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Contexto político del Peru

ALUMNOS
-Rodriguez Morales, Hector

-Espinoza Lozano, Manuel

CURSO
Realidad Nacional

SECCIÓN
 B

2019 - I
ASPECTOS POLITICOS DEL PERU 1821-1879

GOBIERNO DE DON JOSÉ DE SAN MARTIN (1821 – 1822):


Fue un militar y político cuyas campañas revolucionarias fueron decisivas para las independencias
de Argentina, Chile y Perú. Su idea política para el Perú era formar una monarquía constitucional,
para ello fundó una sociedad patriótica con la intención que difundiera las ideas monárquicas.
Don José de San Martin controlaba la región norte y la costa central; el virrey La Serna, la sierra
central y meridional.
Formo una organización territorial basada en el sistema departamentalista y a su vez una
organización básica de fuerza militar.
San Martin crea el primer congreso peruano y ante el dimite su cargo de protector.
Entre el 26 y 27 de julio de 1822, se realizo la Entrevista de Guayaquil, donde se reunió con
Bolívar, San Martin buscaba el apoyo de Bolívar y la recuperación de Guayaquil para Perú,
dándose una conferencia privada donde cedió a Bolívar su ejército y la conclusión de la campaña
libertadora. Después de esto San Martin renunciaría ante el congreso, terminando así su gobierno
el 20 de setiembre de 1822. Siendo el sucesor el presidente del congreso constituyente Francisco
Xavier de Luna Pizarro.
GOBIERNO DE JOSÉ DE LA MAR (1822 – 1823):
Elegido por el congreso como jefe de la Suprema Junta Gubernativa del Perú, también constituida
por Manuel de Salazar y Baquíjano y Felipe Antonio De Alvarado; que fue creado por los
diputados para suceder al gobierno protectoral de San Martin.
Organizo la primera expedición a puertos intermedios al sur del Perú, la cual fracaso y se le culpo.
Ocurre el Motín de Balconcillo, dado por el ejercito del centro al mando de Andrés De Santa Cruz
contra la junta gubernativa y ocasionado por la derrota en la primera expedición a puertos. Santa
cruz presiono al congreso dirigido por Luna Pizarro para destituir a los juristas y proclamar
presidente a Riva Agüero el 27 de febrero de 1823.
GOBIERNO DE JOSÉ DE LA RIVA AGÜERO (1823):
Fue el primer jefe de estado peruano en llevar el titulo de presidente de la republica y en lucir la
banda presidencial bicolor. Intento consolidar la independencia organizando el primer ejercito
peruano, al mando de Andrés De Santa Cruz. Sin embargo, sufrió la entrada de las tropas patriotas
en la capital y la retirada del gobierno y su posterior instalación en el puerto del Callao. En base
a esta situación, Riva Agüero perdió el apoyo del congreso, el cual proclamo presidente a José
Bernardo de Torre Tagle. El congreso también llamo a Simón Bolívar para que consolide la
independencia. Riva Agüero se refugio en Trujillo desde donde busca conciliar con el virrey para
evitar la llegada de Bolívar, por lo que fue arrestado y acusado de traición, siendo desterrado a
Chile.
GOBIERNO DE JOSÉ BERNARDO DE TORRE TAGLE (1823 – 1824):
El 27 de febrero de 1823 fue llamado a ocupar el cargo supremo, luego fue ratificado como
Presidente Constitucional, convirtiéndose así en el segundo presidente.
Reinstalo el congreso que había sido disuelto por Riva Agüero, a la cual se unieron los diputados
más hostiles de Riva Agüero.
Estuvo de acuerdo que se le concediera autoridad militar y política, bajo la denominación de
libertador.
Promulgo la primera Constitución Liberal de 1823 (12 de noviembre de 1823). Estaba dividida
en tres secciones consagradas a la nación peruana, el territorio, la religión y la ciudadanía.
Se implanto el prudente régimen de Cámara única, con el fin de fortalecer el Poder legislativo,
frente al Ejecutivo.
GOBIERNO DE SIMÓN BOLÍVAR (1824 – 1826):
Su gobierno fue una dictadura. El 6 de agosto de 1824 Bolívar y Sucre juntos derrotaron al
ejército español en la batalla de Junín. El 9 de diciembre de 1824 se gana la batalla de Ayacucho,
se firma la capitulación de Ayacucho. Él congreso constituyente se auto disolvió.
Bolívar manifestaba que necesitábamos una Republica Federativa con un presidente Vitalicio y
esta debía estar estructurada en cuatro poderes: El poder electoral (formado por 4 personas con
una duración de 4 años), el poder ejecutivo (constituido por un presidente vitalicio, un
vicepresidente y 3 ministros), el poder judicial (constituido por la corte suprema y demás
tribunales) y el poder legislativo (compuesto por los tribunos, cenadores).
Surge la idea de la Federación de los Andes, que consistía en federar a Perú, Bolivia y la Gran
Colombia; pero fracaso.
GOBIERNO DE ANDRÉS DE SANTA CRUZ (1826 – 1827):
Fue presidente de la Junta de Gobierno del Perú.
Le tocó presidir la juramentación de la Constitución Vitalicia el día 9 de diciembre, constitución
redactada e impuesta por el Libertador, que también fue jurada en Bolivia.
GOBIERNO DE JOSÉ DE LA MAR (1827 – 1829):
Prometió la organización de un gobierno democrático donde se respetarán las decisiones del
congreso. Estableció el nombramiento de autoridades por elección e hizo una exclusividad de las
candidaturas a diputados y senadores para los que tuvieran alguna propiedad o renta de 100-500
pesos anuales.
Promulgo la tercera Constitución Liberal en 1828, restringió el derecho a la ciudadanía,
negándoselo a la mayoría de personas, ya que sólo aquellas que sabían leer y escribir y ganaban
en sueldo superior a 800 libras mensuales podían considerarse ciudadanos.
El legislativo tuvo el sistema bicameral (cenadores y diputados). Represento un poder ejecutivo
débil.
Con la Guerra con la Gran Colombia La Mar estaba dispuesto a continuar la guerra, pero fue
entonces cuando un grupo de oficiales peruanos lo apresaron en Piura, en la noche del 7 de junio
de 1829. Dichos militares portaban una carta de Gamarra para La Mar, donde aquel le pedía su
renuncia como consecuencia de la derrota frente a Sucre. La Mar se negó a hacerlo, y de inmediato
lo trasladaron al puerto de Paita, donde en la madrugada del día 9 lo embarcaron junto con el
coronel Pedro Pablo Bermúdez y seis esclavos negros, en una miserable goleta llamada "Las
Mercedes", con destino a Costa Rica. Las razones que arguyó Gamarra para dar el golpe de estado
fueron: el hecho de ser La Mar un “extranjero” en el Perú (lo cual era falso, pues La Mar era
peruano tanto por voluntad propia como de acuerdo a ley), y que su elección por el Congreso
había nacido de un arreglo tramado por Luna Pizarro (lo cual es discutible).
Gamarra planeó el golpe con el apoyo del general Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien en Lima
se encargó de derrocar al encargado del mando, Manuel Salazar y Baquíjano y asumía el poder
con el título de Jefe Supremo. Pero no quiso conservar el poder y renunció ante el Congreso. Éste,
por votación, nombró Presidente Provisorio de la República al Mariscal Gamarra y Vicepresidente
a La Fuente (1º de septiembre de 1829). Se convocaron luego a las primeras elecciones populares
del Perú. Gamarra obtuvo más de la mayoría absoluta de los colegios electorales de provincia
exigidos por la Constitución y fue proclamado Presidente Constitucional por el Congreso, el 19
de diciembre de 1829. Le apoyaba además el presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz. Estos
tres personajes Gamarra, La Fuente y Santa Cruz formaron una especie de triunvirato, cuyas
maquinaciones posibilitaron la caída de La Mar.

