejores”) y sólo los ciudadanos (y no todos los
miembros del pueblo eran ciudadanos) participaban en las discusiones del ágora.

Pocos textos antiguos sobrevivieron a la Edad Media, entre estos pocos está La
República de Platón. No obstante, pese a los elevados ideales de ésta, cuando
Platón puso sus ideas políticas en práctica en la polis de Siracusa el resultado fue
un completo fracaso.

También Cicerón intentó algo parecido en tiempos de la Antigua Roma y


tampoco logró reforzar el gobierno de la República romana, muy a su pesar, sólo
logró un preludio de lo que luego sería la Roma imperial.

En el Renacimiento

Durante el Renacimiento se fomentó la revisión del mundo antiguo, no sólo de su


arte, sino también de su cultura, de su pensamiento político y de su literatura y, la
mayoría de los pocos escritos que lograron sobrevivir a la Edad Media fueron
traducidos. Entre estos los que hacían referencia a las Repúblicas de la Antigüedad
que fueron rebautizadas como Repúblicas clásicas.
Italia era la zona más densamente poblada de Europa en esa época y con el gobierno
central más débil, por lo que se desarrollaron muchas ciudades-estado italianas y se
creó una ideología republicana. Las dos más poderosas eran la República de
Venecia y su rival la República de Génova que controlaban gran parte del
Mediterráneo.

La filosofía renacentista vio en la república una especie de Estado ideal y los


Estados que surgieron en ese periodo como Países Bajos adoptaron esta forma de
organización política. Aunque más que los ideales republicanos, pesó en su decisión
su sentimiento anticatólico (por ello, se autodenominaron República Protestante de
los Países Bajos) y el hecho de que no encontraron a ningún candidato que les
convenciese como monarca.
En Europa Central fue la república, aristocrática federal formada en 1569 por
el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania. República de las Dos
Naciones duró hasta las reparticiones de Polonia en 1795.
Durante el período barroco se inició con el mundo antiguo, no sobre arte sino de
una cultura polifónica, y pensamientos filosóficos.

Republicanismo Ilustrado

La Ilustración trajo consigo toda una nueva generación


de políticos y filósofos ilustrados que se
replanteó los principios de la ciencia
política que habían estado vigentes hasta el
momento. Locke, por ejemplo, se había
planteado la división de poderes y
la Separación Iglesia-Estado cuando
el Absolutismo aún era moneda de cambio.
Estos planteamientos políticos serían los que
se establecerían no mucho después en
las constituciones promulgadas tras la Revolución francesa y la Guerra de la
Independencia de los Estados Unidos. De hecho, la Ilustración definió el estándar
de lo que había de ser una república y de las monarquías constitucionales que
empezarían a consolidarse en el siglo XIX.

Los principios más importantes establecidos por la Ilustración fueron:

— La autoridad de la ley.

— La exigencia de que los gobiernos se interesen por los ciudadanos a los que
afecta dicha ley.

— La necesidad de que los gobiernos establezcan el llamado interés nacional, de


tal modo, que fuesen comprensibles por el pueblo en general.

— Que existiese algún modo de autodeterminación (En el sentido de consulta


popular de tipo referéndums, elecciones, etc).
Desde el final del absolutismo, tanto el liberalismo (repúblicas con
sistemas económicos librecambistas), como el socialismo (repúblicas con sistemas
económicos planificados), así como, las monarquías constitucionales se basaban en
los ideales republicanos aparecidos durante la ilustración y desarrollados en las
repúblicas de Estados Unidos y Francia. Estos ideales son la creencia en
la autodeterminación de los pueblos y la dignidad individual humana.

Republica de Partido Único

Cuando en el siglo XX aparecen las nuevas Repúblicas Socialistas, éstas se


proclamaron como las herederas más directas de los ideales de la Ilustración.
Cuando aparecieron estas Repúblicas socialistas tuvieron que enfrentarse a un grave
problema, la mayor parte del proletariado carecía del interés o de la experiencia de
gobierno necesaria para que los ideales republicanos socialistas se pudieran poner
en marcha. Por ello, las estructuras de gobierno socialistas acabaron siendo, en la
práctica, muy piramidales.
Según Karl Marx: “Las clases sociales tenían intereses y que los gobiernos
existentes representan los intereses de la clase dominante, y que, tarde o temprano,
estos gobiernos serían derrocados por las clases proletarias.”

República Islámica

Muchos eruditos occidentales no consideran a las repúblicas islámicas como


auténticas repúblicas, pues sus ideales están fundamentados en el Corán, no en los
ideales de la Ilustración, ni tienen ningún otro lazo con la tradición occidental del
republicanismo que puede remontarse hasta la Antigua Roma.
Estas repúblicas islámicas surgieron en las zonas de dominio del Islam, tras las
descolonizaciones de la segunda mitad del siglo XX.
3.1.3 MOTÍN DEL TÉ

El 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar en Boston, Massachusetts, el


denominado motín del té (en inglés: Boston Tea Party)?, en el que se lanzó al mar
todo un cargamento de té. Un grupo de colonos disfrazados de indios arrojó al mar
la carga de té de tres buques británicos. Fue un acto de protesta de los colonos
americanos contra Gran Bretaña y es considerado un precedente de la guerra de
Independencia de los Estados Unidos.

La rebelión de los colonos en el puerto de Boston nació como consecuencia de la


aprobación por Gran Bretaña en 1773 del Acta del Té,
que gravaba la importación proveniente de la metrópoli de distintos productos,
incluido el té, para beneficiar a la Compañía Británica de las Indias Orientales a
quien los colonos boicoteaban comprando el té de los Países Bajos.

Como Antecedentes, La Stamp Act ('Ley del Timbre') de 1765 y las Townshend
Acts ('Leyes de Townshend') de 1767 hicieron que los colonos se disgustaran por
las decisiones británicas sobre imponer tributos a las colonias sin previa consulta
en el Parlamento de Westminster. Uno de los manifestantes era John Hancock. En
1768, la embarcación Liberty de Hancock fue retenida por funcionarios de aduanas
y se le imputaron cargos de contrabando (ya que su té provenía de colonias de los
Países Bajos y no de colonias inglesas). Lo defendió John Adams y los cargos
fueron finalmente retirados. Sin embargo, Hancock tuvo que enfrentar después a
otros cientos de acusaciones.

Hancock organizó un boicot al té proveniente de China y vendido por la Compañía


Británica de las Indias Orientales, cuyas ventas en las colonias cayeron de 145 000 kg a
240 kg. Ya en 1773 la compañía tenía grandes deudas, grandes stocks de té en sus depósitos
y ninguna perspectiva de ventas ya que contrabandistas, como Hancock, importaban el té
sin pagar aranceles. El gobierno británico aprobó la Tea Act (Ley del té), que permitió a la
Compañía de las Indias Orientales vender té a las colonias directamente, sin pagar ningún
arancel o impuesto de aduanas en Gran Bretaña, a cambio de pagar el arancel colonial, que
era mucho menor. Esta suspensión de impuestos permitió a la Compañía vender a precios
menores de los ofrecidos por los colonos mercantes y contrabandistas.

Los colonos, en especial los contrabandistas acaudalados, se ofendieron por el trato de


favor a una gran compañía que había actuado como lobby y ejercido gran influencia en el
Parlamento. A consecuencia de esto, se produjeron protestas en Filadelfia y Nueva York,
pero fueron las manifestaciones que tuvieron lugar en Boston las que dejaron huella en la
historia. Aun recuperándose del incidente de las «cartas de Hutchinson», los pobladores de
Boston sospechaban que el nuevo impuesto del té era simplemente otro intento del
parlamento británico para apabullar la autonomía colonial. Samuel Adams, prósperos
contrabandistas y otros que habían obtenido provecho del contrabando del té, exigieron a
representantes y consignatarios de la Compañía Británica de las Indias Orientales que
abandonasen sus puestos. Los consignatarios que dudaban eran atemorizados con ataques
a sus depósitos e incluso a sus casas.

El primero de muchos barcos cargados de té de la Compañía Británica de las Indias


Orientales era el HMS Dartmouth, llegando a finales de noviembre de 1773. En ese
momento, se encontraron en un callejón sin salida entre las autoridades portuarias y
los Hijos de la Libertad. Samuel Adams avivó a la creciente multitud en una serie de
asambleas de protesta. Miles asistieron a estas asambleas provenientes de la ciudad y de
las áreas periféricas, cada reunión más grande que la anterior. Las multitudes pedían el
desacato no solo al Parlamento británico, la Compañía de las Indias Orientales y al
HMS Dartmouth, sino también al gobernador Thomas Hutchinson, quien luchaba por que
el té fuese desembarcado. La noche del 16 de diciembre, la asamblea de protesta en la Old
South Meeting House de Boston fue la más grande vista hasta entonces. Se estima que
asistieron alrededor de 8000 personas.

