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Formaciones del inconsciente, son manifestaciones bajo las cuales

vuelve algo reprimido.

Los sentimientos no son más que pensamientos silenciosos.

Instinto: es una fuerza que conlleva un saber natural y que impulsa a


todos los miembros de una misma especie a tener las mismas
actitudes frente a iguales circunstancias, sin posibilidad de apartarse
de ellas.

Pulsión: energía que nos empuja permanentemente a la realización de


ciertos actos en busca de la satisfacción.

Metonimia del deseo.

Resignificación.

El amor es un sentimiento cuyo inicio se reconoce mirando hacia


atrás e iluminando el pasado con la luz del presente.

Cuando cerramos el puño nadie puede quitarnos nada, pero tampoco


nadie puede colocar nada nuevo.

La perversión es un tipo de relación en la cual no hay dos sujetos, uno


de los dos es degradado a la condición de objeto para el goce del
otro.

Cuando la tensión es tanta que comienza a ser displacentera, el bebé


tiene la necesidad de descargarla (Principio de Placer) y lo hace de la
única manera que puede hacerlo: llorando.
Ese primer llanto no significa nada aún, no se dirige a nadie y no es
más que un mecanismo de descarga de la ansiedad acumulada.

La palabra posibilita la educación, la transmisión del afecto y la


comunicación, y eso es algo maravilloso. Pero en determinadas
situaciones puede volverse un arma fatal. Por eso debemos tener
cuidado con lo que decimos y no olvidar que, para la mente de un
niño, frases que en la vida adulta no tienen ningún valor pueden
adquirir una significación que marque para siempre su vida.

La palabra posibilita la educación, la transmisión del afecto y la


comunicación, y eso es algo maravilloso. Pero en determinadas
situaciones puede volverse un arma fatal. Por eso debemos tener
cuidado con lo que decimos y no olvidar que, para la mente de un
niño, frases que en la vida adulta no tienen ningún valor pueden
adquirir una significación que marque para siempre su vida.

el deseo es, en definitiva, la única arma que tenemos para enfrentar a


la muerte. Porque si no tuviéramos deseos, al mirar hacia adelante,
sin proyectos que nos movilicen, veríamos solamente en el final del
recorrido el destino que nos espera y no podríamos evitar pensar todo
el tiempo que nos vamos a morir.

mientras que el deseo surge de un modo intermitente y busca la


satisfacción inmediata, la reducción de la tensión que genera, el
amor, en cambio, anhela la permanencia en el tiempo. Entonces ya
no ocurre como con el puro deseo erótico que, una vez satisfecho,
permite la ausencia del otro hasta que vuelva a surgir el ansia de
rencuentro. Por el contrario, aquí es necesaria la presencia del
amado, ahora, después y, si fuera posible, toda la vida.

Un hombre, decía Freud, es responsable hasta de lo que sueña.

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