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juan josé rodinás

KURDISTÁN
juan josé rodinás

KURDISTÁN
Colección de poesía hispanoamericana Sala de máquinas Nº 02

Primera edición, febrero de 2017

© KURDISTÁN
© Juan José Rodinás, 2017
cenizasdesentido@hotmail.com

Derechos exclusivos de edición


en español reservados
© Grupo Editorial Hijos de la lluvia, S.C.R. Ltda.
Gladys Hinojosa Aguirre
Jr. Enrique P. Cáceres Nº 339 - Juliaca
www.hijosdelalluvia.com
http://hijoslluvia.blogspot.com/
Teléfonos: 051-322608 / Cel. 951-333723 / 990-100669

Hecho el Depósito Legal en la


Biblioteca Nacional del Perú Nº 2017-
ISBN Nº

Editor: Walter L. Bedregal Paz

Diagramación/Composición/Diseño de portada:
David C. Colquehuanca Añamuro
Collage de portada: Davince
Diseño de la colección: Eulogio C. Ramos Bautista
Edición al cuidado de: Darwin Bedoya

Impreso y hecho en el Perú / Printed in Perú

Perú llaqtapi qillqasqa / Lurata Perú markana


In Peruvia typis excusum / Imprimé au Pérou / Printed in Peru
A Pamela Cuenca, gato bonsái

A las combatientes kurdas


At the round earth’s imagined corners
JOHN DONNE
Capítulo 1

EL REGRESO DEL MINIATURISTA


Usas una tijera de sastre y abres la cortina para mirar el cielo:
antigüedad o pájaro hechizado. Esa cajita que solo revela su
milagro si es completamente destruida. Brillo: la luz sobre el
ojo de un ganso. Y el pájaro soñando el cielo de su muerte.
Canciones: las que cantaba mi abuela Greis cuando cosía. Sí,
para bordar una pequeña mariposa en una esfera que estalla
en rayones de pólvora. ¿Cómo sabe la ruina el lado fiel de este
dibujo, mi escritura ignorante tras los surcos del árbol a buscar
mi límite? Un ojo para ver el vacío llevándose quién sabe. Árbol
besado desde dentro, ¿cómo vas a crecer si no te perteneces ni
a ti mismo?

Heslington, el cielo de York,


Pequeño dibujo de la muerte, enero de 2016

11
Un fósforo astillado para Paul Antcel (ironía del
urogallo)

Una ventisca de papel picado,


circulante: cielo,
ese algo que nunca recibimos.
Las flores doblan, con sus dedos, flores.
Persona que habla días.
Caballito de trapo.
Volverán las oscuras.
Volverán las oscuras, habitadas.
Volverán las materias, encendidas.
Una sola será
la savia iluminada.
Esa carta de bujías o estrellas
cuando no pueda con mi vida.
Yo hería
(¿cómo?, ¿dónde?, ¿para qué?, ¿y esto?)
y mi dedo cortado para curar tu rostro.

12
Raíz du Bouchet (un árbol invisible)

Algodón madre:
la foto de mi cabeza oscura
y una lámpara que acumula vacío tras mis ojos.

Como arrojar la mano y esconder la piedra.


Un aeropuerto para salir del mundo.
Un mundo para salir de mí.

Este lugar donde escribo una cápsula:


hotel de mis heridas y un vaso de carburo.

Doblo mis manos y las guardo baja la piedra negra


y el corazón del caballo que me mira dormir desde pequeño.

Alguien es la melena de un hombre arrodillado,


un rostro en mi casa de niño que dice a la hormiga del pasto,
“transita, Mi Señor: el universo alcanza para ambos”.

Alguien. Algo.
Amarillo sin dónde,
carretera sin rostro,
retorna corazón-cabeza a donde no perteneces:
sé que alguien, lejos de mí, te espera.

13
El ojo de Merwin (ese mar tan claro)

Un álamo crece hasta el cielo (tú no sabes)


y da sombra a un hospital vacío.

Un niño de cristal corre por las habitaciones


hasta que logro destruirlo con una escoba vieja.

De eso se trataba la pelota negra que resbaló


de mi cabeza durante el penúltimo de los inviernos.

Junto a una silla que tú pediste que cuide para siempre.

14
Fotografía que tiende a devorar su paisaje (copyright
Timothy Steele)

“Nieve sobre copos de nieve” nunca es redundante.


El color blanco en esta escena es un misterio herido.
Hay un fonógrafo entre las sillas del patio.
Irreal, pero mío.

No hay nada que baste


para inundar el caballo que entristece las piedras del jardín
budista.
Canciones, baladas, trovadores.
Abres tus nudos negros sobre la cama tendida.
Te describes como perdido.
Te abres la casa que no tienes.
Te inundas con un mar que no abres.

“Bonito”, te dice la muchacha, corazón de topo y ciruela


triturada.

No tienes álamo sin fin, piecita llena de carrizos cortados.


Me perdí hacia dentro de este árbol de escaleras y huesos.
Hoy admito que mecía relámpagos con una cucharita.

Soy mis últimos años,


mi guión tiene hojas y dos días de viento.
Alguien lleva mi nombre.
Un extraño sentía.

15
Fotografía que tiende a devorar su paisaje (copyright
Dana Gioia)

Cruzas la estación Xenakis:

Una estación de tren que sólo sirve


para llevarte del invierno al invierno.
Una oropéndola de estambre hace su nido en mi mente
con ramitas cortadas de un rollo de película.
Un caballo y un pájaro en la misma mente
hacen cortocircuito
y
eso se llama “Estación Chopin”.
¿Viste crecer gardenias en las macetas abandonadas?
¿Organizaste una expedición al cuarto blanco?
¿Recogiste un milímetro de agua?
(Esa es la razón para que el mundo diga “desorden” tantas
veces).
Estás desordenado.
Lees al revés la nieve: eres la nieve desordenada
y un árbol
que contiene un esqueleto de pájaro carpintero.
Tú le pondrías nombre:
le llamarías larguísima paciencia de poner un nombre.
Quizás se llamaría “Estación Cage”,
casa basura, o detalle de una luz vibrátil.
Se llamaría, pero
son tres nevadas y un álamo en ceniza.
Son varios robles en la costra del agua
que Browning entallaba sobre las piedras
16
de un río despoblado de peces.
Hoy te despueblo, río, de todos mis peces inocentes.
Un silencio que explica el por qué
de ranas taoístas junto a la carretera.

Son formas de abandonar lo que uno llama


“distancia o luna relativa”
y ese pie roto en una puerta que alguien no quiso denominar
“adiós”.

17
Capítulo 2

LA MUERTE DE UN PAISAJE
Esparces sobre tu cara papelitos de fósforo. Luego, no le pidas
a un muerto que regrese con máscara de pájaro. Dilema: esos
dragones rojos que vigilan tu sueño están extintos. Enigma: el
laberinto inicia cuando alcanza su fin y el paraíso es mi válvula
de escape hacia un grabado negro sobre un cuaderno blanco.
Fábulas: un globo rojo sobre el cielo que un niño que no exis-
te lleva. Pero te vas volando. Al quemarse, mi cráneo es una
manzana triturada, pero respira todavía niebla entre rosas de
plata. Una visión de alces que trepan rascacielos podría parecer
estúpida, pero ¿y si estamos viendo vertical un mundo que es
horizontal? Por eso te digo que las hormigas ahogadas en tequi-
la negro son las únicas que pueden explicarnos algo sobre la
vida. Hay flores que se llaman nomeolvides: jamás te daré esas.
Y, claro, al final del camino, una dentadura postiza está en el
frasco, sola.

Cardigan Road, Leeds, cualquier lugar del mundo

21
Canción del alquimista de rostro deformado

Este es mi segundo momento.


Este es mi momento dentro del momento:
una isla de alambre en una taza para niños gigantes.

Miro mi rostro: como tazón de picadillo


devorado por ratas con orejas de niña.

Aquí la vida es un órgano extraño


sobre la sangre del cielo. Sangre contaminada, desde luego.

Parásitos en forma de aviones. Por eso,


este dibujo no sabe qué hace. Si río,
este dibujo mastica un guijarro y lo escupe en mi rostro.

Lo que en realidad sucede no es la vida


porque mi vida entera ha sido preguntarme
si esto era un programa informático (o un sueño).

Hoy decidí que la pregunta no tenía importancia.


Un páncreas enfermo quizás sí la tiene.

Al fin y al cabo,
las respuestas están por todas partes.

Digamos:

El gorrión obeso en el maizal.

22
Pregúntale si mañana despertará en mis ojos,
si veré su cabeza recortada en la nieve.

Me denuncio en mi libro de agua.


Leo ese libro y lo destruyo.
Soy el río destruido que escapa hacia mí.

Soy un monigote de trapo con el ojo vendado


Admiro las batallas que no tuve.
Admiro el ojo que coloqué sobre la mesa.

Digamos que no pude decirte nada maravilloso.

La estrella del etcétera es tuya, pero sin mí, digamos.

Etcétera es lo único importante, lo único imposible. Etcétera.

23
Sonido que no se sabe

¿Cuántos pájaros
hay en la no vida
-de la casa del autor sin rostro-
sobre este cielo que se aleja?

Aunque tú y yo despertamos
donde la vida hundió
un poco de su nieve
para el día en que ya no estaremos. ¿O estaremos?

Hay una casita donde venden mapas


para vadear el vacío. El pájaro se posa por allí
y a quién le importa (ese haría) si no lo hiciera.

Son las cinco de la mañana


y brilla sobre los páramos una estrella gigante.
Los científicos sabrían calcularla,
pero no hacia dentro del cerebro que hoy la paladea
mortal, goloso.

En este plato vacío donde pones mi lengua,


¿me importa el nombre?
¿me importa, en realidad, sinceramente, el ruido?

Quizás si despiertan a la mariposa de hueso.

¿Dónde queda ese lugar


que está dentro de mí, pero tan lejos?
24
Abro
mi cerebro y abro
mi caja donde los pájaros cazaron mariposas.

Abro mi caja y un niño entra de comer la muerte.


Abro mi caja y un niño entra de comer un pájaro.
Abro mi caja y la muerte y un niño comparten
ese pájaro
por siempre.

25
Cuentito sobre los paisajes

La irrealidad
describe el corazón de una oruga en la mente.
Si yo supiera dónde está mi mente
empezaría por describir algo:
la iridiscencia de un órgano ínfimo
solo palpable, tras la niebla de plomo,
con la mano de un niño.

Cerebro que resguarda las nervaduras negras


de la ante-mariposa.
Cerebro caja de siete puertas
donde crece un baniano de niebla.
Cerebro invierno
donde los animales muelen su estructura
para abrirse a lo blanco.

La irrealidad es una vela que se enciende.


Esta noche se quemarán los campos.

26
Tras recorrer la carretera en un Ford antiguo

Hablas con una chica que acaba de morir.