Como Hechos, la noche del mismo día, se puso en marcha el movimiento. Antes de
que debiera desembarcarse el té, los Hijos de la Libertad (según fuentes, entre 60 y
150 personas) se disfrazaron como indios mohawk, dejaron la gran asamblea de
protesta y se dirigieron al muelle de Griffin, donde estaban el Dartmouth y los
recién llegados Beaver y Eleanour. Rápida y eficientemente, armados con hachas y
cuchillos, amedrentaron a los marineros y subieron cajas de té de la bodega a la
cubierta (prueba razonable de que algunos de los «indios» eran, en efecto,
estibadores). Abrieron las cajas y arrojaron el té por la borda. En el trabajo que duró
hasta entrada la noche, se emplearon menos de tres horas, actuando los asaltantes
de forma rápida y eficiente. Al amanecer, 45 toneladas de té de un valor estimado
de 10 000 libras habían sido vertidas a las aguas del puerto de Boston.1 Nada más
fue dañado o robado, a excepción de la rotura accidental de un candado que fue
reemplazado anónimamente poco después. El té flotó en las orillas alrededor de
Boston durante semanas.

Este acto generó las críticas de funcionarios tanto de la colonia como británicos.
Por ejemplo, Benjamin Franklin declaró que el coste del té debía ser reembolsado
y ofreció pagarlo con su propio dinero. Desde la metrópoli se llevaron a cabo
medidas represivas contra las colonias: El gobierno inglés cerró el puerto de Boston
en 1774 como represalia y declaró el estado de excepción, instaurando otras leyes
conocidas como Intolerable Acts (Leyes intolerables), también llamadas Coercive
Acts (Leyes Coercitivas) o Punitive Acts (Leyes Punitivas). Sin embargo, también
inspiraron otros actos similares que se llevaron a cabo posteriormente, como la
quema del barco Peggy Stewart. El motín del té en Boston, con el tiempo, demostró
ser una de las varias causas que llevaron a la guerra de Independencia de Estados
Unidos. Al menos, este motín y la reacción que lo siguió sirvieron para consolidar
el apoyo a los revolucionarios de las trece colonias quienes, a fin de cuentas,
tuvieron éxito en la guerra de la independencia.

En cuanto al consumo del té, muchos colonos, en Boston y otros lugares del país,
juraron no tomar dicha bebida como señal de protesta, prefiriendo otras infusiones
herbales y el café. No obstante, este movimiento social de protesta contra el
consumo de té no fue duradero.

3.1.4 LA REVOLUCION FRANCESA

La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de


violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras
naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido
como el Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer
Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado
de Napoleón Bonaparte en 1799.

Si bien, después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de


Napoleón Bonaparte, la organización política de Francia durante el siglo XIX osciló
entre república, imperio y monarquía constitucional, lo cierto es que la revolución
marcó el final definitivo del feudalismo y del absolutismo en ese país, y dio a luz
a un nuevo régimen donde la burguesía, apoyada en ocasiones por las masas
populares, se convirtió en la fuerza política dominante en el país. La revolución
socavó las bases del sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la
medida en que lo derrocó con un discurso e iniciativas capaces de volverlo
ilegítimo.

Según la historiografía clásica, la Revolución francesa marca el inicio de la Edad


Contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna, lo que la sitúa en el
corazón del siglo XIX. Abrió nuevos horizontes políticos basados en el principio
de la soberanía popular, que será el motor de las revoluciones de 1830, de
1848 y de 1871

Los escritores ilustrados del siglo


XVIII, filósofos, politólogos, científicos y economistas, denominados
comúnmente philosophes, y a partir de 1751 los enciclopedistas, contribuyeron a
minar las bases del Derecho Divino de los reyes. La filosofía de la 'Ilustración' ha
desempeñado pues un rol significativo en el giro que tomaron estos eventos
históricos pero su influencia debe relatarse de modo más matizado: acordarle
demasiada importancia a los preceptos filosóficos nacidos durante ese siglo se
revelaría como una carencia mayúscula de fidelidad historiográfica.

La corriente de pensamiento vigente en Francia era la Ilustración, cuyos principios


se basaban en la razón, la igualdad y la libertad. La Ilustración había servido de
impulso a las Trece Colonias norteamericanas para la independencia de su
metrópolis europea. Tanto la influencia de la Ilustración como el ejemplo de los
Estados Unidos sirvieron de “trampolín” ideológico para el inicio de la revolución
en Francia

En términos generales fueron varios los factores que influyeron en la Revolución:

 Un régimen monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en el contexto de


un mundo cambiante, y que, tras varios intentos de adoptar medidas destinadas
a atajar la crisis política y económica, capituló ante la violenta reacción de la
nobleza y de algunos parlamentos provinciales como el de Grenoble (Jornada de
las Tejas);
 Una aristocracia (la nobleza y el alto clero) aferrada a sus privilegios feudales,
que bloqueó todas las reformas estructurales (de Machault, de Maupeou,
de Turgot) que se intentaron implantar desde la Corte;
 El auge de una clase burguesa nacida siglos atrás, que había alcanzado un gran
poder en el terreno económico y que ahora empezaba a propugnar el político. Su
riqueza y su cultura la había elevado al primer puesto en la sociedad, posición
que estaba en contradicción con la existencia de los estamentos privilegiados,
nobleza y clero;
 La exasperación de las clases populares urbanas y del campesinado,
empobrecidos por la subida de los precios, en particular de los cereales y del pan,
base de la alimentación, y por el incremento continuo de los impuestos y
derechos señoriales y reales. El diezmo que cobraba el clero, apenas servía para
mantener el culto y socorrer a los pobres. El campesinado contestaba además el
origen de la propiedad de los derechos y servidumbres feudales (recogidos en
los llamados “libros terriers”), que les parecían abusivos e injustos;
 La expansión de las nuevas ideas ilustradas;
 La regresión económica y las crisis agrícolas cíclicas (la que estalló en 1788 fue
la más violenta de todo el siglo XVIII), agravados por las malas cosechas en los
años que precedieron a la Revolución;
 La quiebra financiera provocada por los vicios del sistema fiscal, la mala
percepción y la desigualdad de los impuestos, los gastos de la Corte, los costes
de las guerras, y por los graves problemas hacendísticos causados por el apoyo
militar a la guerra de Independencia de los Estados Unidos. Esta intervención
militar se convertiría en arma de doble filo, pues, pese a ganar Francia la guerra
contra Gran Bretaña y resarcirse así de la anterior derrota en la guerra de los
Siete Años, la hacienda quedó en bancarrota y con una importante deuda externa.
Los problemas fiscales de la monarquía, junto al ejemplo
de democracia del nuevo Estado emancipado precipitaron los acontecimientos.

Desde el punto de vista político, fueron fundamentales ideas tales como las
expuestas por Voltaire, Rousseau, Diderot o Montesquieu (como por ejemplo, los
conceptos de libertad política, de fraternidad y de igualdad, o de rechazo a una
sociedad dividida, o las nuevas teorías políticas sobre la separación de
poderes del Estado). Todo ello fue rompiendo el prestigio de las instituciones del
Antiguo Régimen, ayudando a su desplome.

Desde el punto de vista económico, la inmanejable deuda del Estado fue exacerbada
por un sistema de extrema desigualdad social y de altos impuestos que
los estamentos privilegiados, nobleza y clero no tenían obligación de pagar, pero
que sí oprimía al resto de la sociedad. Hubo un aumento de los gastos del Estado
simultáneo a un descenso de la producción agraria de terratenientes y campesinos,
lo que produjo una grave escasez de alimentos en los meses precedentes a la
Revolución. Las tensiones, tanto sociales como políticas, mucho tiempo contenidas,
se desataron en una gran crisis económica a consecuencia de los dos hechos
puntuales señalados: la colaboración interesada de Francia con la causa de la
independencia estadounidense (que ocasionó un gigantesco déficit fiscal) y el
aumento de los precios agrícolas.

El conjunto de la población mostraba un resentimiento generalizado dirigido hacia


los privilegios de los nobles y del alto clero, que mantenían su dominio sobre la
vida pública impidiendo que accediera a ella una pujante clase profesional y
comerciante. El ejemplo del proceso revolucionario estadounidense abrió los
horizontes de cambio político entre otros.

Etapas de la Revolución francesa


Se distingue las siguientes etapas en el desarrollo de la revolución francesa.

Etapa Monárquica (1789 – 1792)


Comprende desde el estallido de la revolución (Junio de 1789) hasta el 21 de
Setiembre de 1792, fecha en que quedó abolida la monarquía.

Estados Generales (1789)

Los Estados Generales fue convocado por Luis XVI, rey de Francia. Se reunieron
en Versalles el 5 de abril de 1789. Los Estados Generales eran una especie de
asamblea (parlamento) integrada por 1200 diputados (300 por el clero, 300 por la
nobleza y 600 por el Tercer Estado o Estado Llano).

La crisis económica obligo al soberano francés a reunirlos, para que adoptaran


así las medidas más convenientes. El Tercer Estado quiso aprovechar de dicha
asamblea para presentar peticiones favorables al pueblo; el rey y la nobleza no
tomaron en cuenta estas reformas. La petición que no tomaron en cuenta fue el
derecho del voto por cabeza, que les era favorable ya que eran mayoría, pues
querían que subsistiera el voto por orden (que favorecía a las clases privilegiadas:el
clero y la nobleza). Entonces el Tercer Estado desacato la orden de Luis XVI y se
reunió separadamente.

