3. Aspectos positivos en torno a la práctica de observación realizada.
La práctica de observación se convierte en un espacio adecuado y dinámico en el que el
practicante puede darse cuenta o percatarse de las diversas circunstancias que confluyen en una institución educativa, en nuestro caso, un colegio, que, desde luego, son diferentes a las que se evidencias al interior de un ambiente universitario. Esto permite al practicante salir de su zona de confort, de tranquilidad, para adentrarse en las estructuras y movimientos propios del lugar en el que va a poner en práctica aquello que aprendió durante su carrera. Dada nuestra particularidad, es decir, el hecho de ser estudiantes de licenciatura en filosofía, esta experiencia abrió horizontes desconocidos para todos nosotros, pues nos brindó herramientas y elementos bastante valiosos, en cuanto a la labor del docente. Entre esos aportes se pueden encontrar la desarticulación de ciertos prejuicios o presuposiciones en torno al ofiuco de educador y, por supuesto, la imagen se puede tener de un estudiante, su comunicación o interacción con los demás, sus lenguajes y aspectos propios que dan cuenta de su interés por los contenidos que se le brindan a parir de las orientaciones o reflexiones de la filosofía. Así mismo y en profunda relación con lo ya planteado, la práctica de observación es un punto o gozne fundamental para la formación de los futuro licenciados en filosofía, pues, como ya lo decíamos, le posibilita un encuentro adelantado con la realidad y las dinámicas con las cuales tendrá que verse al culminar la cerrara. Por ello, en términos generales, es innegable el gran aporte que otorgan la práctica de observación y, por ende, es algo innegociable o inextirpable para aquellos que se van a constituirse en los filósofos de nuestra sociedad. 4. Aspectos que podrían mejorarse en el ejercicio de la práctica. La gran deficiencia que, a nuestro juicio y dadas tan particulares circunstancias al ser miembros de una comunidad religiosa, estribó en las dificultad para organizar de la mejor forma los horarios de las práctica de observación, este hecho tan poco loable impidió que nosotros pudiéramos llevar a cabo nuestras prácticas en el menos tiempo posible, pues, haciendo un parangón con otros estudiantes, cuyo lapso de tiempo no superó las tres semanas, nosotros tardamos cerca de un poco más de un mes para satisfacer las horas exigidas por la institución. Añadido a lo anterior, cuando se creía solucionada la problemática en torno a los horarios, cuyo fin último era terminar en el menor tiempo posible, cuando asistíamos al colegio, teniendo conocimiento de los horarios que los directivos de la institución nos habían proporcionado, nos encontrábamos con que las horas de clase de movían o eran desplazadas por diversas actividades al interior del colegio. Ello represento que, entre otras cosas, en muchas ocasiones la hora de clase, que dura cerca de 50 minutos, se convertía en 20 o 25 minutos. Y, además, dados los cambios abruptos en los horarios, llegábamos a mitad de clase o cuando la clase ya estaba finalizando, provocando la desatención de los estudiantes.