¿Cómo te llamas, muchachita?
Posibilidad Sueño García de la Mente.
¡Mancha el corazón con esto!
¿Y qué es esto?
Esto es el sueño de un hombre
que despierta en un lugar inhóspito
y tiembla mientras dura este poema
-sobre tarros de gasolina-
forrado con pieles de una paloma de cartón.
Por eso, mi forma de llorar
es escribir sobre tus pies cansados,
mientras miro una casita roja
más allá del aeropuerto de la ciudad perdida
y de su bosque a la redonda.
Así ha sido mi vida,
la casa del detalle,
la voluntad de un pájaro por destruir su canto.

27
Sobre un cuento de Dino Buzatti

Leo el evangelio de las cosas en el ojo del caballo:


una carretilla (que no entiendo,
pero que avanza con tripas arrastradas
sobre una carretera de hielo).

La nieve es nieve.
Leo la descripción de esa carretilla
y la palabra carretilla se copia aquí.
Eso leía o eso leo.

Leo una historia muerta


(fragmentos de objetos que no hay:
un pozo diseñado para imaginar
que hay un pozo ahí donde está el pozo).
Imagen que trucamos para que nos crean
cuando decimos la verdad:
la carretilla lleva tripas hacia la casa donde…

El caballo sueña un caballo inmolado


sólo para demostrar que hay sufrimiento,
pero lo que leo es un montón de vísceras
y un caballo sagrado por fuera de la foto.

En fin, entrar y salir del cuadro:


el propósito es mostrar que los caballos no corren libres,
pero podrían y ese podrían impulsa al caballo irreal
por fuera de la foto: la realidad es que la masa

28
de órganos un día atravesó el campo muerto,
entonces vivo.

Después de todo hay cedros (y rosas


clonadas en genoma laboratorio dentro y algunas
vacas) y hay cedros y cráneos de conejo y tarros
de basura.

Hay mucho campo muerto, pero el caballo


estaba vivo en el campo muerto, pero hoy yo estoy vivo
y muerto.

El caballo y yo estamos hechos de neuronas,


palos y piedras para que la gravedad no nos olvide.
El caballo y yo somos dos carretillas de vísceras
que
nadie lleva.

29
La cámara de Tziga Vertov sigue filmando sola

Si yo pudiera mirar la casa que tengo en frente.


La casa donde el gorrión espera
que el gorrión regrese
cuando yo,
mi cabeza en el agua,
perdido en alguien,
nunca en mí, regreso.
Si este ojo fuera mi ojo,
estaría mirando,
frente a frente,
realidad miraría,
aunque fuera sólo
una forma exterior del vacío que arrecia.
Si algo viese
vería una cabecita de trapo esperándome,
como si la hubiese sostenido mi hija,
como si la casa estuviese vacía para siempre.

30
La alegría de fondo no viene con aplausos

El primer estado describe la palabra tristeza.


La palabra tristeza acumula lágrimas de muestra:
gotas de agua, lípidos y etcétera,
que limpian el eje del alma,
según describen las telenovelas
y los libros de medicina china.
El segundo estado (intercalado en el primero,
entre mujeres que dan a luz
en una habitación con flores ni rojas, ni azules)
describe al hombre triste dentro de un hombre alegre,
la incertidumbre en ese instante se disuelve
al abrir la ventana
cuando ya no existe la mariposa,
pero si existiera
qué.

31
La simplicidad de cada cosa

Tú y yo estamos sentados en la mesa del comedor,


escuchando la voz de Concha Buika o de Mariela Condo.

Algo sencillo.
Algo taza dentro de la taza.
Algo equivalente, pero no la taza.
Algo que los enjambres de grillos no puedan visitar.

Un aerolito cae en la red de un pescador


que no se inquieta demasiado
porque ha visto amanecer cometas
sobre su cabeza cuando soñaba
en la muchacha con nombre de montaña.

Irónico para este mundo que se autodestruye.


Irónico para cualquier mundo.

Sin embargo,
hay una diferencia entre el poema como río
y el poema como mano que aprieta.

El río debe prometer que algo sigue, aunque no siga.


El río, sin embargo, es mejor cuando sale del mundo
y es simplemente el valle de las muñecas rotas.

Hoy dejemos que la casa se queme.


(Eso, a veces, también tiene sentido).

32
Por eso escribo estos poemas
en forma de una llanta que rueda entre las flores y las botellas
de cerveza.
La llanta se queda inmóvil en el jardín vacío.
El Datsun de mi abuelo, de pronto está dañado,
pero también no está: es difícil decirlo.

Pero el poema retrocede,


porque las palabras, en realidad,
no son, no pueden ser la vida.
La vida es irreversible.

Por eso, la llanta vieja


sigue hasta un punto donde está cerca de caer,
pero no cae, pero, en efecto, cae.
Así, hacia ninguna parte.
Así, hacia todas las partes.
(Lo importante es que los abismos existan sin nosotros).

Así, como el neumático,


yo me extiendo a las cosas,
hacia las cosas que las manos huelen,
hacia los seres que las manos saben.

El ojo de un gorrión entre las ramas


tendrá un grumo de luz el resto de su vida.

Por eso, el niño entierra una naranja brillante


para que nadie la vea podrirse.
Y poder recordarla como una estrella vegetal.

33
Desde luego,
yo estaré para mirar que nada hice
y, si algo hice, muy pronto será un juguete despintado
-algo que no alcanzó a pegarse del todo-
sumergido en el sótano de una casa suburbana.

Esta mañana
es un florero blanco en la casa de alguien,
reunidos los objetos en huelga permanente.
Un parasol se mueve al horizonte
para explicarme de qué va esta historia.
Útil, esa lección primera:
el norte de los países de tu mente,
el escritorio treinta y seis
donde puedes descargar
varios paisajes,
varios archivos,
una taza con moras
y el áspero borrador de tu idioma del mundo.

34
Hermosas flores sobre las autopistas de la noche

La noche pide: “inclúyeme en la imagen”, mientras alguien


llora y nos perdemos.
Cuento los billetes para subir al tren
y la noche es un puente desarmado.
Estrellas cuentan. Cuentan los trenes.
Porque los trenes de esta casa solo van a esta casa.
La casa es pequeña: es más bien una habitación mía.
Los trenes solo conducen a quien
por esta casa estuvo (y midió los atajos entre el cuerpo
y las estrellas dibujadas sobre el cielo vacío).

Te lo dije: billetes, escobas, fundas de basura


como largos lamentos. Pídeme sobrias explicaciones
como estrellas molidas. Sí. La noche me pide mis lamentos.
Hay letreros que dicen: Sex shop, consultorio, dinero.
En efecto, soy alguien que sólo es material
cuando sale del cuadro. ¿me ves perderme o,
al menos, enfrentarte, cuadro del cuadro de mi sueño?
Aquí acaricio un animal empedrado y áspero,
pero cuyas heridas son formas de una frontera en movimiento.

Estoy perdido dentro del cuadro y fuera del cuadro:


estoy perdido. Nunca en el límite que trazo velozmente.
La energía pide morir, pero canta para su flor en bruto.
La esfera canta (y dentro se ilumina el no lenguaje
como una marcha de obreros en el centro de una ciudad vacía).

Canta la probabilidad, canta la esfera de mi noche


35
donde crecen las flores encima de las cucharas sucias,
encima de las latas de cerveza y las cobijas húmedas.
Canta la probabilidad de tantas flores vivas o muertas.

La noche y sus anuncios duermen sobre mi bosque rojo


y se oyen mugir tractores que nunca conocerán
el horizonte sobre las arrojadas formas de mi brasa viva.
Estoy en el límite entre la llama que quema las pasturas
y el hielo que aviva esos incendios: y que inventa otros.
En medio de mis hablas, un avión destruido recomienza
la esperanza de que las flores vuelen conmigo,
sobre el sueño de todas mis autopistas perdidas.

36
Después de la lectura de Alicia en el País de los
Cuantos de Robert Gilmore

La nieve dibuja
una casa roja que no verás por ahora.
La casa roja está allí, pero tienes que esperarla un poco.

Dicen los que saben de algo


-y uno es El Ignorante-
que un copo de nieve se ha extendido en la península
bajo la mano y bajo la mano hay partículas de agua
entre la piel y el viento.

En esa imagen,
en un micropunto de esa imagen,
se desprende un quark extraño
porque es imposible,
de un neutrón de un átomo hidrógeno
porque es imposible
hacia el paisaje, se desprende el antineutrino
en la paleta de tres colores.
Un quark extraño se desprende
porque es imposible.

Entiendo que esto, el hombre común,


-como yo que aquí sólo imagino-
sólo puede –también- imaginarlo.

¿Puedes imaginarlo conmigo?

37
Un racionalista lo habrá pensado diferente,
pero lo cierto es que la nieve ha derribado la casa
para dar sentido a esta precipitación de lluvia
y de partículas, cómo no, elementales.

Se teje la materia punto tras punto


-del punto al punto-
hay un color de encaje entre los hilos
del quark encanto al quark arriba,
del quark extraño al quark abajo
del quark fondo hasta el quark cima.

Un cielo imaginado sería suficiente


para que este neutrón tenga hogar en la casa de la vida.

Cielos claros donde un mirlo es ordenado


monseñor de las estrellas de los valles vacíos.
Y ruiseñores quarks vuelan sobre la cima del neutrón.

Todo está en todo- reza el adagio.

El color reúne.

Rojo que no es rojo: ¿un antirrojo?


Verde que no es verde.
Azul que sólo es azul a veces
-azul del antiazul a veces-
como ahora que la nieve se derrite y la pala del granjero
se hace visible.

El color da sentido, pero es irreal.


38
Desde abajo de la materia el gluón pega lo invisible,
pero es casi tan irreal como tú y yo mientras leemos esto.

Une.
Pega lo invisible.
Pero tú has visto que no hay nada que ver.
El mundo
-y su baile de quarks-
de pronto es sólo el mundo
y la primera
y única mariposa.

39
Capítulo 3

CORAZÓN KRAKEN
Estaciones de tren: caballos que despiertan dentro de frascos
llenos de cera negra y metileno. Como si hueso y carne no fue-
sen substancias diferentes - apareces, paisaje: escalera de nieve,
reactor nuclear en un desierto, almacén de chatarra. Como isla
de pernos y circuitos en cuyo núcleo las orquídeas se mancha-
ran de letras como espuelas de acero, un kraken siente. ¿Qué es
un kraken? Pájaro: llegan noticias del subcielo. Quito: mi casa,
mi país sin nadie. Risa: lo que dice el corazón cuando no sabe.
Un kraken sube hacia la superficie de la tierra, donde mi rostro
es rostro, donde mi rostro es hambre y lo destruye todo. Yo me
niego a moverme. Solo registro los detalles.