Asamblea Nacional (1789)

La Asamblea Nacional se creó el 17 de junio de 1789, es la que marco el estallido


de la revolución. El rey clausuro la sala de sesiones a la Asamblea Nacional la cual
ocupo la sala del juego de la pelota en la que los diputados juraron no separarse
hasta haber dado una constitución a Francia.

Asamblea Constituyente (1789 – 1791)

El soberano francés cedió ante los acontecimientos de la Asamblea Nacional,


invitando a que sesionaran las tres clases sociales. Así surgió la Asamblea
Constituyente. El rey había perdido su autoridad y la Monarquía absoluta llegaba a
su fin. Los principales acontecimientos fueron:

— La Toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789 el pueblo de París atacó la


fortaleza de la Bastilla y la ocupó. La Bastilla era el símbolo del despotismo.

— La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, fue


promulgada por la Asamblea, el 26 de agosto de 1789. Antes habían sido
abolidos los derechos feudales, el 4 de agosto de 1789. La declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano consta de 17 artículos. Se refieren
principalmente a que todos los hombres son iguales; que la soberanía reside en
la nación; que los derechos naturales, como la libertad, la igualdad, la
propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión no deben ser violados,
como tampoco la libertad de pensamiento y creencia.

— Se Promulgó la Constitución de 1791, de tendencia monárquica que sanciono


la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, como también la
existencia de tres poderes:Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
— Se promulgó la Constitución Civil del Clero, por la que los bienes de la
Iglesia pasaban a poder del Estado y el nombramiento de las autoridades
eclesiásticas se harían en adelante por la elección del pueblo.

— Huida del Rey, Luis XVI pretendió huir al extranjero pero fue descubierto en
Varennes y luego detenido y encerrado en la Tullerias.

La Asamblea Legislativa (1791 – 1792)

Esta asamblea se mostró más hostil a la monarquía los principales acontecimientos


que surgieron durante ellas fueron:

— Declaratoria de Guerra a Austria, donde las primeras acciones favorecieron


a los Austroprusianos; pero los ejércitos revolucionarios, al mando de
Doumouriez, obtuvieron grandes victorias en Valmy y Gemapes (1792).

— El Asalto a las Tullerias y la prisión definitiva de Luis XVI.


— Aparición de Partidos Políticos, los fuldences (monárquicos), los girondinos
(republicanos moderados) y los jacobinos y de la montaña (izquierda radical).

Toma de la Bastilla
Etapa Republicana (1792 – 1804)

Etapa que comprende desde el 21 de setiembre de 1792 hasta el 19 de noviembre


de 1799, en que Napoleón Bonaparte da el golpe de estado del 18 Brumaría y
establece el consulado en provecho suyo. El gobierno del consulado, con Napoleón
como dueño absoluto de Francia, fue, propiamente, una etapa de transición de la
república al imperio y se prolongó hasta 1804.

La Convención (1792-1795)

Disuelta la Asamblea Legislativa se formó la Convención Nacional. Los


principales actos de dicha Convención fueron:
– Decreto la abolición de la monarquía y proclamo la república.
– Sanciono el sufragio universal (derecho a voto para todo ciudadano).
– Proceso y condenó a muerte a Luis XVI. Ejecución que se realizó en enero de
1793.

Surge la época del terror.


La Época del Terror; en esta se formó un gobierno revolucionario que bajo la
dirección de Robespierre implanto la época del terror y envió al patíbulo a millares
de detenidos y sospechosos. Reino la violencia y la crueldad, pues hasta los propios
caudillos como Marat, Dantón, etc.,sucumbieron violentamente, como también
María Antonieta, el sabio Lavoisier y finalmente el propio Robespierre, fue
también ejecutado por sus enemigos de la convención. El gobierno del terror estuvo
conformado por tres comités: El de la salvación publica, el de seguridad general
y el tribunal revolucionario.

El Directorio (1795 – 1799)

La Convención Nacional promulgo la constitución del Año III, que establecía el


Directorio, gobierno republicano moderado que tuvo la siguiente organización:
El Poder Ejecutivo, a cargo del directorio, integrado por 5 miembros o directores.
El Poder Legislativo, formado por dos consejos: el de los 500 y el de los ancianos.
El directorio tuvo que hacer frente a los ejércitos extranjeros; es entonces cuando
comienza a destacarse la figura de Napoleón. El 19 de noviembre de 1788 (golpe
de estado del 18 brumario), el gran corso se apodera del gobierno y establece el
consulado, gobierno de transición al imperio.

El Consulado (1799 – 1804)

Por el golpe de estado del 18 de Brumario (19 de noviembre de 1799) Napoleón


abolió el Directorio y estableció el consulado, de apariencia republicana, pero de
tendencia monárquica propiamente. El establecimiento del Consulado fue
sancionado por la Constitución del Año III. El Consulado constaba de dos poderes:
El Poder Ejecutivo, formado por tres cónsules, siendo la figura principal el primer
Cónsul (Napoleón) dueño del gobierno.
El Poder Legislativo, que constaba de un Consejo de Estado, del Tribunado y un
Cuerpo Legislativo (300 representantes y de un senado).

Muerte de Luis XVI


ETAPA IMPERIAL (1804 – 1815)
Comprende desde el 18 de mayo de 1804, en que se establece el imperio, siendo
proclamado Napoleón emperador por el senado con el nombre de Napoleón I.
En adelante, fue anhelo del Gran Corzo establecer la monarquía universal. Inauguró
un gobierno personal, absoluto. Se rodeó de una brillante corte integrada por sus
familiares y generales, a quienes otorgó títulos nobiliarios.
Dio gran impulso a la actividad cultural, a la industria y comercio, dictó sabias leyes
(Códigos). Soñó con hacer de Francia la Primera Nación del Mundo.

Acciones Militares

Muchas grandes victorias militares le dieron fama y predominio.Fueron las


siguientes:

 Batalla de Trafalgar (1805)


Donde fue destruída, por el Almirante Nelson, la flota francesa que pretendía
invadir Inglaterra, hasta el año de 1805, en que fuera derrotado definitivamente
en Waterloo y luego tomado prisionero por los ingleses, acontecimiento que
marco el fin de la Etapa imperial o Era Napoleónica.
 Batalla de Austerlitz (1805)
Donde Napoleón derrotó completamente a los ejércitos austro-rusos
considerablemente superiores. Fue su batalla modelo por la formidable táctica
empleada.
 Batalla de Jena (1806)
Batalla en que le permitió a Napoleón ocupar Berlín.

El Bloque continental
Napoleón pensó someter por hambre a Inglaterra, para ello decretó el bloqueo
continental, prohibiendo a las naciones europeas todo comercio con Inglaterra; los
resultados le fueron adversos. Como el Papa Pío VII no se sumara a tal bloqueo,
Napoleón lo encarceló y ocupó los Estados de la iglesia. Portugal también fue
invadido por los franceses, Juan VI huyó al Brasil.

Invasión a España

Comenzó en 1808 y duró la ocupación hasta 1813, año en que los invasores fueron
expulsados del país con la ayuda de los ingleses. La Traición de Godoy y la
ineptitud y cobardía de Carlos IV y Fernando VII, facilitaron el encumbramiento
de José I, como rey de España. La lucha fue heroica. Toda España se convirtió en
un campo de batalla. Los franceses sufrieron derrotas en Bailén y, finalmente, en la
batalla de Vitoria. Los invasores perdieron más de 300 mil hombres.

Campaña de Rusia

Se inició en 1812 y concluyó con la retirada francesa a fines del mismo año, mas
de 400 mil soldados, al mando de Napoleón, invadieron Rusia y consiguieron
ocupar Moscú. Pero los rusos emplearon la táctica de «tierra arrasada», privando de
todo medio, da todo recurso al enemigo; además, el crudo invierno y la fiera
resistencia y ataque de los cosacos, determinaron la desastrosa retirada de Napoleón
rumbo a Francia. Las batallas más importantes fueron: La de Moscowa, que facilitó
a Napoleón la ocupación de Moscú y, finalmente, la de Beresina, desfavorable a los
invasores.

Batalla de Leipzig

Un poderoso ejército coaligado (de ingleses, rusos, prusianos, austríacos, suecos,


etc.) se enfrentó a Napoleón en Leipzig (1813), derrotándolo. Luego ocuparon
París, Napoleón abdicó la corona y se le designó soberano de la isla de Elba. Se
restableció la monarquía con Luis XVIII como rey de Francia.