GOBIERNO DE AGUSTÍN GAMARRA (1829 – 1833):

Gamarra, ya asentado en el poder, arregló un armisticio con la Gran Colombia y finalmente firmó
el Tratado de Paz con dicho país. El gobierno de Gamarra quiso ser lo opuesto al de La Mar, que
había sido un esfuerzo constitucionalista. Gamarra dejó de lado la Constitución de 1828, pues no
lo satisfizo por las limitaciones que establecía al Poder Ejecutivo. Instauró un gobierno autoritario
y conservador.

Gamarra logró a duras penas terminar su gobierno constitucional. Tuvo un carácter muy activo
por lo que se ausentó varias veces de la capital para sofocar las varias rebeliones y levantamientos
que ocurrieron en diversas partes del país. Durante esas expediciones dejaba la presidencia en
manos de sus vicepresidentes o encargados de gobierno, el primero de los cuales, Antonio
Gutiérrez de la Fuente, manifestó también su carácter autoritario y comenzó a ganarse la
enemistad de la cúpula política limeña. Su aparente contubernio con comerciantes extranjeros
para introducir mercancías al Perú en perjuicio de los productores nacionales causó malestar en
Lima, lo que aprovechó su adversaria, la famosa Mariscala (esposa del presidente Gamarra) para
encabezar una asonada contra él. La Fuente tuvo que huir sigilosamente escapándose por los
techos de varias casas, perseguido por un pelotón de tropa. Llegado al Callao, se subió al navío
Saint Lewis de bandera estadounidense (16 de abril de 1831).

En las postrimerías de su mandato, Gamarra convocó a la Convención Nacional de 1833, una


asamblea de representantes cuya misión sería reformar la Constitución de 1828, tal como lo
estipulaba esta misma en uno de sus artículos. Dicha asamblea se instaló el 12 de septiembre de
1833, predominando en ella los diputados liberales, a la cabeza de los cuales estaba el clérigo
Francisco Xavier de Luna Pizarro. Como ya finalizaba también su período presidencial, Gamarra
convocó a los Colegios Electorales para la elección de un nuevo presidente, pero dichos colegios
fueron elegidos parcialmente (unas provincias eligieron y otras no) por lo que no se pudo realizar
la elección. Pese a ello, Gamarra no quiso prorrogarse en el poder y lo dejó el 19 de diciembre de
1833, el mismo día en que finalizaba su mandato constitucional. Entonces la Convención
Nacional asumió temporalmente el poder ejecutivo y se arrogó la potestad de elegir a un
presidente provisorio. El elegido fue el general Luis José de Orbegoso y Moncada, un militar
débil y manejable para los liberales, en perjuicio del candidato de Gamarra, el general Pedro Pablo
Bermúdez (20 de diciembre de 1833).