Picadilly, Manchester, abril de 2016, cualquier lugar del mundo

43
Rapsodia donde el amor incluye una yihad islámica

Hoy recuerdas a esa muchacha irreal (el amor imposible,


impasible, un sauce de protones tomando té en Starbucks).

Y una carterita.

Un cráneo magnolia gira dentro de un corazón binario:


la flor rompe la teoría: una canasta de semillas rojas.

Este paisaje de pérgolas donde paseas bajo un globo aerostático


y recibes una descarga eléctrica sobre tus mundos derretidos.

(Humanos derretidos en una escena derretida).

En una almuerzo de sillas enfrentadas,


hay venganzas que son para reír en el restaurant de enfrente.

¿Amor? Que una mujer succione tu alma con sorbete:


eres un batido de pegamento y muerte.

Hola mundo: una cabeza se desagrega en átomos que hoy


se depositan en una taza humeante sobre la mesa de un café
vacío.

Cielo incógnita: sé que me vas a destruir, amor mío.


Cráneo Johanna. Cráneo Silvana. Cráneo Pregunta.

Y una carterita.

44
Recordaba estas cosas. En un túnel bajo nuestra cobija,
varios combatientes armados y encapuchados
transportaban

proyectiles y virus que arrasaban los tiempos y los cuerpos,


los corputiempos. Los humanos vestidos, desvestidos,

se mueven sobre la tierra y quizás, en el futuro,


se ensamblen sobre una cama tendida, destendida.

Franja de una piedra negra que ni siquiera tiene adiós.


Una imagen espiral -como ésta- es cruel o humorística: jamás
ambas.

Una bomba entre dos sillas enfrentadas de espaldas.


Alguien, hace seis meses colocó la bomba que sólo hoy estalla.

Hace mil años habríamos estado silenciosos:


exhaustos o caídos, calculando el espacio entre los pies y los
zapatos.

Un alto al fuego sobre el desierto de las fotografías.


Encapuchados con bolsas de plástico, los hijos que no tuvimos
se despiden con un beso de pistolas humeantes,

como si dentro de sus tumbas conceptuales y abstractas


alguna vez nos hubieran conocido. “Con las ideas y

las técnicas de guerra, el amor es una plantita líquida y sencilla


que no puedes sostener con las manos”. Sólo el frío le da forma.
Y el calor la desvanece.
45
Rapsodia Takashi Miike: feat Paul Celan

Ese que se golpea con un martillo la cabeza


comprende que el gesto
carece finalmente de sentido.

Desde luego, un cerebro destrozado


puede ya comprender pocas cosas.

Pero, en realidad, el cráneo a pesar de los golpes


está ordenado y limpio:
y comprende que sus pedazos están
sobre un plato junto al martillo inerte:
y que el universo es maravilloso:
como
tener miedo y esconderse
bajo una caja:
como guardar un cuchillo
para abrirse el cuello
si las magnolias son
demasiado reales.

46
Rapsodia sobre el avión de tamaño real que no pesa
sobre mi mano

La cabeza sobre un plato y un sonido de tilos.


Mis días que habitan salamandras.
Son días con dolores de hueso, querido Philip K.
Abres un hospital donde leen la biblia de los juguetes rotos,
donde yo orinaba mi vida una tarde del 79.

Mi primer recuerdo es un automóvil en el patio del restaurante


La Isla.
En la cocina, mis tías ordenaban sus trenzas.
Yo estaba encerrado en un datsun viejísimo.

¿Quién sabe cómo los caballos se encierran,


crecen adentro de los árboles
y las savias mercuriales y su lugar de origen?
Mi madre, mis abuelas, mis tías, los caballos.
Yo encerrado en un auto del que no sé salir.
Yo encerrado en un mundo del que jamás se sale.
Yo pliso la cofia de la ventana y escupo
las magnolias negras que no le pertenecen a mi taza de huesos.

Al fin, los muertos abandonan sus casetas de niños


y reposan en las piernas de sus padres.
Exprime, tú, cactos de entraña ardiente,
voluntades convexas, porosos molimientos.

Santo Domingo, Mayo de 2015.


Un higo perla habita el pecho del hombre triste:
47
se hunde la bujía en los vacíos cosechados.
¿Quién sabe si alguien duerme en las nubes numeradas,
cavafis y una grecidad de tres monedas?

Mira la cabeza expulsada del corazón


hasta las arterias donde el mendrugo de pan flota sobre los
urinarios que instalan junto a las avenidas.

Calle Anacaona: un guiño de Cheo Feliciano.


Quiero que mi cabeza hable, que mi cabeza diga: ”sé niño de
nuevo”.
Quiero aglomerarme bajo ubres de animales cansados que no
lloren.
Soy mi único padre.
Fui abandonado por el padre que no soy.
Quiero tener un hijo para no ser su hijo,para no ser su padre y
abandonarlo dentro de mí y
que se pierda para siempre. Y quizás entonces yo me encuentre.
O, lo que sería mejor, este lenguaje se destruya.

Un cielo mide la mano:


es la altura del poema inevitable.
Son los días que la vida crea:
cálidas sucesiones, florecidos setos de avenidas
con muchachas que se llaman Gabriela o vaso de vencejo azul
que vuela, circulante, sobrio, en su propia botella.

Los días están embotellados, Philip K.


Me siento a mirar televisión
Mi cuerpo pesa sobre la silla.
Yo que nunca pesé bastantes flores
48
visito montañas de una casa abandonada.
Era mi cuerpo regresando.
Los días tienen cosas cálidas.
Yo, mi vacío.
Un hombre frente a mí revisa su teléfono.
Hay células entre nosotros.
Lejos un tren que suponemos alejarse.
Un árbol, un arrimo.

El riesgo de seguir el surco, la rosa metabólica.


Recojo flores amarillas en el azul metilo. Volteo mi cabeza.

Nunca tuve país donde volver.


Mi país es una carretera que recorren cabras,
como máquina escribiente:
es un país de hijos que pasean sobre
mi país llamado carretera del norte.
Mi país solo tiene montañas.
Montañas que crecen en las empuñaduras de las nubes.
No hay regreso.
Creo en la fragmentación.
Creo en la costumbre.
Estrella del paisaje, la nave, la llave, mi cabeza.
Un fósforo para encender:
todo lo que sea el monigote de año viejo
que saltábamos con mis primos
buscando una fortuna que jamás llegaría.

49
Rapsodia donde un dron filma una bella iglesia que
emerge de las aguas de un embalse búlgaro

Creía en el mundo.
Creía en las personas.
Hoy el cielo se estira
como una manta de hule
y las nubes giran lentamente,
cronometradas por la luz. Crece, corazón,
lejos, arrímate a lo irreal,
sin personas
donde
un dron filma
una bella iglesia en ruinas
que emerge de las aguas
de un embalse búlgaro.

No necesito contarte,
historiador del ojo,
las razones.

Tú sabes de qué hablo:


hay detalles que la gente no merece comprender.

50
Rapsodia donde el amor incluye un proyecto de arte
relacional

Toda obra de arte contemporáneo


incluye un hombre con su cabeza enterrada en una maceta de
jardín.
Este hombre
pretende controlar el movimiento de los helicópteros
(o, incluso, del vaso de agua que resbala de la mesa),
pero no es posible.

¿Qué es?
Llámalo amor, curva de crecimiento, látigo nieve de malagua.

El amor de pareja es siempre cursi


(una sopa de lentejas que acompañan
dos cucharas sobre una mesa ligeramente sucia),
pero es la mejor obra de arte en tiempos de refrescos dietéticos
y flores plásticas.

Esta obra de “arte relacional” presta interés especial


a las válvulas del corazón caliente:
estoy mirando mi pie derecho y es una yedra que crece.

Es una señal de que te quise mucho (pero no demasiado).


Es una señal de que ambos podríamos habernos arrojado por
la ventana
pero también recogernos, como bolsas de carne, sobre la tienda
del vecino.

51
Dos bloques de proteína a las cinco de la mañana en la puerta
del rascacielos.

Así, todo arte con ovejas grises produce un modelo de soledad,


pero las fábricas no tienen productos para cubrir el cielo.

Este amor nuestro produjo varios litros de almíbar en una lata


sin fruta.
Los niños ya no vuelan.
Los enchufes nos tienen conectados a la muerte perpetua,
que no es sino la vida perpetua. Por eso, amor mío,
en esta ecuación
(cuerpo + desierto)
donde todo tiene que ver con la destrucción de una mano
por sí misma,
dale mis saludos a tu instructor de aerobics.

Recuérdame, por favor,


que alguien debiera destruir (quizás nosotros mismos)
lo que fabricamos sobre este valle de profundidades hipotéticas,
y que lo hermoso (esa muñeca cíclope que te mira dormir todas
las noches)
es algo que los sicópatas/coleccionistas no saben cómo incinerar.

52
Rapsodia Ludwig Wittgenstein: feat Héctor Lavoe

¿Un objeto curioso?


El movimiento de los autillos sobre el río.
¿Sabías que los búhos son aves nocturnas?
Un ojo parpadeante.
¿Acaso tienes vista biónica?
No, pero vivo en un mundo mágico donde todo es posible,
donde todo está hecho de bonitos colores.

Sí, pronto llegará el día de mi suerte.


Sí, pronto rezarán los acuchillados mientras corren por la calle.
Alguien introdujo también su propio estilo,
a la hora de recibir paisajes con ciruelas cortadas
y obsequios navideños.
También a la hora de salir a fiestas con jeans descoloridos
con muchachas con zapatos de tacón y cerquillos horrendos.

Eras un nerd sentado en la esquina de la fiesta: solo.

Solo y, sin embargo, una cabeza -con un balde a manera de


casco-
viene desde el olvido.
La noche es un balde con aceite quemado (y dientes lumino-
sos).
Hay un símbolo judío sobre su lengua rota.
Crece un octubre de erizos en la pista de atletismo
donde corremos en un invierno que ya dura semanas tras se-
manas.
Siempre fue fácil decir: “no valgo nada”.
Tener quince años a los treinta y cinco resulta, en fin, ridículo.
53
(En mi caso es, también, sincero).
Juego a ver, si es posible, inferirme algún daño.
Además tengo frío, ligamentos, cosas.
Ligamentos o algo inadvertido.

Una incógnita.
Una avispa de ácido lisérgico en una vena de lenguaje
desprende un mapa de New York sobre una carta de póquer.

¿Qué es esto, Ludwig Lavoe?


Utilizo mi cuerpo para vencer al cuerpo.
Utilizo mi lenguaje para destruir mi lenguaje.
Luego, disminuyo el ruido extremo.
O elijo el menor ruido posible.
Yo quise ser mi límite,
pero son los otros, sus cabezas enormes.

Debí abandonar mi casa, bajar una escalera.


Tengo problemas de movilidad, pero -en cambio-
fui aficionado a quebrar cabezas, pero bajé las escaleras y,
luego, las dispuse bajo un cielo abstracto.