Batalla de Waterloo

Napoleón no se resignó a continuar como rey de la pequeña isla de Elba. La


impopularidad de Luis XVIII facilitó su retorno a Francia, en marzo de
1815. Permaneció en el gobierno CIEN DÍAS (Los cien días de Napoleón). Las
potencias europeas le declararon «fuera de la ley como enemigo y perturbador de
la paz del mundo». Un poderoso ejército de los coaligados se enfrentó a Napoleón
en Waterloo (Bélgica) y lo derrotó (1815). El gran Corzo abdicó la corona y luego
fue apresada por los ingleses. Conducido prisionero a la isla de Santa Elena, murió
en 1821. El imperio y Napoleón habían llegado a su fin.
3.1.5. DEFINICIÓN DE REPUBLICA

Tradicionalmente, se ha definido la república como la forma de gobernar de los


países en los que el pueblo tiene la soberanía y facultad para el ejercicio del poder,
aunque sea delegado por el pueblo soberano en gobernantes que elige de un modo
u otro. En la práctica suele pensarse que la forma de estado de un país es la
monarquía si tiene rey, y república si no lo tiene. Lo cierto es que una república
está fundamentada en el “imperio de la ley” y no en el “imperio de los hombres”.
Aristoteles: “Un montón de gente no es una república”

Y la constitución, de ser apegada al Derecho, sirve para protegerlo y definir incluso


qué leyes son buenas y cuáles malas en el marco de referencia constitucional.
El desconocimiento de estos principios clásicos en el mundo moderno lentamente
ha conducido a muchos a expresarse en términos de “repúblicas democráticas” o
“repúblicas islámicas”, sin considerar la contradicción que tales frases contienen.

Los elementos comunes que participan del contenido de la definición tradicional


que la cultura occidental ha elaborado del concepto “República”:
1. La periodicidad en los cargos
2. La primacía de la ley
3. La igualdad ante la ley
4. La publicidad de los actos de gobierno: no es posible el secreto de Estado
5. La responsabilidad de políticos y funcionarios públicos
6. El ejercicio de la ciudadanía, quien pone y depone

El Estado, que es el conjunto de instituciones que ejerce su gobierno y aplica sus


leyes con soberanía sobre un territorio delimitado, necesita que ese poder de mando
ejercido por el gobierno, se halle organizado de algún modo. Así puede ser
monárquico o republicano.

La República puede estar constituida sobre un Estado espacialmente dividido en


territorios autónomos, lo sería una República Federal como el caso de México, o
con un poder centralizado sobre todo el territorio del país, lo que constituiría una
República Unitaria, como por ejemplo, Colombia y Uruguay.

También puede ser la república, una democracia o una aristocracia, como la


república concebida por Platón, que en realidad se llamaba “politeia” donde se
aspiraba a que gobiernen los mejores, en una forma donde se entremezclaban rasgos
de la democracia con los de la aristocracia.

Existen repúblicas presidencialistas, como el caso de Estados


Unidos, México y Ecuador, donde el jefe de Estado y el de Gobierno, elegido por
el pueblo, coinciden, y parlamentarias, donde están diferenciadas las funciones
del Jefe de Estado y del Jefe de Gobierno, que es elegido por el Parlamento, frente
al que es responsable políticamente, como Alemania, Austria, Israel y Grecia.

República proviene del vocablo latino res (cosa) pública, perteneciente


al “populus” o pueblo, significando que el poder reside en el pueblo, que lo delega
transitoriamente en sus representantes. Esta es una diferencia fundamental con los
gobiernos monárquicos donde el soberano tiene carácter vitalicio, y muchas veces,
hereditario.

Otras características de la República, son:


1. La igualdad ante la ley de todos los ciudadanos;
2. Los gobernantes son responsables ante el pueblo que los eligió, por sus actos de
gobierno; y
3. La publicidad de dichos actos, que no deben ser secretos, sino puestos a
conocimiento del público para poder ser controlados. Esto se hace a través del
Boletín Oficial.

Por lo tanto podemos afirmar que:

La República es un sistema organizativo del Estado donde el ejercicio del gobierno


recae sobre una o varias personas, elegidas mediante voto popular o parlamentario,
por periodos de tiempo limitados, para representar los intereses de los ciudadanos.
La palabra proviene del latín res publica, que significa 'la cosa pública', 'lo que es
común'

El sistema republicano nace como expresión alternativa al de tipo monárquico,


donde todo el poder es ejercido por una persona, generalmente el rey, de manera
indefinida y hereditaria. Sin embargo, actualmente existen regímenes
de monarquías parlamentarias, como es el caso de España, donde el rey cumple
esencialmente un papel representativo como Jefe de Estado, pero el resto de los
cargos gubernamentales son de elección popular y temporalidad limitada.

En la modernidad, el modelo republicano delinea más claramente el perfil con que


lo conocemos actualmente, con la separación de los poderes
ejecutivo, legislativo y judicial, que procura un equilibrio que asegure la estabilidad
del Estado, la libertad, la justicia y la igualdad. En buena medida, se alimentó de
los ideales de la Ilustración, enunciados principalmente por Montesquieu, Voltaire,
Jean-Jacques Rousseau y John Locke.

Las primeras repúblicas modernas en Latinoamérica surgen durante este periodo.


Las colonias españolas inician en el siglo XIX una serie de guerras cuyo objetivo
era desvincularse de la corona española para instaurar nuevos sistemas
republicanos. Así nacen Ecuador, Venezuela, Argentina, Colombia, México, Chile,
Uruguay, Paraguay, Perú, Panamá y Bolivia.

3.1.6. LOS PILARES FUNDAMENTALES DE LA REPUBLICA

Los tres pilares fundamentales de la República según Aristóteles son:

 La participación política activa por parte de los ciudadanos (esto supone la


publicidad de los actos estatales y la necesidad de instrucción en materias de
ciencias jurídicas y política tanto teórica como “material” [aquella ocurrida en
un estado determinado y en un momento dado]).
 La representación de todos los ciudadanos dentro de las instituciones de
gobierno con iguales atribuciones y prevalencia de ninguna. (El acceso a
dichas magistraturas necesariamente colegiadas en razón de la materia debe
ser restringida (el magistrado debe pertenecer a la clase que representa y ser
elegido con el voto solo de ésta).

Es necesario considerar que para Aristóteles los fines supremos de las formas
de gobierno deben ser:

 La libertad-igualdad (“sólo somos libres entre iguales” [consideración griega


de la época])
 La realización de la justicia y del bien común.
 La realización plena del desarrollo de las capacidades cognitivas
humanas (para lo cual considera necesaria la realización de los dos puntos
anteriores siguiendo el concepto fundamental de Sócrates [BIEN=VERDAD.
Según el cual el bien es igual a la verdad y el mal a la ignorancia. Sócrates explica
esto de la siguiente manera: -el humano busca la felicidad, llenar su vacío
existencial -para esto utiliza medios por los cuales pretende lograr dicho fin -la
mayor parte de las veces utiliza medios que consiguen satisfacciones efímeras,
etéreas, superficiales, que no van más allá de los “deseos pasionales” {como
tener sexo, alimentarse, etc} -de ésta manera concluye que busca un fin por
medios que no pueden alcanzarlo; ya que éste sólo puede ser alcanzado mediante
la contemplación de la verdad, entendida como el conocimiento de la realidad])

De esto se advierte que si sólo somos libres entre iguales no puede haber una
clase gobernante, deben gobernar todas por igual.

Marx va más allá advirtiendo además que: habiendo elementos (individuos


y/o clases) económicamente diferentes unos intentan superponerse sobre
otros, estando rota, bajo dicho supuesto, la relación de igualdad de unos
elementos para con los demás y por lo tanto la de libertad.
3.1.7 TIPOS DE REPUBLICAS

República federal

La república federal, también denominada Estado federal, federativo o,


simplemente, federación, es un sistema de organización del Estado conformado por
entidades sociales, territoriales y políticas, conocidas también como estados,
cantones, regiones o provincias, que se asocian y subordinan bajo un esquema
de gobierno federal y gozan de cierto nivel de autonomía en lo respectivo a su
gobierno y legislación. Los sistemas federales generalmente poseen dos niveles de
gobierno, uno federal y otro local, que se coordinan y complementan en lo relativo
a sus atribuciones, facultades y funciones. Todo ello se encuentra expresado en el
marco jurídico de un texto constitucional común, que recoge los principios legales
de los estados que conforman la federación.

Ejemplos de repúblicas federales abundan en el mundo. En Latinoamérica


encontramos los casos de México, conformado como una federación de 31 estados
y un distrito federal; Argentina, con 23 provincias y una ciudad autónoma; o Brasil,
constituido por 26 estados y un distrito federal.

República centralista

Se denomina república centralista al sistema de organización del Estado donde la


acción gubernamental emana y se conduce desde el núcleo de poder central,
generalmente ubicado en la capital del país. Es un modelo diametralmente opuesto
al federal debido a que todas las entidades que constituyen al Estado responden a
una autoridad central, a la cual se encuentran subordinadas política y
administrativamente.

República de platón

La República es una obra de filosofía donde se encuentra contenido el pensamiento


político de Platón. Dividida en 10 partes, está escrita en forma de diálogos que son
presididos y conducidos por Sócrates. Allí Platón enumera cinco formas de
gobierno: la aristocracia, la democracia, la oligarquía, la timocracia y la tiranía o
monarquía. El principal objeto de Platón con este tratado es, dicho a grandes rasgos,
indagar en la naturaleza del Estado como ente subordinado a la moral y la justicia,
principios que, reflejados en el comportamiento de los individuos.