El candidato gubernamental general Bermúdez, tenía en contra el recuerdo de su destierro con La


Mar y de su flamante e injustificable amistad con Gamarra. Le faltaban, además, empresarios
hábiles en la Convención. Lo único que la oposición necesitaba para triunfar era unificarse.
Orbegoso consiguió para la Presidencia provisoria 47 votos, Bermúdez 36 y Nieto 1 (20 de
diciembre de 1833). Al elegir a Orbegoso (en una Convención Nacional llamada por la Carta
política de 1828 y por el respectivo decreto de convocatoria sólo a "examinar y reformar, en todo
o en parte, la Constitución") Luna Pizarro y su círculo, representantes durante toda esta época del
espíritu civil frente al militarismo, no hacían sino continuar los planes que ya habían seguido al
conferir la Presidencia de La Mar en 1822 y en 1827. Reconocían estos doctrinarios que el
militarismo era demasiado fuerte y que ya no podía impedirse que a la Presidencia de la República
llegaran los hombres de uniforme. Con su táctica de escoger para este cargo a los mariscales o
generales menos peligrosos y de parapetarse en los Congresos, Luna Pizarro y sus amigos
pretendieron resolver el problema. Se equivocaron. Los caudillos militares auténticos no
quedaron coactados y apelaron al pronunciamiento. La Presidencia de La Mar había dado lugar
al motín de Gamarra; ahora la Presidencia de Orbegoso iba a dar lugar primero al Golpe de Estado
de Bermúdez y después a la dictadura de Salaverry.

GOBIERNO DE LUIS JOSÉ DE ORBEGOSO (1833 – 1835):

Hostilizado por los partidarios de Gamarra y temiendo un golpe de estado, Orbegoso decidió
refugiarse en la Fortaleza del Real Felipe, en el Callao, el 3 de enero de 1834. Allí instaló la sede
de su gobierno y comenzó a relevar a los gamarristas de los altos mandos del Ejército. En
respuesta a esta acción, la guarnición de Lima se sublevó al día siguiente y proclamó Jefe Supremo
al general Pedro Bermúdez. Las tropas bermudistas sitiaron la fortaleza del Callao. Se alegó que
la presidencia de Orbegoso era ilegal pues no le correspondía a la Convención Nacional elegir al
presidente. A nivel nacional la autoridad de Bermúdez fue acatada por algunas guarniciones. Pero
en Lima la civilidad se mostró contraria al golpe y se alzó en armas; los bandos se enfrentaron en
las calles de la ciudad, siendo la primera vez en la historia peruana que el pueblo de Lima se
enfrentaba con éxito al ejército (28 de enero). Ante tal situación Bermúdez y sus partidarios
tuvieron que retirarse a la sierra.

En la mañana del día 29 de enero ingresó Orbegoso triunfalmente en Lima, siendo ovacionado
por la multitud. Las mujeres del pueblo le detenían en las calles para abrazarlo. La Convención
Nacional reanudó sus labores y aprobó una ley que autorizaba al gobierno a pedir la cooperación
del gobierno de Bolivia «con el único y exclusivo objeto de terminar la guerra civil» (18 de abril).
Dicha cooperación no llegaría a ser solicitada pues la guerra terminaría en poco tiempo, pero la
ley sería invocada años después en otro contexto de guerra civil, como veremos más adelante.

Al mando de unas tropas, Orbegoso marchó a la sierra en busca de Bermúdez y su ejército. Dejó
el mando al Supremo Delegado Manuel Salazar y Baquíjano (20 de marzo). Si bien tenía bajo su
mando a oficiales competentes como Riva Agüero, Necochea, Miller, La Fuente, Cerdeña, Otero
y Salaverry, sus fuerzas colecticias eran muy débiles y heterogéneas. Ello motivó que fuera
derrotado en la batalla de Huaylacucho, cerca de Huancavelica (17 de abril).

Se iba a producir el encuentro definitivo cerca de Jauja, pero felizmente la guerra finalizó cuando
ambos bandos se amistaron en el llamado Abrazo de Maquinhuayo (24 de abril). Los bermudistas
o gamarristas terminaron pues, por reconocer la autoridad de Orbegoso, aunque sus caudillos,
Gamarra y su esposa la Mariscala, huyeron del país. Orbegoso hizo su entrada triunfal en Lima,
el 3 de mayo de ese mismo año de 1834, y los limeños lo recibieron por segunda vez de manera
triunfal. Artesanos y jornaleros le sacaron del coche y lo llevaron en brazos al interior del Palacio
de Gobierno.

Se inició así en el Perú un período de gobierno liberal con Orbegoso a la cabeza y con una
Convención Nacional como poder legislativo donde dominaban Francisco Xavier de Luna Pizarro
y Francisco de Paula González Vigil, sacerdotes de la misma tendencia.

Al emprender la gira por los departamentos del sur, Orbegoso dejó en Lima en el gobierno a
Manuel Salazar y Baquíjano, presidente del Consejo de Estado (7 de noviembre de 1834). Dejó
también en Lima, en su calidad de Inspector del Ejército al general Felipe Santiago Salaverry, lo
cual, como algunos amigos le advirtieron, era un gran peligro, vista la ambición inocultable de
dicho militar. En efecto tanto poder en manos de Salaverry, hizo que muchos desconfiaran con
razón, temiendo que diese un golpe de estado. Pero el presidente Orbegoso, hombre débil y
demasiado bondadoso, parecía no ser consciente del peligro. En una de sus obras, el deán Valdivia
cuenta que Orbegoso le preguntó a Salaverry sobre los rumores de que quería hacer una
revolución. Salaverry, muy desenvueltamente, le respondió: «Si así fuese, señor general
presidente, principiaría fusilando primero a Vuestra Excelencia.» Orbegoso quedó visiblemente
mortificado ante tal respuesta, pero atinó a hacer nada.