¿Qué es esto, Ludwig?


Últimos meses, los viajes, llorar solo.
Una tarde de aerobics en lugar de whisky.

¿Para qué?
Quizás mover inmóviles los ojos sobre una cama vieja.
Una sesión de sueño, pero de horas seguidas, por ejemplo.

Así, mi edad como un auto destrozado


contra una casa de gente adinerada.

54
Se amplía la memoria
como un terreno de álamos en suave balanceo
cada vez que pronuncio: “un árbol es un río”.
Pero ya no hay ríos.

Cuánto más se esfuerza el hombre
en memorizar nueve árboles,
más fácil tiene su cerebro para fijar la nada.

Juanito Alimaña- ¿dónde está tu vida?


Es un gato viejo festejando su cumpleaños.

Mejor no salir de mi casa.


Toda calle es una autopista hacia el vacío.
Todo hombre es una autopsia retrasada.
Fíjate en los detalles de tu cuarto.
El yo que es uno y nadie, por ejemplo.
Una crisis de identidad y de figuras:
un patio con manos cercenadas.
Eres un punto menos en la tierra.
Eres un punto menos en un punto.

El viento barre la geometría de un sujeto vacío.

55
Rapsodia Sid Vicious: feat Forrest Gump

Habitas, desde luego, la vida. ¿Qué es la vida?


Un hombre enfermo sabe que sus pies tocan el suelo
cuando se sienta, pero no está seguro para qué.
“Esto es un llamado para que se detenga el bombardeo
de paisajes” en mi mente.
Esto es, amor mío, el lenguaje.
Yo, Juan, un sentimiento
de manzanas trituradas en una fábrica de sidra.
Un álamo en la calle sabe mis exasperaciones.
Un álamo en la calle sabe mis articulaciones.
¿Cómo sabe?

Quizás el lenguaje saca la vida de sí mismo hacia


el ir y venir de las personas.

Un holograma se proyecta sobre el cielo,


pero es una señal que no te busca.

Los pantalones tenían hombres que ponerse sobre


el ir o venir de varias ambulancias.

Cosas que servían para el trajín de estar vivo.

Luego, yo camino por las veredas de los alrededores.

Luego, la “expresión de valles aluviales”:


es un cuerpo que gira y desovilla sus objetos queridos

56
desde el núcleo vaciado de la mente:
esa extraña integridad de alguien.

“¿Hacemos un diálogo tan destructivo?”


“¿Hacemos un extraño en las personas?”

Yo pienso de manera distinta.


Todas las formas son forma del problema.

Todas las formas son forma del llamado.

Corre, Juan, corre. La noche es un auto triturado


que conduce, entre campos de minas,
a ese corazón que ya no tienes. Una cabeza rota
es también una forma de oírse.

57
Rapsodia Nick Cave: feat Tim Spector

A veces tienes ganas de arrojar un chorro de pintura


(sobre la rueda de un tren que pasa por una pradera
con árboles en forma de acertijo)
y ver qué ocurre.

Seguir la narración, acomodar el peso


de los superpaisajes en una bolsa de comprar el pan.
La tienda. A veces tienes ganas de visitar la tienda
y arrojar una taza con orejas de ardilla sobre la mesa del tendero
y pedir “el vuelto”. Las cosas que no hay
desordenan los paisajes reales. Varias magnolias crecen,
pensamientos, sobre el cuerpo del perro que esperó
que su amo no hubiese muerto (el mes entero que regresa).

Algo sin nada se reproduce sin control.


Algo sin nada es inmortal (pero no es esto).

Pero no sabemos qué es, ni si nos sobra o si nos falta.


¿Un hombre no sabe qué hacer de su vida? Un hombre
se debe a sus telómeros: rosas del envejecimiento.
Un hombre no sabe qué hacer con su cabeza flotante,
pero sueña una taza de sopa. Se llama cromosoma.
Se llama hambre. Se llama hambre. Se llama brisa
en la cara del cachorro muerto. Este verano es limpio
como una filmadora instalada al aire libre,
sólo para memorizar las hojas que caen sobre ella.
La célula sufre, deja de replicarse y acaba destruida.
Es la limpieza que no sabe. Gotas de telomerasa
58
que reparan el canto, reparando al cantor, hueco.
El daño suave, el proceso de expansión del caos sobre el orden
anula mis puntas diferentes y una sola cae.
Busco mi punto débil. Todos mis puntos son débiles.
Me siento en la acera, sin dinero y pienso. Y pienso.

59
Rapsodia donde el amor incluye una tienda de
antigüedades

Quien se dedica a oficiar la boda de árboles y máquinas


se dedica también a abrir/cerrar el ojo de la niña cíclope.

Su cabeza se abre en el cielo del pecho: “soy tonta- dice.


Desde que llegue a la casa de los bulldogs obesos he pasado
llorando”.

La quisiste mucho, es cierto, pero desde los árboles que brillan


sobre el país de los alfiles arrodillados,

sospecho que la niña te dio una golpiza y eres el bulto que


sangra
sobre la palabra “lejanía”. Hasta eso estuviste.

Sí, no tengo mi ninguna parte. El ojo muestra su río contaminado.


Hay fórmulas eléctricas que le devolverían su pureza.

Hay fórmulas sicoanalíticas que le devolverían su pureza.
Pero. ¿Para qué? Igual se volvería a ensuciar.

Las piedras que tragan piedras también sueñan abrigos de mink.


Estoy retrasado para llegar al entierro de alguien cuyo nombre
me incluye (con humor).

Siéntate, que la esperanza es una cabeza sobre la carretera


repasada varias veces por un tractor que tiene ojos como de
lince niño.
60
La niña cíclope recoge la cabeza del hombre atropellado
y me la muestra. ¿Quieres que te destruya así? Puedo elegir otra
manera.

61
Rapsodia para un niño zombi

Si te odias, dilo con rostros y tijeras: nunca uses caballos.


Repite “mi yo es este alambre que retuerzo
con un solo dedo de mi mano”.

Este poema no es actuado: es artillería ligera.


Este poema es actuado:
es un hombre que trata de tocarse el rostro mientras huye.

Soy un fantasma: no puedes dañar lo que no existe,


no puedes dañar lo descompuesto.

Soy lo que resta de la violencia cuando se ha ejercido:


un delfín arrastrado desde la playa
con una soga hacia la carretera. O fijar esa imagen en la mente.

Soy la cabeza que las personas cubo desprecian


porque no encaja en sus teorías y panfletos.
Aquí no hay política, pero hay alguien.

Soy la cabeza que las personas traje odian


porque a veces protejo el musgo en lugar de arrancarlo.
Aquí no hay dinero, pero hay algo.

Soy lo que las personas suaves odian porque parezco sólido.


Y engaño inclusive a la piedra que yo llamo cabeza.
Que ya no llamo alguien.

Soy lo que las personas duras odian porque habito una casa de
62
mimbre.
Disparar sin pistola.
Agredir sin movimiento.
Hablar sin habla.

Retrocede y siéntate. Siéntate y escúchame.


Un hijo no deseado del caos y su delicadeza fría,
esos bucles donde la materia oscura parece abandonada de
misterio.

Acá soy edificado en Cristo.


Mi vida se arruina nuevamente.
Acá encontré al amor de mi vida, la muchacha de los equilibrios.
Mi vida se arruina nuevamente.
Acá miré el cielo un instante contenido de luz entre rosas
celestes.
Mi vida se arruina nuevamente.
Acá puedo apreciar el vacío, la nada, el puro desapego.
Mi vida se arruina nuevamente.
Acá creo en la ciencia, en la lógica formal, en el transfeminismo.
Mi vida se arruina nuevamente.
Mi vida está salvada en su desmembramiento.

Así no más las cosas.


Todo es acumular engranes de una máquina abstracta
que a veces parece evaporarse.

Un río amarillo me lleva, pero yo permanezco aquí


llenándome de preguntas y de fotos de trenes que recorren
las vías que hay frente a mi casa tantas veces.
Ese roble o ese Wolkswagen rojo que bautizamos
63
con nombre y apellido para recordar siempre
que nuestro casa es Nadie. O una pantalla
donde se proyecta nuestra vida en un auditorio vacío.

Sí, jamás escribiré poemas militantes.


Me uno al partido de los que no existen.
Me uno al partido de los que nunca tendrían la razón.
Y lo saben. Y no la buscan.
Sólo creo en el movimiento de las cosas a través del espacio,
en su travesía por las leyes del tiempo y la materia,
en el movimiento de las hojas cuando tienes la completa certeza
de que te morirás un día. Y que ese día estarás solo.
Y que en ese detalle se explicaba tu vida.

Creéme si te digo que el fuego más azul


sólo se ve en los precipicios.

64
Capítulo 4

DRAGÓN + TRUCHA = ELEFANTE


La casa donde nací se filma frente a mi ventana: cuando ya no
estoy en el mundo. Soledad: el chico que no sabe bailar, pero
baila. Tetris: la vida como un muro donde cada instante podría
destruir mis recuerdos y sería un milagro porque acumularlos
solo trae la muerte. Universo: el bonsái que cuidaba y los jue-
gos de mesa donde llovían escaleras de nieve. Voltaje: una pe-
queña mariposa eléctrica se ha posado en tu sueño. A lo lejos,
una rueda moscovita y juegos pirotécnicos. El mundo ha venido
a visitarme llamándome desde algunos juguetes. Tableros de
mesa desde donde yo existo (una balada para los hombres que
ocultan laberintos entre su corazón y su cabeza). Aquí las per-
sonas gigantes de ojos muertos no pueden destruirme porque
los árboles con brazos se han puesto a jugar conmigo una serie
de recreos infinitos, de curiosas parábolas. (Aunque ese niño
haya muerto, esos árboles -que no saben mi nombre- respiran
para mí).

Hyde Park, Leeds, junio de 2016, cualquier lugar del mundo

67
Teoría del Mancala

En esta foto, una mujer, 1985,


vestida de gladiola negra,
vestida de gacela blanca,
o con mandil de médica me regaló
tableros de un migrante lúdico,
Por ejemplo, un juego africano, antiguo,
que se basa en el principio de compartir.
Yo te quito algo, para que tú tengas algo.
Ese vacío es lo opuesto al capitalismo,
pero solo entiendes eso cuando no lo entiendes.
Una pepita que pasa de mano en mano y ya.
Como este poema y ya.
Este es el regalo que no merezco recibir de ti.

Vi una chica volar por el cielo y miré bajo su falda.


Eso es parte del juego:
dejar que el tiempo siembre cuando ya no hay nada.

Cerca de una estación de bomberos hay un mendigo viejo.


¿Soy el vaso de plástico que él inclina hacia la gente?

Dar para no recibir: un pájaro de uranio.


Una semilla, en realidad, es un huevo de pájaro pequeño
que eligió ser la casa y no el huésped.