3.1.8 FORMAS DE GOBIERNO ACTUALES


Una república es la forma de gobierno en la que el jefe del estado no es un monarca,
sino un cargo público cuyo ocupante no tiene derecho por sí mismo a ejercerlo, sino
que lo ha obtenido mediante un procedimiento de elección pública y está sometido
al escrutinio público –ambas cosas en teoría–, y su denominación es compatible con
sistemas unipartidistas, dictatoriales y totalitarios. Aunque el republicanismo
identifica como valores republicanos los de la Revolución francesa (libertad,
igualdad y fraternidad), no es posible identificar históricamente república con
democracia o igualdad ante la ley o con la elección de todos los cargos de forma
democrática. Desde el propio nacimiento del concepto en la Edad Antigua, con la
República romana.

Repúblicas parlamentarias
El parlamentarismo es un sistema de organización política en la que la rama
ejecutiva del gobierno depende del apoyo directo o indirecto del parlamento, a
menudo expresado por medio de un voto de confianza. El poder ejecutivo de las
repúblicas parlamentarias proviene y depende del poder legislativo; el jefe de
gobierno (llamado “primer ministro”) a veces es el líder del partido o coalición con
mayor representación en el parlamento o cuerpo legislativo. Existe también un jefe
de Estado independiente (llamado “presidente” con poderes limitados, simbólicos
o meramente ceremoniales).

Repúblicas presidencialistas.
Los sistemas presidencialistas tienen una clara soberanía y separación de poderes
de gobierno; el ejecutivo es elegido de manera independiente de la rama legislativa,
la cual a menudo se conoce como “congreso”. El jefe de gobierno es a la vez jefe
de Estado (llamado “presidente”) y por tanto no existe el cargo de primer ministro.
Repúblicas semipresidencialistas
En los sistemas semipresidencialistas existe un primer ministro (jefe de gobierno)
y un presidente (jefe de Estado), el poder ejecutivo es compartido o "bicéfalo". A
diferencia de los sistemas parlamentarios el presidente no es una figura ceremonial,
sino que posee algunos poderes ejecutivos y se encarga de algunas áreas del
gobierno. El presidente a menudo se elige de manera separada de la rama
legislativa.

Repúblicas unipartidistas
Las repúblicas unipartidistas son estados en los que un partido único tiene todo el
poder en el gobierno o estados en que la estructura del partido es a la vez la
estructura del gobierno y que no permiten la creación de otros partidos (o si existen
otros partidos, tienen una representación muy limitada). En los estados apartidistas
no se permite la creación de ningún partido político.

3.1.9 PRESIDENCIALISMO Y PARLAMENTARISMO.


Se denomina presidencialismo o sistema presidencial a aquella forma de gobierno
en el que, constituida una República, la Constitución establece una división de
poderes entre el poder legislativo, poder ejecutivo, poder judicial y el Jefe del
Estado, además de ostentar la representación formal del país, es también parte
activa del poder ejecutivo, como Jefe de Gobierno. Ejerciendo, pues, una doble
función porque le corresponden facultades propias del Gobierno, siendo elegido de
forma directa por los votantes y no por el Congreso o Parlamento. La república
democrática presidencialista más conocida en la historia contemporánea es Estados
Unidos.

El presidente es el órgano que ostenta el poder ejecutivo mientras que el poder


legislativo lo suele concentrar el congreso, sin perjuicio de las facultades que en
materia legislativa posee el presidente. El sistema presidencial debe sus orígenes al
arquetipo de las monarquías absolutas de Europa, sobre todo la de Francia, en las
cuales la autoridad ejecutiva residía en la corona, no en las asambleas
representativas de los estamentos, como ocurría en el caso del Parlamento de
Inglaterra.
El concepto de separación de poderes fue consagrado en la Constitución de los
Estados Unidos de América, de 1787, con la creación del cargo de Presidente de
Estados Unidos y, a la vez, del Congreso de Estados Unidos, sistema donde el
presidente era el jefe del Estado, pero responsable de sus actos ante el Congreso.
Curiosamente, Inglaterra y Escocia fueron los primeros países en adoptar el
parlamentarismo (desde 1707 como el Reino de Gran Bretaña, y desde 1801 como
el Reino Unido) las facultades del ejecutivo, el monarca, se redujo a un papel
ceremonial, y a la vez una nueva autoridad ejecutiva, responsable ante el
parlamento, se fue desarrollando –el Primer Ministro–, mientras las atribuciones
del ejecutivo separado de los Estados Unidos fueron aumentando, por ejemplo, el
presidente designa a la mayoría de funcionarios públicos (entre ellos los miembros
del gabinete, aunque estos deben ser ratificados por el Senado).

Ventajas y desventajas del presidencialismo. El modelo presidencial convive,


pero se opone al modelo parlamentario. Y es en este sentido cuando se tratan las
ventajas y desventajas de cada uno de dichos sistemas de gobierno.

Se presentan como principales ventajas del presidencialismo:

- Separación de poderes clara y suficiente entre el ejecutivo y el legislativo.


- Inexistencia de vinculación del poder ejecutivo con el partido político
mayoritario en el Congreso, evitando caer en partitocracias.

Se mencionan como desventajas principales frente al sistema parlamentario:

- Menor representación del conjunto social, en la medida que las decisiones no


se consensúan en muchas ocasiones entre distintas facciones políticas
representadas en el Congreso.
- Menor capacidad de respuesta frente a una crisis de gobierno, en la medida que
el Congreso no puede cambiar el poder ejecutivo adoptando la moción de
censura.
- Tendencia al bipartidismo como su forma más estable, debido a la necesidad de
financiación y la falta de identidad política.
Tratando de recoger las ventajas de ambos sistemas y eludir sus desventajas se han
generado los sistemas semipresidenciales.

El Parlamentarismo

También conocido como sistema parlamentario, es un mecanismo en el que la


elección del gobierno (poder ejecutivo) emana del parlamento (poder legislativo) y
es responsable políticamente ante este. A esto se le conoce como principio de
confianza política, en el sentido de que los poderes legislativo y ejecutivo están
estrechamente vinculados, dependiendo el ejecutivo de la confianza del parlamento
para subsistir.

En los Antecedentes históricos del parlamentarismo, Las primeras noticias de


asambleas electas con poder ejecutivo remiten a la antigüedad clásica, en concreto
a las ciudades-estado de Grecia, donde la democracia ateniense es el ejemplo de
democracia parlamentaria más extremo conocido –dado que todos los ciudadanos
formaban parte del Parlamento, la Ecclesia–. Estructuras parecidas se encuentran
en la Antigua Roma, donde el Senado acaparaba todos los poderes ejecutivos del
Estado romano, aunque en materia legislativa se veía sometido a las decisiones de
los tribunos y los "comicios". El Senado romano estaba formado principalmente
por las élites aristocráticas romanas, los patricios, y marginaba en un primer
momento a los senadores plebeyos al atribuirles un rango diferente al de los
senadores patricios, a saber, el de "conscripti". Con la instauración del régimen
imperial, el Senado se convirtió en una cámara consultiva y con alguna competencia
en el ámbito municipal de la ciudad de Roma.

Los romanos exportaron el sistema senatorial a las colonias provinciales, donde los
senados hacían las veces de órganos municipales encargados de la administración
de las ciudades que contaban con uno. Con la caída del Imperio Romano de
Occidente, algunas de las ciudades de influencia latina de la península italiana
mantuvieron las cámaras municipales, que desembocarían en órganos ejecutivos de
las incipientes ciudades estado italianas. Las asambleas y comunas de las
Repúblicas de Florencia, Venecia, Génova y Pisa pueden rastrearse en origen a tales
asambleas, y aunque su poder se viera reducido a territorios de escasa extensión, su
influencia dentro de la política internacional podía ser grande, por ejemplo durante
las guerras entre güelfos y gibelinos a partir del siglo XIII.

En los territorios capturados por los pueblos germánicos, se prolongaron a veces las
costumbres tribales de los conquistadores, convocándose asambleas de la nobleza
germánica en tiempos de crisis o de necesidad; sin embargo, de tales parlamentos
sólo participaban la nobleza y, en alguna ocasión, el clero, y sus decisiones solían
quedar supeditadas a las del monarca.

En este contexto, a veces se menciona como primer antecedente de


parlamentarismo en Europa Occidental a las Cortes del Reino de León en 1188,
dado que en éstas el poder del monarca se vio sometido a las decisiones de una
asamblea de notables formados por clero, nobles, y representantes de las ciudades.
Esta estructura de "Cortes" o "Parlamentos" se se repitió de manera continua en
todos los estados de Europa Occidental, siendo ejemplos de ello las asambleas de
los "Estados Generales" en el reino de Francia, las "Cortes" de los reinos de la
Corona de Aragón, el "Parlamento" del reino de Inglaterra,... A partir del siglo XIII,
los monarcas franceses serán los primeros en insistir en la inclusión del "Tercer
Estado", el pueblo –en realidad, la incipiente burguesía–, en las asambleas de los
Estados Generales, dado que los burgueses solían alinearse con el Rey en contra de
los intereses de la nobleza.

