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Díaz Zamora Gustavo Alonso

Tradición Marxista
Guía 6 Unidad 3

Pannekoek, Anton, “Los consejos obreros”, Círculo Internacional de Comunistas

 ¿En qué consiste la crítica que Anton Pannekoek desarrolla sobre los límites de los
sindicatos y partidos políticos para la transformación social?

La crítica hacia los sindicatos y partidos políticos se dirige, por un parte, a la organización
del proceso productivo y lo que deriva de él; y por otro, a una cuestión de
representatividad.

Se dice que los sindicatos y partidos políticos, pese a las “buenas intenciones que propugnan” con
sus políticas y métodos reformistas, siguen sirviendo como organizaciones que sustentan el poder
de Estado en su papel de regulador de empresas independientes puestas en manos de
particulares; es decir, que sustentan un orden en que todo el proceso productivo y la organización
del trabajo está regulada y dirigida para satisfacer el proceso de acumulación de capital (capital
absorbido por lo propietarios legítimos [en términos jurídicos]) y no las necesidades vitales de
todos aquellos que son partícipes del proceso productivo. Así, se asume que los sindicatos y
partidos políticos no abogan por construir una propiedad común que ponga en manos de los
trabajadores el proceso productivo y lo que deriva de él (fundamento de la transformación social),
sino que mantienen una organización horizontal donde el Estado -o los grandes empresarios-
siguen presentándose como los dueños y reguladores de la producción, de los productos, del gasto
social, etc., dejando a los sindicatos y partidos fungir como funcionarios estatales que emulan
algún tipo de representatividad de los trabajadores y el cumplimiento de sus necesidades, lo que
lejos de promover la transformación social, perpetúa el dominio y la centralidad del poder estatal
y, por lo tanto, del capitalismo tal como se conoce.

 ¿Qué propone el consejismo en torno al debate sobre las formas organizativas


revolucionarias?

Se propone que el proceso productivo sea reasumido por los trabajadores y reorientado hacia una
organización de la producción común, ello bajo una idea de totalidad que incluya una producción
social formada por la colaboración y conexión de todas las empresas. Para este cometido, los
consejos obreros servirían como formas de “autogobierno” con conciencia comunitaria -y
sustentadas sobre la experiencia laboral- que vinculen las tareas políticas y las económicas
(ámbitos divididos bajo la lógica del Estado: los aptos para mandar [hacer política que motive los
procesos productivos]; y los aptos para obedecer [producir]). El consejismo, además, es visto como
sustituto de la democracia política, una democracia que se asume como no representativa y con
un orden jerárquico horizontal, el cual tendrá que dar paso a una nueva “economía social” en la
que “quienes tienen que hacer el trabajo, tienen que decidir, y lo que ellos deciden en común,
ellos mismos tienen que ejecutarlo en común”.

Los consejos no son vistos como formas de gobierno ni gozan de ningún medio para imponer su
voluntad sobre las masas, sino que sirven como órganos articuladores de lucha y reconstrucción
del trabajo y del sentido de la producción, así como en la promoción de discusiones entre los
grupos y talleres que conforman el total de la fuerza productiva.

“La producción social total se forma por la conexión y colaboración de todas las empresas, como
las células que constituyen un organismo viviente, las empresas no pueden existir aisladas y
amputadas del cuerpo. En la nueva comunidad laboral, todos los intereses son esencialmente los
mismos y todos los pensamientos se dirigen al propósito común de la organización cooperativa
eficaz.”

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