Escribía realidad como alguien dice “quiero irme del mundo,


lejos,
morir sobre una teoría de labios que arrancan un cuerpo que
no existe”.

68
Alguien recoge los huevos de pájaro pequeño
(semillas que contienen paisajitos de savia en la calle desierta)
para sembrarlos en la nieve y que crezcan al fin -al fin del filo-
los árboles hablantes
que ponen sus semillas en el cuenco de sobras:
siguen
las manecillas del reloj explicando lo que no tiene azar ni cielo
escrito.

Las fichas son tus humanos abandonados.

Si toda la gente anhela destruirte,


escribe tú, destruido,
(mueve dos semillas, pero nunca dejes a tu enemigo con
hambre).

Ten hambre, pero destrúyete primero, pero ten tú hambre.


Lee las tazas en el ojo humano
que bala canciones de hormigón: cosecha antes de sembrar,
lo mismo, para siempre.

69
Siembra la muerte, pero antes cosecha su expresión.
Cosecha.
Destrúyete.
Una vez destruido
cosecha tu destrucción:
mira que nadie lea tu lejanía:
para vencer no puedes destruir al adversario.

Eso dice el niño con orejas de conejo


(recordando el Mancala que le regalo su abuelo de manos
trituradas),
mientras avanza en patines de línea
sobre un pueblo desolado.

70
Teoría del ajedrez: verás 65 casillas abandonadas

En esta foto, un tablero se dejó habitar


por un ejército de porcelana
y, entonces, descubrí el sentido
de la expresión “batalla”.
Sí, cuando a un alfil
le disparan una flecha y cae,
siente una daga entre su lengua,
la luna y el arroyo.
En eso consiste el juego:
habitar un escaque
e imaginar que no es un sueño.
Un ejército de hombres pelean contra espejos.
El ajedrez dibuja una extraña forma de no violencia:
su lógica es tocar lo que, de otra manera,
sería destruido.
Esta puede ser la historia de un alfil desertor
devastado por el olvido y la vergüenza.

Sobre el tablero de mi mente,


64 fichas que son 64 rostros:
un sueño de tormentas para el campo ilustrado.

Un alfil grabó su propia muerte con una cámara corporal


(enero 4, 2015, 6:32 PM).
Una jugada de rutina es la violencia
que derivó en la caída del rey de uranio.

Así, la palabra “ajedrez” es un hombre persa condenado a


muerte
por cabalgar un caballo negro y blanco
(colgado)
71
sobre una torre bajo los ojos del alfil que mira al rey etcétera
(negro, blanco)
sobre los ojos de una reina ciega.

Mi alfil sueña rapado sobre la calle de las lógicas irracionales.


Hay sangre sobre las tiendas del desierto.
Hay sangre en los supermercados.

Esta es mi casa de 35 años: un hombre inhaló abejas impalpables


sobre una mesa de comedor
(en una casa inclinada hacia su lengua muerta).

Muevo un peón.
“El sospechoso hizo una jugada calibre sueño
y le arrancó la ficha del tablero”. Eso no es ironía.

El incidente ocurrió hace un instante


en la sala de mi casa: mi apartamento es un alfil desfigurado.
Un hombre no identificado: 35 segundos de edad.

Hoy tengo frío.


El video completo de esta partida, con una duración de 35 años,
incluye varias hormigas sobre una cuchara.

Detienen a un caballo por descarrilamiento en un escaque rojo,


cuando bajó la temperatura del sol
bajo la arteria coronaria (es un guiño de la brisa invernal).

Hay reyes que viven en la cabeza de la devastación


(imaginan su vida) y no lo saben
hasta que son fríos, muy fríos y están viejos.
72
Teoría del Xiangqi: verás un hombre rojo dentro de
un hombre negro y verás al revés

Todo será saqueado por un rey sanguinario.


Todo lo mío será de otro y también mío.
¿Por qué nadie me enseñó esto?
Un juego chino me lo enseña:
donde las fichas son silos de sangre
en un cielo de dados que no caen.
En el centro de cada costado del tablero
hay una fortaleza de 3 puntos,
donde se encuentra el Rey Sueño.
Allí el río divide mi tablero.
Por ese cauce hablo también de mi enemigo.
Este que yo sin yo.

Sobre la muralla, un dron vigila el movimiento de las


nubes.
Hay un río donde los búhos meditan.
Hay caligrafías sobre los tallos de bambú.

Frutos rojos y negros salen de la irrealidad


y son un elefante de ojos locos
que protege el palacio de jarrones y vasijas de acero.

73
Es otro tiempo en la casa sin tiempo.
Te invité aquí a jugar “despedida”, pero has venido a quedarte.

Un estudio de mi mente
dice que China abrirá su río entre dos provincias de flores
desangradas:
el Tao, un hombre que, a veces, se convierte en galaxia
y
el Tao, un hombre que, a veces, se convierte en un río pequeño.

Todo ese amor es práctico.

Según un verso publicado sobre una ortiga de diez siglos,


China es el río, la bicicleta y el jarrón de porcelana
donde un hombre sumerge su cabeza hasta desintegrarla.

La muerte respira dentro de cada cosa.

El Tao es la noche que mueve las flores en el ojo


y protege al general del fin del mundo.
74
Todo es ejército cuando los árboles tienen pesadillas.
Un río esconde el fin del mundo.

Ambas orillas son la misma orilla.


Hay que cruzar el río, pero el río no existe.
Yo destino mi energía a olvidar
que las analectas sueñan cañones apuntando
a una pared semejante a mi vida.

Un elefante come la soja y los campos de cobre.


Un elefante come las flores elefante.

El cañón dispara hacia los niños que corren para ahogarse en


el río
(rojos, negros, niños ahogados, es lo único que tiene sentido).

Y mi caballo lentísimo que habla para explicar donde se acaba


el río.

Pero no cruza el río. Un carro recoge los animales que abren


campo
entre las fábricas de microchips y los parking lots abandonados.

Una flor roja.


Una flor negra y roja.

Te compadezco, futuro: una muchedumbre de niños esqueletos


corre gritando hacia ti.

75
Teoría del Shogi

El Shogi es un tablero de 9 contra 9 casillas,


Y cada jugador sostiene 20 piezas.
Son planas, agudas hacia el frente,
y por lo general construidas en madera.
Todas las piezas del Shogi
(para dos oponentes) son del mismo color
o, todavía mejor, no lo tienen.
Sin embargo, las piezas del jugador que empieza
se llaman negras y, las del oponente, blancas.
El juego es capturar al líder de las tropas enemigas.
El jaque mate ocurre como el ajedrez,
cuando uno de los Reyes resulta capturado
y no existe movimiento alguno para evitar la captura.
Sí, la muerte es un pájaro de muchos cantos,
una nube de estambre y varios cielos fríos.

Mi rostro es una huella en el vacío.


Una fotografía del hombre deformado
es un caballo con mirada de niño que ha perdido todo.

Mi rey mueve su torre y un alfil destruye al general de oro.


Mi general de plata atraviesa al caballo y el lancero y el peón
se miran.

Esta jugada tiene el tamaño de mi desolación.

Una torre se transforma en dragón- y te pregunta si merecías


morir.
Un alfil se convierte en caballo- y te pregunta si merecías estar
solo.

76
Con esta jugada, has cruzado la frontera si la frontera
es el hombre que está todavía por nacer.

Mi alfil medita en la pared interna de la mano.

El lancero -su casco de fósforo y viruta- establece conexiones


con la sangre de un peón que agoniza:
un globo azul escala los punteos del aire en esta habitación de
juego.

Mi mano izquierda rompe los desechos de la mente


y los transfiere al alfil destruido que la mano derecha recogía.

La jugada cumple otras funciones.


Estas funciones incluyen el dibujo del mundo
y un desfile de dragones sobre un cielo de menta.

77
La noche es expulsada de las jarras.

La vida es plana y pesa poco.


Algunas veces, en cambio, tiene una estructura equivocada,
está mal puesta en el tablero o simplemente no funciona.

Los problemas del mundo se divisan


entre las pastizales de la segunda mitad de mi partida.

Las complicaciones del juego suelen ser:

1. Desprendimiento de la mente.
2. Jugada previa con pájaros lanzados como flores de carburo.
3. Jugada secreta con piedras en los labios.

El cielo examina la jugada después del mundo


para asegurarse de que está completa.
Estás rodeado por varios alfiles con tu rostro.

Una pagoda abre su isla:


estás joven y tus músculos son piezas de resistencia.
Tus casilleros están cubiertos de animales mitad humano y
mitad máquina.
No hay más espacio.
Empiezas a retroceder.

78
Teoría de la mente maestra (Mastermind)

Este juego se llamó toros y vacas.


Un juego de granja, sencillo.
Sedentarismo de los juegos.
Los toros eran fichas negras. Las vacas, blancas.
Sí, un tablero pastizal con fichas blancas y negras,
pequeñas y de otros colores,
Un jugador escoge fichas
y pone un código secreto, oculto al oponente.
Éste, tomando fichas de colores del conjunto,
arriesga un turno, contestando
con toros negros o vacas blancas.
Termina al saberse la combinación, el orden puro:
si el orden del mundo es irreal,
si el desorden incluye una rosa de niebla.

Miras un barrio periférico.


Miras un Wolkswagen naranja.
Hay ciertos pensamientos que carecen de humano:
allí, por ejemplo, hay una casa destruida.

En este lote de terreno,


junto a subibajas y sillas de ruedas,
hay árboles de gran intrascendencia,
pero
árboles de gran intrascendencia.

Viejos árboles en la esfera de mi punto de vista.


La calle es un juguete que la telepatía proyecta.

79
Parques con un brillo gourmet.
En el plato de la realidad, un niño diminuto hace volar una
cometa
y una resbaladera me dice
“soy el tobogán de los ayeres perdidos”

Personas que ven árboles:


rojo, amarillo, magenta, blanco.
Debes adivinar como el cielo adivina (dices:
color, color, color, color).

Dos automóviles en la calle vecina:


debe haber una fiesta o un suicidio.
Un tablero para cuidar manzanas
fue hecho para cuidar cabezas de hombres olvidados.

Árboles sin sentido, ni camisa de fuerza,


la imagen instantánea,
fotografías compartidas redefiniendo el cielo.
80
Mucho tonteo. Mucho no ir hacia ninguna parte.

Personas que viven en mis árboles:


rojo, amarillo, blanco, magenta:
debes adivinar como el cielo adivina (dices:
rojo, amarillo, rojo, rojo).

Alguien nos deja en la casa sin habitaciones


donde hay un niño que reclama su reino de chatarra.

Jamás hay coincidencias.


Sólo aproximaciones que también son lejanías.
Esa es, en realidad, la vida:
los camposantos están llenos de padres
que alguna vez pensaron en largarse del mundo.
Pero nunca lo hicieron.