El poder de estos parlamentos medievales dependía en gran medida de la propia


influencia del monarca. Como los parlamentos se convocaban de manera puntual
para tratar asuntos tales como la recaudación de impuestos extraordinarios para
sufragar guerras, un monarca poderoso, rico e influyente tenía muchas más
posibilidades de influir y conseguir del parlamento sus objetivos. En general,
conforme avanzó el tiempo los monarcas medievales fueron ganando en poder y
riquezas, y pudieron contar con los recursos suficientes como para imponerse a su
nobleza y anular en buena medida la influencia de las decisiones de los parlamentos.
Hubo, no obstante, dos grandes excepciones a esta tendencia. Por un lado, la del
Sacro Imperio Romano Germánico, en el que el "parlamento" o colegio electoral
jamás trascendió de ser una cámara para la elección usualmente comprada con
sobornos o hecha por motivos de interés político del nuevo emperador, de manera
que el Sacro Emperador no dejó de ser un primero entre iguales cuya autoridad
sobre el resto de principados alemanes era tan sólo teórica.

La segunda excepción, no tan extrema, es la del reino de Inglaterra. En 1215, el


débil rey de Inglaterra Juan Sin Tierra se ve forzado a capitular ante la amenaza de
rebelión de sus barones, y concede al parlamento formado por los nobles y el clero,
una carta real, la Carta Magna, en la que reconoce a ambos grupos una serie de
privilegios y prerrogativas que reducen la influencia del monarca a favor de la del
Parlamento. Tales privilegios tendrán que ser respetados por los subsiguientes
monarcas, y aunque en apariencia algunos monarcas poderosos como Enrique VIII
o Isabel I puedan imponerse al Parlamento, éste seguirá reuniéndose de manera
habitual, casi de forma anual, algo bastante menos usual en otros reinos europeos
como Francia, Dinamarca o Castilla.

El parlamentarismo, entendido como un sistema político en el que el poder político


reside mayoritariamente en un parlamento surge precisamente en Inglaterra hacia
1640, cuando a raíz de un conflicto entre el rey Carlos I y su parlamento, el monarca
declara la guerra al parlamento y aboca al país a una guerra civil de la que sale
perdedor el Rey. En ese tiempo, el Parlamento inglés asumió para sí los poderes del
estado durante un breve plazo de tiempo, hasta que Cromwell instaura la dictadura
en 1649. No obstante, ésta primera irrupción del modelo va a mostrar ya sus rasgos
fundamentales. En primer lugar, el Parlamento era una asamblea popular elegida
por los ciudadanos en igualdad de condiciones y que gozaba de todos los poderes
del Estado, sin que fuera posible violentar su autonomía; en segundo lugar, lo que
hoy conocemos como el poder ejecutivo estaba sometido plenamente a la asamblea;
y en tercer lugar, el parlamento sólo podía ser disuelto por el propio pueblo que lo
había elegido. El triunfo definitivo del régimen parlamentario ocurre con la
Revolución Gloriosa en 1688, a partir del cual el Reino Unido aplicó el mismo de
manera integral. La instalación en el trono de Inglaterra de la casa de Hanover
rubricará el parlamentarismo en Inglaterra, al delegar los monarcas hanoverianos
todo su teórico poder en manos del parlamento.

En el continente europeo se habrá de esperar hasta la Revolución francesa para que


se atisbe un modelo de representación democrático-parlamentario similar, que
indisolublemente va unido a la división de poderes formulada por Montesquieu.

Modelos de parlamentarismo

En uno y otro caso, el distinto origen del parlamentarismo dará lugar a diferenciar
dos modelos básicos: el modelo inglés surge antes de los movimientos obreros y es
una conquista de la burguesía frente al absolutismo y al feudalismo, por lo tanto su
desarrollo no se verá impugnado por los propios beneficiarios. En el modelo
continental, la burguesía no tardará en encontrarse con la respuesta de los grupos
socialistas y el parlamentarismo -en cuanto poder absoluto del pueblo que se refleja
en una asamblea- se mitigó en sus primeros intentos por temor a que las propias
teorías permitieran el acceso de una mayoría de trabajadores a las instituciones.

Ventajas e inconvenientes del parlamentarismo El modelo parlamentario convive


pero se opone al modelo presidencialista. Y es en este sentido cuando se tratan las
ventajas y desventajas de cada uno de dichos sistemas de gobierno.

Se reconocen como ventajas del sistema parlamentario:

- Mayor representación del conjunto social en la medida que las decisiones deben
consensuarse en muchas ocasiones entre distintas facciones políticas
representadas en el Parlamento.
- Mejor capacidad de respuesta frente a una crisis de gobierno en la medida que
puede cambiar el poder ejecutivo adoptando la moción de censura.
Se señalan como desventajas frente al Presidencialismo:

- Separación de poderes atenuada entre el ejecutivo y el legislativo.


- Excesiva vinculación del poder ejecutivo con el partido político mayoritario en
el Parlamento, pudiendo derivar en partitocracia.
- Su forma más estable termina siendo el bipartidismo.

Tratando de recoger las ventajas de ambos sistemas y eludir sus desventajas se


tiende a utilizar sistemas semipresidenciales.

En el caso del sistema parlamentario, la separación o división de poderes se


encuentra atenuada, implantándose un régimen de colaboración entre poderes. En
este caso, las facultades de control se encuentran muy desarrolladas, y los poderes
del Estado se pueden afectar mutuamente. Inclusive, y bajo circunstancias
determinadas, alguno de los órganos del Estado puede revocar el mandato de otro:
Así por ejemplo, el poder ejecutivo puede disolver al Parlamento o éste puede
censurar a miembros del Ejecutivo y obligarlo a renunciar. Estas facultades buscan
generar el mismo efecto que venimos reseñando, evitar la hegemonía de un órgano
sobre los otros y conseguir el equilibrio.

El caso de sistema de gobierno el que hacemos mención se da en regímenes


parlamentarios o con tendencia parlamentaria, los cuales incluyen rasgos que
también podemos encontrar en los llamados regímenes de naturaleza mixta, como
el caso del semipresidencialismo francés.

Doctrinariamente, se reconocen como características básicas de todo régimen


Parlamentario o con tendencia parlamentaria a las siguientes:

- Un Ejecutivo dual, en el cual coexisten, en primer término, un jefe de Estado


quien cuenta con atribuciones puntuales y en general muy restringidas, y obra
como "Árbitro" o “mediador” de los problemas políticos; y un Jefe de Gobierno,
que funciona a través de un órgano colegiado llamado Gabinete o Consejo de
Ministros a cuya cabeza se encuentra el llamado Primer Ministro, quien es el
funcionario que efectivamente dirige la política interna de la Nación.
- Marcada dependencia entre los órganos Ejecutivo y legislativo. En realidad el
Gobierno surge del Parlamento, el cual es, en principio, el único órgano elegido
por voluntad popular. También pueden existir sistemas como los de órganos
colegiados denominados supremos, que, con el pretexto de mantener la
gobernabilidad suprimen derechos de los ciudadanos y obligaciones del
gobierno.
- Un Parlamento, que es, por lo menos teóricamente, el sustento de la labor
gubernamental, tal que puede destituir ministros mediante la censura o la
negación de la confianza. A la vez, el Jefe de Estado o el Presidente del Gobierno
puede ordenar la disolución del Parlamento en casos de graves controversias en
las cuales puedan estar en riesgo la gobernabilidad de la Nación o la legitimidad
de la dirigencia de su clase política.

3.2 LA SOBERANIA

Antecedentes Históricos
Con frecuencia se ha afirmado que el concepto de soberanía es confuso y polémico, incluso
se le ha atribuido haber sido uno de los factores importantes en el estallido de las guerras.
Kaplan y Katzenbach, tratadistas de Derecho internacional, afirman que el término
soberanía es vago e inconsistente, que es un símbolo altamente emotivo y que «no es una
idea que resulte muy útil ni a fectos de análisis ni de descripción”.

Los pueblos, a través de la historia, han construido diversas formas de organización


política, la última cronológicamente es el Estado nacional y soberano; en consecuencia, el
Estado de nuestros días conserva como notas características precisamente las de nacional
y soberano.

El Estado nacional nació con una característica antes no conocida: la idea de la soberanía.
La soberanía es el fruto de las luchas sostenidas por el rey francés contra el imperio, la
Iglesia y los señores feudales; este nacimiento del Estado soberano ocurrió a finales de la
alta Edad Media.

Bien conocida es la pretensión de la Edad Media de conseguir una unidad religiosa regida
por la Iglesia romana. Dentro de estas unidades se establecieron reinos cuyos jefes recibían
tal título del emperador; en esos reinos existían los señores feudales quienes competían en
poder y señorío con los propios reyes.

La Iglesia trató, desde principios del siglo xi, de independizarse de las presiones políticas
del imperio y posteriormente de dominarlo. El acontecimiento principal en esta lucha fue
el episodio de Canossa, en el cual el emperador Enrique IV, de rodillas y descalzo, pidió
perdón al papa Gregorio VII.