De otro lado, en Bolivia conspiraban el presidente de ese país, Santa Cruz, con el general Gamarra,
planeando la unión de la nación altiplánica con el Perú. Posiblemente por este último motivo o
por otra razón, Orbegoso se dirigió al sur, dejando en Lima como encargado del mando a Manuel
Salazar y Baquíjano (7 de noviembre de 1834).

Ausente Orbegoso, se sublevaron en la Fortaleza del Real Felipe del Callao los sargentos y
soldados impagos que conformaban la guarnición (1º de enero de 1835). Salaverry sofocó la
sublevación tomando por asalto la fortaleza y se hizo gobernador de dicha plaza (4 de enero).
Luego, aprovechando su situación inmejorable, se pronunció al frente de su guarnición contra la
autoridad del encargado del mando, el señor Salazar (medianoche del 22 de febrero); poco
después ingresó a Lima y se autonombró Jefe Supremo de la República (25 de febrero), con el
pretexto de que el país se hallaba acéfalo, es decir sin presidente, pues Orbegoso se hallaba fuera
de la capital. El nuevo gobierno fue reconocido en diversos lugares del país, mas no en el sur, que
continuó obedeciendo a Orbegoso. Éste envió contra Salaverry una división al mando del general
Francisco Valle Riestra. Valle Riestra se hizo a la mar en Islay y desembarcó en Pisco, pero no
pudo continuar pues sus propios hombres lo apresaron y lo entregaron a Salaverry, quien ordenó
su fusilamiento. Tal exceso se debió, según se cree, a una vieja y enconada enemistad personal o
simplemente a un arrebato de ira de Salaverry, debido a las fechorías que cometían los bandoleros
en Lima.

Un decreto de amnistía general, dado por Salaverry en mayo de 1835 y la convocatoria al


Congreso que debía reunirse en Jauja, fueron señales de que la unificación del mando del país en
manos de Salaverry era ya un hecho; solo Arequipa acataba todavía la autoridad de Orbegoso.

GOBIERNO DE FELIPE SANTIAGO SALAVERRY (1835):


Replegado en Arequipa, Orbegoso pidió auxilio al general Santa Cruz, el presidente de Bolivia,
aceptando la intervención del ejército boliviano y comprometiéndose a establecer una
confederación. Tal decisión originó la sangrienta guerra entre Salaverry y Santa Cruz.

Gamarra, enfurecido con Santa Cruz ante el giro político que había tomado, se alió con Salaverry,
haciendo un frente común frente la invasión extranjera. Contando con la popularidad que tenía en
el sur peruano, especialmente en el Cuzco, su tierra natal, Gamarra reunió un ejército y fue el
primero en enfrentar a las fuerzas bolivianas. Pero fue vencido en Yanacocha el 13 de agosto de
1835, y tuvo que retirarse de la escena bélica, acaso aguardando una mejor oportunidad de
recuperar el poder.

La derrota de Gamarra motivó que Salaverry precipitara sus acciones y fuera en pos de las fuerzas
bolivianas. Tras lanzar contra Santa Cruz su famoso decreto de "Guerra a Muerte" y ofrecer
premios a quien matase a un boliviano, Salaverry dio inicio a una audaz campaña militar, que
principió con el asalto al puerto de Cobija por la Marina de Guerra, donde se arrastró por los
suelos la bandera boliviana en ceremonia pública. Luego abrió la campaña en el sur del Perú
contando con un ejército de 5.000 efectivos.

Pero en la sierra sur del país Salaverry fue perdiendo terreno y tanto cuzqueños como arequipeños
se fueron sumando a las huestes de los confederados, las que tomaron Cusco y Ayacucho. Estas
fuerzas llegaron a sumar 8.000 efectivos. A finales de 1835 los confederados tomaron el control
de Lima, hecho que dejó en el aislamiento al ejército nacionalista de Salaverry. Salaverry fue
apresado y fusilado en Arequipa, y Santa Cruz pudo al fin edificar la Confederación Perú-
boliviana, erigiéndose él como su cabeza indiscutible.

GOBIERNO DE LUIS JOSÉ DE ORBEGOSO ESTADO NOR-PERUANO (1837-1838):

Orbegoso ejerció todavía el mando como presidente provisorio hasta la reunión de la Asamblea
de Huaura (3 a 24 de agosto de 1836). En ella se acordó la creación del Estado Nor-Peruano, que
debía integrar (junto con el ya creado Estado Sud Peruano y Bolivia) la Confederación, bajo el
mando de Santa Cruz como Supremo Protector (11 de agosto).

A Orbegoso se le confirió el grado de Gran Mariscal, recibió las gracias por sus servicios, se le
condecoró con un sol de brillantes con estas inscripciones: «El Estado Nor-peruano al general D.
Luis José Orbegoso», en el reverso «Sirvió a la patria con lealtad». Se le obsequiaron por
añadidura 100.000 pesos y se ordenó que fuera fijada en su casa de Lima un escudo con las armas
del Estado y su inscripción: «La patria agradecida». A su esposa se le hizo un cuantioso donativo
que no quiso aceptar.

En virtud de un decreto de Santa Cruz, Orbegoso fue designado presidente provisorio del Estado
Nor-Peruano (22 de agosto de 1837). Dicho estado abarcaba los departamentos de Lima, Huaylas,
Junín, Amazonas y La Libertad.