Mi calle es donde todo se ha ido.


Soy un hombre que ama solamente lo que podría destruir.

81
Posfacio: apostilla sobre el Juego de entropía y
orden

Esta es la lógica: deponer mi desastre.


El caos será, en cambio, recordar
que yo estaba en la caja donde me dejaron,
donde están todavía mis pies,
ya enfermos de no haber aprendido
la pureza con la que caen los dados cuando nadie los lanza:
cuando la voluntad de un hombre
está guiada por su primer error.

82
Capítulo 5

LOS EXPERIMENTOS DEL DOCTOR


TALVEZ
“Si es pájaro, también estrella” decía el dibujante mientras el
lápiz calaba sobre una esquina de papel amarillo. Magnolias y
ciruelos de papel de cometa hilaron un jardín levemente im-
palpable. Pensamientos de hormiga, hojas de arce sobre una
esquina en orden y un mendigo lee las rosas que la vendedora
ambulante ha colocado por un segundo ante él.

Parque de Atocha, Ambato, julio de 2016, cualquier lugar del mundo

85
Experimento mental de Henri Poincaré y la escalera

Imagina un planeta cuya atmósfera tiene


un gas reductor de la materia conforme subes.

Miras la escalera: sostienes con tus dedos


una postal destruida sobre la auténtica escalera.

¿Es un engaño?
Tú eres el “geómetra”
y el “geómetra” sube hasta el cielo, pero la atmósfera del planeta
-conforme subes-
te hace más pequeño, infinitamente pequeño. A ti y a la escalera.

Subes. Una vez más, observas los peldaños superiores:


hay un cielo y una pregunta.

Crees que el universo es infinito, pero no. Ni la escalera es


infinita.
Tú te reduces.
Tú te estás reduciendo ahora mismo.
Conforme subes, te reduces hasta hacerte ínfimo, gota cereal,
átomo.

Los hombres molécula sueñan


-y tú con ellos-
un tractor en el campo junto a un zapato y un robot de arcilla.

Ese es el único recuerdo del hombre átomo, quark, partícula


incoherente.
86
Ese es el único recuerdo del hombre grumo, chispa, herida en
la materia.

Yo, desde el desierto. Yo, desde los cactos tristes.


Hice cartas como árboles para extraviarte más.

Cerca del cielo, el geómetra sabe que la cabeza y el corazón


arden lejos de la jaula que los contiene.

Sí, una vez observe el cielo (y mi lenguaje se desordenó para


siempre).

Sin embargo, un viajero espacial vería


que sólo es un planeta sencillo, aunque aparentemente
inhabitado.

Sin embargo, la pregunta real es la escalera:


¿para qué sigo subiendo?
¿hacia qué?

87
Experimento mental de Galileo sobre las esferas de
acero

Un hombre sube a la torre más alta


(o un rascacielos pájaro sobre los toros de hierro de Manhattan)
subió a lo alto de la torre y dejó caer dos esferas:
una más, otra menos, pesada que la otra.

O se arroja a sí mismo.
Atado a su cuerpo gemelo (discordante) de vísceras abstractas y
flores trituradas.

Y comprueba que cae


a la misma velocidad que sus desgracias.

Y comprueba que ambos objetos caen al suelo (al mismo


tiempo),
que su cuerpo golpea la tierra, los asfaltos, las casas de los cosas.

Y que su cuerpo gemelo permanece y flota


unos instantes sobre el cielo crudo.

Sobre una calle de piedras, pastizales, piedras, asfalto, pastizales:


es improbable (pero no imposible)
que ambos cuerpos caigan sobre el suelo/sueño al mismo
tiempo.

Imagino, pero es realista


que soy dos esferas del mismo tamaño, masa, sueño, conjetura,
pero distinta
voluntad de desastre, casa de campo, friso de piedras amarillas.

88
Imagino que mis cuerpos caen bajo la noche de las estrellas
perdidas
(un cuerpo de concepto y grasa de cocinas viejas,
de abuelas inundadas de capulíes agrios y fideos sorprendentes,
y otro de sueños y eviscerados animales),
y los dejo caer desde la altura,
y me dejo caer desde mi altura.

Son un cuerpo, dos, diez, mil


estaciones inervadas en un fruto de vidrio
y tres cuerpos que caen en la noche fusible.

Sin embargo, desde el momento en el que empiezan a caer, y


caes,
el rozamiento del aire se opone a la caída.

Rozamiento: un aroma de niebla y un color herido


entre las flores de litio.

Un cuerpo incógnita:
un caballo circular golpea su cabeza de cebolla negra
y cae como magnolia destrozada.

Mis recuerdos sin niño:


la película de pétalos bajo el cráneo que golpea el asfalto
junto a los Wolkswagen en un parque de chatarra.

El rozamiento del aire hace que un paracaídas funcione.


Aquí no hay paracaídas.

El rozamiento del aire hace que los meteoros


89
se desintegren antes de tocar el suelo.
El rozamiento del aire hace que las astronaves se calienten/
rompan
cuando vuelven al mundo.
Aquí, en mi parque de órganos, no hay astronaves, ni meteoros,
a lo sumo cromosomas que caen sobre un cuerpo estelar
humano, demasiado demasiado.

El aire sustenta un avión delirante


que se estrella contra una montaña
para preguntar cómo se llaman los objetos,
cómo se llama ese objeto que soy al chocar contra la tierra.

El aire permite que un helicóptero se mantenga flotando


sobre un gesto de aves recortadas tras un panal de playas y
turistas viejos.

¿Rozamiento del aire?


Choca, escribe la geometría del objeto, la densidad del aire o
mi velocidad.
Escribe, recombina:
en absoluto depende mi masa de mi objeto.
Soy escribe, recombina y cae. Cae y mírate caer.

Esta es solo la velocidad de caída de dos cuerpos llamados:


“soy dos cuerpos que caen”.
Esto es mi experimento mental,
donde no sé qué parte de mi vida es la esfera doble
(en un mundo paralelo)
donde no sé por dónde, para dónde caminar.

90
Experimento mental de Alicia y el agujero sin fin

Cuidas una pastilla de invierno:


(allí, crece un libro con páginas de mariposa
y un paisaje miniatura
donde crecen coles de origami).

Esa pastilla se llama Alicia y no es la niña rubia


de vestido azul y blanco.
No es la muñequita de Carroll.

No es Alicia blanca celeste, pero es color Alicia + blanca +


celeste:
una pastilla cilíndrica que cae en un hoyo infinito, tubular, vacío.

Un comprimido Alicia:
un cielo en el huevecillo de una codorniz lisérgica.

Alicia cae, paisaje abajo y radiación abajo, por el ojo que perfora
la tierra
su centro,
su eje vertical,
su centro cenital,
su médula vacía de metal fundido (moléculas de sueño),
un túnel atraviesa la tierra: su ojo abre la madriguera del conejo
ebrio.

Un túnel simplemente. Un túnel que atraviesa el planeta.

Alicia cae y llega a un punto


91
en el centro de la Tierra
donde la gravedad se pausa
y
Alicia –u otro objeto-
es expulsado hacia el lado contrario
y se vuelve a caer (y cae) y se vuelve a caer.

Así la vida, Alicia una caída y un punto misterioso


-sin nombre-
donde la caída prosigue hacia el punto más obvio:
pero que no sabías.

Sí, coles de origami:


hay un prado radiante,
siempre son las afueras del mundo.

92
Experimento mental de Salviati y su barco

Un barco plateado sobre las olas.


Un camarote sin ventana ni claraboya.

Ojo: dentro del camarote,


tú observas una pecera translúcida:
varios peces cometa reverberan en el agua.

Libélulas que vuelan en el camarote.


Libélulas que son el cielo
(que será observado por nosotros).

El barco empieza a moverse en la tormenta.

Hay una habitación de un barco que navega


sin sentido, puerto, trayectoria.

Tras el océano, hay tres acantilados.


No los miro porque atiendo la luz
sobre varias escamas tornasol
de peces que nadan inmutables.

Es decir: no sienten la tormenta.


También ignoran las libélulas
la existencia del mundo por fuera de este espacio.

(Mientras pienso esto camino sobre el hielo con los pies


desnudos.
Sueño. Y voy hacia ninguna parte.
93
Y quiero que tú vayas conmigo).

Esta idea del barco es muy curiosa:


hay estrellas, pero no las veo
porque miro las escamas escandir el agua,
porque miro los élitros escandir el viento.

Lo pequeño y lo grande no son equivalentes.


Nada en el cielo es igual a un terrón de fósforo.
Afuera, el mundo existe, pero aquí no pesa.

Hay amigos, veranos infinitos, un hueso en la garganta,


pero nada existe en la vida real.

Por eso, el lugar está vacío.


Por eso, el tiempo está vacío de tiempo
y una muñeca de kerosene está encendida
en una caja oscura.
Afuera, los objetos dejan caer las cabelleras de un invierno
vacío.

94
Experimento mental sobre las “formas” de Platón

Por dentro herías esa cuchilla que te hería: un hombre


está delimitado por el dolor que le produce el mundo.
El mundo que lleva dentro.

En efecto, este pensamiento


“un caballo enano te miraba dormir, pero nunca te hería”
es
“solo creías que te hería”
es
“en tu bicicleta, cruzas un pasillo con cajones de mandarinas
negras”.
pero
cruzas un pasillo sin realidad ni huesos.

La realidad es una serie de objetos desordenados a tu espalda.


Si quieres ser imaginativo:
una cabeza dentro de una flor avispa es una avispa-flor en mi
cabeza.

Así, la realidad es un pasillo con alambres y tripas de coneja.


Así, la realidad es un pasillo que te lleva al mismo sitio tras (tres
o) cuatro giros.
Desde el cielo visto, el pasillo sería:

La realidad: un círculo, pero jamás cuadrado.


La realidad: este sitio es curioso, porque no existe, pero
es un pasillo con carteles de cine y mujeres de ojos negros y
fosfóricos.
95
Hay algo: una máquina de coser y una laptop encendida.

Solo creías que algo, alguien: ese fue tu equívoco.


Te abrazabas sin herirte, pero te herías hondo:
era un forma de profundizarte,
cuchillo-persona, los destierros, mis cajas con cuadernos en la
bodega fría.

¿Qué eras? ¿Quién?


Esto es una piedra sin fondo.
¿Quién? ¿Qué eras?

Un hombre baila bajo la lluvia (y no sabe por qué).

96
Experimento mental de Olbers y su paradoja

Si hay infinito número de estrellas,


¿por qué la noche no es pura luz abrasadora,
un cielo incandescente?

1. Hay demasiado polvo para mirar las estrellas distantes.


2. El universo tiene un número infinito de estrellas o galaxias.
3. Las estrellas están arracimadas: no hay azar en el cielo
invertido.