En 1214 el rey francés Felipe II, apoyado por los barones y señores feudales, derrotó en la
batalla de Bouvines al emperador Otón.

Ocho decenios después de ese triunfo, otro rey francés, Felipe el Hermoso, se impuso al
papa Bonifacio VIII. Como los señores feudales, después de una serie de luchas, se habían
sometido a la autoridad real, al vencer Francia al imperio y a la Iglesia (episodio de
Avignon), nació como un Estado nacional, como una unidad que reconoció un poder: al
rey que había destruido los estamentos feudales y construido una nación. Se hacía posible
la idea que tiempo después Renán expondría: Francia se constituía por el plebiscito
cotidiano de todos los franceses. Así nació el Estado nacional y soberano.

El concepto de soberanía no fue manejado ni por griegos ni por romanos. Dice Georg
Jellinek que la idea de soberanía se forja en la Edad Media y “en lucha con estos tres
poderes (la Iglesia, el Imperio romano y los grandes señores y corporaciones) ha nacido la
idea de la soberanía, que es, por consiguiente, imposible de conocer sin tener igualmente
conocimiento de estas luchas”. Diversos autores contemplan la cuestión de la soberanía en
sus obras; tal como Herman Heller, con La Soberanía; F. H. Hinsley, con El concepto de
soberanía; o Harold J. Laski, con El problema de la soberanía.
3.2.1 La soberanía en la edad media

En la baja Edad Media se van formando las estructuras políticas que durarán largos
años en Europa Como siempre sucede en la Historia, se trata de un proceso lento y
gradual, en el que colaboran factores de muy varia especie. Poco a poco el poder del
Rey se hace más firme y efectivo; los cuadros de una administración incipiente se
van apuntando; el Ejército y la Hacienda comienzan a tratarse en forma calculada, o
racional si se prefiere. Y en el ámbito de las ideas hay personas que empiezan a pensar
a la manera moderna, más preocupados por la causa pública que por la persona del
príncipe, rodeado de sus familiares, amigos y consejeros.

No es extraño, por eso, que una de las categorías que mejor sirven para explicar el
Estado moderno, es la idea de soberanía, manejada por escritores de la. Baja Edad
Media donde siempre era asociada al Rey, los hombres de Estado tienen que saber
que la soberanía pertenece sólo al Rey. En esto están de acuerdo todos los escritores
de la época. Y le pertenece la soberanía en tanto ejerce por derecho divino su poder.
En cuanto a lo político, la palabra soberanía, asoma en los textos de la época en muy
pocos casos.

3.2.2 Concepto moderno de Soberanía


Soberanía, poder o autoridad que posee una persona o un grupo de personas de ejercer
el poder sobre su sistema de gobierno, su territorio y su población. Este concepto
surge en la Europa del siglo XVI y XVII cuando se comienza la búsqueda de
fundamentos laicos para basar el surgimiento de los nuevos estados nacionales.
Las características de la soberanía son:

a. Es intransferible, es decir, no puede ser ejercida por otra persona que no sea la
señalada expresamente por la Constitución.
b. Es ejercida o su titularidad está en manos del pueblo.
c. La Constitución y las leyes establecen las formas para ejercerla. Es ella quien
concede la legalidad al Poder del Estado, por medio del reconocimiento o
aceptación del mismo.
3.2.3 Soberanía interna y Soberanía externa
La soberanía, que es una e indivisible, puede ser contemplada desde dos ángulos o
aspectos: el interno y el externo; ya Rousseau, Hegel y Jellineck se ocuparon de ellos:

En su modo interno: la soberanía hace alusión al poder, de un determinado Estado


sobre su territorio y su población. Así, el aspecto interno consiste en la facultad
exclusiva de un pueblo de dictar, aplicar y hacer cumplir las leyes.

En su carácter externo: hace referencia a la independencia que tiene un Estado del


poder que ejerce otro, en un territorio y población diferentes, en otras palabras, un
Estado en particular es soberano mientras no dependa de otro Estado. Implica la
libertad de todas las naciones, la igualdad entre todos los pueblos.

3.2.4 La soberanía según sus perspectivas:


La soberanía jurídica es aquella a través de la cual un Estado puede tomar contacto
con el mundo, con lo internacional, a través de su participación en diferentes
organizaciones internacionales, tratados, pactos y compromisos diplomáticos, entre
otros.

La soberanía política es aquella que hace alusión a poder del Estado de imponer todo
aquello que le parezca necesario. Aunque se piense que cada Estado ejerce su
soberanía jurídica y política, no es así en todas las naciones. Existen casos en los que
el Estado puede tener la soberanía jurídica, sin embargo, su soberanía política
depende de los dictámenes de otras naciones en cuanto a su desarrollo social, político
y económico.

Soberanía económica es la atribución de determinar su sistema económico y de


disponer de sus recursos naturales.
Soberanía cultural es la preservación del modo de ser y de pensar de la comunidad
política.
3.2.5 Titularidad de la soberanía
Uno de los grandes temas respecto a la soberanía es quién es su titular, la doctrina ha
contestado en las formas más diversas y contradictorias. Algunos pensamientos:
Para Grocio, el titular de la soberanía es el Derecho natural, el cual no cambia y
permanece inmutable.
Para Hobbes, el titular es quien detenta el poder.
Para Hegel, Jellineck, Héller y Flores Olea el titular es el Estado. Aquí la dificultad
se encuentra en las diversas e incluso antagónicas acepciones respecto a la noción de
Estado que tiene cada uno de esos autores.
Para Krabbe, el titular es el orden jurídico.
Para Gioberti, José Manuel Estrada y Mauricio Hauriou, la soberanía radica en Dios.
Para Rousseau, el pueblo es el soberano.

El problema de la titularidad de la soberanía es que el sujeto de ella debe ser un sujeto


de voluntad real con autoridad para expedir las normas jurídicas sin que nadie le
indique cómo debe hacerlo.
Las teorías que despersonalizan al titular de la soberanía sólo pretenden disimular u
ocultar el hecho de que se tiene oprimido al pueblo. Si la soberanía es la facultad de
darse un orden jurídico, entonces es necesario que alguien cree ese orden jurídico y
ese alguien sólo puede ser el pueblo. En una teoría democrática no existe ninguna
otra posibilidad: el titular de la soberanía es el pueblo, ya que, la libertad es al hombre
lo que la soberanía al pueblo, es su esencia misma, y aquí se encuentra el mérito del
pensamiento de Rousseau.
3.2.6 Soberanía nacional y popular
El término soberanía popular se acuñó frente a la tesis de la soberanía nacional. La
Constitución francesa de 1793 fue el segundo texto legal que estableció que “la
soberanía reside en el pueblo”. Jean Jacques Rousseau, en El contrato social, atribuye
a cada miembro del Estado una parte igual de lo que denomina la “autoridad
soberana” y propuso una tesis sobre la soberanía basada en la voluntad general. Para
Jean Jacques Rousseau el soberano es el pueblo, que emerge del pacto social, y como
cuerpo decreta la voluntad general manifestada en la ley.
De acuerdo con las diversas tesis mantenidas hasta la fecha, la soberanía popular
implica “que la residencia legal y efectiva del poder de mando de un conjunto social
se encuentra y se ejerce en y por la universalidad de los ciudadanos”, y
particularmente en los Estados democráticos. Así el sufragio universal se convierte
en un derecho fundamental y la condición ciudadana es igual para todos con
independencia de cualquier otra consideración, salvo las limitaciones de edad o
juicio.

3.2.7 Soberanía en la actualidad

En la actualidad, la Organización de las Naciones Unidas es el principal organismo


legal que ejerce un control sobre la soberanía de forma relativa y de modo
consensuado.

3.2.8 Soberanía y el derecho internacional


Tema aparentemente difícil es la concordancia entre los conceptos de soberanía y
Derecho internacional, pero realmente no hay tal dificultad si tenemos presente que
soberanía no es arbitrariedad ni sinónimo de absolutismo. El distinguido
internacionalista César Sepúlveda sostiene que el Derecho internacional es un orden
jurídico de entes soberanos a los que obliga, y que la soberanía del Estado consiste
en la “capacidad de crear y de actualizar el Derecho, tanto el interno como el
internacional, pero obligación de actuar conforme al Derecho y responsabilidad por
esa conducta”. El Estado soberano coexiste con otros Estados soberanos y ninguno
puede tener supremacía sobre los otros, pero ellos están dispuestos a reconocer la
soberanía de los otros sobre el supuesto de una cierta reciprocidad.

El Estado no tiene sobre sí ninguna otra autoridad salvo la del Derecho internacional;
existe igualdad soberana entre los Estados y ninguno debe tratar de intervenir en los
asuntos internos del otro. El Estado soberano continúa siendo una pieza, esencial en
la organización social y política de la humanidad y del Derecho internacional.
Sin Derecho internacional no existe respeto para la soberanía de los Estados, por lo
cual debe entenderse que la expresión que los Estados están sometidos al Derecho
internacional está ligada estrechamente al principio de la igualdad soberana de los
Estados

Las ideas de soberanía y Derecho internacional no son antagónicas, sino


complementarias. El Estado soberano no vive solo, por tanto se necesitan ciertas
reglas para normar las relaciones entre los Estados soberanos. La base misma del
Derecho internacional es la idea de los Estados soberanos, si éstos no existieran el
Derecho internacional sería superfluo.