GOBIERNO DE ANDRÉS DE SANTA CRUZ CONFEDERACION PERU-BOLIVIANA


(1836 – 1839):
El establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana, así como la figura de Santa Cruz como
su máxima autoridad, generó el descontento de los gobiernos de Chile y de Argentina, pero mucho
más del primero que del segundo. Gobernaba entonces en Chile el más acérrimo enemigo de la
Confederación: el ministro Diego Portales. Si bien José Joaquín Prieto era el presidente de Chile,
Portales era quien de hecho gobernaba el país, ostentando tres de los cuatro ministerios existentes
(Interior y Relaciones Exteriores; Justicia, Culto e Instrucción Pública; Guerra y Marina, es decir,
todos excepto Hacienda). Portales entrevió el peligro que significaba para los intereses de Chile
la consolidación de la Confederación, ya que bajo la sombra de esta no se podría alcanzar la
hegemonía continental que añoraba para su país.

Aduciendo una serie de pretextos, el gobierno chileno declaró la guerra a la Confederación (26
de diciembre de 1836). Si bien la idea de entrar en guerra contra la Confederación era sumamente
impopular en la opinión pública chilena, la muerte de Portales, el 3 de junio de 1837, fusilado en
Valparaíso a manos de un batallón que se amotinó precisamente por ser contrario a la guerra,
paradojalmente allanó el camino a la entrada definitiva de Chile a la guerra instigada por el propio
Portales, causa que ahora, tras la muerte del ministro, gozaba de gran apoyo popular.

Los chilenos enviaron hacia el Perú una primera expedición, llamada “Restauradora” y que estaba
al mando del almirante Manuel Blanco Encalada, y con el apoyo de los emigrados peruanos
opositores de Santa Cruz, encabezados por el general Antonio Gutiérrez de la Fuente. Tras
desembarcar en Islay y ocupar Arequipa, los restauradores no recibieron el apoyo de la población
y fueron cercados por las fuerzas confederadas al mando del mismo Santa Cruz. Ambas partes
celebraron un tratado de paz, denominado Tratado de Paucarpata (17 de noviembre de 1837), por
la cual Santa Cruz dejó volver a su patria a los chilenos, a condición de que reconocieran la
Confederación. Mientras que en el otro frente, los bolivianos contuvieron la ofensiva argentina,
el ejército boliviano, bajo el mando del general Otto Philipp Braun derrota a la Confederación
Argentina en la Batalla de Montenegro, logrando su retirada en la zona de Tarija e incluso pasaron
la frontera y amagaron la ciudad de Jujuy..
El gobierno chileno desconoció el Tratado de Paucarpata y una segunda Expedición Restauradora
partió de Valparaíso. Estaba al mando del general chileno Manuel Bulnes, y contaba igualmente
con el apoyo de los emigrados peruanos, encabezados esta vez por Agustín Gamarra (Ejército
Unido Restaurador). Esta expedición desembarcó en Ancón, a unos 37 km al norte de Lima, es
decir en territorio del Estado Nor-Peruano, donde la causa de la confederación no tenía tanta
popularidad como en el sur. El presidente de dicho Estado, mariscal Orbegoso, asumió una
posición peruanista pura y se propuso expulsar tanto a los chilenos como a los bolivianos, pero
resultó derrotado por los restauradores en el combate de Portada de Guías, en las afueras de Lima
(21 de agosto de 1838). Los restauradores ingresaron a Lima y Gamarra fue proclamado como
presidente provisional del Perú; pero en noviembre del mismo año tuvieron que abandonar Lima,
que volvió a poder de los confederados.

Los restauradores decidieron entonces cambiar el escenario de la lucha. Se retiraron al Callejón


de Huaylas, en el norte del Perú, donde se aprovisionaron y reorganizaron. Tras un primer
encuentro indeciso en Buin, los confederados, con Santa Cruz a la cabeza, fueron definitivamente
derrotados en la batalla de Yungay (20 de enero de 1839).