Quizás no se trata de eso:


el universo es joven y, simplemente, la luz de las estrellas todavía
no llega.

Un día llegará.
Un día el cielo será blanco
-luminoso-
y los inhumanos que queden en la tierra, si la tierra todavía
queda,
mirarán una bola de luz calcinando al último ser vivo.

Luego, será todo perfecto.


Luego, pequeña paradoja, habrá un florecer.

97
Experimento mental del escarabajo de Wittgenstein

Mira con atención:


un escarabajo en la caja que alguien te regaló de niño.
El niño está muerto,
pero el escarabajo quiere expresarse.
“Soy diferente al escarabajo que todos los demás
tienen en sus cajas,
pero no sé, ¿lo soy?
¿Hay humanos?
¿Hay cajas?
¿Quién habla para mí en mí?
¿Quién explica mi nombre?
El lenguaje -con que hablo de mí- no será entendido.
Esto “no” se entiende:
¿un desvarío?, ¿mi desierto? Estoy bajo la esfera de mi lengua.
Esto nunca se entiende.

Yo, autor de estas líneas, sé –a veces- su lenguaje,


pero si lo digo destruiré sus límites, mi frágil estructura.

Un escarabajo en la caja vacía


es un pregunta que nadie se formula
antes de destruir la caja inexistente.

La caja que acaricias para poder vivir.

98
Pequeño experimento contrafáctico

2015. Retrofutura. La soledad del corredor de fondo

Alguien sueña martillos sobre mi casa en construcción.


Yo me construyo con pedazos
de los martillos, no de la construcción.

Yo construido. Yo destruido.
Un niño corre entre los soldados de la Iglesia:
es una fotografía que miro en internet.
Llora, corazón dentro, su casa destruida.

Es el paso del tiempo.

La portada de una revista de bienes raíces


no se parece al hogar de muebles rotos
donde mi abuela vieja peina la cabeza de mi abuela niña.
Abuelas sicológicas que nacen de los flores de diente de león
que no ha destruido el parqueadero nuevo.

Esto sucede en la mente,


(es un camión volcado)
porque el niño destruido ya es un hombre destruido
Un hombre que sueña camas de un hospital abandonado.
Un hombre que cuida trapos como si fuesen pacientes.
Un hombre que cuida trapos como si fuesen niños.
Un niño se multiplica y atraviesa los muros de los hospitales
múltiples.
Las salas de neoplasia, los colibríes que usan peluca entre gasas
99
y yodos.
Salgo a mirar un perrito que vadea el arroyo
de un corazón que llora (en un zapato negro).

Y el perro se ahoga.
¿O era el gato en la caja de Schrödinger?
¿Está muerto el gato que mira hacia dentro de sí?
Quizás se convierte en un gato real llamado Gregorio,
el amigo más sincero que tuve (su lección inhumana).
¿Caricatura con muerto es divertida?
Por supuesto.
Sin embargo, no creo (más) en los humanos.
Las imágenes crujen y se deshacen desde mi pregunta.
¿Quién eres?

Los martillos sueñan avalanchas contra un cerebro frío.


Y el perro y el gato se ahogan.
Los tornillos hablan inglés americano
y dicen que los turcos estrujaron los dátiles
y que los arrendajos gotean sobre platos como soles de arroz.
-¿Te gusta el fútbol?
-Mucho.
Hubiese querido ser volante ofensivo del América de Quito.
¿América de Quito?
Un equipo que ya no existe: igual que yo (o casi).
Mi jugador favorito:
Zinedine Zidane, elegancia, girasol y estilo.

Hoy estoy triste porque mis manos no tienen recompensa


entre los vasos que circulan.
Hay gente tan profunda que resulta frívola.
100
Hay gente tan frívola que resulta noble.

Llueve sobre los azulejos de vieja lacería.


O sobre las mejillas de la mujer pobre
que camina a tomar el autobús a las seis de la mañana.

Imagina que recorres la vida en bicicleta


con una cámara fotográfica que responde a la conexión eléctrica
entre el cielo que dicta y la mano que no existe.

La lluvia regresa a la estratósfera


y es un conjunto de nimbos que se mueven sobre el horizonte.
¿Quién soy? ¿Cómo se llamaba mi padre?

Yo vivo en un ascensor inmóvil de paredes translúcidas.


Miro charcos de agua entre las ortigas y las casas desoladas.
Es el paisaje de mi casa de infancia.

Se caen sus paredes


y hay un conjunto de comercios chinos y burócratas que pasan.

Se caen sus paredes.


Y un hombre solo es el sueño de un hombre que abre una
botella
en el baño y se pone a beber y cantar sin lógica ninguna.

En este piso, hay peluquerías para cerdos.


En este piso, hay peluquerías para hombres tristes que fingen
ser alegres.

Se caen sus paredes y camino en un juguete abstracto.


101
Un tangram que sólo se resuelve destruyéndolo.

En el último piso, hay otro mapa del mundo:


hermosa vista donde los hombres del barrio miran la construcción
de un muro.
Beben una cerveza mientras tanto.

En 1979, nadie llegó desde ninguna parte- dice la vida.


La historia de un hombre que todas las noches
recuesta su cabeza entre dos almohadas y respira con lentitud
amarga.

Soy la casa de un aluvión que descuelga magnolias


sobre una carretera donde estoy yo, gritando, “querido alguien,
enumérame”.

Un nadie que recorre la noche en una bicicleta celeste.


Un nadie que sueña una cuchara de plata en un vaso de agua.

En el jardín, varios gorriones llevan sombreritos de copa.


Un niño dibuja la palabra “ninguno” sobre su camisa de colegio.

Esto es absurdo. Esto es real.


No hay radiación en las flores de cerezo.
Los zapatos de magnolia se deshojan en otoño.

Soy un tipo corriente, pero imagino que mi vida existe.


Un hombre que quiso ser un corredor de fondo,
al que le dieron de niño un premio de atletismo
tras dar la vuelta al barrio suburbano.
Quizás hoy el mundo extiende su rocío de luz
102
sobre la cara de un hombre desempleado
que prefería haberse dedicado a otra cosa.

Como ser un zapatero que fabrica botas


que no tocan el suelo y, si lo tocan, producen un chasquido
levemente infinito.

103
Capítulo 6

PARA UNA LÓGICA ZOMBI


Hay respuestas que son también preguntas: y un petirrojo cae
sobre el pasto. E imagina este ejemplo: cerca del río, el sueño
de un hombre es cruzarlo. El problema es que no hay río y
el hombre quiere cruzarlo. Atravesar el agua (imaginaria o no)
con sus botas de hule. Y lo cruza. Y descubre que del otro lado
está solo el desierto: y un árbol retorcido. Un árbol que solo le
hablará (mensaje de una luz tan esperada sobre las hojas ocre)
cuando el hombre haya dejado de respirar.

Montevideo, cualquier lugar del mundo, 2010

107
El experimento de la habitación china

Si yo te diera las instrucciones para descifrarme,


¿me estarías descifrando?

Si colocase una máquina debajo de mi lengua


que supiera lo que quieres oír
-y lo dijera-
¿te habría dicho lo que quieres oír?

Mis poemas son animales que se rompen


en los ojos de un hombre triste.

Pero eso es algo que tú ya lo sabías.


Lo que tú no sabías jamás podré decírtelo.

108
La paradoja del hombre de Buridán

Una manzana roja sobre una mesa.


Dos manzanas rojas sobre dos mesas.

Entre ambas mesas y yo


hay la misma distancia inútil.

¿Puedo elegir entre ambas?


¿Hay algo en el fondo de algo
que me haga caminar hacia la mesa
donde la comida, sin esperar, espere?

En realidad,
dos carreteras conducen hacia el norte,
dos carreteras idénticas
como niños en la edad de la horca.
Ambas conducen a la mesa
hacia la cual yo debiese caminar.

En realidad, no hay nada.


En realidad, no hay nada en el mundo.
Y debería quedarme inmóvil,
(como un monje rapado)
pero camino hacia una de ellas.

Nunca sabré por qué


un diente negro
ocupa el corazón de la torcaza
que sueña la mesa donde voy a comer.
109
Esto no tenía que ver con lo anterior.
Nada tiene que ver con lo anterior.

La poesía es un error de continuidad.


La poesía es mi error de continuidad.
La poesía es un error de la vida.
La poesía es el error de mi vida.

Algo como la sangre que vuelve hacia las vacas que pastaban el
mundo.
Algo como la sangre que escurre de la esfera.

110
La paradoja de la abundancia (versión lógica)

Más es mejor, pero no siempre.


Menos es mejor, pero no siempre.
Menos y más son igual de mejores,
pero no siempre igualmente mejores.

Cuando yo te dije que el paisaje era una instalación de arte


abstracto,
que mis visitas al supermercado
eran insoportables
por la infinita variedad de productos que podía escoger
(en el clásico carrito gris y rojo),
tú me dijiste que era mejor esbozar una lista
de los productos que uno quiere comprar:
por ejemplo, manzanas o brócoli o leche.

Esa lista debía ser precisa:


elegir lo sencillo, lo suficiente.
Bastaría que una manzana tenga el color de la sangre,
para comprarla
y disponerla en un plato
sobre el centro de la mesa.

Una manzana roja real


(una muchacha real)
es mejor que una manzana púrpura
(una muchacha púrpura)
objetivamente irreal.

111
Irreal es una palabra que pesa en la balanza
cuando ya nada pesa.

Es mejor abandonar lo que no existe


dice la etiqueta del único envase
que sólo yo puedo ver,
que sólo yo sé para qué sirve.

112
La necesidad de sucesos increíbles

Imagina que estás muriendo.


Siempre existe una probabilidad
-remota, pero lógica-
de que no mueras.

Imagina la cama púrpura en que estás muriendo.


Siempre existe una probabilidad
-remota, pero lógica-
de que estés soñando todo esto.

Jung hablaba de ciertos fenómenos


- la sincronía-
como un problema místico.

En rigor, son casualidades.

Tu fecha de nacimiento y la de tu pareja


parecen coincidencia mágica
(17 de octubre)
sobre todo si tu idea de irracionalidad
es colocar un pescado muerto
en la refrigeradora y esperar que te hable ruso.

Hay formas más sutiles de pasión ilógica.


Esperar que una vacuna nos salve
antes de ser descubierta, por ejemplo.

La vida es el mantel que colocó abuela Greis


113
y las manchas que vamos dejando
cayeron sobre él por una razón puntual, cuantificable.

El misterio existe todavía


porque no hay una herramienta que calcule
las píldoras, los cielos y los goznes que cada cuerpo necesita
para pasar una tarde feliz bajo los árboles.

114
La paradoja de las bolas numeradas

En mi canasta, tengo una cantidad infinita de pelotas.

En mi casa, tengo una cantidad infinita de personas.

Coloco las pelotas 1 y 2 en la canasta


y retiro la pelota 1.