3.2.9 Soberanía y cooperación internacional

Tampoco la creación y participación en Organizaciones Internacionales anula la


soberanía nacional. La subjetividad reconocida por el derecho internacional a las
Organizaciones Internacionales está limitada funcionalmente. Ésta se reduce a la
subjetividad estrictamente necesaria para la realización de sus actividades y la
consecución de sus fines. Las Organizaciones Internacionales sólo pueden dictar
normas, concluir tratados y participar en la creación de la costumbre internacional de
forma vinculante para sus miembros y en el ámbito de actuación que éstos les han
atribuidos en los tratados constitutivos. El derecho secundario de las Organizaciones
Internacionales se basa en la autorización otorgada por los Estados miembros para
dictar normas jurídicas y regula sólo la “relación interna” existente entre éstas y sus
miembros. En lo que se refiere a la formación de la voluntad sigue vigente en
prácticamente todas las organizaciones el principio de unanimidad; decisiones
orgánicas no son vinculantes. Así pues, los Estados miembros mantienen su posición
como señores del procedimiento y conservan su libertad de decisión y actuación.
Además, las Organizaciones Internacionales pueden ser disueltas del mismo modo
que fueron creadas, es decir mediante un tratado internacional. Su existencia y
continuidad dependen por tanto de la voluntad conjunta de los Estados. Si una
Organización Internacional intentara liberarse de dicha vinculación y pretendiera
independizarse, en tal caso se trataría de un acto sin efectos jurídicos; desde el punto
de vista del derecho internacional supone un intento inútil: La organización
internacional actúa ultra vires, aquellos actos que van más allá de sus competencias
son nulos de pleno derecho. A pesar de los amplios ámbitos de actuación de las
Organizaciones Internacionales y de la tendencia a la creación de comunidades cada
vez más estrechas, el derecho de las organizaciones internacionales se halla todavía
en un estadio en el que las organizaciones sirven principalmente de foro para
fomentar las relaciones entre los Estados soberanos y éstas actúan apenas como
actores independientes29. En todo caso, el derecho internacional de la cooperación
no ha sustituido al derecho internacional de la coordinación sino que se basa en él.

3.2.10 LA BASE POLÍTICA DE LA SOBERANÍA

La base política y filosófica de la soberanía se ha transformado durante la historia.


Durante la era del absolutismo, la soberanía se consideraba como investida en el
gobernante, típicamente sobre bases de derechos divinos. El gobernante tenía poderes
exclusivos, supremos e inalienables en relación a sus subordinados9 y en su territorio.
En esa época, el concepto del Estado moderno no era todavía relevante. No había una
distinción clara entre las funciones públicas y privadas del gobernante. El gobernante
dirigía al Estado como si fuera la corte de su palacio. Él era el soberano.

El gran cambio vino con la Revolución Francesa. En aquella época, el pueblo se


transformó en el soberano. En un Estado democrático, el pueblo transfiere los
poderes soberanos a los órganos del Estado a través de elecciones libres e iguales. A
esto nos referimos en la actualidad cuando hablamos de un Estado democrático. El
pueblo soberano es el antípoda político del monarca absolutista

En este punto, parece que llegamos a una contradicción con el concepto legal de la
soberanía del Estado, como se ya se ha detallado anteriormente. ¿Está la soberanía
investida en el pueblo, en el gobernante o en el Estado? En el contexto histórico de
la revolución y la independencia de los Estados Unidos era muy importante dar
énfasis al ejercicio de los poderes del Estado que habían sido transferidos del
gobernante al pueblo. Pero esto no significa que el pueblo, en su colectividad, ejercita
los poderes del Estado de la misma manera que el gobernante lo venía haciendo. Si
dijéramos que el pueblo

es el soberano, nos referimos a éste como el que determina los cuerpos legislativos
y/o ejecutivos de un Estado a través de las elecciones. Si el pueblo ejerciera los
poderes del Estado directamente (e individualmente), esto llevaría a una anarquía. Y
esto es lo opuesto al concepto del pueblo actuando como soberano de manera
democrática. Aunque en ciencia política es correcto afirmar que los poderes
soberanos del Estado, que antes estaban en un principio investidos en el gobernante,
ahora están detentados por el pueblo, no se cubren los requisitos necesarios del
concepto legal de la soberanía. En un contexto legal, los derechos y obligaciones
necesitan estar depositados en una persona física o moral. Esto no es diferente para
los Estados. Sin embargo, desde una perspectiva legal es claro que ni los gobernantes
ni el pueblo son el Estado. De acuerdo a la teoría de los tres elementos, el pueblo o
el gobernante (como parte de la organización estatal que ejercita el poder) son sólo
uno de los tres elementos materiales que constituyen un Estado. Legalmente, el
Estado (con todos sus elementos) es la persona legal, quien es el que porta los
derechos y obligaciones y como tal es el que porta la soberanía. El considerar
solamente al pueblo como el que tiene la soberanía resultaría en una reducción del
concepto de la personalidad legal del Estado. En el derecho internacional público, los
Estados son los portadores de los derechos (públicos) y las obligaciones. Por ejemplo,
para la conclusión de tratados, los Estados están representados por representantes
elegidos o monarcas hereditarios, mismos que no son en sí los portadores de tales
derechos y obligaciones. Esto es diferente a los tiempos del absolutismo. El Tratado
de Paz de Westfalia fue acordado entre gobernantes y no entre Estados. En el fondo,
necesitamos entender que existen dos conceptos diferentes de soberanía. Uno usado
desde una perspectiva histórica y política, y otro desde la perspectiva “legal”. Ambos
tienen su propio sentido, pero no deben ser mezclados. En el resto de este artículo, la
soberanía será usada basada en el concepto legal arriba expuesto.
IV. CONCLUSIONES

La información presentada nos deja en claro que la soberanía, es libertad interna y externa
del pueblo constituido en Estado. La soberanía dio un cambio radical de la época medieval
a la moderna donde se le cambio el sinónimo de “Rey”, por el de “Pueblo”, convirtiéndola
en la defensa de los pueblos pequeños y débiles frente a los grandes y fuertes. La
soberanía en estos momentos de la historia es el baluarte de los Estados frente a las
superpotencias y potencias que desean dominar e imponerse en el mundo. La soberanía
no admite condiciones, tutelajes ni limitaciones. La soberanía es la defensa emanada del
derecho y la razón contra la fuerza bruta.

La soberanía es y continuará siendo una idea para lograr la justicia entre los Estados, la
misma que se debe reflejar en el interior de ellos para que los hombres que forman los
pueblos lleven realmente una existencia digna de ser vivida

El núcleo del principio democrático y del principio de soberanía nacional en el que éste
se basa es la autodeterminación política de los ciudadanos como pueblo. Por eso el
principio democrático requiere, que el ejercicio del poder político pueda reconducirse a
la voluntad del pueblo45. Aquellos que pretenden construir Europa olvidando la
soberanía nacional y la democracia, principios constitutivos de los Estados europeos,
construyen castillos en el aire. El proyecto europeo sólo puede ser realizado sobre la
sólida base de la autodeterminación democrática de los pueblos europeos. Un sistema que
se cierre sobre sí mismo no perdurará. Debería movilizarse el potencial democrático de
las naciones y transmitirlo a la unión europea, pues ésta necesita más que nunca una
legitimación democrática, que no es capaz de proporcionarse ella misma. Es muy posible
que una Europa construida democráticamente por los pueblos europeos no coincida con
la visión de futuro de ciertos europeos, que sueñan con una Europa de la administración
que se legitima a sí misma. Pero sólo una Europa que se apoya en la voluntad de los
pueblos europeos goza de legitimación democrática; esa es la Europa del futuro46. La
meta debe consistir en el perfeccionamiento del modelo hasta ahora vigente de una unión
de Estados en la que los pueblos europeos, organizados en Estados, se unan en una entidad
que los una pero no los disuelva para la consecución de objetivos internacionales
comunes. La soberanía de los Estados europeos y sus pueblos no supone un obstáculo a
la realización de dicho proyecto. Es más, ésta es su condición jurídica imprescindible y
el requisito necesario para la legitimación democrática. Por eso no deberíamos abandonar
los conceptos de soberanía nacional y popular sino por el contrario defender, contra todo
ataque, la idea de legitimación que se esconde tras ellos.
V. BIBLIOGRAFÍA

http://es.wikipedia.org/wiki/Forma_de_gobierno#Clasificaciones_cl.C3.A1sicas_de_las_f
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http://pdfes.com/download/188003/Soberan%C3%ADa_nacional_y_Estado_cons
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todos los derechos.

http://www.misrespuestas.com/que-es-la-soberania.html
http://www.leyes.com.py/documentaciones/constitucion%20nacional%20paraguaya/partI
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VI. ANEXOS

IMAGENES SOBRE REPUBLICA Y SOBERANIA DEL PUEBLO

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