Santa Cruz huyó apresuradamente hacia Lima, adonde llegó tras cuatro días de cabalgata. Con
lágrimas en los ojos informó a unos pocos amigos la derrota que había sufrido. Pero no se dio por
vencido y marchó hacia Arequipa con el propósito de subir a Bolivia y comenzar una guerra de
reconquista. Pero al llegar a Arequipa se enteró que los generales bolivianos Ballivián y Velasco
se habían sublevado contra él. Viendo pues, todo perdido, renunció a todo su poder el 20 de
febrero de 1839 y se dirigió al puerto de Islay acompañado por algunos oficiales leales. Allí se
embarcó en la fragata inglesa Sammarang, rumbo al Ecuador. Así finalizó su gobierno como
protector del estado binacional peruano y el boliviano.
GENERAL JOSÉ RUFINO ECHENIQUE (1851-1854):
Si bien es cierto, el presidente Echenique fue elegido constitucionalmente en elecciones, la forma
de gobierno no cambio mucho respecto a sus predecesores, ya que los actuares políticos y
económicos fueron los mismos, e incluso en algunos casos, mucho más agraviantes para el propio
estado; conservando el régimen político militar, con todos sus vicios y sin sabores.
Hay que poner en contexto el reciente auge del mercado guanero, razón por la cual las arcas del
gobierno estuvieron abiertas a un caudal de riqueza y poder económico sin precedentes,
representando una época de bonanza económica muy importante que nos convirtió en un punto
de fuerte inversión de capital extranjero, pero junto con ello, también una fuerte corriente de
corrupción, malas prácticas en materia de gestión pública y adyacente a ello, una corriente de
despotismo reforzada y fuertemente instaurada en el sistema de administración pública en el Perú.
Un punto muy importante y necesario para comenzar el análisis político de lo que fue el gobierno
del General Echenique, es la deshonesta administración de la muy cuestionada deuda interna,
asunto que se pretendió finiquitar con el tan ansiado pago por los gastos de la independencia,
aprovechando las ganancias obtenidas por la fructífera comercialización del guano peruano; sin
embargo, en medio de este proceso, se cometió una serie de graves delitos contra la administración
pública, valiéndose de falsificaciones de firmas y documentos, y de la corrupción de funcionarios
del estado; muchas de las familias más influyentes se enriquecieron de manera ilegal.
Muy consecuentemente con los gobiernos que lo antecedieron en este periodo de Consolidación,
la distribución de poder y riqueza se concentró en un grupo ya conocido en la sociedad peruana y
en la familia del presidente, copando así todas las esferas de poder político y económico, tales
como el congreso, el poder judicial, los representantes de los intereses peruanos en el exterior y
todos los ministerios, con gente fiel y servil a la voluntad del mandatario, siguiendo estrategias
de patronazgo para ganarse un respaldo privado y militar, muy similar a las que antes usara
Gamarra. Esto significó un severo daño para la ya endeble democracia existente en nuestro país,
el poder legislativo conjuntamente con el judicial, eran prácticamente esclavos y marionetas del
ejecutivo, cuestión que imposibilitaba la labor de fiscalización encomendada al congreso y la
acción imparcial de la justicia peruana.
Este gobierno preveía una continuación de lo que había sido un primer gobierno relativamente
honesto de Castilla, quien además había patrocinado el ascenso al poder del general Echenique,
sin embargo fue todo lo contrario, los escándalos de sobornos y corrupción no se hicieron esperar,
la mediación entre las personas demandantes del pago de la deuda interna por gastos de
independencia y el estado se volvió una profesión muy lucrativa, tal es el caso que muchas veces
los demandantes recibían menos del treinta por ciento del pago exigido por los intermediarios al
estado; de esta manera se amasaron fortunas familiares que hasta ahora perduran en nuestro país.
Estos pagos exagerados no solamente solventaban la remuneración exigida por los intermediarios,
sino también eran destinados para cubrir todos los montos requeridos para el soborno de
funcionarios públicos, desde altos a bajos cargos. Un personaje muy importante entre dichos
intermediarios, y que amaso una cuantiosa suma de dinero en dicha labor de intermediación, fue
el civil Domingo Elías, quien sería uno de los primeros representantes civiles en involucrarse en
el tira y afloja del poder político en el Perú, muchos lo consideraron como la primera imagen de
un partido civilista en gestación.
Luego de que surgieran múltiples escándalos sobre la mala administración de la riqueza nacional,
y además del escándalo de la conversión de la deuda interna a externa, Domingo Elías, con ayuda
de Ramón Castilla y otros colaboradores lograron destituir a Echenique gracias a un
levantamiento que desencadenó una guerra civil en casi todos los departamentos del Perú.
RAMÓN CASTILLO (1854-1862):
Luego de una desastrosa administración de Echenique, el desfalco al estado no se vio minimizado
gracias a la continua entrada de divisas a las arcas del estado, por ello Castilla no tuvo problemas
en pagar el precio por la libertad de los esclavos, ya que en 1854 había decretado la libertad y el
pago por cada esclavo, esto para ganar la aceptación popular y ganar reclutas para el ejército sin
embargo este proceso indemnizatorio fue llevado a cabo con una celeridad muy sospechosa y
llena de favoritismos.
Este nuevo pago por la libertad de los esclavos, tuvo también una serie de escándalos en cuanto a
corrupción se refiere, ya que, al igual que en la etapa de la muy cuestionada consolidación de la
deuda interna, se hizo uso de múltiples artimañas para poder sacar el mayor provecho con el cobro
por cada esclavo, es así que hubo personas que cobraron por esclavos que habían estado muerto
al momento de darse esta orden de manumisión ejecutiva.
Uno de los propietarios que obtuvieron mayor beneficio económico fue el señor Domingo Elías,