Coloco las personas 1 (Méndez) y 2 (Méndez2)


y retiro a la persona 1 (Méndez)

Coloco las pelotas 3 y 4


y retiro la pelota 2.

Así sucesivamente.

El asunto es que el punto final del juego son las 12:00.

El asunto es que el punto inicial del juego son las 11:30.

Entre cada jugada de poner y sacar pelotas,


hay la mitad del tiempo que entre las jugadas anteriores.

La jugada 1 fue a las 11: 30


La jugada 2 a las 11:45.
La jugada 3 a las 11 con 52 minutos y 30 segundos.

Y así hasta el infinito.

115
La pregunta es ¿la canasta se ha quedado vacía
o hay infinito número de pelotas dentro de ella?

La pregunta es ¿la casa se ha quedado vacía


o hay un infinito número de rostros dentro de ella?

La lógica dice que es imposible terminar la tarea,


pero que igual la tarea se terminará.

No importa si quedaron infinitas personas


o si la casa se quedó vacía.

No importa si quedaron infinitas palabras


o si la canasta quedó como el cielo de una mañana de agosto.

Lo importante es que algunas pelotas brillaban


con colores que sólo el ojo podría recordar.

Lo importante es que algunas personas


miraban una pared vacía
y no paraban de cantar.

116
La paradoja de Cantor

“El cielo es infinito”


dice la máquina.
(estrellas, galaxias,
un paramecio, etcétera).

“El mundo es infinito”


dice la máquina
(humanos, caballos, piedras negras vistas en enero,
ojos que vieron piedras en enero y jamás en mayo).

Sin embargo, el universo


es de igual tamaño que la suma de todos sus conjuntos.

Sin embargo, si el universo es


el conjunto de todos los conjuntos
con más de un elemento,
el universo es un número mayor que todos sus conjuntos.

Aunque cada conjunto sea infinito.

Así, una niña me observa


mientras desdoblo el papel regalo de la lógica.
(Alguien la soñó muerta
entre el valle y una aguja para coserse los ojos).

Ella es parte de este conjunto


cuyo nombre no existe.

117
La paradoja del conocedor

B. Sé que este poema (B) es falso.

Si la afirmación es falsa el poema


es un órgano auténtico
y el ojo de gato que te mira
en efecto te mira acostado en tu cama.

Si la afirmación es verdadera el poema


es un órgano falso
y el ojo de gato que te mira
no te mira recostado en tu no cama.

Por eso aquí el pensamiento


está destruido.

Y el gato no sabe si correr o nadar.


Por eso sueña.

118
HAPPY ENDING
(tres fakes)
Fake 1 (algo)

Pregúntame por el origen:


di padre, pastor, pájaro.
Pregúntame de dónde.
No sabré contestarte.

Sobre este mundo, sé poco.

Miro una casa donde años atrás


los niños más torpes del barrio jugaban a las cartas:
los idiotas, los que nunca tendrían.

Observé aquel terral,


de hojas amarillas en árboles de agua y frutos suspendidos,
entre los cables de teléfono y las antenas oxidadas.
Un recuerdo que también se perderá
como se pierde un animal cansado
cuando el día es la noche para siempre.

La tristeza que acompaña los días que subieron


-como una carretera de nombres anotados
en la libreta de una profesora de primaria-
asume la forma de un trago de agua en la garganta.
Finalmente, no sé de dónde llegaban las palabras.

Esto es algo entre tú y mis fragmentos rotos.


Esto es algo de la vida que regresa:
que ocurre donde digo vida y tacho esa palabra.
Son piedras que comen piedras.
120
Me gustaría nombrar algo
que pueda sentir como una liebre muerta.
Y tacho las palabras.

No olvides que todo poema es la mentira


que se inclina entre las rosas inexactas
y un hombre que colecciona dados.
Y tacho la palabra “hombre”.
Es ártica: como ese fantasma
que aparece en una casa tétrica
-al final de la película-
cuando la casa misma es el fantasma.

Tacha el poema.
Tacha el poema.
Escríbelo en su contra.
Dale su voz.

121
Coda Kodak:

Doblaste un árbol
hacia dentro: la flor
fue negra y también
quise reconocerte el detalle.
Un hombre objeto: gracias por el obsequio.
Esto es el fin del comienzo.
Esto es el comienzo doblado por afuera,
como cinta de nadie.
Tu mano se dobla con el árbol
y estás herido dentro de algo que no existe.
Sin embargo, vengo a repararte:
eres lo único que no puedo desmoronar.
Las manos crecen dentro de las manos:
son cosas rendidas entre la lengua
y las piedras sobre una carretera que nadie ha visto.

Allí estoy esperándote,


los días que he pasado bailando en este botadero de basura.
Allí estoy, persona,
esperando tu desaparecer.

122
Fake 2 (última casa con espejo deformante)

¿Por qué no digo edificio?


Vivo aquí hace cinco años doblándome
como escorpión en un cajón de cables y formularios recortados
sobre una pila de camisas por lavar.

¿Por qué no digo microondas?


Aquí me encierro para calentarme
cuando no hay nadie que espíe
mi cabeza junto a una taza que gira.

¿Por qué no rompo mi mano?


Soy un río cosido por gallinazos de hielo
cuando mi mano arrastra los legos amarillos
de un hijo inexistente.

Cada poema debe cerrar lo que otro abre:


el plato de un perro triturado ante sus propios ojos.

Quiero cerrarme bocabajo, monje,


meditar, cortar las patas de una hormiga
y mirarla morir y mirarla renacer-morir
-mirarla meditar-
sobre la casa recién hipotecada de un poema vacío:
35 años viviendo dentro de una pelota oscura.

Las flores sueñan un corazón mordido por los perros


tras la ventisca y un puñal brillando sin estrellas.

123
La explicación es que no hay madre, ni río
a las afueras del barrio de papel escrito.

La palabra nieve está dentro de la nieve


como las huellas del conejo en los cometas recortados
que el cazador no atrapará jamás.

Cerca de mi cabeza hay un caballo que gira


hacia sí mismo, contra sí mismo.
Y los ojos sonámbulos de una muchacha cobriza
que carga pájaros sobre sus hombros en un valle desierto.

Soy el árbol que no existe:


mi vida es la vida de una cometa negra sobre el cielo parchado.

Allí me ves acumularme, destruido,


rosa de uranio sobre la lengua
contra las teorías y los conceptos.

El dolor como una fruta áspera que nace de los dedos,


en la esquina de una habitación derramada
sobre un ojo que dice:
adiós, esta fue la última jugada en mi contra,
desármate,
yo te desarmo,
yo te destruyo lejos, oveja de lenguaje río,
te doy la mano para que salgas de mí.

Ya no importa lo que me diga nadie:


soy este bosque de alambre,

124
telenovelas gore, cerdos mascota
y estampitas de santos.

Todo lo que digan en su contra es cierto.


Todo lo que digan a su favor es cierto.
Yo, sin embargo,
apenas reconozco a ese niño, su paleta de fósforo
y su gato dormido entre palomas
que sueñan una canción eléctrica.

¿Por qué no puedo parar de agredirme


ante este niño a punto de morir,
ante este hombre a punto de despertar?

Tú tienes la respuesta.
La mano que te borra no siempre es la mano que no te escribe.
A veces esa mano tercera
es un hombre se desnuda para dormir
una vez más
-solo-
mientras retira los papeles de una mesa torcida.

Tú tienes la respuesta.
Cuando el día comience
las palabras no podrán regresar.
Las cosas tendrán al fin su vida verdadera.
Y mis manos dirán
-porque las manos dicen-
lo que puedan decir
y será suficiente.

125
Fake 3 (testamento geek)

Cuando sabes que los sueños jamás se cumplirán


sabes que tu poesía ha terminado.
Creciste.
Al fin, creciste.
Porque la poesía es solamente el lenguaje soñándose:
y ese alguien que cae.
Así, cuando los muchachos empiezan a decir
lo que te habría gustado decir
es el círculo de regresar a los veinte años
donde un joven colocaba una corona de transistores
en la cabeza de una alondra
y se preguntaba cómo terminará el libro que no podrá escribir
y cómo seguirá la vida cuando la vida ya no siga sus pasos.

126
Sobre la poesía de Rodinás

Algunas escrituras son absolutamente singulares. O dicho de


otro modo, poseen una densidad característica que las vuelve
inconfundibles (una marca de agua o de diésel las recorren). Es el
caso de la escritura de Juan José Rodinás. En su tejido se conjugan la
asombrosa capacidad para edificar imágenes inéditas y atmósferas
peculiares, con un trabajo rítmico afinadísimo. La belleza y lo
insólito surgen en construcciones que parecen metafóricas pero
no lo son. Lo que encontramos no quiere decir “esto representa
otra cosa”, sino “esto es así de extraño, es lo que hay”. Pisamos
otro mundo. Ese choque siempre nos deja aturdidos.
Como si lo anterior no fuera ya lo suficientemente atípico,
hay otra característica que está presente en toda su obra: el pulso
lírico. En tiempos en los que algunos creen que el lirismo sólo
puede encontrarse dentro de fragmentos de ámbar (perfectamente
conservado pero muerto), hay quienes se aferran a indagar en
horizontes que lo incluyen. Pero al menos en Rodinás, no es el
lirismo que conocíamos de cabo a rabo. Se trata de uno potenciado,
lleno de injertos y partes mecánicas. De clavos y alambre de púas.
Un lirismo cyberpunk que vadea la sensiblería y el lugar común,
para mostrarse vital una vez más.
Un verso resuena: la poesía es solamente el lenguaje
soñándose. El lenguaje que camina por un prado que después es
un depósito de objetos perdidos y al final otro planeta donde una
figura borrosa lo espera. El problema es, en teoría, que al tratarse
de un sueño, algún día despertará y seguirá siendo el aburrido
oficinista que tiene que repetir cada día el mismo trabajo vacío.
Pero hay buenas noticias. En Kurdistán ese despertar queda muy
lejos. En sus terrenos, el lenguaje puede olvidarse de cargar la roca
cuesta arriba, para dedicarse de lleno a la pesca a mano limpia, a
buscar insectos brillantes en los vertederos.

Luis Eduardo García


Guadalajara - México
127
Kurdistán
de Juan José Rodinás
se terminó de imprimir en el mes del
nacimiento del maldito Paúl Verlaine
por encargo del
Grupo Editorial Hijos de la lluvia SCRLtda.
en los talleres en los talleres gráficos:
Águila Real
Publicidad Integral SRL
RUC 20600311248
Jr. Calle Nueva 327 Of. 221 - A 2do.piso
Galería Santa Fe - Cercado - Arequipa.
Se tiraron 500 ejemplares.
La lectura y el cotejo de pruebas, además de la edición,
estuvieron al cuidado del autor y de Darwin Bedoya.

AREQUIPA - PERÚ

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