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ANTILLAS por Maria VAQUERO Introducci6n Los historiadores aceptan sin discusion que el siglo xvi fue significa- tivo como etapa en la cual se consolida la relacién del europeo con el me- dio ambiente americano. Este proceso de criollizacién, logrado en todos los ambitos y conseguido con el propésito de acomodarse a las nuevas realidades, se inicia en las Antillas, cuya situacién geografica sirvio de trampolin hacia la conquista del continente. Las islas antillanas, puntos de destino tinico en los primeros afios de la colonizacién, acabaran de- sarrollando una sociedad mévil y en transito frente a los asientos defini- tivos. Si, como ha demostrado Boyd Bowman, tenemos en cuenta la presen- cia mayoritaria de andaluces (36,9 %) durante la primera etapa de adapta- ci6n, etapa en que, ademas, las mujeres andaluzas representaron el 67 % de la poblacién femenina trasplantada,' no debe sorprender que la prime- ra nivelacion lingiifstica sea de signo meridional. Si recordamos, ademas, la importancia que tuvo el comercio en este primer momento, no hay duda de que mayoria y prestigio acttian como factores condicionantes de la ni lacion antillana, pues el 49 % de los andaluces eran comerciantes y merca- deres. Estos datos permiten aceptar que las hablas andaluzas actuaron como formas niveladoras, dando como resultado el primer acriollamiento del espafiol en América. Al continente pasa la norma antillana y allf convive con modos de ha- blar procedentes del centro y norte peninsular, llegados con las oleadas mi- gratorias posteriores. En este segundo momento, por lo tanto, y sin olvidar las presencias autéctonas, las gentes acriolladas de las Antillas comparten el espacio con las Ilegadas directamente de la Peninsula, situacion que hace posible la convivencia de la primera norma, producto de la primera nive- lacién andaluza, con la segunda, nortefia peninsular, Ilegada con las mi- I. Peter Boyd Bowman, /ndice geobiogrifico de cuarenta mil pobladores esparioles de América en el siglo XVI, I, 1493-1519, Bogotd, 1964, y «Paterns of Spanish Emigration to the Indies until 1600» (Hispanic American Historial Review, 56 [1976], pp. 580-604). 52 EL ESPANOL DE AMERICA graciones directas.’ El desarrollo posterior de las modalidades lingiiisticas hispanoamericanas confirma que la convivencia de normas incluye un con- tinuo trasvase de usuarios de una a otra, en un proceso que puede ser len- tisimo y cuyo resultado final depende, en cada territorio, de otros muchos factores particulares. No debe pasarse por alto, sin embargo, que el seseo, llevado al continente con la norma antillano-andaluza, acabara imponién- dose como el tinico fenémeno fonolégico general en el espaiiol de América.’ Al hablar de andaluces o de nivelacién andaluza como base del espa- fol antillano se impone recordar las precisiones hechas por Manuel Alvar sobre la presencia canaria en América desde las primeras migraciones. Ha- blamos de andalucismo, en sus propias palabras, sin tener en cuenta que puede no ser ya de un andalucismo directo, sino adaptado en las Islas Canarias y, desde ellas, trasplantado al Nuevo Mundo. [...] los canarios que querfan cruzar el mar no iban a inscribirse a Sevilla, sino que pasaban directamente; incluso gozaron de numerosos privilegios para hacerlo y el éxodo fue masivo.‘ Si las investigaciones histéricas de Pérez Vidal* testimonian el éxodo ca- nario hacia el Caribe, postulado por Alvar, las de Alvarez Nazario corroboran su efecto en Puerto Rico,’ donde la presencia canaria fue muy importante.’ El andalucismo, problema de orfgenes, es la base del espaiiol antillano, esto es, el punto de partida de su desarrollo, presidido, como en las hablas que sirvieron a la nivelacién, por el cardcter innovador:' La realidad hist6- rica, reflejada en la sincronfa de tantos fenémenos coincidentes, no empa- fia, por otra parte, la originalidad del espafiol cariberio, pues los inventa- rios de fendmenos compartidos no explican gran cosa, en si mismos, a la hora de diferenciar las modalidades regionales: hoy se sabe que los mismos procesos adquieren otro valor en contextos diferentes, aunque coincidan, incluso, en los resultados particulares. Ademas del andalucismo, se ha planteado para el Caribe la llamada hi- potesis criolla, segin la cual el espafiol de esta zona parte de un sistema sim- plificado y creolizado, desarrollado desde el siglo xvi por contacto entre dis- tintas etnias africanas y el espafiol peninsular, o por contacto entre el espafiol 2. Hipétesis de José A. Frago, «El andaluz en la formacion del espaol americano», en I Simposio de Filologia Iberoamericana (Sevilla, 26 al 30 de marzo de 1990), Zaragoza, Libros Portico, 1990, pp. 77-96. 3. Guillermo Guitarte ha demostrado hasta qué punto el seseo acabé considerandose rasgo his- panoamericano frente al habla peninsular, actitud que acabé dandole el prestigio definitivo en una 6poca, fin del siglo x1x, de afirmacién y biisqueda de identidad americana. («La constitucién de una norma del espafiol general: el seseo» y «Seseo y distincion S-Z en América durante el siglo XIX», en Siete estudios sobre el espartol de América, México, UNAM, 1983, pp. 99-106 y 107-125.) 