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en la mariología
ENRIQUE LLAMAS, OCD
Salamanca
1. INTRODUCCIÓN
1. Corriente histórico-salvífica
34 Cfr. DE FlORES, La mariologia nel seeolo XX ... , l. e., pp. 273-295; ID.,
Maria, Madre di Gesit. Sintesi storieo-salvifica, Ediz. Dehoniane, Bo1ogna, 1992,
400 pp.; A. AMATO, «La mario1ogia storica-salvifica di Stefano de Fiores», en
Salesianum 55 (1993), pp. 561-568.
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ALGUNAS CORRIENTES ACTUALES EN LA MARIOLOOIA 21
Dios que del lado de los hombres, aunque haya sido reconocida siem-
pre como madre espiritual de los discípulos de su Hijo, Este juicio
peca de exageración y acusa cierta ignorancia de la verdad objetiva,
Pero responde en parte a la estructura sistemática de la mariología de
entonces; y, por otra parte, ha estimulado positivamente a los marió-
logos a ilustrar el capítulo de la antropología mariológica.
Algunos mariólogos detectan en el texto del Vaticano TI cierta
reserva ante la perspectiva antropológica de la mariología 38, Otros
manualistas no son tan negativos. R. Laurentin, por ejemplo, se re-
fiere a la orientación antropológica de la mariología, que considera
asumida por el Concilio, cuando propone el paralelismo antitético
Eva-María, siguiendo la tradición de los Padres antiguos, Esa antíte-
sis -según él- coloca a la Virgen María en el plano divino de la
salvación en su condición de mujer. María, en respuesta a ese único
diseño salvífico, es la personificación de la hija de Sión y de la
Iglesia, el pueblo santo de Dios 39.
En el capítulo de la antropología mariológica postconciliar no se
pueden pasar por alto a los dos Papas: Pablo VI y Juan Pablo n, por
la importancia decisiva que han tenido en este movimiento y en su
desarrollo equilibrado. Pablo VI destacó en Marialis Cultus (1974) la
oportunidad -yen cierto modo la necesidad también- de dar una
orientación antropológica al culto mariano y, en consecuencia, a la
doctrina mariana 40. Por su parte, Juan Pablo TI ha desarrollado un
verdadero magisterio sobre la antropología teológica en relación tam-
bién con la mariología. Ha abierto nuevas pistas a la reflexión en este
terreno, favoreciendo la antropología unitaria frente a la dualista 41.
mantienen en este punto una postura más positiva 65. Centran sus
consideraciones en el contexto de una antropología unitaria, o huma-
nocéntrica, que expusimos en su lugar.
McKenzie supone que puede existir una mariología específica-
mente femenina, hecha exclusivamente por mujeres. Sus razonamien-
tos suponen la opción por una doble antropología exclusivista: la
masculina y la femenina, que hoy resulta insatisfactoria. Las teólogas
citadas plantean el problema con otra orientación cuando se pre-
guntan:
Bruno Forte funde en una sola luz los dos rayos que proyecta el
discurso de Pablo VI: el camino de la verdad y el de la belleza,
afirmando que el relato argumentativo y el símbolo, sólidamente
fundado, llegan a integrarse cuando se habla ctistianamente de la
Madre de Jesús, de María Icono del misteri0 87 • Por lo mismo, todo
lo que constituye el entramado esencial de la mariología dice una
referencia o una relación a lo divino y trascendente, que la teología
no consigue exponer más que en un lenguaje balbuciente, concreto y
limitado en su significación.
El lenguaje teológico tiene un significado objetivo; no es un
equívoco. Pero ¿hasta qué punto y en qué sentido? Santo Tomás
resolvió el problema acudiendo a la analogía. Hoy se acude también
al simbolismo. Bruno Forte concluye así su reflexión:
IIl. CONCLUSIÓN