a decir verdad fue el tercer expropietario de esclavos más importante, y además ministro de
hacienda de Castilla, quien se benefició con ciento once mil pesos por 370 esclavos, esto evidencia
un claro manejo político, que si bien es cierto fue un avance en el reconocimiento de los derechos
igualitarios de todas las personas, no deja de obedecer fuertes intereses económicos y políticos de
la gente de la más alta cúpula del gobierno a cargo.
Poco después de la destitución de Echenique, una comisión investigadora indagó profundamente
los abusos e ilegalidades en el proceso de la consolidación y la conversión de la deuda, hallándolos
culpables de múltiples delitos, sin embargo los acusados: Echenique, Manuel de Mendiburu,
representante de los intereses del Perú en el extranjero durante el gobierno de Echenique, y el
general Juan Crisóstomo Torrico, quien fuera ministro de guerra de Echenique, ya estaban fuera
del país. Sin embargo, gracias a estas indagaciones se detuvo la conversión de la deuda en
Londres, y también se comenzó a dar marcha atrás a todas las medidas tomadas por Echenique
para beneficiar a capitales particulares a costa de la economía peruana. Muchos legisladores y
autoridades del ejecutivo que tenían la voluntad de luchar contra estos abusos cometidos por el
gobierno anterior tuvieron que frenarse por múltiples reclamos por parte de importantes
comerciantes y financistas extranjeros y nacionales, así como por los representantes de los
interese de Francia y el Reino Unido.
En medio de esta pugna entre el estado peruano y los afectados, se produjo el alzamiento del
“regenerador” general Mariano Ignacio de Vivanco, quien estableció un bloqueo a las islas
guaneras con naves fieles a él y con buques de guerra ingleses y franceses dispuestos a proteger
los intereses de sus inversionistas.
Con los buques de guerra a las puertas, Castilla no tuvo otra opción más que echarse atrás y dejar
que continúen los procesos económicos detenidos en el exterior, absolviendo así a todos aquellos
envueltos en graves casos de corrupción; luego de esto pudo libremente encargarse de Vivanco y
gozar de un incuestionado periodo de poder.
Otro de los escándalos fue el caso de corrupción en el que se vio envuelto Manuel Ortiz de
Zevallos, ministro de Relaciones exteriores, luego de que Juan B. Colombier declarara que se le
pagó setenta mil pesos en nombre de la compañía francesa Société Genérale Maritime; Zevallos
negó todo lo dicho, sin embargo, luego de un tiempo, Colombier volvió a declarar y dijo que los
setenta mil pesos habían sido distribuidos entre legisladores del congreso que estaban a cargo del
contrato que interesaba a la empresa.
Bajo presión de los intereses extranjeros, se modificó la constitución liberal de 1856, para derivar
en la moderada de 1860, la cual se mantuvo vigente, con algunas interrupciones, hasta 1919, sin
embargo este modernizado marco legal arrastraba ciertos problemas desde la época colonial, la
administración estatal, al ser el propietario de las principales fuentes de riqueza nacional, actuaba
como principal mediador en los asuntos económicos, de esta manera los hombres de negocios
más importantes del extranjero debían de cortejar a los funcionarios de la administración pública
para obtener favores y monopolios oficiales.
Luego de que la constitución del 1860 establezca la nueva exigencia de que todos los contratos
del estado sean previamente aprobados por el congreso, la cuota de corrupción creció, ya que
ahora había muchos más funcionarios que sobornar, y fue justo en ese momento que surgieron las
fuertes acusaciones de corrupción y conflicto de intereses a Francisco de Rivero, representante de
los negocios del Perú en Londres, señalando que había favorecido a la casa Gibbs en el
prácticamente monopólico contrato del guano. Este a su vez se defendió y argumentó que su
derecho era cobrar el dos por ciento en todos los movimientos que realizaba a nombre del Perú,
y que además tenía derecho a especular con los bonos peruanos, costumbre que favorece a los
especuladores.
Sin embargo, el favoritismo hacia la empresa privó de mucho dinero al estado peruano, ya que el
precio de venta al intermediario fue mucho menor al precio que tenía el guano en el mercado
internacional.
MIGUEL SAN ROMAN (1862 – …) JUAN ANTONIO PEZET (… - …) PEDRO DIEZ
CANSECO (… - 1865):
Después de un par de levantamientos en la etapa final del gobierno de Castilla, asumió el poder
el general Miguel de San Román, un antiguo amigo de Castilla; junto con él fue elegido el general
Juan Antonio Pezet como primer vicepresidente, y el general Pedro Diez Canseco, quien era
cuñado de Castilla, como segundo vicepresidente. San Román murió después de 5 meses de
gobierno, y Pezet asumió la presidencia.
Hacia aquellos años, España y Perú habían tenido varios intentos para hermanarse, sin embargo
debido a las deudas impagas que reclamaban algunos acreedores españoles de las deudas de
independencia, nunca se pudo llegar a un acuerdo.
En 1863, una flota española con misión científica y diplomática arribó al Callao, y gracias al alto
sentido del honor de los oficiales españoles Luis Hernandez de Pinzón y Eusebio Salazar y
Mazarredo, así como la falta de tacto de Pezet, produjeron un serio incidente diplomático en la
haciendo de Talambo. En abril de 1864, la flota española tomó las islas de Chincha, la fuente más
importante de renta guanera del Perú.
Conseguir préstamos en el exterior era una tarea complicada debido al fuerte bloqueó que ejerció
España, así que Pezet negoció un acuerdo con España, que esencialmente concedía un pago de
tres millones de pesos para satisfacer las demandas españolas. Por ello fue muy importante la
alianza que se hizo con Chile y Argentina para poder derrotar al ejército español y lograr la
victoria y retirada de la armada española después del aplastante combate del dos de mayo en el
fuerte del Real Felipe.
Muchos generales en el Perú se opusieron a las políticas apaciguadoras de Pezet, Castilla y