4. Manuel Alvar, «Significacion de las Islas Canarias», en Norma lingiiéstica sevillana y espaviol de América, Madrid, Ediciones de Cultura Hispanica, 1990 [pp. 63-84], pp. 63 y 64. 5. José Pérez Vidal, «Aportacion de Canarias a la poblacién de América» (Anuario de Estudios Atlénticos [1955], pp. 91-197, apud. M. Alvar, Norma, p. 65, n. 8). 6. Manuel Alvarez Nazario, La herencia lingtifstica de Canarias en Puerto Rico, San Juan de Puerto Rico, Instituto de Cultura Puertorriquena, 1972. 7. Estela Cifre de Loubriel, La formacién del pueblo puertorriqueno. La contribucion de los Isle- fto-Canarios, San Juan, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1995. 8. Manuel Alvar, «¢Existe el dialecto andaluz?» (Nueva Rev. Filologta Hispdnica, XXXVUI [1988], 10-22); Beatriz Fontanella de Weinberg, «El espafol del Caribe: grasgos peninsulares, contac- to lingitstico 0 innovaci6n?» (LEA, 1/2 [1980)). ANTILLAS 53 y un protolenguaje de base portuguesa usado en el Caribe por los africanos. Esta hipétesis supone, en las Antillas hispanicas coloniales, una situacion so- ciolingiifstica similar a la que existié en el Caribe francés o sajén, situacién propicia al desarrollo de lenguas criollas. La hipotesis, sin apoyo documental convincente,” no diferencia a los africanos recién llegados a América de los nacidos en el nuevo territorio, y, por otra parte, identifica como rasgos criollos fendémenos presentes en todas las hablas innovadoras (la ausencia de flexion verbal, por ejemplo, motivada por el desgaste fonético de la -s implosiva)."” EI espafiol antillano actual, después de cinco siglos de adaptaciones, adopciones, reajustes e influencias, presenta caracteristicas dialectales que permiten describirlo como la modalidad caribefia insular, de base andaluza- canaria, hablada en Cuba, la Republica Dominicana y Puerto Rico.'' Aunque ha sido distinta la trayectoria histérica de estos tres paises a partir del siglo XX, y a pesar de la especial situacién politica de Puerto Rico,” el espafiol es la lengua materna en los tres territorios citados, condicionada por los fac- tores socioculturales propios de cada uno, y sin que haya producido el de- sarrollo de ninguna lengua criolla, a la manera de los creoles de base fran- cesa (Haitf, Martinica) 0 sajona (Islas Virgenes anglohablantes). E] andlisis de todas las fuentes disponibles" permite afirmar que la dia- lectologia hispanoamericana se inicia en las Antillas con el primer estudio cientffico sobre El espariol en Puerto Rico, de Navarro Tomas," dentro del marco de la Geograffa Lingiifstica vigente a principios de siglo," método aplicado al estudio de varios pueblos y municipios de Puerto Rico, hasta 1970," con el mismo cuestionario usado por Navarro Tomas en 1927. La 9. _Se parte sobre todo de textos literarios del siglo xix, entre los mas importantes el de Lydia Cabrera, El Monte (Notas sobre las religiones, la magia, las supersticiones y el folclore de los negros crio- os y del pueblo de Cuba), La Habana, 1954; 2." ed. revisada, Miami, 1975. 10. La refutacién mas importante de esta hipstesis se debe a Humberto Lopez Morales, que, ademés de aducir otros datos, distingue lingifsticamente «el negro africano de nacimiento, 0 bozal», y el negro ladino o criotlo, nacido en América» («Sobre la pretendida existencia y pervivencia del crio- lo cubano», Anuario de Letras, 5 [1980], 85-116). Sobre este punto véase también M. Vaquero, Rese- fia a J. Lipski, «Contactos hispano-africanos en el Africa ecuatorial y su importancia para la fonética del Caribe hispanico», en R. Hammond y M. Resnick, eds., Studies in Caribbean Spanish Dialectology, Lingiitstica, 1 (1990), 205-226. 11. Para la vitalidad del espafiol en otros territorios no hispdnicos del Caribe insular, véase M. Vaquero, «La lengua espaftola en Curacao, Trinidad, St. Thomas y St. Croix», en José Moreno de Alba, ed., Actas del IT Congreso Internacional sobre el espaiol de América, México, D.F., Universidad Nacional Auténoma de México, 1986, pp. 228-233. Reproducido en Espariol Actual, 46 (1986), 11-19. 12. Marfa Vaquero, «Politica y lengua: el espafiol en Puerto Rico» (Voz y Letra, IV/1 [1993], 105- 128). Reproducido en Dieter Koniecki, ed., Politica, Lengua y Nacién, Madrid, Fundacién Friedich Ebert, 1994, pp. 229-254, 13, Humberto Lépez Morales, Las Antillas. Cuadernos Bibliogrdficos, Madrid, Arco/Libros, 1994, 14, Rio Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1." ed., 1948, con materiales reco- gidos en 1927 y 1928. 15. Humberto Lopez Morales, «Un capftulo de la historia lingiistica antillana: El espanol en Puerto Rico, de Navarro Tomas» (Revista de Estudios Hispénicos, 3 [1973], 5-21). Reproducido en Dia- lectologta y Sociolingitstica. Temas puertorriquenos, Madrid-Miami-Nueva York-San Juan, Hispanova de Ediciones, 1979, pp. 31-50. 16. Estos estudios (tesis y tesinas) fueron dirigidos por Rubén del Rosario, desde el Departa- mento de Estudios Hispanicos de la Universidad de Puerto Rico; Maria Vaquero, «Algunos fenéme- nos fonéticos seftalados por Navarro Tomds en el espafol de Puerto Rico, a la luz de las investigacio- nes posteriores» (Revista de Estudios Hispdnicos, 2 [1972], 243-251). A partir de 1970, la dialectologia puertorriquefia se inserta en la investigacién moderna y se sittia a la vanguardia de los estudios lin- giifsticos hispanoamericanos.

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