Echenique entre ellos, tanto es así que Castilla fue deportado en 1865, luego de ello, Mariano
Ignacio Prado, con la ayuda de José Balta y el general Diez Canseco lograron destituir a Pezet.
Luego se le acusó de malos manejos y desfalco fiscal, siempre negó las acusaciones, sin embargo,
en múltiples ocasiones alardeó del palacio que pudo erigir en Chorrillos.
Mariano Ignacio Prado (1865 – 1868)
En su gobierno dictatorial tuvo como su mano derecha a uno de los más grandes representantes
del civilismo, el ministro de hacienda Manuel Pardo, quien introdujo muchas reformas
administrativas y tributarias, siendo el retorno de la contribución indígena la que traería un
levantamiento indígena en Huancané, Puno; también organizó una investigación en las aduanas
de Arica, Pisagua e Iquique.
En 1867 se propuso la creación de una nueva constitución, la cual se desestimó y se regresó a la
antigua de 1860 por orden de Diez Canseco en un pequeño periodo de tiempo en el que estuvo en
el poder.
JOSÉ BALTA Y MONTERO (1868-1872):
El presidente Balta fue elegido constitucionalmente en elecciones, la forma de gobierno no
cambio mucho respecto a sus predecesores, ya que los políticos y económicos fueron los mismos,
conservando el régimen político militar.
fue el último presidente del Primer Militarismo de la historia del Perú. durante su gobierno se
firmó el Contrato Dreyfus (05/Julio/1869) fue un monopolio para la explotación del guano.
Empezó la crisis económica en Perú por la caída de precio del guano y por el desenfrenado gasto
público.
El gobierno de José Balta cayó en el caos y desorden. Cuando estaba por culminar su periodo
faltando seis días para entregar la presidencia, los hermanos Gutiérrez (Silvestre, Tomas,
Marcelino, Marceliano) y varios militares sublegaron, toman el gobierno y apresaron a Balta en
el cuartel San Francisco, pero no tuvo apoyo popular.
El problema sucedió porque Balta no hizo nada por impedir que el partido civil ganase la
presidencia ya que se suponía que siempre ganaran los militares, los cuatros hermanos Gutiérrez
tenían grado de militar (coronel) y uno de ellos fue nombrado Ministro de Guerra gracias a ello
apresaron rápido a Balta, luego de ello la gran parte de esa revolución desertaron llegando
entonces a fusilar a Balta por la muerte de Silvestre por uno de sus hijos de Balta. Luego los
pueblos vengaron la muerte de Balta colgando a los Gutiérrez en el catedral de Lima.
MANUEL PARDO Y LAVALLE (1872-1876):
Fue el primer presidente civil del Perú. Así su régimen trato de perseguir a los militares incluso
planteo la acusación ante el senado a dieseis exministros de balta por usurpación de funciones.
Llego al poder gracias al apoyo de los consignatarios quienes crearon el Partido Civil primer
partido político peruano, era como fruto exclusivo de la revancha que tratan de tomar los
consignatarios del guano cuando se dan cuenta de que el gobierno pueden seguir otras opciones
económicas. Por ello deciden constituir sus propios mecanismos para asumir tanto el poder
político y económico.
Pardo fue una persona intelectual, su estadía en Europa y Chile conoció los regímenes liberales y
conservadores y los recientes frutos del positivismo (que afirma que el único conocimiento
auténtico es el conocimiento científico, pensamiento que surge en Francia) lo cual el trato de
juntar todas esas ideas en el Perú. Por ello con la idea de dar educación básica reintrodujo los
impuestos, para ello se va a la descentralización administrativa y los departamentos manejarían
bien sus propias rentas y las mejorarían. Los nuevos impuestos afectaron a los propietarios,
agricultores y comerciantes.
Es su gobierno de pardo el guano bajo su precio y aparecía un nuevo recurso que es el salitre
donde al sur de Perú ya estaban explotando y que su valor era alto, entonces el gobierno tomo la
iniciativa del impuesto de 15 a 60 centavos por quintal al correr de los tiempos por la exportación.
El régimen de Pardo había buscado todos los medios para implantar el control fiscal sobre la
industria sin herir los intereses de los salitreros, sin embargo, llego a un impuesto de 1 sol 25
centavos por quintal para tratar de regular los precios en el mercado mundial, es decir no dejar
que se exporte mucho salitre para que su precio subiera. Así también decidió expropiar las
salitreras en 1874 pero fue a una escala pequeña, así en adelante cada año salía nuevos decretos
que iban aumentando el impuesto a la exportación, por ellos algunas empresas salitreras no vieron
rentable el negocio y lo pasaban al estado es decir venderlo al estado y es estado también
compraban sus oficinas salitreras para tener mejor el controlen en cual el estado lo retribuiría.
El decreto del 13 de julio de 1876 donde de allí en adelante los independientes que querían
exportar pagarían 3 soles por ello.
En efecto, este fue uno de los grandes negocios de la segunda parte del siglo XIX. Era un
componente indispensable de la pólvora y también un poderoso fertilizante, gracias a lo cual
disfrutaba de un mercado en continua expansión. Además, casi todo el salitre del mundo estaba
entre Perú y Bolivia. Teníamos la mitad del monopolio sobre un bien preciado y de alto valor.
Pero, Chile tenía extensos intereses y sus nacionales eran dueños de poderosas empresas salitreras
en ambos países. mientras que en Bolivia la misma crisis obligó al gobierno a imponer un
impuesto de 10 centavos por la exportación.
MARIANO IGNACIO PRADO (1876-1879):
Es cierto el Perú tenía una deuda externa que no se podía pagar porque nuestra deuda llegada a
40 millones de libras esterlinas más los intereses que no se habían podido pagar, por la mala
inversión de nuestra economía, el gobierno tuvo que recurrir al impuesto de las minas. Pero ni
aun así se pudo mejorar la crisis económica.
Chile se armaba y el Perú pasaba por angustias económicas y militares. En estas condiciones nos
declara la guerra.

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